Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₁
— A una entretenida sesión de baño lobita —respondió pegando sus labios a mi cabeza con cariño.
Abrió la puerta del baño con suma destreza, teniendo en cuenta que aun me cargaba en sus brazos.
La ropa mojada que me quité esta mañana aun seguía tirada en el suelo, siendo esquivada por Jungkook, quien se dirigió a la amplia bañera, abriendo la llave del agua caliente, dejando que esta comenzara a llenar la pila.
Coloqué ambas manos sobre mi pecho, encogiéndome en los brazos de Jungkook, causando que el alfa dejara caer mis piernas, manteniendo un firme agarre a mi cintura, y a continuación abriera mis piernas, haciéndome enroscarlas en su cintura. Alcé mis manos, abrazando su cuello, mientras apoyaba mi cabeza sobre su desnudo pecho.
El alfa dejó una de sus manos en uno de mis muslos, sujetándome, mientras que con la otra acariciaba mi espalda.
Una vez la bañera se encontraba llena de humeante agua, Jungkook nos metió a ambos en ella, sentándose en el fondo, dejándome sentada en su regazo, provocando que algo de agua se saliera por los bordes de la pila debido al volumen que juntos ocupábamos.
Separé mi cabeza de su pecho, reincorporándome ligeramente para poder observar su rostro, en momentos como aquel era en los que más apreciabas la belleza única que cada persona poseía, el alfa portaba una marcada mandíbula haciéndole ver más imponente, que desembocaba en una barbilla con un toque de lo más tierno, cuando alzaba mi mirada, sus labios se volvían el centro de atención, me hacía gracia que su labio inferior fuera más grueso que el superior, pues aquel gran alfa, sin tener que esforzarse mucho, podía crear los pucheros más tiernos que seguramente había visto nunca.
Quería seguir analizándolo, grabando en mi memoria cada centímetro de su rostro, pero mi análisis se vio interrumpido cuando vi que él parecía hacer exactamente lo mismo que yo, mirar mi rostro con sumo detalle.
— Creo que son cerca de un millón —comentó con una leve sonrisa mirándome a los ojos.
No pude evitar sonreír como una tonta recordando aquel día de camino al centro comercial en el que yo misma, cansada de que el alfa no dejara de observarme, le dí aquella misma contestación.
— ¿Por qué me miras tanto? ¿No será que esta comenzando a surgir interés por mi en este pequeño cuerpo? —habló alzando una ceja a la vez que colocaba sus grandes manos sobre mi cintura.
— No te hagas ilusiones, todas las respuestas a tus preguntas se hallan en el celo —me negué aun manteniendo la sonrisa en mi rostro.
— ¿Debería sentirme utilizado por ello? —frunció su ceño dejándome ver como la curva de sus labios se acentuaba un poco más.
— No cuando ambos reciben beneficios —pronuncié aquellas palabras antes de unir nuestros labios.
Definitivamente el celo me convertía en una persona completamente diferente, o quizás simplemente eliminaba esa parte de mi que me impedía ser yo misma, no lo sabía con certeza, pero no sería algo que me encargaría de averiguar en este preciso instante, pues tenía cosas más importantes que hacer.
Besé sus labios como nunca los había besado, llevando la iniciativa, dejándome llevar por la situación y mi celo, que a pesar de ya no sentir dolor, las ganas de estar con el alfa se me hacían casi insoportables.
Deslicé mis manos desde su cuello hasta su pecho, tocándolo con suma lentitud, como si quisiera dejar mi huella en él, como si no quisiera olvidarme de aquel tacto jamás.
Se me había hecho demasiado raro que no intentara satisfacerse así mismo, ni siquiera un roce, nada que implicara sacarle gemidos al alfa.
Seguí bajando mis manos, tocando su marcado abdomen, hasta llegar al elástico de sus malditos bóxer, prenda de la que nunca se deshacía.
Jungkook parecía ajeno a mi tacto, se hallaba sumamente sumergido en el beso que ambos compartíamos, como si mi iniciativa lo hubiera dejado fuera de combate.
