Capítulo 37

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—¡Ay sí!— exclamó Deidara desde que me vio.

Llevaba ya tres días en casa y, honestamente, no me arrepentía de nada. Desde la primera noche habíamos estado festejando, viendo películas y bebiendo aunque los chicos trabajaran a la mañana siguiente. Me sentía con los ánimos por el cielo.

En esas 72 horas me permití reflexionar un poco más sobre el tema de Sasuke, y llegué a la conclusión de que lo mejor era dejarme vivir. Ya estaba cansada de torturarme tanto, no me permitiría tener más dolores de cabeza por esta situación.

Así que me permití fluir.

En la madrugada del cuarto día me colé en la habitación del pelinegro. Sasuke había conseguido uno de esos proyectores que apuntan al techo y reflejan una imagen del espacio, así que me invitó a vivir la experiencia con él.

—Tengo leche caliente— murmuró Sasuke, luego de encender el aire acondicionado para crear una mejor ambientación.

—Oh Sasuke, no pensé que estaba en nuestros planes hacer propuestas indecentes— bromeé mientras le guiñaba un ojo.

El Uchiha me miró con una expresión de confusión. Podía ver claramente cómo los engranajes de su cerebro se movían a toda velocidad mientras él trataba de entender mi respuesta. Al hacerlo simplemente elevó una ceja.

—Entonces, ¿Quieres esa leche?— cuestionó al tiempo que deslizaba la sábana lejos de su cuerpo.

El tiempo se detuvo y sentí que en ese cuarto solo estábamos los dos. Sobre todo cuando hizo el gesto de bajarse los pantalones con su sensual sonrisa ladina. Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

—¿Por qué los bajas tan lento?— pregunté totalmente embelesada con la imagen frente a mí.

—Quiero darte algo bueno para ver— respondió Sasuke.

La proyección de las estrellas pasó por el rostro de mi compañero. En ese preciso instante creí que la magia era real, y Sasuke definitivamente tenía conocimiento de ella. Su belleza pasó a ser etérea.

—Ya estoy viendo algo maravilloso, Sasuke— susurré.

El pelinegro sonrió y me rodeó con sus brazos. Se dejó caer en la cama conmigo sobre su pecho y suspiró.

—La leche caliente era por si no podías conciliar después el sueño y la necesitabas. Escuché que es buena para eso— dijo, mientras usaba una de sus manos para jugar con mi oreja.

—¿Y teníamos intención de dormir? Pensé que veríamos las estrellas hasta el amanecer— dije con una sonrisa.

—Si me das la oportunidad, entonces sí las veremos hasta que nuestros ojos se cierren solos— dijo él luego de colocar su brazo derecho en su nuca.

Nuestras miradas se encontraron y nos quedamos en silencio durante un rato. Sus ojos eran como dos ventanas abiertas a su alma. Podía ver reflejado en ellos todo el cariño que este hombre había comenzado a sentir por mí.

—Dime un secreto— dijo Sasuke después de un rato.

—¿Un secreto?— cuestioné mientras ladeaba mi cabeza.

—Sí. Confiésame algo de lo cual te gustaría que solo yo tuviera conocimiento— explicó.

Mordí mi labio inferior. ¿Una confesión? ¿Algo de lo cual sólo él tuviera conocimiento de?

—Vamos, no te pongas tímida conmigo ahora— pidió el Uchiha al tiempo que acercaba mi rostro a su oreja.

Sonreí.

—Volví al apartamento por ti— confesé.

Sasuke me miró de reojo y volvió a usar su sonrisa ladina en mí.

—¿No te pedí específicamente un secreto?

A la mañana siguiente fuimos los primeros en despertar. Tras intercambiar un "buenos días" ambos salimos del cuarto y nos dirigimos a la cocina. Sasuke solamente vestía unos pantalones de chándal negros, yo en cambio llevaba mis bragas con una camiseta, ambas del mismo color.

—¿Qué quieres desayunar?— cuestioné mientras buscaba el delantal que usaría.

—Tostadas con café suenan bien— respondió Sasuke tras revisar el reloj —. No quiero que se me haga tarde para ir al trabajo así que me iré duchando— añadió.

Yo asentí en respuesta y lo vi marcharse. Al poco tiempo la puerta de los chicos se abrió y cuatro cabezas salieron. Todos ellos tenían el cabello alborotado y lucían más dormidos que despiertos.

—Buenos días Afrodita— saludó Kisame.

