Capítulo 28.
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Mentiría si digo que no lloré cuando dejamos el hotel en Las Vegas. Quizá lloré otro poco en el avión y un poco más en el aeropuerto, causando que Kakashi me prometiera que volveríamos pronto, los dos solos.
También no estaría siendo honesta, si omito el detalle más importante de esta historia: Naruto y Dei puede que derramaran dos o tres lágrimas por igual. Naruto en nombre de su deseo de ir a Las Vegas, y Deidara porque no se consiguió ningún Sugar Daddy, o alguna presa a la cual atormentar y manipular para que le consiguiera una habitación gratis en un hotel distinto en aquel lugar, tal vez por el resto de sus vidas. ¡La cual esperamos que sea larga!
—Es momento de decir adiós— dijo Kakashi.
Su mano encontró su lugar en mi espalda baja, mientras caminábamos al grupo, para ir cada quien por su lado a partir de ese momento.
—Fue bueno mientras duró— admití, abrazando a Kisame. Él correspondió de inmediato, apretándome levemente.
—No hables como si esto fuera una despedida a largo plazo. ¿Acaso no recuerdas que tienes un cuarto solo para ti? — cuestionó el antes mencionado —. Te tengo envidia, no sabes lo que es dormir con tres hombres más— añadió.
—Si, tampoco es que quiera imaginarlo. . . ¿O quizá sí? — dije, enarcando una ceja en forma pícara.
Kisame soltó una carcajada, mientras llevaba una mano a mi cabello y lo revolvía un poco. En sus ojos podía ver la sinceridad de sus palabras, quizá también una pizca de melancolía.
—Ven aquí— ordenó Itachi.
Extendió sus brazos en mi dirección y yo no dudé en ir a ellos y corresponder el gesto. Si Kisame anteriormente me había apretado, entonces es correcto afirmar que Itachi me dejó sin aire.
—No puedes abandonarnos por ese viejo canoso— bromeó, apoyando su barbilla sobre mi cabeza. No era necesario verlo para saber que estaba sonriendo —. Sabes que estamos esperando ansiosos tu regreso, faltan las risas en casa— admitió.
Sentí mis ojos picar levemente y las ganas de marcharme con ellos me hicieron dudar seriamente, más ya había quedado de volver con Kakashi, y no quería faltar a mi palabra.
—Solo es un hasta pronto Itachi, estaré allá cuando menos te lo esperes— afirmé, apartándome un poco para poder verle a los ojos.
—Y las risas volverán— dijo.
—Y las risas volverán— repetí.
Itachi depositó un beso en mi frente, me abrazó con fuerza unos segundo más, para después dejarme ir. Todavía tenía que despedirme de mis dos rubios y de Sasuke. A Sakura. . . bien podía decirle adiós también.
—Cada despedida es más difícil idiota— expresó Dei, mientras caminaba hasta donde yo estaba y me abrazaba, levantándome del suelo. A veces olvidaba que era hombre —, tienes que volver a casa ya. Sin ti ya no es un hogar— se sinceró.
No estoy llorando, no lo estoy, nope. Repetí varias veces en mi mente.
—Prima. . . ay dolor de culo solo ven aquí— dijo Naruto, acercándose a nosotros.
Abrió los brazos en grande y yo retiré uno de los míos del cuello de Barbie.
—Cuidado si la dejas caer perra, y mucho cuidado de hacer algo no heterosexual conmigo. Estoy en un momento sentimental— concluyó Naru, sollozando.
Bueno, si estoy llorando.
¿Y cómo no hacerlo? Nosotros somos el trío de oro, y nos estábamos separando después de una nueva aventura. Se supone que luego de esto, nos íbamos a casa y charlamos hasta el amanecer, recordando una y otra vez las estupideces de Naruto en el viaje, y riéndonos de los chistes de hace cinco meses. La mañana llegaría nosotros discutiendo por la última cerveza, y los dos rubios se marcharían al trabajo, teniendo que ingerir café cargado al no haber dormido.
Llegarían de mal humor ambos en la noche, Naruto se quejaría del "viejo" —como llama a su jefe—, y Deidara le diría que su día no pudo ser peor que el de él. Ambos se mirarían a los ojos y estallarían en carcajadas, volviendo a ser los mismos dos idiotas que tanto quiero.
— ¿Dejarán que me despida de ella? Kakashi ya listo para irse— habló Sasuke.
Miré por última vez a los dos estúpidos y besé la mejilla izquierda de ambos, luego de que Dei me dejara en el suelo.
—Hazlo rápido, que te esperan— dijo el menor de los hermanos Uchiha, extendiendo su mano en mi dirección.
