L.2 Capítulo 35
La niebla y una noche sin luna grita mal augurio veas por donde lo veas.
Vengan todos, sean presentes de las malas decisiones, saben que quieren ver lo que les depara el destino a esos cuatro chicos en aquella zona peligrosa.
Izuku jamás pensó que su verano se vería envuelto en tantas emociones, mucho menos se imaginó que estaría caminando en plena madrugada rodeado de una espesa neblina en búsqueda de su nuevo amigo.
Un nuevo amigo que es un drogadicto, el antiguo Izuku se estaría golpeando la frente al saber que estaba arriesgando todo para ayudar a un adicto.
Lo peor era el sentimiento de culpa por arrastrar a Hitoshi, alguien que se había desligado de todos para vivir de forma tranquila.
El peliverde intentaba ignorar los pensamientos negativos que surgían en su mente, por ejemplo, que Shoto se reiría en su cara o peor, que terminen siendo asesinados por el traficante.
Ignorar era lo más sano para su mente o si no tendría un ataque de pánico.
Tenía que estar estable para no dejar solo a Hitoshi, estaba seguro de que aquel chico estaba asustado y con justa razón.
Tic tac, tic tac, tic tac…
Izuku sentía que en su cabeza había un reloj antiguo que resonaba su armoniosa melodía con cada segundo que pasaba.
Tic tac, tic tac, tic tac…
El tiempo corría, sin prisas ni demoras, cada segundo era importante, lo tenían claro como el agua.
Sus pasos tenían que ser veloces, pero precavidos, el sonido del reloj seguía acompañándolos mientras observaban el gps.
Tic tac, tic tac, tic tac…
El silencio perduraba entre los dos chicos, un acuerdo tácito entre ambos para no delatarse ante cualquier amenaza.
Izuku soltó un suspiro al ver que ambos chicos se detuvieron en un callejón; miró a Hitoshi y mientras señalaba la pantalla dijo en voz baja—: iremos por el lado contrario. No deseo toparme de frente.
Hitoshi asintió mientras mordía su labio inferior, intentaba ocultar el miedo que sentía, no podía evitar recordar ese horrible año en la calle.
—En serio lo siento —dijo el peliverde—. Lamento haberte arrastrado…
—No te culpes, esto no habría pasado si no hubiese sido un idiota inocente…
Ver esa mirada en el chico dolió, ninguno era el culpable de los actos de Fumikage y Shoto, pero esas decisiones podían causar un resultado irreparable.
—Vayamos antes de que sea demasiado tarde —susurró para luego caminar hacia la dirección señalada.
Tic tac, tic tac, tic tac…
En completo silencio se escabulleron por pequeños y solitarios callejones angostos, solo eran las murallas de ladrillos de las pequeñas tiendas.
Cuando llegaron al punto donde se encontraban los otros, se dirigieron a unos contenedores de basura y se ocultaron detrás de estos.
El callejón tenía dos farolas con una luz bastante apagada, la cual se hacía más borrosa por la neblina.
Izuku fijó su vista para ver si estaba el vendedor, pero para su suerte o maldición, aún no llegaba.
Hitoshi lo miró fijamente, sus ojos purpuras se veían nerviosos y agotados. Él deseaba que su padre llegase lo más pronto posible y los sacase a los 4 de ese horrible y apestoso lugar.
—Iré —susurró Izuku con determinación, no era el momento de tener miedo.
La respuesta fue un asentimiento, las palabras no salían de la boca del contrario.
Fumikage y Shoto estaban en silencio, el primero estaba preparado para ser atacado en cualquier minuto y el segundo intentaba ignorar la culpa.
Lo que no esperaban era escuchar una voz bastante conocida.
—Chicos —dijo Izuku mirándolos con seriedad.
El reloj retumbaba impaciente, esperando que el acto principal los interrumpiese.
Tic tac, tic tac, tic tac…
—¿Izuku? ¿Por qué demonios estás aquí? —dijo Fumikage extrañado.
Shoto miró hacia el suelo, no deseaba ver esos brillantes ojos esmeralda, no quería ver la decepción en la mirada de su amigo.
—Vine con Hitoshi a traerlos devuelta a casa —dijo con firmeza, los iba a arrastrar si era necesario.
