Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₁₇

Kim Taehyung

Adelantepronunció el alfa tras la puerta nada más escuchar mis nudillos tocando la madera.

Obedecí, escuchando el molesto chirrido que emitían las bisagras de la puerta al ser abierta.

Me adentré en la habitación con sumo miedo, estar pisando el despacho del mismísimo alfa de la manada de los Sang hacía que un desagradable pellizco se instalara en mi estómago.

Ahí estaba él, sentado en la gran silla acolchada, delante de un escritorio repleto de papeles, escudriñando mi persona.

Avancé por la habitación, intentando que su mirada no me afectara demasiado.

Hice el amago de sentarme en una de las sillas frente al escritorio, siendo cortado por la voz del alfa.

¿Acaso te he dado permiso yo para sentarte?preguntó frunciendo su ceño.

No señornegué apartándome de la silla.

Tercer alfa al que muerdes esta semanacomenzó a hablar haciéndome clavar mi mirada en mis zapatos—. Deberías sentirte agradecido de que algunos alfas se ofrezcan a estar con un omega como tu ¿Sabes lo complicado que es encontrar a un lobo con decencia que quiera anudar a un ser tan inservible como tu?

Siasentí, pues sabía lo difícil que era.

Llevaba más de 9 meses en la manada de los Sang, tiempo suficiente para darme cuenta de que un ser como yo no era ni venerado ni bien recibido, parecía que todo lo que mi madre me había enseñado no había servido para mucho.

Nuestra conversación fue interrumpida, por un débil toque a la puerta del despacho.

Una niña con cabellos rubios oscuros y ropa sucia entró a la habitación, sin siquiera esperar a que el alfa diera su consentimiento.

Un fuerte aroma a melocotón inundó mis fosas nasales, haciéndome quedar más que perplejo.

Papállamó aquella niña de unos 13 años, mi edad.

Quedé aun más sorprendido cuando los rumores que rondaban por toda la manada se confirmaban, la hija del alfa había resultado ser una débil gamma, haciendo así que el karma recayera sobre él, el lobo con más prejuicios y con mayor afán de discriminar a aquellos que son débiles, que son diferentes.

Te dije que no salieras de tu habitacióngruñó el alfa realmente enfadado, incluso sus ojos habían cambiado de color.

Pero papá...

¡Fuera!pronunció con su voz de alfa haciéndome estremecer.

Sin embargo aquella niña con olor dulce y meloso no se estremeció, sus ojos no se cristalizaron como pensé que sucedería y mucho menos salió corriendo de la habitación obedeciendo a su padre, en lugar de todo eso se quedo quieta en su sitio, sin inmutarse.

El alfa aun más enfadado que antes, se levantó de su asiento, dirigiéndose hacia aquella pequeña niña con aires de ira.

Temí por ella, su padre parecía querer matarla por no cumplir con su mandato, por tener la osadía de desobedecer al alfa de la manada.

Miré la escena desde un segundo plano, viendo cómo la mano del mayor impactaba en la cara de aquella débil gamma, haciendo que su cuerpo cayera al suelo.

Antes me hubiera horrorizado al vez cómo cogía por el cabello el cuerpo inconsciente de aquella niña, arrastrándola fuera del despacho, pero lamentablemente aquello no era algo nuevo de ver para mi, que arrastraran tu inerte cuerpo por tus cabellos era lo mejor que te podía pasar.

El Taehyung de hace unos meses hubiera acudido en su ayuda, pero con el tiempo, bueno más bien a fuerza de palos, aprendí que en esta manada era mejor no meterte en lo asuntos de los demás, pues al final el que acababa mal eras tu.

A los pocos minutos apareció el alfa, sentándose de nuevo en su acolchada silla, con la respiración agitada.

Uno más, un altercado más sucio omega y serás desterrado de esta manada, abandonado a tu suerte en el amplio, frío y oscuro bosqueescupió con su ceño fruncido—. Ahora largoordenó con un fuerte gruñido.

