4. Escombros y sacrificios. (Parte dos)

El sol ardiente castigaba a cualquier ser orgánico, pero los Nexo permanecían imperturbables bajo su calor. Solo la joven a la que escoltaban se protegía con la larga capa que Sentinel solía usar para ocultar su armadura y parte de su ser. Ahora que estaba al descubierto, se podía apreciar con claridad la armadura que muestra con orgullo las huellas del tiempo y la batalla que ha enfrentado durante las últimas seis décadas. Su superficie, una vez impecable, ahora exhibe marcas de desgaste que cuentan historias de incontables enfrentamientos. Los remiendos y adiciones exteriores revelan una adaptación constante a las demandas cambiantes del campo de batalla, como si fueran medallas de honor forjadas en metal. Algunas partes han sido reemplazadas, como eslabones de una cadena, pero la armadura persiste como un testamento de resistencia y tenacidad a lo largo de los años.

Mientras mantenían su marcha, la pequeña cantaba en voz baja una canción casi indistinguible para los que la rodeaban, quizás un recordatorio de tiempos más felices antes de que la guerra lo consumiera todo. Aunque habían algunas palabras que ninguno de ellos distinguían o encontraban algún significado pero tan poco sabían de sus propios creadores que podría tratarse de alguno de los tan diversos idiomas que cada uno hablaban.

Titán, ajeno a muchas cosas, con sus luminosos ojos escrutaba constantemente el suelo en busca de las huellas que las botas de Banshe habían dejado a su paso. Estaban cerca, lo sabía con certeza. Un pensamiento fugaz atravesó su mente como una chispa repentina en la oscuridad. Se preguntaba cuál sería el siguiente paso ahora que habían hecho un descubrimiento tan impactante, uno que aún lo dejaba perplejo. Era difícil de creer, y aún más difícil de aceptar, que esa pequeña humana estuviera allí, dando pasos cortos e incluso saltando alegremente. Su mente se llenaba de preguntas suspendidas en un perpetuo estado de espera, y el recuerdo del roce con aquel par de robots horas atrás solo complicaba aún más sus emociones.
Con un torrente constante de incertidumbre corriendo a través de sus circuitos, la necesidad de mantener a salvo a la niña se convertiría en un protocolo prioritario. No obstante, le preocupaba la duración que tomaría neutralizar la amenaza de los Caminantes y si persistiría lo suficiente para ver su derrota materializada en sus sensores. Comprendía que el reloj inexorablemente avanzaría sin detenerse por su constitución mecánica. Era consciente de que sus componentes internos, aunque diseñados con precisión, eventualmente sucumbirían ante el desgaste. En paralelo, la joven humana seguiría su trayectoria, experimentando el inexorable ciclo de crecimiento, envejecimiento y eventual muerte. Esa certeza penetró en sus reflexiones de manera profunda, generando una angustia sutil pero persistente.

El sol descendió lentamente en el horizonte, interrumpiendo los pensamientos de Titán. Observó con serenidad cómo el resplandeciente astro completaba su jornada, cediendo gradualmente el cielo al otro, un astro más pequeño y tenue, marcado por la constante lucha contra sus enemigos. La luz dorada se fundió con los tonos cálidos del crepúsculo, pintando el horizonte con colores que parecían arder en el lienzo del cielo.

Los oscuros y profundos cráteres de la luna, visibles desde su planeta natal, servían como sombríos recordatorios de las batallas encarnizadas que habían tenido lugar en el espacio. Eran testigos silenciosos de los fracasos rotundos que habían dejado una huella indeleble en la historia. Cada cráter parecía un eco visual de las derrotas y las pérdidas que habían sufrido, un mapa doloroso de las cicatrices de su lucha interminable. Cada vez que miraban hacia la luna, esos cráteres evocaban amargamente los sacrificios que habían hecho y los desafíos que aún les esperaban en el horizonte, recordándoles que cada avance venía acompañado de un precio doloroso.

Después de una larga caminata, finalmente alcanzaron las coordenadas precisas. Sin embargo, no avistaron a ninguna figura familiar en su entorno, lo que planteaba un inesperado inconveniente. Los robots respondieron con un instinto agudo, desenfundando sus armas y tomando posiciones defensivas alrededor del custodio y la niña. Mientras tanto, Cryo se esforzaba por establecer comunicación con la Nexo que los había guiado hasta ese punto.

-Descansen, soldados -ordenó una voz familiar que emergió de la oscuridad.

