5. El Despertar.

Titán
65 años atrás.
 


 
Un cuerpo metálico reposaba entre losas y escombros metálicos cuya aleación era similar a la del cadáver cercano. El polvo y las cenizas lo cubrían completamente, formando parte de la tumba de aeronaves y mech en ruinas.

Pequeñas partículas de luz y polvo caían sobre su figura desde una abertura en el techo derruido. Los rayos del sol, lento pero constante, dejaban de iluminarlo a medida que se ocultaban en el horizonte, marcando uno de los miles de ciclos que habían transcurrido desde que aquel hombre de metal fue abandonado allí. Justo cuando la oscuridad se apoderó de esa parte del mundo, los ojos del robot brillaron intensamente. La boca abierta y expuesta se cerró en un leve estruendo, levantando bruscamente el polvo que ocupaba su lugar. Sus extremidades temblaron ligeramente y de manera errática, mientras sus ojos ahora resplandecientes se enfocaban en el cielo estrellado. Entonces, un largo y pesado jadeo surgió de su garganta, levantando más polvo a medida que su cuerpo temblaba.

Los faros del hombre de metal parpadearon varias veces, sin dejar de contemplar los astros. Alzó su brazo, tenso y a la vez débil, para cubrir su rostro de la luz de la luna que emergía en el cielo. Jadeó una vez más y la mitad de su cuerpo se levantó repentinamente, sin cambiar la posición de su brazo, hasta quedar sentado. Sus ojos volvieron a parpadear y se enfocaron en la mano blindada frente a él. Sus dedos se flexionaron, cerrando su puño y luego volviéndolo a abrir una y otra vez, como si se estuviese evaluando a sí mismo.

Su brazo descendió lentamente, al mismo tiempo que sus ojos ahora se enfocaban en la destrucción bajo él y a su alrededor. El resto de su cuerpo se irguió, arrojando a los costados los escombros y losas que lo cubrían como un manto. Su pie se alzó para dar un paso al frente, pero se tambaleó a último momento y terminó cayendo de rodillas. Otra vez lo intentó, obteniendo el mismo resultado.

—Levántate —escuchó una voz que no era ni masculina ni femenina, pero que le ordenaba volver a intentarlo.

Nuevamente, un pie fue alzado y al apoyarse en él para levantarse, pudo sentir cómo sus piernas temblaban, sintiendo que en cualquier momento volvería a caer. Se armó de resolución y dio los primeros dos pasos sorprendentemente sin caer, apoyándose en una de las paredes para mantenerse de pie.

Una serie de golpes se escucharon cerca de su posición. Un estruendo tras otro lo seguían. Un deseo innato de buscar de dónde provenía todo ese ruido lo hizo moverse una vez más, avanzando con más firmeza a cada pesado paso. Descendió con cierta torpeza por una escalinata de escombros y placas gigantescas de metal que formaban parte de algún vehículo blindado. Su magullada armadura encendió un faro de luz integrado para iluminar su avance.

Con pesados pasos avanzó lenta pero constantemente hasta el origen del ruido y se encontró con una placa de blindaje transparente siendo golpeada por algo en su interior. Identificó al otro lado a otro soldado que buscaba salir de ahí. Como una reacción natural al ver a un compañero en peligro, sus puños se cerraron. Se acercó más a la placa de blindaje, sus sensores oculares escaneando el entorno para asegurarse de que el objetivo estuviera bien ubicado. Su brazo mecánico se tensó, listo para ejecutar la acción con precisión milimétrica. Un zumbido eléctrico reverberó en su interior mientras el núcleo se preparaba para el impacto. En un instante, el robot desencadenó un golpe controlado y poderoso contra la pared blindada, demostrando su fuerza y habilidad en una muestra impresionante de destreza mecánica que atravesó el blindaje. El sonido del impacto resonó en el ambiente, marcando la ejecución exitosa de su tarea. Tras eso, arrancó parte del interior hacia afuera para abrir un hueco y entrever a un Nexo de brillantes ojos verdes que se encontraba algo dañado y por eso mismo no había podido liberarse a sí mismo de aquel ataúd casi impenetrable.