Asentí con miedo antes de abandonar aquella habitación.

Cuando mi madre me dejó en esta manada pensé que todo sería de color de rosa, que algún alfa se interesaría en mi, que quisiera cortejarme, vivir un amor como el que aparecía en las películas, sin embargo esta manada no cumplió mis expectativas de niño soñador como yo esperaba, en su lugar me había convertido en el protagonista de la película más atroz y terrorífica de toda la cartelera.

Por suerte o por desgracia, mis días en la manada de los Sang estaban contados.

.

.

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Sang ___

Jungkook dejó que mis piernas se deslizaran hasta quedar de pie en el suelo, aun con su rostro apoyado en mi cuello, rodeando mi cuerpo con sus fuertes brazos.

Parecía que la caricias que proporcionaba tocando su cabello lo relajaban en demasía.

Escuché un fingida tos de fondo, la cual llamó mi atención. Giré mi rostro encontrando a Namjoon rascando su nuca.

— Creo que diez minutos acariciándolo son más que suficientes —se quejó cruzándose de brazos—. Debemos seguir con el entrenamiento.

Sus palabras me hicieron reír a la vez que sentía una ligera vergüenza instalarse en mi cuerpo, casi se me olvidaba que Namjoon había estado delante todo el tiempo.

Asentí avergonzada, dejando de acariciar al alfa, intentando despegarlo de mi cuerpo.

— Jungkook —susurré en su oído haciéndole estremecer —. Tienes que soltarme —pedí, sintiendo como el alfa aflojaba su agarre para separarse de mi.

He de reconocer que en aquel momento me sentía sumamente poderosa, Jungkook me obedecía, se relajaba ante mis caricias, parecía de lo más sumiso ante mis mandatos, mientras mostraba su lado agresivo al resto.

— Bien, creo que el estímulo olfativo lo tenemos controlado —comenzó a hablar el alfa con olor a café, una vez Jungkook se encontraba lo suficientemente lejos de mi—. Comenzaremos con el estímulo visual.

Asentí en respuesta esperando indicaciones, encontrándome con una sala completamente en silencio.

Namjoon miraba el techo concentrado mientras Jungkook mordía la cara interna de sus mofletes con insistencia.

— Y la estimulación visual consiste en... —dejé aquella frase sin terminar esperando que ellos lo hicieran por mi.

— Emmm, bueno, solamente tiene que mirarte, pero sería un entrenamiento poco efectivo si estas vestida —explicó Namjoon.

"Sería un entrenamiento poco efectivo si estas vestida" repetí en mi mente.

"Vaya forma más sutil de pedir que te desnudes" susurró mi loba, mientras cruzaba sus pezuñitas a la espera de una respuesta por mi parte.

— Namjoon no estará presente —aclaró Jungkook haciendo que el alfa con olor a café rechistara.

— Jungkook ya hemos hablado de esto —se quejó.

— No se va a desnudar delante tuya —pronunció a la vez que fruncía su ceño.

Al parecer a Jungkook le gustaba menos la idea de tenerme desnuda delante de Namjoon que a mi.

— ¿Y quién supervisara el entrenamiento? —contraatacó Namjoon cruzándose de brazos.

— Ella —respondió Jungkook de lo más natural.

— ¿Ella? —formuló el alafa sorprendido.

— ¿Yo? —susurré señalándome a mi misma desconcertada.

¿Supervisar yo un entrenamiento de alfas? Pero si a penas había aprendido a cómo tranquilizar a Jungkook.

— Puede hacerlo, lo ha demostrado hace unos minutos —dijo el alfa con aroma a chocolate más que convencido.

— ¿Y qué pasa si no puede hacerlo de nuevo? No es lo mismo el olor que verla desnuda Jungkook.

— Sé que puede hacerlo, yo confío en ella, es valiente, habilidosa y capaz de controlarme, puede hacerlo sola, no necesita a nadie más que ella —recitó todas aquellas palabras, dejando que me golpearan una a una.

