Chapter IV
El camino de vuelta fue más silencioso que el de ida, cada vez que Shiori o Zero pronunciaría algo, callaba por miedo a decir algo que causase más tensión entre ambos.
Al final Shiori rompió el silencio diciendo:
– ¿Cuándo volverás?
– En una semana o menos… no lo sé.
– Ten cuidado.
– Lo tendré… ¿Shiori? –Zero calló al sentir ambos brazos de Shiori rodearlo y sintió cuando apoyó su cabeza.
– Prométemelo….
Zero dudaba si apartar a Shiori o acariciar su cabeza.
Por otro lado, Shiori pensaba en qué demonios estaba haciendo. Olió el aroma de Zero, era agradable y… delicioso, no lo soltaría por un buen rato. No es que no quisiera moverse, no podía moverse porque Zero la había abrazado también, un buen avance pensó.
Zero… ¿por qué me siento cómoda contigo? Yo soy una… purasangre, ¿me abrazarías sabiendo mi verdadera identidad?
Ablandó los brazos al igual que Zero y se separaron.
– Lo prometo –fue esa última frase la que sacó una sonrisa a Shiori.
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Rizu bajó del árbol apenas vio que Zero y Shiori entraron a la academia.
– Eso fue aún más romántico –Sora estaba en los cielos mirando como ambos se alejaban tomados de la mano.
– No te entiendo.
– No lo hagas.
– Bien… ¿pudiste comprar tus manzanas?
– Así es… ¡mira! –levantó el saco de manzanas, mostrándoselo a Rizu que se limitó a observar con miedo. Bajó la mirada y vio que Sora estaba muy arreglada; se había recogido el cabello celeste en dos coletas por lo que su flequillo se acortó y sus ojos azules resaltaban más de lo común, estaba usando un enterizo azul oscuro y tenía zapatos de tacón alto y punta cerrada negros.
– ¿Adónde vas vestida así?
– Ichijou me invitó a cenar –dijo sonriendo de oreja a oreja. Rizu sonrió, ahora sabía la razón por la cual Sora estaba tan alegre últimamente.
– Suerte.
– ¡Gracias!
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¿Por qué aún no se había ido al dormitorio de la Luna? Habían pasado exactamente una hora y diez minutos desde que habían llegado, una hora y veinticinco desde que Zero se fue, una hora y treinta minutos desde que había anochecido. Miró hacia la ventana, la luna estaba más brillante que de costumbre y ella entraría por primera vez al dormitorio de los vampiros.
Aborrecía por completo a la mayoría, pero no los odiaba, no odiaba a ninguno, no odiaba a Yuuki. Apoyó las manos detrás de la cabeza y suspiró profundo, ¿por qué aún no se levantaba? Aún tenía la ropa que usó para salir con Zero, estaba cómoda con ella pero la arruinaría si seguía llevándola puesta. Volvió a soltarse el pelo, metió su espada de nuevo bajo la falda y tomó a la hermana de su sable y se la llevó consigo también.
Iría al dormitorio.
Salió de su habitación y caminó por los corredores de la academia, estaba tan silencioso, de seguro la gran mayoría de los habitantes debería estar cenando en esos momentos y la minoría, de seguro estaría haciendo otra cosa.
Una vez que salió del dormitorio del Sol y se encaminaba hacia el de la Luna, pensó: Sólo hay un tema del cual Yuuki querrá hablar conmigo, o mejor dicho, de una sola persona querrá hablar… de Zero.
Estaba enfrente del portón, era hora de entrar, iba a empujarlo cuando Yuuki misma lo abrió.
– Te demoraste –dijo.
– Tenía cosas que hacer… ¿de qué…?
– Aquí no –susurró divertida–, vamos adentro… sé que quieres ver por primera vez el dormitorio, ¡vamos! –tomó la mano de Shiori y la estiró hacia adentro.
Shiori no se soltó de ella, dudaba del por qué no lo hizo, sólo podría decir que estaba completamente loca al haber aceptado la invitación de Yuuki. Todo estaba decorado, absolutamente todo, y ella estaba casualmente vestida para la ocasión.
