Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₅

Kim SeokJin

Manada Jeon 2013

Abrí una de las puertas de la estantería perteneciente a la cocina, con el propósito de sacar un vaso, me encontraba sediento, pasar toda la tarde hablando sin descanso con Rudy pasaba factura.

Mi Rudy era toda una enamoradiza, me había puesto al día sobre sus recientes sentimientos, se hallaba locamente enamorada de uno de los alfas que servían a padre, por lo visto a mi hermana mayor le iban los amores imposibles, aquel alfa ya estaba emparejado con una de las omegas de la manada.

No sabía cómo lo hacía Rudy para caer siempre rendida antes los pies de la persona menos indicada, quizás aquello era lo que llamaba su atención, los no indicados eran los únicos que conseguían hacer latir a su diáfano corazón.

Me serví un poco de agua en el vaso y bebí de él como si nunca lo hubiera hecho.

Dejé que el frescor del agua inundara mi boca, mientras la puerta de la cocina era abierta dejándome ver tras ella a Kim Namjoon.

Sonreí para mi mismo, al parecer aquella tendencia a los amores imposibles venía de familia, pues mi corazón hacía tiempo que latía solo para ver el rostro de aquel alfa con olor a café.

—Jungkook está hoy hiperactivo —pronunció estirando sus brazos—. Llevamos todo el día en el bosque de un lado a otro jugando, persiguiendo conejos, escalando árboles todo lo que se te ocurra que tenga que ver con agotamiento físico.

Reí ante sus palabras mientras le servía un vaso de agua, estaba seguro de que él también estaría sediento.

—¿Acaso un cachorro de 16 añitos puede con un gran alfa de 21? —formulé alzando una ceja, tapando una burlona sonrisa tras el vaso de agua que bebía.

—Por supuesto que no —infló su pecho con orgullo—. Hace falta más de 5 cachorros como Jungkook para cansarme —dió un paso hacia delante, quedando así a unos centímetros de mi.

—Hablando de Jungkook ¿dónde está ahora? —pregunté dejando el vaso sobre la encimera.

—En el cuarto de Arcadia, ya sabes como es, un par de horas sin ella y ya la echa de menos —imitó mi gesto dejando también su vaso.

—No he visto a nadie igual —negué con mi cabeza.

—Ni tu ni nadie, faltan pocos meses para que cumpla los 17 y aun no se ha presentado, ni siquiera muestra signos de ello —comentó Namjoon con preocupación, llevando sus manos a su cabello, revolviéndolo—. Tu padre esta que muerde.

—¿Mi padre cuando ha dejado de estar "que muerde"? —susurré mirando sus ojos antes de dejar que mi mirada cayera en picado hacia el suelo.

Namjoon avanzó unos centímetros, envolviéndome en sus brazos, regalándome un confortable abrazo. Él era de los pocos que entendía y sabía lo que significaba ser hijo del gran alfa de la manada Jeon.

Me separé levemente de su cuerpo, su tacto se sentía tan bien que incluso me daba miedo.

Miedo por lo que Namjoon era capaz de causar en mi con gestos tan simples como un corto abrazo, miedo porque aquellas reacciones que emitía mi cuerpo solo se daban ante su presencia, miedo por no poder ver a otra persona que no fuera él, terror por lo que mi padre sería capaz de hacerme si se entera que no soy el beta que él quiere, uno varonil que pase sus días de cama en cama en compañía de omegas.

Miedo, miedo y más miedo era lo que sentía.

—Ayer me presentó a una omega, pequeña, morena, ojos marrones, despampanante —recordé, hablar de mi padre siempre traía sucesos desagradables a mi memoria, sucesos como el anteriormente mencionado—. Olía a fresas —añadí observando los ojos del alfa.

—¿Te gusta? —susurró tras unos segundos de silencio y expresión neutral.

—Ella es perfecta —pronuncié en un hilo de voz.

—Pero... —habló con un dejé, me atrevería a decir, esperanzado.

Llevaba bastante tiempo con una contienda en mi interior, sentimientos tan fuertes como el amor y el miedo habían chocado en mi, ambos librando una batalla en la que casi siempre el vencedor era el miedo. Me había cansado de aquello, a veces había que darle una pincelada de riesgo a la vida para no caer en la monotonía del silencio.