—¿Hitoshi? —dijo ahora más extrañado.
Shoto tragó nervioso, otra persona más presente, lo que menos deseaba era ver a más personas de su entorno involucrados con este tema.
La respuesta de Izuku fue señalar con su mano el basurero.
—Volvamos a casa —dijo con seriedad, pero al ver que Fumikage observó a Shoto comprendió que no se marcharía hasta que éste entrara en razón.
Pobre Izuku, tenía que luchar en contra de los demonios de Shoto para traerlo devuelta y para su desgracia el tiempo corría sin tregua y compasión.
—Shoto, por favor mírame —dijo con un tono de voz firme, pero a la vez amable.
Shoto no lo miró, solo formó unos puños con sus manos, deseaba que se marchase y lo dejara solo.
—Sé que duele buscar algún sentimiento de alivio con algo dañino —dijo sin apartar la mirada de su amigo—. Buscas una forma de olvidar y escapar de la realidad.
Era cierto, pero no le importaba su honestidad, era mejor ignorar las palabras de su amigo.
—Lo que viste en tu cumpleaños era mi forma de olvidar, algo adictivo que me hacía sentir vivo —sus brazos picaban, tal vez Fumikage y Hitoshi no comprendían a qué se refería, pero Shoto sí y eso lo hacía sentir avergonzado—. Sabía que no iba a terminar bien y solo me guiaría por un camino fatal, pero era la única forma de alejarme de los demonios.
Shoto cerró los ojos con fuerza, dolía escuchar esas palabras, comprendía que se refería a los cortes de sus muñecas.
—¿En serio deseas pasar toda tu vida consumiendo algo dañino por una felicidad tan corta? —continuó con un tono más serio—. ¿Quieres morir Shoto?
Shoto abrió los ojos con fuerza, no, no deseaba morir, sabía las consecuencias que tenían sus actos, pero la deseaba con desesperación.
—Shoto, ven conmigo y te sacaré de esta mierda. Todavía estás a tiempo.
El mayor negó con la cabeza y dijo—: soy un caso perdido.
—No lo eres, ya me lo demostraste.
Shoto miró a Izuku, para su sorpresa esos ojos verdes no lo veían con decepción o desagrado, no parecía molesto con él.
—Te decepcionaré…
—Todos tenemos recaídas, sería todo tan sencillo si al día siguiente los demonios se van —interrumpió con una sonrisa.
Shoto lo miró sorprendido, su mirada y voz eran firmes.
—La vida no es un camino de flores, no siempre hay arcoíris y un brillante cielo azul —continuó sin borrar esa sonrisa tan brillante.
—¡Voy a decepcionarte! ¡Siempre lo hago! ¡Arruino a todos! ¡Destruí mi relación con Momo y mis amigos!
Fumikage observó a Shoto con tristeza, era una cruda, pero cierta realidad.
—No me voy a decepcionar, porque todos tropezamos, caer es parte de nuestra humanidad, pero lo importante es levantarse y te prometo que te ayudaré a pararte una y otra vez. Aunque estoy seguro de que si me das la mano todo cambiará.
—¿Confías en mi? ¿Luego de que te conté todo lo que hice?, puedes preguntarle a Fumikage y te dirá que no cambiaré…
El pelinegro observaba en silencio a ambos chicos, Shoto decía la verdad e Izuku parecía tan inocente ante sus ojos rojos. Sentía lástima, porque se veía a sí mismo.
El frío calaba en los huesos de los muchachos, el tiempo corría y todo dependía de las palabras de Izuku.
—Confío en ti y no me importa el pasado, no cuando ahora mismo se puede remediar —Izuku estaba determinado en llevarlo a casa, no le importaban las palabras del entorno de Shoto—. Confía en mi, no me rendiré con un amigo que necesita ayuda. Dame la mano y salgamos de este callejón.
Ofreció su mano con una sonrisa y dijo—: salgamos de este lugar y vayamos a la luz, has estado por mucho tiempo en la oscuridad.
Shoto tragó nervioso, no sabía qué demonios era tan especial en Izuku, solo sabía que había una luz de esperanza en su mirada.
