Extra #3

Viejos rostros

Jordan nunca se imaginó que terminaría viviendo en la mismísima casa de los horrores, es decir, la antigua casa de la gobernadora. Y, a pesar de que actualmente seguía siendo el hogar de las líderes de la ciudad, era un ambiente totalmente distinto.

Su habitación era considerablemente grande, tal vez demasiado tomando en cuenta que solo la utilizaba a la hora de dormir, las paredes habían sido pintadas de un azul oscuro con detalles dorados y la decoración era una mezcla perfecta de lo desordenado y lo sofisticado. Para Jordan era una experiencia realmente extraña compartir habitación con una sola persona. Debía admitir, aunque intentaba no mencionarlo, que le tomó bastante tiempo acostumbrarse.

Aunque no podía quejarse, tomando en cuenta de quién era esa persona.

—Bingo. —manifestó Marissa mientras levantaba unos calcetines negros.

—Así que sí los habías perdido. —pronunció Jordan y no pudo evitar reír.

Marissa tenía más de tres días buscando su par favorito de calcetines y Jordan había comenzado a creer que la chica estaba delirando o algo por el estilo.

—Te lo dije. Me tocó lavar esta semana y no los vi por ningún lado. —expresó Marissa con una sonrisa victoriosa y lanzó los calcetines al canasto de ropa sucia.

Jordan rodó los ojos mientras le sonreía y cuando se levantó de la enorme cama una mueca adolorida se formó en su rostro. Marissa al notarlo le miró con desaprobación.

—No te tomaste la pastilla, ¿cierto? —aseveró Marissa y se acercó más a Jordan, quien negó lentamente con la cabeza—. Rojita, sabes que te apoyo en todo, pero te estás haciendo daño y ni siquiera intentas seguir las indicaciones de la doctora.

—La pastilla me da sueño, no me gusta sentirme así. —explicó Jordan y volvió a sentarse con un ápice de dificultad en la cama.

Marissa se le quedó mirando con una sonrisa triste e imitó su acción.

—Una chica se me acercó esta mañana y me dijo que gracias a ti había encontrado su pasión en el boxeo. —contó Marissa y Jordan sintió una sonrisa apoderarse de sus labios—. Desde el momento en que me dijiste que querías ser entrenadora supe que ibas a hacer un maravilloso trabajo, y sé que quieres mostrarte fuerte para esas chicas, pero recuerda que si no puedes levantarte de la cama un día no podrás continuar ayudándoles. —razonó Marissa.

Jordan detestaba sentirse débil y vulnerable, pero si algo había aprendido con el transcurso del tiempo era que ninguna de esas cosas te hacía débil o vulnerable, sino que te hacían con mayor capacidad para luchar por ser fuerte.

Marissa constantemente tenía que recordarle estas cosas y ella siempre se mostraba presta para lo que fuera que necesitara, no importaba si fueran incontables veces, ella siempre estaría para apoyar a Jordan así como Jordan lo hacía con ella.

Su relación se basaba en un balance de sentimientos y acciones. Siempre tratando de mantener las cosas lo más equitativamente posible.

— ¿Dónde está la pastilla? —preguntó Jordan y Marissa le dedicó una hermosa sonrisa antes de levantarse e ir en busca del cartón de pastillas.

Mientras Marissa caminaba hacia la enfermería divisó una figura que le resultaba un tanto conocida sentada en un mueble, mas no recordaba haberle visto antes.

Marissa retrocedió en su paso y se dirigió hacia donde estaba la señora sentada.

—Hola. —saludó Marissa en cuanto estuvo frente a ella y notó que la mujer era mucho más mayor de lo que había visto en la lejanía.

—Oh, hola. —le saludó la mujer con una sonrisa y frunció el ceño luego de ver bien a Marissa—. ¿Te conozco? —preguntó la señora con voz temblorosa.

Marissa negó con la cabeza y se extrañó al ver que la mujer también sentía lo mismo acerca de ella.

—Soy Marissa, ¿y usted? —inquirió Marissa con la necesidad de descifrar el misterio de esa mujer.