Cuando comenzó a ver varios nobles y algunos que fueron convertidos, sólo pudo darse cuanta de que no saldría tan rápido de ahí, rogó para que en ese mismo instante comenzara a llover pero para su maldita suerte todo el cielo estaba despejado. Divisó a lo lejos a varios vampiros conocidos, nobles al servicio de su padre biológico.
Cruzó la mirada con Shiki, Aidou, Akatsuki, Rima y Ruka, la mayoría la miraban con sorpresa. Más adelante vio a Sora hablando con Ichijou, Rizu sentada en el regazo de Shinichi y a Shiro observando a Seiren. ¿En dónde diablos se había metido? Se paralizó al ver a Kaname sentado en un sillón apartado de la gran mayoría de los vampiros, Yuuki corre hasta donde se encontraba y tomó asiento a lado suyo, dejando a Shiori enfrente de ambos hermanos.
– Llegaste tarde, la fiesta comenzó hace una hora, te has perdido del inicio –dijo Yuuki sin perder aquella sonrisa que tenía plantada en el rostro–… hablaremos después, hasta entonces, disfruta la fiesta.
Shiori la miró estupefacta y luego sólo se giró para ir al lugar más lejano que podría encontrar, lejos de Yuuki, lejos de Kaname.
– ¡Espera! –replicó Yuuki antes de dejar ir a Shiori– No te he presentado a mi hermano aún, él es Kaname Kuran, mi hermano mayor.
– Es un gusto –dijo Kaname.
– El gusto es todo mío, Kaname…-senpai –terminó diciendo sin delatar la emoción y vergüenza que sentía en esos momentos. Se volteó para encontrarse con Aidou sonriendo ampliamente.
– ¡Shiori, me alegra que hayas venido! Akatsuki dijo que tú no vendrías pero ya sabía que no serías tan aguafiestas, ven conmigo –se dejó arrastrar por el vampiro hasta la pista de baile–. ¿Bailas?
– Evito hacerlo…
– Ahora no –colocó una mano en la cintura de Shiori y sostuvo su otra mano a la altura de su hombro–, espera a que llegue la medianoche… la fiesta será más salvaje –susurró divertido.
Shiori trató de no reír, nunca se imaginó eso por lo que, ¿por qué no quedarse a ver? Se sentía cómoda con ellos, ¿será porque era parte de ellos? Mientras que bailaba con Aidou dirigió una mirada disimulada hacia donde se encontraban Shinichi y Rizu. Pudo ver que se los veía felices (supuso que era una efímera pero estaban felices), corrió la vista hasta Shiro que ahora se encontraba sometiendo a Seiren, tenía ese aire de seductor, deseaba a aquella chica. Dio un último vistazo y luego cambió nuevamente la mirada hasta donde se encontraba Ichijou y Sora, sonrió al ver que se encontraban bailando lentamente. Hacía una bonita pareja.
– Aidou…-senpai –aún no se acostumbraba a llamar honoríficamente a los vampiros.
– Dime…
– ¿Puedo preguntar el por qué?
– ¿Qué…? –calló por unos momentos y luego respondió– No lo sé, siento que debo hacerlo… es todo.
– Si es porque Yuuki te lo pidió… no es necesario que lo hagas.
– ¡No! –repuso rápidamente– No fue Yuuki, en realidad siento que debo hacerlo, Shiori.
– Entonces… gracias.
Siguieron bailando hasta que comenzó a sonar la música techno y electrónica, gran parte de los vampiros acudieron a la pista de baile y comenzaron a bailar con más fluidez. Sora arrastró a Ichijou y fueron la primera pareja en bailar pegados.
– Creo que no bailaré eso contigo, Aidou…-senpai.
– Dime Hanabusa… si quieres…–corrigió.
– No… no te conozco lo suficiente para llamarte así… aunque…
– ¡Shiori-saaaaaaaaaaaaan! –Yuuki había aparecido a lado mismo de Aidou– Ven, es momento de hablar…
Shiori trató de controlarse, Yuuki le causaba unas ganas de sacarle la cabeza al ser extremadamente molesta. Sólo asintió y dejó que ella la llevase de nuevo hacia donde quería, entraron dentro del dormitorio y subieron las escaleras, caminaron por el corredor izquierdo y entraron en la segunda puerta de la hilera derecha.