¿Deseaba perder lo que le ofrecía una persona como Izuku? ¿Perdería es oportunidad por ese placer tan efímero? ¿Izuku podría salvarlo?
Tic tac, tic tac, tic tac…
El reloj del destino retumbaba, el tiempo corría y el final de una etapa se acercaba de forma cruel.
Su cuerpo se movió solo, no comprendía el motivo de querer seguir a Izuku, pero quería alcanzar esa mano y sostenerla.
Si una persona que a sufrido tanto como él estaba de pie con una sonrisa honesta, sin ninguna máscara, ¿cómo no aceptar su ayuda?
Tal vez su destino siempre fue ser salvado por Izuku, ya lo hizo esa noche, también lo alejó de forma indirecta de Monoma, puede que nuevamente esa brillante y amable luz lo rescate de sí mismo.
Shoto se detuvo al ver la mirada horrorizada de Izuku.
—Ese hombre… ese hombre tiene un arma.
Fumikage y Shoto se dieron la vuelta preocupados.
El tiempo se detuvo.
Al escuchar aquello Hitoshi abrazó sus piernas con fuerza, la culpa surgió, solo podía pensar en el “si hubiera hecho algo antes”.
Los dos adolescentes estaban sorprendidos al ver a un hombre con máscara de zorro apuntándoles con una pistola, más en específico a Shoto. Nunca iban enmascarados y con capuchas, tampoco con armas de fuego.
Los tres miraban en silencio al hombre, temían mover algún músculo y ser asesinados de inmediato.
Izuku sentía que le faltaba la respiración, todo se hacía más pequeño, su corazón palpitaba cada vez más rápido.
1… 1… 1…
Por un momento imaginó que el hombre era su padre y esa pistola era un cuchillo.
—No… —susurró apenas audible—. No, no es él…
Respirar cada vez era más difícil, no deseaba morir, no quería irse de este mundo cuando al fin está feliz.
Las decisiones que escogemos pueden ser con buenas intenciones, pero no siempre el resultado termina con un final de cuentos de hadas.
El sonido de la bala sonó más fuerte a causa del eco, todo había sido tan rápido que ni siquiera había cerrado los ojos.
Shoto pensó que sería su final, algo que siempre fue obvio, siempre se pensó que moriría debido a esto, pero siendo honesto con el mismo, no deseaba morir, él quería ver ese futuro que le ofrecía Izuku.
Lo que no vieron venir fue ver a Fumikage interponerse entre la bala y su amigo.
El tiempo volvió a correr, la tormenta había comenzado.
Shoto gritó al ver a su amigo en ese frío y sucio suelo, la sangre brotaba de su pecho.
—¡Fumikage! ¡Resiste!
Hitoshi atinó a marcar rápidamente a la policía, le importaba poco si lo atrapaba quien sea que haya disparado, no quería repetir la historia.
Cuando contestaron susurró la dirección y que a su amigo le dispararon, pero no sabía el estado, ya que estaba oculto detrás de un basurero, recalcó que habían otros dos amigos al lado de él.
Rezaba a lo que sea para que llegaran pronto, suplicaba que ese “vamos en camino” sean tan solo un par de minutos.
Las lágrimas comenzaron a brotar con fuerza al imaginar a Fumikage en el suelo.
—Por favor… —susurró Hitoshi mientras las lágrimas caían cada vez más con fuerza—. Ayúdennos…
Izuku vio como el hombre ahora dirigía la pistola hacia su cabeza, no sabía si reír o llorar, tan solo habían pasado tres meses desde que alguien había intentado asesinarlo.
—Yo…
“Yo no quiero morir”
Su corazón palpitaba con furia, sentía que en cualquier momento vomitaría hasta el cansancio.
¿Se arrepentía de ir en búsqueda de Shoto? La respuesta es obvia, jamás se arrepentiría de los actos de esta noche, solo lamentaba arrastrar a Hitoshi.
Por su cabeza pasó la imagen de Toshinori, traicionó la confianza que había obtenido de parte de él y estaba seguro de que aquel hombre se iba a culpar.
Un segundo antes de que éste disparara fue empujado por la espalda cayendo con fuerza al suelo. El arma cayó lejos del hombre.
—¿Quién? —dijo Izuku extrañado, pero cuando vio ese rostro sintió un gran alivio.
