Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₈


La resiliencia no es ni una vacuna contra el sufrimiento ni un estado adquirido e inmutable, sino un proceso, un camino que es preciso recorrer.

Paul Bouvier


Un pequeño rayo de sol se coló por la ventana, iluminando mi rostro, dejando que la claridad me despertara.

Me reincorporé sobre la cama, obteniendo una vista panorámica de la habitación, no había nadie, aquello me hizo despertar de mi trance y recordar a Jungkook.

No sabía cómo había llegado hasta allí, mis últimos recuerdos eran del alfa irrumpiendo en la cámara de Namjoon.

Pegué un salto sobresaltada saliendo de inmediato de la cama, lavé mi cara con rapidez y sin pensarlo mucho tomé las dos primeras prendas que encontré, debía ir al despacho de Jungkook, primero para saber qué había sido de Namjoon y Jin, y segundo, el alfa había exigido que el responsable se presentara en una hora en su despacho, por lo que debía ir asumiendo la culpa de que tanto el beta como yo irrumpiéramos en las cámaras de los alfas durante su celo, eximiendo así a Rudy de todo.

Tragué saliva angustiada, sabía que Jungkook estaba enfadado, o por lo menos así lo recordaba antes de que mi vista se tornara borrosa. Temí por mi, pues estaba segura que un castigo era lo que me esperaba tras las puertas de su despacho por desobedecer y ponernos en peligro, pero aquello no me impedía caminar deprisa, la pequeña  parte de mi que se escondía bajo los miedos deseaba verlo, escucharlo, pero sobre todo sentirlo conmigo.

Impacté mis blancos nudillos sobre aquella dura puerta, encontrándola semiabierta, aquello me hizo pensar que quizá Jungkook no se encontraba allí, pero aun así decidí comprobarlo por mi misma.

Empujé aquella dura superficie tras la palma de mis manos, encontrándome lo que parecía ser una habitación vacía, no lograba ver a Jungkook, pero sabía que se encontraba allí, aquel potente olor a chocolate me lo decía.

Me adentré en aquella estancia, la única luz que era capaz de iluminar mi camino procedía del pasillo del que había venido. El despacho seguía igual que siempre, con sus grandes estanterías, los sofás donde Jungkook pasaba las noches cuando no quería incomodarme con su presencia y por último su escritorio, que por muy grande que fuera no era capaz de tapar la silla en la que solía sentarse Jungkook.

Anduve con sigilo y cuidado, sabía que el alfa estaba en la habitación aunque no era capaz de verlo, por lo que me guiaba únicamente de mi olfato para poder al fin encararlo.

–Jungkook –llamé con esperanza de ser contestada.

–Vete –ahogó en un susurro, dejando que un estremecimiento me recorriera.

Me dejé guiar por su voz hasta detrás de su escritorio, donde se encontraba sentado, con la espalda apoyada en los cajones, dejando su cabeza descansar hacia arriba.

Lo observé con horror, sus manos se hallaban bañadas en sangre, pequeñas gotas decoraban su rostro y por último su ropa, luciendo sangrientas manchas, dignas del protagonista de una película de terror mala en la que al final todos acaban perdiendo algo, ya sea la vida o la cordura.

Llevé mis manos a mi boca, con el fin de acallar el pequeño grito de impresión que amenazaba con salir al exterior.

El alfa alzó su mirada, chocando con la mía. No hacía falta que hablara, aquellos ojos rojos e hinchados me decían que probablemente había derramado más lágrimas que manchas de sangre portaba en su cuerpo.

–¿Qué ha pasado? –conseguí emitir en un hilo de voz.

Jungkook frunció sus labios, como si quisiera hablar pero las ganas de llorar no lo dejasen.

– ¿Namjoon sigue vivo? –pregunté con temor a la vez que una pequeña lágrima resbalaba sobre mi rostro.

Por el estado de Jungkook me temía lo peor.

El alfa asintió en respuesta, dejando que el alivio me inundara el cuerpo.

Me dejé caer a su lado, mientras él me observaba con el abismo más absoluto plasmado en sus ojos.

– Fue idea mía entrar en la cámara de los alfas –confesé, armándome de toda la valentía que encontré en mi interior.

Sabía que quizá por su estado no era el momento adecuado, pero no quería que se recuperara para luego volverlo a estropear todo por mis imprudencias.

Jungkook asintió en respuesta sorprendiéndome.

