Capítulo 1.
____
Odiaba la idea de tener que trasladar todas mis pertenencias a un nuevo apartamento, ya que a mi madre le venía el deseo de que fuera así, solo porqué mi primo Naruto viviera ahí. Aunque no me molestaba, de todas formas adoro a ese rubio cabeza hueca.
─No podré ir a buscarte, ya que se me presentó una emergencia. Un amigo, Sasuke, te va a llevar al piso─ mediante una llamada telefónica, me informaba que estaría ausente ante mi llegada. ─Te prometo que iremos a comer carne en la noche, para compensarte─ suspiré.
─Claro Naru, nos veremos pronto─ y colgué. Ese Uzumaki tenía la grandiosa habilidad, de sacarme de mis casillas.
Un chico llamado Sasuke, un desconocido para mí, y alguien que al parecer tenía la confianza de Naruto a su favor. Me pregunto si no es algún violador en cubierto, de ser así, con mucho gusto le ofrezco el culo del rubio, para que se lo destroce, y así me ahorre las ganas de patearle, que traigo bien puestas.
No debió de mencionar que había conseguido un apartamento. Aunque los dormitorios de la universidad me quedan relativamente lejos, prefería eso a tener que mover todo de nuevo. Dos años habían sido suficientes, para que me acomodara bien en aquel dormitorio, con mi muy ausente compañera.
─Entonces, ¿Por fin te marchas? ─ cuestionó, mientras retocaba su lápiz labial, y miraba de soslayo en mi dirección. ─Que ropa interior más ridícula─ se dió media vuelta y abandonó el lugar, sin darme tiempo a responderle.
Tampoco es como si me interesara mucho hacerlo.
─Para tu información, querida compañera, los ositos dan buena suerte─ murmuré, colocando la última pila de bragas, en la maleta.
Los ositos en la ropa interior son endemoniadamente sexys, nada comparado con la lencería exótica que le había visto llevar, cuando, bajo mis suposiciones, tenía encuentros planeados con su pareja. El toque infantil, acompañado de un buen aroma a bebé, dejará a los chicos babeando, y con ganas de nalguear esos glúteos.
Bueno, quizá fui muy lejos con ese comentario.
Da igual, de todas formas, no abandonaría mis lindas braguitas por nada en el universo. Mucho menos por nadie, no existe ser capaz de arrancarme mi conformidad.
Junto a mi maleta de ropa, se encontraba una caja con distintos bocetos que había hecho, a lo largo de mi carrera de diseño gráfico. A veces, cuando me sentía inspirada y con ganas, dibujaba la primera cosa que me pasara por la cabeza.
Dibujos de edificios, anuncios publicitarios, ideas para portadas de libros, y un montón de cosas más, se encontraban celosamente guardados en carpetas perfectamente organizadas, para que pudiera encontrarlas, cuando las necesitara, en algún futuro cercano.
Al lado de esa caja, otra de menor tamaño, ya cerrada, escondía mis distintos materiales para el arte. Cada cosa que ahí se encontraba, me había costado un ojo de la cara, ambos riñones, y dos días sin comer en la cafetería de la universidad. O tengo lo mejor, para expresar mi creatividad, talento e imaginación, o no tengo, ni hago, absolutamente nada.
─Eres idéntica a tu madre en eso. Yo nunca hubiera pagado tan caro, por una tableta gráfica─ había dicho mi padre, cuando le comenté la exuberante cantidad de papeletas, que había tenido que soltar, para adquirir a mi hermosa bebé. ─Siempre comprando cosas caras, que tengan que ver con lo que les gusta. Algún día tendré que intentarlo, para ver el placer que experimentan, cuando lo utilizan por primera vez─ recuerdo que estallé a carcajadas, en medio del ascensor, mientras escuchaba sus ocurrencias.
─Créeme, el orgasmo cuando le quitas el papel protector, no está narrado correctamente ni en los mejores libros eróticos. La fantasía sexual cumplida, de poder destapar la caja y acariciar las curvas de el aparato─ las personas a mi alrededor me miraron como si estuviera loca, o más chistoso aún, como si estuvieran con una depravada. ─Prueba comprarte una tele nueva, después de meses ahorrando. Ya me lo agradecerás luego─.
La sonrisa no se borró de mi rostro, mientras miraba mi tableta sobre la almohada. Dos meses ahorrando, y haciéndole la tarea a mis compañeros, para poder adquirirla. Había valido cada maldito segundo, y extrañamente nadie reprobó ese trimestre. Cosas de la vida, nadie sabe qué alma maligna intervino para que todos mis compañeros aprobaran. Junto a ella descansaba uno de mis libros favoritos, otro pequeño capricho.
Que puedo decir, la vida de "joven adulto" apesta, pero el dinero que trae consigo, me permite regalarme ciertos mimos, sin tener que esperar que mi padre me otorgue el dinero o el permiso, para comprarlos.
