Mi chica de cabello azul (de BBusigo)
Título: Mi chica de cabello azul
Autora:
Autora de la reseña: LaKoalaPerezosa
Dado que no estoy acostumbrada a la elaboración de críticas constructivas, voy a ceñirme al guión establecido y a comentar la portada en primer lugar.
PORTADA
Soy fiel defensora de que los libros no deben juzgarse por su portada, pero también es cierto que la portada suele vender al libro. Es lo primero que nos llama la atención de una novela cuando todavía no tenemos ni idea de qué trata. En el caso de Mi chica de cabello azul, creo que ganaría mucho más si la cambiaras. El problema que le veo no es que describa el título de forma literal, sino que no destaca. En Wattpad hay cientos de historias con una portada en la que sale la foto de una adolescente, y la mayor parte de las veces se trata de fanfics absurdos en los que las protagonistas viven una vida idílica junto a su famoso favorito. No tiene por qué ocurrirte, pero si mantienes esa portada corres el riesgo de que la gente descarte tu novela pensando que es más de lo mismo. A mí, personalmente, me gustan las portadas sencillas y enigmáticas. Por ejemplo, puedes escoger un elemento, un lugar, que simbolicen un punto importante de la trama, o algo que represente a Gabriela y a Akai. Creo que puede despertar la curiosidad de los lectores.
Pasemos ahora a la sinopsis. Al leerla, tuve la sensación de que se trataba de dos sinopsis distintas y que no casan la una con la otra. La primera parte es enigmática, mientras que la segunda contiene demasiada información que puede llevar a los futuros lectores a hacerse una idea equivocada de las protagonistas. Yo me quedaría con la primera parte, que es la que genera curiosidad e invita a descubrir qué puede llevar a que dos adolescentes tan dispares se junten. Sin embargo, falta pulirla un poquito. Aparte de un par de errores ortográficos sin importancia, cuenta con demasiados párrafos y no termina de adaptarse ala historia en sí.
¿Qué te parece algo así?: «Carolina del norte, 2010. Gabriela y Akai se conocen en la playa, una tarde de verano. Cuando sus vidas se cruzan, Gabriela tiene quince años y está de viaje con sus padres. Akai, de dieciséis, deja morir lo que resta de estación en compañía de su hermana mayor. Dos adolescentes muy diferentes, pero a la vez similares. Un principio, un intermedio y un final que quizás no deba llamarse así.»
En la sinopsis original pone «Akai tiene dieciséis años y acompaña a su hermana mayor en una inesperada aventura sin rumbo fijo», pero desde el primer capítulo queda claro que hay un motivo por el que Akai está ahí. De la forma en que yo lo he puesto (que es sólo una sugerencia) se intuye que a Akai le sucede algo y que no quiere que el verano termine. Creo que eso es más acorde con los hechos que se presentan en la novela, pero podría estar equivocada.
En cuanto a la gramática y la ortografía, hay varios puntos a destacar. Lo primero que me saltó a los ojos es que, a la hora de narrar, mezclas pasado y presente sin ninguna razón. Eso le resta coherencia al texto y le da un aspecto de dejadez, como si lo hubieras escrito de cualquier manera, sin preocuparte por las formas. También lo vuelve confuso y es un motivo de peso para que muchos lectores abandonen tu historia en el primer capítulo. Los escritores queremos que nos lean, por eso tenemos que cuidar mucho el modo en que redactamos. Dado que en un punto determinado de la historia comienzas a narrar en pasado, te recomiendo que lo apliques desde el principio.
Otra cosa que debes revisar son los acentos. Faltan un montón, especialmente en los pasados simples y el los futuros, pero también en palabras como «heroína», «trámites», «césped», «muchachería» o «allá».
Existen faltas de ortografía. Aquí varios ejemplos ya corregidos: «rugen de hambre», «tocara alas puertas», «trace», «consciente», «esbozó», «de más», «visera», «desilusión», «embelesada», «a bordo», «e hiciera». En relación a esto, te recomiendo que revises las diferencias de uso entre porque/porqué y por qué; cómo y como; qué y que; sí y si; hacia y hacía; este y esté.