Por primera vez, en mucho tiempo, rompería el mutismo que me hacía prisionero, y haría que el amor saliera victorioso de aquella liza.

—Pero no eres tú —susurré observando su mirada, buscando algún signo de desagrado en su expresión.

Bajé mi vista hacía sus labios, delineándolos con mi mirada, observando como con la boca entreabierta su labio inferior se veía más prominente de lo normal, más deseable.

Al ver que no decía nada me lancé de lleno a la piscina, sin saber siquiera si esta se encontraba vacía.

Acerqué mi rostro al suyo con rapidez, consiguiendo que nuestros labios rozaran por primera vez.

Llevé mis manos a su nuca atrayéndolo aún más a mi, profundizando aquel beso que de un roce pasó a ser algo más. Me atreví a tomar su labio inferior entre los míos, succionándolo levemente, como si quisiera dejar claro que quería esos labios para mi, que no me importaría pasarme el resto de mi vida saboreándolos.

Aquel contacto de escasos segundos parecían haber sido décimas cuando el aire nos obligó a separarnos, creo que en momentos como este no me importaría morir asfixiado con tal de poder mantener ese beso unos segundos más.

Busqué su mirada con desesperación, buscando una respuesta, un rechazo, una afirmación, algo que acabara con esta tortura de vivir un amor en silencio.

Sentí como un gran pellizco se apoderaba de mi estómago cuando me percaté de que estaba siendo observado por dos grandes orbes negras azabache, color que caracterizaban al lobo de Namjoon.

Mi beso había sido capaz de despertar a su lobo, cosa que hizo que el mío entrara en estado de euforia total y absoluta.

—Estas loco —consiguió decir con su respiración agitada—. Como tu padre se entere te va a matar —dejó que le desasosiego se apoderara de su voz.

A pesar de sus últimas palabras no podía evitar haber alcanzado el nirvana, me había quitado de encima las miles de toneladas que el silencio pesaba.

—Vale la pena morir por lo que uno ama —pronuncié con una sonrisa en mis labios.

Sonrisa que contagió a Namjoon haciéndole curvar su boca, mostrándome los tiernos hoyuelos que decoraban sus mejillas.

Aquel gesto como respuesta fue más que suficiente para que me lanzara de nuevo, no sabía que eso de robar besos me llegara a gustar tanto.

Aquella unión, pese a no poseer ninguna innovación, se sentía diferente, más vivo, sin temores de por medio, un beso que decía te quiero a gritos, y que por desgracia terminaba con la distancia. Cuán fugaces se sentían los besos de Namjoon, tenía la sensación de que nunca me sentiría satisfecho y que siempre iba querer más.

Que grata era la sorpresa de que alguien a quien amas se lance hacia tus labios, eso fue lo que sentí cuando Namjoon se atrevió a tomar la iniciativa y ser él quien iniciara el que sería nuestro último beso del día.

Dispuesto a dejar que Namjoon explorase mi boca con su lengua, un ensordecedor rugido hizo que nos separaramos de un salto.

Ambos nos miramos sorprendidos, jamás había escuchado un rugido tan fuerte como aquel.

—¿De quién es? —inquirí con miedo enmascarado de curiosidad.

Namjoon negó con su cabeza, él tampoco había escuchado antes un rugido de aquellas características.

Sentí como mi piel se erizó por completo cuando un segundo rugido se hizo presente en nuestra fortaleza.

Esta vez, sin saber cómo, una imagen a modo de pequeño flash pasó por mi mente.

—Jungkook —susurramos ambos al unísono dejando que el terror bañara nuestros rostros.

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Manada Jeon 2018

Hoseok presionó el botón que accionaba la apertura de ambas cámaras.

Observé como ___ desaparecía por la puerta de la habitación que nos guardaba de Jungkook. Deseaba con toda mi fuerza y esperaba con toda mi alma que aquella loba saliera con vida de la cámara, de lo contrario estaba seguro de que los días dejarían de contar para todos nosotros.

