9

Grace:

Observo la espalda del príncipe Gael de Arcaría quien camina tres pasos delante de mí, sigo su ruta en silencio mientras "Toma el aire que necesita" en los jardines y respiro profundo, hay tanto silencio rodeándonos que me da pena bostezar, pero es algo a lo que debo acoplarme ahora que me ha convertido en su criada personal.

Sin embargo claro que tengo preguntas como que horas son estas para caminar... ¿Tuvo pesadillas? ¿Tiene insomnio o es un capricho? No debo ni pensar en respuestas cuando solo soy la criada, pero la curiosidad me gana.

¿Atormentara algo al príncipe que no lo deja dormir?

Observo sus pies y luego nuestra distancia, elegí tomarla para no causar malas impresiones y porque no es correcto, además un hombre como él debe estar acostumbrado a caminar solo.

—Grace.

Parpadeo al oírlo. —¿S-si, su alteza?

Rayos, tartamudee

Reacciono al darme cuenta que me ha llamado, el príncipe se ha detenido y ahora se ha girado hacia mi.

Una clara burla aparece en su cara. —No hace falta que camines tan lejos de mí.

Mis ojos se abren mucho.—Alteza, no estoy segu... el protocolo...

—El protocolo dice muchas cosas. —Bosteza agotado. —Soy el príncipe y soy quien da la orden, tal vez deba darla yo ahora...

Camina hacia mí.

—O solo hacer esto.

Y así sin darme pie a reaccionar, ya me ha tomado del brazo y tirado hacia él, nuestros torsos se rozan y nos miramos a la cara.

Tengo las mejillas acaloradas y los ojos muy abiertos, el solo está sonriéndome.

Carraspeo y me aparto.

—Bien, lo hare, pero no vuelva a hacer eso.

Me acomodo a su lado.

—Existe un protocolo, príncipe y mientras este escrito...

—Primera cosa que hare al subir al trono, cambiar eso. —Me mira y yo a el. —Tener un contacto más cercano con mi criada personal.

No sé qué decir y el vuelve a hablar.

—¿Tienes pasatiempos?

—¿Disculpe?

—¿Antes de venir aquí? Lo que más te agradaba hacer...

Respiro profundo. —Ayudar a mi padre... trabajar y... —Hago una mueca. —Tomar fotografías.—Lo dije por mi misión aqui y ya.

—¿Te gusta tomar fotos?

—Eso dije.

Lo observo confusa mientras el mantiene los ojos en frente, continúo caminando a su lado y tanto el silencio como la distancia entre los dos lo hace incómodo.

—Sé que ahora que me convirtió en su criada personal mis tiempos con usted son indispensables...

—Así es, debes permanecer todo el tiempo a mi lado ¿Algún problema con eso?

—No es así. —Me apresuro a responder. —Y me dijeron que debo coordinar mis salidas..

—No hace falta. —Me interrumpe. —Puedes salir cuando lo necesites. Lo que te dijeran no tiene importancia... cuando yo lo autorizo.

Y de nuevo...

—Hay un protocolo.

Se ríe.

—¿Le causa gracia algo?

—Que lo repitas todo el tiempo.

—Su alteza.

—¿Necesitas salir esta semana acaso?

Trago saliva y bajo la mirada un poco. —Los fines de semana, eso es todo.

—Bien, no tocare tus fechas a cambio de que sigas las mías... y si se me antoja más momentos como este.

Alzo las cejas.

Su mirada profunda me atraviesa y los ojos no me los quita de encima, con una tranquilidad, el príncipe dice.—Ha sido agradable estar aquí contigo, Grace.

Me rodea volviendo por el camino que tomamos.

—Es hora de volver.

Lo acompaño a su habitación y no hablamos de regreso hasta que esta frente a esa puerta que nos separa, el ingresa y antes de cerrarla, me vuelve a dirigir la palabra.

—Que descanses, Grace.

—Igualmente, príncipe. —Le respondo antes de retirarme.



(***)



—¿Me dirás que paso en tu recorrido con el príncipe?

—Creí que estabas muy cansada para mantenerte despierta, Lia.

Ella se acomoda hacia un lado de la cama.

—El chisme puede más.

Ruedo los ojos.

—Solo lo acompañe.

—¿Solo eso? ¿Acaso no hablaron?

—Fue algo sin importancia, no podía dormir o eso creo. —Observo el techo de la habitación pequeña.

—¿Quién podría? Tiene un reino que dirigir, yo tampoco podría dormir así. —Ella respira profundo. —Por esas razones amo ser normal y no haber nacido en corona, aunque también tienen sus ventajas.

—Creo que de alguna forma tenemos las mismas cantidades de problemas, a su manera.

—Sí, también lo creo.

Bostezo.

—Bien, a dormir.

—¡Hey! ¿No me dirás nada o que no es extraño que te pida encontrarse a estas horas?

Le doy la espalda y me cubro con las mantas.

—Descansa, Lia.

Ella resopla, pero lo hace mientras las palabras del príncipe vuelven a mi mente y esta escapada a mitad de la madrugada también.



