18
*Elina, princesa de Damaria en multimedia*
Gael:
"Es preciosa" es lo que pienso y debo ser bastante convincente con mis expresiones perdidas mientras la observo, ya que la reacción de Grace lo es todo.
Me coloco sobre ella y beso sus labios, no me separo antes de susurrar sobre ellos.—Abre las piernas para mi, Grace.
Su pecho sube y baja, la noto nerviosa y no quiero que se sienta asi, sin embargo también me demuestra lo ansiosa que se siente.
Observo como me da el permiso y me inclino a besar sus pechos tan tentadores, cumpliendo una de mis fantasías, su pezón cabe muy bien en mi boca y chupo tirando de ellos, consiguiendo que experimente lo agradable que será esto, coloco una mano en mi vientre y voy bajando, mi boca sigue deleitándose con los pechos y es mi mano la que abre más sus piernas, ella jadea cuando siente mi palma rozar y la noto nerviosa, situación que me hace dejar sus pechos para asegurarme que esta bien y los cuales abandono mojados con mi saliva y erectos por la excitación.
Nos hablamos con miradas y cuando estoy seguro, procedo con mi boca llegando a su cintura y hago lo mismo que hacia con los pechos hace unos segundos, Grace se arquea y coloca las manos sobre mi cabello, no me entierra las uñas, solo acaricia la zona mientras yo voy bajando su ombligo y me centro en la entrepierna.
—Dios mío.
Vuelve a arquearse con el roce y con mi corazón latiendo a mil, me inclino a probar su excitación, la cual no deja de llamarme.
Esta mojada y exquisita, la cantidad me hace salivar y lamer la zona se vuelve adictivo.
—¡Gael!
Se lleva la boca callándose y ríe.
—Nadie va a entrar a esta habitación.—Le doy seguridad y quito su mano de la boca.—No calles ninguno de tus gemidos, quiero escuchar lo bien que te sientes al estar conmigo.
Con el calor en sus mejillas, asiente.
No hago su espera eterna y sobre todo no hago la mía eterna, me mantengo sobre ella y mientras mi boca busca la suya, le cojo un muslo, pegándola contra mi cadera.
—Tal vez duela un poco.
Ella asiente y me percato del sudor de sus poros, me sujeta de la musculatura del brazo con fuerza y entierra las uñas al oírme.
Sonrio y beso su nariz.
—Eres todo lo que mereces, Grace.
La penetro, cauteloso y sin dudas, ella ahoga un gemido y su mirada encuentra la mía, me muevo tras esperar unos segundos y sus uñas sobre mi bíceps suben a mi espalda, sujetándose cuando empiezo a hundirme en ella.
—Mierda, estas tan apretada.
—¿Es bueno o malo?—Logra decir algo adolorida.
Sonrio y vuelvo a besarle la nariz.
—Tu solo no dejes de tocarme, Grace.
—A la orden, príncipe.
Con una sonrisa la beso despacio y su boca de pronto empieza a tomar el control, jadea y se llena de sudor con cada embestida y su cuerpo se mueve con el mía, desacomodando la cama, me deleito con su imagen excitada y se me pone más dura dentro de ella, las paredes me aprietan y moverme es todo un desafío para no dañarla, pero de pronto esta ella tomando también el control de esto, como el beso y dejo de preocuparme por el daño, que al final de la noche no llego a causarle.
—Ah...—Jadea sujetándome de mi.—Gael, yo...
—Sigue asi.—Le pido y busco su boca.—Solo déjalo fluir, G
(***)
—Quédate a dormir.—Le detengo del brazo cuando va a levantarse.
—Príncipe...
—Gael.—Le corrijo.—Acabas de correrte repitiendo mi nombre.
Sus mejillas adquieren color.
—Continua llamándome Gael.
—Gael.—La observo tragar saliva.—Es muy arriesgado.
—Ha sido arriesgado desde que mis ojos no pueden ver a nadie más.
Se avergüenza y tomo su mentón, llevando su boca a la mía.
—Quédate.—Susurro sobre su boca, los ojos se le cierran.
Ella asiente y volvemos a unirnos, esta vez bajo las sabanas.
(***)
Ese mismo día en la mañana al despertar Grace no esta donde mis ojos la dejaron por ultima vez anoche, dormida debajo de mi brazo, es más, ni siquiera se encuentra en la misma habitación que yo.
—Mierda.
Me quito las sabanas y apresuro en cambiarme, escucho a Luz al otro lado de la puerta.
—Príncipe, vamos a ingresar.
Me coloco la bata para cuando ingresa ella y dos criadas más.
—¿A donde va-—Pregunta Luz cuando paso por su lado.
—Enseguida regreso.
Bajo las escaleras hacia la planta donde descansa el servicio y antes de ingresar me encuentro a la compañera de Grace, con una maleta en la mano.
—¡Su alteza!
—Lia ¿No?
Ella hace una reverencia, la cual detengo.
—¿Sabes donde esta Grace?—Intento ver detrás de ella.
—Príncipe—Me señala sus pertenencia.—Es fin de semana.
Respiro tranquilo, lo había olvidado.
—Tengo permiso asi que hoy saldré también.—Ella medio sonríe, emocionada.
Asiento.—Disfruta tu descanso.
Me responde con un gesto y paso a retirarme, regreso a mi habitación no antes de pasar por los jardines y pedir a uno de los guardias que me prepare un caballo, tomo el baño y bajo a desayunar, cruzándome con mi hermana, quien va de salida.
—Alexandra.
Se detiene.
—Iré al pueblo.. ¿No quieres que te lleve?
Sus ojos se agrandan.
—¿Desde cuando empezaste a ir?
—¿Es tan malo que me interese por mi gente, hermana?
—Malo no, raro si.—Sonríe.—Hoy no, Gael, pero gracias.
Ella se retira y termino de comer solo, salgo al jardín y me acerco al caballo que esta esperando por mi, pero antes de subir...
—¡Su alteza!
La voz de la ama de llaves me detiene, me vuelvo hacia Luz y me pide que la siga por ordenes de mi padre, camino detrás de ella hacia el salón y se detiene en el arco de entrada, Luz hace una reverencia hacia mi padre y la sorpresa llega a mi cuando veo que no esta solo.
Hay dos damas con el, dos damas a las que conozco muy bien.
—Gael, por favor acércate.—Pide mi padre y eso hago.—Es un honor para mi presentarte formalmente a ...
—La princesa Elina de Damaria.—Termino yo mirando a la joven.
La mujer más joven se inclina.—Su majestad, es un placer.
—El placer es todo mío, princesa.—Me inclino a tomar su mano y sus mejillas se llenan de color.
Deposito un beso en esa mano y la dejo ir, hago lo mismo con la reina que lo acompaña.
—Reina.
Ella me devuelve la reverencia y se fija en mi atuendo, la capa y los guantes.
—Ohh ¿Iba de salida?—Pregunta nerviosa.—Lamentamos la interrupción.
—No hay interrupción.—Interviene mi padre.—¿No es asi, hijo mío?
Trago saliva.—No, no lo hay.
—¿A que debemos el honor de su visita?
—Mi hija...—Ella vuelve a presentarla, miro a mi padre, quien luce calmado.—Deseaba conocerlo, su alteza.
Miro a mi padre y el asiente, comprendo y la noticia no me sorprende, y aunque no deja de incomodarme trato de ser amable con la princesa.
Una esposa, la mujer que me estará a mi lado durante mi reinado, es algo de lo que ningún rey puede escapar.
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