Una vez todo estuvo listo, observé las dos maletas, junto a otras tres cajas. El pequeño bulto de mano que tenía en su interior, los únicos tres pares de zapatos con los que me manejaba. ¡Pero mis materiales artísticos merecen la pena!
El reloj marcaba las cinco y media, pronto el amigo de Naruto, vendría a buscarme, para llevarme a su apartamento, por lo que tomé la decisión de ir bajando las cosas, para así no tener que despedirme del lugar.
Dos de mis compañeras de carrera, se encontraron conmigo y me ofrecieron su ayuda, la cual gratamente acepté, pues de lo contrario, tendría que hacer varios viajes de la habitación hasta la entrada, y mi pobre espalda no lo soportaría, teniendo en cuenta que trabajo mañana.
─Es una lástima que te marches, eres de las buenas─ la señora que cuidaba la entrada, fumaba un cigarro, mientras observaba todas mis pertenencias. ─La única que no se ha metido con un hombre, y siempre llegaba exhausta del trabajo─ le sonreí sin mostrar los dientes.
─Te voy a extrañar también─ ella miró al techo unos segundos, antes de alzar la comisura de sus labios, en un intento por devolverme la sonrisa.
─Este va por ti, querida ____ ─ alzó el objeto humeante entre sus dedos, antes de volver a darle una calada.
─Ojalá y te ahogues con él, a ver si dejas de fumar de una vez por todas─ su carcajada fue mi despedida.
En cuanto salí de la residencia, no me molesté en mirar atrás, fueron buenos momentos los que viví en este lugar. Extraje el teléfono de mi bolsillo, y busqué entre mis contactos el número de Naruto.
Beep.
Beep.
─Ya llegó por quien llorabas─ mordí mi labio inferior, conteniendo una sonrisa. ─ ¿Qué necesitas, dolor de culo? ─ había olvidado los apodos un tanto. . . Especiales, que tenemos entre nosotros.
─No veo a tu amigo, cabeza hueca─ no es que no le viera, es que ni siquiera sabía cómo era, físicamente.
─Oh, es fácil, el primer pelinegro mojabragas que esté en el lugar─ una voz le llamaba desde el fondo, parecía ser un jefe enojado. ─Puta madre con este viejo, bueno, hablamos en la noche, y no te asustes ante el desgraciado de Sasuke, adiós linda─ y colgó.
Por lo menos me había dicho linda, eso suavizaba un poco su "dolor de culo" anterior. Detesto tener que representar una carga para las personas de mi entorno.
El primer mojabragas. . .
No se me hizo difícil. Un pelinegro, algo atractivo y con aire de engreído, besaba a una chica de cabello rosa. Más bien se la comía.
─ ¡Eh tú! ─ mi grito pareció molestarle, puesto que se giró para verme, con bastante desgano. ─Ya luego te consigo la llave de un motel, por ahora, llévame al apartamento de mi primo, como te lo pidió─ el azabache frunció el ceño.
─ ¿ ____ ? ─ cuestionó.
─Pues ni modo Sasuke─ fue mi respuesta, antes de girarme a su novia, o lo que sea que fuera de él. ─Lamento decirte que tu manicura se arruinará, debes ayudarnos a subir las cosas al auto─.
─ ¿Y quién eres tú, para hablarme así? ─ su vista me recorrió completa, quedándose fija en mis pechos.
Odiaba que las personas hicieran eso.
─Una mujer a la cual los pechos no le hablan, así que tranquila, no te dirán nada, deja de mirarlos─ se sonrojó, y el fuego del odio ardió en su mirar.
Ya podía mandarla a freír espárragos luego, quería acabar con todo esto, de una vez por todas.
─Eres totalmente lo contrario, a lo que imaginaba─ murmuró el tal Sasuke, mientras levantaba, sin esfuerzo alguno, las cajas del suelo.
─Me lo dicen mucho─.
La pelirosa se quedó de pie, mirando en nuestra dirección. No movió ni una sola caja, y solo se subió al auto cuando el azabache engreído le abrió la puerta. Yo por mientras, como toda dama que soy, me la abrí y dediqué una última mirada a las instalaciones, ya por fuera.
─Por favor que el apartamento se incendie o algo, para poder volver a vivir aquí─ murmuré.
Sasuke hizo sonar la bocina del auto, y ahogué una grosería, mientras me adentraba en él. La pareja se rió descaradamente de mi pequeño susto, y su novia le halagó su pequeño juego.
─Si tengo que convivir con estas personas, creo que me volveré loca─ susurré, y miré el paisaje a través de la ventana.
Probablemente lo dibujara, una vez estuviera mi futura habitación ordenada.
Y he aquí mi pequeña sorpresa, ya comenzaré a actualizar esta historia :)
Izaki_Hanako_Uchiha ¡Feliz cumpleaños! ❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top