2

Grace:

El príncipe...

Gael de Arcaría esta frente a mí.

Y no sé cuándo empecé a aguantar la respiración, pero dejo de hacerlo, soltando un suspiro muy llamativo.

—¿Se encuentra bien?

—Estoy bien. —Le interrumpo y la cara me arde. —Lo que trato de decir...

Me adelanto a hacer la reverencia y los ojos se le abren.

—No... necesita hacer eso.

Lo observo confusa.

Sin mirarme, agrega y para sí mismo. —Han sido suficientes reverencias en una noche.

—¿No es a lo que un príncipe debe estar acostumbrado?

Sus ojos, tan azules como el cielo, vuelven su dirección a mí.

—¿Se siente ofendida por mí al haber rechazado su respeto hacia mi persona?

—Para ser sincera no sé cómo sentirme, príncipe.

El príncipe toma un respiro, parece sorprendentemente agotado.

—Ahorrémonos las reverencias. —Continua él. —Y me disculpo de ante mano si la ofendo con esa solicitud.

Cierro mis labios.

—En su lugar deseo algo a cambio. —Abro mucho los ojos cuando lo veo sonreír al dar un paso hacia mí. —Su nombre.

¿Mi nombre?

Trago saliva. —No creo que a su majestad le sirva saber mi nombre.

—¿Qué?

—¿Qué? —Repito y él se ríe.

¿Qué estoy haciendo?

No debo perder el tiempo, ni siquiera con alguien como él.

—Me retiro.

Intento marcharme, pero me toma del brazo, su piel no toca la mía por los guantes que me cubren hasta arriba de los codos, pero si siento la fuerza que ejerce, el tacto de su majestad se queda quieto un segundo y baja mientras yo me pierdo en la sonría que posee.

Un rubor repetido me calienta las mejillas.

¿Cómo este hombre aún no ha conseguido esposa?

Observo y me encojo por dentro cuando veo como su mano se deliza por los bordes de los guantes largos, acaricia la tela con la mirada en ello y con lentitud regresa los ojos a los míos, al ya bajar los guantes desnudando mi brazo.

—Aun no me has dicho tu nombre.

Me paralizo perdido en la presencia que me cubre, el príncipe Gael actua como todo un seductor cuando me quita el guante por completo del lado derecho y lo aparta de mí.

—Eso..

—Te lo devuelvo si me dices tu nombre.

Toda mi piel contra la suya y un cosquilleo me adormece la nuca.

—Grace.

La respuesta brota sola, el sonríe encantado y lleva mi mano a sus labios, mientras hace una reverencia sin que yo me lo crea.

—Encantado de conocerte, Grace.

Acto seguido besa arriba de mis nudillos y parpadeo, reaccionando y apartando mi mano, al ya no percibir su tacto se siente un vacío, pero no retrocedo y le quito el guante de la mano, retrocedo y alzo la falda de mi vestido nerviosa por el desequilibrio que siento al retroceder.

Lo miro, es todo y me marcho.

Ya perdí suficiente tiempo, pienso y puedo seguir su mirada en mi espalda.



(***)



La ceremonia ya inicio y el lugar está lleno, así que no alcanzo a tomar fotos más que en su presentación ante todos y cuando logro escabullirme, no son las fotos que deseaba captura o que el jefe me pidió y me siento decepcionada de mi misma.

El resto de lo que dura la celebración capturo fotografías de los invitados exclusivos, incluso me sorprende ver a reinos tan alejados como el de Eliora, aunque la princesa está ausente como debía imaginar.

Me cruzo con el príncipe de Arcaría en más de una ocasión y logro evadirlo todas las veces, no se da cuenta de mi presencia porque actuó rápido y dirijo mi camino al lado contrario.

Los novios dedican palabras y cuando los reyes de Alejandría se levantan mientras los demás disfrutan, me apresuro en seguirlos hacia dentro de los pasillos del castillo, aunque los guardias no me lo permiten y me hacen una señal para que regrese al jardín, no busco problemas y en lugar de ello, busco suerte siguiendo su ruta por los alrededores del exterior del castillo.

No hay un guardia cerca, así que me saco la cámara de la falda y por suerte los veo correr a través de las grandes ventanas del primer piso, se mantienen en ese lugar y veo como el futuro rey de Alejandría comprueba que no hay guardias cerca para luego abalanzarse sobre los labios de su esposa.

El beso es tan apasionado y fogoso, la princesa de Althea alcanza a sonreír antes de recibir el beso y le rodea el cuello con los brazos, devolviendo la intensidad con la que él se lo da primero, preparo mi cámara y la levanto, acerco mi ojo a la lente y las mejillas se me tiñen, el calor pronto me abruma y escucho el primer gemido que me paraliza.

