Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟ​ᴏ ₃₁

Venid hasta el borde, dijo la vida. Tenemos miedo, contestaron ellos. Venid hasta el borde, dijo la vida. Vinieron. Los empujó... y volaron.

Guillaume Apollinaire


Jung Hoseok

Eché un último vistazo a mi copa, antes de llevarla a mis labios y poder saborear el amargor del alcohol.

Hoy tenía lugar la Plana Mayor, en tan solo dos días Jungkook se las había ingeniado para que todo estuviera listo, habíamos entrenado el doble estos días, pues desconocemos el comportamiento del delta de la manada Min, el riesgo es alto.

Dejé la copa ya vacía en una de las mesas mientras observaba a todos a mi alrededor, en busca de algo fuera de lugar, un movimiento, un comentario, unos ojos encendidos eran lo único necesario para que todos los alfas encargados de la vigilancia sacáramos a nuestros lobos con el fin de poner orden.

En un movimiento rápido Jungkook se acercó a mi.

–¿Novedades? –preguntó serio sin mirarme, como si nuestra conversación no estuviera teniendo lugar.

–Nada por aquí.

–Los Min no han aparecido aún y ___ lleva tres décadas arreglándose en la habitación –comentó nervioso, no sabía si por los Min o por su loba.

–Mandaré a Jin a por ella.

–No quiero agobiarla –suspiró antes de mirarme–. ¿Dónde está Taehyung? ¿Y por qué cojones hueles a alcohol? –posó sus ojos inquisidores sobre mi.

–Llegó hace unos 30 minutos, y el imbécil de su lado es un alfa que lleva olisqueando su trasero y piropeando a penas unos 10, y el alcohol pues no tengo excusa, primera y última copa, le doy mi palabra –aseguré sintiéndome ligeramente avergonzado, era uno de los encargados de la seguridad aquella noche, se suponía que debía estar al 100%.

–¿Es un alfa de los Kim? –frunció el ceño Jungkook topándose al fin con la nueva parejita en su campo de visión.

–Creo que sí –suspiré, mi lobo estaba ligeramente cabreado.

–¿Y vas a dejar que siga regalándole los oídos, y comiéndoselo con la mirada mientras tú estás aquí bebiendo una puta copa? –pronunció dejándome ver el mosqueo en su tono.

Jungkook nunca había entendido cuál era el problema entre Taehyung y yo, y por mucho que yo le explicara que me parecía erróneo el contraatacaba argumentando que más erróneo era estar separado de la persona a la que uno ama; algo irónico después de lo ocurrido con Namjoon.

–¿Qué quieres que haga? No quiere ni verme después de nuestro último encuentro, lo rechace y le pedí que se buscara a alguien mejor.

Recordé algo de lo que Jungkook estaba al tanto.

–No te pego porque estamos en público, olvídate de la vigilancia, ya me encargo yo de esta zona hasta que aparezca ___, te vas a acercar a ese omega y le vas a dejar claro de una puta vez que tú y él sois uno, que os pertenecéis mutuamente desde el día que te lo encontraste en el frío bosque, que te mueres por sus huesos y vives por su piel.

Mi lobo aulló en respuesta.

–¿Y si él ya no quiere saber más de mí? –argumenté, pues lo más probable es que me rechazara tras la humillación por la que lo hice pasar.

–¿Y si te pega un puñetazo por todos los años que le has hecho esperar?

Sus palabras me hicieron volver a aquel día en el bosque, cuando empezamos a patrullar por las afueras por orden de Jungkook, siendo aún unos niños. Aun tengo grabado en mi mente como temblaba su magullado cuerpo, por las marcas de su piel sabíamos aquel omega había sido maltratado, algo que por primera vez me enfureció, pues pese a estar acostumbrado a ese tipo de actos no comprendía como alguien quisiera dañar a un omega tan bonito como el que yacía en mis brazos.

