3
Grace:
Los ojos de mi padre se abren despacio y sonrio un poco aliviada, he limpiado sus heridas y he bajado la fiebre que recientemente tuvo después de perder la conciencia, aunque la hinchazón por los moretones tardara unos días, no tiene heridas que necesiten puntos o golpes que requieran asistencia de un centro de salud, de todas formas las reviso en cuanto puedo y he limpiado bien, desinfectando.
—Grace...
—No te levantes, aquí estoy...
—Entraro..
Lo detengo, evitando que se siente.
—Hija, se llevaron tu...
—No importa.
—¿Cómo no va importar?
—Lo solucionare, todo esto.
Papá me mira dudoso.—¿Qué harás, Grace? Yo, todo esto es culpa...
—Conseguir ese dinero...
—¿Y cómo planeas hacerlo?
Trago saliva y papá intenta sentarse.
—Grace, no... promete que no harás nada...
Niego.
—Papá.
—Cariño, por favor, no arruines tu vida por mí.
Sacudo la cabeza negando otra vez.
—No será así.
—Tampoco quiero que dañes tus principios y realices cosas que no harías, y van en contra de lo que crees.
—Papá. —Lo detengo y sonrio despacio. —Yo lo solucionare, no te preocupes.
(***)
Golpeo la puerta del jefe y los nervios lo tengo atascados en la garganta, respiro profundo y el no tarda en abrirme la puerta.
Ingreso y...
—¿Qué quieres?
La pregunta es contundente.
Trago duro y doy un resumen detallado de mi situación, aunque omitiendo a los matos, más no las deudas.
Mi jefe se ríe.
—¿Y quieres... de mi un aumento?
Voy a responder, cuando su risa se incrementa y yo solo callo, cansada.
Diría tantas cosas, pero no puedo quedarme sin el único sustento que para mí mala suerte viene con un idiota de jefe.
Voy a retirarme, cuando...
—A menos que..—Veo como enciende un porro y lo lleva a su boca.
Se lo quita y el humo llena la habitación.
—Consígueme una historia grande...
Me quedo en silencio escuchando todo.
—Una que revuelva todo el reino de Arcaría. —Encoge los hombros. —Que viaje a otros reinos y te daré todo el dinero que ... que incluso no te caberan en las manos.
(***)
Y es así como termino frente al palacio del reino de Arcaría.
En un acuerdo con mi jefe y después de presentar una solicitud, estoy de pie junto a por lo menos 20 chicas de entre 20 a 35 años, todas escuchando el discurso de la ama de llaves del lugar y quien está a cargo de supervisar que todos hagan su trabajo.
—Fueron elegidas de entre 300, siéntase privilegiadas de atender al rey y a sus hijos. —La mujer habla caminando frente a nosotras. —Aquí no se aceptan errores ni descuidos ¿Han entendido?
Dos chicas ríen por lo bajo y la mujer carraspea señalándoles, llama a los guardias y....
—Retiren a ambas.
—Pero.. —Intentan hablar.
—Si faltan el respeto a la ama de llaves, que podemos esperar hacia sus majestades. Retírense.
Las sacan.
—¿A quedado claro?
La mujer mira a todas y yo mantengo los ojos en las dos chicas que han salido.
Corrección, despidieron en su primer día.
—Síganme, les mostrare sus habitaciones.
—Seguramente justo a las mazmorras. —Me susurra una chica rubia a mi lado, mientras bajamos las escaleras siguiendo a la mujer.
Sonrio. —¿Aún existen?
—Es posible.
Reímos a lo bajo.
—¿Quién está riendo? —La mujer se detiene, pero al no haber respuesta sigue su camino y nosotros a ella.
—Soy Lia.
—Grace. —Me presento y es solo el inicio.
Gael:
Son los gritos de mi hermana menos los que me despiertan por la mañana, sus gritos tratando de escapar de las criadas.
Gruño y me cubro la cabeza con la almohada, no tiene caso perseguirla cuando siempre consigue escapar.
Mis ojos se abren y los ubico en la estructura del techo.
¿Y qué puede haber allá afuera que le atraiga tanto?
Vuelvo a cerrar los ojos.
¿Y qué importa eso ya?
Aunque Alexandra finja ser libre afuera, los dos estamos condenados a permanecer encerrados aquí y la cadena invisible que me ata a este castillo nunca me dejara ir.
Sonrio, no es momento de pensar como Alexandra.
Golpean mi puerta.
—¿¡Príncipe, podemos pasar!?
Bostezo.
—Adelante.
La puerta se abre e ingresan alrededor de cuatro criadas, nuevas por lo que veo, porque cuando me ven a una le tiembla el jarrón con el agua, otra tartamudea, la otra ni ingresa y la última casi se tropieza.
—¿Estas bien?
—Ss-i
Hace su trabajo y no dejan de mirarme nerviosas, unos minutos más tarde la bulla de Alexandra termino y aparece Luz, la mujer mayor a cargo de mi hermana y de mi desde que tengo memoria.
—¿Durmió bien, príncipe?
—¿Desde cuándo me hablas así, Luz?
Ella carraspea y pongo los ojos en el interior de mi habitación.
—Ya veo... ¿Criadas nuevas?
—Hubo muchos despidos.
—Porque eres demasiado estricta.
Intento abrazarla y ella me aparta, me rio, Luz pone los ojos en las mujeres, quienes no han quitado la mirada de mí y luce increíble que les resulte un rostro recién levantado, bastante atractivo.
—¿Qué están haciendo? ¡Acaben con eso ya!
Sonrio cuando huyen despavoridas.
—¿Dejaras que te salude ahora?
—Date un baño. —Ordena y mira por los pasillos. —¿Y Alexandra?
Prefiero no decir nada.
—¡Construiré una torre para esa niña!
—¿Y eso evitara que siga huyendo? Suerte con eso.
Ella suspira.
—En cualquier momento me dará un infarto por culpa de ustedes dos.
—Llevas más de 50 años con nosotros...
—Y cada dia soy más vieja y menos resistente. —Me golpea el hombro. —Ve a ducharte y baja a desayunar, debes poner el ejemplo, futuro rey.
La palabra me golpea el estómago, Luz vuelve a alzar la voz cuando ve a dos criadas nuevas observan a escondidas en una esquina, ellas huyen y Luz las persigue.
Regreso a la habitación y me acerco al balcón, recordando sus palabras, agotado de las palabras apoyo mi codo sobre el mármol y me sujeto el rostro.
—Futuro rey, ¿eh?
Sonrio y me llevo la mano a la cabeza, una sonrisa curva mis labios.
Aparto la mano cuando escucho una voz venir del jardín y de curioso pongo los ojos en el lugar, los mismos que se abren y mis pies no responden.
Es...
La mujer vestida de criada desaparece de mi campo visual, así como apareció y salgo rápidamente del palacio, bajo las escaleras escuchando los saludos de las nuevas criadas y alguna que otro destruyendo las cosas cuando me ven.
No me equivoco... ¿Sera posible?
Salgo al jardín y mis pies descalzos tocan las piedras que adornan el suelo, siento unos cosquilleos y busco entre las criadas que se encuentran en el jardín.
Sonrio decepcionado al no encontrar lo que esperaba ver.
Mierda, ya empecé a volverme loco.
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