Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₅

Sin duda alguna lo mejor que tenía esta habitación era su cama, no sólo era enorme, sino que además se excedía en comodidad, te hacía no querer levantarte nunca.

Todo iba bien, casi perfecto, todo lo perfecta que puede ser una mañana de no ser por el intenso aroma a chocolate puro que sentía a mi lado.

Abrí mis ojos con sorpresa temiendo encontrarme a mi lado al alfa que cargaba dicho olor.

Lo que me encontré fue peor, sin duda mucho peor, algo así como declarar mi propia muerte en vida.

A mi lado se hallaba un pequeño bombón de chocolate protegido por un envoltorio rojo de lo más brillante y llamativo.

En aquel momento juro que noté hervir mi sangre, cómo el enfado ascendía desde la punta de mis pies hasta mi garganta, haciéndome querer soltar más de un improperio.

Cogí aquel bombón con sumo cabreo, antes de aventar las sábanas a un lado y salir de la gran cama.

¿Quién se creía que era para hacer tal cosa?

Abrí las puertas de la habitación dispuesta a encarar a aquel alfa y ponerlo en su sitio.

Nada más poner un pie en el pasillo mi cuerpo se vio frenado por la cítrica presencia de otro.

— ¿A dónde te crees que vas? —preguntó el beta analizando mi enfuruñado rostro.

No me hizo falta decirle nada, con enseñarle el bombón de mis manos fue más que suficiente.

— No me jodas —susurró sorprendido—. Al fin, esto hay que celebrarlo —pronunció Jin con demasiada alegría, más de la que me gustaría.

— ¿Celebrarlo? No pienso aceptar su estúpido cortejo —aclaré bastante irritada.

Aquello era una locura, por dios no llevaba ni dos días y este alfa ya quería cortejarme.

El cortejo era algo demasiado sagrado, algo que solo surgía entre alfas y omegas desde que el mundo era mundo.

Los omegas lo describían como una de las etapas más felices de sus vidas, los alfas los consienten, les llenan de regalos, mimos, caricias y todo lo que tenga que ver con ser empalagoso.

El cortejo constaba de 3 etapas, la primera era en la que el alfa y el omega debían conocerse, interesarse el uno por el otro, saber sus gustos, pensamientos, era todo lo que hacia referencia a la mente y personalidad.

En la segunda fase del cortejo se daba paso al amor, era esa clase de etapa que causan arcadas a todos los lobos ajenos al cortejo, algo así como la etapa de color rosa, todo tierno, cariñoso y meloso.

Y por último la tercera etapa, la que daba paso a la lujuria, en esta tenía lugar el nudo y la marca, todos los omegas lo describían como la etapa más fogosa de sus vidas, era algo así como una noche de bodas que duraba un par de semanas, al igual que el resto de fases del cortejo.

Todo aquel tediosos y ancestral cortejo se iniciaba con un simple obsequio que estuviera relacionado con el alfa, en mi caso no había algo más relacionado con Jungkook que un bombón de chocolate.

— ¿Qué? —preguntó Jin incrédulo—. ¿Sabes lo que le cuesta a Jungkook estas cosas? Jamás se había interesado por una omega y ahora que lo hace y consigue el valor para comenzar a cortejarla ¿vas a tener el descaro de rechazarlo? ¿Incluso cuando te acoge en su cama sin siquiera pedirte nada a cambio? —escupió todas aquella palabras.

Ahora el enfadado era él.

Pensé en sus palabras, en parte Jin tenía razón, es decir, dejando de lado el cortejo, Jungkook me había acogido en su manada, me permitía dormir en su cama, además de ni siquiera pedirme explicaciones aún sabiendo que le había mentido.

Pero tenía mis razones para reaccionar así, no estaba acostumbrada a que me trataran de aquella forma, yo era una gamma, la loba defectuosa y débil de la manada, me había acostumbrado tanto a tratar con el desprecio de los demás hacia mi persona que no sabía como reaccionar cuando no lo tenía, no sabía qué hacer o qué decir cuando un alfa me cocinaba y me ofrecía su cama sin pedir nada a cambio, todo aquello era otro mundo para mi.

Pensar que un alfa quería cortejarme me hacía estremecer y enfurecer, yo no estaba hecha para eso, no estaba hecha para mimos, palabras bonitas y mucho menos que me consintieran todo lo que yo quisiera.

Pero todas las palabras que Jin se había encargado de decirme habían conseguido hacerme sentir algo mal, algo egoísta pues ni siquiera me había parado a pensar cómo se sentiría el alfa que acababa de regalarme un bombón con su olor.