–Ve ahí y dile lo que sientes, es una orden –me sacó Jungkook de mi recuerdos, dando el pistoletazo de salida.

Asentí sabiendo que esa era la única alternativa válida para el alfa.

Me armé de valor antes de abandonar a Jungkook, sintiendo como mis zapatos retumbaban el suelo tras cada paso que dirigía hacia el omega.

Llegué a ellos en cuestión de segundos, ni siquiera había pensado en qué decirle.

–Taehyung ¿puedo hablar contigo un momento? –corté la conversación tan entretenida que ambos estaban teniendo.

–Está ocupado –gruñó el alfa sin siquiera dejar hablar a Taehyung.

No esperé otra contestación, ni a que Tae le rebatiera o le diera la razón.

Cogí al alfa por su chaqueta, arrugándola bajo de mis manos.

–Vas a coger tu estúpida sonrisa encantadora y te vas a largar de aquí –amenacé, ya me había cansado de ver sus blancos dientes, deseaba mancharlos de sangre.

–¿Y por qué iba yo a hacer eso? –dejó caer con tono burlesco.

–Porque está es mi manada y ese mi omega –sentencié con un gruñido, haciéndole saber que no pretendía que hubiera más palabras entre nosotros, solo mis puños dialogarían con él.

Aquel estúpido alfa frunció sus labios, antes de librarse de mi agarre, alisando la chaqueta que recientemente había arrugado. Fue desapareciendo poco a poco de mi campo de visión, consiguiendo que el terror se instalara en mi cuerpo, pues despedazar a aquel alfa no me supondría gran esfuerzo, pero enfrentar al omega que seguía a mi lado, sin duda me hacía temblar.

–¿Por qué has dicho eso? –reprochó el bello omega vestido con un traje negro, que se ceñía ligeramente a su cintura, sin camiseta, dejando ver ligeramente su pecho desnudo, se sentía como si dejaran la miel en tus labios, pero el bote entero estuviera prohibido.

–Cuando te dije que te buscaras a alguien mejor no me refería a ese –susurré con fastidio.

–¿Entonces a quién se supone que debo buscarme? –contraatacó, podía notarse el hastío en su voz.

–No quiero que sigas buscando Taehyung –confesé–. Si me permites el atrevimiento, me gustaría que la búsqueda que iniciaste desde el día de tu presentación acabe conmigo –dejé que aquellas palabras salieran de mi cuerpo, temía su rechazo, pues sabía que sería complicado, pero más temía que otro alfa se lo llevara y no fuera capaz de darle la vida que Tae merece, y sabía, que por muy cabezota que yo fuera, o por muy erróneo que mi mente me decía que aquello era, yo le daría todo lo que a aquel pequeño omega de alma rasguñada le pertenecía.

–¿Por qué has tardado tanto? –formuló mostrándome sus ojos vidriosos.

Ni yo mismo lo sabía, puede que para mi Taehyung siempre había sido un fruto prohibido, un amor platónico que por mucho que desees sabes que no puede ser, pero al parecer hoy si que era, y esperaba que siguiera siendo hasta el fin de nuestros tiempos.

–¿Me perdonas? –pedí con súplica en mi mirada, esperaba que el orgullo no abordara al omega y aceptara mi propuesta.

–El perdón no se pide, el perdón se gana, vas a tener que esforzarte para conseguirlo, compensarme por todos estos años de suspiros.

–Que así sea –sentencié dispuesto a conquistar el corazón de aquel tierno omega con olor a algodón de azúcar.


Sang ___

La plana mayor avanzó, los alfas dieron por terminada la conversación tras la última intervención de Yoongi, la cual me dejó un poco descolocada.

¿Para qué quería Min el corazón de mi padre?

Miles de escenarios macabros vinieron a mi mente, Yoongi era un delta, su comportamiento y gustos no era algo predecible, y puesto que necesitábamos su ayuda, no pondría objeción ninguna, si quería el corazón de mi padre yo se lo daría.