El pobre había arrastrado una silla para sentarse. Silla que Itachi le quitó y Kisame terminó con el culo en el suelo. Me podía llevar quien sea, pero no contuve una carcajada.

—¿Ya despertó mi hermano?— preguntó Itachi, como si nada, mientras se sentaba en la silla que le acababa de quitar a su amigo.

—Sí, se está duchando— respondí.

—Uhh, ¿Y tú cómo sabes eso? ¿Pasaron cosas de las cuales debemos enterarnos?— cuestionó Deidara desde su asiento.

—Hace poco estuvo aquí y pidió tostadas con café para desayunar— expliqué dando media vuelta para verles la cara —. ¿Ustedes desean lo mismo o les preparo algo más?

—Si me pudieras hacer una sopa instantánea prima, te estaría muy agradecido— dijo Naruto mientras rascaba su cabeza.

—Está bien Naru. Kisame ¿Te golpeaste muy fuerte querido?— pregunté.

—No mi querida— contestó él. Al parecer se resignó y decidió que no valía discutir por una silla, ya que se había trasladado al sofá.

Los próximos 15 minutos la pasé tostando pan y exprimiendo algunas naranjas para hacerles jugo a los chicos en caso de que decidieran dejar el café para llevarlo a su trabajo. La sopa instantánea de Naruto estuvo lista primero que el desayuno de los demás, así que para cuando estaba colocando los platos frente a los otros, él ya tenía la mitad del ramen en su estómago.

Sasuke ya se había duchado y se encontraba comiendo vestido con su bata de baño. Naruto, Deidara, Kisame e Itachi seguían con su ropa de dormir puesta. Una vez segura de que todo el mundo estaba comiendo, me serví una taza de café y me senté junto a Sasuke.

—Yo propongo que hoy hagamos una pijamada todos juntos— dijo Deidara de repente.

—¿Una pijamada?— cuestionó Sasuke a mi lado.

—A mí me parece una buena idea. Saliendo del trabajo puedo comprar algunos snacks y ustedes pueden elegir una película— argumentó Itachi.

—Estoy de acuerdo contigo 'tachi— dije —. Puedo preparar la sala para la ocasión— añadí.

—Ilumínanos con tu creatividad, dolor de culo— dijo Naruto mientras llevaba sus trastes sucios a la cocina.

Acto que los demás imitaron luego de terminar con sus platos. Me estaba levantando para lavarlos cuando Sasuke me detuvo. Kisame se ofreció a encargarse de la losa y los dos hermanos Uchiha sacaron unos minutos de su tiempo para prepararme el desayuno.

Me prepararon yogurt con frutos del bosque y avena. Todo el proceso de preparación había resultado muy cómico, ya que los dos pelinegros iban dejando los utensilios en el área de trastes sucios y Kisame solo alzaba la mirada al techo.

—Todo sea porque tú comas bien— dijo, como si tratara de buscar una justificación ante las acciones de los hermanos.

—Muchas gracias, a los tres— dije.

Ellos simplemente asintieron. Kisame e Itachi se fueron a vestirse, sin embargo Sasuke se quedó conmigo.

—¿No tienes que ir a cambiarte, Sasuke?— cuestioné.

—Deje la ropa preparada sobre la cama y me visto rápido— dijo, sin levantar la vista de su celular —. Además, no me parece justo que te deje sola después de que te encargas de preparar el desayuno de todos y acompañarnos mientras lo comíamos.

—Vaya, al parecer los Uchihas si tienen su punto blando— bromeé mientras lo empujaba con mi hombro.

—No hagas que me arrepienta de esto— dijo Sasuke luego de deslizar su mano por mi muslo derecho.

Observé su mano y luego a él varias veces. El pelinegro tenía su tentadora sonrisa ladina en combinación con una ceja alzada.

—Eres terrible— murmuré luego de volver a mirar mi plato.

Sasuke solo se rio.

Sasuke

Las horas en el trabajo pasaban volando. En un parpadeo ya me encontraba en mi hora de descanso, disfrutando de la comida casera que ____ había preparado.

Hablando de la prima de mi mejor amigo, justo desde mi móvil podía ver su imagen mientras ella limpiaba. Unos quince minutos atrás me había llamado en videoconferencia y no pude negarme.

—Tenía una petición que hacerte en la madrugada— dije mientras veía como ella se acercaba a su móvil —. Pero alguien estaba muy ocupada haciendo chistes de doble sentido con la leche caliente.

—Oh vamos Sasuki, admite que eran graciosos— dijo ____ sonriendo.

—¿Sasuki?—.

