Chapter XVIII

¿Cómo?

Miró a Zero y se mordió la lengua para no reír demasiado, la causaba demasiada gracia verlo con esa expresión tan dura y con muchísima repugnación. Shiori por su tanto mordió sus uñas y las comía de poco. De un momento a otro, ya había sacado todo el largor de sus primeros tres dedos, como si fuese poco, concluyó con la mano izquierda y siguió mutilando a la derecha.

– ¿Ya me lo puedo sacar?

– No.

* * *

– ¿Cuándo? –Sora leyó el papel. Inaudito, inaceptable– Ichijou –dirigó la vista hacia donde el vampiro dormitaba.

– ¿Mmm...? –abrió un ojo– ¿qué sucede?

Sora señaló la carta. Una más de sus padres, una última amenaza; "eliges tú rápido y a las buenas, o elegimos nosotros dentro de una semana". Estaba siendo hostigada a encontrar un buen partido, y a partir de ese día, sólo le quedaban una semana para elegir a la mejor persona para condenar el resto de su maldita existencia. Bajó la vista, no quería pero era su obligación.

Ahí estaba él, Ichijou. Además del purasangre Shiro Natsuri, lo tenía a él. Nieto de Ichiou, contaban que las empresas Ichijou nacieron en la oscuridad y se alzaron en ellas. Sus padres deseaban a alguien que tuviese poder, él era el indicado. Ahora su abuela también participaba en la política, tenía absolutamente casi todo a su favor. Entonces, ¿por qué no comprometerse directamente con Ichijou y dejar de lado todo eso?

– Mis padres quieren que vaya de visita unos días –mintió.

Ichijou alzó las cejas y sonrió.

– ¿Quieres que vaya contigo? –preguntó suavemente.

Ella negó.

– No es necesario –se puso de pie y fue hasta donde Ichijou estaba sentado– ¿qué piensas de mí? –preguntó colándose encima mismo de sus piernas.

– Pienso muchas cosas de ti.

– Lo sé –suspiró–, pero qué piensas de mí como mujer...

El rubio sonrió. ¿Qué pensaba él? Que era vampireza maravillosa, caritativa, fuerte, perfecta e inalcanzable, hermosa y por sobre todo, la mujer que desearía tener a su lado por el resto de su vida.

– Tú ya lo sabes, no es necesario que te lo diga –rodeó su cintura–.

Sora lo miró. Bajó lentamente el cuello de su camisa, dejando expuesta toda la extensión que iba desde su quijada hasta la clavícula. Sentía como cada centímetro de su cuerpo se tensaba al oler el aroma que él poseía. Acercó los labios lentamente y deslizó la lengua donde deseaba morder.

– ¿Hace cuánto que no comes nada?

– No lo sé –respondió ella. Mordió suavemente y comenzó a beber, Ichijou se tensó al primer contacto de los colmillos con su cuello. Miró hacia el espejo que tenía enfrente.

– Cásate conmigo.

* * *

– Yagari, Kaito –Cross miró a ambos maestros y sintió las ganas de hacerles una gran sonrisa–. Estos son nuestros nuevos prefectos; Eric Maslow y Priscilla Ali. Ambos son americanos y enviados por la Asociación de Cazadores en Canadá.

El joven mayor, de grandes ojos oscuros y las pestañas oscuras que resaltaban de todo su rostro, el cabello castaño que iba en una sola trenza y caída por su espalda, tenía puesto un traje de vestir negro. De la pretina de su pantalón, una única daga resaltaba, acomodándose los lentes que traía puesto, soltó una sonrisa dirigida a ambos maestros.

– Es un honor –agregó Eric.

– Lo mismo digo –Priscilla por su parte, poseía el cabello corto, con suaves ondulaciones que pasaban sobre sus orejas y las cubrían lentamente, el tono rojo acaramelado que tenía encima le daba un tono apetitoso, sus ojos verdes iban recorriendo y observando con atención cada rincón del lugar. Como último punto de observación, quedó Kaito. Éste la reprendió con una mirada igualmente fría.

– ¿En dónde está Zero? –fue la única pregunta que lanzó Yagari.

– Esto...–hubo una mirada entre Kaito y Yagari que terminó fijándose completamente en Cross– Priscilla y Eric-kun –señaló el director–, su primeer turno comienza ahora, tienen que ir a escoltar a la clase nocturna.

* * *

– No haré esto.

– Lo harás.

– ¡Shiori!

– Zero...

– Ni en tus sueños...

Shiori enarcó una ceja.

– En dos días iremos a Francia. Más vale que estés listo.

  * * *

Como era costumbre en el horario del turno noche, las chicas aglomeradas y los dos nuevos prefectos iban llegando para ponerlas a límite.

– ¿En dónde está Kiryuu?

Fue la pregunta que la mayoría se planteó al ver al nuevo prefecto. Éste ignorando por completo la locura de algunas chicas, murmuró:

– Priscilla, ¿estás segura?