Sentinel fue el primero en examinar a la figura masculina que se encontraba a unos metros del grupo. Luego, al sentirse menos tenso, colgó su rifle en su espalda.

—¿Dónde está Ann? —preguntó Blayde, visiblemente preocupado por no verla junto a ellos.

Al mencionar aquel nombre, todos bajaron la mirada durante unos segundos, reconociendo la triste respuesta implícita. Blayde y el grupo guardaron un minuto de silencio en honor a su compañera caída. No era la primera vez que perdían a un miembro y sabían que no sería la última, pero el peso de cada partida era igualmente abrumador. Pasado ese tiempo, los condujo hacia el interior de un edificio en ruinas, donde solo podían entrar arrastrándose. Aunque no les agradaba mucho después de haber estado bajo tierra, no tenían muchas opciones. Aquel lugar era el único seguro para pasar la noche, un refugio donde sabían que las criaturas nocturnas no podrían alcanzarlos. En su interior, solo había una pequeña fogata encendida, especialmente preparada para el moribundo científico y la adorable niña que habían rescatado. Aquellos que llegaron antes que ellos se habían encargado de acondicionar el lugar para evitar la acumulación de dióxido de carbono, un componente perjudicial para los seres humanos según sus datos recabados.

—No sabíamos que había otro superviviente... —mencionó Sentinel, visiblemente desconcertado al observar la ausencia de gran parte del brazo del otro hombre.

—Creemos que él tiene muchas respuestas que ofrecer —respondió Banshe. Se levantó de su asiento con movimientos fluidos, sus articulaciones diseñadas para reflejar gracia y soltura. Al buscar con la mirada a Titán, las placas metálicas que fueron cuidadosamente diseñadas para imitar la forma y el movimiento de las cejas humanas se elevaron ligeramente, sugirieron una expresión de alivio. A medida que sus sensores oculares detectaron la presencia de su compañero, los hombros de la Nexo parecieron relajarse y ajustó su postura para reflejar una sensación de alivio evidente.

La niña se sentó a un lado de la fogata, evitando en todo momento mirar o acercarse al hombre presente.

—No sé nada que ustedes no sepan ya... —susurró el científico, su cuerpo temblando a pesar de la cercanía de la única fuente de calor en esa fría noche.

Los demás Nexo no pudieron evitar mirarlo con cierto asombro. Era considerablemente más bajo que ellos, pareciendo un hombre en plena edad adulta, y su constitución física era mucho menos imponente. Todo lo que sabían de los humanos eran fragmentos de información y vídeos que los describían de diversas formas, por lo que no podían evitar verlo como una especie de espectro caminante. Sin embargo, Titán y Havoc eran excepciones a esta reacción. Titán se sentía abrumado en su presencia, mientras que Havoc tenía una intuición negativa en relación a él.

Titán avanzó con seguridad, deteniéndose frente a Banshe, cuyas dos astas metálicas únicas la identificaban claramente del resto. Estas astas se inclinaron hacia atrás en un gesto de reconocimiento. Luego, la robot de tono púrpura, con trazos blancos opacos, extendió sus manos y con un cuidado meticuloso retiró el casco desgastado del soldado. La expresión de Banshe permanecía impasible, pero sus movimientos delicados y precisos al retirar el casco revelaban una conexión especial y un profundo entendimiento entre ambos.

—Estás bastante silencioso —señaló ella.

El soldado frente a ella pasó su mano sobre su cuello, intentando comunicar sin palabras la razón detrás de su silencio. Los ojos entrecerrados de la Nexo indicaron su comprensión. Con una mano, le hizo levantar la mirada para que pudiera ver de cerca el problema al que él intentaba señalar. Simultáneamente, con la otra mano, sostuvo la suya, ofreciéndole apoyo y descanso. Titán experimentó un breve cosquilleo que se extendió por todo su cuello mientras los delicados dedos de su compañera lo recorrían con un contacto meticuloso. Cada toque parecía como si estuviera desentrañando los secretos guardados en el dañado revestimiento externo de esa zona, como si cada detalle contara una historia en su propia forma metálica y encriptada.

—Fue un Fenrák, ¿verdad? —preguntó, interrumpiendo su exámen mientras Titán bajaba la cabeza.

Titán asintió, sorprendido de que ella hubiera adivinado correctamente sin ninguna pista específica. Había escuchado a Crow mencionar eso cuando estaban en el subsuelo, pero no esperaba que Banshe lo supiera con certeza.

—Puedo repararlo, pero solo hasta que lleguemos a la compañía y completemos la Marcha —dijo, volviendo a sentarse en el suelo.

