Capítulo 20.

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— ¡DÉJAME VERLA! — enarqué una ceja, mientras me levantaba de la cama y caminaba fuera de la habitación —. ¡MI PERRA! ¡CUÁNTO TE EXTRAÑO! — Deidara corrió hasta donde estaba, abrazándome con fuerza.

—Pero. . . solo he estado fuera dos días— murmuré, acariciando la espalda de Barbie, mientras ella fingía sollozar en mi hombro.

— ¡TIENES QUE DURAR MENOS FUERA DE CASA! — Naruto estaba instalado como si este apartamento fuera su hogar, no pude evitar suspirar. Mis ojos dieron con los de mi novio, murmuré una pequeña disculpa.

—Si eso es, discúlpate perra, ¿no sabes que tengo miedo al abandono? — Dei me agarró con fuerza de los hombros, yo simplemente sonreí.

—Me disculpaba con Kakashi, no contigo zorra— la rubia llevó una mano a su pecho, ofendida.

—Tranquila querida, creo que puedo cuidar de todos tus hijos— Kakashi señaló con la mirada el comedor, Itachi y Kisame hasta café se habían servido, y ojeaban el periódico.

—Chicos, todos ustedes le deben una disculpa— dije, mientras me alejaba de Deidara, para abrazar por la cintura a mi Hatake. Él, por su parte, colocó su mano derecha sobre mi hombro, acercándome más a él, con cariño.

—Si, bueno, ¿Dónde está la crema para el café, papá? — cuestionó Kisame, alzando su taza.

—Chicos debemos sacarla de aquí, solo lleva dos días y ya Kakashi le lavó brutalmente el cerebro— Naruto asintió, confirmando las palabras de Dei. Kisame les siguió el juego, y no se me escapó el leve asentimiento de Itachi por igual.

Kakashi me había invitado a pasar unos días juntos en su apartamento. Ahora que yo no tenía trabajo, él se había pedido unas pequeñas vacaciones para poder pasarlas conmigo, ayudándome a conseguir empleo. Y claro, como no, disfrutando del tiempo de calidad en pareja.

Dormir en su suave cama y disfrutar de su presencia me había ayudado un poco, ver películas abrazados en la sala, disfrutar de un delicioso desayuno en la cama, un beso de buenos días. . . simplemente este hombre sabía perfectamente lo que yo necesitaba.

Claro que también me hacían mucha falta tanto Naruto como Deidara.

— ¿Ya me la puedo llevar? — cuestionó este último, mientras nos observaba con ojos de perrito triste.

—Todavía no Deidara, le quedan cinco días, tienes que esperar un poquito— la rubia parpadeó varias veces, como si no fuera con ella que Kakashi estuviera hablando.

—Disculpa papá, ¿desde cuándo me dices que no a mí? ¿Quién diablos te crees? — llevé una mano a mi frente, acariciándola.

—Hijos míos, mamá necesita un poco de privacidad con su padre, estoy pasando por un momento complicado, y es necesario que descanse un poco, paz no le hace daño a nadie— caminé en dirección a la cocina, buscando la crema para el café de Kisame.

—Si claro, no me digan. La última vez que pasó esto, Kyoko llegó a la familia— bramó Naruto, mientras se cruzaba de brazos —. Cuando te permití salir con ella, Hatake, no pensé que nos traicionarías de esta forma — mi novio abrió la boca, para tratar de defenderse, sin embargo mi primo no se lo permitió —, ¡Ay la traición! ¡Traidor! — exclamó.

— ¡Traidooooor! — lo secundó Deidara.

—Querida me parece que tus niños son un poco mal educados— sonreí un poco, mientras le pasaba la crema a Kisame, el cual me lo agradeció con una sonrisa.

—Lo han heredado de su padre anterior— comenté, restándole importancia al asunto. Había un sofá disponible para mi sola, caminé hacia este, dispuesta a sentarme un rato.

—Papi Sasuke es un desastre de progenitor— sobra decir que me atraganté con mi propia saliva y le lancé un cojín al hijo de su madrina de mi primo.

— ¿Eres idiota o te haces? — cuestioné, molesta.

Naruto no sabía dónde esconder la cara de la vergüenza.

—Bien, si Sasuke no es nuestro padre, la próxima persona que entre por esa puerta lo será— alcé la vista al techo, negando.

—Bien, la primera persona que cruce por esa puerta será oficialmente el hombre con el cual los tuve a todos ustedes— Kisame le otorgó un ruidoso trago a su café, me pregunto si lo hizo a propósito.

Abrí la boca para decir algo más, cuando la puerta se abrió, Shisui la estaba sosteniendo, mientras mantenía una conversación con. . . Sasuke.

El cual cruzó la puerta.

— ¡Maldita sea Shisui nunca te he pedido nada, y ahora que te toca salvarme el culo me traicionas! — el pelinegro retrocedió unos pasos, su rostro distorsionado en una mezcla de sorpresa y confusión.

Naruto, Deidara y Kisame reían a carcajadas, Itachi mordía su labio inferior, tratando de contener la risa.

