29
Último día de clases, es un secreto a voces que el instituto cerrará y todos los alumnos están desbocados, para mantenerlos en raya, el director ha decretado que hoy se entregan las calificaciones de los exámenes extraordinarios.
la ceremonia de graduación es en unos cuantos días y a nadie realmente le interesa conservar la compostura.
En un salón de último grado Feliciano está junto a su amigo Kiku.
El japonés le muestra una serie de dibujos en estilo anime que ha hecho basado en Lovino y el profesor Antonio.
—Me encantan —asegura Feliciano con una sonrisa inocente—. Aunque no creo que el profe Antonio tenga tantos músculos.
Kiku se encoge de hombros.
—Solo tengo unas cuantas fotos, de la vez que estuve en tu casa —el asiático suspira —, ojalá pudiese tener más material.
—Lovino es algo... Enojón —expresa el italiano gesticulando —. Sobretodo con la gente que quiere, por eso es muy difícil que demuestre cualquier tipo de cariño en público.
—A la profesora Elizaveta le gustaría —protesta Kiku mirando la galería de su celular, en concreto una carpeta llamada "AntoVino" la cual solo tiene tres fotografías.
—Apuesto que al profesor Tony también le gustaría mucho —piensa Feliciano—. Hoy tenemos clase con él, deberías venir por si algo pasa.
—Iré, pero no pasará nada —Comenta el asiático bastante desilusionado.
—Podríamos decirle al profe Antonio que le diga que lo quiere en frente de toda la clase —propone Feliciano
El nipón niega con la cabeza.
—Si no nace de Lovino-san no vale la pena...
Feliciano abraza con bastante fuerza al japonés, acariciando su cabecita como si fuera un perrito triste.
—Tengo una idea, pero puede que afecte su relación —el veneciano se muerde el labio bastante preocupado, mas, los ojos del extranjero se iluminan.
—Hagámoslo.
~
—¡Son unos barbajanes! —exclama el profesor Kirkland, quién imparte la materia de inglés, aunque es el último día de clases, si tiene oportunidad para gritarle a sus alumnos lo hará—. Todos son unos tontos ¿Cuántas oportunidades debo darles para que acrediten?
Lovino hace los ojos en blanco desde el fondo del salón, desde luego, él no reprobó, pero más de la mitad de sus compañeros sí, no porque sean malos en inglés... Más bien porque el profesor Kirkland adora reprobar.
Les entrega de mala gana la calificación del examen extraordinario a sus alumnos, quienes protestan y continúan protestando hasta que suena la campana, la cual indica el cambio de clase.
Lovino toma sus cosas, con el corazón encendido, pues la siguiente clase es con su... Novio. Aquella palabra le causa un escalofrío. Es como aquella calma después de recorrer un pesado maratón. Un buen sentimiento, dulce, tranquilizante.
Aunque, siendo honesto, llamarle "Pareja" a un profesor es extraño, incluso parece algo impertinente y morboso. Pero no, todo lo contrario, no lo veía como maestro, ni como alguien demasiado mayor, a los ojos de Lovino, Antonio era un imbécil, infantil y demasiado empalagoso hombre con una risa tonta, pero así es como a Lovino le gusta.
Antes de abandonar el salón puede sentir su camisa siendo tirada por alguien; su hermano.
—Lovino... —exclama el italiano menor—. Tengo algo que decirte pero no debo decirte aunque quiera decirte.
El rulo del romano brinca ante la posibilidad de chisme.
—¿Qué es? —sale del salón para recargarse en la pared y escuchar atentamente.
—Bueno... Yo no quiero crear chisme, pero... —Kiku se le acerca a ambos hermanos, con su móvil en mano.
—Mire, Lovino-san —le muestra unas fotografías, las cuales son de hace unos meses, pero eso Lovino no lo tiene que saber.
En ellas se puede ver a Antonio con el profesor Edelstein, riendo en una, con la mano del español sobre la cara del austriaco en otra y finalmente, la de beso de despedida, que, aunque fue en la mejilla, la perspectiva de la foto hace parecer que fue en los labios.
Lovino no puede creer en lo que ve.
Su corazón no se rompe, se pudre.
Pero más que eso, arde en furia.
No pide la menor explicación, deja que su cólera le conduzca hasta el salón de gramática.
Feliciano y Kiku le siguen a paso veloz, pues el plan ya está funcionando.
En el aula, Antonio ya se encuentra dando indicaciones, pues como todo profe buena onda, la clase es libre y solo necesita hablar personalmente con los que hicieron extraordinario para entregar calificaciones.
Un irritado italiano entra al salón, cuando afortunadamente, Antonio ha terminado de hablar con un alumno.
—Llega tarde, Vargas —anuncia coqueto el español, pero el ceño fruncido de Lovino no desaparece.
Su expresión de enojo es notoria, hace que Antonio trague saliva.
A Lovino le da exactamente lo mismo si está frente a la clase o frente a la reina de Inglaterra, avanza hasta el escritorio dejando caer su mano con fuerza, en un estruendo.
—¡Y una mierda llego tarde! —exclama, enfurecido.
Kiku saca su teléfono de inmediato, comenzando a grabar, escurriéndose dentro del salón en busca de un mejor ángulo junto a Feliciano.
Algunos alumnos que estaban pasando el rato en el salón voltean asombrados ante tal irreverencia por parte de un alumno hacia un docente.