La fiesta continúo, alfas y omegas bailaban, compartían risas cómplices mientras bebían jugos azucarados y rozaban sus cuerpos sin pena.

Di un pequeño sorbito a mi bebida mientras miraba a mi alrededor, observando a los demás, Jungkook se hallaba hablando con algunos alfas mientras no apartaba sus ojos de mi, se sentía como si tuviera mi guardaespaldas personal.

Cogí uno de los bombones con envoltorio dorado, con la palabra Ferrero Rocher decorándolo, lo llevé a mi boca con gusto, amaba aquella explosión de avellana y chocolate en mi boca.

Escuché a alguien carraspear detrás mía, causando que me volteara de inmediato.

Me topé con un beta alto, de ojos castaños y pelo rubio desenfadado, arrugué mi nariz cuando su olor a pomelo se coló por mis fosas nasales.

–¿No eres de por aquí verdad? –preguntó dando un sorbo a su bebida, por el olor diría que era champán; observándome de arriba a abajo.

–¿Por? –pregunté con leve sequedad, no me gustaba la gente desconocida y lo cierto es que no me apetecía conocer a nadie más, mucho menos a un beta.

–Porque si te hubiera visto antes estoy seguro de que me acordaría.

¿Me estaba coqueteando?

"Creo que sí" gruñó mi loba.

No sabía qué contestar por lo que me limité a darme la vuelta de nuevo y seguir con mi tarea de observar a la gente bailar.

–¿Bailas? –formuló una voz risueña detrás mía.

Sentí como mis mejillas se encendieron de vergüenza y rabia, quería que se largara.

–¿Preciosa? –llamó a quien supuse que era a mi.

–No bailo, ni hablo con extraños, hay muchas omegas aquí, búscate a otra –escupí sin voltearme.

–No acepto un rechazo si ni siquiera eres capaz de decirlo mirándome a la cara –gruñó.

Me di la vuelta directa a darle un puñetazo, sacando a la gamma rebelde que llevaba dentro, pero me quedé congelada al ver a Jungkook a centímetros de nosotros.

–___ nos dejas un momento –habló el alfa sin despegar sus ojos del beta.

No respondí, en su lugar me quedé quieta, mirando lo que Jungkook tenía que decirle, una parte de mi rezaba por que no enloqueciera, que no se pasara con él y que lo dejara de una pieza, pero la otra quería que lo despedazara, que dejara que el mensaje de no volver a molestar a Sang ___ calara en todos los presentes, y eso inevitablemente me asustaba.

–¿Acaso has perdido tu olfato? –formuló Jungkook muy cerca del beta.

Aquel beta había sido muy osado, pues el sello de Jungkook aun seguía presente en mi cuerpo, por lo que el olor a chocolate que emanaba desde mis poros anunciaban que Jungkook y yo estábamos unidos.

–No sabía...

–¿No sabías? –alzó el alfa su voz, interrumpiéndolo–. Vuelve a posar tus ojos sobre ella y te los arranco.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pues sabía a ciencia cierta que si aquel beta volvía a mirarme Jungkook no tardaría en arrancarle los ojos allí mismo.

El beta bajo su rostro en modo de disculpa antes de dar un paso hacía atrás para marcharse.

Suspiré con alivio, viendo cómo Jungkook se giraba hacia mi.

–Bailar –rodó sus ojos–. Como si tu fueras a querer bailar con ese –gruñó–, estas preciosa pero quiero cortarle la lengua por decirte eso –crujió su cuello con un movimiento brusco.

–Olvídalo –sonreí, restando importancia al asunto.

No me había gustado el comportamiento del beta, pero tampoco había hecho o dicho nada lo suficientemente significativo como para ganarse un desmembramiento.

–¿Bailas? –extendió Jungkook su mano hacia mí, inclinándose levemente.

Asentí mordiendo mis labios, intentando aguantar la emoción que sentía.