Ambos detuvieron cualquier acción al cruzar miradas. Se sentían extraños, estupefactos y muchas cosas más al ser casi iguales en aspecto y forma. Ambos compartían un sentimiento de extrañeza. Fue entonces que una mano blindada se extendió hacia aquel hombre de metal que aguardaba dentro de aquella cápsula llena de controles y pantallas inservibles. El Nexo de ojos verdes, aunque dubitativo al inicio, la tomó y gracias a eso pudo salir de ahí, pero, al igual que Titán al principio, fue incapaz de mantenerse de erguido sin ayuda. Afortunadamente, tenía en quien respaldarse.

A los diez minutos, ambos robots recuperaron suficiente movilidad como para caminar por sí mismos. El Nexo identificado como M45-K examinó a su compañero y luego a sí mismo. Sin el casco que ocultaba su rostro, sus placas faciales reflejaron una expresión de horror.

—¿Qué somos...? ¿D-Dónde estamos? —inquirió con una voz áspera y metálica con un tono irregular y crujiente que resonaba de manera mecánica, utilizando su modulador de voz después de demasiado tiempo sin utilidad.

El soldado a su lado se sintió igualmente confundido y perdido, anhelando las mismas respuestas.

—No lo sé —respondió con sinceridad.

En ese momento, una lluvia resplandeciente de meteoritos capturó toda su atención. Se sentían extraños en este mundo, pero al mismo tiempo, como una parte intrínseca de su esencia.

Sin embargo, su asombro se vio interrumpido por el sonido de pasos que se acercaban detrás de ellos. Ambos se giraron sin dificultad y vieron a un tercer robot que se aproximaba, sosteniendo un largo rifle con el cañón doblado hacia un lado. El Nexo de figura esbelta y curvilínea, con líneas suaves y delicadas que evocaban una figura femenina, se detuvo y los examinó detenidamente. Al observarse mutuamente, notaron que sus armaduras y facciones eran similares, con pequeños detalles como grabados o añadidos, que claramente provenían de diferentes fuentes.

Desde ese momento, el reducido grupo de tritónicos avanzó en unidad en su exploración de ese nuevo mundo. A medida que avanzaban, en los momentos de reflexión, recordaban su propósito y, al encontrarse rodeados de las ruinas de la civilización humana, recuperaban fragmentos de su pasado y lo que había sucedido con sus creadores. Otro misterio que les intrigaba profundamente era la voz que los había despertado en un primer momento. ¿Quién era? ¿Por qué los había elegido a los tres?

A lo largo de su travesía, recolectaron armas, munición y placas de blindaje, pero no encontraron rastro alguno de otros soldados como ellos. Pasaron dos largos años en completo aislamiento, lo cual fortaleció su camaradería hasta el punto de que uno no podía ir sin los otros dos, como si fueran comandos en un mundo desolado.

Sin embargo, todo cambió cuando una señal, a miles de kilómetros de distancia, los llamó. A pesar de sus similitudes, sus personalidades diferían, y debatieron sobre su próximo paso. En cuestión de minutos, llegaron a la determinación de que debían dirigirse hacia esa señal para saciar su búsqueda de respuestas.

Así que, cruzaron continentes repletos de ruinas tras ruinas, teniendo encuentros con criaturas orgánicas autóctonas de cada región. Uno de ellos, el más reservado, comenzó a sentir una afinidad por la paz y la conservación de la vida en ese planeta. Sin embargo, no todas las criaturas que encontraban eran originarias de las regiones conocidas en los mapas mundiales; eran completamente extrañas, ajenas a su mundo. Como aquella noche en la que tuvieron un encuentro directo con una de estas criaturas desconocidas, las cuales parecían surgir de la nada y los sorprendieron por completo.

Mask, el nexo de ojos verdosos, tallaba una figura en madera con su cuchillo táctico, mientras que Sedia, conocida antes por su designación 53-D1A, revisaba el mapa holográfico que lograron encontrar en unas ruinas de origen militar. El último, y el primero en encontrar otro Nexo, originalmente V-4NC, pero apodado Titán por ser el único que aún poseía los rasgos de uno, observaba las estrellas y la caída de meteoritos que más tarde todos ellos determinaron que se trataba de chatarra espacial atraída por el campo gravitatorio de la Tierra. Si no hubiese estado tan absorto en ello, podría haberse percatado de aquello que los acechaba desde el aire.