El soldado a su lado se unió a ella, fijando su mirada en la pequeña niña que había corrido a los brazos de Cryo cuando sintió la necesidad de tener compañía. La misma, sintiéndose más segura poco a poco se sumía en un profundo sueño en la seguridad de un imponente Nexo. Era adorable, no había duda al respecto.

—Han pasado muchas cosas últimamente y ahora me quieren dar un ascenso... —mencionó Banshe, captando la atención de su compañero.

Cuando su enfoque se posó en ella, detectó que su mirada estaba fijada en el suelo, como si ese detalle le presentara un desafío. La intriga se reflejó en su rostro metálico mientras encogía los hombros en una expresión de confusión evidente. Era consciente de la competencia de ella en su función, lo que hacía desconcertante verla mostrar indecisión en un momento en el que solía destacar por su seguridad en el campo de batalla.

—Se suponía que yo era simplemente otro robot encargada del mantenimiento y la monitorización de las comunicaciones —murmuró en voz baja.

Su compañero posó una de sus manos en el hombro de Banshe e intentó hablar. Desafortunadamente, lo único que emergió de su boca fueron sonidos ininteligibles y algunos chirridos de circuitos. Banshe alzó la mirada y soltó una breve risa.

—Necesitas desesperadamente tu voz —dijo, explicando la razón de su risa-. Y gracias. Me tranquiliza saber que estabas escuchándome.

Su compañero solo pudo asentir. Ahora se sentía frustrado. Tenía muchas cosas qué decirle al respecto. Aunque no habían pasado mucho tiempo desde que se conocieron por primera vez, unos cincuenta y ocho años aproximadamente, se habían acostumbrado a estar cerca el uno del otro y cuidarse mutuamente. Si pudiera hablar, seguramente le diría algo inspirador para levantarle el ánimo.

Poco después, Blayde llamó a Banshe para discutir un asunto de suma importancia, algo que la mantendría ocupada junto a él durante más de una hora. Titán observó cómo se alejaba, sintiendo algo más que admiración por Banshe. Sin embargo, lidiar con este conjunto confuso de emociones era tan esquivo como un archivo de datos corrupto. Tal vez, una vez que tuviera la oportunidad, sería prudente consultar a un técnico para desentrañar y comprender lo que estaba experimentando.

Después de un par de horas, el pequeño campamento quedó envuelto en un prolongado silencio. Varios de los Nexo se encontraban en estado de descanso, aguardando cualquier estímulo para reactivarse. Los dos humanos se habían sumido en el sueño. El único sonido perceptible en el área era el crepitar de las brasas consumiendo la madera en la fogata.

—Tal vez el paso del tiempo haya empezado a deteriorar mi memoria, pero recuerdo algo de la Odisea de Máni —mencionó Sentinel, rompiendo el silencio que se había creado a su alrededor.

Aquellos que no se encontraban en un estado de descanso completo elevaron sus miradas hacia él, mostrando interés por sus palabras.

—Sin lugar a dudas, esa batalla selló el destino de la humanidad... —se detuvo repentinamente, intentando recordar más información sin éxito —. Ojalá pudiera ofrecerles más detalles.

Mientras Dreizack se esforzaba por reparar su brazo utilizando las piezas disponibles, evocó en su memoria lo que sabía sobre aquel acontecimiento, aunque no lo había experimentado personalmente. Con algo parecido a un suspiro, recordó la historia que su compañera caída solía narrar con orgullo, la historia de cómo había rescatado a Sentinel.

—Ann me contó que te salvó de ser parte del cementerio lunar —articuló finalmente.

Sentinel asintió, dirigiendo su mirada hacia el robot que mencionaba a su apreciada compañera. Aquella historia era uno de los recuerdos más vívidos y valiosos que guardaba de ella. Era lamentable que ya no pudiera relatar esas anécdotas.

—Sí, estaba atrapado entre algunas estructuras metálicas debido a mi antigua armadura —confirmó —. Al fondo, había un soldado completamente diferente a los Caminantes. Su cuerpo era alargado y sus extremidades demasiado delgadas, con escasa armadura.

Titán alzó la mirada hacia Sentinel, quien aún mantenía su casco puesto tras varios días. El recuerdo de las historias que le había contado sobre aquel ser y otras batallas inundaron su mente. Ahora, aquel soldado con la apariencia de un Espartano decidió compartir esas historias con el grupo al que actualmente prestaba servicio.

