Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₈
— Solo una —contesté con suma seriedad.
Mi respuesta al parecer no le gustó en absoluto a Jungkook, quien gruñó con fuerza sobresaltándome pero no acobardándome.
— ¿Quién? —preguntó algo irritado.
— Sólo era una pregunta —respondí de la misma forma que él, intentando salir de aquel probador.
Que idea más estúpida la mía de meterme allí, hubiera preferido que me viera mi padre, por lo menos ya estaba acostumbrada a que él me tratara de forma desagradable.
— No estoy jugando —gruñó tirando de mi cintura devolviéndome de nuevo al interior del probador—. ¿Quién?
Aquello no me gustaba, no me gustaba en absoluto, había temas que no se tocaban y este era uno de ellos.
— Escúchame bien saco de pulgas chismoso y pervertido, aparta tus sucias zarpas de mi y deja de preguntar mierdas que no te incumben —gruñí encima de su rostro sumamente cabreada, hasta mi loba había sacado sus garras a pesar de lo mucho que le gustaba Jungkook y su lobo.
En ese momento ni yo misma creía todo lo que acababa de decirle a Jungkook, que lejos de estar enfadado se quedó mirándome con una expresión que no supe muy bien cómo identificar.
Era algo así como sorpresa y algo más.
Suavizó su rostro sin abandonar la sorpresa y obedeció mi mandato, liberando mi cintura.
Aquello me lo tomé como una gran señal para salir corriendo antes de que él se diera cuenta de que se había doblegado ante una "omega".
Salí de aquel probador como alma que lleva el diablo, temía terriblemente que Jungkook viniera a por mi y me hiciera ver que esa no era la forma de tratar a un alfa.
En aquella tienda repleta de ropa pude divisar al fondo una brillante cabellera roja, hacia la cual corrí sin importar si estaba acompañado o no.
— Tae —llamé su atención una vez estuve lo suficiente cerca de él.
— ¿Y Jungkook? —preguntó al ver mi ausencia de compañía.
— No sé, vámonos —pedí mirando a mi alrededor algo intimidada.
En ese momento recordé que no solo era la presencia de Jungkook la que me hacía temer, sino la de mi padre, el cual no sabía si aun se encontraba en el interior de la tienda y si había sido capaz de captar mi olor, aquel que dejé salir en el probador junto a Jungkook.
Necesitaba salir de esa tienda cuanto antes, más bien lo que deseaba era volver.
— ¿Cómo nos vamos a ir? Acabamos de llegar, además no has comprado nada.
— Echa lo que quieras —dije con el propósito de irnos cuanto antes—. Quiero volver a casa —supliqué con ojos de cachorrito, ganándome un asentimiento por parte de Taehyung, el cual se hallaba muriendo de ternura en aquel instante.
En ese momento fui consciente de las palabras empleadas, había dicho que quería volver a casa, la palabra "casa" retumbaba en mi cabeza, no podía considerar aquella fortaleza mi casa, pues no podría quedarme allí por mucho más tiempo.
Cada día era más consciente de que mi mentira poco a poco saldría a la luz, sabía que Jungkook tarde o temprano se daría cuenta de mi verdadera condición, si es que no se había dado cuenta ya, pues dudaba mucho que no se hubiera hecho preguntas acerca de mi olor, el por qué camuflaba el verdadero por otro o el por qué de mi desmayo del otro día, las omegas eran débiles, pero no como las gammas, mi cuerpo era demasiado débil.
Demasiadas preguntas para las que no sabía si Jungkook poseía las respuestas, y de ser así, de saber mi verdadera condición ¿por qué aun no se había desecho de mi?
Aquellas especulaciones me hacían sentir más insegura, con más ganas de volver a la que no podía considerar mi casa.
— ¿Qué tal esta? Creo que es de tu estilo —preguntó señalando una sudadera verde de lo más bonita.
Asentí sin siquiera pensarlo, no me había dado cuenta de la montaña de ropa que Taehyung portaba en sus manos hasta que llegamos a la caja.
Le había dado tiempo a echar de todo mientras yo me hallaba inmersa en mis pensamientos y agobios internos.
Miré a mi alrededor intentando encontrar las caras de las personas de las que me encontraba huyendo, encontrándome con nada, parecían haber desaparecido.
Aquello se me hizo demasiado extraño, no tener ningún alfa a mi alrededor era poco habitual en la que ahora era mi nueva manada.
— ¿Y Hoseok? —pregunté preocupada recordando lo solo que estaba Tae cuando lo encontré.
— Tenía que hacer unas cosas —contestó sin siquiera mirarme.
— ¿Qué cosa es tan importante como para dejarte solo?
Estaba segura de que eso a Jungkook no le gustaría nada.