— ¿Puedo al menos hablar con él? Ni siquiera lo conozco —me excusé omitiendo el pequeño detalle de que la fase final del cortejo era difícil llevar a cabo, aún más cuando yo no estaba receptiva y ni siquiera era una omega.

No hizo falta hablar más, Jin se encaminó por el pasillo con decisión.

— Y que sepas que mi querido hermanito ha estado durmiendo estos días en su despacho para no incomodar a una ocupa e incordiosa omega acaparadora de camas —me echó todo aquello en cara—. Por dios si la cama mide una hectárea ¿tanto te cuesta hacerle un huequito? —preguntó enfadado, parecía que al único que agradaba mi presencia de los tres hermanos era a Jungkook.

— Es él quien se va solo —me encogí de hombros—. No soy yo la que tiene la culpa de todo ¿sabes? Así que deja de echarme mierda —contesté sin quedarme atrás, las gammas teníamos fama de ser extremadamente débiles, algunas personas confundían debilidad con pasividad, cosa que yo no poseía, no solía quedarme callada.

Dejamos de caminar, parándonos frente a una de las miles de puertas que poseía los pasillos de aquella fortaleza.

— Guarda esas uñas y se amable con él joder —regañó mirando la puerta antes de adentrarse en aquel despacho sin siquiera llamar—. Jeon Jungkook —lo llamó cortando la conversación que este mantenía con Namjoon.

El alfa alzó su vista algo sorprendido por la intrusión de su hermano en su despacho, que por cierto era bastante amplio.

Jin tenía razón, había estado durmiendo aquí, podía ver una fina manta y una revuelta almohada encima de uno de los sillones.

Se supone que es el alfa de la manada ¿no puede hospedarse en otra habitación? ¿o directamente quedarse con la suya y dejar que yo me quedara en el ala de los omegas?

— ¿Qué pasa? —preguntó frunciendo su ceño a la vez que atrapaba al vuelo el bombón que Jin acababa de lanzarle.

Me encantaría tener esos reflejos tan desarrollados.

— Eso pasa —sonrió antes de abalanzarse sobre él y estrecharlo en sus brazos.

Namjoon por su parte miraba la escena con los ojos bien abiertos, bastante sorprendido diría yo.

— ¿Cuándo pensabas decírmelo? —pronunciaron Namjoon y Jin al unísono haciendo que ambos se miraran.

Se notaba el entusiasmo por la noticia y algo de molestia por no haberlo sabido antes.

Jungkook parecía no tener palabras, ni siquiera cambiaba la expresión de su rostro, se mantenía neutral.

— ¿No tienes nada que decir? —formuló Jin una vez había soltado el cuerpo de su hermano.

— Fuera —señaló la puerta con su mano con demasiada autoridad.

— ¿Cómo? —preguntó el beta sin entender.

— Que saques tu culo de beta de mi despacho, ahora —ordenó—. Tu también —señaló esta vez a Namjoon.

Ambos se quedaron inmóviles, parecían no creerse que Jungkook los estuviera echando.

— Largo —alzó el tono de voz, siendo suficiente para que los anteriormente nombrados salieran del despacho sin siquiera rechistar.

Me estremecí al escuchar la puerta cerrarse de golpe, reflejos de gamma con complejo de chihuahua, aquello era otra de las cosas que más odiaba de mi condición.

Jungkook se levantó de su asiento, no sin antes coger el bombón que descansaba en su escritorio.

Jugueteo con él en sus manos mientras caminaba hacia mi.

No me moví de mi sitio, esperé a que él se acercara y relatara todo lo que tuviera que decirme acerca del cortejo, intentaría no comportarme como una histérica, lo escucharía y me esforzaría en hacerlo entrar en razón de que cortejarme ahora era una locura o al menos eso intentaría hacer.

Frenó sus pasos frente a mi, sonrió a la vez que negaba con la cabeza dejándome algo atónita.

Me dejó ver el bombón, posicionándolo frente a mi.

— Yo solo....simplemente era un detalle —volvió a negar con su cabeza—. No pretendía que se armara todo esto, ha sido un error —escondió el bombón en su mano—. Siento si Jin ha sido pesado contigo o si mis actos te han llevado a conclusiones erróneas.

Paren todo, osea ¿qué?

Quería llorar de la alegría en ese mismo instante, me entraron ganas incluso de abrazarlo.

Llevé mis manos a mi rostro sin creerlo, la felicidad que sentía era real.

— Aclararé esta situación a mi hermano —llevó su mano a su frente—. Dios seguro que ya le ha contado a media manada —se lamentó—. La próxima vez que quiera tener un detalle contigo me encargaré de escribirte una carta explicando cuales son mis intenciones con ese obsequio.