—Aquel guerrero estaba armado cuando me encontró. Tenía una larga cuchilla que brillaba incandescentemente y emergía de una de sus extremidades —continuó Sentinel, desprendiéndose del casco tras tanto tiempo y revelando su verdadero rostro, aquel que se ocultaba detrás de la imponente apariencia de un soldado formidable y temible.

En su rostro metálico, se vislumbraba una grieta que serpenteaba entre las placas, partiendo de la mejilla izquierda y ascendiendo hasta el borde superior de su ojo. Los bordes de la fisura mostraban señales de una quemadura marcada.

Sentinel continuó narrando con detalle cómo el ser se acercó lentamente a él, empuñando la cuchilla como si estuviera realizando movimientos de entrenamiento. En aquel momento se encontraba indefenso y sin posibilidad de pedir ayuda, solo le quedaba una mano libre que no había quedado atrapada junto al resto de su cuerpo. En su avance, el ser encontró a uno de sus compañeros, apenas funcional pero aún consciente, y sin titubear, lo eliminó sin compasión. Luego, siguió avanzando hacia él con idéntica determinación. En el momento preciso, Ann hizo acto de presencia, liberando la munición de su arma pesada contra el enemigo. Frente a sus ojos, ambos se enfrentaron. No obstante, el ser logró asestar un golpe directo al casco de Ann, derrumbándola y dejando inoperante esa parte de su armadura. En un intento desesperado por rescatar a su compañera de una inminente ejecución, Sentinel arrojó su propio casco contra el enemigo.

El Nexo tomó un breve respiro antes de continuar con su relato, permitiendo que el suspenso se apoderara del grupo.

—Ya debieron adivinar qué pasó después —dijo Sentinel, señalando la marcada grieta en su rostro metálico que servía como un recordatorio de aquel enfrentamiento.

Un silencio tenso llenó el lugar mientras todos esperaban ansiosos el desenlace de la historia.

—Cuando Ann me lo contó, nunca supo explicar lo que sucedió después de que ella derrotó a ese ser —añadió Dreizack, completamente inmerso en la historia, atrayendo la atención de todos los presentes.

Sentinel dirigió su mirada hacia Zack, él también había sido testigo de aquel instante, aunque no podía explicarlo de manera racional a lo que sus sensores habían capturado.

—Cuando ví a Ann partir al ser en dos, algo extraordinario ocurrió: su esencia energética se desprendió con un fulgor deslumbrante, dejando tras de sí una armadura vacía —añadió después, una ligera indicación de alegría se manifestó en su rostro metálico, que rara vez expresaba emociones, al recordar esa pequeña victoria. Sin embargo, su expresión cambió repentinamente, oscureciéndose. —. Es realmente lamentable que Ann ya no esté con nosotros, pues ella disfrutaba compartir lo que ocurrió desde su perspectiva.

Titán fue inundado por una ola de nostalgia al rememorar la emoción, y en ocasiones la exageración, con la que Ann solía contar su versión de la historia. Según su memoria, Ann se puso de pie, dejando atrás su casco, y sorprendió al ser alienígena con su fuerza sobrehumana al separar de manera brutal la mitad superior de su cuerpo de las piernas. Presumía con exceso que su rival nunca habría anticipado tal movimiento, y cómo ella sostuvo el casco vacío del ser para luego aplastarlo entre sus manos sin aparente esfuerzo. Suspiró con pesar, experimentando la profunda ausencia que Ann había dejado en su existencia. En ese instante, una mano se posó con suavidad en su hombro, y al alzar la vista, descubrió que era Banshe quien lo acompañaba nuevamente, portando varios contenedores vacíos en sus manos. Sus ojos luminosos destellaron con un patrón de luces que imitaba la forma en que los ojos humanos parpadean cuando alguien sonríe, luego asintió con la cabeza para indicarle que lo siguiera. Titán fue detrás de Banshe y juntos salieron al exterior. En ese momento, quedó cautivado por la luz de la luna que se reflejaba sobre la Nexo y su armadura desgastada. La combinación de ambos elementos creaba una imagen inesperadamente hermosa, que dejó al soldado perplejo y confundido por el surgimiento de un extraño sentimiento en su interior. Decidió capturar esa imagen en su banco de memoria, pero se reafirmó en la necesidad de someterse a una revisión. Pensó que tal vez algún golpe durante el derrumbe había causado ese sentimiento inexplicable que aún no podía comprender. Estaba determinado a encontrar respuestas y asegurarse de que todo estuviera en perfecto funcionamiento en su sistema.

Fin de secuencia 2.