Ajena al miedo que sentía ante aquella zona, deslicé sus bóxer, unos cuantos centímetros, no más que eso pues el alfa dio un respingo al notar que parte de su miembro no se hallaba custodiado por su ropa interior.
— No —susurró en un gemido sujetando mis manos.
Rompió aquel beso al hablar, apoyando su frente con la mía, respirando agitadamente.
— ¿Por qué? —pregunté en el mismo estado que él.
Jungkook guardo silencio, con sus ojos cerrados y su boca abierta por la cual daba grandes bocanadas de aire.
Al ver que hacía caso omiso a mi pregunta intenté mover mis manos hacia su zona, siéndome imposible pues él las tenía sujetas.
Me sorprendió que alejara mis manos de su ropa interior y las llevara a su boca, donde cubrió de besos a cada una de ellas.
— ¿Qué clase de alfa no quiere ser tocado por una loba? —formulé confundida.
No quería que lo viera, no quería que lo tocara, todo aquello se salía de lo común, de lo establecido, quería saber cuales eran sus motivos, por qué era diferente al resto.
— Uno que aun no ha encontrado su resiliencia —contestó abriendo sus ojos, dejándome apreciar aquel precioso color dorado—. Y basándome en lo que ha pasado antes, tu tampoco la tienes.
No sabía cuando ni como había salido, pero en aquellos instantes pude notar como una pequeña lágrima se deslizaba por mi mejilla.
Aquellas palabras habían calado en mi, la capacidad para superar circunstancias traumáticas, la resiliencia era algo que no había hallado, y que alguien te lo hiciera ver, te demostrara que aun no has sanado te hacía sentir terriblemente triste y miserable, pues parecía que tus miedos y traumas te estaban comiendo, apagándote poco a poco mientra tu no te das cuenta, mientras tu haces nada.
— Veo que no soy la única —comenté dejando que mas lágrimas se desliaran por mis mejillas.
— Claro que no lobita, las personas como tu y yo estamos condenados a vivir así, es el precio a pagar por la diferencia, que somos tratados de forma que la resiliencia sea una verdadera utopía —habló pegando aún más su rostro al mío, moviendo su cabeza de arriba abajo, como si fuera un gatito ronroneando cariñosamente.
Besé su mejilla, intentando devolver aquel gesto cariñoso que había tenido conmigo, dejando atrás el agarre que el alfa daba a mis manos, pasándolas por su cuello, reacomodándome sobre él.
Aquella recolocación de mi parte consiguió tensar a Jungkook, al parecer que me sentara prácticamente encima de su miembro causaba que todos y cada unos de los músculos de su cuerpo se pusieran en alerta.
Ignoré aquella reacción llevando mis besos a su cuello, besando ligeramente aquella sensible piel que el alfa poseía, pues en cuestión de segundos se hallaba gimiendo por lo bajo, como si no quisiera ser escuchado.
Me encargué de que sus intentos por ser de lo más silencios se fueran al traste, moviendo levemente mis caderas sobre él, estimulando una ya más que activada zona.
A Jungkook le fue imposible no gemir, no emitir un breve sonido desesperado que indicaba que aquello le estaba resultando de lo más satisfactorio.
Agarró mis caderas con fuerza, deteniéndolas.
— Para —pidió con la respiración agitada.
Jamás pensé que tendría que suplicarle a un alfa por algo así, la de vueltas que daba la vida.
— Ya hemos echo esto antes —dije haciendo alusión al día de sello—. ¿Qué diferencia hay entre el otro día y hoy ? Yo quiero y sé que tu también quieres ¿cuál es el problema? —pregunté mirándolo a los ojos.
— ¿Quién es la que quiere? ¿Tú o tu loba en celo? —formuló clavando aquella penetrante mirada en mi—. No quiero aprovecharme de tu estado ___ —aclaró haciéndome entender a qué se refería y por qué se negaba con tanta insistencia.
Si estuviera en un estado normal, libre de celos y hormonas revolucionadas hubiera sido algo difícil que me acercara a Jungkook de esta manera, pero no porque no quisiera, sino por el miedo y orgullo que me mantenían prisionera día tras día.