Aunque pensándolo con detenimiento y conociendo a Jungkook, la posibilidad de que el lobo con olor a café puro y yo sobreviviéramos después de esto era utópica, eso que solo un milagro es capaz de conceder.

Suspiré con nerviosismo y sin pensarlo un segundo más me colé dentro de la cámara de Namjoon.

La habitación se hallaba completamente a oscuras, nada que mis sentidos de beta no pudieran remediar, permitiéndome observar a mi alfa, el cual se hallaba tumbado en la cama perteneciente a la cámara.

Anduve con rapidez hacia los pies de la misma viendo con aflicción la expresión que decoraba el rostro de mi alfa, ceño fruncido producto del dolor que estaba sintiendo.

Regueros de sangre y unos plateados a la par que ajustados grilletes sujetaban las muñecas de Namjoon. Un pellizco se apoderaba de mi estómago cada vez que tiraba de sus brazos para poder liberarse del amarre que lo tenía prisionero, fallando en el intento y siendo la sangre la única que hallaba liberación, corriendo por su ahora pálida piel.

Posé una de mis manos sobre su pie izquierdo, llamando aún más su atención, consiguiendo que esos bonitos ojos azabaches conectaran con los míos.

Deslicé mi mano por encima de las sábanas que lo arropaban, caminando con lentitud bajo su atenta mirada, hasta llegar a su rodilla y deteniendo mi mano sobre su trabajado muslo.

Estaba sufriendo, cada uno de sus gestos me lo decía.

Sin pensarlo me subí a la cama, quedando sentado a horcajadas sobre él. Saqué una pequeña llave del bolsillo de mi pantalón y con esta liberé sus muñecas. Sus brazos cayeron desplomados sobre la cama, manchando las blancas sábanas de sangre.

Namjoon tan solo se dedicaba a mirarme embelesado, con sus ojos entrecerrados, agotado, sin emitir sonido alguno, había perdido la cuenta de cuántas horas llevaba así.

Pasé mis manos por sus brazos ascendiendo hasta su cuello donde acaricié con cariño.

Ambos nos miramos a los ojos, no pude evitar sonreír al tenerlo tan cerca, toda la angustia, la presión que sentía en el pecho que no me dejaba respirar había desaparecido.

—¿Qué haces aquí? —formuló con una voz increíblemente ronca, pero apagada.

—Sentía que me necesitabas —susurré frente a sus labios.

A pesar de que Namjoon y yo no estábamos emparejados, en aquellas horas parecía como si hubiera sido capaz de sentir su dolor, su sufrimiento. Quizá era el hecho de haberlo escuchado tan de cerca. El dicho ojos que no ven corazón que no siente podía dar una explicación a mi reciente ataque insano de empatía.

—Estas loco —negó con su cabeza—. Como Jungkook se entere nos va a matar —pronunció dejando que la debilidad de su voz se adueñara de sus palabras.

Podía sentir un leve atisbo de relajación en toda su tensa extensión, supuse que las caricias que propinaba en su nuca serían comparables a un oasis en medio del desierto.

Mi lobo sonrió ante aquella situación, como si ya la hubiera vivido antes, en otra época, en otras circunstancias. Sonreí junto a él, pues me recordaba a aquel paradójico día en el que la tristeza y el terror se apoderaron de la fortaleza, mientras mi corazón latía reconfortado y aliviado al haber sido correspondido por Kim Namjoon.

—Vale la pena morir por lo que uno ama —pronuncié una vez más la frase con la que iniciamos aquella aventura llamada amor.

Presencié como sus ojos se iluminaron, regalándome una sonrisa, mostrándome aquellos ilegales hoyuelos, motivo por el que me levantaba cada mañana.

—Si he de morir no conozco forma más digna que hacerlo por ti —susurró antes de besar mis labios.

Ambos nos fundimos en un salado beso producto de las lágrimas que decoraban nuestros rostros.

Lloraba por tenerlo, lloraba por perderlo, simplemente lloraba, por todo lo que habíamos vivido y por lo que nos quedaba por vivir.