Yuuki sacó una copa, sirvió agua en ella y tiró dos tabletas de sangre dentro.
– Te agradecería si te apuras Yuuki, quiero irme a dormir ya –comentó cansada Shiori.
– ¿Por qué el apuro? Pensé que quería ver como los vampiros se divertían en la fiesta o acaso hay otra cosa que quieras ver.
– Kuran Yuuki, no fue para esto que me citaste aquí… habla rápido.
Yuuki rió y bajó la copa sobre el escritorio que tenía enfrente. Caminó hasta donde Shiori se encontraba mirándola y dijo– Aléjate de Zero.
Shiori sabía, lo había predicho, había acertado y pero ahora que conocía mejor el carácter de la nueva Yuuki, sabía que se estaba metiendo con alguien más fuerte de lo que parece y tendría que cuidarse, porque su voz delataba maldad.
– ¿Lo has entendido? –preguntó secamente– Aléjate de Zero, no quiero que hables con él, no quiero que te le acerques, no quiero que tú tengas algo que ver con él.
– Disculpa que te diga esto pero… no dejaré que alguien como tú me diga que hacer a mí, y mucho menos por la razón de que tú ya no tienes ninguna oportunidad con él.
– ¿No tengo ninguna oportunidad? –volvió a preguntar incrédula– ¿Acaso crees que Zero me ha olvidado tan rápido? Ni siquiera lo ha hecho aún, todavía ocupo sus pensamientos y… su corazón –dijo tajante.
– Yo me encargaré que deje de sentir eso, no lo dudes… eres tú la que tiene que dejar a Zero en paz, supéralo ya… date cuenta de que has perdido y no podrás hacer nada para cambiar esa realidad. Te convertiste en algo que… desagrada a Zero, ¿cómo esperas que te quiera? Ya no eres humana.
Trató de buscar los límites de la paciencia de Yuuki, se las estaba jugando todas con esas palabras, en ese momento Yuuki tenía la ventaja, era más fuerte y rápida al haber desarrollado completamente sus poderes de vampira purasangre y eso definitivamente, le jugaba en contra. Tuvo suerte de haber sido precavida y traer sólo por si acaso sus sables.
– Y tienes el descaro de decirme eso a mí –Shiori se paralizó.
– ¿De qué estás hablando, Yuuki Kuran?
– Ahh con que no sabes… hum –claro que sabía bien de lo que estaba hablando, pero tenía que seguir manteniendo el secreto oculto, por lo que hizo ademanes de no saber de lo que estaba hablando Yuuki– ¿estás segura?
– ¡Yuuki Kuran habla claro! –ordenó.
– Yo sé que tú… –no logró escuchar todo lo que iba a decir Yuuki. Antes de que ella completase la frase, todo se quedó a oscuras, iba a gritar pero fue silenciada, sintió que fue arrastrada y llevada hasta un lugar, después de eso, no recordó nada más que un silencio sepulcral y varios golpes que hacían eco en aquel lugar misterioso.
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¡Que dolor de cabeza tenía! En un abrir y cerrar de ojos recordó todo lo que había hecho anoche. Si que estaba loca y si Zero se enteraba, la mataría por supuesto. Escuchó el sonido de sus huesos al levantarse, pareciera como si la hubiesen golpeado varias veces en puntos vitales y ella no hubiese hecho nada para defenderse. Levantó la cabeza solamente y se encontró en una habitación a oscuras a excepción de una pequeña lámpara que iluminaba tenuemente el lugar. Trató de sentarse y ubicarse en el espacio y tiempo.
Estaba en una habitación, sólo dudaba de quién era dicha habitación. Estaba tan ordenada que parecía, vacía y talvez no se equivocaba respecto a eso, bajó la mirada y divisó una rosa en el suelo, supuso que estaba ahí por coincidencia y la ignoró. Trató de levantarse de nuevo y con suerte no cayó al suelo, iba a dar el primer paso cuando la hacen sentarse de nuevo, iba a replicar sin saber quien era la persona que se había sentado a lado suyo.