Había leído infinidad de libros, miles de escenas en las que él saca a bailar a la chica de sus sueños, pensar que eso era justamente lo que me estaba pasando a mi, me hacía querer soltar una pequeña lagrimita de emoción.

Jungkook rodeó mi cintura con sus grandes manos, pegando su cuerpo al mío.

Entrelacé mis manos alrededor de su cuerpo, pisando uno de sus pies, pues aunque había leído millones de escenas de parejas bailando, nunca lo había hecho.

Sonreí nerviosa por ser tan patosa, intentando seguir a Jungkook, pisándolo de nuevo.

El alfa no pudo contener su risa, haciéndole ver demasiado tierno.

–Súbete en mis pies –pidió alzando mi cuerpo ligeramente, colocando mis pies sobre los suyos–, me temo que un día de estos tendré que darte una clase de baile –susurró en mi oído.

Me sentía levitar sobre sus pies, a cada paso que daba, cuando giraba sobre sí mismo, cuando dejaba mi cuerpo caer sobre su brazo, sujetándome firmemente por la cintura, me sentía como en una película de Disney en la que yo era bella y él era la bestia, bailando en aquel grande castillo, esperando a que yo me enamorara de él con el fin de que la maldición que lo poseía acabara.

La canción que daba ritmo a nuestra danza cesó, pero Jungkook no me bajo de sus pies, a estas alturas me preguntaba que tan incómodo sería sostenerme de esa manera.

Los invitados de la fiesta fueron abandonando la sala poco a poco, sorprendiéndome, pensaba que este tipo de reuniones duraban casi toda la noche.

–¿Ya se van?

–Ha sido una Plana Mayor un tanto improvisada, lo que teníamos que hablar y acordar ya está hecho, no hay tiempo para el desmadre y la diversión teniendo en cuenta que hay que prepararse para todo lo que se viene –explicó Jungkook dejándome pensativa.

–¿Alguna vez te has desmadrado? –formulé curiosa, no imaginaba a Jungkook en medio de la pista, dándolo todo.

Mi pregunta le hizo sonreír de una forma muy risueña, como si le avergonzara.

–Solo contigo –confesó dejándome ver un ligero sonrojo sobre sus mejillas.

–Yo creo que no –susurró mi loba adueñándose de mi boca.

Quería darle una reprimenda a esa pequeña bocazas, por hacerme pasar estos bochornos.

La verdad era que mi loba ansiaba conocer al lobo de Jungkook, pero él jamás le dejaba salir, causando cierto desagrado en ella por Jungkook y sus dichosas normas.

–¿Cómo que no? –arqueó una ceja con una sonrisa divertida.

"Que empiece el juego" habló mi loba frotando sus pequeñas zarpitas.

–No quería decir...–no me dejó acabar mi frase, intentando recular como podía.

–¿Quieres que vayamos a la habitación?

Aquellos ojos dorados se colaron en la conversación, haciéndome dar un respingo.

Mordí mis labios nerviosa, quería sentir a Jungkook, sabía que estaba a salvo con él, pero no podía evitar sentir un ligero temor.

El alfa y yo no habíamos tenido ningún encuentro íntimo sin castigos, entrenamientos o celos de por medio, todos nuestros encuentros habían tenido un motivo, una finalidad.

Jungkook observó mi ausencia de respuesta rellenando el silencio que nos acogía.

–Si no te sientes segura puedo dormir en mi despacho está noche –regaló un beso en mi mejilla, derritiendo mi corazón.

–Me siento segura cuando estoy contigo y me gustaría dormir a tu lado esta noche –confesé, pues era lo que quería.

El alfa asintió regalándome una sonrisa, cargando mi cuerpo, como si de una princesa me tratase, por los pasillos de aquella fortaleza, saludando por el camino a los pocos presentes que aún quedaban.

Observé su rostro mientras me cargaba, sintiendo mi corazón pleno, no había más satisfacción que compartir la cama con alguien que no buscaba nada tuyo, me hacía sentir como si no le debiera nada, como si mi deuda por salvarme ya estuviera saldada.