Desde las alturas, un Fulgür se cernía en silencio, oculto entre las nubes nocturnas. Su figura imponente y sus deslumbrantes escamas metálicas le permitían fundirse con la oscuridad, convirtiéndolo en un espectro misterioso y sigiloso en el firmamento. Observaba con ojos brillantes y dotados de pigmentos dorados al grupo de robots que se encontraban abajo, inconscientes de la presencia del depredador que se acercaba. Su vuelo era silencioso y majestuoso, apenas un susurro en el viento mientras deslizaba sus alas con precisión.

El Fulgür planeaba su ataque estratégicamente, evaluando la posición y movimientos de los robots. Su mente calculadora y astuta trazaba una estrategia perfecta. Cuando llegó el momento adecuado, descendió en picado con una velocidad impresionante, rompiendo la calma de la noche con un estallido de poderío. Las alas se plegaron momentáneamente a medida que se lanzaba hacia abajo, y justo antes de impactar con el suelo, las desplegó nuevamente para frenar su descenso. Su aterrizaje fue certero y silencioso, sus seis zarpas se aferraron a la tierra con fuerza.

Los robots, sorprendidos por la aparición repentina de esta criatura, se giraron para enfrentar al Fulgür, pero era demasiado tarde. La criatura, con sus mandíbulas partidas y sus grandes alas, los amenazaba.

Los Nexo alcanzaron sus armas y apuntaron al extraño ser. Podría ser que amenazara su territorio, pero no tenían conocimiento alguno sobre qué hacer en esa situación. Luego de unos segundos y con una serie de movimientos ágiles y precisos, la bestia se abalanzó sobre ellos, sus garras afiladas y mandíbulas poderosas encontraron su objetivo con implacable eficiencia.

Mask, siendo el primero en estar en su camino, intentó defenderse disparando su arma, pero pronto se dio cuenta de que las balas rebotaban en las escamas de la criatura. Fue superado por la velocidad y ferocidad del Fulgür, que lo aplastó con un pisotón y lo despedazó de un bocado, dispersando sus partes y fluido vital por el terreno. Sedia, presenciando con horror y desconcierto cómo un acto tan atroz como ser triturado de dicha forma podía ser posible para guerreros de metal como ellos, continuó disparando a la cabeza de la criatura. Titán, en cambio, tomó un par de granadas y le pasó una de ellas a Sedia. Ella lanzó la granada hacia la criatura, pero esta se cubrió con sus alas, evitando el daño. Después de ese intento fallido, el Fulgür embistió a la Nexo con fuerza.

Ella logró esquivar por muy poco el ataque, pero no pudo evitar un azote del apéndice caudal que la lanzó lejos. El robot más alto activó la granada y la sostuvo en su mano, esperando el momento adecuado para lanzarla hacia la bestia y aumentar su efectividad. Los ojos de Titán parpadearon brevemente, una serie de luces tenues y centelleantes danzaron en sus retinas artificiales mientras calculaba meticulosamente las posibilidades y la trayectoria del dispositivo de aturdimiento que estaba a punto de lanzar. En un instante, determinó la fuerza, el ángulo y la velocidad necesarios para alcanzar su objetivo con una precisión asombrosa. Un silencio tenso se apoderó del ambiente por una cifra de milisegundos mientras la unidad metálica extendía su brazo con una gracia mecánica. Ajustó su postura, su mano tembló apenas un milímetro antes de liberar la granada.

Se lanzó en un arco perfecto hasta  detonar cerca de la cabeza, logrando que la criatura quedara desorientada durante unos minutos. Aquello dio tiempo a ambos Nexos para reagruparse y pensar en un plan, o al menos eso era lo que Titán intentaba hacer, pero Sedia, afligida por la muerte de Mask, se abalanzó contra la bestia disparando a sus extremidades y él tuvo que seguirla.

