Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₄

— Ya pensaba que no vendrías —pronunció levantándose de la cama.

Se acercó lentamente hacia mi, parando en seco al darse cuenta como yo retrocedía ante su presencia.

Su aroma era tan puro, tan concentrado, te hacía saber que era el alfa y que estaba allí, frente a ti.

Su aura desprendía poder, intimidación, pero no la suficiente como para sentir miedo, era más bien el tipo de persona que te infundía respeto con tan solo verle caminar.

— Por el olor deduzco que vienes del ala de los omegas y que Tae ha sido lo suficientemente caballeroso como para acompañarte hasta aquí —habló sin quitarme los ojos de encima.

— Deduces bien —dije con claridad, sin titubeos, sin mostrar debilidad, sentía que no era necesario fingir que era una tierna omega en ese momento, total ya parecían haberme acogido sin siquiera preguntar de dónde venía o hacia dónde tenía pensado ir.

— Quiero hablar contigo, te invito a cenar —ofreció diciendo aquello último más rápido de lo normal, pero no lo suficiente como para no poder entenderlo.

— No tengo hambre y estoy cansada —contesté aguantando su mirada.

No mentía, llevaba todo el santo día camuflando mi olor, me sentía realmente agotada, sólo quería tumbarme en la cama y entrar en coma.

— Sólo será un momento, no tienes porqué comer si no quieres —insistió acercándose aún más a mi, haciéndome retroceder hasta chocar con la puerta detrás de mi.

No podía recular más, haciendo que la distancia entre nosotros fuera cada vez menor.

No iba a apartar mi mirada de sus ojos, sería signo de sumisión, cosa que no estaba dispuesta a ofrecer ni a él ni a nadie.

Él tampoco estaba dispuesto a ceder, quedando delante de mi, a unos centímetros de mi cuerpo.

Estaba segura de que podía oír como mi corazón latía con rapidez con sus avanzados sentidos de alfa.

En aquel momento pensé y pensé intentando no entrar en pánico, según Taehyung era un alfa tierno ¿verdad? No me haría nada.

Cuando sentí su pesada respiración frente a mi quise temblar, era como si mi instinto de gamma débil se activara.

Pero todo aquello no hizo ninguna falta, guardé mi instinto de gamma en el fondo del cajón cuando escuché como giraba el pomo de la puerta, como con su cabeza señalaba a la misma, indicando que saliera de la habitación.

Sin dudar crucé la puerta, me sentía débil e irritada, quería dormir no cenar y hablar con un alfa que no conocía de nada y al cual la gente me atribuía como de su propiedad.

Caminé cansada a su lado, sin emitir sonido, esperando que me guiara por aquella enorme fortaleza en la que cada vez que veía un nuevo pasillo más perdida me sentía.

Aquello era extraño, como todo lo que me encontraba aquí, es decir ¿quería hablar conmigo? ¿De qué? No entendía, los alfas no hablan, los alfas gruñen, pelean, se comportan como un macho pecho peludo posesivo y territorial.

— Es por aquí —tiró de la manga de mi camiseta la cual le pertenecía.

Abrió una puerta, dejándome ver una cocina tras ella.

Me invitó a pasar delante de él, accediendo no muy convencida.

Cerró la puerta tras nosotros antes de comenzar a hablar.

— Siéntate —pidió suave señalando una de las sillas junto a la mesa.

Miré a mi alrededor, pensaba que era una simple cocina, pero estaba equivocada, se trataba de una cocina comedor bastante amplia.

— ¿Qué te gusta comer? —preguntó apoyando sus brazos en la mesa que se encontraba a mi lado.

— No tengo hambre —repetí.

— No te he preguntado eso —contestó con una sonrisa.

¿Qué mierda se había fumado este?

— Carne —respondí con el ceño fruncido.

— Bien —sonrió aún más, mostrándome sus dientes, causando sorpresa en mi expresión.

¿Dónde estaba la cámara? Los alfas no sonreían así y menos a una omega, eso era mostrar que no eras un alfa serio, los alfas debían ser serios.

Se dio la vuelta y comenzó a sacar ingredientes de todos lados.

— ¿Vas a cocinar tú? —hablé más que sorprendida.

Sin duda la mierda que se fumaba era buena.

— ¿Por qué no? ¿No te fías de mis artes culinarias? —formuló con una sonrisa socarrona.

— Los alfas no cocinan, los alfas les piden a las omegas que lo hagan por él ¿por qué cocinas tú? —aclaré haciendo uso de las costumbres de mi manada.

— No necesito que una omega cocine por mi, no estoy manco, si quiero que alguien lo haga por mi llamo a una cocinera no a una omega, esa no es su función —explicó encogiéndose de hombros, como si fuera lo más normal del mundo.

— ¿Y cuál es su función según tú?