—Mi nombre es Tabitha. Un gusto conocerte, Marissa. —expresó la mujer con la sombra de una sonrisa y en ese momento Marissa recordó de dónde la conocía.

Era la madre de Cobaín.

Estaba en la celda colindante a la de Jordan el día que la fue a sacar.

En diversas reuniones el nombre de la mujer era mencionado puesto que se estaba tratando con el caso de Cobaín.

—Vaya, es mi gusto conocerla, he oído mucho de usted. —manifestó Marissa con total sinceridad y se golpeó mentalmente por haber sonado tan intensa.

Tabitha examinó a Marissa de pies a cabeza mas sin embargo no pudo concebir de dónde la había visto, por lo que se limitó a sonreírle amablemente.

— ¿Y qué te trae a este lugar? —preguntó Tabitha con la más buena de las intenciones pero Marissa no pudo evitar sentirse un tanto incómoda por la pregunta, no le gustaba simplemente decir que era la líder de la ciudad.

—Vivo aquí. —se limitó a responder y esbozó una pequeña sonrisa, Tabitha asintió lentamente y se quedó callada—. ¿Y a usted? —cuestionó Marissa ante su silencio.

—Bueno, vine a visitar a alguien que tengo mucho tiempo sin ver, aunque me dijeron que está un poco indispuesta en estos momentos. —explicó Tabitha y Marissa a pesar de que no sabía de quién estaba hablando pretendió que sí lo hacía.

—Oh, sí. —pronunció—. Bueno, ya debo de irme pero fue un honor conocerle, espero que podamos vernos pronto. —se despidió Marissa y al notar la sonrisa de Tabitha decidió continuar su camino hacia la enfermería.

Tabitha observó a Marissa alejarse y volvió la mirada a la puerta que tenía a su mano derecha, como si estuviera esperando que se abriera en algún momento.

Sorpresivamente, así fue.

Una mujer con una bata roja apareció en el campo de visión de Tabitha y le dedicó una pequeña sonrisa antes de desaparecer por los incontables pasillos de la casa.

Tabitha aprovechó la oportunidad para levantarse -mucho más rápido de lo que una de mujer de ochenta y cinco años debería- y colarse por la puerta hacia el lugar que tanto ansiaba visitar.

El frío en la habitación le provocó temblores a Tabitha y el ambiente tan extraño y calmado le hizo sentir un tanto extraña.

—Al fin te veo. —pronunció Tabitha inexpresivamente.

Ahí, en el centro de una réplica casera de una habitación de hospital se encontraba tendida Ashley con una máscara de oxígeno y unos cables en todo su cuerpo.

Tabitha caminó hacia la cama de Ashley y se sentó en el sofá que se encontraba justo al lado de la misma, con una mezcla de sentimientos se mantuvo observando el cuerpo inmóvil de la mujer.

—No puedo creer que te hiciste esto a ti misma. —masculló Tabitha casi en un susurro.

Ashley no poseía ni una gota de maquillaje, sus uñas no estaban pintadas y su bata de hospital definitivamente no calificaba como un traje sofisticado.

—Invertiste toda tu vida en volver a todos perfectos y mírate ahora, un simple y vacío humano igual que el resto. —le reprochó la mujer y comenzó a buscar algo en su bolso.

Tabitha no tenía mucha historia con Ashley, pues cuando era pequeña Cobaín no le dejó acercarse a ella ni tener ninguna clase de contacto con ella, pero sí llegó a conocer a la mujer frígida y desquiciada en que se había convertido con el pasar de los años.

Aun así, como lo hacía con su hijo, no podía evitar sentir algo más que resentimiento por ella.

Tabitha sacó de su bolso un esmalte de color rojo y procedió a pintarle las uñas a su nieta.

—Tal vez en algún momento te despertarás y verás que tu mundo ya no es rojo —pronunció Tabitha—, pero por lo menos tus uñas sí lo serán. —concluyó la mujer y continuó pintándole las uñas como el último gesto de amor que podía realizar.

♣♣♣

— ¿Angelo? —llamó una voz desde el otro lado de la puerta y se escucharon varios golpecitos.

Angelo frunció el ceño ya que no esperaba compañía hasta la noche -que era cuando Chris regresaba del set- y se levantó para abrir la puerta.