Sedia, estando lo suficientemente cerca, se impulsó con sus pies para saltar y alcanzar la cabeza del Fulgür, un cuchillo de combate en su mano. Intentó atacar la carne de la bestia, pero sus escamas eran demasiado resistentes. Cambió su enfoque y apuñaló el ojo del dragón, lo cual resultó ser efectivo. El Fulgür trató de quitársela de encima, pero Titán lo tacleó con una fuerza imparable, haciendo que la bestia tambaleara. La Nexo continuó apuñalando una y otra vez, buscando llegar al cerebro a través del hueso de la cuenca. Sin embargo, el dragón contraatacó y golpeó a Titán con una de sus extremidades con un feroz poder, dejándolo inmóvil en el suelo, con su casco y blindaje frontal dañados, sin mencionar parte de su cuerpo.

El Fulgür, libre de uno de los robots, aprovechó la oportunidad para arremeter contra Sedia, lanzándola contra el suelo y atrapándola con una de sus extremidades. Extendió sus alas y emitió un bramido colérico. Una de sus patas delanteras se posó sobre el pecho de Sedia, y con sus garras, la abrió en dos. Un grito agudo y estridente llenó el ambiente. La criatura no se demoró más y desprendió su núcleo con sus mandibulas. Los afilados colmillos curvados hacia su interior se incrustaron en el núcleo, consumiendo toda su energía; la cual fue dispersada por todo su cuerpo como si fuese un elemento esencial para su supervivencia. Los gritos de dolor y terror de Sedia se extinguieron abruptamente cuando el Fulgür terminó con su vida.

El dragón, incapaz de absorber de inmediato toda la energía del núcleo, desplegó sus inmensas alas y emprendió el vuelo de regreso a su guarida. Mientras el polvo se asentaba, solo un testigo permaneció, revelándose como la única evidencia de la aniquilación que había acontecido. Titán, con múltiples fallos en sus extremidades y sistemas, estaba inmovilizado y solo podía contemplar impotente cómo la bestia se alejaba, dejándolo rodeado de sus compañeros y amigos caídos. Abrumado por una marea de emociones desconocidas, soltó un grito desgarrador en la oscuridad de la noche, consciente de que su lamento quedaba perdido en el silencio, sin nadie más que pudiera escucharlo.

Transcurrieron días y luego semanas de soledad total y abandono, durante las cuales Titán hizo vanos intentos infructuosos por moverse. Fue entonces cuando un viajero desconocido detuvo su paso en los despojos de su última parada. Examinó los restos de cada Nexo y aparentemente les brindó una especie de sepultura, cubriéndolos con grandes piedras. Sin embargo, cuando se acercó a Titán, su voz se extinguió y comenzó a registrar algo en una tableta de datos.

De pronto, los ojos del soldado de metal brillaron con una intensidad renovada, tratando de comunicar que aún latía vida en su interior.

—Por favor... —suplicó con angustia, sus palabras cargadas de desesperación.

El robot interrumpió su tarea de anotación, inclinando la cabeza con curiosidad mientras se acercaba más. Retiró la capucha que ocultaba su rostro y sus ojos púrpura centelleantes examinaron a Titán con minuciosidad.

—Aguanta —susurró con una voz melodiosa mientras buscaba en sus bolsas las herramientas que podrían ser útiles. Con los conocimientos necesarios, optó por realizar una reparación rápida en lugar de una solución permanente, consciente de que el tiempo y los peligros del exterior eran un factor en su decisión.

La Nexo luchó con gran esfuerzo para levantarlo y arrastrarlo a través de tres kilómetros de acera abrasadora, hasta llegar a un refugio donde comenzó a repararlo con las piezas que tenía al alcance. Pasaron mucho tiempo juntos, día y noche, en un silencio que ninguno parecía dispuesto a romper.

Finalmente, la Nexo rompió el silencio, su voz cargada de frustración.

—No estoy segura de si podré repararte por completo —dijo con pesar—. Hay un lugar cercano donde tal vez pueda encontrar más piezas, pero no puedo garantizar que haya lo que necesitas.

Titán, en silencio, consideró varias posibilidades pero finalmente se resignó a una sola probabilidad. Recostado sobre una pared para mantenerse sentado, la miró con gratitud y desaliento.