— Los omegas nacieron para dar vida —prendió los fogones, poniendo una sartén encima de estos.

¿Dar vida? Que manera más fina tenía este alfa de hablar.

— ¿Siempre hablas así?

— ¿Así como?

— Pues decir "los omegas nacieron para dar vida" en vez de "los omegas están para procrear y satisfacer a su alfa en todo lo que este desee" —dije esto último con voz grave.

Aquello le hizo reír, acababa de hacerlo reír, yo, la gamma más seca del mundo, la más impertinente y contestona.

— ¿Así es cómo se habla de los omegas en tu manada? —formuló alzando una ceja mientras dejaba caer uno de los crudos filetes en la ya caliente sartén.

— No, acabo de darte una refinada definición de para qué sirven los omegas en mi manada.

— ¿Así que recuerdas de donde vienes?

Mierda.

— No —contesté con rapidez.

— ¿Sabes que puedo escuchar cómo tú corazón se acelera cada vez que una mentira sale de tu boca?

Remierda.

— No estoy mintiendo —volví a negar nerviosa por el gran error que acababa de cometer.

— Ya ¿sabes lo que también puedo notar? —giró su cuerpo, apartando la vista de la carne que comenzaba a hacerse, para poder centrarse en mi.

— ¿El qué? —tragué saliva con rudeza, me sentía nerviosa ante las palabras que pudiera decir a continuación.

— Tu olor, cuando llegaste olías de una manera, ayer cuando entré en la habitación y te dejé en mi cama olías de otra completamente diferente y ahora vuelves a oler como la primera vez que te vi.

Mierda, remierda y más mierda.

Me removí nerviosa en mi silla, bajo su atenta mirada, estaba esperando una respuesta y yo estaba demasiado bloqueada como para darle una que sonara coherente sin tener que mencionar la verdad.

— Y ahora puedo oler y sentir cuán nerviosa te encuentras.

— Yo... —intenté hablar.

Pero Jungkook comenzó a negar con su cabeza.

— Si vas a contestar que sea con la verdad, y por el latido de tu corazón por esos bonitos labios va a salir de todo menos certezas —habló volviéndose a girar de nuevo, terminando de cocinar la carne.

Apagó los fogones, troceó la carne con rapidez y destreza, para después servirla en un plato y plantarlo frente a mi.

Miré la carne humeante, llegando a mi el olor de esta mezclado con las especias, pese a no tener hambre platos así te hacían tener ganas de comer.

Jungkook tomó asiento a mi lado, ofreciéndome un tenedor.

— Rudy me ha hablado esta mañana de ti, dice que tienes algunas quejas sobre las normas, me gustaría oírlas —comentó mientras arrastraba su silla para poder quedar más cerca de la mesa.

— ¿Algunas? Bastantes diría yo, la primera ¿no puedo salir afuera sola sin que un alfa me persiga a todas partes?

— Si.

— ¿Si? Es una completa gilipollez que no pienso cumplir —declaré metiendo un trozo de carne en mi boca.

Esta bien había que reconocerlo, este hombre sabía cocinar.

Ante mis palabras me gané una ceja alzada y una nueva sonrisa.

— ¿Vas a decir algo o lo único que vas a hacer es sonreír?

Aquello le hizo sonreír aún más.

— Eres una omega de lo más extraña, estoy seguro de que eres más que inteligente, si sabes lo que te conviene acatarás todas las normas de esta manada sin excepción.

— ¿No me dejarás salir sola? —repetí.

— No.

— ¿Por qué?

Llevó su mano a mi brazo, levantándolo ligeramente, con sólo sentir sus dedos por encima de la camiseta ya podía notar el calor que este alfa desprendía.

— Este es el motivo por el que no puedes salir sola, si un alfa se te aparece en celo en el bosque ¿qué vas a hacer? ¿crees que ser una omega contestona y descarada te va a servir ahí fuera? —preguntó dejando mi brazo encima de la mesa.

— Me parece injusto ¿por qué tengo que joderme yo encerrada porque un alfa no sepa controlarse? —comenté con indignación.

— Así son las cosas.

— ¿No hay ni una posibilidad? —insistí de nuevo.

— La única posibilidad de que te deje salir fuera es que me ganes en una pelea y eso es más que imposible, así que no, no saldrás si no te acompaña Seokjin, Namjoon o yo, nadie más —concluyó probando la carne que él mismo había cocinado.

Bufé en respuesta.

— Siguiente queja.

— No voy a tomar supresores, nunca los he tomado y no voy a empezar ahora —comencé a hablar viendo como Jungkook negaba con su cabeza.

Omití el pequeño detalle de que, aunque los tomara, esto serviría para nada.

— Eso no es debatible.