—No llores —pidió Namjoon abandonando mis labios—. Hemos tenido la suerte de encontrarnos, quizá no en el lugar y momento adecuados, pero al fin y al cabo hemos tenido el privilegio de hallar el amor en los brazos del otro, y nadie, ni siquiera tu padre o Jungkook serán capaces de quitarnos eso —acarició una de mis mejillas, llevándose las lágrimas con sus dedos—. Tú y yo, ahora y siempre, nunca lo olvides.

Cerré mis ojos apreciando el áspero tacto de sus trabajadas manos sobre mi rostro.

Suspiré con cierto alivio, Namjoon tenía razón, quizás no saldríamos de esta, quizás no volveríamos a vernos nunca más, pero por mucho que se esforzaran en separarnos, nuestros caminos habían sido hechos para cruzarse.

Tengo la certeza de que si existiera la vida después de la muerte, si volviéramos a nacer nuestros corazones volverían a encontrarse, porque nosotros ahora y siempre, sin importar qué, quién, cuándo o cómo.

—Ahora y siempre —dejé que una pequeña sonrisa se colara en mi boca.

El alfa besó mis labios de nuevo, aquel beso era diferente, era la primera vez que saboreaba la libertad, pues a pesar de estar encerrados en una habitación, a pesar de vivir en una fortaleza con infinidad de normas, aquel día era libre de besar a Namjoon todo lo que quisiera, el resultado no cambiaría, nuestro final era inmutable.

Correspondí aquel beso haciendo uso de las ganas que había estado guardando durante tantos años, todos esos momentos en los que he querido besarlo, abrazarlo, tocarlo; todos en los que he tenido que apretar mis labios, morderme la lengua y quedarme con las ganas pues no estaba permitido, no es lo que se esperaba de mí.

Pasé mis manos por su desnudo pecho, este se hallaba ligeramente húmedo, como si Namjoon hubiera estado peleando minutos atrás, en cierta manera así era, la lucha contra el celo puede ser una de las más difíciles para un alfa.

Acaricié su piel con cariño, sin soltar sus labios, mientras que con la ayuda de mis rodillas me impulsé ligeramente, consiguiendo estar donde quería, sobre el alfa y la evidencia de su celo.

Siempre me habían encantado las reacciones de Namjoon, esas expresiones que decían quiero más, siempre más, parecía estar escrito en sus pupilas, sin embargo de sus labios siempre emergía el tan famoso "no podemos". Se me había hecho tan extraño no escucharlo esta vez.

Abandoné sus labios, besando en su lugar la piel que cubría sus mejillas, hasta llegar a su oído.

—Ya que estamos destinados a arder en el infierno por desobedecer, vayámonos por la puerta grande ¿no crees? —susurré antes de atrapar entre mis dientes el lóbulo de su oreja.

—¿Sabes que si buscas beta descarado en google aparece tu foto? —alzó una de sus cejas mientras posaba sus manos sobre mis muslos.

Me encantaba como a pesar de la situación seguíamos siendo nosotros, amaba que el Namjoon del que me enamoré permaneciera a mi lado, manteniendo su esencia.

—¿Sabes lo que hay que buscar para que aparezcas tú? —formulé, al igual que él, levantando una ceja. No pude evitar darle un toque más pícaro a mi gesto.

El alfa en lugar de contestarme con palabras llevó sus manos hacia mi trasero, dando un apretón que hizo que me tragara todas y cada una de mis palabras, no conocía persona que supiera cómo callarme mejor que Namjoon.

Noté lo animado que estaba su alfa bajo mi cuerpo, haciendo que el calor me invadiera. Moví mis caderas sobre él, provocando, buscando al lobo de mi gran alfa.

No esperaba encontrarlo tan pronto, un par de movimientos fueron suficientes para que le diera la vuelta a mi cuerpo, dejándolo descansar bajo las sábanas. Namjoon se posicionó sobre mi extensión, alzando mis piernas con el propósito de posicionarse entre ellas.

Pegó su pelvis a mi, dejándome sentir su miembro bajo mi perineo.

Posó sus manos a ambos lados de mi cabeza, apoyándose sobre el colchón que nos sostenía. Observó mi rostro con detenimiento, podía sentir su mirada recorriéndome, analizando mis ojos, mi nariz, mis labios, admirando mi piel, mis facciones.