– Déjame a mí –ésta rió y sacó la jabalina que el director le había dado, la mantuvo en su mano mientras que con la otra atajaba el revuelo de su falda–. ¡Todas atrás!

Ambos prefectos habían logrado mantener a raya a las alumnas, siendo el primero en presentarse, Eric logró que éstas lo miraran como si fuese un marciano.

– Ella es Priscilla Ali, me llamo Eric Maslow. Somos alumnos de intercambio, de ahora en más prefectos.

– O sea que hay carne frezca –viniendo delante de toda la clase nocturna, Aidou iba por delante junto a Akatsuki.

Priscilla recordaba el perfil de ambos. De toda la clase nocturna, de cada uno de los sesenta y siete vampiros integrantes de la Academia Cross. Aidou era entre todos ellos, el más irritante, molesto y uno de los más poderosos a nivel social. En la escala estaban los Kuran, los Natsuri, Ichijou, Shiki, Aidou, Akatsuki e iba bajando de nivel hasta llegar a Masami.

– ¡Aidou-sempai! –los gritos comenzaron a caer como si fuese lluvia, Priscilla se sobresaltó al oirlos tan agudos y desesperantes, una reacción parecida tuvo Eric, éste último disimulando mejor su expresión.

– Yagari había dicho que eran irritantes –murmuró Eric al oído de Priscilla.

– Lo sé, tienen aspecto de serlo.

– Hay algo que no me gusta de esto.

– Somos dos.

– ¡Presidente Kuran! –los gritos se intensificaron aún más.

– Kuran... Kaname Kuran, Yuuki Kuran.

  Familia Kuran, pensó Priscilla. Cabellos castaños, ojos rojos, expresiones frías, purasangres.

– Es increíble como idolatran a éstas bestias –bufó Eric mirando con desprecio a las figuras de Shiki y Rima–. Monstruos.

Priscilla seguía observando a cada uno de los vampiros que realizaban su recorrido desde su dormitorio hasta la academia. De un momento a otro, nuevamente los gritos se intensificaron.

– ¡Natsuri-sempai! –tanto Priscilla como Eric giraron su rostro por un segundo para observar la caminata de ambos gemelos.

Ojos grises-azulados, familia Natsuri, Priscilla olisqueaba el ambiente y algo de todo eso no encajaba.  Supuso que sería su olfato al no acostumbrarse al hedor de vampiro. Giró sobre sus pies creyendo que los gemelos eran los últimos en llegar, detrás de ellos no había detectado a la hermana ni tampoco a ninguna de sus sirvientas. Eso era todo.

– ¿Kiryuu-kun...? –el rostro de más de una de las chicas cambió por completo, más que eso, la sorpresa iba de humanos a vampiros. Tanto Priscilla como Eric se giraron para ver al famoso Zero Kiryuu llegando con el uniforme blanco de la clase nocturna.

– Esto debe ser una broma –articuló Eric observándolo. Del brazo de Zero venía la hermanita menor de los Natsuri, Shiori.

– Shiori Hideroshi –Priscilla se mordió el labio inferior para no decir nada más de lo que debía.

  Una sonrisa socarrona se formó en los labios de Shiori al ver el rostro de Priscilla tocerse en una mueca de desagrado y repulsión. Mucha más fue alegría al notar que la misma apretaba con fuerza la jabalina en un intento de descargar la ira acumulada, las mayoría de las alumnas ya habían abandonado por completo el recinto de la academia. Shiori aprovechó eso para acercarse a Priscilla y tentar su paciencia.

– Tiempo sin verte –articuló entre risitas.

– ¿Quién querría ver a ti? Inmunda traidora.

– Mucho cuidadito Priscilla –Shiori le guiñó un ojo–. Yo que tú...–acercó los labios a su oreja– modulaba el volumen de voz a mis superiores.

– ¿Es una amenaza?

– Es una advertencia. ¿Quieres una amenaza? –preguntó divertida– Está bien, voy a beberme tu sangre si es que te cruzas en mi camino.

Priscilla alzó la jabalina, clavando la punta de ella en la garganta de Shiori, un movimiento en falso y podría despedirse por completo del mundo. De entre los árboles, Sora y Rizu bajaron, ambas tenían dagas en las manos, puestas firmemente sobre el cuello y el hígado de Prisilla y Eric. De un momento a otro, Zero y Shiori continuaron caminando juntos mientras que las miradas quedaron entre los demás.

– Después quiero una explicación de lo que sucedió ahí.

– La tendrás, no lo dudes.

Ambos continuaron caminando agarrados de las manos, Zero ignoraba por completo el hecho de que algo en Shiori se escapaba de su actitud de siempre, pudo suponer que entre sus artimañas había algo que planeaba.

– Te amo –susurró ella pegando sus labios a la mejilla de Zero.

– Shiori –Zero tocó su mejilla, antes de que ella se escabulliera, la tomó de las manos y la agarró para besarla–. ¿Que estás tramando?

– Los Kuran van a casarse.

Dicho eso, Shiori huyó por los pasillos de la Academia. Dejando sembrada la curiosidad a Zero y más que eso, un sabor metálico en la boca. Era sangre.

