28

Gael:

—¿Ya lo sabias? —Mi padre pregunta conmocionado. —¿Sabías que ella intentaba dañar a nuestro reino?

—¿Dañar cómo? Son reporteros, es su trabajo como el de nosotros dirigir el camino del reino.

—¿Defiendes esos actos? —Me suelta decepcionado. —Gael, esa mujer te ha cerrado el juicio, no puede... no debes aceptar esto, lo que hizo es traición.

Trago duro. —¿Sabes al menos el porque? —Doy paso hacia él.

—Todos tienen un porque y por eso tienen el poder de elegir lo correcto.

—Padre. —Niego. —No lo comprendes.

—No y no lo hare, es traición, Gael y tu como príncipe debes tomar medidas, ya que fuiste tú quien dio pase a esto. Esa mujer...

—No la conoces como yo. —Le interrumpo. —Y no sabes lo valiosa que es para mí por más que te lo explique.

—Hijo mío.

—Su padre tiene deudas.

El rey guarda silencio.

—Sí, esa mujer a la que te refieres de esa manera trabaja duro para conseguir pagarlas e incluso así no se detiene, aunque tenga que "Traicionar" al reino en el que nació. —Continuo. —¿Piensas que Grace lo disfruta? Todos tenemos un trabajo, padre. El nuestro, aunque nuestros deseos sean diferentes a lo que estamos destinados a hacer tenemos una obligación ¿No es así? Y sabiendo eso ¿No pudiste pensar que ella tampoco tenía esa opción?

—No puedes comparar situaciones, una plebeya tiene más opciones para elegir como hacer lo correcto o traicionar al reino, tu eres el futuro rey de Arcaría, tú no tienes opción, ella sí.

—Ya veo que dialogar contigo es imposible.

Lo observo tragar . —Entiendo la situación de esa chica, entiendo tus sentimientos por ella.

—Si los entendieras no estaríamos teniendo esta conversación.

Mi padre calla unos segundos.

—¿Qué deseas hacer, Gael?

Aprieto los puños.

—Hace unos minutos malinterprete o no que esta no es la vida que añorabas.

—Desde un niño te he sido fiel, padre. A ti, al reino, he hecho lo que has deseado y he seguido tus ordenes con el único objetivo de convertirme en los que este reino espera de mi...

—Y lo has hecho maravilloso. —Se acerca a mí y coloca ambas manos en mis hombros. —Serás un gran rey.

—Para ti, para el pueblo. —Hablo. —Pero cuando miro ese trono que ocupas no me creo llegar a ser el rey que este reino necesita.

—Tienes preocupaciones como cualquier príncipe a punto de subir al trono, yo también los tuve.

—¿Y cumplió tus propósitos o solo los de reino? ¿Hasta este momento fuiste feliz sobre esa fría silla?

Sus manos se resbalan de mis hombros.

—¿Qué es lo que quieres hacer, Gael? —Pregunta con temor.

Aprieto más los puños, ha sido demasiado por ahora y ella está esperando por mí.

—Quiero estar con ella ahora mismo, es mi única preocupación.

Mi padre no agrega nada más y yo abandono esa habitación.



(***)



Cuando volví al despacho, Grace había desaparecido, así que no entre en pánico y me dirigí a los guardias que custodiaban las puertas.

—Su alteza.—Hacen una reverencia al verme.

—Deseo ver a mi criada personal, búsquenla.

Ambos hombres se miran.

—Enseguida.

Mientras ellos acatan mi orden, yo bajo a la planta baja, donde queda las habitaciones de las criadas, es mi primera opción al venir, aunque en el estado en que la deje es muy posible que este en cualquier lado.

Tal vez fue una exageración enviar a todos los guardias a buscarla, pero recién cuando termino de hablar con mi padre, comprendo el nivel de la situación que acaba de enfrentar.

Y yo la deje sola.

Maldigo, estaré tranquilo cuando la vea y la tenga en mis brazos.

Sin embargo, al entrar a la habitación que ocupa Grace, me siguió tranquilizando ver sus cosas en el lugar.

—¡Ah!

Volteo al escuchar el gemido de sorpresa, Lia hace una reverencia.

—Su alteza..

—¿Has visto ha Grace? —Le pregunto y ella duda, nerviosa.

—¿Grace? No, ella no ha venido por aquí.

No insisto y salgo de la habitación.



(***)



—No está en el jardín, su alteza.

—Tampoco en la biblioteca.

—Ni en la cocina.

La cabeza me empieza a doler.

—Sigan buscando.

—Gael. —la voz de mi hermana a mis espaldas, me distrae.

Los guardias desaparecen de mi vista.

—No tengo tiempo para ti ahora, hermana. —Los pasos de Alexandra me persiguen, sigo mi camino y observo la ventana.

Es tarde y ha empezado a llover, raro en Arcaría donde tenemos días más calurosos que lloviosos.

—Tengo que encon...

—A Grace. —Me interrumpe. —Yo la vi.

Mis pies se detienen y me vuelvo hacia ella.

—Se fue.

—¿Qué?

—No lo sé, ella salió corriendo, choco conmigo y se fue... salido del palacio.

Mi pulso se acelera y no me recupero, me pongo peor cuando un ruido hace eco y luego el padre de la mujer que amo ingresa por la puerta del palacio, intentando quitarse a los guardias de encima.

—¡Déjenlo! —Doy la orden.

—Dios mi... ¿Se encuentra bien? —Alexandra se acerca a ayudar y da la orden a los guardias. —No se queden de pie mirando, ayúdenme.

—¡No.. no!

Se mueve inquieto el hombre e intenta llegar a mí, también me acerco a ayudarlo y él me coge de la camisa, arrugándola con fuerza.

—Mi hija...—Noto las lágrimas en sus ojos. —¡Esos hombres, esos hombres, los de la deuda!

Mi hermana busca tranquilizarlo y sus palabras hacen que pierda el soporte del suelo.

—¡Esos hombres se llevaron a mi hija! ¡Mi hija, a mi Grace!

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