Aquella forma de mirarme había sido capaz de parar el tiempo, nos había introducido a ambos en una pequeña burbujita en la que solo existíamos nosotros.

Nosotros, amaba llamarnos así, se sentía como un enlace, algo que nos unía.

Sonreí, notando como una pequeña lágrima se deslizaba por mi mejilla, estaba feliz, inmensamente feliz.

Namjoon sonrió al verme hacerlo.

—Cada vez que te veo sonreír tengo la certeza de que solo he nacido para verlo —confesó emotivo antes de besarme.

Sus labios sabían a felicidad, a una declaración de amor eterno y a una propuesta indecente, todo aquello revuelto.

Acepté todo lo que significaba ese beso, como el que acepta un abrigo en pleno invierno.

El alfa llevó sus manos a mi camiseta, acariciando mi torso con cariño hasta llegar al borde de la misma, tiró de ella hacia arriba con torpeza, deshaciéndose de una de las prendas que me vestía.

Unió sus labios a la piel que cubría mi cuello, dejando más de un húmedo beso en él.

Me sorprendió cuando pasó su lengua por mi cuello, estaba acostumbrado al alfa estricto consciente de que el contacto no estaba permitido, esta nueva faceta desconocida para mí realmente era de mi agrado.

Por otro lado mi lobo festejaba, saltando de un lado para otro, portando una enorme pancarta con las letras "Bienvenido alfa salvaje" escritas en ella.

Estrangulé las sábanas bajo las palmas de mis manos cuando Namjoon tuvo la osadía de dejar un pequeño mordisco en la zona que había lamido con anterioridad.

Estiré mi cabeza hacia atrás, sirviéndole mi cuello en bandeja de plata.

La calidez de su lengua y la dureza de sus dientes consiguieron erizar mi piel por completo.

Sentía como el alfa poco a poco se deslizaba por mi cuerpo dejando húmedos besos en él.

Sin previo aviso llevó sus manos a mis pantalones, pasando sus dedos sobre él. Tragué saliva con dureza cuando deslizó el botón de aquella prenda por su ojal, dejándolos desabrochados.

Bajó su rostro hacia aquella zona, bajo mi atenta mirada. Alcé una ceja juguetón, intentando camuflar mi nerviosismo, cuando con sus dientes bajó la bragueta de mi pantalones.

Sentía como mi corazón latía desbocado, me encontraba nervioso, ansioso, lujurioso aunque algo miedoso.

Había deseado tanto este momento que una vez en mis manos no sabía cómo debía sentirme.

Namjoon tiró de mis pantalones con fuerza, deshaciéndose de ellos y bajando ligeramente mi ropa interior, la cual por inercia quería seguir el mismo camino que mis pantalones.

Me estremecí cuando besó mi ombligo con delicadeza, pasando su lengua sobre mi piel.

Podía notar como una palpitante erección surgía entre mis piernas, haciéndome sentir incómodo. Moví mis caderas de forma involuntaria, casi tocando la cara de Namjoon con mi miembro.

Me tapé la cara avergonzado, viendo como el alfa me miraba con una pícara sonrisa.

Subió hasta pegar sus labios a mi cuello, donde comenzó a susurrar.

— Me apeteces —alzó mis piernas— mucho —pegó su pelvis aún más a mi.

El alfa movió sus caderas, rozándose contra mi miembro, haciéndonos gemir a ambos.

Besé sus labios, intentando acallar los gemidos que sus movimiento conseguían arrancar de mi garganta.

Saboreé su boca con gusto, pasando mi lengua por la suya, mordiendo ligeramente sus labios, quedándome con ganas de más una vez el aire nos hubo separado.

Deslicé mis manos por su descubierto pecho, bajo la atenta mirada del alfa, llegando a las trabillas de sus pantalones, tiré prestamente de ellas con mis dedos índices, dando a entender lo mucho que sobraba la ropa en un momento tan candente como aquel.

Namjoon captó de inmediato mi mensaje, pues a buen entendedor pocas palabras bastan, quitando la prenda que lo cubría, quedando en ropa interior al igual que yo.

