14. Tres son multitud

—Bueno, véanle el lado positivo... —comenzó Cynthia y las chicas le miraron expectantes—. Olvídenlo, no se me ocurre nada. —concluyó y Chris rodó los ojos mientras Jordan se echaba a reír.

—No puedo creer que ni siquiera Elimar ha llegado. —comentó Chris con cansancio en la voz.

La reunión en el almacén había comenzado hace 20 minutos y solo estaban Chris, Jordan y Cynthia, lo que les causaba un mal presentimiento a las chicas.

—Seguro se quedaron dormidas. —ofreció Jordan con una mueca.

—O quizá las delataron a la gobernadora y están siendo procesadas ahora mismo. —dijo Cynthia con la mirada perdida y volvió en sí cuando sintió la mirada horrorizada de parte de las chicas—. Ups, me fui un poco lejos.

— ¿Eso crees? —respondió Chris sarcásticamente y Cynthia sonrió en disculpa.

Antes de que pudieran formular otra palabra un ruido llamó su atención, señal de que habían abierto la puerta del almacén. Instantáneamente Chris sintió una sonrisa envolver su rostro y se levantó con alegría.

Una multitud de chicas con bolsas en los pies comenzaron a entrar al almacén y a caminar curiosas por todos lados, causando que Chris dejara de sonreír ante la imagen.

— ¿Por qué está aquí la mitad de Moltum? —preguntó Chris cuando divisó a Sahona en una esquina.

—Todas querían ser parte de la revolución... Y a Mercurio se le fue un poco la mano. —respondió y Chris soltó un quejido ahogado.

—Sí pero verás... esto no es una revolución. Solo somos un grupo de chicas con zapatos mágicos que no tienen la menor idea de qué hacer. —explicó en voz baja y Sahona no dejó de sonreír en ningún momento.

—Necesitas confiar más en ti misma, Chris. Ellas están aquí porque creen en tu causa. —señaló al gran grupo de chicas—. Trata de hacerlo tú también. —dicho esto le guiñó un ojo y se fue a buscar las sillas.

Chris un poco atónita se quedó pensando en las palabras de Sahona, hasta que un carraspeo le sacó de sus pensamientos.

— ¿Quieres decir unas palabras? —le preguntó Mora con una sonrisa.

—Realmente no. —rio nerviosa—. Pero tengo qué ¿no? Se los debo.

—Esa es la actitud. —vitoreó Mora y le dio unas palmaditas en señal de apoyo.

Luego de un rato tratando de reunir a todas las chicas y de que hicieran silencio, Chris comenzó a hacer una especie de discurso presidencial, solo que con menos mentiras.

—Quiero darles inmensas gracias por el simple hecho de estar aquí. —comenzó y sintió su voz temblar—. No soy buena para dar discursos... es más, no soy buena para muchas cosas, pero se merecen que alguien les diga la verdad de lo que va a ocurrir. —hizo una pausa para pensar.

—No crean que les seducimos con palabras bonitas y ahora van a vivir una pesadilla. Creo que desde un principio les dejamos claro que esto no iba a ser fácil... y realmente no lo será. —continuó con seriedad—. Tenemos que ser extra cuidadosas con lo que hacemos y decimos. Hasta ahora no hemos estado bajo el radar de Ashley, o eso creemos, pero procuremos que eso no cambie.

—Estos zapatos cambiarán su vida. —habló Sara mientras se posicionaba al lado de Chris.

—Pero les aseguramos que de una buena forma. —concluyó Sahona con una pequeña sonrisa.

— ¿Quiénes recuerdan la última vez que sonrieron al mirarse en el espejo? —preguntó Mercurio y todas se quedaron calladas.

—Por eso estamos aquí. Porque queremos de vuelta lo que Ashley nos quitó. —pronunció Chris con una sonrisa débil.

Chris no sabía muchas cosas; no sabía qué iba a pasar; no sabía qué iban a descubrir; y no sabía cómo terminarían. Pero algo sí sabía, y era que contaba con un inmenso grupo de chicas para descubrirlo.

Cuando terminaron la reunión con lo que Chris contó fueron 97 chicas, sin incluir las que ya estaban, todas fueron saliendo poco a poco, teniendo en cuenta el no agruparse tanto en la calle para no levantar sospechas. En el almacén solo quedaron Chris, Jordan y Elimar que estaban recogiendo las sillas y dividiendo bolsas.

—Voy a ir más tarde al centro comercial, ¿vienen conmigo? —preguntó Jordan mientras movía una silla de madera.

—Paso, le prometí a Cynthia que iríamos al parque. —explicó Elimar y las chicas le miraron con una sonrisa divertida—. Se tomó muy enserio lo de la disculpa, ahora cree que somos mejores amigas o algo así. —dijo con molestia pero se le escapó una pequeña sonrisa.