— ¡Ves! ¡Es el destino que los quiere juntos! — parpadeé varias veces, ante el comentario de mi amiga rubia.

—Deidara, no te atreviste— murmuré, Kakashi tenía una ceja alzada en mi dirección, mi corazón latió con fuerza en mi pecho.

— ¿Qué diablos está pasando aquí? — cuestionó Sasuke, su vista iba de Kakashi a mi, y viceversa.

—Oh nada papá, solo que dejaste en vergüenza a nuestra madre— agarré con fuerza el brazo de Sasuke, arrastrándolo fuera del apartamento.

—Tú debiste de ser el que entrara primero— bramé, mientras empujaba a Shisui hasta la sala —. Listo, así está mejor. Olvidemos que Sasuke entró y, ¡oh sorpresa! Su padre es Shisui chicos— todos quedaron en silencio, observándome. Los chicos con una sonrisa, Kakashi y Shisui confundidos. 

—Creo que debemos hablar— Kakashi dejó una taza de té frente a mí.

Sin mirarle, agarré la fina porcelana y la llevé a mis labios, dándole un pequeño sorbo a la bebida.

—No tengo mucho ánimo— me excusé.

Podía sentir sus ojos posados en mí, aquellos orbes que lo analizaban todo, a cada momento. Me hacían sentir una niña pequeña que estaba a un paso de ser reprendida por sus padres.

—Querida, la comunicación en una relación es primordial, ¿lo sabes? — asentí.

—Solo. . . — miré rápidamente el reloj —, es tarde. Debemos ir a dormir— me levanté del sofá, llevándome la taza de té conmigo hasta la habitación que compartimos.

Al llegar caminé hasta el baño y observé mi reflejo en el espejo. Estaba pálida y con ojeras, la tristeza era expresada en mis ojos.

Kakashi llegó unos segundos después. Terminó con su té mientras esperaba a que yo terminara de utilizar el baño, yo por mi parte hice lo mismo cuando fue su turno. Una vez las luces estuvieron apagadas y ambos nos encontrábamos acostados, sentí que me asfixiaba.

Las palabras estaban atrapadas en mi garganta, y las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos. casi una hora después, no pude aguantar más y me senté en la cama, encendiendo la lámpara de noche.

— ¿Qué sucede? — cuestionó Kakashi, mientras se sentaba —. ¿Por qué lloras? ¿Hice algo que te incomodara? — negué repetidas veces, ¿en qué momento comencé a llorar?

—He sido yo, todo es mi culpa— sollocé, llevándo una mano a mi pecho —, lo lamento tanto Kakashi, yo. . . soy un desastre— el peliplata extendió una mano en mi dirección, me encogí en mi lugar, no deseaba que me tocara.

—No entiendo querida— murmuró.

—Te he sido infiel. Lo lamento tanto— algo dentro de mi se liberó. El peso en mis hombros pareció irse, pero la culpa estaba ahí —, sé que no merezco tu perdón, pero ya no podía dormir en tu cama con este peso— me levanté, una mano se ciñó a mi muñeca.

—Ha sido con Sasuke, ¿verdad? — mordí mi labio inferior, sintiendo como mi cuerpo se tensaba.

Asentí.

Luego me libré de su agarre y corrí hasta la sala. Me senté en uno de los muebles y lloré por lo estúpida que había sido. ¿Por qué le hice eso? Kakashi solo se merece el cielo, me trata como una reina, me respeta, cuida de mi en todos los sentidos, me busca todo el tiempo. . .

Y yo ando por ahí, besuquéandome con el muchacho que me maltrata verbalmente.

Las lágrimas seguían derramándose gota a gota, mantenía la vista fija en la puerta del balcón, la cual reflejaba mi figura. Y luego, la figura del peliplata, el cual se sentó frente a mi. Temblé levemente.

—Mírame— pidió.

Yo no pude hacerlo.

—Mírame por favor, ____ — sus manos se posaron en mis brazos, con cuidado. Alcé la vista y ahí estaba él, con su rostro sereno —, ven aquí— me arrastró hasta su cuerpo y yo no pude estar más asustada.

—Kakashi— susurré.

—Está bien, todo está bien— una de sus manos ascendió hasta mi cabeza, acariciando mi cabello —, gracias por contármelo— cerré los ojos, sujetando con fuerza su camiseta.

—No merezco tu perdón— afirmé.

—Ciertamente una infidelidad no es algo bonito, pero dime— su cuerpo se despegó del mío, nuestros ojos fijos en el otro —, ¿Qué crees que podemos hacer? — bajé la mirada a nuestros cuerpos.

—Sé que querrás terminar. . . tú no mereces esto, no mereces sentirte como el segundo plato de nadie— apreté aún más su camiseta —, yo. . . oh lo lamento tanto— nuevos sollozos escapaban de mi garganta, el Hatake me abrazó nuevamente.

—No quiero terminar— dijo, y yo dejé de respirar —, lo que hiciste no estuvo bien, y quizá yo no me valoro lo suficiente, pero quiero seguir a tu lado. Solo si tú lo deseas y me lo permites—.