Observé su figura, de arriba a abajo, deteniendo mi mirada durante unos instantes sobre su abultada ropa interior.

Se sentía tan extraño, la vista que tenía frente a mi ojos tenía la capacidad de excitarme en exceso a la vez que colaba un pequeño cosquilleo en mi espina dorsal que recorría todo mi cuerpo, erizando mi piel, desembocando en un intenso pellizco en el estómago que podía traducirse en terror.

El alfa pasó las yemas de sus dedos por mis brazos, acariciándolos. Amaba esta clase de gestos, me hacían sentir sumamente querido.

Siguió bajando sus manos hasta llegar al elástico de mis bóxers, colando un dedo en ellos, y como si de un gancho se tratase, tiró hacia abajo, exponiendo mi erección, despojándome de la última prenda que protegía mi cuerpo de los lujuriosos ojos del alfa con olor a café.

Intenté no sentir vergüenza por mi desnudez, inflando mi pecho, dejándome ser observado.

Namjoon llevó uno de sus dedos a mi boca, delineó con sus ásperas yemas mi labio inferior, incitándome a pasar mi lengua por ellas.

Una vez sus dedos quedaron húmedos los deslizó por mi barbilla, llegando al cuello, acariciando mi nuez de Adán, deslizando ambas falanges, con ayuda de la saliva que había dejado en ellas con anterioridad, por todo mi pecho.

Encogí mi abdomen cuando lo acarició, estremeciéndome al ver que no se detenía en su recorrido.

Observé con un vivo color miel en mis ojos, característico de mi lobo, como el alfa, clavando su oscura vista en mis orbes, alcanzaba mi miembro, agarrándolo con su mano, deslizándola desde el tronco hasta la sensible punta, provocando que cerrara mis ojos al pasar por esta última.

Mi miembro se hallaba ligeramente mojado, producto de la excitación, facilitando de esta manera que Namjoon deslizara uno de sus dedos por mi glande, de un lado a otro, sin dar tregua.

Eché mi cabeza hacia atrás, abriendo mi boca, dejando que de esta escaparan un par de furtivos gemidos.

El alfa abandonó mi miembro para dirigir sus manos a mi trasero, lo acunó en sus manos, propinándole segundos después un ligero apretón. Llevó su boca a mi cuello, posando sus labios en él.

Dejaba pequeños húmedos besos en mi piel mientras masajeaba mi trasero, acercándose a mi entrada con lentitud a la vez que aspiraba el cítrico aroma que mi cuello desprendía.

En aquel momento no estaba tocando nada extremadamente sensible, pero la manera que tenía de hacerlo, con esa lentitud matadora, esa pasión y cariño enmascaradas de una sensualidad delirante conseguían encenderme, hacerme sentir correcto.

Solo por aquel sentimiento que me abrazaba con fuerza todo aquello merecía la pena, nunca había sentido con tanta intensidad que estaba en el momento y lugar indicados, que era allí donde yo pertenecía.

Y fue entonces cuando la paz me envolvió en sus brazos, eliminando todos y cada uno de mis temores, dejándome vivir aquella única experiencia como se merecía.

Rodeé la espalda de mi alfa, apretando con sumo cariño, dejando un casto beso en su mejilla, dando a entender lo bien que me sentía.

Con uno de sus dedos acarició mi entrada, haciendo círculos en ella.

Cerré mis ojos, centrándome en sus actos y en el cosquilleo que estos me producían.

Pasados unos minutos, sin cesar su acción, podía sentir como mi entrada comenzaba a reaccionar ante tal estimulación, humedeciéndose ligeramente. Estaba claro que aquello no podría compararse a la lubricación de un omega, pero me sentía gratamente sorprendido de que, aunque fuera de manera muy escasa, sea capaz de lubricar.

Con una pequeña sonrisa en mi rostro, sentí como Namjoon tomaba la iniciativa, abriéndose paso en mi interior, introduciendo uno de sus dedos en mi.

Cerré los ojos de forma involuntaria, intentando respirar con tranquilidad.

— Tranquilo —susurró el alfa en mi oído a la vez que dejaba un tierno y reconfortante beso en mi mejilla.