— El alfa de los Sang esta aquí —comentó Tae mirando de un lado a otro, como si mencionarlo para él estuviera prohibido.
Aquella frase puso mis vellos de punta, e hizo que mi corazón se acelerara más de lo que quería.
— ¿Lo conoces verdad?¿Es familiar tuyo? —preguntó mirándome de lo más curioso, haciéndome entrar ligeramente en pánico.
— No —negué al instante—. ¿Por qué iba a ser familiar mío? —dije intentando restarle importancia, como si lo que hubiera dicho Tae fuera lo más absurdo del mundo.
— Mmm, no sé —se hizo el pensativo— ¿Porqué compartís el mismo apellido quizás? —preguntó con sarcasmo.
Buen punto, pero no lo admitiría tan fácil.
— Hay más Sang en el mundo, no tenemos porqué ser de la misma familia —aseguré saliendo de aquella tienda junto a él, viendo como ningún alfa nos esperaba en la puerta.
Ni siquiera Jungkook estaba allí ¿Qué era lo que se traía con la manada de mi padre como para dejarnos a solas? Aquello era demasiado extraño, Jungkook era demasiado sobreprotector, eso me hacía pensar que se trataba de algo realmente importante.
— Si no lo conoces ¿cómo sabes a qué Sang me estoy refiriendo? —formuló Tae ganando por goleada.
Se hizo el silencio, a veces me preguntaba por qué había nacido tan tonta, luego recordaba por quien había sido engendrada y todo cobraba sentido en mi cabeza.
— Tranquila, nadie te pide explicaciones cuando vienes de la manada de los Sang —tranquilizó al ver mi mirada de lo más perdida, intentando encontrar alguna respuesta coherente a la pregunta que me había dejado fuera de juego.
— ¿Cómo estas tan seguro de eso?
¿Por qué no pedir explicaciones cuando se trataba de los Sang? ¿Era acaso esa la razón por la que nadie me las había pedido desde que llegué?
— Porque yo vengo de esa manada.
.
.
.
El día de compras se resumió en Taehyung y yo, de tienda en tienda, comprando artículos con prudencia.
Nos habíamos pasado el día en ausencia de alfas, haciéndome sentir más curiosa de lo normal, no sólo por los alfas sino por Taehyung, el cual se había negado a dar explicaciones sobre su pasado con los Sang, alegando que no tenía porqué darlas.
— Ya es tarde —comentó Taehyung cargando con todas las bolsas a la vez que miraba su reloj—. Debemos ir al parking, allí nos esperan los alfas.
Asentí si dudarlo, mis pies dolían horrores, mi cuerpo pesaba cada vez más y mis fuerzas por tener que camuflar mi olor cada vez se iban reduciendo más y más.
Estaba segura que mi falta de fuerza se reflejaba en mi cara, pues nada más verla Taehyung insistió en cargar con todas las bolsas sin excepción.
Ambos caminábamos rumbo al parking, me hacía gracia ver como Taehyung me protegía a pesar de ser un omega, cada vez que un alfa se me acercaba poco tardaba Taehyung en ponerse en medio o incluso sacar sus dientes para espantarlo.
— ¿Te ha encargado Jungkook que me protejas como si fueras un alfa? —pregunté recordando su comportamiento mientras bajabamos una gran rampa.
— No hace falta que me diga nada, tu eres de Jungkook, no dejaría que ningún alfa se te acercase.
Aquella frase no me gustó en absoluto, pero mi boca comenzaba a doler de la cantidad de veces que había repetido que yo no era de Jungkook.
— ¿Por qué le ofreces tanta lealtad?¿A qué se debe tu admiración por él?
Aquella pregunta le hizo sonreír.
— Porque fue él la única persona que me acogió cuando nadie más quería, el único alfa que me ha admitido en su manada sin pedir nada a cambio, al igual que a ti. Le debo mi lealtad por el simple echo de salvarme la vida y hacer que esta sea algo más que sufrimiento y desgracia —confesó emocionado.
Ahora entendía el comportamiento de Tae, estaba en deuda con Jungkook, al igual que yo, la diferencia es que él era un dulce y fiel omega mientras yo era la gamma contestona y mentirosa.
— ¿Tú fuiste desterrado? —pregunté en un hilo de voz.
Aquella pregunta no pudo ser contestada, el sonido de las ruedas rechinando sobre el asfalto llamaron nuestra atención, dejándonos ver el bonito coche gris plata, con la única presencia de Hoseok en su interior.
— Arriba —ordenó Hoseok con un movimiento de cabeza.
Tae y yo no nos permitimos el lujo de dudar, nos montamos en el coche con suma rapidez, haciendo que este acelerara aún más rápido.