Que una persona confiara en ti, que creyera en ti y te tuviera un estima superior al que te tenías a ti misma te hacía sentir realmente estúpida, fuera de lugar y a la vez emoción y felicidad.

A todos nos gusta que nos dediquen palabras bonitas, palabras de amor, lo malo era cuando ni siquiera tu misma te las dedicabas, tu misma ni siquiera eras capaz de darte el valor que posees o inclusive el que mereces, esa era la razón por la que me sentía fuera de lugar, como si no estuviera hecha para recibir palabras bonitas, como si no las mereciera.

Me hacía sentir estúpida e inservible pues ni para darme amor y valor a mi misma valía.

Entré en una especie de trance en el que escenas de mi misma recordándome lo inútil que era pasaban por mi memoria, tal y como lo hace una estrella fugaz, rápido y veloz pero sin tener la capacidad de desaparecer, pues estas imágenes vivían atadas a mi memoria, saliendo a pasear cada vez que tenían oportunidad, cada vez que veían debilidad.

— ___ —llamó mi nombre Jungkook, haciendo que todas aquellas estrellas fugaces se esfumaran.

— Dime.

— ¿Tu también piensas que Namjoon debe marcharse?

— Si —contesté de inmediato sin pensarlo demasiado.

No hicieron falta más palabras por mi parte para que Jungkook ya estuviera sacando a rastras a Namjoon de la sala, cogiéndolo por la camiseta, arrugándola y consiguiendo finalmente sacarlo fuera.

Cerró la puerta tras su cuerpo, apoyándose en esta, dando grandes bocanadas de aire para después expulsarlas con rapidez.

— No estoy muy segura de querer hacer esto —confesé recordando ese pequeño detalle que incluía ausencia de ropa.

— ¿No quieres desnudarte? o ¿te da miedo lo que pueda pasar cuando lo hagas? —preguntó con seguridad, acercándose a mi.

— Puede que un poco de ambas —contesté con la verdad, algo dentro de mi me decía que no era el momento para hacerse la valiente.

— Puedo ayudarte con ambas, no tienes por qué desnudarte, con que te quites una prenda bastará para mi —dijo deteniendo su paso a centímetros de mi cuerpo—. Con respecto a lo que podría pasar después tengo la solución —cogió mi mano con la suya, entrelazando nuestros dedos con cariño, dirigiéndome hacia una de las paredes de la sala, la cual portaba grandes cadenas decoradas con unos fuertes grilletes de acero al final.

Sin soltar mi mano, con la que tenía libre cogió uno de los grilletes, enseñándomelo.

— Supongo que esto será capaz de retenerme si la situación se sale de control —explicó soltando mi mano, haciendo que esta fuera golpeada por el frío.

Se separó ligeramente de mi, cogiendo el palo taser que Namjoon había dejado antes de ser echado por Jungkook.

— ¿Sabes cómo se utiliza? —dijo señalando dicho palo.

— No —negué con algo de miedo, no me creía capaz de poder poner en marcha aquel trasto eléctrico.

— Ven —me acercó a su cuerpo posando su mano sobre mi cintura—. Solo tienes que pegarlo a mi cuerpo y presionar este botón de aquí, pruébalo —me incitó señalando su cuerpo.

— No quiero electrocutarte —confesé, aturdir a Jungkook con una descarga eléctrica no me parecía la mejor idea del mundo, además de que no sería capaz de hacerlo.

— ___ solo es una descarga, pruébalo —insistió.

— Esta bien —accedí apuntándome con el palo.

Se me hacía un poco triste ser capaz de auto-lesionarme a mi misma con descargas eléctricas y no poder hacérselo a otra persona.

— ¡No! —gritó Jungkook viendo mis intenciones.

Pulsé el botón antes de pegar el palo a mi cuerpo, causando que el alfa, alarmado, lo cogiera con una de sus manos, siendo él quien recibía la descarga.