Asentí con suavidad dejándome llevar por las nuevas sensaciones que estaba experimentando, como el anular y corazón de Namjoon se movían tímidos en mi interior.

Sentir como sus dedos, después de unos segundos, se deslizaban con mayor facilidad en mi, hacían que la excitación fuera en ascenso al igual que la cantidad de lubricante que mi cuerpo era capaz de generar.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó el alfa con voz agitada.

— Excitado —alcancé a decir intentando no mover mis caderas hacia su miembro.

Namjoon no pudo evitar sonreír ante mi respuesta.

— ¿Quieres que... —intentó decir antes de que lo interrumpiera, sellando sus labios con un beso.

El alfa acogió aquel beso como si de agua de Mayo se tratase.

Abandonó mi entrada, pasando sus manos por detrás de mi espalda, envolviéndome en un tierno abrazo, pegando su cuerpo al mío, como si tocar mi piel fuera una necesidad.

Sin abandonar mis labios rozó con su miembro mi entrada y comenzó a empujar ligeramente sobre ella, haciéndome sentir como se abría paso en mi interior.

Podía palpar su calor, su fuerte a la par que hechizante aroma a café y por primera vez aquella tensión en mi zona trasera.

El alfa observó con atención mis ojos una vez consiguió introducirse por completo en mi, no llegaba a doler, era más bien una sensación extraña con un pequeño toque de placer.

Hizo el amago de sacar su miembro, haciendo que me agarrara a sus brazos con fuerza.

— Despacio —pedí con voz entrecortada.

Que deslizara su falo en mi se sentía sumamente inusitado.

Cuando consiguió sacar ligeramente su miembro de mi interior volvió a introducirlo, con la misma parsimonia de la vez anterior, tenía la sensación de que esta vez se había insertado en mi de una forma más profunda, apretando algo en mi cavidad, que como si de magia se tratase, me hizo explotar.

Un sinfín de sensaciones invadió mi cuerpo, haciendo que me retorciera bajo la extensión del alfa, aferrándome a su piel con fuerza, dejando que un ahogado gemido emergiera desde el fondo de mi garganta.

Namjoon al escucharme no dudó en aproximar su rostro al mío, regalándole un par de tiernos besos. Continuó su camino hasta mi cuello donde deslizó su lengua segundos antes de volver a embestirme con aquella prominencia característica del celo.

Incliné mi cabeza hacia atrás, abriendo mi boca, exponiendo aún más mi fuente de aroma, dejando que el alfa oliera y lamiera a su antojo.

Sentía como su acelerada respiración rozaba mi húmedo cuello, como su pecho subía y bajaba con rapidez chocando con el mío.

Solo hicieron falta un par de embestidas más para que el alfa con aroma a café hundiera sus dientes en mi.

Cerré mis ojos con fuerza al sentir como sus afilados caninos se abrían paso en el interior de mi piel.

Era como si aquella mordida dejara algo de Namjoon en mi, podía sentir su corazón latir con más fuerza y su respiración como si fuera la mía propia. Era capaz de percibir su euforia, su placer, el dolor que sentía por el celo y como este se aliviaba con cada embestida. Podía oler su miedo y notar el peso del riesgo que estaba asumiendo al compartir sábanas conmigo.

Todo aquello era la definición de la marca, la unión de dos seres, de sus almas, de sus cuerpos, un antes y después en la vida de ambos.

Namjoon gruñó aún con mi piel entre sus fauces, una expresión que denotaba placer, dolor, miedo y locura, sabía que ahora él también podía sentirme de la misma forma que yo lo sentía a él.

A pesar del dolor que emergía de mi cuello aquella marca había sido capaz de colocar una sensación diferente en mi, una sensación de tranquilidad, capaz de arrancar un sonoro suspiro de mi garganta, suspiro que podía traducirse en un "estoy a salvo", protegido por el gran alfa, abrazado por su calor y su ardiente piel con aroma a café.

Abrió su boca, consiguiendo que sus caninos abandonaran mi rojiza piel, para segundos más tarde pasar su lengua por aquella marca, limpiandola de cualquier resto de sangre que pudiera quedar en ella.