El Sr. Aizawa lo había rescatado; se dejó caer sentado, al fin la ayuda había llegado, pero al ver a Shoto llorando comprendió que no estaban tan seguros.
Aizawa colocó su rodilla con fuerza en la espalda y sujetó furioso las muñecas del hombre.
—No hagas nada imprudente o te quebraré la columna —amenazó Aizawa cargando su rodilla con más fuerza.
El hombre gimió por el dolor.
—Llamen a la policía —dijo Aizawa en tono fuerte y claro.
Hitoshi salió de su escondite entre sollozos.
—Ya llamé… —dijo con dificultad mientras se acercaba a ellos.
Una risa nerviosa salió de la boca de Izuku, su cuerpo tiritaba cada vez más fuerte, ya no sentía que el aire lograba ingresar a sus pulmones. Colocó sus manos en la cabeza y tiró un poco de su cabello.
—Izuku… —dijo Hitoshi colocando su mano en el hombro de Izuku.
—¡Aléjate! —gritó con fuerza, el miedo se apoderaba cada vez más, sabía que el hombre ya estaba sujeto, ya nada pasaría, pero el terror era demasiado fuerte.
“Lo siento, lo siento…”
La voz de Inko resonaba en la mente de Izuku con fuerza.
—Izuku debes mantener la calma, nadie te va a lastimar —dijo Aizawa con una voz más tranquila, deseaba acercarse al muchacho, pero no podía permitirse soltar al hombre.
—No puedo —dijo casi inaudible sentía su garganta como si una soga lo estuviese ahorcando—. No puedo respirar…
—Mierda —susurró Aizawa, luego miró a Fumikage tirado en el suelo, no sabía su estado, pero Shoto lloraba demasiado—. Shoto, ¿cómo se encuentra Fumikage?
No deseaba preguntar si aún respiraba, sería demasiado traumante para los chicos ser tan directo.
—Respira, pero está inconsciente y pierde mucha sangre —dijo Shoto sin parar de llorar.
Sintió alivio al escuchar aquello, aún tenían tiempo, pero de seguro no el suficiente.
También, estaba Izuku, el cual parecía que estaba teniendo un ataque de pánico.
Las alarmas sonaron, la ayuda había llegado.
La policía llegó junto con los paramédicos al ver que el delincuente estaba reducido.
Izuku vio como los paramédicos se acercaban con sumo cuidado a Fumikage, cerró los ojos para no ver lo que harían, temía ver la realidad.
—¿Estás bien? —preguntó uno de los paramédicos preocupado por el estado de Izuku.
Izuku sabía que estaba bien, todo era producto de su mente, ir al hospital y ser atendido por un profesional provocaría que su caso con la tutela resultase peor.
Tenía que calmarse, pero era más sencillo decirlo que hacerlo.
—E-estoy bien —dijo con dificultad, tenía que calmar su respiración, a este paso podía desmayarse—. Se… se me pasará.
Su cuerpo lo traicionaba al tiritar con insistencia, pero Izuku deseaba ganarle a todo eso.
—En un par de minutos todo estará bien… e-es algo normal —era una realidad, cuando se calme todo volverá a la normalidad, siempre es así, a su cerebro le encanta torturarse y luego hacer como si no hubiera pasado nada.
El paramédico asintió y se marchó.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco…. —susurró Izuku aliviado al lograr contar correctamente. Aún se le dificultaba respirar, pero ahora era menos angustiante.
Los paramédicos socorrieron a Fumikage.
Aizawa no sabía qué hacer en estos instantes, no quería dejar a los 3 chicos solos, pero tampoco podía dejar a Fumikage.
—Papá, ve con ellos, nosotros estaremos con los policías…
Aizawa asintió y fue a la ambulancia, solo rezaba para que nada malo pasase.
Hitoshi miraba a Shoto, estaba demasiado pálido y no paraba de llorar. Tenían que testificar y no sabía qué demonios decir.
—Iremos a constatar las lesiones, ustedes irán en la otra patrulla para ir a comisaría y dar los hechos de lo ocurrido.
Los tres asintieron y siguieron a la policía que lo guiaba a su patrulla.