—Claro... —susurró Chris—. Lo siento, Jor. Me toca trabajar esta tarde. —se disculpó y Jordan sonrió en entendimiento.

—Tranquilas, lograré sobrevivir sin ustedes en ese mar de pesadillas. —dijo Jordan con una mueca y las chicas rieron.

—Por cierto, ¿para qué vas? —preguntó Elimar con confusión.

—Tengo que comprar un nuevo cargador. El mío se quemó cuando estaban arreglando la electricidad. —explicó.

—Vaya... pues buena suerte. Espero que vuelvas en una pieza. —comentó Elimar y se despidió con la mano antes de salir.

Chris se sacudió el polvo de las manos y también se dirigió a la salida, haciéndole seña a Jordan para que le siguiere.

—Vamos, te acompañaré hasta el centro comercial. —anunció con una sonrisa y Jordan asintió alegremente.

Luego de un viaje tranquilo en el autobús, Chris y Jordan se dirigieron al centro comercial mientras hablaban de lo espeluznante que se veían las afueras de la casa de la gobernadora. Desde hacía una semana habían comenzado a construir en sus alrededores y aunque nadie sabía el qué exactamente, sabían que iba a ser algo importante. Chris apostaba a que era una estatua de Ashley para felicitarse a sí misma por su maravillosa labor. Ya de ahí a que fuera cierto era otra cosa.

Cuando Chris se despidió de Jordan y le vio alejarse hacia las tiendas de electrónica divisó a alguien por el rabillo del ojo que le hizo tensarse involuntariamente. La pelirroja al verle le sonrió y le saludó con la mano, causando que Chris fingiera no verle y se fuera rápidamente de allí.

Jordan tardó horas haciendo fila para la tienda de electrónica porque aparentemente no solo a ella se le había quemado un dispositivo eléctrico en las reparaciones de la electricidad. Con los pies adoloridos compró lo que necesitaba y justo cuando creyó que iba a poder irse en paz, la vida pareció probarle lo contrario de la manera más cruel posible.

—Hola, tú. —le saludó Marissa con una sonrisa débil mientras se acercaba a ella.

—Debo dejar de venir a este centro comercial. —murmuró Jordan de manera inaudible pero le sonrió de vuelta.

— ¿Cómo está todo? —preguntó Marissa y Jordan intentó no tensarse, fallando miserablemente. Iba a hacer un comentario sarcástico pero cuando Marissa se acercó y notó señales de que había estado llorando, solo podía pensar en una cosa.

— ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo? —preguntó con evidente preocupación e inconscientemente le acarició la mejilla, retirándola de golpe al darse cuenta de lo que había hecho—. Disculpa. —murmuró y bajó la mirada.

—Hey... —pronunció Marissa con tristeza y le obligó a mirarle—. Estoy bien. —mintió con una sonrisa débil y Jordan se quedó pensativa por unos segundos.

— ¿Quieres ir a por un helado? —preguntó tímidamente y Marissa solo se limitó a asentir.

Cuando llegaron a la heladería se sentaron en su mesa favorita: la del fondo con vista a la ventana. Causando que una sonrisa triste se formara en los labios de Jordan. Como era de costumbre, un silencio incómodo se instaló entre ambas chicas hasta que Jordan comenzó a hablar.

— ¿Recuerdas esa vez que vimos a dos chicas caerse de trasero en esa misma acera? —preguntó con una sonrisa divertida y pudo sentir cómo su día se iluminó cuando Marissa soltó una carcajada.

—Fue todo un espectáculo. —afirmó todavía riendo. Jordan aprovechó esa oportunidad para registrar su risa, hacía mucho no la escuchaba.

— ¿Qué nos pasó? —susurró Jordan con la mirada entristecida y notó la sonrisa desvanecerse en los labios de Marissa.

—Ya lo hablamos... —comenzó Marissa.

— ¿De verdad? —le interrumpió Jordan con el ceño fruncido—. Porque para mí la única que habló realmente fuiste tú. —concluyó con sequedad.

—No te mereces esto. Creo que debería de irme. —habló Marissa e hizo el intento de levantarse, siendo detenida por el suave agarre de Jordan.

—Mar, habla conmigo. —dijo con ruegue en su voz. Marissa se volvió a sentar y bajó la mirada hacia la mesa.

—Nada de lo que pasó fue nuestra culpa. —pronunció y Jordan apenas pudo entenderle.

—Sigues diciendo eso pero nunca me explicas. ¿No crees que merezca saber la verdad? —cuestionó y se le rompió la voz. Marissa levantó la mirada y esta vez tenía lágrimas en sus ojos.

—Ella me hizo hacerlo, Jay. Yo no quise, yo... —comenzó y trató de recomponerse pero no pudo. A Jordan se le rompió el corazón al verle así por lo que tomó sus manos y las rodeó en señal de cariño.