Lo escuché gruñir de dolor antes de sacudir su cuerpo, haciéndome sentir algo mal y culpable, se supone que la descarga iba dirigida a mi no a él.

— ¿Estas loca? Las descargas tienen una intensidad especifica para cada condición, una descarga de estas a mi me aturde, a ti te pararía el corazón —regañó aun alarmado.

Vaya, eso no lo sabía.

"Loca casi nos matas" se quejó mi loba indignada, poniendo una de sus pequeñas zarpitas sobre su pecho.

— Lo siento —me disculpé.

— Mejor dejamos el palo en su sitio —concluyó Jungkook tirando aquel palo sobre la cama—. Creo que con las cadenas será suficiente.

Asentí en respuesta viendo cómo se acercaba a dichas cadenas, colocando los grilletes alrededor de sus muñecas, apretándolas de forma que le fuera imposible sacar sus manos por ellos.

Una vez puestos tiró de las cadenas para comprobar la resistencia de estas.

Ver cómo las cadenas seguían ancladas a la pared no me tranquilizaba del todo, teniendo en cuenta que Jungkook también había comprobado la resistencia del cinturón de seguridad el día del sello, el mismo cinturón que pocos minutos después se encargó de romper y abrir con gran facilidad, no me sorprendería demasiado que fuera capaz de arrancar las cadenas de la pared de cuajo.

— Aguantarán —aseguró al ver una ligera desconfianza plasmada en mi rostro—. Confía en mi —pidió asintiendo, esperando que yo lo hiciera.

Imité su gesto, inclinando mi cabeza hacia abajo, intentando confiar en sus palabras.

El silencio hizo presencia en la sala, a la vez que Jungkook y yo intercambiábamos miradas.

Parecía esperar, dejar que el tiempo pasara hasta que me decidiera a quitarme alguna de las prendas que me cubrían.

No sabía muy bien que hacer, en aquellos momentos me encontraba hecha un lío.

Una parte de mi ser me decía que me marchara, que no debía quitarme nada, que salir corriendo y hacer como si nada hubiera pasado era la mejor opción, la más segura y menos arriesgada, era algo así como esa pequeña parte de ti que te dice que te tapes los ojos cuando estas a punto de presenciar una escena de sobresalto en una película de terror, sin embargo tu pones las manos sobre tus ojos, dejándolos abiertos, pudiendo ver entre los huecos que se forman entre tus dedos todo lo que sucede en la película, esa era la otra parte de mi, la que me pedía que me quedara, que fuera valiente, esa pequeña parte que confiaba en Jungkook, y por último estaba mi loba, la cual más que representar a una persona que ve una película de miedo representaba a la protagonista de esta, aquella que se mete el un sótano a oscuras en una casa encantada sin si quiera llevar una linterna, la misma que me gritaba a pleno pulmón que me deshiciera de toda mi ropa y que le mostrara a Jungkook que las Gammas no eramos tan débiles como aparentamos.

Decidí optar por una opción intermedia, una opción equilibrada, ni tanto ni tan calvo.

Tragué saliva mirando hacia mi vestimenta, la sudadera era bastante larga por lo que si me deshacía de mis pantalones lo único que se llegaría a ver serían mis piernas con ausente masa muscular.

Con un objetivo claro, llevé mis manos al botón de los pantalones, bajo la atenta y dorada mirada de Jungkook.

Conseguí desabrocharlo sin mucho esfuerzo, bajando la bragueta con una parsimonia matadora, me gustaba tomarme mi tiempo.

Comencé a bajar los pantalones por mis caderas, sintiéndome obligada a quitarme los zapatos, pues sino me sería imposible hacer pasar aquella estrecha tela por mis pies.

Dejé que dichos pantalones tocaran el suelo, dejando que mi piel se erizara a causa del frío, mostrándole a Jungkook unas débiles piernas con piel de gallina, seguramente las menos eróticas que habría visto jamás.