Aprovecho para mencionar un detalle que parece una bobada pero que no lo es: después de los signos de interrogación o exclamación que cierran una oración, al comienzo de la siguiente frase siempre va mayúscula.
«¿Sabes andar en bici? ¿Qué prefieres, ir sobre el volante o manejarla?»
Revisa los signos de puntuación. Hay muchos puntos del texto en los que faltan comas y otros en los que se podrían sustituir por un punto o por un punto y coma. En estos casos, siempre ayuda leer el texto en voz alta. Por último, recuerda que, a la hora de introducir un diálogo, siempre hay que hacer un punto y aparte.
«Gaby se aclaró la garganta:
—¡Qué cool! ¿Así que vives con tu hermana? —mencionó emocionada Gabriela antes de que Akai tuviese la oportunidad de decir algo.»
*Yo aquí quitaría Gabriela (ya se sabe que habla ella) y pondría emocionada entre comas.
Respecto a la trama, me recuerda un poco a las películas americanas. No en el mal sentido, tranquila, aunque sí que la siento un poco estereotipada. Imagina un turista que "conoce" una ciudad visitando los lugares cliché que aparecen en todas las guías. Hay algo artificial, pero con sólo diez capítulos no alcanzo a discernir si se trata de los personajes, de que a la atmósfera le falta profundidad o las dos cosas.
Uno de los aspectos que teníamos que analizar en este apartado es si la trama avanza muy rápido o muy lento. En este caso, ambas opciones se solapan. Me explico: en los seis primeros capítulos, la historia apenas avanza, pero, de repente, en el séptimo pega un salto temporal muy grande. Me dejó un tanto descolocada porque apenas has presentado a las protagonistas y entonces decides dar un salto enorme y colocar a los lectores en un escenario completamente distinto. Esto me llevó a preguntarme si cuentas con una escaleta de la novela en la que has dividido la historia por capítulos y escenas o si simplemente te dejaste llevar como los escritores de brújula. Si no tienes una, te recomiendo que la hagas porque, aunque elaborarla sea aburrido, ayuda a centrar los hechos y a tener una visión global y siempre clara de la novela. Como suele decirse, el diablo está en los detalles. Una solución que se me ocurre para el problema que te he planteado en el párrafo anterior es que resumas los seis primeros capítulos en una especie de prefacio y que empieces la historia como si el capítulo siete fuese el primero. Otra opción podría ser que comiences en la escena del séptimo capítulo y que todo lo que ocurre en los seis anteriores lo vayan recordando las protagonistas a medida que avanza la historia. Creo que así tu novela tendría más gancho porque, desde el principio, los lectores van a tener curiosidad por saber de qué conoce Gabriela a esa misteriosa chica de cabello azul. Además, el hecho de que el tiempo las haya cambiado, puede darte mucho juego en lo referente a la psicología de las protagonistas, cómo les afecta a nivel emocional y de qué forma deciden asimilarlo.
En cuanto a la verosimilitud, no voy a decir que no pueda darse el caso en la vida real, pero me parece demasiada casualidad. Creo que se debe a que la información no está bien asentada, lo que me remite a la escaleta. Cuando tienes claras las escenas clave de tu historia y el modo en que las vas a hilar, sabes qué pistas dar al lector y cómo introducirlas de forma natural. La mayoría de las veces las pasarán por alto creyendo que es un detalle sin importancia, pero entonces llegan a la escena clave a la que está asociada la pista y su mente hace clic. De esta forma, no se quedan con la impresión de que lo que acaban de leer es así porque los escritores nos lo hemos sacado de la manga para que nuestra historia cuadre. No pongo el ejemplo porque no quiero hacer spoiler, pero está relacionado con lo que sucede a partir del salto temporal.
