Capítulo 13.

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— ¡Yo no estoy hecho para esta vida! — alcé la vista de mi móvil, justo para ver a Deidara entrar en mi habitación. Su rostro estaba lleno de mascarilla, y su cabello se encontraba recogido en un moño —. ¡Necesito salir, apreciar el arte masculino! — mordí levemente mi labio inferior, tratando de no reír. 

—Tu lo que quieres es andar de puta, no me lo niegues— afirmé, haciéndole claro el motivo de su pequeña crisis. 

—Tu la tienes fácil, puedes follarte a Kakashi cuando quieras, y yo tengo que estar aquí aguantándome las ganas de salir, gracias a la corona vida— la rubia se lanzó a mi cama, como si se hubiera olvidado de que tenía la cara llena de químicos. 

— ¡Mis sábanas maldita sea! — le agarré por su recogido, tirando de él —. No seas dramática, tu gay panic se está saliendo de control— observé mi cama, buscando rastros de producto sobre ella. 

—Claro, tu tienes el tuyo asegurado, y yo ya me estoy cansando de que Itachi no se decida, mi tiempo es muy valioso— enarqué una ceja. 

— ¿Segura que aprecias tu vida? Acabas de decir que ya no eres capaz de esperar a un dios griego— mi rubia amiga me miró con los ojos bien abiertos, como si apenas procesara lo que acababa de decir. 

—Busca un bate y pégame, acabo de blasfemar en contra del Dios Itachi— Dei estalló en carcajadas luego de decir eso, y yo por igual. 

—Bueno, ya que estamos en crisis, yo también tengo las mías— mi primo se lanzó al lado libre de la cama, escondiendo su cara tras una almohada —. Tengo dos meses sin usar mi junior y ya me estoy volviendo loco— suspiré. 

¿Qué acaso estos especímenes solo pensaban en follar y ser follados? 

—____ querida, pon canciones depresivas y compra helado— Deidara recostó su cabeza sobre mis pechos, abrazándome con fuerza —, no, necesito el apoyo moral de tus almohadas naturales, por favor dile al estúpido de Sasuke— acaricié levemente su suave cabello. 

—Te dijera que yo también quiero apoyo moral, pero eres mi prima y eso sería muy extraño— asentí. 

—Tendrás que conformarte con las almohadas artificiales. ¡SASUKE! —vociferé tan alto, que los habitantes de todo el edificio seguro me escucharon. 

—Benditos sean esos pulmones— Naruto estiró sus pies, colocándolos sobre mi rodilla. En cuestión de segundos me había convertido en un colchón para estos dos rubios en crisis. 

—Si, gracias. ¡SASUKE TE ESTOY LLAMANDO! — intenté nuevamente. 

Y luego la figura en bóxer del caballero se hizo presente. 

— ¡¿QUÉ DIABLOS QUIERES?! — su voz estaba ronca y en la cara se notaba que estaba durmiendo hace unos segundos atrás, por lo cual concluyo que lo desperté. Bueno, no me arrepiento de nada. 

—Compra helado, estos dos están en medio de una crisis de rubios— demandé.

— ¿Me ves cara de heladero? — cuestionó, enarcando una ceja. Si el chico no fuera un competo idiota, bien podría afirmar que se veía sexy. 

— ¿Tú me ves cara de cochón? Anticipo tu respuesta, no. Tampoco soy psicóloga y me estoy tragando e drama innecesario de estos dos. Ahora mueve tu indo culito y ve a conseguir el helado— giré la cabeza para ver a mis dos compañeros —, díganles el sabor— ambos asintieron, con los ojos brillándoles por la emoción. 

Veinte minutos después y ya tenía a dos rubios ahogando sus penas en helado.

Y a un Uchiha colado en nuestro pequeño grupo de tres. 

—Ustedes son unos suertudos, al menos tienen a alguien con quien hablar en esta cuarentena— Sasuke alzó la vista de su móvil, yo simplemente llené mi boca con el helado que le estaba robando a Deidara. 

—No seas bestia, ese es mi helado maldita, tuve que llorar para que el señor culo de pato me lo comprara— mi garganta se cerró y casi pude sentir la fría sensación del helado en mi nariz. 

Emití un ruido extraño, llevando una mano a mi cara, tratando de contener la risa y rogándole al cielo que el helado no se me fuera a salir por la nariz. 

—La vas a matar— el pelinegro se levantó y caminó hasta donde yo estaba —. Escupe en mi mano— me atraganté por segunda vez al escuchar su petición —. Es helado de Ron pasa, la vas a pasar mal si no lo escupes ahora— asentí, retirando la mano de mi cara y obedeciéndole. 

—Oh. . . Por. . . La madre del erotismo— alcé la vista, viendo como tanto Naruto como Deidara se encontraban sonrojados. 

—Oh por todos los santos, no me digan que ya lo pensaron mal. Sí, el helado es blanco y algo cremoso, se que se puede malinterpretar, pero es Sasuke chicos— coloqué un mechón de cabello tras mi oreja —, diles algo Uchiha— pero cuando alcé la vista, el mismo Sasuke me miraba con expresión de sorpresa y las mejillas levemente sonrojadas. 

Que me tragara la tierra. 

—Para la próxima, hazlo un poco más lento y mirándole directamente a los ojos— no aguanté el comentario de la rubia, y salí de mi propia habitación con las mejillas ardiendo. 

Y como no estaba pensando con claridad, entré a la primera habitación que vi. Lastimosamente era la de Sasuke. Sin embargo esperé de todo corazón que el se quedara en la mía con los demás, burlándose de mí. 

La cama del Uchiha estaba desarreglada, clara muestra de que estaba dormido un rato atrás, y yo estaba segura de que a él no le molestaría si yo me recostaba un rato a dormir también, después de todo, yo también estaba cansada. 

Me acosté sobre su cómodo colchón y abracé una de las almohadas, esta olía al perfume que utilizaba Sasuke. Por un momento pensé en escoger otra, pero ¿Qué caso tenía? Eran sus almohadas, y por ende, todas tendrían el mismo olor, así que estaba perdida, tendría que aguantarme su colonia. 

Cerré los ojos dispuesta a descansar, cuando escuché la puerta cerrarse y un peso más estuvo sobre la cama. 

—Hagamos como que eso nunca pasó, y esto tampoco— esa era la voz del hermano Uchiha menor.

—Trato, ahora pon seguro a la puerta, de lo contrario Deidara y los demás vendrán a molestar, y yo quiero descansar— murmuré. 

— ¿Con quién crees que hablas? Yo también quiero descansar— asentí repetidas veces, restándole importancia a sus palabras, deseando poder simplemente dormir por años. 


Sasuke.

Cuando desperté, casi me caigo de a cama por a sorpresa.

____ se encontraba dándome la espalda, todavía sumida en un sueño profundo, pero yo la estaba abrazando. En algún momento de mi sueño, mi cuerpo debió de haberse movido, y en mi inconsciente seguro pensó que ese cuerpo a mi lado era el de Sakura. 

Sacudí la cabeza varias veces, pasando una mano por mi cabello. Si ella se enteraba de esto, entonces estaría muerto. 

Me levanté de la cama y traté de buscar mi celular, hasta que recordé que lo había dejado en la habitación de la susodicha, antes de venir a la mía, por lo que salí. 

Kakashi estaba sentado en el sofá, y al escuchar la puerta abrirse, alzó la cabeza. 

—Bueno, ¿ya me dejas ver a mi novia? — gruñí. 

—Está dormida— murmuré, rascando mi nuca. 

Un segundo. ¿Kakashi? 

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