Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₉

— Vámonos —ordenó Jungkook con toda la tranquilidad del mundo, como si no acabara de levantar un coche de 1000 kilos.

Si era capaz de levantar aquello sin siquiera esfuerzo no quería imaginarme lo que sería capaz de hacer con un lobo. Cada día el relato de Taehyung, de que no le hacía falta enseñar su forma lobuna para pelear, cobraba más sentido.

Cuando Hoseok comenzó a acelerar, Jungkook no dudó en ponerme de nuevo en su regazo, a pesar de que ya no corríamos ningún peligro.

Rodeó mi cintura con sus brazos atrayéndome hacia él, con el propósito de que me acurrucara sobre su cuello de nuevo.

Me dejé llevar por el pausado y relajante latido de su corazón, acostándome sobre él sin rechistar.

A pesar de lo robusto y duro que era su cuerpo me sentía cómoda, la forma que tenía de abrazarme era reconfortante, sin unas segundas intenciones ocultas detrás.

Adormilada por su calor y olor a chocolate sentí como daba un leve toque a la punta de mi nariz, haciéndome abrir los ojos, estaba tan cansada que no me había dado cuenta de que los había cerrado.

— No puedes quedarte dormida aquí lobita —susurró apoyando su mejilla sobre mi cabeza, no lo suficiente como para que esta pesara.

Me removí cansada entre sus brazos, realmente estaba agotada, sentía que en cualquier momento caería rendida.

— Hey —susurró llamando mi atención de nuevo —ya casi llegamos, aguanta un poco más.

Todas esas palabras no surgiría efecto en mi, pero al parecer Jungkook sabía como despertarme.

— Si te quedas dormida tendrás que mostrarme lo bien que te queda ese diminuto conjunto que te has comprado —pude oír la diversión en sus palabras.

Abrí los ojos al instante despegándome de su cuello.

— Estoy despierta —respondí mostrando mi ojos, abriéndolos más de lo normal, haciéndole reír.

Sabía que no lo decía enserio, su traviesa y juguetona sonrisa me lo decían, además de que, a pesar de considerarlo un pervertido, estos días me había demostrado que no era la clase de alfa que te obliga a satisfacerlo, era de la clase de alfa que dormía en un pequeño sofá de su despacho para que tu pudieras disfrutar de su enorme cama sin sentirte incómoda por su presencia.

"Taehyung tiene razón, es un alfa muy tierno" me susurró mi loba adormilada.

"Cállate" respondí haciendo que riera cubriendo su boca y alzando sus cejas, últimamente alzaba las cejas demasiado para mi gusto.

Ambos nos quedamos en silencio, me había quedado mirándole fijamente mientras tenía unas palabras con mi loba, y él, como era normal, se había dado cuenta de que lo estaba observando, que momento más incómodo.

Aparté mi mirada, dirigiéndola al frente, observando así el paisaje que daba a la ventanilla de al lado.

— ¿Dónde has estado? —rompí el breve silencio que se había formado.

— Solucionando problemas —contestó simple mientras sonreía, no había quitado esa sonrisa desde que me había pillado mirándolo.

— ¿Qué problemas? —pregunté curiosa, quería saber si había estado con mi padre.

— Son problemas de alfas, no lo entenderías —negó despreocupado.

Que forma más sutil de dejar claro que no me lo contaría.

Tal y como dijo tardaríamos poco en llegar, podía escuchar como el portón de la fortaleza era abierto, haciendo que los oxidados hierros chirriaran entre si.

Hoseok estacionó justo en la puerta, haciendo que nuestra caminata fuera lo más corta posible.

Hice el amago de levantarme de sus piernas, pero Jungkook no me lo permitió, pegándome a su regazo de nuevo.

— Hoseok, carga a Taehyung hasta su habitación, yo llevaré a ___ a la suya —ordenó comenzando a salir del coche conmigo encima.

En aquel momento sonreí con ternura, Tae se había quedado profundamente dormido en su asiento, agarrando el cinturón como si de una garrapata se tratase.

Pero aquella no fue la verdadera razón por la que sonreí, Hoseok lo cargaría hasta su habitación, no sabía porque aquello me hacía sumamente feliz.

— Puedo oler tu alma shippeadora desde aquí ___ —comentó Jungkook una vez fuera del coche, casi en el interior de la fortaleza.