— ¿Dónde está Jungkook? —pregunté sin entender.
¿Acaso nos iríamos de aquí sin él?
Hoseok pasó olímpicamente de mi, sin siquiera molestarse en mirarme, dejando un ambiente más que tenso.
Siguió acelerando aquella preciosidad, sacándonos fuera del parking, encaminándonos rumbo a la fortaleza sin la presencia de Jungkook.
Miraba el paisaje con demasiados pensamientos en mi cabeza, tantos que ni siquiera me había percatado de que la noche había caído.
Sin esperarlo el coche paró en seco, momento en el que agradecí llevar puesto el cinturón, de no ser por él ahora mismo habría salido volando tragándome la mitad asfalto.
Delante del coche se encontraba Jungkook, con sus penetrantes ojos dorados, haciéndome dar un respingo de sorpresa, pues había aparecido de la nada.
Segundos después se subió al coche, sin emitir sonido, con la respiración agitada y un olor a tierra más fuerte de la habitual, parecía haber pasado todo el día en el bosque, sin embargo su ropa seguía igual, intacta, haciéndome saber que no había sacado su lobo a la luz.
Todos permanecimos en silencio, Jungkook a mi lado, el cual ni siquiera me había dirigido la mirada, y Tae al lado de Hoseok cubierto por una montaña de bolsas que por culpa de las prisas no habíamos podido meter en el maletero.
— Taehyung —lo llamé captando la atención de todos los presentes en el coche, me sentía un tanto observada—. Dame las bolsas si quieres, aquí atrás hay sitio —sugerí velando por el bienestar de mi nuevo amigo.
Tae asintió encantado pasándome todas las bolsas, incluidas las de mi nueva ropa interior, aún se me encienden las mejillas al recordar el bochorno tan grande ante la insistencia de Taehyung por comprar un conjunto provocativo para Jungkook, conjunto que no pensaba usar en mi vida, demasiado revelador para mi gusto.
No entendía cómo a eso podían llamarlo ropa interior, aquello eran cuatro tiras de tela mal cosidas que no te sujetaba ni cubría nada, se me veía todo prácticamente, llevar eso y nada era lo mismo.
Fui colocando las bolsas a mi alrededor, ante la atenta mirada de Jungkook, el cual había abandonado ese intenso color dorado, sustituyéndolo por el azabache de siempre.
— ¿Qué te has comprado? —habló por primera vez desde que se subió al coche.
— Ropa —contesté simple.
— ¿Puedo verla? —preguntó cogiendo una de las bolsas, concretamente la que no quería que cogiera.
— ¡No! —chillé alarmada intentando arrebatar la bolsa de sus manos, fallando obviamente, competir con los reflejos de un alfa era algo que no estaba a mi alcance.
— ¿Por qué? —formuló con una sonrisa, acababa de volver el Jungkook de siempre, como si se hubiera olvidado de lo ocurrido en el probador.
"Piensa, por tu vida" me pedí a mi misma, no podía cagarla más veces hoy, había cubierto el cupo de cagadas diarias de ___.
— Prefiero que sea una sorpresa —respondí con fingida suavidad, si llegaba a ver lo que había en esa bolsa pensaba tirarme de este coche en marcha.
Podía ver como Taehyung repremía una pequeña risa, tapando su boca con el puño, condenado, lo estaba disfrutando.
Al parecer no fui la única que se percató de la aguantada risa de Taehyung, Jungkook ahora se encontraba mucho más curioso que antes.
— Me gustan las sorpresas pero me puede más la curiosidad —dijo antes de abrir la bolsa y echarle un vistazo.
Me quería morir literalmente, ni siquiera sabía a dónde mirar.
Por otro lado estaba Tae secando sus lágrimas.
Pude ver como Jungkook tragaba saliva con dificultad para después pasar a un gran silencio.
Tengo miedo.
Hizo el amago de comenzar a hablar arrepintiéndose al instante, cerrando su boca de nuevo.
Mucho miedo.
— Pensé que tu estilo era la ropa antierección —se decidió al fin después de aclarar su garganta.
— Es de Tae —me excusé inmediatamente esquivando la dorada mirada de Jungkook.
Mi excusa le llevó a meter la mano dentro de la bolsa, para sacar un sujetador que constaban de unas líneas de tela y más transparencias de las que me gustarían.
— Mentirosilla —me llamó curvando sus labios de manera juguetona.
Giré mi rostro para dejar de verlo, jamás había pasado tanta vergüenza en mi vida, ni siquiera cuando tuve mi primer celo.
De seguro millones de escenas estarían pasando por la cabeza de Jungkook y su lobo en este momento, haciéndome sentir tremendamente abochornada pues yo no quería comprar ese provocador conjunto.