Esperaba gritos, furia, rabia, culpa y castigo, pero en lugar de eso él seguía mirando mi rostro, apático, como si nada de lo que yo pudiera decirle pudiera sacarlo de la miseria en la que se hallaba nadando.

– ¿No me vas a castigar por no cumplir con la única cosa que me pediste antes del celo? –inquirí intentando comprender qué ocurría con él.

En todo el tiempo que llevaba en esta manada, habían sucedido infinidad de sucesos que me habían mostrado distintas faceta de Jungkook, pero nunca lo había visto de aquella manera, sumergido en un jugo de desolación, dejándose arrastrar hacia el fondo.

– No –susurró con la voz más ronca y apagada que había escuchado nunca.

– ¿Estás bien? –me acerqué a su cuerpo, notando aún más el calor que el alfa desprendía, estaba segura que si lo tocaba sería capaz de quemarme.

– No –confesó, dejándome ver como una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla, hasta llegar a su mentón, donde amenazaba con caer al inmenso vacío que nos separaba.

En aquellos momentos me daba cuenta lo poco que en realidad sabía de Jungkook, y de lo mucho que él se esforzaba por solo mostrarme la parte de él que solo quería que viera.

–¿Cómo te sentirías si has visto reflejado en el espejo a alguien a quien has odiado y repudiado desde el día que naciste? –formuló con desesperación, no sabía si intentando buscar aprobación a su estado o consuelo por ello.

–Sentiría decepción hacia mi misma, enfado, pero sobre todo tristeza –confesé con la verdad, pues pensé que con aquella pregunta Jungkook no estaba buscando que le regalara los oídos con una mentira.

–No logro entender cómo he terminado haciéndolo todo tan mal, cuando me he esforzado tanto en que las cosas cambiarán, en reformar a la manada, en abolir las antiguas creencias. Cada segundo que ha pasado desde mi presentación he luchado contra mi mismo, contra mi lobo, contra el pasado, los fantasmas, los demonios que me persiguen y que me instan a cambiarlo todo para que no vuelvan a aparecer, todo esto ha sido en vano pues yo sigo siendo un monstruo al que temer, sigo haciendo daño a las personas que quiero y da igual cuanto me esfuerce en cambiarlo, el tiempo me ha demostrado que fui  condenado al sufrimiento desde el día que nací, da igual el motivo, el resultado sigue siendo inmutable y ya no sé qué debo hacer.

Jungkook dejo hablar a sus agobios y temores, mostrando que hasta el lobo más feroz puede caer en la batalla, en este caso Jungkook había caído rendido, se hallaba perdido, decepcionado y con más preguntas que respuesta, las cuales probablemente nos robarán el sueño durante algunos días, y digo nos porque aunque me haya costado mucho tiempo aceptar, había un nosotros, yo era su gamma y al igual que él me acogió y ayudó yo lo ayudaría a salir del fango en el que se hallaba atrapado.

– Quizá el problema es que te has esforzado tanto en que todo se cumpla que has llegado al otro extremo de la balanza, todos sabemos que los extremos no son buenos Jungkook, hallaremos la forma de dar con el equilibrio, pero creo que ahora lo que necesitas es una ducha y descansar, te prometo que mañana todo se verá de otra forma.

Jungkook asintió a modo de respuesta, levantándose de su lugar dejándome escuchar cómo crujía más de uno de sus huesos, liberando algo de la notable tensión que albergaba su cuerpo.

Repetí su gesto, incorporándome, quedando a su lado.

Cogí su mano ensangrentada con el propósito de dirigirnos ambos a la habitación, pero no pude avanzar mucho, Jungkook tiró de mi mano hacia sí mismo, sin ejercer demasiada fuerza como para que chocara con él.

Me miró a los ojos con un brillo característico, pude avistar un atisbo de esperanza en ellos.

– ___ – pronunció mi nombre casi con dolor– ¿Tú crees que soy un monstruo?

Aquella pregunta me pilló por sorpresa.

Lo observé con detenimiento unos segundos antes de contestar, él esperaba que al menos alguien no lo viera de aquella manera tan horrible, incluso cuando ni él mismo era capaz de hacerlo.

– Un monstruo no se replantea sus actos, ni tampoco derrama lágrimas cuando cree que no ha hecho lo correcto. Sé que lo único que quieres es hacer las cosas bien, la intención ya la tienes, solo falta el cómo –hice una breve pausa al ver cómo su rostro se relajaba–. Creo en tí, incluso cuando ni tú mismo lo hagas, porque sé que puedes hacerlo, y lo vas a hacer –sentencié no dando opción a debate.