— Está bien —le sonreí.

No podía ocultar mi felicidad.

Había otra cosa que este alfa me había transmitido con todas aquellas palabras, ese sentimiento era el de ternura, algo que jamás pensé que un alfa me transmitiría.

Jungkook era tan diferente, se comportaba de una manera nunca vista ante mis ojos, era extraño, pero aún así seguía siendo un alfa, su comportamiento no le hacía perder virilidad o respeto, sino todo lo contrario.

Todo aquello me sonó demasiado raro, demasiado perfecto y la vida me había enseñado que la perfección no existía.

¿Cuáles sería las debilidades y defectos de Jeon Jungkook?

— Toma —me ofreció el bombón—. ¿Te gusta el chocolate?

— Si ¿ayer... —intenté preguntar antes de ser cortada.

— Te llevé a mi habitación cuando te mareaste —aclaró.

— Gracias.

El silencio inundó aquel despacho, ambos mirándonos a los ojos.

Jungkook agarró mi brazo haciéndome temblar.

Estúpido complejo de chihuahua.

— No hagas eso —pidió más bien en súplica.

— ¿El qué?

— Temblar cada vez que te toco como si me tuvieras miedo.

— No te tengo miedo —aseguré con seguridad, pues era verdad, Jungkook no me daba miedo.

— ¿Sabes por qué eres tú la que duerme en mi cama y no otra?

En ese momento la curiosidad me carcomió por dentro.

Mi primer objetivo al entrar aquí fue pasar  desapercibido, pero Jungkook se había encargado de que eso no fuera así el día que me dejó dormir en su habitación.

— No —susurré.

— Eres la única omega que conozco con el suficiente valor como para mirarme a los ojos cada vez que hablo, cuando llegaste hace a penas unos días, en mitad de la presentación de cachorros, no dejaste de mirar mis ojos, me miras sin temor, eso me gusta —confesó aún sosteniendo mi brazo.

Jungkook obtuvo silencio de mi parte, aquello no me lo esperaba, mirar a los ojos cada vez que alguien hablaba se me había hecho costumbre, sobretodo tras saber que a mi padre le sacaba de quicio que tuviera la osadía de mantenerle la mirada.

— No eres como el resto, eres diferente —continuó hablando.

— En cada manada las omegas son de una manera —hablé viendo el rumbo que estaba tomando esta conversación.

— No —negó con una sonrisa—. No sólo tu comportamiento es diferente.

— Tengo hambre —solté de sopetón—. Mucha —insistí intentando girarme para salir por la puerta por la que había entrado minutos atrás.

Sin siquiera esperarlo Jungkook me empujó hacia la estantería con infinidad de libros que poseía la habitación.

Su actitud me sorprendió demasiado, la fachada de alfa tierno se acababa de ir a la mierda.

— Tu olor —habló antes de pegar su nariz a mi cuello, de la misma forma que lo había hecho anoche, antes de salir de su habitación—. No me gusta —murmuró.

Disgustada mas no sorprendida, no encontraba ninguna novedad en sus palabras, era lo que todos los alfas me decían cada vez que alcanzaban a oler mi aroma.

— Quiero el de verdad —pidió dejando que su aliento chocara con mi cuello, causando que un escalofrío golpeara mi cuerpo.

— ¿Qué? —pregunté sorprendida.

— Tu olor, quiero el olor que desprendías anoche cuando te dejé en mi cama —habló a la vez que llevaba sus manos a mi cintura.

Mi cuerpo entero entro en pánico, podía sentir como cada una de mis neuronas chillaba código rojo, mientras mi loba disfrutaba de la escena como un cachorro.

Sentir aquel calor en mi cintura me hizo querer salir corriendo, no porque me molestara, sino todo lo contrario, ese calor se sentía bien, añadiendo que mi loba saltaba de una lado a otro con demasiado entusiasmo, estaba empezando a sospechar que a mi loba le gustaba este alfa.

Puse mis manos en su pecho, intentando alejarlo, topándome con una piedra que no tenía la mínima intención de moverse.

— Quita —dije removiéndome bajo sus manos.

Parecía haber escuchado el latido de mi corazón desbocado, pues apartó sus manos pero no movió su cuerpo ni un centímetro.

— Por favor, déjame olerte —suplicó contra mi cuello.

Sentí como su lobo gemía con súplica haciendo que mi gamma se saltara todas mis órdenes, dejando que mi aroma inundara sus fosas nasales.

Noté como Jungkook pegaba su cuerpo al mío, aspirando a su vez todo mi aroma.

Como siguiera esnifando así se me desgastaría el cuello.

