Chapter XVII

El único lugar que le permitía relajarse era aquella condenada bañera que poseía la habitación de su hermano, maldijo cuando supo que Shiro rondaría por ahí. Tendría que conformarse con la ducha que su alcoba le ofrecía, dudosa de cuál podía ser el gran problema de ello, dio por listo el tener que entrar a bañarse y dejarse de dar vueltas y vueltas.

Que día condenado.

– Ufff…–mientras que se envolvía con una toalla seca, sacudió la cabeza y salió, ella y su costumbre de mojar todo a su paso– que desgracia –se dijo a si misma dando por concluido que no podría escaparse, fue hacia el gran ropero que la academia le ofrecía (prefería renunciar a ese gran espacio y tener una bañera disponible para su propio uso). Estiró los brazos y como era una de sus muchas otras costumbres, tiró la toalla al suelo y se paseó libremente por su habitación.

Ya que era su fiesta de cumpleaños, lo mínimo que podría hacer es ponerse algo que llegase a elegante pero para variar, vestirse con una de las muchas prendas que habían comprado para ella, fue directamente a ver qué podría usar: ya tenía un vestido.

– ¿Strapless turquesa o strapless negro con verde agua?

Comparando los dos vestidos, se detuvo al verse opacada por una figura más alta y masculina… y pelinegra.

– ¡Shiro! –gritó cubriéndose con uno de los vestidos y escondiéndose detrás de uno de los muebles – ¡Joder! ¿Qué demonios te sucede? –tarde, en todo el día, todos disfrutaban de aprovecharse de ella y por supuesto usarla como objeto casi sexual.

– Hermanita…–el mayor de los gemelos no ayudaba mucho al acercarse al ritmo de un felino– no seas cobarde, necesito hacer algo –volvió a besar a su hermana, típico y repetitivo; se le tensaban los músculos, comenzaba a respirar rápidamente, se sonrojaba y por supuesto, automáticamente había terminando contra una pared. Shiro se alejó lentamente y observó las pupilas dilatadas de Shiori, sonrió– funcionó.

Ella se alejó confundida.

– Estaba harto de tener visiones de Zero y tú comiéndose la cara…puedo jurarte que hasta tuve sueños con ustedes dos –respondió.

– ¿En serio? Yo tuve varias visiones de tú hablando con Shinichi o con Kaname.

El mayor de los mellizos enarcó una ceja, que tedioso– Lo que sea que tengas… hay que investigar.

Ahora bien, ¿cómo terminó vagando por los corredores del dormitorio del Sol y más exacto, en el sector de los chicos, en donde el cuarto de Zero se encontraba a último lugar? Bueno, había esperado a que todos se retirasen (más o menos a las 2.30am o 3.00am), para luego fugarse ante de ser detectada por algún purasangre masculino, rompió barreras y salió pitando de ahí lo más rápido que tuvo, eso aún no respondía la pregunta pero se acercaba a la conclusión de que no tenía a donde ir sin ligarse un reproche de los buenos y más que eso, un castigo o una suspensión.

Buscando ayuda en una (o talvez la única persona) que podría ayudarla sin recriminarla o por el contrario, obsequiarle el mayor de los reproches posibles.

Se notaba deprimida, la mayoría no notaba de aquel cambio de humor y de la máscara que llevaba, por cada una de esas veces que ella estuvo de esa manera, podía deducirse muchas cosas entre ellas que no estaba del todo contenta con lo que acontecía.

– Deberías alegrarte –se giró y vio a su castaña favorita con el seño fruncido, típico de ella– no siempre te organizan una fiesta así.

– ¿Celos?

– Cierra la boca… te mostraré qué es una fiesta de verdad –siseó Yuuki– ¿dónde está Zero?

– Lejos de ti –se jactó dando una vuelta y dejando a Yuuki con una media sonrisa en el rostro– disfruta la fiesta.

Muchos fragmentos de la fiesta en la que participó acudían a su cabeza y la mitad de ellas eran más claras a medida que daba pasos hacia la habitación de Zero. Se sobó la nuca y trató de recordar cualquier cosa que pudiese considerarse como una locura, no tendría una resaca muy grande y era un gran alivio pero, además de eso, se dio cuenta de que en menos tiempo del que quisiese… ya se encontraba enfrente de la habitación de Zero sin contar que ya había tocado la puerta para que el dueño del recinto le cediese los honores de entrar.

– ¿Quién es? –preguntó una adormilada y muy molesta voz, se suponía que tenía que huir en esos momentos, ¿verdad? Pero volver como una si la persiguiesen una manada de leonas hambrientas no era una opción factible ya que se arriesgaba a que sus hermanos la interrogasen sin piedad alguna sin contar que sufriría del acoso masivo de Kaname.

– S-soy yo –articuló con miedo, miedo a que Zero abriese la puerta y la viese vestida con un sensual vestido negro, corto, strapless y por supuesto, con el escote ajustado y oliendo a alcohol. Una chica de 17 años que no supo como festejar su cumpleaños e incluyó de todo un poco en el menú. Escuchó pasos que venía desde dentro y pronto observó a un Zero con el seño fruncido (sin contar con que estaba vistiendo sólo un pantalón de dormir y tenía el pelo sensualmente desordenado).

– ¿Qué se supone que haces aquí? –olisqueó el aire– ¿qué has bebido? –sin que pudiese articular una defensa efectiva, fue estirada rápidamente dentro de la habitación– ¿bebiste?