—Entiendo. Gracias por intentarlo —dijo, reconociendo el esfuerzo que ella había puesto en su reparación.

Ella se sentó frente a él, sumida en sus pensamientos mientras buscaba más opciones. Sabía que no podía abandonarlo así como así, pero también sentía la urgencia de descubrir la misteriosa señal que había estado rastreando desde que despertó.

—Apenas puedo moverme. Dame un arma y... —sugirió Titán, haciendo un esfuerzo sobrehumano para intentar ponerse de pie.

—No durarás mucho en ese estado. Puedo llevarte de vuelta al lugar donde te encontré. Ninguna de las piezas que tengo son compatibles contigo, pero sabes que ellos sí lo son... —respondió ella, poniéndose de pie también y ofreciéndole su apoyo, refiriéndose a los otros Nexo, o lo que quedaba de ellos.

Titán se sintió abrumado por una oleada de emociones mientras luchaba por tomar una decisión. Regresar a ese lugar significaba revivir la traumática pérdida de sus amigos, pero más allá de eso, temía que esta Nexo también pudiera correr peligro por su causa.

—No puedo permitir que lo hagas —declaró con firmeza, aunque sabía que sus palabras sonaban impotentes frente a la determinación de su compañera.

—Oh, no te preocupes. No tengo la intención de ir sola —dijo con una risa ligera. Titán la miró, pareciendo estar de acuerdo, pero el temor seguía acechando en su interior.

Apoyado por el gran Nexo, ambos salieron de su refugio cuando el sol recién comenzaba a asomar. Esto les proporcionaba suficiente luz para avanzar sin encontrarse con las bestias nocturnas. A un ritmo pausado pero constante, marcharon juntos a través de tierras desconocidas, maravillándose ante la belleza que aún existía en el planeta, a pesar de haber sido devastado por una guerra catastrófica.

Titán observó a su compañera de menor estatura. Su armadura era de un vibrante color púrpura con elegantes rayas blancas en su estructura. A diferencia de los dos primeros Nexos que había conocido, ella no se parecía en nada a él, lo que le pareció intrigante. Los sensores oculares de la Nexo se dirigieron hacia él, y las placas faciales en su rostro parecían esbozar una pequeña sonrisa. El soldado no tenía forma de saber cuánto tiempo ella había estado vagando antes de encontrarlo. ¿Había despertado antes o después que ellos?

—Soy Titán —se presentó finalmente después de tanto tiempo en silencio, cuando sus miradas se cruzaron. Ella de inmediato captó la razón detrás de su nombre, pero optó por no comentarlo.

—Me llamo Banshe —respondió ella, desviando su mirada hacia adelante—. Lamento lo de tus compañeros... —Titán simplemente asintió, reconociendo el gesto de condolencia en sus palabras.

—Gracias por no abandonarme.

Banshe soltó otra risa, esta vez más tímida, evidenciando una mezcla de emoción y aprecio, aunque no supiera cómo expresarlo con palabras. En comparación con Titán, ella había despertado sola y había pasado mucho tiempo sin encontrar a nadie hasta que dio con él.

—No tienes que agradecerme. Somos compañeros, ¿verdad? —respondió Banshe con una sonrisa suave.

A medida que avanzaban juntos, Banshe compartió algunos detalles sobre su propia búsqueda, revelando lo que Titán ya había sospechado. Al igual que él, no tenía recuerdos claros de su origen o de cómo había despertado, y su experiencia había sido notablemente diferente, aunque mantenía reservados los detalles más íntimos. Titán escuchaba con atención mientras caminaban.

A una distancia relativamente corta de su objetivo, el sol comenzó a descender en el horizonte, teñiendo el cielo con tonos cálidos y dorados. En silencio, se detuvieron un momento para contemplar el paisaje juntos. Con la luna emergiendo en el firmamento, Titán y Banshe reanudaron su camino, iluminados por la luz de las estrellas. Titán, en particular, mantenía una vigilancia constante en los cielos, esperando no encontrarse con la bestia que tanto temía.