Frente a Angelo se encontraba una mujer que aparentaba tener cuarenta con una evidente expresión de nerviosismo.

— ¿Hola? —expresó Angelo con confusión y la mujer pasó rápidamente a la habitación, a lo que Angelo se mostró más confundido pero aun así cerró la puerta detrás suyo.

—Me dijeron que tienes contacto con Mann. —fue lo primero que dijo la mujer y no parecía segura de sus palabras.

—Sí... —respondió Angelo mas no entró en detalle.

La mujer lo pensó por unos segundos y luego se mostró agitada.

—Tienes que llevarme, por favor, te lo ruego. —manifestó rápidamente y Angelo retrocedió unos pasos al ver que la mujer se estaba acercando demasiado.

—Tranquila, primero dígame quién es. —estableció Angelo y la mujer miró a su alrededor desenfrenadamente y Angelo no pudo evitar asustarse levemente.

La mujer parecía estar teniendo una crisis en su cabeza pero de repente se calmó y le sonrió.

—Mi nombre es Marina. —respondió—. Mi amiga Michelle dijo que tienes contacto con Mann y yo necesito ir urgentemente. —explicó con precisión.

En el momento en que la mujer dijo su nombre algo encajó en su cabeza, el recuerdo de su amigo Mario llegándole de repente. Con esa imagen en su cabeza pudo ver que el parecido era impresionante.

— ¿Por qué no tomas asiento? —le ofreció Angelo mientras le indicaba la silla que estaba al lado de la cama de Chris.

La mujer negó repetidas veces y se mantuvo en silencio en espera de lo que Angelo tenía para decir.

—Escucha... conozco a tu hijo, de hecho él me salvó la vida... —comenzó Angelo y los ojos de Marina se iluminaron—, pero ahora mismo no puedo llevarte a Mann. —finalizó y eso borró cualquier rastro de felicidad del rostro de Marina.

— ¿Por qué? Necesito ver a mi hijo y saber que está bien. —manifestó la mujer y Angelo notó que comenzó a jugar con sus manos.

—En Mann las cosas no son iguales que aquí, correrías un grave peligro con tan solo poner un pie en ese lugar en un día como este. Mario también. —explicó Angelo y ante esto último la mujer se vio afectada.

— ¿Dices que mi bebé está en peligro? —cuestionó la mujer y rápidamente lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos.

Angelo se sintió como la peor persona del mundo al ver lo devastada que lucía la mujer y se acercó lentamente sin la menor idea de qué decir.

—Su hijo es un chico muy inteligente, y estoy seguro de que está bien. —expresó Angelo con voz suave pero la mujer no levantó la mirada.

En cuanto Angelo estuvo lo suficientemente cerca de la mujer, esta tomó un pequeño cofrecito de madera del mueble de Chris que había estado tratando de tomar en todo el rato y cuando Angelo giró la mirada hacia su celular que de repente había sonado, le golpeó con el cofrecito justo en la cabeza, dejando a Angelo inconsciente.

Marina tomó el celular de Angelo y lo guardó en el bolsillo de su falda y le dio una última mirada a Angelo antes de dirigirse a la puerta.

—Voy a buscar a mi hijo. 

********************************************************

Sí, sé que este es el último extra, pero conociéndome entonces saben que no podía irme sin dejarles suspenso para toda una vida. 

En mi defensa, tengo planeado hacer un especial para Halloween, tal vez sea la continuación de este extra, tal vez no, lo descubrirán ese día 

Pero en general, ¿les gustaron los extras? ¿Los odiaron? Déjenmelo saber, me encanta leerlos.

Por el otro lado, Resaltado llegó a las 5k y no pensé que eso fuera posible. Sin duda no tengo cómo agradecerles el apoyo y el amor que le han brindado a la historia en todo este proceso. Muchísimas gracias desde el fondo de mi corazón y nunca dejaré de decirlo, porque si esta historia está donde está es por cada una de las hermosas personas que la leen y que comentan y que votan sin importar nada. 

Los amo de todo corazón, y nos vemos pronto en Halloween. 

Besitos desde Moltum ♥♥♥♥♥♥♥♥



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top