Chapter XIX

Ciudad de Laon, Aisne, Francia.

Su corazón latía seis veces más rápido de lo común. Eran amigos que tenían otros sentimientos, quizás otras intenciones. Un atracción mutua desde el momento que se conocieron.

– Y podríamos ir antes, volver para año nuevo. No lo sé, ¿qué piensas?

– Como te parezca mejor, todo está a tu disposición.

– Gracias tía Nara. –Sora cortó el teléfono y se giró para ver a Ichijou– Ya escuchaste.

– Sí. ¿Iremos?

Sora se acomodó mejor en la silla y asintió, habiendo negociado con su mamá y su tía que ya prepararía el lugar para la fiesta de compromiso. Sólo faltaba decírselo a su padre.

Observó de pies a cabeza, fijándose en los ojos verdes del rubio.

– Me voy a dormir –murmuró Sora tomando su almohada y la cobija que había traído con ella hasta el sillón de la habitación de Ichijou. Habían llegado de la clase y subieron, ella aún traía su uniforme puesto al igual que él.

– Que tengas buena noche.

Sora sonrió

– Igualmente.

 Los besos de Ichijou se deslizaban lentamente de sus labios al puente de su nariz llegando finalmente a su frente. Descansó las manos alrededor de su cintura, ambos iban concentrados en el ritmo de la música y en nada más que eso. Habían dado por oficial su compromiso enfrente de otros, se habían besado suavemente y seguían bailando juntos.

Desde su lugar, Shiori observaba con una sonrisa.

– Se ven lindos juntos. –comentó ella sin alejar la mirada de ahí.

– ¿Alguien en dónde está Rizu? –su hermano estaba llegando, había aflojado el nudo de la corbara y tenía una mirada seria, exhigiendo respuesta de los que iban sentados en la mesa. Ni su gemelo, ni su hermana, mucho menos Zero sabían de ella.

– Yo sólo la vi salir –agregó Shiori sobándose la nuca. Rizu había tenido que volver un momento a la mansión de su hospedaje por ciertos motivos que no quizo decir, más que eso, no sabía.

– Maldita sea.

Zero se removió incómodo en su asiento, sus dedos aún se mantenían enlazados a los de Shiori. Apretó con suavidad, causando una suave alerta en la menor.

En aquellos momentos de silencio infinito, su deseo fue el de apoyarse en los hombros de Zero e ir sobre su espalda con tranquilidad. Lastimosamente, él tuvo que irse antes de que ella lo alcanzara como para pedirle que la acompañe. Fue un intento fállido.

– La fuerza de tu espíritu es la que te impulsa a seguir adelante. Seas humana, vampireza; sigues poseyendo un alma.

– Un alma y mientras que no te falte nada, no podrás alegar que tu vida es difícil.

¿Qué fue eso? Pensó Shiori para sí, pudo jurar que aquello fue tan real. Pero... ¿de quienes eran esas voces? ¿Qué estupidez era aquella?

Después de esa boda volvería, de ese día en adelante faltarían exactamente seis meses para que se graduaran. ¿Qué haría para entonces? Heredar la parte de la fortuna que le correspondía, huir con Zero, primeramente pensó si él desería formar una familia con ella. Realmente no era nadie, no representaba algo, al fin y al cabo era casi tan odiada como Yuuki. Ella podría tener una actitud repugnante pero sería superándola en gracia.

Talvez Zero la amaba aún, Kaname de igual forma y Shiori sólo era un intermedio que usaban ambos para superar a Yuuki pero de ninguna manera lo lograban. Era eso o simple y sincetamente, ella era nada.

Eso mismo.

   * * *

Iban bajando del avión, probablemente fue el viaje más incómodo de sus vidas. Por más que hubiesen dispuesto de un jet privado. Tanto los Kuran, los Natsuri y demás vampiros fueron incómodos en el espacio amplio pero insuficiente del avión. Hacia el lado derecho, contando desde adelante iban Sora e Ichijou, detrás suyo estaban Shiki y Rima, más atrás, saltando un asiento iban Ruka y Seiren. Del lado izquiero iban primero Aidou y Akatsuki, y otros más.