— ¿Quién es ella? —preguntó lentamente. Marissa dejó de llorar y le miró con dolor.

—Mi madre. —declaró y miró a Jordan con miedo.

— ¿Qué tiene que ver tu madre con todo esto? —cuestionó Jordan con el ceño fruncido, soltando sus manos de repente. Marissa se encogió ante la falta de su toque y comenzó a organizar sus pensamientos.

—Todo. —comenzó—. Desde un principio cuando comenzamos a salir ella me miraba mal cuando regresaba a la casa, o me saboteaba las salidas contigo llamándome por cosas estúpidas. —dijo con una mueca.

—Nunca me hablaste sobre esto. —susurró Jordan dolida.

—Estaba avergonzada. Tenía miedo de que dejaras de quererme cuando te dieras cuenta de que era una niña de mami. —admitió mientras limpiaba las lágrimas de su rostro.

—Nunca podría dejar de quererte. —manifestó Jordan y le incitó a que continuara hablando.

—Mi madre se volvió cada vez más horrible. Me amenazaba con que iba a pegarme si continuaba viéndome contigo, ella no entendía que era mayor de edad y que podía hacer con mi vida lo que quisiera. Nunca lo entendió... —hizo una pausa para respirar profundo—. Un día llegué a la casa y encontré que había destruido toda mi ropa. —dicho esto Jordan le miró horrorizada.

— ¿Solo porque salías con una chica...? —preguntó Jordan y Marissa asintió tristemente, causando que Jordan quisiera llorar.

—Tuvimos una gran pelea ese día. Estoy segura de que si hubiera podido hacerlo, me habría echado de la casa... —una lágrima se deslizó por su mejilla—, los días pasaron y no volvimos a tocar el tema. Hasta la vez que fuimos al parque y ella nos vio besándonos. Ese día sigue repitiéndose en mi cabeza una y otra vez. —se le rompió la voz y de repente un sollozo salió de su boca.

—Ella me golpeó... primero con unos zapatos y luego... me pateó hasta dejarme inconsciente. —contó entre sollozos y Jordan sintió las lágrimas formarse en sus ojos.

— ¿Por eso no quisiste verte conmigo por semanas? —formuló Jordan como pudo, sintiendo un nudo en la garganta.

—Sí... no quería que me vieras con los moretones. —explicó con la mirada gacha.

—Perdóname, Mar. Te he estado culpando por tanto tiempo sin saber por lo que tuviste que pasar. Yo... perdóname, por favor. —susurró Jordan mientras sentía las lágrimas saladas en sus labios.

—Mi amor, esto no es tu culpa. —aseguró Marissa con una sonrisa triste—. Yo decidí terminar contigo por miedo... por miedo a que ella te hiciera daño a ti también. Si algo te pasara no me lo perdonaría, Jay. —explicó y algo se rompió dentro de Jordan.

—Sé que es tu madre pero... ¿no has pensado en presentar una denuncia a Ashley? —preguntó Jordan luego de unos segundos.

—Ella es mi madre solo por título, no significa nada para mí. —dijo con la mandíbula apretada—. Pero no tiene caso denunciarla, no tengo pruebas. Es mi palabra contra la suya.

—Estúpido sistema de leyes. —bramó Jordan con evidente enojo—. Tengo ganas de golpear algo. —expresó frustrada y Marissa sonrió con cariño.

— ¿Por qué no dejas esa idea a un lado y me besas? —ofreció con una pequeña sonrisa, tomando por sorpresa a Jordan.

—Yo...eh, ¿puedo? —gagueó con repentino nerviosismo.

—Estoy harta de vivir asustada. Prefiero vivir la vida contigo. —proclamó mientras se limpiaba por completo las lágrimas. Jordan sonrió ampliamente y le removió un mechón de cabello de la cara antes de acercarse y envolverle en un profundo beso.

—Sabes a manzana. —murmuró Marissa en sus labios. Jordan no pudo evitar reír.

—Sabes a maravillas. —respondió Jordan y se separó con una gran sonrisa en el rostro, causando que Marissa se sonrojara.

—Vinimos a una heladería pero no compramos helado. —comentó pensativa mientras miraba los letreros.

—Tenemos tiempo de sobra. —dijo Jordan y se levantó, ofreciéndole la mano con una sonrisa—. Vamos, yo invito. 

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Importante: Siempre pide ayuda si te encuentras en una situación como esa, no lo soportes solo por vergüenza a lo que podrían pensar de ti, entiende que tú no tienes la culpa. 

Sé que es un tema muy delicado pero quise tratarlo porque sé que a muchas personas les pasa o les ha pasado. 

Ya para el próximo capítulo volveré con la hermosa Chris y sus líos. 

Besitos desde Moltum 

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