– S-si –admitió, salir corriendo era una magnífica opción–. Zero…

– Estás mal de la cabeza… tómate un baño –fue lo más sutil que pudo decirle antes de arrojarle una toalla y varias prendas– hay un baño disponible al pasar el segundo pasillo de la derecha.

– ¿O sino qué? –preguntó desafiante.

–Me siento muy agradecida por éste gesto –Shiori se acercó hasta donde los vampiros se encontraban– no fue…

–No digas que no fue necesario porque te juro que voy a moleste a golpes –amenazó Sora.

–No tienes que agradecer…–agregaron los demás vampiros– tómalo como un regalo de cumpleaños –concluyó Akatsuki.

–Mi tiempo es sagrado –dijo Aidou– me debes un baile así que…

– Déjame mostrarte –antes de que Zero pudiese algo con Shiori, ésta ya se había escabullido por la puerta.

¿Desde cuando huyo? ¿Y en especial cuando se trata de tomar un baño? En realidad estoy ebria.

– No huyas cobarde –y creyendo que Zero le perdonaría y por supuesto, se quedaría en su cuarto callado, pero no, ya venía detrás suyo con una toalla.

– Joder –se dijo a si misma, el alcohol afecta los sentidos tantos que hace al individuo que lo consume extremadamente lento. Zero se arrojó al suelo y tomó del tobillo de su novia para que ella cayese al suelo y no tuviese la oportunidad de huir.

Zero tiró de su pierna y la dejó de manera que no pudiese fugarse.

–Aidou… es vergonzoso tenerte tan cerca –susurró Shiori al sentir a Aidou acercarse más.

–Es eso…–Aidou sonrió– ¿o tienes la esperanza de que Zero aparezca?

–Descuida –apartó la vista– no vendrá.

–De alguna manera… debes divertirte

– ¿Qué sucede? –fue la pregunta de Zero.

– No es nada Zero… no es nada –para hacer sonar más convincente la afirmación– no quiero tomar un baño.

El de cabellos plateados enarcó una ceja, en las opciones que tendría Shiori, era hablar o someterse. Que preludio.

–Ichijou, déjame ayudarte –escuchó que Sora decía a Ichijou.

–Gracias nena…

–Te deleita escucharlos hablar así –detrás suyo, Shiro se acercaba con una bandeja de cupcakes– ¿quieres?

–Paso –giró la cabeza y también se encontró con su otro hermano.

–Te dije que preferiría beber algo –se mofó Shiro riendo.

–Cierra la boca.

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– Zero…

– ¿Hummm...? –preguntó él.

– Tengo frío.

– Que irónico.

– ¿Qué dijiste?

– Nada… nada –se giró y miró como la de cabellos negros tenía la vista fija hacia la ventana.

Sus lánguidos cabellos caían húmedos sobre sus hombros y el flequillo tapaba un poco más de la mitad de sus ojos, la camisa que Zero le quedaba grande y ocultaba su silueta femenina. Tenía las manos entrelazadas sobre las rodillas y los pies cruzándose de tobillos.

– Me da curiosidad –Zero se sentó la cama– ¿tu carita melancólica me deprime?

– No importante Zero… descuida –respondió suavemente, quiso disimular mejor su enojo.

Zero supuso que tirarla a la cama y someter su integridad no sería nada malo, tomó su mano y la estiró hacia él, forzando inmediatamente a que Shiori se levantase.

Cargó a la Natsuri sobre si mismo y rodeó su delgada figura con ambos brazos.

– Me molesta que me ocultes cosas… y lo sabes bien –agregó él forzando a que la de cabellos negros diese la mínima señal de estar prestando atención a lo que decía–. Bebiste como uno de tus locos hermanos, antisocial y no quisiste tomar un baño… traes el rostro como si hubiese sido el funeral de alguien y te estás comportando de manera indiferente

– Pienso decírtelo –murmuró– pero ahora no… no me siento capaz de hacerlo.

– ¿Qué sucedió? –igualmente preguntó.

– No me lo preguntes… parte de todo es el hecho de que me dejases el día de mi cumpleaños –él bufó molesto y bajó a Shiori a lado suyo.

– Nunca lo olvidarás…

– Jamás lo haré, tenlo por seguro –Shiori dio una palmada al hombro de Zero y se volteó molesta, dándole la espalda por completa.

–Me supongo, no, mejor dicho… afirmo que no pudiste convencer al ego hinchado que tienes como novio –agregó Rizu sentándose a lado mismo de Shiori.

–No estás equivocada.

–Deberías divertirte, no todos los días cumples diecisiete –dejó una copa de vino enfrente suyo y antes de irse, agregó–. Feliz cumpleaños.

Zero rodeó la cintura de Shiori con un brazo y la arrastró hacia él.

– ¿Sigues enojada?

Asintió.

– Creo que debo darte tu regalo de cumpleaños atrasado –susurró al oído de Shiori.

– Zero… ¿qué piensas hacer?

– Quédate tranquila, sólo confía en mí.

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– Rido-sama, conseguimos lo que usted solicitó –uno de los muchos sirvientes del Kuran nos acercó un formulario y un examen de ingreso.

– Bien –murmuró en respuesta, el de cabellos color vino se giró para encontrarse con una figura de ojos rojos–. Kaien rechazó la presidencia, me alegra que hayas tomado la iniciativa, Jaden.

– Supongo que si, Rido-sama –agradeció el rubio– me gustaría negociar ciertos puntos de nuestro acuerdo…

– Después hablaremos de ello…–concluyó secamente.

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