Jungkook había demostrado ser la primera persona y probablemente la única que cree en mí, que me creía capaz de algo más que ser una gamma inservible, y aquello, esa epifanía que hizo crecer en mí, proyectó a su vez en mi interior una gran confianza en él. Sabía que podía hacer todo lo que él se propusiera, y se lo haría saber tantas veces como hiciera falta para que terminara creyéndolo.

–Gracias –susurro con la voz entrecortada, consiguiendo enternecer a mi corazón.

Avancé unos cuantos pasos más hasta llegar a su cuerpo y al fin rodearlo con mis manos, no sabía la necesidad que tenía de abrazarlo hasta ahora que lo siento entre mis brazos.

Ambos nos fundimos en un tierno abrazo marcado por la necesidad que tenían nuestros cuerpos de unirse. Podía sentir aquel fuerte olor a chocolate, y su dura extensión bajo mi tacto.

Jungkook rodeo mi cintura con fuerza alzándome para poder amoldarse mejor a mi cuerpo, hundió su rostro en mi cuello, dejándose llevar por mi aroma a melocotón, relajando su cuerpo.

Cargando mi cuerpo comenzó a andar, rumbo a nuestra habitación, rodee mis piernas a sus caderas con el fin de facilitar su andadura y en cuestión de un minuto noté cómo consiguió abrir la puerta de la habitación con habilidad.

Una vez en aquella estancia acogedora el alfa me dejó posar mis pies en el suelo, no sin antes darme un casto beso en la mejilla.

Su estado había cambiado, pero se notaba en su comportamiento que aun seguía compungido por todo lo ocurrido y por lo que aún rondaba por su mente.

Jungkook se adentro en el cuarto de baño, a lo que supuse que sería tomar un baño, mi cuerpo de forma involuntaria fue tras él, como un imán.

No sé quien se sorprendió más si él cuando me vio entrar o yo ante mi involuntaria iniciativa.

–¿Qué sucede? –pronunció escudriñando mi rostro.

Evité su pregunta abriendo la llave del agua, con el propósito de que se llenara la bañera, a la vez que rebuscaba las sales de baño con olor a lavanda que suponía que se encontraría en uno de los cajones de aquel baño.

La bañera se hallaba humeante cuando empecé a añadir las sales de baño, emanando aquel relajante olor a lavanda que te hacía querer acurrucarte como un pequeño cachorrito en sábanas recién lavadas.

El baño ya estaba listo, pero Jungkook permanecía estático en su sitio, observando cada uno de mis movimientos como si quisiera adivinar cuál sería el siguiente.

–Deberías bañarte –recomendé introduciendo unos de mis dedos en el agua, moviéndola.

El alfa comenzó a quitar su manchada camiseta, acto que me hizo mover nerviosa en busca de una esponja con tal de que no viera mi rostro encendido.

Por más veces que viera el torso desnudo de Jungkook el calor seguía subiendo por mis mejillas de manera incontrolada.

Giré mi cuerpo para observar que ya se encontraba cubierto por una simple ropa interior.

Aparté mi mirada para no recorrer toda su extensión con ella, a pesar de lo atraída que me sentía, no creía que fuera el momento más oportuno para ello.

El alfa se introdujo en el agua, causando que parte de esta se desbordara.

–Creo que el gris se está convirtiendo en mi color favorito –comentó antes de mirar mi sonrojado rostro–. Definitivamente es mi color favorito –concluyó con una leve sonrisa mirando mis ojos.

Maldita sea mi loba y su tendencia a dejarse llevar por la emoción y la excitación.

–Lo siento –me disculpé avergonzada de que mis ojos delataran los pensamientos fugaces que había tenido.

–No te disculpes, mi lobo suelta barbaridades cuando te ve, solo que ya me he acostumbrado a su perversión insaciable y constante hacia ti y tu cuerpo –intentó consolar con aquella confesión mirando las burbujas de jabón que le rodeaban, al parecer a él también le seguía avergonzado aquella situación.

Se hizo el silencio en la habitación, siendo únicamente rellenado por el sonido que hacía Jungkook al moverse bajo en agua.

–¿Qué ha pasado en la sala de castigos como para que acabarás así? –me entrometí, aun arriesgándome a que el alfa no me contestara o lo hiciera de mala manera.