— No soy la única shippeadora aquí, he visto como usas tu poder para juntarlos —acusé sin quitar la sonrisa de mi rostro.

— Sólo les estoy dando un pequeño empujoncito —le restó importancia.

— ¿A que no serías capaz de conseguir que duerman juntos esta noche? —reté.

— Subestimas mis habilidades como alfa —respondió antes de girar su cuerpo, dejándonos ver a ambos como Hoseok cargaba a Tae, era tan terriblemente tierno ver como Tae lo abrazaba inconscientemente—. Hoseok —lo llamó Jungkook, no podía creer que fuera capaz de decírselo—. Quédate esta noche con Taehyung, hace demasiado frío para que la pase a solas.

Quise reír ante la cara que puso Hoseok.

— ¿A dormir? —preguntó sorprendido.

— No a jugar al parchis, claro que para dormir, asegúrate de que no pase frío ¿o acaso quieres que este bonito omega se resfríe?

— No claro que no, pero ¿no cree que será un poco chocante para él cuando despierte?

Su pregunta hizo negar a Jungkook.

— Taehyung tiene un buen carácter, no es como esta lobita de aquí —dijo señalándome, no me hice la ofendida, el pelirojo era ternura reencarnada en persona, mientras que yo era...simplemente yo—. Mañana le explicas la situación, estoy seguro de que lo entenderá.

— ¿Tu también le darás calor a tu omega?

Creo que esa pregunta no la vimos venir ninguno de los dos.

— Ella no quiere dormir conmigo —se justificó dándose la vuelta, dejando por terminada la conversación.

Caminó en el interior de la fortaleza, por los amplios pasillos que la formaban.

Ambos nos quedamos en silencio, como si estuviéramos dándole vueltas a la pregunta de Hoseok.

Una vez Jungkook alcanzó la habitación me metió dentro de ella, cargando conmigo hasta la cama.

Posó mi cuerpo encima de las blancas sábanas, quitó mis zapatos y metió mis pies en el interior de la cama.

Arropó toda mi extensión, como si de una niña pequeña me tratase.

— Mañana le diré a Jin que no venga a despertarte, para que puedas dormir todo lo que quieras —comunicó acomodando las sábanas sobre mi cuerpo—. Buenas noches —se despidió separándose de mi no sin antes depositar un pequeño beso en mi mejilla, dejándome algo sorprendida.

No pude evitar sentir el frío más desolador que alguna vez había sentido.

Inconscientemente agarré la muñeca de Jungkook, el cual no dudó en girarse de nuevo.

— ¿Qué pasa?

— Nada —contesté al instante.

¿Qué se supone que le diría? ¿Que se quedara? ¿Que quería pasar la noche con él? ¿Que me abrazara tal y como lo había hecho en el coche?

Antes muerta.

Jungkook suspiró ante mi respuesta, dirigiéndose a su armario, sacando una prenda.

Se acercó a mí, y me tendió dicha prenda, una sudadera enorme de franela.

— Ya que no eres capaz de pedirme que me quede ponte al menos esto.

Esperó que la cogiera, cansándose al ver que no me movía.

Estaba demasiado cansada como para procesar que acababa de descubrir que muy en el fondo, mi alma de gamma deseaba dormir con él y su calor.

Ese asqueroso complejo de brujo siempre conseguía dejarme sin palabras.

Dejó caer su brazo alzado, destapándome y siendo él quien colocaba la sudadera en mi cuerpo, pasándola por mi cabeza y después los brazos.

— ¿Mejor? —preguntó ganándose un agradecido asentimiento de mi parte—. Deberías dejar de ser tan orgullosa, no pasa nada porque me pidas que me quede, no es como si fuera a pensar algo extraño o como si me lo tomara como un pase para poder hacer cosas subidas de tono —aclaró.

A veces este alfa era demasiado directo.

— No es eso, me gusta estar sola —respondí haciéndole bufar.

— ¿Se supone que debo creerte y marcharme? —formuló incrédulo.

— Te estoy diciendo la verdad.

Jungkook se quedó callado, pero eso no significaba que no quisiera hablar, se veía en su rostro esas ganas de soltarme un par de cosas, pero en lugar de eso no decía nada.

Mis sospechas se confirmaron cuando lanzó un gruñido al aire.

— ¿Tienes algo que decir? —reté, incluso muerta de sueño era incapaz de quedarme callada.

