22
Gael:
—¿Me dirá el problema que la acarrea?
La princesa se voltea sorprendida, vine aquí solo a distraerme por todo lo que me rodea y no espere que ella me siguiera, también por insomnio, pero mi insomnio tiene un nombre, el nombre de una mujer y desconozco el de la princesa.
—Lamento obligarlo a acompañarme, su alteza. —Se disculpa. —¿Tan obvia soy?
Asiento.
Ella sonríe despacio y se sienta en el banco, hago lo mismo a su lado.
—Entiendo que la situación de mi reino no es desconocimiento para un reino vecino.
Bajo la mirada y lo reafirmo.
—Quizás Damaria no sea el reino más próspero de todos, pero es de donde vengo y el cariño que le tengo es inmenso. —Me hace saber ella. —Soy su princesa y mi madre su única reina... y deja de serlo pronto cuando el próximo sucesor a la corona suba.
Mantengo mi silencio.
—Hay otro candidato. —Sus manos se forman puños. —Ambos competimos por subir a ese trono, es una disputa eterna hasta que uno finalmente pueda ocupar el lugar y... no puedo hacerlo yo sola, no sin un esposo.
—Princesa.
—Me dijeron que el príncipe de Arcaría requería una esposa pronto, por eso pensé... pensé que podríamos ayudarnos mutuamente.
De donde habrá salido eso, suena a mi padre aprovechando el convenido para darme una esposa.
Me pongo de pie y ella también.
—Se lo ruego, príncipe.
—No debe rogar, princesa.
—Estoy desesperada. —Me anuncia ella. —Cuando el tiempo concluya el tomará mi reino.
Un reino que también es de esa persona por lo que entendí.
—Es una disputa eterna... —Sigue ella. —Sé que usted no me ama y no puedo engañarme tampoco, pero un rey hace lo necesario por su reino.
Sus palabras se cuelan muy dentro de mí, trago saliva y le doy la razón.
—Es lo que hace un rey.
Sonríe despacio.
—No le pido tomar una decisión antes de conocernos. —Asegura. —Solo pido una oportunidad de ser elegida su esposa, su alteza.
La observo desesperada y mi nobleza puede más, lo acepto, pero jamás espere lo que sucede a continuación y es un beso, uno que por respeto no rechazo, pero tampoco devuelvo.
(***)
—¿No es muy temprano para esta intromisión? —Se exaspera mi padre cuando ingreso a su habitación a primera hora en la mañana.
—Estuve a punto de ingresar en media madrugada, pero ahora estoy aquí.
—¿Qué sucede, hijo?
No dejo de caminar frente a él.
—¿Sabías la situación de la princesa de Damaria y tu mejor plan fue usar a ambas familias?
—Ambas familias ganaban, ella quiere un esposo y tú necesitas una reina a tu lado.
—Lo que yo necesito no es un arreglo, padre.
—Gael.
—Tu hijo no ama a esa mujer.
—Es muy pronto para tomar esa decisión. —Responde él. —Date la oportunidad de conocerla, de amarla, de elegir como tu mujer y tu reina.
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué? —Pregunta esta vez. —¿Por la criada?
Me quedo en silencio unos segundos.
—La manera en la que te la llevaste y te ofendiste por la actitud de la reina de Damaria, ni siquiera la criada se ofendió tanto como tú.
—¿Eso crees? No la conoces.
—Y ya veo que tú sí. —Mi padre suspira. —Hijo mío, tuviste suerte que para la princesa más destacara la actitud negativa de su madre que tu deseo por ir detrás de esa mujer.
Bajo la mirada.
—E ignoro hasta donde llegaste con ella, pero hijo, no permitas que algo fugaz acabe con lo que eres.
—¿Y si no es fugaz?
—Ella no quiere ni verme.
—No hablas en serio, Gael.
—Lo hago y no importa, Grace ya me saco de su vida, ella tiene el mismo pensamiento que tú, padre.
—Y hace bien, sus mundos son distintos. —Continua él. —El reino jamás la aceptara.
—¿El reino o tú?
Me dirijo a la puerta.
—¿Piensas condenar a esa chica a esta vida, a la que no está acostumbrada? Al dolor que sufrirá por cada mirada de rechazo. —Mi padre eleva la voz. —La vida de la realeza no es fácil, un rey no baja la cabeza jamás, eso nos diferencia del resto, pero ¿Crees que ella podrá mantener la cabeza arriba también?
Me vuelvo hacia él.
—Es lo que nos tocó, Gael, te guste o no y si realmente tus sentimientos hacia esa mujer son tan fuertes, si la amas es hora de acabar con ese amor.
Grace:
—¿Estas lista? —La pregunta del príncipe me toma desprevenida. —Quiero salir a cabalgar, vendrás conmigo.
No me da tiempo de contestar y desaparece, respiro profundo al quedarme sola y me apresuro en buscar ropa cómoda, mis pensamientos sobre lo que vi me persiguen cuando voy hacia la puerta principal, donde seguro me espera con el caballo y cuando llego así es.
—¿Lista? —Me pregunta
Asiento y me sube sobre el caballo, sube al suyo y lo sigo de cerca, sin embargo, durante la ruta que ya conozco y al salir de los alrededores del palacio, mantengo mi distancia detrás de él.
Observo su espalda y siento una presión en el estómago, llegamos antes del atardecer y me ofrece la mano al bajar.
Lo que mirando y acepto, nuestros dedos se tocan y me suelta cuando mis pies ya están sobre la tierra que piso.
Me deja a un lado y va al mismo lugar, mientras deja que los dos animales se alimenten de pasto.
—Tengo que tomar una decisión por el bien del reino. —Me dice y mi cabeza no deja de repetir ese beso del que fui testigo.
—Lo sé.
—¿Y también sabes que es lo que yo deseo?
—No lo comprendo...—Hablo enseguida. —Si algo que hice le inc...
—Eres tú, Grace. Tu eres lo que yo deseo.
El corazón se me acelera.
—Y te deseo tanto que si esta vida te afecta demasiado, yo soy capa..
—Por favor no. —Lo detengo. —No seré la causante de que este reino acabe y de que tome una decisión tan apresurada.
—¿Y es eso lo que verdaderamente te importa, el reino?
—Me importa el lugar donde vivo, el lugar al que piso y donde vive mi padre, así es, su majestad.
—Más que lo que pueda haber entre nosotros. —Continua él. —Tu no tendrías que sacrificarte... y el deber de un rey si es hacerlo por su reino.
—Gael.
—Quiero ser egoísta, Grace, porque toda mi vida he sido lo contrario.
—Príncipe...
—Pero no puedo ser egoísta yo solo...—Asegura. —Se egoísta conmigo.
Me toma de los brazos y me agitada, colocándose frente a mí, la vista me arde.
Pero no respondo, solo callo y sus dedos poco a poco me sueltan, mis ojos se mantienen cerrados y sus palabras a continuación, me hacen abrirlos de nuevo.
—Lo hare, me casare con ella.
El corazón se me agita con dolor y mi mirada encuentra la suya.
—Seré el rey que deseas que sea. El rey de Arcaría y el que eligió su reino sobre la mujer que ama, Grace.
No soy capaz de agregar nada, mis labios se sellan y el desaparece de mi vista, el galope del caballo se oye cada vez más lejano y cuando tengo la certeza de estar completamente sola.
Finalmente puedo soltar todo lo que siento.
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