El alfa me observaba sin perder detalle, parecía detenerse en cada uno de los poros contraídos de mi fría extensión, cómo si tomara nota de todos los lunares que coloreaban mi pálida piel por ausencia de luz solar.

Me sentía cómo un cuadro abstracto, sin sentido y de lo más triste y feo que un coleccionista podría echarse a la cara, sin embargo, la mirada de Jungkook, me hacía pensar que quizás era ese cuadro abstracto, sin sentido, triste y feo por el cual un coleccionista pagaba millones por admirar cada día, esa obra de arte que nadie comprende el por qué de su alto valor, ni siquiera el mismo lienzo logra entenderlo, tan solo aquel impresionable coleccionista.

— Acércate —pidió el impresionable alfa sin apartar su mirada.

Algo dudosa y titubeante di un par de pasos, colocándome a centímetros de su cuerpo, permitiéndole, a pesar de llevar las cadenas sujetas a sus muñecas, que posicionara sus manos sobre mis caderas.

Sin pedir permiso, sin previo aviso alzó la rasgada sudadera que portaba sobre mi, dejando a la vista el resto de mis piernas.

Mis muslos y oscuras braguitas se hallaban a la luz, dejando que la vergüenza inundara mi cuerpo.

Jungkook observaba mi ropa interior con la respiración agitada, apretando sus manos sobre mis caderas, como si presenciar mi leve ausencia de ropa provocara un autentico torbellino en su interior.

Alzó su mirada, colocándola sobre mis ojos, dejándome apreciar el color de estos, más intensos que de costumbre.

— Me gusta el negro —comentó haciendo referencia al color de mis bragas—. Te sienta... —hizo una breve pausa relamiendo sus labios, intentando buscar la palabra más adecuada para dedicarme—. Quiero decir que son muy...estimulantes —dejó escapar un suspiro aparentemente cargado de excitación.

El ambiente se notaba tenso, cargado, pesado, parecía poder olerse en el aire la tensión sexual.

Aquellas palabras colorearon mis mejillas, dejándome muda.

¿Qué se contestaba en estos casos?

Millones de libros de física cuántica y biología molecular pero ninguno que te explicara qué hacer cuando un alfa con ojos dorados te dice que tus bragas son estimulantes.

Jungkook acercó su cuerpo aun más al mio, causando que nuestras respiraciones se mezclasen, inclinándose hacia delante para poder besar así mis labios.

Tímidos toques dejaba sobre ellos, intercalándolos con pequeñas y delicadas succiones a mis labios, los cuales poco a poco iban aumentando su volumen.

Abandonó mis hinchados labios, regalando una hilera de besos por mis mejilla y mandíbula hasta llegar a mi cuello.

Mi fuente de olor parecía borrar la timidez con la que Jungkook me trataba, dejándome sentir a un desenfrenado y hambriento lobo succionar y morder con deseo mi cuello, acercando aun más su cuerpo al mio, dejándome sentir su firme anatomía, lo dura que era toda su extensión, haciendo referencia no solo a sus músculos, sino también a la dureza que colindaba con mi vientre.

Llevé mis manos alrededor de su cuello, sujetándome de este para no caer, me sentía tan débil, cómo mis piernas comenzaban a sentirse lánguidas.

— Quítatelo todo —pidió con suplica en un ahogado gemido.

Escuchar la voz de Jungkook acompañado de un gemido ahogado me hizo estremecer, sentir como mi cuerpo entero se tensaba y como mi ropa interior se humedecía de sobremanera.

Incluso yo misma era capaz de oler mi propio lubricante, no quería hacerme una idea de como tendría que llegarle aquel meloso olor a Jungkook.

Podía escuchar su agitada respiración, cómo estaba intentando controlarse para no cometer una locura, para no anudarme.

Me sorprendía demasiado mi ausencia de miedo, el poco temor que en estos momentos sentía por lo que Jungkook fuera capa de hacerme.

