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Grace:

Cierro mi maleta después de ocultar la cámara entre mis prendas y la bajo de la cama.

En el pasillo escucho a quienes son mis compañeras de trabajo, emocionadas ya que mañana nos presentaran a los hijos del rey, lo cual ignoro y trato de no pensar en ello, tomo la silla junto al único velador que comparto con Lía y la que separa nuestras camas.

Tengo suerte que la única amiga que hice fuera mi compañera, es un alivio.

Abro el papel y me pongo a escribirle a papá con la pluma, escribo en silencio hasta que las voces de las chicas se elevan.

—¡Shh!

Lia se ríe, mientras cepilla su cabello, trae el pijama puesta y está lista para meterse en la cama, razón por la que me apresuro con la carta.

—¿No te ves emocionada como ellas?

¿Emoción?

Estoy nerviosa...

Mi único recuerdo con el príncipe esa noche regresa a mi mente y me doy golpes suaves en las mejillas, negando.

—¿Estas bien?.—Se asegura Lia.

Le muestro la mejor de mis sonrisas.

Lia cepilla su largo cabello y me sonríe.

—Lo estoy. —Le respondo.



(***)



La respiración se me corta cuando Lia ajusta el cinturón del traje de mucama en mi espalda.

Dios... ¿Por qué estos trajes son tan incomodos?

—Ya esta.—Me dice luego de acabar con el moño.

Me pongo la mano sobre el estómago.

—Tranquila, oí que te acostumbras. —Agrega ella.

—¿Segura?

—Eso espero.

Escucho los campanarios, avisando nuestro turno y apenas hay luz afuera.

—¿Estarás bien? —Lía me observa confundida.

Muevo la cabeza asintiendo. —Estaré.

Escucho en los pasillos como las chicas empiezan a salir de sus cuartos y nosotras hacemos lo mismo, nos presentamos ante una de las superiores, quien no es la ama de llaves y nos da indicaciones de que puestos en la casa tomaremos hoy.

No me toca con Lia.

—Nos veremos a la hora de la presentación en el comedor.

—Sí, claro.

Ella se dirige con otro grupo y a mí me envían con otro a las habitaciones del segundo piso, tengo la cámara atada a mis muslos, así que me es difícil caminar, aunque rápidamente me acostumbro.

Golpean la puerta y...

—¿Podemos pasar?

¿Acaso...?

Mi corazón se dispara con los nervios.

No me reconocerá, no lo hará.

Las puertas se abren.

No hay nadie.

Todas lucen sorprendidas como yo.

—Está bien, chicas. Oí que la princesa se escapa muy seguido. —Menciona una de ellas.

—¡La habitación de la princesa!

—¡La princesa! ¡La princesa!

Mientras ellas se emocionan por trabajar, yo puedo respirar tranquila.

Al menos hasta ahora.



(***)



"—Es fácil, entra al palacio y consígueme una exclusiva. Los reyes siempre ocultan cosas... trae algo grande y te daré dinero que ni tus manos podrán sostener"


Aprieto los puños. ¿Qué puede conseguir...?

Aunque aún no lo sé...

No retrocederé como en la boda, sin importar la situación, obtendré una noticia exclusiva, no importa que sea...

Necesito ese dinero.

Lo necesito...

—El príncipe y la princesa de Arcaría...—Los presentan y quito mi mirada del suelo, levantándola.

Estoy detrás de dos chicas, con la finalidad de que no me vea atrapada en una mala jugarreta del destino, observo cabezas y tres portes reales caminar hacia la elegante mesa vacía, después de los adornos.

Toman asiento y me sorprende que se mantengan en orden las criadas, considerando su emoción.

Respiro profundo levantando la mirada.

—Princesa, príncipe... Mi rey.—Habla la ama de llaves. —Su personal de servicio este verano.

Hacemos una reverencia con la cabeza gacha y al levantarme, lo hago antes que las demás y es cuando...

Me está viendo.

Por un segundo...

Los ojos del príncipe encuentran mi rostro y veo como los suyos se abren muy sorprendidos.

Mierda.

Las chicas vuelven a enderezarse y alcanzo a ver como el codo derecho del príncipe se apoya sobre la madera de la mesa, sus ojos los mantiene en mí y apoya su mentón en la palma de su mano.

Mi corazón da un vuelvo cuando veo esa sonrisa, el contacto no se aparta...

Y entonces nos piden retirarnos, me apresuro en salir escapando de mi transe.

¿Me vio?

No, claro que no.

No te vuelvas paranoica, Grace.

Sin embargo, cuando me volteo, lo veo salir por la puerta del comedor.

Dios mío.

Busca entre las criadas y las chicas solo lo admiran cubriéndose los labios o tan sorprendidas como para hablar, la ama de llave les grita que sigan sus tareas y yo no me quedo atrás, antes que me vea, echó a correr, sin embargo, si me percato que giro en mi dirección justo cuando voltee.



(***)



Respiro agitada y me llevo una mano al pecho cuando creo que estoy lo suficientemente lejos, no sé cuánto camine, pero al menos lo perdí.

Mi mirada sube y observo a mis alrededores, el mismo pasillo parece un desierto.

Ya me perdí.

Mi primer día y lograre que me despidan, adiós a todo.

Me llevo la mano a la frente y cuando encuentro voz, digo para mi misma.—Que pésima suerte.

Yo diría todo lo opuesto.

Me alarmo y giro mi cuerpo, pero unas manos me atrapan desde atrás, negándome voltear, los brazos acaban rodeando mi cintura.

¿Qué?

—La segunda vez que te encuentro y tratas de huir. —Esa voz...—Voy a tomarme esta libertad....

Presiona las manos contra mi vientre.

¿Por qué si hago esto no lo harás, verdad?

Gael... de Arcaría.

—Te en-con-tre.—Pronuncia cerca de mi oído.

¡No!





¡Si! JAJAJAJ

Seguimos con esta historia.

>>Yiemir.

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