04:30 am
Aizawa intentó pensar en qué palabras utilizaría para darle la noticia a los Tokoyami. También, pensaba qué haría junto con Toshinori para librarse de servicios sociales.
Primero llamó a Toshinori, tal vez sería más sencillo decirle a él lo ocurrido, era su amigo podía decirle.
Al tercer marcado contestó el rubio, pero antes de siquiera formular una palabra, Toshinori dijo:
—¿Qué ocurrió? ¿Los niños y Emi están bien?
Era natural ese tipo de preocupación, nadie llama a esta hora a menos de que sea una emergencia, en especial Aizawa.
—Sí —dijo con un tono de voz agotado—. Siendo honesto, no sé cómo explicar la situación, ni siquiera yo la comprendo demasiado.
—¿Qué ocurrió con Izuku?
Aizawa cerró los ojos, su amigo era rápido para pensar.
—Por favor no te alarmes, pero Fumikage y Shoto se metieron en problemas, fueron a una zona no segura, tanto Izuku como Hitoshi los siguieron…
Al no escuchar respuesta, Aizawa decidió continuar.
—Me llamaron y enviaron su ubicación en directo para que los siguiese, no me dijeron los motivos del por qué fueron a ese lugar, quiero creer que no es lo que yo creo que puede ser… cuando llegué encontré a un hombre apunto de dispararle a Izuku. Alcancé por poco salvarle, pero llegué demasiado tarde para Fumikage.
Lo último le dolía, no había rescatado a ese niño, si hubiese llegado antes se los habría llevado a todos sanos y a salvo.
—Toshinori, ese chico solo tiene 15 años y está a un paso de morir por un disparo, ¿cómo les explico eso a sus padres? Ellos son buenas personas —dijo con dificultad—. Aman a su hijo y siento que les fallé al llegar demasiado tarde.
—Mi hijo podría ser quien esté allí, ¿qué clase de padre soy al no darme cuenta de que algo estaba ocurriendo?
—Mierda y más mierda…
—¿Qué hago con la policía?, los chicos están en comisaría. No sé qué decirles, no sé qué están diciéndole a los policías… mi hijo estaba llorando, permití que él llorase, yo me prometí hacerlo feliz y…
—Tranquilo, voy a ir a la comisaría y recuerda que no es tu maldita culpa.
Aizawa sonrió y dijo—: ahora viene lo difícil…
Tenía que llamar a los Tokoyami, sabía que estaban en otra ciudad para celebrar su aniversario…
Colgó y marcó el número del padre de Tokoyami.
Tic tac, tic tac, tic tac…
Jamás en su vida pensó escuchar ese tipo de grito tan desgarrador de parte de una mujer…
¿Ese es el tipo de grito que hacía una madre al escuchar una tragedia que implica a un hijo?
Aizawa rogaba para que Emi nunca gritase de esa forma por ninguno de sus hijos.
La forma de hablar del Sr. Tokoyami era tranquila, pero se notaba que ese tono de voz era un intento de mantener la calma de la situación. Uno de ellos tenía que ser el soporte a la realidad.
Aizawa no pudo evitar pensar: ¿yo actuaría de esa forma si Hitoshi, Eri o mi futura hija pasase por algo como eso?
Siendo honesto, cree que sería al revés, Emi mantendría la calma mientras él grita por el dolor.
—Iremos de inmediato, gracias por comunicarnos… cualquier noticia llámenos por favor.
“Cualquier noticia”
—Fumikage va a estar bien, es un muchacho fuerte —una lágrima cayó por su mejilla, era imposible no sentir dolor ante la tragedia, conocía a ese chico desde que era un niño.
¿Cómo no poder llorar?
—Dígale a Aiko que su hijo va a estar bien —dijo intentando sonar firme.
Dolía, para un hombre como Aizawa, que se dedicaba a la educación de niños y adolescentes provocaba un efecto más doloroso.
Los jóvenes deben crecer para llegar a ser unos buenos adultos. No deben morir a una tierna edad.
Sabía que Fumikage tenía grandes sueños, iba a ser su alumno…
Un alumno suyo estaba a un paso de la muerte, un chico de 15 años podía morir por una maldita bala.
¿Por qué? ¿Por qué no llegó antes?