Sentí un gruñido sobre mi cuello, ronco, fuerte, incluso podría decir que un poco agresivo.

Aquel gruñido fue lo último que oí antes de que Jungkook agarrara el borde de mis bragas, lejos de quitarlas, como pensé que haría, tiró de ellas hacia arriba, haciendo que estas se abrieran camino entre mis mojados pliegues, apretando aquella sensible zona de una manera tan desgarradora que me fue imposible no gemir de una manera desconsolada, haciéndome quedar apoyada sobre su pecho, escuchando su acelerado corazón.

Mi zona ardía, palpitaba como loca deseosa de otro apretón, algo que me estimulara, necesitaba que me tocara con mucha urgencia, demasiada para ser yo.

Mi loba parecía hallarse en llamas, restregando su grisáceo pelaje por todos los rincones que encontraba.

Jungkook, al escucharme gemir, no dudó en intentar consolarme, apagar ese horrible deseo que se había instalado en mi interior, dejando los bordes de mi ropa interior de lado, bajando sus fuertes manos hacia mi trasero, apretándolo no con demasiada fuerza pero la suficiente como para saber que sus dedos quedarían marcados en mi pálida y sensible piel de gamma.

Quería que siguiera, que continuara besando y mordiendo mi cuello, tocando mi cuerpo, pero al parecer aquello era un entrenamiento en el que debíamos evitar precisamente lo que estábamos haciendo en ese momento.

Podía escuchar de fondo cómo Namjoon aporreaba la puerta, cómo gruñía ordenando que nos separáramos, que debíamos detenernos si no queríamos que las cosas acabaran mal.

Quería obedecer, mi parte humana quería hacerlo, pero ya no tenía el control de mi cuerpo, ahora era mi desatada loba la que daba las instrucciones.

Me sentía agobiada, quería tomar el control pero no podía, no era lo suficientemente fuerte como para hacerlo.

Aquello no se alargó mucho más, escuché entre gemidos como Namjoon echaba la puerta abajo, cómo se acercaba a nosotros.

Sentí como tiraba de mi cuerpo intentando separarme de Jungkook, fracasando terriblemente.

Pensé que en un último intento desesperado agrediría a Jungkook con el palo taser, que una gran descarga lo sacudiera para conseguir que me soltara, pero aquellos no fueron sus actos, simplemente se acercó a Jungkook con toda la tranquilidad del mundo, susurrando una palabra a su oído, consiguiendo que me soltara enseguida, casi dejándome caer al suelo, de no ser por la rapidez de Namjoon en cogerme.

— ¿Estas bien? —formuló Namjoon más que preocupado.

Sentía como poco a poco volvía a ser yo, era como si haberme despegado del tacto de Jungkook hubiera hecho que mi loba se apagara.

Asentí débilmente, me sentía extremadamente agotada, sin poder mover ni un solo músculo, era la primera vez que mi loba había conseguido tomar el control de mi cuerpo, se sentía realmente desagradable.

Era como si estuvieras atrapada en una urna de cristal viendo como todo pasa ante tus ojos sin poder hacer nada.

Aquello me hizo preguntarme una cosa ¿Así era como se sentía Jungkook cada vez que perdía el control?

Aquel pensamiento despertó en mi empatía hacia su persona, pero no más que la curiosidad que en este momento sentía.

Namjoon había pronunciado una palabra antes de que Jungkook me soltara, aquella era su manera de dominarle, con palabras.

La diferencia entre la primera vez que logró calmar a Jungkook durante el entrenamiento y ahora, es que, esta vez, había sido capaz de escuchar con claridad cuál era la palabra que usaba, la palabra clave, aquella que inducía a la calma.

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He muerto bien morida con el comeback😱😱😱

Pd: io sé que se han quedado con la intriga, io lo ze.


Pd2: tranquilas que cuando dije que se venía lo hot obviamente no me refería a este cap.

Este gif nos representa demasiado con las teorías, bts mira de fondo como ardemos😂

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