cuatro
Parecía emocionado.Como si hubiera encontrado algo que nunca imaginó.
-¿Adivina?-repetí algo confundida.
-Si-afirmo sonriendo-Veras hace un tiempo,conocí a una adivina que acertaba en sus predicciones el cien por ciento de las veces...-añadió y con mucha naturalidad tomó mi mano.
Yo lo note. Nos observaban. Seguramente él también lo noto, pero en su rostro no hubo ningún indicio de que así fuera. Tampoco en su lenguaje corporal. Sencillamente era imposible saber,con certeza, si sabía que esos seis hombres nos estaban siguiendo, mientras dejábamos el cementerio para tomar una calle vacía,a través de terrenos erizos.
-Una adivina con esa efectividad me resulta aburrido-le comenté mientras miraba su mano entreladaza a la mía e iba al pendiente de esos hombres.
-¿Aburrido? Bueno en mi opinión es un recurso muy útil.
Es un privilegio contar con una advertencia respecto al camino que estamos tomando-me dijo con naturalidad.
-Supongo que si,pero pienso que las personas se volverían adictas a una predicción tan acertada. Vivirían en base a esa información,sorteando las dificultades y las situaciones molestas. Dejando de vivir realmente.
-Vaya...Yo pensaba regalarte una profecía después de que me liberaras de esta cadena-comento como pensando y revelandome información-Son ocho hombres en total. Permíteme ocuparme de ellos. Son simples humanos...
Se apartó un poco de mí y dió unos pasos hacia el costado del camino. Al sentirse descubiertos, se dejaron ver. Un cuchillo de forma extraña,saco Kuroro de debajo de su chaqueta. Sabía que portaba un arma,pero no la había visto hasta entonces. Alguna vez ví un cuchillo como ese. Creo que en un catálogo de la subasta de la ciudad de York. No estoy segura,además mi atención se la llevó su cambio de actitud. El hombre que hábilmente se enfrentó a esos sujetos tenía un aura de asesino verdaderamente escalofriante. Del Kuroro sereno y hasta gentil,no quedaba nada. Los asesino,a todos, sin vacilar y hasta pude ver el placer que le provocaba acabar con las vidas de aquellos hombres. No tuve oportunidad de efectuar ningún movimiento. Sólo me quedé ahí, abrazando el estuche de mi violín,observando.
-Profesionales-dijo-Estaban dispuestos a matar-agrego mirándome fijamente.
-Vamos a casa-le dije para evadir la respuesta que él buscaba.
-¿No te preocupa lo que pueda pasar con esos los cadáveres?
-Lo que me gusta de estos pueblos es que nadie ve,oye o dice algo. Gracias por eso,pero no era necesario.
-Desde luego que no,pero estoy algo emocionado por haberte encontrado y no pude contenerme-me dijo inclinándose un poco,buscando mi rostro.
Me gusto oír aquello,pero no hice comentarios.
Esa tarde me quedé en la sala,
tocando el piano. No soy tan buena en el piano como con el violín,quizá porque sólo aprendí para interpretar una melodía: sonata Claro de luna. Esa pieza llenaba la casa de sonido después de que los albañiles se fueron, dejando su trabajo a la mitad. Kuroro se quedo en la terraza y disfrutar del agradable clima. Me pidió unos libros para distraerse y a Mina le solicitó un café. Yo, desde mi sombrío auditorio musicalizaba esa escena entre mi invitado y mi sirvienta.
-Parece gustarle la música de la señorita-le comento Mina al verlo mover la mano,cual si dirigiera una orquesta,mientras sus ojos seguían en el libro.
-Asi es. Me agrada bastante-le respondió al tomar una postura que le permitiera sostener la taza e forma cómoda.
-Usted es un cliente ¿Verdad?
-¿Soy tan evidente?-cuestiono.
-No. Fue la señorita la que lo delató,al presentarlo como un amigo. Eso es imposible. Ella no recuerda a ningún amigo,los ha olvidado a todos -le dijo la mujer-La señorita fue muy buena conmigo y yo desarrolle por ella, un cariño maternal. Lo que intento decir es que si usted la pone en peligro...Lo mataré.
Mina se dió la vuelta y regreso a la cocina. Pudo ser indiscreta esa tarde,pero lo hizo porque ella sabía lo que yo no quería admitir. Mina sabía,también,que el precio de ese exorcismo sería algo muy costoso para mi y que no se lo negaría a él.
Pérdida entre las teclas y los pedales del piano,yo sólo oía mi música. No quería abrir los ojos, porque los fantasmas estaban entorno a mi. Los atraía la solemnidad de esa melancólica pieza que invita a idea tan dulces como oscuras. Como lo es la luna pálida en el negro cielo.