— Muchas cosas, pero lo que quiero decir no me resulta más bello que el silencio.

— Si no vas a hablar entonces márchate —sugerí intentando no sonar desafiante, fracasando terriblemente.

Mis palabras no sentaron del todo bien a Jungkook, el cual volvió a gruñir con fuerza notablemente molesto.

— Ten cuidado ___ —advirtió—. Te estas metiendo en la boca del lobo, después no digas ay cuando te muerda.

.
.
.

Tan pronto como la oscuridad me absorbió, me devolvió a la mañana del día siguiente, en el que los rayos de sol y el olor a chocolate estaban presentes.

Tal y como Jungkook había dicho, nadie vendría a despertarme.

Me hallaba tumbada en aquellas blancas sábanas, pensando, dándole vueltas a los últimos acontecimientos, topándome con uno de mis mayores problemas, yo misma.

Sequé mis lágrimas con el dorso de mi mano, sorbiendo mi nariz, me sentía tan estúpida por estar llorando, pero así era yo, estúpida.

No conseguía entenderme a mi misma y eso me hacía sentir cada día mayor malestar y odio. No entendía por qué era así, si tenía el valor y la poca consideración de ser desagradable con Jungkook ¿por qué me sentía tan mal al día siguiente? ¿por qué se sentía mal contestarle, hablarle de forma desagradable? ¿por qué no era capaz de quedarme callada de una vez y dejar de cagarla cada vez que abría la boca?

Todas aquellas preguntas causaban impotencia en mi, pues quería enmendar mis errores, pedir perdón por mi comportamiento, pero mi orgullo infantil y estúpido no me lo permitía, la crianza de mi padre pasaba factura en todos estos casos, pedir perdón no estaba entre mis opciones, al igual que nunca estuvieron entre las opciones de mi padre.

Me levanté de la gran cama, necesitaba salir de allí, tomar el aire.

Me dí una rápida ducha antes de ponerme alguno de los conjuntos comprados ayer, vaqueros y sudadera, básico y sencillo.

Salí con sigilo de mi habitación, se me hacía tan extraño que no hubiera alguien allí esperándome.

Caminé intentando recordar el camino hacia la cocina, aquella a la que me llevó Jungkook hace algunos días, estaba segura de que allí habría una puerta ¿por algún lado tendrán que entrar los alimentos para dar de comer a toda una manada? ¿No?

Una vez alcanzada la cocina repleta de betas cocinando, las cuales no me prestaron ni un ápice de atención, visualicé la puerta que tanto andaba buscando.

Salí sin llamar la atención, encontrándome con el frío viento impactando contra mi cuerpo, respiré hondo, convenciéndome de que nadie me vería, nadie tendría porqué saber que había salido sin permiso, sería una pequeña escapada sin importancia.

Caminé por el bosque, escuchando cómo las hojas secas de los arboles crujían bajo mis pies, cómo las que aun el árbol conservaba se movían suavemente con el viento, cómo los habitantes de aquel bosque corrían de un lado a otro, todo era tan bonito, tan perfecto.

Mi pequeña escapada se alargó más de lo que tenía previsto, a mi loba le entraron unas enormes ganas de estirar sus grises patitas, no podía negarme.

Correteé sobre la seca tierra, dejando que mis garras fueran limadas por el deslizamiento y choque de las piedras con estas.

Cuando ya me hallaba lo suficientemente cansada decidí volver, se estaba haciendo algo tarde y yo aun no había probado bocado en todo el día.

Brinqué contenta en mi forma humana, salir al bosque era algo que siempre me hacía feliz, me hacía sentir libre.

Estaba apunto de alcanzar la puerta de la que había salido, a punto de conseguir mi propósito de no ser descubierta, pero como todo lo que ocurre en mi vida, mi propósito se fue a la mierda.

Un alfa y un beta se hallaban esperándome, Namjoon y Jin, con su ceño fruncido, se podía oler la tensión que sus poros desprendían.

— Definitivamente esta loca —susurró Namjoon, parecía hablar con Jin, siendo consciente de que yo también lo escuchaba.

— Jungkook lleva todo el día buscándote —comenzó a hablar Jin—. Acaba de desplegar a todos los alfas por el bosque para encontrarte —informó con seriedad—. Espero que sepas cuales son las consecuencias de saltarte las normas en esta manada.