Pasando una puerta y un pasaje de azafata, estaban los purasangre y otros. Iban en parejas organizadas. Shinichi y Rizu, Yuuki y Kaname, Shiori y Shiro. Una vez que avisaron del breve aterrizaje, pasaron minutos hasta que al fin pudieron levantarse e ir hacia la puerta de salida.

El camino de ida a la casa fue largo, en Shiori crecía la necesidad de tener a Zero cerca. Fue difícil escuchar que él no quería ir pero accedió al fin y al cabo. Fue una discusión extensa a su parecer, aún así lo logró.

El camino a la mansión había sido silencioso. Cada uno por su lado, ignorando lo que el otro pudiera hacer. Apenas llegaron, tanto Shiori como Rizu subieron, había cosas que hablar entre ellas.

– Es simple –Shiori volvió a virar la cabeza hacia atrás, involuntariamente observa hacia el pueblo hasta que sus ojos se desvisban, su posición le proporcionaba la comodidad para hacerlo una y otra vez. Con una media sonrisa, Rizu siguió la corriente e imitó a Shiori. Su mente sólo reconocía el acto de seguir a la de ojos grises azulados

– ¿Sabes en dónde está Zero? –preguntó Rizu volviendo a adoptar la posición de antes, recargando la cabeza contra el respaldo de la silla y haciendo una observación atenta a Shiori, sin más, usó la lengua para distraer sus ojos y mantenerla incoherente ante sus palabras. Un gruñido.

– Sé que vendrá, a más de eso, nada.

– ¿Estás segura? – Shiori había fruncido los labios y sintió una necesidad de ir a la terminal, esperar ahí hasta que Zero apareciera. Después de  todo, Rizu además de ser su sirvienta, era su consejera y mejor amiga, más que apoyo, era capaz de entregar su vida por ella.

Shiori se puso de pie y suspiró.

– Cuqndo volvamos a la academia... creo que voy a deshacerme de Priscilla, es un completo estorbo para mí.

Rizu enarcó una ceja.

– Shiori, ¿te estás escuchando?

– No dejaré que me arruine.

– ¡Esa no es la forma!

– ¡No me importa! Ella sabe cosas de mí que podrían perjudicarme... ella sabe para qué fui a la Academia Cross.

Shiori se acomodó el tapado que traía encima y observó la avenida que comenzaba a llenarse de autos. Lo había dicho, con mucha claridad y mucha potencia.

– Maldita sea.

– ¿Shiori?

– Yuuki... ¿dónde está ella? –había dado, notó cuan grande era su estupidez, si Yuuki se enteraba de la antigua conexión entre ella y Priscilla, corría el riesgo de que ambas pudiesen hundirla.

Shiori optó por sacar a Rizu de su habitación, ¿cómo pudo haber sido tan idiota, tan desatenta? ¡Demasiado descuidada! Ahora estaba en ese lío del que en ese momento había dado por claro. El enemigo de tu enemigo es tu amigo.

– ¡Y no esperé que fueses tan descarada como para venir aquí como una más de la aristocracia vampírica!

Como si fuese poco, de todas esas personas, DE TODAS ESAS PERSONAS, justo aquella que tenía la lengua más larga que la de un sapo.

– ¡No eleves la voz!

– ¿Ya conseguiste a Kaname?

Pareciera ser que ella deseaba terminase en el culo de la sociedad, no le bastaba con haberle humillado cuatro años de su vida. ¡NO! Tenía que comunicarle a medio mundo cada uno de los planes de Shiori, fuesen buenos o malos. Con sus ojos felinos y el cabello rojizo, no podía tratarse de nada menos que su compañera de caza, Fair.