– Deberías descansar… –fue lo único que dijo antes de dejarla sola nuevamente, reconoció aquella voz, era la Kuran Kaname.
Sabía que se había ido después de decir eso, aún así tuvo que voltear para cerciorarse de alguna vez él estuvo sentado ahí, quería decir algo, cualquier cosa pero la voz no le salía. ¿Qué demonios hacía ahí? Se cubrió el rostro con las manos y se puso a pensar… Yuuki estaba sintiendo celos y por supuesto, odio hacia ella, pero, ¿realmente era por eso que quería matarla con más intensidad que generalmente?
– ¿No te ha dicho que descanses? –preguntó alguien, era Sora que entraba en el cuarto y cerraba suavemente la puerta– ¿te encuentras bien, Shiori-chan?
– Sí, eso creo –dijo dudosa.
– Te noto adolorida, bueno, después de anoche… es lo menos que podrías sentir.
– ¿Qué pasó anoche? –preguntó rápidamente. Sora calló y miró al suelo, le habían ordenado que no diga nada hasta que Shiori hubiese sanado del todo, pequeño error.
– Esto… bueno, anoche varios vampiros de nivel E se colaron en el dormitorio, uno de ellos te arrastró hasta el patio trasero… y bueno –seguía dudando si seguir contándole o salir corriendo de ahí.
– ¡Tienes que decírmelo! –ordenó enojada Shiori.
– Bebió de tu sangre –Shiori abrió los ojos como platos y tocó su cuello, tenía un vendaje en el–… y luego Kaname lo descubrió y se hizo cargo…– Kaname la había salvado, sonrió por dentro ante eso.
– ¿Y Yuuki?
– ¿Qué hay con ella?
– No le pasó nada…
– No, ella está bien… ¿a qué viene tu pregunta?
– Es que ella y yo estábamos hablando, me iba a decir algo importante cuando todo se volvió oscuro…
Sora bajó la mirada, ella al igual que la mayoría de los vampiros creía que Shiori no sabía nada sobre su verdadera identidad, pero la verdad era que ella sabía todo e inclusive más que eso.
– Quiero volver al dormitorio del Sol…
– No puedes irte aún, Rizu tiene que revisarte antes de que te vayas, estaba anémica después de que Kaname te salvó, además… son las siete de la mañana, las alumnas estarán circulando por ahí…
– Es domingo, no creo que alguien esté despierto a esta hora…
– Shiori, hoy es lunes… estuviste inconciente por un día y medio –dijo Sora.
– Dime que estás bromeando, ¡no puede ser! –había pasado más de veinticuatro horas con vampiros, su padre adoptivo estaría decepcionado– ¡Momento! –dijo, su padre llegaba esa misma mañana y no sólo él, también Yagari Touga– Sora, tengo que salir, tengo que irme… mi padre llega hoy a la academia, si descubre que estuve aquí para bailar con vampiros en vez de casarlos, me va a matar, por favor, deja que me vaya.
Sora dudó por unos momentos, luego dijo que sí.
– Traeré tu vestido y zapatos, luego podremos irnos, ¿está bien?
Tenía que ser broma, miró hacia abajo y se encontró vistiendo un pijama de conejos (era la cosa más horrible que había visto en toda su vida) y su vestido, lo más probable es que estuviese lleno de sangre u algo así.
– Sora, ¿dónde están mis dos sables? –preguntó buscando entre los bolsillos del pijama.
– Se lo dejé todo a Ichijou –agradeció que fuese él y no otro el que tuviese sus pertenencias. Sora se coló en una de las habitaciones, se tardó como cinco minutos y luego salió trayendo el vestido los zapatos limpios, y las dos espadas empuñaduras en una sola mano.
– ¿Dónde puedo cambiarme?
– Espera, me he encargado de traer tu uniforme, póntelo.
– ¿Qué hiciste qué…?
– En caso de que sucediese algo como esto, fui y traje algunas cosas tuyas, entre esas estaban tu uniforme y cepillo de dientes –afirmó Sora sonriendo.
– Gracias –fue lo que articuló antes de ir de nuevo a aquel cuarto y encerrarse en él.
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