Por un momento interminable fui incapaz de reaccionar. ¿De verdad había dicho aquello?

—No quiero arriesgarme, puedo hacerte daño otra vez, yo ya no confío ni en mi misma— él simplemente sonrió.

— ¿Y si simplemente nos damos una oportunidad sin expectativas? Inmediatamente lo sientas necesario, terminamos— Kakashi sostuvo mi muñeca, llevándola a sus labios.

Le abracé con fuerza. Sin embargo, nunca en mi vida sería incapaz de olvidar la tristeza que irradiaban sus ojos, en el reflejo del cristal.

—Estoy en casa— alcé la vista de mi tableta para dibujar.

—Bienvenido mi amor— Kakashi se detuvo un segundo a mirarme. Dos días habían pasado desde nuestra conversación, las cosas estaban un poco frías, sin embargo esa mañana había despertado con la necesidad de restablecer las cosas con él.

—Yo uhm. . . traje rosas— me tendió el pequeño arreglo, con las dos flores rojas, sonreí mientras las llevaba a mi nariz.

—Huelen maravilloso, Kakashi— caminé hasta la cocina, en busca de algo en que ponerlas.

— ¿Qué dibujas querida? — cuestionó desde el comedor, alcancé a verlo con mi tableta en manos —, esto se ve muy bien— afirmó.

—Oh gracias, llevo la mañana entera tratando de terminarlo— dije, tratando las rosas lo mejor que pude antes de entrarlas en su nuevo contenedor, porque floreros nos hacían falta.

—Dibujas genial— me detuve, observando. Mi mente viajó a una dimensión alternativa en la cual Kakashi llevaba una alianza en el dedo, y en la mesa estaba el desayuno servido. Mi esposo en pijama, con la tableta en manos, sonriéndome.

La realización me estremeció, pero tampoco me desagradaba.

—Kakashi— llamé.

— ¿Si? ¿Qué sucede? — retomé mi caminar hasta donde él, quitándole el aparato de las manos.

—Yo. . . bueno— sentí mis mejillas arder.

— ¿Tú? — le miré a los ojos, antes de llevar una de sus manos a mi trasero, la otra sobre uno de mis pechos —, oh. . . ¿Estás segura? — asentí.

Lo siguiente fue digno de una fantasía. Sus caricias suaves sobre mi piel mientras me iba desnudando poco a poco, los rayos del sol iluminaban la cama, mientras Kakashi repartía besos sobre mi espalda, nuestras manos tomadas mientras el hacía girar sus caderas, y yo era una mezcla de desastre y sudor, también de gemidos.

Me giré, alternando la posición. Podía ver claramente su rostro sonrojado, una fina capa de sudor lo cubría, y su pecho subía y bajaba, agitado. Nunca lo había visto tan guapo.

—No me sueltes— murmuré, cuando ya me había venido tantas veces que ni siquiera recordaba mi nombre. Estaba aferrada al Hatake, sentada en su regazo.

—Jamás lo haría— las manos del apuesto hombre estaban en mi trasero, levantándome para luego colocarme contra la pared.

— ¿Sabías desde que te conocí, soñé con el momento en el que pudiera follarte contra la pared? — sonreí, cerrando los ojos cuando vi su rostro acercarse al mío. Nuestros labios se rozaron, y luego alguien tocó el timbre. '

Kakashi detuvo sus embestidas y me miró, sorprendido.

—No estamos esperando visitas— afirmé. El timbre volvió a sonar y ambos nos separamos, Kakashi se retiró el preservativo, y no pude evitar observar embelesada el líquido blanco que había en este.

—Puedes quedarte si gustas, yo atiendo— en un rápido movimiento, ya él estaba con su bata puesta y caminaba hasta la puerta, me apresuré a colocarme la mía.

Cuando salí, Sasuke Uchiha estaba de pie en la puerta de entrada, sus rostro serio y los ojos prácticamente en llamas. 

Sasuke.

—Estaban teniendo sexo Naruto, maldita sea— el rubio alzó la vista de su ordenador.

—Bueno, ¿y eso que tiene? — cuestionó, como si no tuviera nada de malo.

—Estaba follando con él— resalté, mientras me tiraba en la cama.

—Pues es su pareja Sasuke, ¿con quién más esperabas que lo hiciera? — con mi antebrazo cubrí mis ojos, esta conversación no iba a parar a ningún lado —. No me digas que esperabas que fuera contigo— no respondí.

En mi mente solo estaba la imagen de ____, con su pelo revuelto y aquella bata mal colocada, las mejillas encendidas en un color carmesí, y tanto el cuello como la frente sudados. Ni hablar de cómo se encontraba Kakashi.

—Alguien está celoso. . . — me apresuré a lanzarle una almohada, Naruto gritó —, ¡pero animal de mierda, bestia salvaje subnormal! Me voy a donde Deidara, ahí al menos me quieren de forma Gay— el rubio se marchó, cerrando la puerta con fuerza tras de sí.

Odiaba todo esto. 

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