— Las dos queremos —pronuncié sin ápice de titubeos.
— Tendré tus palabras en cuenta cuando dejes de estar en celo —advirtió después de asentir sin mucha confianza en lo que le acababa de decir.
Aquello de que tendría en cuenta mis palabras después de el celo me hubieran dado qué pensar, sin embargo los actos que próximamente llevaríamos a cabo llamaban mucho más mi atención.
Jungkook dejó todas las negativas de lado, cogiendo esta vez con sus manos mi trasero, agarrándolo y apretándolo aún más contra su cuerpo, parecía que prefería ser él quien marcara el ritmo, sin dejar que yo moviera las caderas por mi misma.
Comenzó a mover mis caderas, de adelante hacia atrás, consiguiendo que mi desnuda y mojada intimidad, no solo a causa del agua en la que nos encontrábamos sumergidos, rozara con su miembro.
Era increíble la de detalles que podía percibir en aquella posición, realizando aquellos movimientos, la piel lisa que podía sentir bajo mis piernas, chocando con la dureza que colindaba con mi intimidad, no exageraba al decir que aquello era grande.
Jungkook me dejaba besar su cuello mientras echaba su cabeza hacia atrás, aumentando cada vez más sus movimientos, creando una rápida fricción entre ambas zonas, las cuales se encontraban más sensible que de lo habitual.
Llevé mis manos a las suyas, con la intención de que dejara de guiar mis movimientos.
— Déjame a mi —pedí cerca de su oído, mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja.
Me sentía como una gamma de lo más experimentada y pervertida, pidiendo que su alfa se dejara guiar por ella.
Jungkook entendió en seguida lo que pretendía hacer, dejando de hacer fuerza con sus marcados brazos, dejando que me moviera libremente sobre él.
Comencé a mover mis caderas como si quisiera dibujar varias eses con ella, creando un movimiento de ondas incesante que estimulaba tanto al alfa como a mi.
Parecía que el hecho de que fuera yo quien ejerciera la acción arrancara la excitación de lo más profundo de Jungkook, pues a penas mostraba reacciones cuando era él quien me movía sobre su cuerpo, mientras ahora se hallaba apoyando su frente en mi cuello, respirando de una forma tan agitada que parecía que se iba a ahogar.
Llevé mis manos a su mandíbula, empujándolo hacia atrás, haciendo que apoyara su cabeza en el borde de la bañera, no sabía por qué pero tenía la necesidad de verlo en aquel estado, casi como si fuera un fetiche observar su rostro, su expresión cuando estaba increíblemente excitado.
Con la cabeza apoyada en el borde de la bañera, el cabello mojado descansando sobre su frente, sus ojos cerrados, sus labios entreabiertos, como su nuez de adán se movía exageradamente cada vez que tragaba saliva, todo aquello sin comentar su descubierto y húmedo pecho, conseguía que mi intimidad se encogiera, que se preparara para liberar toda la tensión que había estado acumulando durante mis 18 años.
El agua se movía entre nosotros con cada sutil embestida que propinaba sobre el miembro de Jungkook, como si ella también quisiera participar.
Bajé mis manos desde su mandíbula hasta su pecho, dejándolas ahí, apoyándome en él, intentando buscar la fuerza que me faltaba para seguir moviéndome, nunca había imaginado que esto de proporcionar placer fuera tan cansado.
Seguí y seguí ondeando mis caderas, casi exhausta y al borde de alcanzar el tan ansiado climax.
Sentía como mi fuerza poco a poco se desvanecía, como si mi cuerpo la necesitara para alcanzar el orgasmo limitado mis movimientos, como si mi resistencia no diera para más.
Con un leve mareo y unos incesantes calambres en mis caderas conseguí que mi cuerpo se liberara de todas las tensiones, y por consiguiente, de gran cantidad de lubricante que ahora mismo se extendía sobre el cuerpo de Jungkook, el cual aun no parecía alcanzar el umbral de máximo placer.