Lamió con mimo a la vez que impartía pequeños y tiernos besos por dicha zona, permitiendo que el confort me rodeara.

Las embestidas del alfa no cesaron, notaba a la perfección como su palpitante falo se abría paso en mi interior con cada estocada.

Observé su rostro cada vez que el placer me lo permitía, abriendo mis ojos ligeramente, encontrándome con lo suyos, pupilas dilatadas con un característico brillo de deseo en ellas, sin duda se veía hermoso.

De forma simultánea a aquel incesante bombeo de caderas, el alfa agarró mi miembro con una de sus manos, deslizándolo de arriba a abajo, apretando ligeramente su mano sobre mi.

Aquel estímulo en mi miembro sumado al placer que experimentaba en cada embestida me traslado a un estado de éxtasis absoluto, sentía como la tensión recorría mis piernas, como todo mi cuerpo se preparaba para rozar con la yema de los dedos mi máximo punto de placer.

Parecía que mi expresión lo decía todo, que mi cuerpo gritaba aquella necesidad de alcanzar el clímax.

Tal y como mis deseos aclamaban el miembro del alfa comenzó a inflarse en mi interior, liberando su semilla en dicho lugar, causando que de forma inevitable el mío imitara su acción.

Fuertes gemidos escapaban de mi garganta al sentir como cada vez el alfa se hacía más grande en mi interior, llenándome por completo.

Mi abdomen comenzó a sentirse mojado a causa de mis propios fluidos, mi glande goteaba de forma incesante bajo la atenta mirada del alfa, quien gruñía de una forma bastante sensual, a mi parecer, cada vez que su falo se contraía para liberar su semen.

No fui consciente del tiempo que transcurría a nuestro alrededor, no sabría decir cuánto tiempo estuvimos en aquella posición, ambos admirando nuestros rostros, mirándonos con cariño.

Pasó una de las yemas de sus dedos por mi mejilla, acariciándome, haciéndome salir de la burbuja en la que él mismo me había metido, devolviéndome a la realidad, maravillándome por ella.

Me sentía completo, suficiente, rodeado de amor, no tenía que fingir, no tenía que pretender ser alguien que no era, no anhelaba nada ni a nadie, me sentía en paz.

Respiré hondo disfrutando de su tacto, cerciorándome de que todo aquello era real, que no formaba parte de ningún sueño, no pude evitar sonreír dejando que una pequeña lágrima abandonara mis rasgados ojos, jamás pensé experimentar una felicidad tan inmensa como aquella.

El aroma a cítricos y café inundaban aquella cámara, la tensión se había liberado de nuestros cuerpos, dejándonos a ambos en un nivel de relajación extremo, consiguiendo finalmente que el cansancio nos abrazara y el sueño nos llevara.

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300 meses más tarde, aquí está el capítulo de resiliencia.

Aun tengo que editarlo y eso pero es que lo he terminado y no me he podido resistir a subirlo.

Se que es contenido Namjin, dont worry el siguiente cap hay otros protas.

El motivo por el que me ha constado tanto escribirlo es por que es mi primer yaoi, y bueno me sentía insegura a la hora de escribirlo, además como bien saben esta novela se titula resiliencia, terminar este capítulo para mi significa terminar una etapa oscura de mi vida en la que lo único que me salvaba era pensar en esta novela, llevo más de un año con este capítulo en la cabeza, soltarlo y comenzar con los siguientes se siente como una liberación.

Este capítulo es el que más he sentido y en el que más he llorado, me ha costado despedirme de esta etapa, pero ya está hecho.

Nuevas etapas comienzan y nuevos capítulos vienen.

Espero que les guste la novela tanto como a mi, sorry por tardar tanto.

Y si, terminaré esta novela, básicamente por que ya tengo las escenas finales en mi cabeza 😂😂, lo complicado es pasarlas a papel y encontrar las palabras que transmitan exactamente lo que quiero, que sean capaz de sentir lo mismo que yo cuando imagino cada escena.

Las he echado mucho de menos Sinners.

Gracias por leer 💛💛💛

Love u Sinners ❤️❤️❤️

Pd: más tarde lo subiré a Wix y la página web.

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