— Claro que lo es, he visto habitaciones blindadas en el ala de las omegas, puedo instalarme allí cuando mi celo venga —recordé aquellas habitaciones que Taehyung se había encargado de enseñarme en el día de hoy.

— No te vas a mover de mi cama —dijo con seriedad.

— ¿Que más te da? La habitación está blindada, nadie puede entrar allí.

— Esas habitaciones están hechas para que tu no salgas de ella, no para que yo no pueda entrar, tomarás supresores y dormirás en mi cama, no es discutible y tampoco una sugerencia.

Vaya vaya, ya decía yo que el carácter de alfa territorial y protector estaba tardando en salir.

— ¿Acaso en tu habitación no pueden entrar alfas? Estoy segura de que la habitación blindada es mucho mas segura —rebatí dispuesta a ganar aquel pequeño debate.

— El único alfa que puede entrar a mi habitación soy yo, aún más si es tu celo —apuntó mi cuerpo con el filete que cargaba en su tenedor—. Ninguno se atreverá a acercarse, eso te lo puedo asegurar.

— Pero tu si puedes entrar —llegué a aquella conclusión entrecerrando mis ojos.

— Si, es mi habitación, puedo entrar en ella cuando quiera y eso debería preocuparte más que el resto de alfas —se delató haciendo que mi mandíbula se abriera con sorpresa—. Debes informar a Rudy de todos tus celos y lo que tenga que ver con ellos —desvió levemente la conversación al percatarse de mi expresión.

— ¿Qué pasa si no lo hago? ¿Si no me tomo los supresores?

— ¿Quieres que te lo diga refinado o como lo dicen en tu manada? —la oscuridad baño su rostro.

— Da igual ya me hago una idea —negué con mis manos antes de seguir comiendo.

— ¿Cómo te comportas durante el celo?—preguntó de la nada sin siquiera mirarme.

— ¿Y a ti qué te importa? —ataqué al chismoso alfa.

— No me malinterpretes no iba con segundas intenciones, es información necesaria —aseguró mirándome con inocencia.

— ¿Información necesaria saber cuán promiscua soy durante mis celos? —formulé incrédula.

— Información muy necesaria —afirmó.

— Te contesto si tu lo haces.

Yo también era algo curiosa y chismosa.

— ¿Quieres saber cómo de promiscuo soy durante mis celos? —alzó sus cejas extrañado.

— Si.

— Hecho, tu primero —aceptó sin pensar mucho en ello.

— No soy muy promiscua, solo me vuelvo empalagosa, como si fuera un maldito chicle y bueno si es cierto que veo a los alfas y betas con otros ojos, pero no es para tanto como para tener la necesidad de abalanzarme sobre ellos —expliqué sin apuro o vergüenza, mis celos no era algo que me avergonzara.

— Que suerte, me encantaría tener un celo como el tuyo —respondió apenado.

— ¿Tan malo es el tuyo?

— Peor, siempre ordeno que me encierren en el sótano de el ala de los alfa, ese si está preparado para que ni yo pueda abrirlo.

— ¿Tanto como para encerrarte?

La intriga me comía por dentro, sabía que algunos alfas realmente perdían el control de si mismos durante las 24h que duraba su celo, era como si la persona donde su lobo habita no existiese, como si solo hubiera espacio para los instintos primitivos y animales que cargaba su lobo interior.

— Cuando estoy en celo me entran ganas de anudar hasta una piedra —explicó haciéndome reír, que se expresara de esa manera conmigo me hacía gracia—. No exagero cuando digo que hasta el aire me excita, imagínate que pasaría si veo a una omega en ese estado —abrió sus ojos ampliamente, mirando la carne fijamente, como si se lo estuviera imaginando—. Sería saltarme todas las reglas de una —negó con su cabeza, como si eso era algo que no debía pasar, antes de meterse un trozo de carne en la boca.

— ¿Alguna vez te has saltado las normas?—pregunté con curiosidad.

— No tienes porqué saberlo todo —contestó simple masticando el trozo de carne que había metido en su boca anteriormente.

Para ser un alfa movía su boca de una manera muy tierna, como si fuera un pequeño cachorrito disfrutando de su primer filete.

— Te sienta bien —señaló mi vestimenta a la vez que tragaba.

— Es demasiado grande para mí, además de que apesta a alfa —comenté sin apuro alguno haciéndole atragantarse con el agua que ahora se encargaba de beber.

Tosió con fuerza antes de mirarme con lágrimas en sus ojos.

— ¿De dónde has salido? Eres la primera omega que se atreve a hablarme así ¿acaso no te gusta mi olor?

— No me gusta oler a alfa, tengo mi propio olor para algo.

— Creo que deberías irte acostumbrando, mi cama y mi ropa siempre va a oler a alfa.

— ¿No puedo llevar otra ropa que no huela a ti?