Todo se volvió oscuro mientras sus sistemas ordenaban meticulosamente sus memorias y las colocaban en su lugar correspondiente para no alterar la propia percepción de su realidad. Luego, sus ojos se enfocaron y se encontró con una escena totalmente sorprendente. La estancia estaba iluminada por una tenue luz que cambiaba de tonalidad, creando un ambiente misterioso y cautivador.

La arquitectura de la sala era completamente inusual, con paredes y estructuras que presentaban líneas curvas y asimetrías que diferían significativamente de cualquier diseño humano o alienígena conocido. Atraído por la fascinación, sus ojos recorrieron la estancia, absorbiendo cada detalle. Los artefactos tecnológicos expuestos ante sus ojos eran impresionantes, construidos a partir de la ingeniería inversa de tecnología alienígena. Complejos sistemas de energía con circuitos relucientes y componentes internos que desafiaban la antigua lógica humana se exhibían ante él. Materiales translúcidos y metálicos cubrían algunas de las creaciones, dejando entrever intrincados patrones de luz en su superficie.

Pantallas holográficas flotaban en el aire, mostrando esquemas y símbolos alienígenas que Titán desconocía por completo. Los artefactos parecían estar activos, ya que algunos emitían zumbidos suaves y luces intermitentes, creando una sensación de que aún estaban en funcionamiento o que, al menos, podían ser activados nuevamente en cualquier momento.

Una de las pantallas se acercó a Titán y recopiló datos de él antes de que alguien más se acercara. Tewa avanzó, hablando consigo misma en un tono apenas audible. Cuando estuvo a su lado, lo miró fijamente a los ojos.

—¿Cómo te sientes? —inquirió con preocupación.

Confundido por el breve análisis, en comparación con los exhaustivos escrutinios de los Caminantes, Titán simplemente levantó el pulgar en señal de que se encontraba bien. Una imagen capturada por la pantalla cercana llamó su atención, mostrando a Banshe una vez más. Sintió una mezcla de alegría y profundo arrepentimiento al contemplar la imagen, incapaz de apartar la mirada.

—Es linda —dijo la técnico, mientras procedía a desconectarlo para que descansara —. ¿Cómo la conociste?

En ese instante, el soldado dirigió su atención hacia la otra Nexo.

—Puedo mostrártelo —aseguró él, deseando en lo profundo de su ser revivir esos recuerdos y escapar de la realidad por un par de horas más.

Tewa negó con la cabeza, finalizando su tarea. Se colocó frente a Titán y le extendió la mano para ayudarlo a levantarse de ese incómodo lugar. Él aceptó la ayuda, aunque con ciertas dudas, y se puso en pie.

—No hace falta. Mejor solo cuéntame —insistió ella una vez más, invitándolo a tomar asiento en un lugar más cómodo.

Titán analizó la sugerencia: un sofá metálico antiguo y oxidado. Se cruzó de brazos mientras Tewa atraía varias pantallas holográficas hacia ella y se sentaba en una silla flotante que se sostenía mediante un dispositivo de repulsión.

—No, gracias —respondió con seriedad —. La última cosa que deseo es acabar tan oxidado como eso.

—Como prefieras —respondió su anfitriona sin dar muestras de ofensa por su comentario.

El hombre de metal miró hacia donde antes se encontraba, observando todos los cables y dispositivos conectados a la incómoda camilla de loza y metal.

—¿Por qué me has interrumpido? —cuestionó después.

La Nexo dejó de ver las pantallas, incluso despejó algunas de su visión.

—No soy como ellos. No pienso agotarte hasta matarte —exclamó, aunque manteniendo una voz relajada—. Tienes que pasar un par de horas sin la exposición del Revo. Ahora, si eres tan amable, me gustaría conocerte un poco más si vamos a estar aquí por más tiempo. Ya sabes, para que esto sea más agradable.

Aunque no compartía completamente la idea de perder tiempo de esa manera, de alguna manera también deseaba revivir aquel momento en que la había encontrado. Antes de que pudiera expresar su opinión, Tewa lo interrumpió.

—¿Qué tal si también me cuentas cómo fue tu despertar? Necesito comparar datos.

Se mostró algo reticente con la expresión facial que formaban todas aquellas placas en su metálico rostro, pero accediendo a ello, finalmente decidió tomar el lugar que le sugirieron tiempo atrás. Si eso le ayudaba a Tewa, estaba dispuesto a compartir incluso sus memorias más amargas.

—¿Por dónde empiezo? —preguntó, dispuesto a sumergirse en sus recuerdos y compartir su historia.

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