Dudé un segundo, ¿Solo le daría la mano a Sasuke? Después de abrazar a los demás, sería un gesto feo el no hacerlo con él.
Di un paso indecisa, luego otro, y al siguiente mis manos ya estaban en los omóplatos del pelinegro; sus manos en mi cintura, con algo de duda. Tras unos segundos, con firmeza.
—Hasta otra— se despidió con un susurró en mi oído.
—Hasta pronto, Sasuke.
—Por fin has vuelto a casa— saludó Itachi, mientras abría la puerta del piso.
No pude evitar sonreír y lanzarme a sus brazos, sus labios dieron con los míos en forma de saludo, y correspondí gustosa.
—Oh vamos, no seas exagerado— habló Kakashi a mis espaldas.
Giré el rostro justo a tiempo para ver como el pelinegro y mi Hatake compartían un acalorado beso. No pude evitar sonreír, seguro que también esos dos se habían echado de menos.
— ¿Dónde están los demás? — cuestioné, caminando por el lugar, con ambas manos en la espalda.
— ¿Y los necesitamos? — preguntó Itachi de vuelta.
Le observé de reojo. El hermano mayor de los hermanos Uchiha se estaba desabotonando su camisa blanca, mordí mi labio inferior ante la vista.
—Solo estamos los tres— añadió Itachi, caminando en mi dirección.
Sus fuertes manos se posaron en mis caderas, acariciándolas. Me hizo girar para luego acorralarme contra una de las paredes. Sus hermosos ojos negros brillaban, pude ver el deseo en ellos. Itachi mordió mi labio inferior haciéndome gemir levemente por la sorpresa de su gesto.
—Kakashi, creo que es momento de que los tres pasemos un tiempo de calidad juntos— dijo, mientras me cargaba.
—No pudiste haberlo dicho mejor— afirmó el Hatake, quien ya se había retirado su camisa igual y caminaba justo tras nosotros.
—Espero que no te moleste que lo hagamos en la cama de Sasuke, preciosa— habló esta vez Itachi, mientras me dejaba sobre la cama de su hermano menor —, él tiene la cama más grande, estoy seguro de que no le molestará hacernos ese pequeño favor. Necesitamos todo el espacio posible en este momento— su dedo índice recorrió mi barbilla hasta quedar sobre mis labios —. Será nuestro pequeño secreto.
—Será nuestro pequeño secreto— repetí, antes de besar sus labios.
Unas manos retiraron la falda que llevaba puesta y luego acariciaron mis muslos. Los labios de Itachi eran suaves y aquel beso me hacía sentir que estaba en una nube.
Pronto la ropa comenzó a deslizarse fuera de nuestros cuerpos —algo rápido gracias a nuestro desespero— y no quedaron en aquella cama más que nuestros tres cuerpos desnudos, encontrando la forma de repartir el placer. Si no podía ser físico, entonces sería visual.
Ver a Kakashi y a Itachi besarse de vez en cuando, mientras ambos tocaban alguna parte de mi cuerpo, sin duda alguna, sin temor a equivocarme, resultó ser lo más erótico que vi en mi vida.
Ni hablar de cuando tuve ambos bastones del pecado frente a mi, y no dudé en saborearlos. Alternando de uno a otro, acariciando, lamiendo, probando.
—Pareces muy concentrada— habló Sasuke en mi oído, mientras yo le hacía un oral a su hermano mayor, y acariciaba el miembro de Kakashi —, ¿Será que puedo unirme en tu juego? ¿Soportarías un pecador más en el grupo? — cuestionó.
— ¿Qué haces que todavía no te has quitado la ropa? — fue mi respuesta. Algo dentro de mi tembló al ver su sonrisa ladina.
Lo observé mientras se desnudaba. Partiendo primero por la camiseta negra, luego por los pantalones, los cuales se fueron acompañados por aquel bóxer negro y. . .
Oh. . . por la Santa Madre.
En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba en la cama con Kakashi entre mis piernas e Itachi trabajando en mi trasero. Gemí complacida, cuando Sasuke colocó su pelvis en mi rostro. Abrí la boca y. . .
— ¡Mamá! — exclamé, mientras me sentaba de golpe en la cama. A mi lado el pelíplata se removió y alzó levemente la cabeza.
— ¿Mamá? — cuestionó somnoliento, yo me quise morir.
¿Quién en su sano juicio grita por su madre, tras haber tenido un sueño erótico con TRES hombres? ¡TRES!
Mis mejillas ardieron al escuchar la carcajada ronca de mi novio, que me daba la espalda para caer nuevamente en brazos de Morfeo.
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