Jungkook me quería y su lobo me deseaba como probablemente ningún otro me hubiera deseado jamás.

Llegamos a nuestra habitación en cuestión de minutos.

El alfa me depositó en el suelo, posando un ligero beso en mi frente.

Me bajé de aquellos instrumentos de tortura llamados tacones, sintiendo el frío y plano suelo bajo mis pies, aquello si que era alivio.

Llevé mis manos a mi espalda iniciando una batalla con el cierre de mi vestido, imposible de bajar por mi misma.

–¿Me ayudas? –pedí ajetreada jugueteando con el cierre en mis manos, suponiendo que Jungkook acudiría a mi rescate.

–¿Segura?

Podía escucharlo justo detrás de mí, utilizando aquel tono grave que a cualquiera haría estremecer.

–No quiero dormir con el vestido, tira de ahí –pegué un pequeño saltito, señalando la cremallera con mis manos.

Al fin sentí las manos de Jungkook sobre el cierre, era increíble como sin ni siquiera tocarme el calor que desprendía casi quemaba la piel de mi espalda.

Deslizó el cierre con suma lentitud, llegando hasta el final de esta, a la altura de mi trasero.

Dejó caer sus manos a ambos lados de mis caderas, rozándolas ligeramente. Posó sus labios sobre uno de mis hombros, besando mi piel desnuda.

Me estremecí ante su tacto, notando como el frío se colaba por la abertura del vestido, erizando mi piel.

–Llevo pensando hacer esto desde que te he visto aparecer con este vestido –susurró con voz ronca, haciéndome tragar con dureza.

Cerré mis ojos cuando el alfa delineó con sus dedos la anatomía de mi espalda, rozaba la piel que cubría mis escápulas, dibujando un camino que se abría espacio hasta mi espalda baja, deteniendo su paso al inicio de mi trasero, donde la ropa interior interrumpía aquel placentero recorrido.

Sentí como mi corazón tropezó torpemente cuando Jungkook llevó una de sus manos a la tiranta que descansaba sobre mi hombro izquierdo. La deslizó ligeramente sin dejarla caer, de aquel acto dependía exponer mi desnudez.

No sabía a qué esperaba, si quería quitarla o no, tampoco sabía si yo quería que lo hiciera, pero no me apartaba de él, ni de su tacto.

Quería más y no me di cuenta hasta que el alfa reunió la suficiente valentía como para dejar caer mi vestido, exponiendo mi cuerpo desnudo, sin contar aquel minúsculo tanga negro que Taehyung me obligó a llevar para que mi ropa interior no se marcara en aquel vestido.

Contuve la respiración, sintiendo cómo la mirada del alfa ardía en mi espalda.

–Date la vuelta –pidió con la respiración ligeramente agitada.

Dudé un poco, no sería la primera vez que el alfa vería mi cuerpo desnudo, pero no podía evitar que la vergüenza y el pudor se apoderaran de mi cuerpo.

Lleve mis manos a mis pechos, cubriendo así mi torso antes de encarar al alfa y sus reclamos.

Me atreví a mirarlo con un leve sonrojo decorando mis pálidas mejillas.

Dio un paso adelante haciéndome retroceder instintivamente.

En aquel momento me sentía más gamma que nunca.

Jungkook tragó con dureza, observando mi cuerpo. Tomó la iniciativa de deshacerse de su chaqueta, la temperatura en la habitación había ascendido notablemente. Podía notarlo en él, como pequeñas gotas de sudor comenzaban a formarse en su frente.

Comenzó a desabrochar los botones de su camisa, mostrando lentamente su pecho desnudo, su tonificado abdomen, consiguiendo que mi mirada se perdiera en el cinturón de Adonis tan marcado que el alfa poseía.

Llevó sus manos al botón de su pantalón de traje, dejándome ver el sonrojo que cubría sus mejillas cuando lo dejó caer, mostrándome ver a Jungkook en bóxer y lo avanzado que su estado de excitación se encontraba.

