Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟ​ᴏ ₃₂

En un mundo de dolor y pena,

las flores florecen,

incluso entonces.

Kobayashi Issa.


–¿Sigues queriendo pasar la noche conmigo? –preguntó jadeante, rozando nuestras intimidades, dejándome sentir toda la extensión de su hombría, sacando un gemido de mis labios.

–Si –ahogué en un susurro intentando acallar los gemidos que amenazaban con salir de mi boca.

El alfa acogió mi respuesta con gran júbilo y ligero ardor, al parecer, tal y como él había mencionado antes, yo era puro fuego ante sus ojos.

Tomó mis labios entre los suyos, llevando la total iniciativa de nuestro encuentro, besándolos con delicadeza y deseo, con una lentitud delirante.

Llevó sus manos a mi cintura, palpando mi piel.

El alfa gruñó antes de cambiar de posición, colocándose a mi lado sobre la cama, abandonando mis piernas a su paso, consiguiendo que la sensación de frío me golpeara.

Lo miré buscando una explicación a su cambio, pero no me dejó preguntar, besando mis labios de nuevo, colocando una de sus manos en mi espalda baja, atrayéndome contra su cuerpo.

Gemí ante aquella intensidad, ante aquel profundo beso que decía a gritos "Te deseo".

El alfa bajó su mano, topándose con mi trasero en el camino, no dudó en apretarlo con ligereza, clavando sus dedos en mis tejidos.

Jungkook continuó su camino, tras mi trasero, encontrándose con una humedad que me delataba.

El alfa rozó aquella entrada, sacando un suspiro de mis labios, amaba aquella posición, ambos tumbados en la cama, cara a cara, abrazando nuestros cuerpos, haciéndome sentir en calor, en una compañía sempiterna.

Siguió acariciando mi humedad, consiguiendo que me agarrara a él con más fuerza, sentía que, a pesar de estar tumbada, me caería redonda al suelo tras su tacto.

La lentitud con la que mimaba mi zona lo hacía más lascivo, desesperándome, colocando un temblor en mi cuerpo, unos movimientos espasmódicos que lo único que anhelaban era otro toque, otra caricia por su parte, que dejara la delicadeza, que aliviara todas las tensiones que había ocasionado en mi cuerpo desde el mismo momento que lo vi en aquella esquina del gran salón, trajeado, portando dos luciérnagas por ojos, iluminando mi camino hacia él.

Gemí cuando pasó sus dedos por aquel botón de gran entramado nervioso, dejando que el placer me inundara.

Las respuestas que mi cuerpo emitía parecían satisfacer a Jungkook, que no dudaba en gruñir en respuesta, rozando con su nariz mi sensible piel, llegando a mi cuello, donde devoró todo a su paso, regalando pequeñas mordidas que me hacían querer explotar.

Con un gruñido me separó de su cuerpo, posicionándome boca arriba, de frente al techo, mientras él seguía a mi lado, con una mano sujetaba su cabeza, dejándome ver su marcado bíceps, mientras que con la otra rozaba mis labios.

Ambos conectamos nuestras miradas, perdiéndome en el abismo de los ojos del alfa, si los ojos pudieran relatar historias, mostrar tu alma o hacer declaraciones de amor sincero, podía jurar que Jungkook lo estaba haciendo en ese mismo momento, enganchándome a él.

Deslizó su dedo por mi mentón, erizando cada centímetro de mi piel tras su paso, acarició mi cuello y escote, terminó deslizándose por mi vientre, haciendo un ligero círculo en mi ombligo. Reí ligeramente ante ese acto, sintiéndome como una niña pequeña y risueña.

Jungkook rió conmigo al escucharme, instalando una complicidad en el ambiente que te hacía querer capturarlo, para poder guardar aquel recuerdo en tu corazón y no olvidarlo jamás.

Mi risa cesó cuando el alfa siguió deslizando sus dedos, un estremecimiento me abordó cuando rozó mi entrada con ellos.

Respiré hondo, dejándome llevar por el momento, por la calidez que Jungkook me regalaba, por su delicadeza, su tacto, cariño y amor.

Tanteaba mi zona, rozando mis pliegues, recreándose sobre mi humedad, sin llegar a adentrarse en ella.

Arrugué las sábanas bajo mis manos, deleitándome con el placer que me golpeaba con cada movimiento de Jungkook.

El alfa quiso ir más allá, introduciendo uno de sus dedos en mi interior, haciendo que todo aquello se acabara en un abrir y cerrar de ojos, como un huracán irrumpe en un día soleado.

No me había dado cuenta de que me encontraba chillando hasta que mi garganta comenzó a doler, como si la estuvieran desgarrando.

Aquello era lo único que podía hacer, gritar, pues me sentía paralizada, con mis músculos rígidos como el hielo, mi corazón latía desbocado, estrujado por mis comprimidos pulmones, los cuales parecían no tener espacio para expandirse de forma adecuada, consiguiendo que mi respiración fuera errática. Mis sólidas piernas comenzaron a moverse solas dando ligeras coces al aire, no podía respirar, sentía que mi vida estaba siendo aplastada por mis pensamientos, por aquellos recuerdos que pasaban en bucle, como una cinta de video antiguo.