Cuando finalmente llegaron al lugar, el hombre de metal apartó su mirada del cielo para enfocarse en los vestigios de lo que habían sido sus compañeros. Banshe se había encargado de darles una especie de descanso final, pero ahora debían interrumpirlo para recuperar las piezas necesarias para reparar a Titán.

Con un gesto, su compañera le entregó una pequeña pistola al soldado antes de ponerse manos a la obra, desenterrando y desmontando cuidadosamente las lozas para examinar y recuperar cada pieza necesaria. Aunque le resultaba incómodo hacerlo entre los caídos, no tenían otra opción, y además, el diseño de esos Nexos le fascinaba. Eran tan diferentes, mucho más complejos y asombrosamente resistentes.

Mientras Banshe trabajaba con destreza en desmantelar las partes no funcionales de sus compañeros caídos, Titán mantenía una vigilancia constante, alerta ante cualquier movimiento sospechoso. Sus pensamientos y recuerdos sobre lo que había ocurrido aquella noche complicaban su capacidad para estar completamente concentrado, pero cada clic y zumbido de la pistola que sostenía en su mano le recordaba la necesidad de estar preparado para cualquier eventualidad.

El proceso de recuperación llevó su tiempo, pero finalmente, la Nexo logró obtener las piezas necesarias para hacer las reparaciones en el cuerpo de Titán. Por respeto a los caídos, decidieron trasladarse a una considerable distancia para llevar a cabo la reparación. Con cuidado y precisión, comenzó a ajustar y reemplazar las partes dañadas, mientras el soldado permanecía inmóvil, consciente de lo delicado y crucial de cada movimiento.

A medida que avanzaban en la tarea, la luna brillaba en lo alto, iluminando su esfuerzo conjunto. Finalmente, después de horas de meticuloso trabajo, las reparaciones estuvieron completas. Titán se puso de pie, sintiendo cómo sus extremidades volvían a responder, e incluso mejor que antes. La sensación de estar operativo nuevamente le llenó de gratitud hacia Banshe, cuya habilidad y dedicación habían sido esenciales para su recuperación.

En ese preciso momento, un suave aleteo de alas alertó a Titán, haciendo que levantara la vista y escrutara los cielos en busca de la criatura voladora, posicionando a Banshe detrás de él. Ella lo miró con perplejidad, pasando por alto el apenas perceptible sonido.

Los sensores de Titán captaron la figura que se recortaba en el cielo, empañando las estrellas mientras descendía velozmente y aumentaba en tamaño. Era evidente que aquella criatura los perseguía.

—¡Corre! —ordenó a Banshe, disparando hacia la criatura para atraer su atención.

Banshe siguió la dirección de los disparos y comprendió la situación. Sin perder un instante, tiró del brazo de Titán para alejarlo del peligro. El soldado no tuvo más opción y la siguió, consciente de que no tenían oportunidad contra la criatura. Ambos corrieron, sin alejarse demasiado del dragón que los perseguía implacablemente. Los Nexos se lanzaron al suelo justo cuando la criatura los sobrevoló, intentando en vano atraparlos con sus garras.

El Fulgür se plantó frente a ellos cuando aterrizó, desplegando sus impresionantes alas. La luz de la luna creaba destellos prismáticos en sus escamas metálicas. Uno de sus ojos estaba ausente, reemplazado por el cuchillo de combate de Sedia. La bestia rugió y se preparó para cargar y despedazar a los robots. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de atacar, un estruendo resonó desde la distancia. Otro grupo de Nexos, montados en poderosos blindados, emergió en escena. Los láseres infrarrojos apuntaron a la criatura y abrieron fuego de manera constante. El dragón intentó cubrirse con sus alas, pero al tratarse de armas pesadas, los disparos atravesaron sus membranas, perforando sus poderosas alas e impactando directamente en su cuerpo. Sus resistentes escamas cayeron una a una bajo el implacable asedio.

La distracción proporcionada por la feroz batalla permitió a los indefensos robots buscar refugio y esperar a que todo terminara.

El combate fue una danza feroz y espectacular. Los Nexos en sus blindados se movían con coordinación, atacando en equipo y aprovechando al máximo la ventaja de sus armas pesadas. La criatura alada, enfurecida y herida, luchaba con tenacidad, pero pronto se vio superada en número y habilidad. Intentó huir, pero sus alas estaban demasiado dañadas para levantar todo su cuerpo en el aire.