Extendió su mano hacia delante, esperando que abandonara mi estática posición.

–Lobita –susurró–, ven, acércate –pidió sin ápice de amenaza en su voz, más bien como un gatito que ronronea por caricias.

Me acerqué sintiéndome atraída por su voz, como si de un canto de sirena se tratase.

Jungkook no dudó en aferrarme a su cuerpo en el momento que me tuvo a mano, tirando de mi extensión desnuda hacia la suya, sintiendo su ardiente piel bajo la mía. Me acogió en sus brazos, estrechándome contra su cuerpo, con suma fuerza y cariño.

Acurruqué mi rostro en su cuello, aspirando su candente aroma, dejándome llevar por las caricias que el alfa repartía por mis brazos, mi espalda, terminando en mi cuello, volviéndome loca cuando llevó su mano hasta mi cabello, del cual tiró ligeramente hacía atrás, sin causar daño alguno, con el objetivo de mirar mis posiblemente grisáceos ojos.

–Eres puro fuego para mí –pronunció antes de morder ligeramente mis labios, haciéndome abrir la boca inconscientemente, quería que me besara, lo necesitaba. 

Como si a gritos lo hubiera pedido el alfa se apoderó de mis labios, besándome con la pasión que caracteriza el deseo que ambos profesamos.

Todo el ápice de miedo e inseguridad desaparecía en el momento en el que me hallaba entre los brazos de Jungkook

Correspondí aquel beso, dejándome llevar por el alfa, que besaba mis labios sin descanso, como si en mi boca se hallara elixir para seguir viviendo.

Bajó sus manos desde mi pelo a mi cintura, deslizándose con lentitud hacía mis caderas regalando un ligero apretón que consigue arrancar un gemido de mi garganta.

Me separó de sus labios unos segundos para observarlo.

El alfa comenzó a juguetear con el elástico de mi ropa interior. Mordí mis labios ante el cosquilleo que provocaba en mi intimidad sus matadores actos.

–¿Puedo? –formuló con aquella dorada mirada clavada en mi expresión.

Asentí, dejando que un ligero temblor se instalara en mi cuerpo.

Jungkook se puso de rodillas frente a mí, besando debajo de mi ombligo, causando que mi vientre se encogiera.

Posicionó ambas manos a mis caderas, justo encima de los elásticos de mi pequeño tanga, se tomó su tiempo en bajar dicha prenda, torturándome, deslizando con suma lentitud la tela por mis piernas.

Podía sentir como mi zona palpitaba hambrienta.

El alfa regaló pequeños besos por mis muslos, dejando que la expectación se adueñara de mi cuerpo cada vez que ascendía con sus labios hacía mi intimidad.

Me pilló por sorpresa cuando pasó su lengua por aquella húmeda zona, haciéndome dar un respingo.

El alfa se alzó mirando mis ojos sorprendidos.

No dudo en alzarme sujetando mi trasero en el camino, haciendo que rodeara mis piernas y brazos alrededor de su cuerpo.

Depositó mi extensión sobre la cómoda cama, posicionándose sobre mi cuerpo, entre mis piernas.

–¿Sigues queriendo pasar la noche conmigo? –preguntó jadeante, rozando nuestras intimidades, dejándome sentir toda la extensión de su hombría, sacando un gemido de mis labios.

–Si –ahogué en un susurro intentando acallar los gemidos que amenazaban con salir de mi boca.

___________________________________________________________-

Sí, lo sé, la maldad habita en mí.

Este capítulo aun tengo que revisarlo de nuevo, pero quería subirlo ya.

Intentaré actualizar lo antes posible Sinners, para no dejarlas con la intriga por mucho tiempo.

Muchas gracias por leer ❤️❤️❤️

Love u Sinners 💜💜💜

Pd: se acerca una de mis partes favoritas de esta novela🧡🐾

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top