Respiré con dificultad sobre el húmedo pecho de Jungkook, intentando recuperarme.
— ¿Estás bien? —preguntó entrecortadamente estrechándome contra su pecho.
Asentí intentando conseguir la estabilidad en mi débil organismo que en estos momentos se hallaba más que revolucionado.
El alfa pasó sus manos por mi cabello, echándolo hacia atrás, despejando mi cara con cariño y delicadeza, mientras me dejaba sentir su aun palpitante erección bajo mi cuerpo.
Quería seguir moviéndome, que aquella sesión de baño terminara satisfactoriamente para ambos, pero no podía siquiera reincorporarme.
Lancé un pequeño gruñido al aire, mostrando lo disconforme e impotente que me sentía.
Jungkook alzó mi cara, permitiendo observar su rostro, besó mi frente, la punta de mi nariz y por último me regalo un pequeño roce de labios, haciéndome gruñir de nuevo.
No sabía si el alfa lograba entenderme, si mis gruñidos tenían algo de sentido para él.
— Jungkook —susurré haciendo uso de la poca fuerza que quedaba en mi cuerpo, parecía que mi reciente llegada al climax se había llevado consigo todas mis fuerzas.
El anterior nombrado me miró expectante, esperando a que reuniera la fuerza que me faltaba para poder hablar.
— Faltas tu —pronuncié con voz sumamente baja, sintiendo como el alfa volvía a pasar sus manos sobre mi cabello.
Jungkook me sonrió con ternura antes de negar con su cabeza.
Pensaba que se había decidido a dejarse llevar, que ambos estábamos de acuerdo y conforme con aquello, pero pareció arrepentirse en el último momento.
— Otro día —susurró contra mi cabeza depositando otro tierno beso.
No entendía nada, estaba excitado, al borde del orgasmo, con una loba al lado deseosa de escucharlo gemir hasta quedarse ronco y en lugar de darme el gusto susurraba 'otro día' a la vez que me cubría de cariñosos besos.
Parecía que a este alfa había que sacarle los orgasmos con pinzas.
Quería insistir, pero mis fuerzas y la segura actitud cabezota que tendría Jungkook no me animaban a ello.
Desistí dejando descansar mi barbilla sobre su pecho, mientras mi cuerpo se relajaba ante las caricias que proporcionaban los dedos de Jungkook a colarse entre las raíces de mi cuero cabelludo.
Apretaba ligeramente sus dedos, impartiendo un masaje de lo más placentero.
No me di el lujo de cerrar los ojos, en su lugar los mantuve entreabiertos, observado los dorados ojos del alfa.
— Me encantan tus ojos —comentó mirándome sumamente embobado—. Me resultan realmente especiales.
Se me hacía tan extremadamente raro que alguien me mirara así, como si estuviera admirando la más bella obra de arte.
Sonreí levemente ante sus palabras, el color pardo que daba vida mis ojos era de lo más común, pero a él parecía resultarle especial.
— Los ojos pardos son de lo más comunes —alcancé a decir después de unos minutos en los que conseguí ganar algo de fuerza para poder hablar con normalidad, o al menos intentarlo.
— No me refería a ese color —comentó sin apartar la vista de mi.
En aquel mismo instante pude sentir como mi alma abandonaba mi cuerpo, dejándome sola ante el peligro.
El silencio reino en aquel baño, en el que Jungkook no dejaba de mirarme mientras yo intentaba con todas mis fuerzas que mi rostro no reflejara mis emociones, el miedo y la decepción que habitaban en mi.
— ¿De qué color son mis ojos ahora mismo ___ ? —formuló con suma tranquilidad.
— Dorados —susurré entrecortadamente.
— No soy al único al que le cambian los ojos de color cuando esta excitado —informó volviendo a pasar las manos por mi cabello.
Enmudecí de nuevo ante sus palabras, sintiéndome de lo más estúpida por no haber pensado en ello con anterioridad.
— ¿Desde cuando lo sabes? —pregunté con un nudo en la garganta que me impedía tragar.