(***)



El título que llevo no se vuelve tan agobiante en el trascurso de los días, a pesar de las constantes caminatas del príncipe en la madrugada, pero cuando jefes representantes de otros reinos llegan al palacio para culturizarse sobre el sistema de gobierno, comienzo a entender que su tarea es más complicada de lo que creí, miro al príncipe en silencio, el rey le da un apretón de manos al invitado y le ofrece asilo después de un largo día y ya que se trata de una noche lluviosa, sin embargo el hombre lo rechaza.

A pesar de que el rey está aquí y puede ocuparse de todo, Gael de Arcaría prefiere mantenerse a su lado, en cambio la princesa...

Respiro profundo, un problema a la vez.

Aunque no la veo a menudo.

—Acompáñeme por aquí. —Los escucho decir y preparo el paraguas cuando todos salen, quienes se ocupan de aquellos hombres también los cubren con los mismos y yo me quedo al lado del príncipe mientras el rey acompaña al hombre hacia la carroza que lo espera.

Suspiro, ya mañana es fin de semana.

Escucho un carraspeo, mis ojos se dirigen a la dirección de dónde provino el ruido y encuentro a la ama de llaves, quien hace un gesto que no capto hasta que señala evidente hacia lo que cargo arriba de la cabeza del príncipe, o donde se supone que debo cargar.

He bajado el paraguas y las gotas de lluvia le han arruinado el traje.

—Dios, lo siento su alteza, lo sien...—Sin darme cuenta bajo todo el paraguas.

—Niña, no. —Grita la mujer a cargo.

Lo subo rápido como si nada hubiera pasado, la situación es incomoda tanto que los invitados se giran a verme, pero Gael de Arcaría lo toma como broma y hasta sonríe.

—Príncipe, acompáñeme..

—No hace falta. —Le interrumpe el. —Un par de gotas no me hará daño.

—Príncipe...

—Luz, está bien.

Ella se avergüenza, tal vez por el llamado de su nombre.

—Iré al dormitorio yo mismo. —Los ojos de él me miran. —Y mi criada me acompañara.



(***)



Oculto los nervios por mi torpeza y le busco ropa limpia en los cajones.

—Me pondré la ropa de dormir, ya estoy bastante agotado. —Escucho que dice a mis espaldas y es claro, considerando la larga visita al palacio, los pies también me duelen a mi. —Lo lamento.

Abro mucho los ojos al oírlo, más no me giro.

—Hoy no podremos dar nuestro paseo, Grace.

—No se...

Me volteo a entregarle la ropa y ya no lleva nada sobre el torso, el cual ahora permanece desnudo.

Mis manos se arrugan en la prenda y el camina hacia mí, hay gotas cayendo de sus mechones y noto que mi descuido lo mojo más de lo que pensaba.

No digo nada.

Nuestros dedos se rozan y no se mueve para colocarse la prenda, mi mirada no sube y su voz ronca llega a mis oídos.

—¿Sucede algo?

—No es nada.

—¿Y por qué estás tan callada?

Digo lo primero que se me ocurre. —Mañana es fin de semana, pienso en mi padre...

—Lo olvidaba. —Me interrumpe. —Mañana no te tendré para mí, una lástima.

Levanto la mirada y la suya refleja tanta calma cuando me ve, el príncipe se acomoda la camisa y doy un paso intentando ayudar, sus dedos dejan de moverse cuando los míos han ido sobre los suyos.

—Lo siento... no quise.

Me aparto.

—Adelante.

Lo miro confusa y en lugar de hablar se inclina para que acabe de ayudarle, doy un paso sin pasar saliva y las respiraciones cerca se vuelven asfixiantes, hago lo que pretendía y le acomodo el cuello, doblando y bajo las manos por la tela arrugada, sus ojos se cierran por un leve momento y de un instante a otro, me toma la mano cuando ya he bajado al torso.

El príncipe la vuelve a subir tocando su cara con ella. —Que suaves manos.

Experimento emociones que no comprendo mientras mis ojos detallan su rostro, sus ojos se abren con lentitud y nuestras miradas vuelven a hallarse.

—¿Toda tu piel es así de suave, Grace?

El corazón se me dispara con el comentario y aparto la mano, retrocedo y me vuelvo hacia la puerta.

—Descanse, su alteza.




Gael:

—Así que mañana ¿Eh?

Escucho el ruido detrás de mi puerta, que es donde los guardias deben haberse plantado ya, me quito las sabanas de encima y abro la puerta.

La reverencia no puede faltar. —Su alteza ¿Se le ofrece algo?

Estoy arrepintiéndome de rechazar el paseo de esta noche, pero una idea cruza mi mente.

—En realidad sí.

Ambos guardias que custodian mi puerta me observan.

—Que preparen un caballo para mi mañana temprano y que quede entre nosotros.

Ambos se miran.

—¿Tiene pensado salir del castillo?

—Sí, pienso salir.



Hola...

Seguimos con esta historia y ahora que mi tiempo volvió a ser el mismo de antes, las actualizaciones vendrán.

En fin.. ¿Qué descubrirá Gael en su salida al pueblo?

Nos leemos.

>>Yiemir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top