Ahora es cuando llegamos al uso del narrador y de la voz narrativa. El narrador omnisciente no es una mala opción porque pone el foco en la escena y lo sabe todo de los protagonistas y de la trama, por lo que es fácil de utilizar. Sin embargo, creo que, puesto que cuentas con dos protagonistas, a esta historia le iría mejor el narrador equisciente. Al igual que el omnisciente, el narrador equisciente también relata en tercera persona, pero se centra en un único personaje, desconociendo, por tanto, los sentimientos y pensamientos de los demás. Te lo sugiero porque te permite mostrar a Gabriela a través de los ojos de Akai y viceversa, lo que le daría mucho juego a la historia. Pero cuidado: si te decides a usarlo, has de tener muy claro quién de las dos va a narrar cada escena, porque si, por ejemplo, pones a Akai, tienes que mantenerla hasta el final. El narrador equisciente no permite saltar de un personaje a otro dentro de la misma escena.
Bien, ha llegado el momento de comentarte algo que es fundamental en literatura: no se escribe como se habla. Nunca, salvo que sea un diálogo y los personajes utilicen un lenguaje coloquial porque son adolescentes, por ejemplo. La voz del narrador no puede ser tu voz. ¡Ojo! Puedes hablar de temas importantes o expresar tu opinión respecto a un determinado asunto a través de un personaje, pero si quieres que la gente llegue a tu novela y se quede, si quieres que un día vea la luz en la estantería de una librería, tienes que elaborar la narración. Muestra, no te limites a contar. Se trata de que los lectores se transporten a tu mundo a través de las páginas, de que se metan en la piel de los personajes y sientan lo mismo que ellos. Esto sólo se consigue si juegas con sus cinco sentidos.
Por ejemplo, en el segundo capítulo presentas una escena que debería estar acompañada de tensión y angustia, pero yo no lo sentí así porque me fue imposible meterme en los zapatos de la protagonista. Me hubiera ayudado que hicieras referencia a la fuerza de las olas en su contra, al escozor de la sal en sus ojos, a la incertidumbre de no saber si lo conseguirá o no, al agua que inevitablemente tragaría y que la haría toser. Incluso que tenga miedo de que le dé un calambre en la pierna porque es algo que suele sucederle. Si ese fuera el caso, lo que más teme en ese momento volvería a ocurrir. ¿Ves por dónde voy?
Otro aspecto que debes mejorar en cuanto a la narración es el léxico. Repites mucho las mismas palabras y expresiones. Busca sinónimos y nuevas formas de decir las cosas; utiliza metáforas, símiles, alegorías. Un lenguaje repetitivo empobrece mucho la calidad de la obra y hace pensar a los lectores que los escritores no se toman en serio su trabajo, lo que se traduce a: «me voy a leer otra cosa».
«Akai fingio repasar rapidamente el menu aunque desde el momento uno sabia lo que queria comer antes de ordenar una doble hamburguesa con todo, papas fritas extra grande para acompañarla más una malteada de fresa.»
Analicemos este pequeño extracto. Faltan acentos y comas, pero lo importante es la redacción. A esto me refería cuando antes he dicho que no se escribe como se habla cuando empleas la voz del narrador. Por otra parte, hay una incoherencia. Si no he entendido mal, la animadversión entre Akai y Tammy es mutua, ¿verdad? Por eso pienso que, teniendo en cuenta que Akai es una adolescente con un carácter fuerte, le pega más tomarse unos innecesarios segundos para ojear el menú en lugar de hacerlo con prisa. Gabriela no tiene por qué darse cuenta de lo que está ocurriendo; dada su candidez, pensará que está eligiendo sin más.