Sentía mi cara mojada, la visión borrosa y como mis manos dolían por lo fuerte que me agarraba al cuerpo del alfa, como si de un pilar se tratase, pensaba que de aquella manera podría mantenerme en el presente, mantenerme con vida, pero por desgracia no era así.

No recuerdo cuanto tiempo estuve en aquel estado, no recuerdo cuantas lágrimas derramé ni cuando me quedé sin voz de tanto gritar, tampoco recuerdo qué fue lo que hizo Jungkook, ni cuál fue su reacción al verme así, en un estado en el que nunca había estado, y al cual no quería volver, se sentía como si la muerte hubiera acariciado mi vida, llamada por mis propios pensamientos.

–Respira conmigo –la voz de Jungkook me sacó de mi trance, sujetando mi cuerpo con fuerza, acariciando mi espalda. Mientras subía y bajaba su pecho de forma exagerada, podía escuchar su corazón palpitar en mi oído.

Volví en mí, intentando seguir sus instrucciones, respirando entrecortadamente.

–Muy bien lobita, sigue respirando así –premió depositando un beso en mi cabeza.

Me sentía devastada, con el sudor corriendo por mi frente y todos mis vellos en punta, colocando un frío desconsolador en mi cuerpo.

Jungkook se percató de mi estado, tapando mi desnudo cuerpo con las sábanas, meciéndome con su cuerpo como nunca nadie lo había hecho.

Nos quedamos minutos en silencio, escuchando como mi respiración poco a poco se iba regulando, hasta hacerme suspirar con tranquilidad.

Me sentía cansada, pesada, sin un ápice de fuerza en mi ser.

–Lo siento –murmuré con vergüenza, sintiéndome estúpida por haber roto aquel momento, por no haber podido disfrutar de un encuentro con Jungkook, un encuentro que ambos queríamos, y que mis recuerdos se habían encargado de romper, llevándose todo el protagonismo de la escena.

–¿Por qué? –me hizo despegar mi rostro de su pecho para poder mirarme a la cara.

–Por estropearlo todo –confesé apenada, bajando mi mirada.

Una pequeña parte de mi ser pensaba que él se cansaría de mí, por mis berrinches, por ser una desobediente y ahora por esto.

–No digas eso –alzó mi rostro, acunando una de mis mejillas en su mano–. Lobita la única forma que tienes de estropear un momento conmigo es desapareciendo, y aún estás aquí –pronunció regalando un pequeño beso sobre mi nariz–. ¿Qué ha pasado?

–No lo sé –susurré.

–¿Te he lastimado? –formuló con preocupación haciéndome negar de inmediato– ¿Entonces lobita? –inquirió con voz dulce.

–No lo sé Jungkook –respondí frunciendo mis labios.

El alfa dejó salir un suspiro de sus labios antes de pasar sus manos por mi cabello, peinándolo hacia atrás.

–¿Es que te duele ahí abajo o algo relacionado?

Cómo se explicaba que lo que dolía era mi alma, que las heridas solo se hallaban en mi mente, como le explicaba que él las había abierto sin intención ninguna y que ahora se encontraban sangrando hasta inundar mi cabeza, desbordando por mis ojos, decorando mi rostro con lágrimas, que si fueran realistas, si reflejaran de verdad mi dolor pintarían mi rostro del rojo más oscuro de la paleta.

–No es dolor físico lo que he sentido –dejé que la verdad tomara mis labios.

–¿Qué te duele?

–El alma –susurré entrecortadamente, dejando que otra lágrima se deslizara por mi mejilla.

El alfa me apretó contra su pecho, custodiando mi cuerpo, manteniendo el calor que recientemente había perdido y que ahora se hallaba conmigo.

–¿Quién ha dañado tu alma lobita? –Jungkook rompió aquel silencio, repartiendo besos por mi frente y cabello.

Su pregunta me hizo reflexionar, pensar en cada uno de los eventos que habían arañado mi alma hasta destrozarla, y por qué después de todo este tiempo, después de tantos años sepultada no entendía por que rompía en llanto ahora, por que todos esos pensamientos y sentimiento afloraban en este momento, en la mejor época de mi vida.

–Pienso en demasiadas personas ahora, en las niñas que no querían jugar conmigo por ser débil –sonreí con amargura al recordarme a mí, cuando aun ni siquiera conocía a mi loba–, en mi padre, en toda la gente que me ha hecho daño, en toda la gente que me ha matado a pesar de que aún sigo respirando –sollocé, lo cierto era que no recordaba haber hablado de esto con nadie.

–Entiendo tu dolor –meció Jungkook mi cuerpo encarando mi rostro.

Es posible que el alfa supiera lo que era tener un alma destrozada, pues sabía que tanto él como yo habíamos pasado por situaciones indeseables, las cuales aún desconocía.

–¿También te duele el alma? –formulé acariciando su mejilla.

–Mucho –confesó–. Nunca lo había definido de esa forma pero al escucharte, comprendo y entiendo el sufrimiento de que alguien te mate aunque tú sigas respirando, a veces siento que lo mejor hubiera sido que hubieran acabado conmigo, así no tendría que lidiar conmigo mismo cada día.