Quiso vomitar al imaginar lo que habría ocurrido si hubiese llegado un par de minutos más tarde. Serían 4 chicos y uno de ellos su hijo.
—Sí, mi hijo estará bien.
Colgó y soltó un suspiro, quería que Emi estuviese en esos momentos con él, deseaba quebrarse en su dormitorio mientras era abrazado por su esposa.
Mientras tanto en otra ciudad Hawks estaba sirviéndole a Himiko un bol con leche y cereal, tal vez era de madrugada, pero ella tenía antojos y no deseaba verla molesta.
Cuando su teléfono sonó, se extrañó, pero fácilmente podía ser uno de los muchachos borrachos. Al ver el número del Sr. Tokoyami un nudo se formó en su estómago, solo pudo pensar en que algo malo había ocurrido.
Cuando contestó y cruzaron un par de palabras el mundo de Hawks se derrumbó, el matrimonio escuchó el sonido de algo haciéndose añicos en contra del suelo.
—Quisiera decir que esto es una broma de mal gusto, pero ustedes jamás bromearían con algo como esto… —dijo en automático—. Iré al hospital, yo… yo…
Decidió colgar al no lograr decir nada más.
Himiko salió del dormitorio preocupada por el sonido.
—¿Cariño? ¿Qué ocurre? —preguntó nerviosa al ver la mirada de Hawks.
—Mi hermanito… —las lágrimas comenzaban a caer—. A Fumikage le dispararon, está en el hospital, está demasiado mal.
Cubrió su rostro con sus manos tiritonas, su corazón dolía.
—Fumikage estará bien —dijo acercándose a Hawks, lo envolvió con sus brazos para reconfortarle—. Calmarás tu respiración, beberás un poco de agua y nos arreglaremos, ¿ok?
Hawks asintió como respuesta, sabía que tenía que estar tranquilo, pero Fumikage era su hermanito, no podía estar tranquilo sabiendo que él estaba en peligro.
Su hermano era fuerte, Fumikage iba a estar bien, ¿cierto?
05:55 am
La comisaría era fría y sombría ante los ojos de Hitoshi, no pisaba una desde el día en el que su padre lo encontró, pero el problema es que esta vez estaba solo y demasiado nervioso. Shoto estaba explicándole al superior lo ocurrido.
¿Qué mentira diría para que no descubriesen que habían ido a comprar drogas?
Mientras tanto Izuku observaba el ventilador de la luz en silencio, estaba intentando de alguna forma olvidar a ese tipo dispararle a Fumikage y de que tal vez se lo llevarían a un hogar de menores.
Podía ver la sonrisa de su padre al saber que su hijo será nuevamente infeliz.
—¿Qué haré si me llevan? —susurró—, ¿cómo se sentirá despertar en una cama que no es tuya en una casa con desconocidos?
Hitoshi escuchó esas palabras, dolía saber que ese podía ser el destino de Izuku.
—Tengo miedo —dijo ahora mirando a Hitoshi—. Temo por la vida de Tokoyami y mi destino.
—Fumikage estará bien —dijo Hitoshi mientras las lágrimas volvían a caer—. No fue tan grave y mi papá y el tío Toshinori no permitirán que ellos te lleven.
La mirada de Izuku se nubló, las lágrimas se formaron en sus ojos, solo deseaba hacerse una bolita en su cama y que Toshinori le dijese que todo iba a estar bien.
—No quiero que me lleven, no quiero perder a Toshinori —dijo intentando no llorar—. Sin él…
Todo volverá a ser gris.
—¿Quién me va a proteger de todos esos demonios?
Ochako era su mejor amiga, la primera persona que lo vio en la oscuridad, ella lo rescató de sí mismo y la ama, pero Toshinori era una especie de figura paterna que lo rescata de los problemas.
Toshinori es la única persona con la que en verdad se siente seguro, él es su casa, sabe que en el futuro siempre estará para él.
Izuku es consciente de que el amor de pareja no siempre es duradero, las personas terminan separándose, pero con Toshinori nunca pasará algo como eso, porque él lo quiere como a un hijo.
—No quiero que me separen de lo mejor que me a ocurrido en la vida…
Toshinori era la persona que le demostró que no todos los adultos eran malos e indiferentes.