— Puede que se me olvidara pensar en ese pequeño detalle cuando decidí salir —rasqué mi nuca nerviosa, intentando quitarle tensión al asunto.

— Tranquila, Jungkook se encargará de que no se te vuelva a olvidar ese pequeño detalle —comentó Namjoon acercándose a mi, cogiendo mi brazo, tirando de el con intención de dirigirme a un lugar que desconocía.

— ¿A dónde me llevas? —pregunté con desconfianza.

— A la sala de castigos —contestó impasible.

No me gustaba como sonaba eso, ni a mi ni a mi gamma.

Nos adentramos en la fortaleza por la misma puerta que había salido, llevándome de nuevo al largo pasillo.

Caminamos y caminamos, todos en silencio, tan solo se escuchaba mi acelerada respiración y las suelas de nuestro zapatos resonar con el suelo.

Poco a poco nos alejábamos del ala en la que habituaba estar, entrando en otra parte de la fortaleza que no había tenido oportunidad de ver.

— Jungkook ahora esta con un alfa ¿debemos entrar ahora? —preguntó con prudencia Namjoon delante de una puerta, la que supuse que abriría la sala de los castigos.

— Está preocupado por ella, no creo que le moleste una interrupción —dijo Jin antes de abrir la puerta, dejándome ver una gran habitación, las paredes estaban tapiadas de piedra, dándole un look un tanto tétrico.

Jungkook se hallaba al fondo de esta, sentado en una gran silla, la cual guardaba bastante parecido con un trono.

Delante de él se encontraba un alfa cabizbajo.

La expresión de Jungkook en ese momento era bastante escalofriante, ceño fruncido y ojos dorados decoraban su rostro dándote a entender que no estaba para bromas.

— Si aprecias tu vida, no abras la boca —recomendó ___ en un susurro.

Tragué saliva ante su recomendación, secando el sudor de mis manos en mis vaqueros.

Namjoon se acercó a Jungkook, susurrándole algo en el oído que no fui capaz de oír.

Jungkook ni siquiera se dignó a mirarme, no le quitaba ojo al alfa ante él.

— ¿Qué ha hecho? —pregunté con disimulo a Jin, el cual no se separaba de mi lado.

Hablar en aquel momento distraía mi mente.

— Perdió el control de su lobo en presencia de omegas.

— ¿Eso es muy grave? —pregunté curiosa intentado olvidar por qué estaba allí.

— Casi tanto como lo tuyo —respondió seco.

Aquella contestación no ayudaba a mi tranquilización.

— ¿Qué va a hacer con él?

— Asegurarse de que no vuelva a ocurrir.

— ¿Lo va a matar? —formulé incrédula, matar a un alfa era algo muy serio.

— Eso depende de la fuerza y resistencia del alfa, si tu lobo es tan fuerte como para que no puedas controlarlo deberías ser igual de fuerte para soportar el castigo.

Iba a seguir preguntando, pero me vi interrumpida por las súplicas del alfa, se hallaba de rodillas en el suelo, suplicando por su perdón mientras Jungkook seguía si inmutarse, aquellas súplicas no causaban ni un ápice de pena en él.

Todo ese barullo de palabras no tardaron en ser cortadas por un fuerte gruñido, el cual retumbo por todas las paredes de la sala, haciendo que mi caracteristico complejo de chihuahua saliera a la luz.

— Ya sabes lo que tienes que hacer —ordenó Jungkook a Namjoon.

— ¿Qué es lo que van a hacer? —pregunté a Jin con un incipiente sentimiento de miedo en mi organismo.

— Lo llevan al sótano de los alfas, lo cuelgan de los brazos en una pared, dejando que este soporte el peso de su cuerpo, poco a poco añaden peso a sus pies de forma que la piel de sus hombros comienza a rasgarse, siguen añadiendo peso hasta que su cuerpo cae al suelo, si el alfa no ha muerto desangrado le vuelven a coser los brazos, si muere demuestra que no es un alfa fuerte, no queremos alfas débiles y que no saben controlarse en esta manada —explicó con toda la naturalidad del mundo, como si no acabara de describir un proceso de tortura de lo más medieval y macabro.

Aquello me recordó a las palabras de Tae, él dijo que Jungkook era benevolente con los omegas, que los castigos físicos estaban reservados para los alfas, a mí no me colgarían de una pared ¿verdad?