–No es lo que ha pasado en sí, si no el significado que ha tenido todo para mí –tardó en contestar como si hubiera estado pensando detenidamente la respuesta que dar–. Me han escondido su relación por miedo a que yo acabara matando a Namjoon, y aun así lo he lastimado por amar a mi hermano. El sentimiento de control me da tranquilidad, me hace sentir seguro, ahora mismo no siento que tenga el control de nada en esta manada.

–¿Y por qué no me has castigado a mí por desobedecer tus órdenes? –inquirí nerviosa, quería comprenderlo, averiguar el porqué de sus actos, palabras y gestos.

–¿Es que quieres que te castigue? –pronunció mirándome, enarcando una ceja con cierto deje de diversión.

Aquella contestación me hizo dar un respingo al imaginar que castigo podría Jungkook imponer con el fin de que no se me ocurriera saltarme las normas nunca más.

–No, sólo intento comprender qué sucede contigo y tu mente –contesté nerviosa, dándome cuenta de que quizá mi suicida curiosidad iría contra mi ser de nuevo.

El alfa suspiro antes de sumergirse levemente en la bañera, hasta que el agua cubriera casi su cuello.

–No te castigo ahora por que me cuesta imaginar en hacerte algo que te cause dolor, no puedo pensar en una buena reprimenda para ti cuando acabo de pseudo descuartizar parcialmente las manos de otro lobo al que profeso gran estima –confesó haciéndome estremecer ante la imagen de Jungkook castigando a Namjoon por ser un lobo osado que eligió seguir su corazón por encima de las consecuencias.

–¿Eso significa que me vas a castigar otro día? –inquirí con un pellizco en el estómago.

–Eso significa que dejaré que mi lobo me ayude a elegir tu dulce castigo, pero como has dicho será otro día.

Después del baño ambos nos fuimos a la cama, Jungkook desprendía cansancio por los poros, y en su rostro lo único que se podía observar era una imperiosa necesidad por dejar que la vigilia abandonara de una vez por todas su cuerpo.

Me acurruque en las blancas sábanas junto a él, quién no tardó en reaccionar ante mí, rodeándome con sus fuertes brazos en busca de cariño y paz.

Me dejé arrastrar por el cansancio, hasta quedarme dormida profundamente junto al alfa.

Abrí mis ojos con sorpresa ante un estruendo procedente de la habitación.

Busqué con la mirada la procedencia de aquel sonido encontrando a Jungkook con la puerta del armario en la mano.

–Lo siento es que se había encasquillado –se disculpó dejando la puerta con cuidado en el suelo, como si no se hubiera comportado como un orangután 5 segundos antes, al arrancarla de cuajo.

Podía notar su nerviosismo a kilómetros, se movía de un lado para otro en la habitación en busca de sus prendas de ropa como si no se dedicara cada mañana a coger lo mismo y salir en silencio con el objetivo de no despertarme.

– ¿Sucede algo?

–En dos días es la Plana Mayor y se celebrar aquí –habló atropelladamente con nerviosismo, como si necesitara soltar de una vez la gran cantidad de pensamientos aturullados que viajaban por su mente a la velocidad de la luz–,  se suponía que debía ser en el territorio de los Min, pero el alfa ha muerto recientemente y su hijo es quien dirige ahora la manada, no tiene experiencia como alfa y es un puto desequilibrado mental, no podemos dejar que las manadas se reúnan en un territorio cuyo líder al mando es un peligro para todos –escupió amargamente–. Y para colmo me entero ahora de que se tiene que celebrar en mi manada, a mi me tocaba el año que viene joder, tengo que prepararlo todo y tenemos el peligro añadido del puto Min –farfulló todas aquellas palabras con enfado.

–¿Por qué tanto alboroto por Min? ¿Es que acaso es cómo mi padre? –formulé temiendo lo peor.

Sabía que Jungkook aun seguía afectado por lo sucedido con Namjoon, el tiempo a su lado me había dicho que cuando se trata del alfa pasar página no resulta tan sencillo, como si los sucesos tormentosos se enquistaran su mente formando cada día un tumor más grande, tanto que temía que ese mismo tumor algún día acabase con él.

–Peor, es un delta.


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Al fin ya es vierneeeeeesssss, intentaré que todos los viernes les llegue una notificación de actualización de esta novela💜, además subiré el día de antes un pequeñito adelanto del cap a insta, como he hecho esta vez, espero que les haya gustado.

Min yoongi It's coming 🔥

Gracias por leer💜💜💜

Love u sinners ♥️♥️♥️

Pd: adoro estar de vuelta, las he echado de menos ❤️

Pd2: en el siguiente capítulo se explica todo lo que es la plana mayor, etc.

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