— ¿El qué?
— Lo que soy —pronuncié con obviedad.
— ¿Quieres que te cuente todos y cada uno de los detalles que te han delatado? —habló con tanta simpleza, como si no fuera la gran cosa, mientras yo me hallaba de lo más aterrada.
— Todos y cada uno de ellos —pedí con voz gangosa, intentando aguantarme el llanto que amenazaba con salir.
El alfa suspiró con fuerza, vaciando su cavidad torácica de cualquier molécula de oxígeno, antes de comenzar a hablar.
— Llegaste aquí simulando no recordar, olvidando que eso implicaba no decir tu nombre ni ningún detalle que guardara relación con tu antigua manada, tu peculiar características de poseer dos olores, uno que muestras en público y otro, mucho más dulzón, que solo dejas salir cuando estás a solas, tu descaro, tus contestaciones, tu carente sentido del peligro, pues parece que mirar a un alfa a los ojos no te es gran cosa, tu manera de comportarte, no eres una loba sumisa pero tampoco eres dominante, más bien contestona, parece que siempre tienes algo que decir al respecto y te da igual si es apropiado o no, simplemente lo sueltas, te gusta retar, sacar de quicio, diría que eres un poco quema sangre, es como si quisieras sacar de sus cabales a todo el mundo, como si estuvieras todo el rato buscando que alguien te calle la boca, al principio me daba la sensación de que realmente estabas deseando ser castigada. Todo eso me hacia pensar que eras diferente, muy diferente al resto, pero tu verdadero olor y el color de tus ojos te han delatado incluso más de lo que lo has hecho tu misma con tu comportamiento de gamma contestona e inconformista —recitó todos aquellos detalles que habían hecho que mi identidad saliera a la luz—. He de reconocer que realmente me impresionaste el día que fuimos al centro comercial, meterme en el probador para que tu padre no nos viera, intentando distraerme, cometiendo el error de no poder mantener la compostura cuando te pregunté por quien te habías dejado anudar, mostrándome esos bonitos ojos grises por primera vez —dijo todo aquello sin despegar la vista de mi rostro—. Todo este tiempo, la única pregunta para la que aún no he conseguido respuesta es por qué estas aquí ¿te desterraron? ¿Escapaste? ¿O te mandaron aquí para algo en especial?
— Fui desterrada —confesé con voz temblorosa.
Jungkook había estado al tanto de la verdad todo este tiempo, viendo como intentaba camuflarme, como le mentía en la cara.
— ¿Por qué? —se atrevió a preguntar.
— Por ser quien soy ¿acaso no harías tu lo mismo si tuvieras un ser inservible en tu manada? —formulé recordando que Jungkook no dudaba en deshacerse de los alfas poco válidos según su estricto criterio.
— Yo no destierro, yo elimino lo que no sirve —contestó tajante.
Aquello me hizo estremecer, mi padre era un ser despreciable, sanguinario y sin escrúpulos, pero no era ni la mitad de contundente que Jungkook.
— ¿Eso significa que seré eliminada? —formulé temblorosa.
Nunca había imaginado tener un final como este, desnuda y en una bañera después de haberme dejado llevar por el deseo.
Jungkook guardó silencio durante unos segundos, tiempo en el que se dedicó a acariciar mi pelo de nuevo, como si buscara reconfortarme.
— Hace tiempo me enseñaron a diferenciar quienes son los que realmente valen y quienes sirven para nada.
— ¿Qué quiere decir eso? —pregunté sin entender.
Pregunté intentando encontrar una contestación más clara acerca de lo que me deparaba el futuro más cercano.
— El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, pequeña lobita yo me he encargado de marcar el pasado a fuego en mi memoria con el propósito de que no vuelva a ocurrir, cambiar las cosas te incluyen a ti.
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Gracias por leer💜💜💜
Love u Sinners ❤❤❤
Pd: me encanta poner en los capítulos el nombre de la novela, creo que algunas ya se estarán dando cuenta de por donde van los tiros.
Pd2: y no se rayen tanto que esto no es mental games 😂😂
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