Con suerte me encerraría en el sótano y eso para mí no era un gran castigo.

Namjoon se llevó a aquel alfa de la sala, dejándome con los dos hermanos.

Jin hizo el amago de irse, haciéndome agarrarlo de la chaqueta que llevaba puesta.

— ¿Dónde vas? No me dejes sola —pedí angustiada.

— Querida yo no me he saltado las normas, suerte y recuerda lo que te he dicho —me guiñó un ojo antes de dejarme sola.

Miré al frente sin saber que hacer, sin saber que decir, Jungkook seguía sin mirarme, apoyaba sus codos sobre sus piernas, dejando caer su cabeza sobre sus manos.

— ¿Piensas acercarte hoy? —preguntó con dureza mirándome por primera vez.

Obedecí cual ovejita obediente, acercándome al lobo feroz.

Me coloqué frente a él, bajo su atenta mirada.

Todo esto resultaba algo escalofriante.

— ¿A quién le has pedido permiso para salir? —gruñó serio.

— A nadie —contesté cabizbaja, mirarlo demandaba demasiada valentía, cosa que había abandonado antes de entrar en esta habitación.

— ¿Quién te ha acompañado? —formuló sabiendo la respuesta.

— Nadie.

Mis contestaciones enfurecieron a Jungkook, quien se levantó de su pequeño trono, sin dudar a la hora de levantarlo y hacerlo añicos contra la pared, haciéndome cerrar los ojos por la impresión.

— ¿Me puedes explicar que es lo que estoy haciendo mal? Porque te juro que por muchas vueltas que le doy sigo sin entenderlo —habló exasperado alzando sus brazos—. Te doy un techo, te doy comida, una cama, te doy libertad de hacer lo que quieras dentro de unas normas de convivencia y seguridad general —hizo una breve pausa, suspirando a la vez que frotaba sus sienes sin entender—. No duermo contigo, no te toco, no te beso, ni siquiera te pido que me satisfagas, solo soy amable, paciente y todo lo cariñoso que me permites ser contigo, siempre intentando mantener las distancias para que no te sientas incómoda ¿qué más quieres que haga?

Aquel discurso me hacía sentir de lo más culpable, me sentía mal por él, era un alfa diferente, había echo todo lo que había dicho y yo seguía siendo una ciega egoísta que no era capaz de ver más allá de si misma.

— Y a pesar de todo eso te saltas las normas y te escapas ¿no quieres estar aquí? ¿deseas irte? —habló desesperado, Jungkook realmente no sabía que hacer, parecía un cachorrito rabioso y perdido—. Tienes valor para salir pero ahora no puedes mirarme a la cara, contéstame por favor.

Tenía razón, si tenía valor para irme, al menos, debería ser lo suficientemente valiente como para aguantar su mirada.

— No quiero irme —negué con sinceridad.

— ¿Entonces por qué sales sin decir nada? ¿Sabes cómo se ha puesto mi lobo al notar que no estabas?¿Sabes cómo me he puesto yo? Me he vuelto loco buscándote por todos los rincones.

— Quería salir a tomar el aire.

— ¿Y no podías avisar?

Bajé mi mirada de nuevo, clavándola en el suelo.

Podía ver de reojo cómo Jungkook caminaba de un lado a otro, negando con su cabeza a cada paso que daba.

— Te has saltado las normas ___ ¿sabes lo que eso significa verdad? Tengo que castigarte —dijo frenando en seco frente a mi.

— ¿Me vas a encerrar en el sótano?

— ¿Encerrarte en el sótano? —curvó sus labios a la vez que negaba—. No, eso no es un castigo para ti. Necesitas algo que te haga entender que las normas están para cumplirlas, algo que odies y que te quite las ganas de desobedecer.

— ¿Qué me vas a hacer? —pronuncié intentando que mi voz no sonara más temblorosa de lo debido.

— Voy a sellarte.

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Por favor no hagan Spoiler🙏🏻


Jungkook: voy a sellarte.

Sinners:


El "sello" será explicado en el siguiente capítulo, no se esfuercen en buscarlo por internet puesto que me lo he inventado para esta novela, es completamente de mi autoría así que pediría que al igual que yo usen su imaginación y no incluyan esta variante de mi omegaverse en el suyo.


Gracias por su atención 💜💜💜

Gracias por leer💜💜💜

Love u Sinners ❤❤❤

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