—Izuku… —susurró Shoto al salir de la oficina y escucharlo.
La realidad azotó a Shoto, sus actos habían perjudicado a Izuku más de lo que imaginó.
Por su culpa Izuku estaba llorando.
—Ella debe estar feliz al verme de esta forma —dijo Izuku recordando a su madre.
Ninguno de los chicos comprendió quién era ella, pero Shoto sintió que se le formaba un nudo en la garganta.
Decidió sentarse un poco lejos de ellos, sentía vergüenza con tan solo estar cerca de Hitoshi e Izuku.
Se sentía horrible al pensar en que tal vez Fumikage había dejado este mundo, él había causado la muerte de un amigo, de una buena persona.
No sabía qué excusa decirle al policía con respecto al motivo del por qué fue allí, solo dijo que sus tres amigos lo siguieron, no deseaba que Fumikage estuviese involucrado en lo ocurrido, él era un ignorante sobre ese tema, solamente fue al rescate de su amigo y por ello terminó con una bala.
Ya verá luego la mentira que dirá el abogado, estaba seguro de que Enji lo sacaría del problema de alguna forma, él siempre se sale con la suya.
Escuchaba a Izuku llorar cada vez más fuerte.
Cuando llegó Aizawa miró a los tres jóvenes, todos con los ojos rojos por llorar y miradas cansadas y demacradas.
—No quiero que me lleven… —dijo Izuku abrazándose a sí mismo.
El miedo razonable de Izuku alertó a Aizawa, el chico cada vez se veía peor, incluso creía que podía terminar con un ataque de pánico si no lo tranquilizaban.
El adulto se sentó al lado de Izuku, colocó su mano en la cabeza de éste y comenzó a acariciarla.
—Tranquilo Izuku, no va a ocurrir nada malo —dijo con un tono de voz suave.
—¿Y si servicios sociales me lleva a un hogar de menores? —el miedo se volvía más grande—. Yo no quiero ir a ese lugar.
Con tan solo imaginar volver a la oscuridad el cuerpo de Izuku comenzaba a tiritar.
1, 2, 3, 4, 5…
—Nadie te llevará, ni Toshinori y yo permitiremos que te lleven —dijo el Sr. Aizawa con seriedad—. Confía en los adultos.
—Izuku, debes estar tranquilo o colapsarás —señaló el adulto cada vez más preocupado.
—Izuku —dijo una voz bastante reconocible.
Izuku no podía verlo a la cara.
—Mírame Izuku, lo vamos a resolver, no debes preocuparte —dijo Toshinori.
—Lo… lo siento —dijo con dificultad—. En serio lo lamento, no pensaba que iba a pasar todo esto, yo creí que…
—Es mi culpa —dijo ahora Shoto—. Lo siento, perdón por ser un imbécil, perdónenme. Ahora por mi culpa Fumikage va a morir. Hitoshi e Izuku se metieron en problemas.
El Sr. Aizawa se levantó y fue directo hacia Shoto, todo era confuso.
—Toshinori, ¿qué va a suceder? —dijo Izuku temeroso mientras subía su mirada.
—No cometieron ningún delito y tampoco llevaban consigo algo ilegal, en ese caso creo que están a salvo, pero creo que debemos ver algún abogado para ver todo el tema…
Toshinori no alcanzó a terminar debido a que llegó Enji al lado de dos hombres bien vestidos, de seguro eran sus abogados.
Shoto se retorció en su silla al ver esa fría y aterradora mirada posarse de forma sutil.
Los tres entraron a la oficina en silencio, algo en el interior de Izuku lo preocupaba, no tenía idea de lo que ocurría, pero esa postura tan seria de parte de Enji le causaba escalofríos.
—¿Me explicarás qué ocurrió? —preguntó Toshinori con un tono amable.
No salieron las palabras de su boca.
¿Cómo explicarle a Toshinori todo este problema?
—Fuimos a traer a Shoto y Fumikage de vuelta a casa, los escuchamos y no queríamos que hicieran una estupidez —explicó Hitoshi al notar que Izuku estaba en blanco.
—Entiendo, ¿ustedes dos no están metidos en nada relacionado con este asunto?