Su respiración se volvió acelerada, haciendo que mi loba correteara de alegría al causar algo más que desagrado en un alfa.

Despegó su rostro de mi cuello por un instante, para poder encararme.

Al ver su rostro palidecí.

Sus facciones más marcadas de lo normal, su ceño completamente fruncido y sus ojos dejaron de ser azabache.

El dorado intenso que sus orbes poseían me hicieron entrar literalmente en pánico, sabía más o menos cómo era Jungkook, pero no tenía ni idea de cómo era su lobo.

Como si leyera mis pensamientos cerró sus ojos con fuerza dejándome ver de nuevo ese bonito color azabache cuando estos fueron abierto.

Era como si mi olor hubiera despertado a su lobo más de lo debido por unas décimas de segundo.

Apartó su cuerpo del mío, dejándome así respirar con normalidad.

Lo miré con intensidad casi preguntándole qué demonios había sido eso, a juzgar por su rostro él se hallaba igual de atónito que yo.

Llevó una de sus manos a su nuca, donde rascó con nerviosismo.

— Disculpa, mi lobo es algo sensible con los olores —se disculpó volviendo a mostrar el tierno alfa que había tenido la oportunidad de ver antes—. Me gustaría que cuando estemos a solas uses ese olor —pidió ganándose mi negación, no quería conocer de nuevo a su lobo.

Mi negativa le hizo suspirar con pesadez.

— Hay un centro comercial a unas horas de aquí donde puedes comprar ropa y todo lo que necesites para sentirte un poco más cómoda, podría ir contigo mañana si me dejas olerte cuando estemos a solas —ofreció intentando convencerme.

— No lo digas así, suena enfermizo —contesté al escuchar sus palabras.

— Un poco —rió dándose cuenta de cómo había empleado sus palabras.

Era un alfa de lo más risueño, no se veía malhumorado o amargado, parecía más bien un niño travieso que el alfa de una gran manada.

Aquello me hizo pensar ¿cómo llegó a convertirse en el alfa de su manada?

— Lo usaré sólo cuando estemos a solas, pero cuando lo use no quiero que te acerques a mí, ni que me huelas como lo acabas de hacer —condicioné aceptando su petición, la ropa no era algo que me entusiasmara, pero si que necesitaba algo que ponerme y que no oliera a alfa.

— Esta bien —accedió sin rechistar.

Que alfa más obediente.

— Ah y mañana también se viene Taehyung —añadí, puestos a pedir, no perdía nada intentándolo.

Pensar en quedarme a solas con él durante el tiempo que duraban las compras me hacían sentir ligeramente nerviosa, prefería tener más compañía.

— De acuerdo, de ser así llevaré también a un alfa conmigo —volvió a acceder sin rechistar u oponerse.

Esto era maravilloso.

— Me parece bien.

— ¿Algo más? —preguntó buscando otra petición de mi parte, parecía dispuesto a cumplir todo lo que yo pudiera.

— Ya que estamos los supresores...

— No te pases —se negó con seriedad haciéndome reír—. Creo que es la primera vez que te escucho reír desde que estás aquí.

Aquellas palabras hicieron que mi gamma me susurrara "está pendiente de nosotras" con una voz de adolescente emocionada, estúpida gamma hormonal, sólo esperaba que los encantos de Jungkook no hicieran que mi loba adelantara su celo.

— Tú sin embargo estas todo el rato sonriendo ¿por qué? —pregunté recordando aquella faceta del alfa que tanto llamaba mi atención.

— ¿Y por qué no? Sonreír no le hace daño a nadie —se justificó encogiéndose de hombros.

— Cierto, pero ¿tus sonrisas son de verdad o son simplemente para ocultar? —dije de forma directa haciéndole sonreír.

A eso me refería, sonreía por casi todo.

— ¿Crees que tengo algo que ocultar? —alzó una ceja volviendo a acercarse a mi.

— Todos ocultamos algo Jungkook, tu no eres la excepción por muy distinto que seas del resto de alfas que he conocido.

Frenó sus pasos dejando que unos centímetros nos separaran, llevó una de sus manos a mi rostro, atrapando uno de mis mechones, echándolo hacia atrás.

— ¿Puedo darte un consejo? —preguntó deslizando sus dedos por el mechón que previamente había apartado. Asentí ante su pregunta activando así de nuevo su habla—. Anoche te dije que no tenías porqué saberlo todo, deberías aprender a saber cuando hay que dejar de preguntar, pues si la mierda se remueve comienza a oler y pobre de él al que le salpique.

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Gracias por leer💜💜💜

Love u Sinners❤❤❤


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