– Shiori... ¿qué te sucede?

– Tendrías que preguntárselo, si quieres te ayudo a amarrarla e interrogarla –Rizu venía entrando a compañada de Sora.

– Tiene algo en manos.

Zero miró a ambas chicas.

– ¿Qué saben ustedes?

– Lo que tú no sabes –Rizu le pasó unos libros a Zero–. Salón VII, hoy tendrás sólo historia y ética. Yagari y Kaito estarán encantadísimos de ser tus nuevos profesores en la clase nocturna.

– ¿Cómo es que...?

– Yo sé todo lo que tú no sabes.

Sora le guiñó un ojo y fue tras Rizu. Zero teeminó quedándose con la intriga.

* * *

– ¡NO PUEDO CREERLO! –Priscilla terminó lanzando la jabalina hacia un árbol.

– ¿Podrías calmarte?

– ¡Cállate!

  * * *

Shiori fue a su salón como siempre. Había conseguido su lugar en medio de Ichijou y Sora, habiendo llegado, se encontró con la mirada de Kaname sobre ella. Un suave escalofrío pasó por su cuello, no sólo él había fijado la vista, tanto Shiro como Shinichi la vigilaban de cerca. Si no se lo decía ahora, no podría nunca.

– Kaname-sama –Shiori fue hasta donde el vampiro estaba, pasando de largo las miradas de Seiren, Ruka y Yuuki.

– Shiori –el castaño alzó la vista hacia ella y le dio una media sonrisa.

– Kaname-sama –murmuró– ¿podemos hablar en privado?

Kaname alzó la vista hacia la mayoría que los observaba.

– Claro.

Shiori lo miró, indicándole para que salieran del salón o al menos, que fuesen un poco más lejos de ahí. Kaname se le adelantó y terminó guiándola fuera del salón, adentrándose a lo más profundo de la academia. Pasando el salón IX, la enfermería y otros salones, llegaron a la terraza y salieron por ella.

– ¿Qué sucede Shiori?

– Es que, me han dicho...–apartó la vista– hace unos meses, recibí una carta de Francia. Hino, ¿conoces ese apellido? –preguntó Shiori sacando la carta del bolsillo y pasándosela.

– Misa Hino y Tokiya Hino.

– Van a contraer matrimonio... ¿has recibido esa invitación, verdad?

– Así es.

– ¿Piensas asistir?

– Es obligatoria para los purasangre. Tú tienes que ir también.

– Todos tenemos que ir.

– ¿A qué viene todo Shiori?

Shiori se giró para observarlo.

– Rido irá.

– No te preocupes por eso, puedes ir tranquila.

– Me preocupaban ustedes.

Una risa escapó de los labios de Kaname.

– Cuando dices ustedes, te refieres...

– Mis hermanos y tú. Yuuki no existe para mí.

* * *

– ¿Kiryuu?

– ¿Kiryuu-kun?

– ¿Zero Kiryuu?

– ¡Zero!

La primera en sobresaltarse fue Yuuki.

Ahí estaba él, con el uniforme de la clase nocturna. Tenía miradas incrédulas encima, entre ellas, la de Yuuki. Ella lo examinaba de pies a cabeza, aún con el corazón latiendo fuerte por él. Arrepentimiento. Eso sentía, eligió a Kaname pero muy al fondo, Zero era la única persona que podría robar su corazón. Éste mantuvo la vista en ella por varios minutos, observándola con el uniforme blanco. ¿Quién los iba a imaginar así? Formando parte de la clase Nocturna.

– ¿Qué demonios? –observando paralizado bajo el umbral de la puerta, Kaito mostraba el tic nervioso que se plamaba en su ojo derecho, tintilando como una lucecita. Zero se apartó un poco, dando gracias que no fue Yagari el que estaba ahí; un libro ya hubiese sido estampado por su cabeza.

– ¿Qué demonios? –pareciera ser que fue apropósito, Yagari cruzaba de pasillo y quiso curiosear la razón del silencio del salón VII. No esperaba ver a Zero con traje de novio– Me causa muchísima curiosidad saber por qué demonios vas vestido como un maricón más de la clase nocturna.

Varios silbidos de desaprobación se escucharon.

– Demuestrénme que no son maricones todos.

– Maestro... –murmuró Zero.

– Cállense –Kaito corrió la puerta del salón cerrándola, dejando a Yagari fuera y Zero dentro–, espero que hayan hecho su tarea malditos. ¡Kiryuu! –alzó la voz– Tienes una semana para ponerte al día.

En sus adentros, Zero farfullaba: "Esto debe ser una broma". Como si hubiera sido poco, el único lugar disponible era entre Aidou y Akatsuki, teniendo a Yuuki dos lugares enfrente y a Seiren enfrente mismo.


– Sólo por mí.

– Sólo por ti.

– Cuando nos libremos de Rido. Viviremos los dos juntos.

– ¿Estarías dispuesta?

– Estaría dispuesta a pasar el resto de mis días a tu lado.

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