Sus palabras me hicieron pensar en cómo sería una vida sin Jungkook, llevándome a la conclusión de que, lamentablemente sin él, no tendría vida.

–Yo creo que si no han acabado con nosotros es por alguna razón, pienso que el destino nos tiene algo preparado, si no ¿Qué sentido tendría todo esto? –argumenté, podía ser una gamma contestona, quejica, quemasangres o débil, pero si había algo que me caracterizaba era la perseverancia, resistir y no darme jamás por vencida, no sabía si aquello era una virtud o pura cabezonería.

–¿Qué piensas que tiene el destino preparado para ti lobita?

–Pienso que aun no he muerto por que tengo una cuenta pendiente con todas las almas que ha dañado mi padre, siento que debo ser yo quien acabe con él, con el fin de que todas esas personas puedan descansar en paz sabiendo que se ha hecho justicia por ellas, lo que me has dicho en la plana mayor ha sido una revelación para mí –comenté sintiéndome en mi lugar, con la necesidad de justicia, la cual era mucho más poderosa que la venganza–. ¿Y tú? ¿Qué le tiene preparado el destino al señor Jeon?

–Pienso que si sigo aquí es para que tú lleves a cabo tu cometido –confesó sorprendiéndome tras unos segundos de meditación.

–¿Tú crees? –formulé incrédula, un alfa tan poderoso debía tener algo más grande aguardando para él–. A ti te espera algo más grandioso que eso –concluí con un intento de sonrisa burlona, pero me sentía tan sumamente cansada que apenas logré hacer una mueca.

–Para mí no hay nada más grandioso que tú –susurró el alfa en mi oído, antes de regalar un casto beso a mi mejilla.

Sabía que el sonrojo había llegado a mis mejillas, incitando a esconderme de nuevo en el cuello de Jungkook.

–Descansa un poco –sugirió con una voz suave y pausada, mientras acariciaba mi pelo, causando leves cosquillas en mi cuero cabelludo, algo que sin duda era exquisito.

Me sentía levitar en aquella enorme cama, sobre Jungkook que seguía acariciando mi cuerpo sin descanso.

–Lobita –llamó, sacándome de mi pequeño trance–. No quiero que haya más secretos entre nosotros.


El rayo de luz que se alcanzaba a ver por la ventana, iluminando toda la habitación, consiguió despertarme. Abrí mis ojos con lentitud, intentando no ser cegada por los molestos fotones que se colaban en mi campo de visión.

Me reincorporé quedando sentada, percatándome de que me encontraba sola en aquella habitación, sin rastro del alfa.

Un pequeño temor se instaló en mi cuerpo recordando lo sucedido, la pasión con la que nos tratamos y lo poco que duró.

Apenada salí de la cama, sintiendo una oleada de emociones, sacando una lágrima de mis ojos, odiaba cómo había dejado que mi pasado arruinara mi presente, odiaba el impacto que habían tenido los recuerdos en mi y odiaba no haberlo superado aún con el paso de los años.

Un destello dorado me sacó de mis pensamientos, llamando mi atención. Sobre la mesita de noche yacía un Ferrero Rocher, aquel bombón de chocolate que tanto me gustaba y que guardaba un inmenso parecido con Jungkook, aquello coló una pequeña sonrisa en mis labios, de una forma u otra el alfa siempre conseguía hacerme sentir reconfortada.

Cogí aquel bombón, jugueteando con él en mis dedos, teniendo un dejà vú, no era la primera vez que él alfa me regalaba un obsequio como este, me paralicé al pensar que, al contrario que la última vez que tuvo ese mismo detalle conmigo, esta vez si se tratara de aquello que tanta ilusión le había hecho a Jin uno de mis primeros en la manada, un cortejo.

Mi loba se hallaba igual de perpleja que yo.

No dudé en ir al armario y ponerme las primera camiseta y pantalón de Jungkook que vi, encaminándome apresurada hacia su despacho, salí de nuestra habitación dando un portazo, corriendo como alma que lleva al diablo, tropezando con los pocos lobos que encontraba en mi camino.

Llegué a su despacho mucho antes de lo que me propuse, sin aliento, con mis pulmones en llamas y mi cara presa de la estupefacción.

Abrí la puerta sin siquiera llamar, encontrando a Jungkook sentado tras su escritorio, ojeando infinidad de papeles.

–¿Qué quiere decir esto? –pregunté lanzándole aquel bombón, que al igual que la última vez, cazó al vuelo.

Jungkook me miró sorprendido, con un leve rubor cubriendo sus mejillas.

Tragó saliva con rudeza antes de hablar.

–Quiero cortejarte. 

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Creo que llevo pensando en este momento desde la primera vez que jk le regaló un bombón a Sang.

Sé que esperaban su momento hot +21 jeje, no diré nada al respecto para no hacerles spoiler.

Muchas gracias por leerme 💜💜💜

Love u Sinners❤️❤️❤️

Pd: nos vemos el próximo finde✨🐾

Pd2: suelo subir un adelanto del cap a Insta: @park_joonie_97_

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