Oi los pasos de Kuroro a mi espalda. El olor de la sangre de sus víctimas seguía impreso en él,lo que agitaba a los fantasmas entorno a mí.
-Mi familia siempre se ha dedicado al exorcismo de Nen-le dije sin dejar de tocar-Desde hace seis generaciones,un gran número de miembros a sido un exorcista. Eso nos a dado un enorme prestigio y una vasta fortuna,pero también nos acarrea muchos enemigos. Cual si fuéramos médicos no rechazamos a ningún cliente. Sus historias no nos importan. Da igual si es una persona buena o mala. Es esto lo que nos hace ser perseguidos ¿Sabes lo poderoso que puede ser el Nen de un muerto? Es una de las peores maldiciones que puede existir. Algunos pueden conducir a un experto en Nen,a la muerte. Nosotros lo exorcismos y ese Nen, queda atrapado en estas paredes.Furiosas auras con sentimientos feroces de venganza hacia quienes maldijeron con válidas o invalidas razones.
-Ahora entiendo porque tu clan es tan difícil de encontrar-comente-Mina en realidad es...
-Mi guardaespaldas. Llegó aquí un día con un Nen que la restringia,de forma semejante a la tuya. La liberé y se quedo-le explique-Asi que si pensabas robar mi habilidad Nen,cuando pudieras emplear la tuya,
piénsalo mejor...
-Así que sabes de mi habilidad. Me sorprendes.
-No hay motivo para sorprenderse-le digo sin mirarlo, aún cuando se sienta a mi costado-Me hablaste de una adivina,luego dijiste que pensabas hacerme una predicción. Eso me hizo pensar que eres alguien que puede robar las habilidades de otros. Brillante elección ¿Por qué conformarse con las nuestras cuando podemos tenerlas todas? Además no se puede esperar menos de un ladrón.
-Eso fue rudo-comento buscando mis ojos-Pero es cierto. Somos ladrones. Va en contra de nosotros comprar o hacer una oferta...
-Pareces muy unido a tus camaradas-le dije y lo mire sólo para descubrir una fresca sonrisa en su rostro.
-Me gustaría volver con ellos lo antes posible-le dijo-Asi que agradecería que pudieras hacer el exorcismo de una vez. Sé que mentiste en todo lo que me has dicho respecto a el.
Mis manos cayeron sobre las teclas de forma pesada. El estridente sonido espanto a los fantasmas.
-Me atrapaste. Es sólo que rara vez tengo la oportunidad de tener buena compañía. Además de Mina,no hay nadie más en esta casa-le dije con tristeza-Sólo fantasmas que penan en su paralela realidad. Mudos, invisibles;ignorados. Vagando por esta tierra desprovistos de nombres. De identidad.
Me levante después de bajar la tapa del piano.
-A veces no puedo evitar sentirme como ellos. Inexistente. El clan de los exorcistas es casi un mito,aun entre los cazadores. Mi familia vive en el anonimato. Escondida en pueblos olvidados, siempre fugitiva de sus acciones y últimamente de su legado-confesé-Pese a que no tuve opciones,no me quejo de ser lo que soy. Es sólo que la vida es injusta.
Me gire a él y le sonreí para terminar con ese discurso algo patético.
-Los fantasmas son seres que poco a poco van perdiendo su humanidad ¿Cómo no hacerlo? Nadie los ve y cuando hacen algo para anunciar su presencia,
las personas se asustan. Huyen. Poco a poco van viajando hacia la insensibilidad. Toda muestra de empatía desaparece en el desespero de ser alguien,para los que son alguien ¿No crees que es una vida muy cruel,Kuroro?-le pregunte cuando uno de esos espíritus,se aferro a mi cintura y la casa crujía con violencia.
Su rostro se volvió muy frío. Sus ojos grises tomaron propiedades metálicas que por poco me atraviesan.
-¿Por qué crees que escogen hacer actos extravagantes en lugar de un movimiento sensato y cauteloso?-me pregunto poniéndose de pie y caminando hacia mi-Dímelo...
-Yo creo que tú conoces mejor la respuesta a esa pregunta.
-En otra circunstancia te hubiera invitado a llamarme Líder.
-Prefiero llamarte Kuroro-le señalé.
Se acercó más y yo retrocedi. No por miedo o bien si. Por lo que haya sido acabe entre él y la pared,mientras la casa era víctima de toda clase de sonidos. Algunos cuadros se desprendían de los muros y hasta el piano sonó violento.
-Parece que están reclamando algo...
-Estan celosos-le respondí cuando se inclinó para dejar mi rostro frente al suyo.
Unos escasos segundos hicieron de preambulo al beso que nos dimos,que en si era una antesala solamente. Mientras me abrazaba a su cuello,sólo podía pensar en que no quería hacer el exorcismo. No quería olvidar a ese hombre.
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