– ¿Por qué siempre tienes que hablar demasiado? –preguntó Shiori fulminándola con la mirada. Se habían conocido en un instituto al norte de Cheshire, su familia vivía de una herrería, su madre era maestra. Fair poseía la vida más humilde de todas y como muchos de los cazavampiros sufrieron, sus familias terminaron siendo asesinadas por un vampiro.

– Poseo los deseos más prósperos para mi parabatai.

– Deja de leer Cazadores de Sombras.

– Tú y yo somos esos, compañeras de armas, uña y mugre, inodoro y mier...

– No completes la oración.

– Sólo venía de visita, me alegra saber que no te han asesinado.

Ella era su confidente, su hermana. Ella sabía de todo. Shiori hizo una mueca, tenía dos tareas para realizar, en ese mismo momento, eliminar a Yuuki era su prioridad y sabía exactamente en dónde podría estar.

– Necesito tu ayuda.

– Dígame princesa de los vampiros.

 Shiori se puso de pie, aún sin soltar la mano de Zero, estirándola para si misma. En todo el tiempo que estuvieron juntos, una mirada que sólo ellos dos reconocían, la más cómplice y perfecta mirada, era la señal para indicar que necesitaban un momento o simplemente, hablar.

– Acompáñame.

– ¿Adónde?

– Necesito aire –Shiori deslizó la vista al cuello del cazador, ahí mismo iba el tatuaje y un poco más abajo de él se asomaban sos marcas que igualaban a los chupones que ella solía hacerle–. Ven.

– Joven Kiryuu, sea bienvenido.

– Hmp –Zero observó al joven que se acercaba a él, pelirrojo de ojos grises, más alto que él– ¿quién...?

– Masami Shindou.

– Es el padre de Priscilla –murmuró Shiori apartando la vista–, también era mi maestro.

– Quería comprobar que el joven Kiryuu no era una leyenda.

– Maestro...

– Ya va.

Por su parte, Zero estaba en medio de aquel momento incómodo en el que ambos se hablaban en francés y él no entendía ni media palabra. Decidió alejar la vista para no tener los ojos felinos de Masami encima suyo.

No pudo evitar desviar la mirada un momento hacia donde ella se sentaba, en medio de Kaname y Aidou, enfrente de Ruka y Akatsuki.

  Y sí, después de una larga discusión que tuvo entre demasiadas palabras fuertes y una cachetada proviniente de Shiori, accedió. Que era su novio, que si la amaba por qué le hablaba así, que no era su problema por qué ella quería ir y cosas de ese estilo que lo irritaba escuchar. Si bien ella era demasiado insistinte y algo altanera, no podía negar que cuando se enojaba era guapa, pareciera ser que todo en ella cambiaba y aire sexy recorría su aura. Fue por eso que aceptó.

Para colmo de todo eso, tendría que vestirse con traje nuevamente para aquel sacrilegio de la inmundice, seres inmundos, eso eran los vampiros y el mismo podía catalogarse de aquello. Aún deseaba saber qué exactamente hacía él ahí.

– ¿Zero-kun?

Ahí estaba de nuevo ella, otra de las que alteraba todos sus sentidos.

– Yuuki...–abrió los ojos de par en par al notar que no había absolutamente nada detrás suyo, creyó inclusive haber olido el dulce aroma de la piel que la Kuran poseía pero no, no estaba ella, mucho menos el mayordomo que lo había atendido. ¿Qué demonios había sido eso? Aún con el bolso en la mano pero ya tentando a ciegas por el arma que yacía en el interior de su saco, una familiar se apoyó en su hombro derecho.

– Zero-kun –rió Sora–, no esperaba que vengas.

Zero suspiró al ver que solo era ella. Frunció el seño al verla con una sonrisa socarrona en el rostro.

– ¿Dónde está Shiori?

– Arriba, te llevo, vamos.

Shiori presionó su mano.

– Vamos. –absorto en sus pensamientos, dejó guiarse por la menor. La observó atentamente; el vestido negro se deslizaba por su cuerpo, marcando sus curvas y en especial las delgadas caderas, su espalda iba descubierta, mostrando un tatuaje que Zero dudaba conocer o siquiera haber visto antes en la chica, por el trazo, reconocía que era un sello antiguo.