«Akai se sabía el menú casi de memoria, puesto que no era la primera vez que visitaba el local y se enfrentaba a los infantiles intentos de intimidación de Tammy. Aun así, fingió que necesitaba unos segundos para repasarlo antes de alzar sus oscuros ojos hacia la camarera y pedir una hamburguesa doble con todo, una ración extra grande de papas fritas y una malteada de fresa. Consiguió su objetivo, ya que, lejos de darse por vencida, la mujer lanzó un último ataque desesperado...«
Y después vendría el diálogo que Tammy mantiene con Gabriela. Es sólo un ejemplo de cómo podrías mejorar la redacción, pero espero que te ayude a ver la diferencia entre contar y mostrar. En relación al tema de elaborar el lenguaje, no uses sustantivos como «pelinegra», «castaña» o «peliazul» para referirte a tus personajes. Es demasiado vulgar. Otra cosa que me ha llamado la atención es que abusas de las frases «dijo la muchacha de cabellos negros y largos» o «dijo la castaña de abundantes rizos». No lo hagas. Utiliza sus nombres o «la muchacha», «la joven», «la chica», en el caso de que no quieras repetirlos. Una vez has descrito a los personajes, no hace falta que le recuerdes su aspecto al lector cada dos por tres porque lo más probable es que se sienta imbécil y abandone tu historia. Esto me recuerda a que también tienes que echar un ojo a tu redundancia a la hora de narrar. Por ejemplo, en el capítulo siete, dices varias veces que Kevin es el amor platónico de Rosaly. Con una vez es suficiente.
Finalmente, llegamos al apartado de la construcción de personajes. Esta es la parte más complicada de toda novela: conseguir que los personajes sean creíbles. Las fichas de personaje son algo imprescindible, pero, aun así, muchas veces les falta soltura a la hora de interpretar su papel. Este es el caso que veo en tu novela. Tus personajes no son planos, pero están demasiado encajonados en el rol que les has establecido. La chica rebelde de pasado traumático; la niña dulce y sobreprotegida; la adolescente celosa y vengativa..., entre otros. Es cierto que las personas tenemos dos o tres rasgos de personalidad característicos que influyen en nuestra forma de ver el mundo y en las decisiones que hacemos, pero nos movemos entre tonos grises; es decir: nuestra forma de comportarnos depende del entorno en el que nos encontremos, de con quién estemos tratando o incluso de si nos hemos levantado con el día torcido. Con esto quiero decir que una persona a la que todo el mundo describe como amable y risueña, puede llegar una mañana al trabajo y ponerse a dar gritos porque tiene un conflicto interno que no sabe cómo gestionar y que la está destrozando.
A tus personajes les falta profundidad emocional. Estás escribiendo una historia de romance, ahondar en los sentimientos de los personajes y exponérselos a los lectores es de obligado cumplimiento. Dales todas las capas que haga falta. Métete en su cabeza y muestra cómo lidian con todo lo que les afecta; no te limites a contar que estaban muy tristes o muy disgustados. De esta forma, los diálogos cobrarán naturalidad y dejarán de parecer artificiales y forzados. Ya sé que los adolescentes son complejos, pero incluso ellos hacen lo que hacen por un motivo (aunque la mayor parte de las veces lo desconozcan o lo sepan pero no lo quieran afrontar). Nicholas Sparks no es santo de mi devoción, pero sabe crear historias sencillas y cargadas de emotividad; analiza la mente de sus personajes con habilidad y consigue que los lectores se metan en la piel de sus protagonistas hasta el punto de llorar o incluso enfadarse según qué situación. Escribe romance, así que creo que examinar sus novelas te vendrá muy bien para aprender.
Espero no dejarme nada en el tintero. Tu novela necesita que te sientes y la edites con tranquilidad, tomándote el tiempo que sea necesario para pensar bien lo que quieres decir y cómo. Habrá días en lo que apenas seas capaz de escribir dos frases, pero eso es normal, forma parte del proceso de creación. Observa a la gente de tu entorno, evoca experiencias propias o utiliza las de personas que conozcas o de las que hayas oído hablar. No te apresures por terminar y verás cómo consigues una bonita historia que hable de lo complicado que es ser adolescente y cómo nos marca el primer amor.
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