Finalmente, un certero golpe de misiles, en ausencia de sus poderosas escamas, impactó en la carne viva del Fulgür, atravesándolo y rompiendo sus huesos internos en el proceso, haciendo que se tambaleara y cayera al suelo. El estruendo del impacto resonó en todo el campo de batalla.

Tres vehículos blindados se acercaron primero rodeando al dragón. Uno de ellos disparó desde su cañón de partículas hacia los intestinos expuestos de la criatura para asegurarse de que estuviera muerta. Después de eso, más robots descendieron para examinar de cerca a la bestia que habían derrotado. Solo tres de ellos se dirigieron hacia la ubicación de Banshe y Titán, quienes apenas se estaban levantando de su cobertura una vez que todo había terminado.

El Nexo que los dirigía los examinó detenidamente, notando que Titán era mucho más grande que todos los que había conocido hasta el momento, a excepción de la otra robot a su lado que servía como su guardia. Ambos robots de aspectos afines intercambiaron miradas, reconociendo su similitud pero diferenciándose por colores y armaduras.

—¿Están siguiendo la señal? —inquirió el líder. La placa frontal de su casco ocultaba su rostro a la vista de los demás.

Banshe asintió con determinación.

—Desde que despertamos —afirmó con firmeza, y encontrar a otros como ellos le parecía extraño pero al mismo tiempo reconfortante.

—Vengan con nosotros —los invitó el mismo robot, señalando el vehículo blindado que estaba detrás de él.

Ambos no dudaron en aceptar la invitación. Banshe se dirigió directamente hacia el blindado identificado como RAV, cuyo diseño era aerodinámico y futurista, listo para emprender su próxima misión. Titán, por otro lado, se tomó un momento para acercarse a la caída criatura. Posó su mano enguantada sobre la piel robliza de la bestia. A pesar de que había acabado con sus amigos, sentía una extraña compasión por ella. Miró el cuchillo aún insertado en uno de sus ojos y sus placas faciales crearon una expresión sutil que podría considerarse una sonrisa humana, un gesto de respeto hacia su formidable adversario caído. Al menos, sus compañeros habían sido vengados, y él ya no estaba solo. Le dio un ligero palmoteo a la piel y luego se unió al resto del grupo. Subió al RAV junto a Banshe y otros Nexos, sintiendo una extraña sensación de camaradería con los recién llegados, a pesar de no conocerlos del todo. Mientras el RAV avanzaba, Banshe se sentó junto a Titán, compartiendo una mirada significativa entre ellos. Aunque las palabras no eran necesarias, entendieron que juntos enfrentarían los desafíos que se les presentarían.

Lo que podría haberles llevado meses de viaje, ahora se lograría en solo semanas gracias a los blindados. Cuando llegaron a lo que parecía ser una majestuosa torre de cristal y datos, se reunieron junto a otros Nexos que habían aparecido desde diferentes puntos del planeta, atraídos por una de las numerosas balizas dejadas por alguna entidad misteriosa.

Los datos y el cristal resplandecieron, proporcionando un conocimiento básico sobre el origen de los Nexos y su misión principal desde su creación: la defensa de los humanos y, más tarde, la venganza y el deseo de recuperar el planeta. Pero también había un mensaje importante dejado atrás. La voz misteriosa se hizo escuchar una vez más, dedicándoles unas últimas palabras.

"En mi sacrificio, encontraron libertad. En su renacimiento, un mundo de posibilidades. Unidos, defiendan la vida en este nuevo amanecer."

Con el mensaje resonando en sus procesadores, los Nexos se miraron entre sí, sintiendo una conexión más profunda y un sentido de propósito compartido. Debajo de sus chasis de metal, sus núcleos generaron pulsos de energía con una determinación inquebrantable. No eran simples máquinas; eran guardianes, portadores de esperanza en un planeta que una vez fue el hogar de los humanos. Ahora habían decidido dar un paso más allá; se convertirían en el azote de los invasores, en la última línea de defensa para proteger lo que quedaba de su mundo.

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