Apenas pasaron de la fiesta, Zero la tomó de la cintura atrayándola completamente hacia sí mismo.

– ¿Qué estás tramando? –murmuró Shiori pegando los labios a la oreja de Zero, coló ambas manos dentro de su saco para poder enlazar sus manos atrás de su espalda.

– Dímelo tú, tuviste la idea de salir un momento.

Había deslizado las manos hasta sus glúteos, acariciando, tomó sus piernas y las lío a su cintura para así tenerla al fin cerca de su rostro y poder besarla como iba deseando desde hace ratos.

– Nmm...–suspiró Shiori mordiendo su labio inferior– ¿ya comprendiste mi punto?

– Perfectamente.

* * *

– ¡Maldita sea!

– ¿Quieres calmarte?

– Shiro...

– Mmm... ¿dónde estará Seiren?

– Imbécil.

– Si le pusieras GPS a tu chica ibas a ahorrarte ese mal humor.

– Cállate.

Shiro rió al ver a la chica de sus ojos caminando por ahí. Pensó en ¿por qué maldita sea tenía que ser sirviente del idiota Kuran? y he ahí la razón de desear más a Seiren. Además de ser una dama, tenía todo el aspecto de chica ruda que tanto le gustaba.

– Seiren...–murmuró tratando de atraer la atención de ella, lo logró, pero no duró demasiado, ella volvió a girar el rostro y derivar su existencia a velar por el purasangre.

– Shiro, esto me está preocupando. –Shinichi se puso de pie– Nanase, Leave, Itakura –llamó–; busquen a Rizu.

  * *

Habían bajado a los jardines, el silencio ya se hacía presente y más de eso, estaban lejanos a la boda. Abrazados y caminando juntos, el amor entre ambos renacía lentamente a medida que estaban cada vez más unidos. Shiori nunca había esperado estar tan enamorada de alguien, se había imaginado ser la mujer de Kaname, al fin y al cabo, él era la razón de todo. Aún así, Zero era la única persona que deseaba a su lado, en ese momento y para toda su vida.

– Juntos para siempre. –rió ella y juntó sus narices.

– Si así lo deseas –murmuró Zero acariciando su cintura.

– ¿Tú no?

– Claro que sí Shiori –agregó mirándola seriamente.

– Por la reacción pensé que tú no...

– Shhhh –el de cabellos grises la observó atentamente– ¿no volveremos a la fiesta?

Shiori negó con la cabeza.

– Oh, oh –la chica palpó su cuello– ¡se me ha caído la cadenilla!

Zero rió un poco ante la cara de susto que se había plantado en ella.

– Sé en donde cayó, iré por ella.

– Ah... gracias.

Zero iba a ir hasta que tanto él como Shiori oyeron aquel grito. Uno que no se oía muy seguido. El grito desgarrador se plasmó por todo el jardín, haciendo que el vello de su nuca se erizara. Observó asustada a Zero y fue hasta él, tomando nuevamente su mano y pegándose a él.

– Zero... Zero... ¡esa es Rizu!

– Con un demonio.

Ambos apuraron el paso hacia lo lejano del bosque, habían oído aquello mejor que nadie y tendrían que ir con urgencia, si se trataba de Rizu, ella estaría en gran peligro. Su hermano estaba preocupado y era a justa razón, la chica estaría siendo herida o incluso perseguida, quien sabe qué estaba sucediendo. Shiori entendía que tendría que encontrar a Rizu, de lo contrario habría consecuencias graves.

– ¡Rizu, Rizu! ¿Dónde estás? ¡Rizu! –en ella nacía la desesperación, el grito insistía que necesitaba ayuda con urgencia.

– Se escuchó desde aquel claro.

Zero iba tras ella, agradecía haber cargado con Bloody Rose consigo.

* * *

– Atrápala y tortúrala, haz que el cazador la busque.

– Como ordene, Rido-sama.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top