—No solo eres un bastardo —infica Lovino—. Eres un imbécil, mujeriego, infiel, dos caras, estúpido, hijo de la segunda puta más grande, porque la puta mayor eres tú —despliega su lista de insultos sobre el profesor.
Cabe resaltar que el mayor no tiene idea de a qué viene el regaño.
Lovino levanta el brazo, dispuesto a desfigurar el rostro español, pero, como eso sería una perdida para la humanidad, la suerte logra que Antonio logre detener el golpe, sujetando el brazo de su alumno.
Los estudiantes espectadores contienen el aliento, algunos piensan estar soñando y uno que otro se pregunta por qué demonios está sucediendo todo este circo.
—¿De qué hablas, Lovi? —susurra el ibérico.
—¡No te hagas como que no te has enterado! —grita el contrario, un poco más de agresividad y le saldría espuma de la boca.
Antonio trata de hacer memoria, pero en serio no tiene ni la más mínima pista de que pasa.
Niega con la cabeza rápidamente, para indicar su ignorancia.
—¡No mientas, pedazo de mierda! ¡Estabas besando al señor Edelstein! —siente una traición doble, pues Roderich es su profesor favorito.
—¿Es gay? —inquiere un alumno en voz quizá demasiado alta, hay quien mira impresionado y hay quién mira con un rostro de: "¿Lo dudabas? No podía ser más obvio".
—Oh Lovi —deja de sujetar su brazo para ahora tomarle de la mano—. No hice tal cosa, menos siendo tú mi... —deja un silencio, para que Lovino complete la oración con la palabra "pareja".
—¡Deja de mentirme! —con fuerza tira de su propia mano, liberándose, de hecho con esa misma mano le señala —. ¡No soy imbécil! ¡Vi las fotos!
Entre los espectadores algunos también quisieran ver las fotos.
Antonio se levanta de su silla, con un rostro desolado.
—No, no, debe ser un error, en serio no haría eso —trata de explicarse—. ¡Deben ser fotos editadas!
Lovino por un segundo, un solo segundo se plantea que sean fotos editadas, su mirada, al borde del llanto, se dirige hacia su hermano; Feliciano, quién asiente, dando a entender que sí, son fotos algo modificadas y muy sacadas de contexto.
Ahora la rabia de Lovino se dirige a su hermano. Maldito inútil.
Vuelve a sentir como Antonio le sujeta las manos, voltea, encontrándose con unos melancólicos iris esmeralda que le desarman por completo.
—Confía en mí —ruega el docente—. Jamás te humillaría de esa manera.
En vez de ir directo a asesinar a su hermano, decide descargar adrenalina besando al profesor, animado porque... Es el último día, alguna locura tenía que hacer.
El salón entero abre los ojos sorprendidos a un nivel extremo y las teorías se confirman.
Por supuesto, el beso es corto, incluso algo brusco, seguido de un abrazo muy fuerte, tal vez a modo de disculpas.
Lovino se separa más rápido de lo que Antonio y Kiku quisieran.
—Sigues siendo un bastardo —susurra el romano—. Pero confío.
Antonio sonríe, sentándose de nuevo, acomodando su cabello y riendo un poco de nervios.
Mira a sus alumnos, algo avergonzado, no se siente como un profesor modelo, de hecho, se siente apenado, pero muy, muy, muy feliz.
Lovino, jamás, jamás había demostrado que le quería ante tantas personas, de hecho, jamás le había besado ante tanto público y eso que solo había unas escasas nueve personas en el aula, sin incluirlos a ellos. Era un momento especial.
Por suerte Kiku lo tenía en video.
—Jesús —se rasca la nuca con una sonrisa de tonto—. Ahora me van a ver mal cuando se enteren que sacaste 10/10 en el extraordinario...
Los orbes oliva del italiano resplandecen, sonríe como nunca, contento, aunque, pronto su sonrisa se torna maligna.
—Ya sabía, tu materia es demasiado fácil, no es nada que no pueda manejar —remarca, en un fingido tono pedante—. Ahora, si me disculpas, y aunque no lo hagas, me voy a saltar está clase.
Hace por girarse en dirección a la puerta.
—¡Hey! —finge protesta el profesor.
—Ya no me puedes reprobar, ya no te escucho —incluso cierra la puerta del aula con la cadera, en un evidente coqueteo. No sin antes despistar levantando su dedo medio como despedida.
Ante el estruendo de la puerta, Kiku corta el vídeo y Feliciano le abraza.
—¡Te dije que funcionaría! Conozco a mi hermano.
—Así que son ustedes los que están detrás de esto —regaña el español, pero termina por solo negar con la cabeza sonriendo—. ¡Me habéis dado un susto...! —protesta para ambos.
Feliciano de encoge de hombros sonriendo.
El cuchicheo dentro del salón es casi insoportable.
Antonio para calmar un poco las aguas y que lo suyo con Lovino no se vuelva un escándalo opta por decir que el profesor Roderich tiene pareja.
Claro, es mentira, pero eso despista suficiente a todos para que empiecen a hacer apuestas de quién será, mientras tanto, Feliciano y Kiku van a sacar a Ludwing de su clase para mostrarle el nuevo video.
∆•∆•∆
Capítulo extraño mientras nos acercamos al final.
Recuerden mandar mensaje privado para recibir instrucciones sobre cómo conseguir el lemon de esta historia.
¿Por qué no te lees una de mis otras historias?
¿Cuál es tu favorita?
Gracias por leer pero sobretodo, gracias por el apoyo.
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