— Como poder puedes hacer lo que quieras respecto a tu vestimenta, no te obligo a llevar mi ropa.

— Me obligas a llevar tu ropa cuando es la única que puedo llevar puesta.

— Si tanto te molesta llevarla no te la pongas.

— ¿Pretendes que me pasee desnuda por los pasillos?—formulé alzando una ceja.

— No, en realidad solo pretendo que te pasees desnuda por mi habitación —habló como el que comenta el tiempo.

— Soñar es gratis —dije cruzándome de brazos—. No me obligas a llevar tu ropa pero es la única opción que me das.

— Eres libre de hacer lo que quieras.

— La libertad que ofreces es un poco limitada ¿no crees?

— Menos es nada —se encogió de hombros—. Supongo que tendrás muchas más quejas acerca de las normas pero se esta haciendo tarde, faltan minutos para que den las 10 así que deberías ir a la cama —sugirió a la vez que se levantaba de su asiento y recogía el plato de la mesa.

Me levanté de mi silla con demasiada rapidez, causando que un conocido pitido apareciera en mis oídos, haciendo que a mis pupilas les costara la misma vida enfocar los objetos de mi alrededor, intenté dar un paso chocándome con la negativa de mi cerebro, este se negaba a responder, sin siquiera poder hacer nada al respecto mi cuerpo hizo el amago de besar el suelo.

El suelo se quedó con las ganas de un beso mío, cuando un fuerte brazo agarró mi cintura impidiendo mi caída. Como si mi cuerpo sintiera que ya no había de qué preocuparse apagó motores, dejando mi cuerpo lánguido, inerte, sin emitir respuesta alguna ante mis órdenes de levantarse inmediatamente antes de que aquel alfa me estrechara en sus brazos.

Jungkook arrastró mi cuerpo hacia él, pasando el brazo libre que le quedaba por la parte trasera de mis muslos, elevándome, dejándome acurrucarme en su fuerte pecho.

Sentía como todo el calor que su cuerpo desprendía me abrazaba, eliminando cualquier sensación de frío.

Aquel olor a chocolate puro que lo acompañaba se había adueñado de mi olfato.

Estaba tan ida que ni siquiera noté que había comenzado a caminar con mi cuerpo sobre sus brazos.

Desde mi posición podía notar como su pecho subía y bajaba a causa de su respiración, como su corazón latía pausado, haciendo que la calma inundara mi cuerpo y unas tremendas ganas de dormir se apoderaran de mi, aun mayor de las que ya sentía anteriormente.

Oí como una puerta era abierta, ni siquiera sabía como lo había conseguido sin soltarme.

Entró a la habitación con olor a chocolate, haciéndome saber que se trataba de la suya propia.

Depositó mi cuerpo en la fría cama, dejando que el calor se esfumara de mi cuerpo al igual que su cercanía hacia mi. Arropó con las frías mantas mi tronco, antes de acariciarme cabello con suma delicadeza, demasiada para ser un alfa.

Detuvo sus movimientos por unos instantes, en los que sabía que se encontraba a mi lado sin necesidad de tocarme.

Sentí un foco de calor cerca de mi y un incesante aliento chocando con mi cuello, Jungkook había percibido mi fuerte aroma a melocotón y albaricoques melosos.

Sentía como lo aspiraba, como olía sin cesar mi cuello, acelerando así su respiración.

En aquel momento me sentía tan débil, tan agotada, que saber que ahora mismo mi camuflaje se había esfumado y que Jungkook me estaba olfateando en su cama cual perro en celo, no podía importarme menos.

Se obligó a si mismo a separarse de mi, haciendo que mi loba se retorciera en busca de cercanía, cosa que no pensaba traducir con mis actos.

Me hallaba bastante sorprendida, mi loba nunca había anhelado la cercanía de otro lobo, y menos aún de un alfa.

Pude oírlo suspirar antes de que la puerta de la habitación fuera cerrada, sumiéndola en un matador silencio en el que yo jugaba el papel de víctima.

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Gracias por leer 💜💜💜

Love u Sinners ❤❤❤


Pd: los seres de esta novela tienen un lobo interior, en el caso de ___ es una gamma y en el caso de Jungkook es un alfa, a veces su lobo interior posee una personalidad distinta que la persona donde habita, es por ejemplo al final cuando ___ dice que su loba se retorcía en busca de más contacto, pero que ella no iba a reflejarlo con sus actos, si ___ hubiera obedecido los deseos de su loba hubiera hecho que Jungkook se quedara con ella transmitiéndole su calor.

Con respecto al calor, los alfas tienen un metabolismo mucho más rápido que el resto de géneros, por lo que su curación es por consiguiente rápida y su cuerpo desprende un calor único para omegas y gammas que son seres extremadamente frioleros como ya expliqué.

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