—Ya dime que es lo que necesitas— se apresuró a decir ella, con tono nervioso.

—Discutiremos ese apodo tuyo después. Lo que necesito es que vengas conmigo al médico— expliqué algo nervioso.

Aunque sabía que no había nada malo conmigo, no podía dejar de pensar en la noche que Sakura me dijo que podía tener una disfunción eréctil. Me he demostrado lo contrario varias veces, pero es mejor ir con un especialista para tener la conciencia tranquila.

—¿Estás bien Sasuke? ¿Por qué necesitas ir al médico?— cuestionó ____ con aparente preocupación.

—Es solo para un pequeño chequeo, no te preocupes— dije. Sin embargo, mi respuesta pareció no convencerla—. Ya te diré luego— añadí.

____ permaneció en silencio durante un rato. Yo me dediqué a verla mientras terminaba mi comida. Se mantenía ocupada con la limpieza del apartamento para la actividad que llevaríamos a cabo esa noche.

—¿Qué necesitas que lleve?— pregunté después de un lapso.

—Itachi ya dijo que se encargaría de traer snacks— respondió ella, sumida en su labor de limpieza—. No creo que necesitemos algo más que eso— continuó.

El sonido de su voz se detuvo cuando la alarma de mi celular indicó que ya mi receso había concluido. ____ se percató de ello y decidió terminar la llamada siendo su último gesto lanzarme un beso.

No es un secreto para nadie que le hice una captura a mi pantalla justo en ese momento. Y en otros donde se veía más hermosa de lo que ya era.

Una vez concluidas mis horas laborales salí de la empresa y manejé hasta el apartamento. El tráfico estaba en sus buenas y parecía que no llegaría a la casa nunca. En medio de mi aburrimiento se me ocurrió la estúpida idea de comprar velones aromáticos para ____, aunque ni siquiera sabía si a ella les gustaban.

Es así como aprovechando que avanzó un poco el estancamiento, me desvié a una tienda para conseguirlas. Compré de varios aromas y distintos tamaños. También agarré las normales, solo por puro capricho. Nunca vienen mal.

Me tomó 45 minutos llegar al apartamento. Para ese punto ya estaba exhausto. Observé el estacionamiento y el auto de mi hermano mayor ya se encontraba ahí. Eso quería decir que yo era el último en llegar a la reunión. Para variar.

Entré al edificio y subí por el ascensor. Casi arrastrando los pies llegué a la puerta de entrada y toqué. De inmediato se abrió, dejando ver a la prima de Naruto, quien se notaba preocupada.

—Dios, pesaba que te había pasado algo— dijo ____ mientras llevaba una mano a su pecho y suspiraba.

—El tráfico estaba horrible— dije al tiempo que me acercaba a ella y besaba su frente en forma de saludo.

Al perecer la pijamada ya había comenzado, pues Itachi, Naruto, Kisame y Deidara ya se encontraban en sus ropas de dormir sentados en el suelo de la sala. El mismo estaba adornado con futones, almohadas, cojines y sábanas. Se veía realmente cómodo.

Los chicos se encontraban mirando sus celulares como si su vida dependiera de ello. Trataban de disimular lo ya obvio: habían visto mi gesto con ____.

—Vamos apresúrate— dijo ____ arrastrándome hacia mi habitación.

—¡No hagan mucho ruido!— exclamó Deidara en tono juguetón.

Rodeé los ojos y entré en mi alcoba junto a ____. Antes de ir a darme un merecido baño, le pasé la bolsa con las velas.

—¿Qué es esto?— preguntó ella con curiosidad.

—Velas— respondí.

Antes de que ella pudiera decir algo más yo me dirigí al baño y cerré la puerta. Retiré mis ropas y caminé hasta la ducha. Abrí el grifo y me dediqué a ver el agua fluir hasta que se calentara un poco más. Cuando estuvo a la temperatura ideal para mí, permití que mojar mi piel.

Estaba comenzando a relajarme cuando, de repente, las luces del baño se apagaron. A lo lejos pude escuchar exclamaciones y gritos por parte de Deidara. Maldiciones saliendo de la boca de Naruto y carcajadas de mi hermano y Kisame.

El agua comenzaba a enfriarse con rapidez y no pude evitar suspirar. Nos habíamos quedado sin energía eléctrica.

¡Hola chicas! Vuelvo a recordarles que tenemos página de Instagram. ¡Subo contenido diario relacionado con los fanfics y mis husbandos! jaja fangirl como yo sola. Espero que tengan lindo día.

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