El príncipe la empotra contra la pared y las manos de ella arrugan las prendas de su esposo, tratando de abrir la camisa, y él no se queda atrás, le levanta el vestido y...

Bajo la cámara.

Mierda.

Ya no veo, pero escucho besos, gemidos y jadeos...

Pero sobre todo como profesan su amor en medio de todo.

Mi mirada vuelve a subir y capto lo que puede ser la razón de todo y las sospechas de mi jefe, como la mayoría en mi zona de trabajo...

La princesa esta....

Sujeto la cámara y...

No tengo el valor de subirla de nuevo, solo dejo caer mi brazo y me retiro del lugar.

—¿Es así como se ve el amor?

Hago la pregunta, pero no obtengo la respuesta.



(***)



—¿Esto es todo? —Pregunto al ver lo que hay dentro del sobre, el pago por las fotos.

—Sí, es todo. No obtuviste lo que deseaba, ahora, retírate antes que decida que te daré menos.

Alzo las cejas.

—No puedo creer que no consiguieras nada comprometedor, en esas fiestas siempre...

Respiro profundo y le doy la espalda, camino por el pasillo y salgo del lugar, no antes de escuchar a mis compañeros burlarse del pésimo trabajo que realice.

Camino hacia casa y trato de no pensar en ello, y acabo pensando en los problemas que tenemos con papá, sin embargo, lo peor viene cuando llego y encuentro la puerta abierta.

Me acerco a abrirla por completo y...

La puerta se abre, mostrándome a uno de esos hombres.

—¡No! ¡No, Grace! ¡Vete de aquí!
—Pero que tenemos aquí...—Oigo que dice uno aunque tengo solo ojos para papá.

—¡Papá!

Voy hacia él, pero me sujetan de la cintura, evitando que me acerque.

—Tranquila, preciosa. —Me dice el que me sujeta y mis pies ya no tocan el suelo, cuando me elevan.

Me llevan con él, la puerta de la entrada se cierra y empiezo a sentir pánico, mi cuerpo cae contra el suelo mientras ellos se ríen.

—Papá. —Lo socorro arrastrándome en el suelo y busco que no tengo heridas, pero si las tiene, todas son golpes.

Esos hombres llevan espadas y aunque están cerradas en el cuero que las envuelve, puedo ver la sangre en la punta sobre el material, la sangre que dejo mi padre cuando lo golpearon.

—No debiste venir tan temprano, Grace.

—Papá yo...

—Lo siento, preciosa. Tu padre no se ha portado bien con nosotros... y debe pagar su cuota pendiente.

—Mi padre ya no es así, el... no..

—Apostamos y sea o ya no, eso no borra su pasado, ni las cuentas que aún no ha pagado.

Meto la mano entre mis prendas y saco el sobre con el dinero, arrojándoselo.

—¡Ahí tienes!

Me observan confusos los otros dos hombres y uno se agacha a recoger.

—Esto es...

Trago saliva y me dirijo al líder. —Sé que no es suficiente, pero pagare todo. Ahora déjenlo, déjennos en paz.

El líder me mira y otro sugiere.

—¡Hey! Tengo una idea—Empieza a reír y golpea con su codo a su compañero. — ¿Por qué no hacemos que ella nos pague lo que nos debe? —Se acerca a mí. — Vamos, dinos que más llevas debajo de esas ropas.

—¿Qué me dices? —Se dirigen a mi padre. —¿Terminamos nuestra deuda si nos pagas con tu hija?

—Eso nunca... no será así. —Mi padre apenas puede hablar.

Escucho como se irritan y chasquean los dientes.

—Papá... No..

Intento que no se levante, pero es como si la amenaza contra mí lo hiciera tomar fuerza, papá se pone de pie y mira a aquellos hombres que nos rodean.

—Prefiero morir que ver a mi hija pagando mis errores.

El corazón se me acelera.

—Ya basta, papá...—Pido y el cae de rodillas. —¡Papá!

Corro a socorrerlo y esta vez no me paran, lo sujeto y su respiración es cada vez más densa.

—Una semana. —Habla el hombre. —Una semana para el siguiente pago y será así hasta que acabe tu deuda... ¿Entendido?

Papá ya no dice nada, lucho contra las lágrimas mientras lo sujeto y ellos se retiran.

—Yo quería divertirme con ella. —Escucho decir a uno mientras se alejan y otro suspira decepcionado.

—Ordenes son órdenes.

Cierro los ojos, esperando que se marchen y cuando vuelvo a abrirlos, solo estamos mi padre y yo.




Hola.

Una disculpa, no se porque no se publico el capítulo dos y si el tres.

Nos leemos.

Yiemir.


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