En otras palabras, relacionados con las drogas, pero él no sabía esa parte del “asunto”.
—No, pero sabíamos algo —dijo Hitoshi con molestia—. No debería haber confiado que Fumikage diría todo, soy tan estúpido.
Hitoshi se veía molesto, estaba dolido con Fumikage, él había confiado en su antiguo amigo, pero solo eran palabras vacías.
—Si lo hubiese dicho cuando me enteré estaríamos todos bien —las lágrimas comenzaron a caer—. Fui un idiota, sabía que no tenía que confiar y decidí creerle.
Hitoshi cubrió su rostro con las manos y comenzó a llorar sin parar.
—¿Por qué no me hizo caso? ¿Por qué son tan idiotas? —decía con dificultad—. Si hubiese sido más rápido no estaría nadie mal… por mi culpa Fumikage puede morir y a Izuku pueden llevárselo…
—No es tu culpa —dijo Izuku a duras penas, era duro verlo en ese estado—. Yo podría haber hablado, creí que podía solucionar las cosas y terminé provocando que tu también terminases metido en todo esto.
El Sr. Aizawa fue hacia Hitoshi y lo abrazó con fuerza, su hijo aún no paraba de llorar, incluso aumentó más su llanto.
Todo dolía e Izuku estaba intentando con todas sus fuerzas no volver a tener otro ataque de pánico.
Toshinori lo observó con seriedad, pero antes de poder decir alguna palabra, salió Enji con los hombres y el jefe de la estación.
—Pueden marcharse —dijo el policía para luego volver a su oficina.
—Shoto es hora de ir a la mansión —dijo Enji con una frialdad que les provocó escalofríos a todos los presentes—. Pueden irse, nada ocurrió en este lugar, ¿comprenden?
Toshinori hizo una mueca un tanto molesta, pero soltó un suspiro y dijo—: vayamos a casa Izuku.
El Sr. Aizawa se llevó en silencio a Hitoshi de la comisaría, quedando solo Toshinori e Izuku en el lugar.
El poder del dinero y las influencias había ganado de nuevo, todos deberían estar felices, pero les había dejado un mal gusto en la boca por verificar en carne propia cuan sucia estaba la justicia.
Un par de billetes, tal vez una amenaza y listo, todo resuelto, así resolvía las cosas ese aterrador monstruo.
Enji Todoroki era imparable, también invencible, ¿cómo ganarle a un hombre como él?
Izuku no sabía la respuesta y dudaba obtenerla.
—Yo… —dijo Izuku, pero fue interrumpido por Toshinori.
—Hablaremos en casa.
El tono de voz de Toshinori gritaba que el menor sería regañado y él lo aceptaría sin rechistar.
Cuando Izuku salió sintió alivio, ya que podía vivir como siempre, aunque estaba seguro de que su normalidad valió un buen monto.
El poder del dinero.
El trayecto fue silencioso, Toshinori manejaba con seriedad, en ningún momento sonrió o intentó hablar.
Izuku solo podía pensar en cómo le explicaría todo a Toshinori, tenía que ser honesto, no más mentiras con respecto al tema de las drogas y Shoto.
Un tema complicado y difícil de abordar, pero él se lo había buscado y tenía que pagar las consecuencias.
Continuará…
Nota
Espero que les haya gustado el capítulo, queda bastante poco para el final.
Fue complicado escribir este capítulo, no es el más largo que he escrito, pero me dolió escribirlo en especial la parte de Aizawa llamando por teléfono.
Hice sufrir demasiado a Izuku, lo siento prota.
¡En el próximo capítulo se viene lo bueno!
Solo puedo decir: aguante el dinero y las influencias xD
Pd: Vi el nuevo capítulo del anime de bnha y recordé que, sin Monoma y Shinso nada habría pasado, los verdaderos héroes de la guerra 🦄💖
#UnfinalfelizparaIzuku
#MuerteaEnji
#Izukumereceunabrazo
#Izukuesunserdeluz
#UnabrazoparaHitoshi
#Aizawamereceelcielo
Palabras: 5089
Publicado: 08/06/2024
Hasta el 15 de junio! 🦄🦋💖
Capítulo 36: Porque eres mi amigo
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