No quería que Jungkook sacara conclusiones precipitadas, pero me temía que ya lo había hecho.
Llevé mis frías manos a mis mejillas, intentando enfriarlas, algo bueno tenía que tener poseer unas extremidades donde la circulación parecía inexistente.
Miraba por la ventana, deseando desaparecer, cuando sin comerlo ni beberlo un coche apareció a nuestro lado, a toda velocidad, Hoseok no dudó en girar de manera brusca, causando que aquel coche casi nos sacara de la carretera.
Aquello me asustó terriblemente ¿acaso ese tío estaba loco o qué?
Media décima de segundo fue exactamente lo que tardó Jungkook en quitarme el cinturón y subirme sobre sus piernas, agarrando mi cintura con posesión, quedando mi cuerpo de perfil al suyo.
No sabía si me encontraba más nerviosa por la cercanía de Jungkook o por lo ocurrido segundos atrás.
Miré a Jungkook sorprendida, topándome con la seriedad reencarnada en persona, estaba realmente molesto con el coche que había intentado sacarnos de la carretera.
— ¿Qué hago? —preguntó Hoseok volviendo a la carretera.
Visualicé a Tae, el pobre se hallaba agarrado a todos los bordes que podía del coche, podía oler su miedo desde aquí, si podía olerlo yo no quería imaginarme como lo estaban captando los alfas.
— Adelántale —ordenó Jungkook apretándome contra su cuerpo.
Aquello me hizo temblar ligeramente, no quería problemas ahora, estaba cansada, solo quería volver a la fortaleza, meterme en la amplia cama con olor a chocolate y dormir.
Sentirme rodeada por los brazos de Jungkook se sentía de lo más extraño, me sentía protegida, como si nada ni nadie pudiera dañarme allí.
Su olor a chocolate me recordaba a la cama en la que dormía, haciéndome querer recostarme sobre él.
Cuando me quise dar cuenta mi cabeza ya me hallaba escondida en su cuello, aspirando su fuerte aroma a chocolate puro, nunca llegué a pensar que este olor llegara a relajarme tanto, parecía que los coches habían desaparecido, que ya no nos encontrábamos en la carretera, como si solo estuviéramos Jungkook y yo.
El alfa de ojos dorados ciñó sus brazos a mi cuerpo, arropándome con su calor, me hubiera quedado dormida de no ser por la voz de Jungkook.
— Para el coche —dijo con seriedad haciéndome salir de mi trance.
Hoseok paró en seco, haciendo que el coche que acabábamos de adelantar, el mismo que casi nos saca de la carretera, se parara también.
Jungkook me levantó de su regazo, dejándome a un lado.
— No te muevas de aquí —gruñó bajando del coche y cerrando la puerta con fuerza.
Estaba loco si pensaba que me iba a mover de mi sitio.
— ¿A dónde va? —formulé al ver como se acercaba al coche parado tras nosotros.
— A enseñarles modales —contestó Hoseok con una pequeña sonrisa.
— ¿Les va a pegar?
Lo que faltaba, presenciar una pelea entre alfas.
— ¿Pegarles? No, Jungkook es mucho más elegante que eso —habló dejando que el orgullo por el alfa inundará sus palabras.
Jungkook paró frente a la ventanilla del coche, no sabía muy bien lo que estaba diciendo, pero sabía que sería de todo menos bonito.
Todo iba con normalidad, pensaba que les echaría el sermón del siglo, pero no fue así.
El siguiente acontecimiento hizo reír a Hoseok, el alfa acababa de romper la ventana del coche, por la que sacó a un alfa para tirarlo a un lado de la carretera, como si fuera un saco de patatas.
Al ver de quien se trataba palidecí, uno de los alfa encargado de perseguirme el día de mi destierro.
Aquello me dejó en shock, pero lo siguiente que hizo Jungkook logró sorprenderme aún más, pasó de aquel alfa, como si no estuviera ahí, para agacharse levemente, pasando sus manos por la parte de abajo del coche, levantándolo.
¿Acababa de levantar el coche de una sola vez? ¿Con sus propias manos?
Consiguió colocarlo de forma vertical, dejando la ventanilla pegada al asfalto, y de un empujón, logró darle la vuelta, dejándolo bocabajo, destrozando el coche y siendo imposible montarse en él.
Una vez terminado sacudió sus manos, le dedicó un par de palabras al alfa tirado en el suelo, que al igual que yo, se hallaba en shock.
Caminó hacia el coche con tranquilidad, metiéndose en él y cerrando la puerta, sentándose a mi lado.
— Vámonos.
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Gracias por leer💜💜💜
Love u Sinners❤❤❤
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