16

Grace:

Camino moviéndome frente al príncipe y el sigue mis pasos dejando un espacio entre nosotros, ni siquiera pensé en porque acepte esta condición, pero solo debo ...

—Dijiste solo debo tocarte ¿No?

—O rendirte ahora y decir que sí.

Sonríe y yo también lo hago, levanto el sable como él lo hace junta ambas "armas" y es el primero en dar un movimiento, logrando que retroceda.

—Empiezo a creer que te dejaras ganar.

Frunzo el ceño y me lanzo a atacar, causando una risa salir de sus labios, el príncipe esquivo cada uno de ellos con el sable y me hace retroceder otra vez, mis manos las levanto cuando la punta del sable me roza el rostro.

Trago saliva y la mirada de Gael baja, ubica los ojos en mis labios y luego en mi cuello, el sable baja con él y contornea la curva de mis senos, sonrojándome, la punta presiona a la altura de mi vientre y baja hasta mis muslos, el vuelve a sonreírme y hace ingresar el sable dentro de mi falda, choca contra mi piel y me ruboriza más cuando sube con ayuda de este descubriendo mi piel.

Reacciono y agarrando el mango del sable, aparto el suyo inútilmente, ya que lo que hace es retroceder.

—De tener filo ya estarías desnuda frente a mí.

Después de tomar su comentario como distracción, intento atacar, pero sigue esquivando y se quita de en medio, moviéndose hacia la izquierda, un piquete me golpea el trasero y me vuelvo hacia él.

El vuelve a reír.

—Sí, creo que quieres que gane.

—No será así, su alteza.

Me mira y nuestras armas chocan, lo hago retroceder y una sonrisa forma mi rostro mientras lo ataco, Gael retrocede confuso, pero me descuido sin anticipar sus oportunidades y de un momento me voy directo a atacarlo y al otro, me ha sujetado la muñeca, colocándose detrás de mí.

—Perdiste. —Susurra sobre mi oído.

El sable cae de mis manos por la fuerza que ejerce en mi muñeca con una mientras el otro brazo rodea mi cuello y llevo las manos al lugar, la fuerza disminuye y termina quitando el brazo.

Me giro hacia él, su sable cae y su boca va directo a la mía, me besa demostrando el deseo que siente, me aprieta contra su cuerpo y quedo atrapada en sus besos y brazos, mientras busco aire para respirar.

—Gane.

Jadeante, lo miro a los ojos.—Eso parece. —Y nuestros labios vuelven a unirse.



(***)



—Elige un lugar. —Me pide cuando salimos del salón de sus entrenamientos, caminamos por el jardín hasta entrar al palacio.

—¿No es de caballeros invitar?

Se ríe. —Puedo hacerlo, pero deseo saber que prefieres en una cita.

Hace tiempo que no tengo el placer de asistir a una...

—Caballos.

—¿Caballos? —Se detiene cuando llegamos al palacio.

—Quiero cabalgar. —Aclaro, es mejor si no nos ven juntos.

—De acuerdo, esta tarde —Menciona. —Contare cada segundo.

Suspiro cuando llegamos al palacio, me quedo en el jardín procesando todo.



(***)



—Puntual.

—Digo lo mismo.

Hay dos caballos fuera del palacio, esperando por ambos.

—¿Me permites? —Pide extendiendo su mano, la que tomo y me ayuda a subir al animal.

El sube también y ambos nos sujetamos a las riendas, sin embargo cuando vamos a ponerlos a andar, la ama de llaves nos interrumpe.

—Su majestad... —Carraspea.—¿A donde va?

—Daré una vuelta en el caballo y quiero que Grace me acompañe.

—¿Grace?—Me mira, sorprendida de que me llamara por mi nombre, tal vez.

Ella junta ambas manos.

—Me sentiría más segura si no sale solo.

—Tranquila, será un pequeño paseo a los alrededores, no pisaremos terrenos como Tierra quebrada.

—Príncipe...

—Tampoco tocare los muros, lo prometo ¿Te sientes más tranquila ahora?

Pasa saliva y pone los ojos en mí.

—Niña, estas a cargo, vigila al príncipe.

—Lo hare.

El empieza a marchar y yo lo sigo.



(***)



Cierro los ojos cuando nos adentramos en el camino de los bosques, los enormes árboles que nos superan en edad, cubren el cielo y el aire que corre da una paz absoluta, junto a los sonidos de la naturaleza.

Cierro los ojos por un momento.

—No estamos alejando mucho, no deberíamos. —Le recuerdo al príncipe.

—Ya casi llegamos. —Asegura.

—¡Princi...

Pero ya echó a andar el cabello, maldigo y corro detrás de él, lo pierdo por un momento y atravieso el bosque quedando maravillada con lo que hay detrás.

Un bello prado verdoso y vivo.

—Aquí. —Me llama el príncipe y me giro siguiendo su voz, ata la cuerda del caballo debajo de la sombra de un árbol y yo me bajo, tirando del mío.

Acaricio al pequeño y el príncipe me extiende la mano, la que observo sin saber si tomar o no.

—En algún momento pensaba traerte, pero ya que deseabas salir a explorar.

Tomo su mano y camino hacia el prado con él.

—¿Cómo encontraste este lugar tan...

—Mi madre. —Hace una pausa. —Solía traernos a mí y a Alexandra. —Encoge los hombros. —Supongo que eso alimento las ganas de escapar siempre.

Me volteo a ver el muro que se ve a la distancia.

—Eso es...

—Tranquila. —Me pide sentarnos sobre el pasto verde y lo hago. —Estamos lejos de su territorio, solo es el muro.

Observo que nuestras manos siguen juntas y suelto la suya.

—¿Qué crees que realmente haya detrás? —Interrogo algo que siempre he deseado saber.

—¿Salvajes? Es así como los llaman.

—Protegen su hogar, todos reaccionaríamos igual. No quieren ser doblegados y tener un rey que los guie.

—Siempre hay un líder, sería lo mismo. —Suspira. —Al menos no crees en los cuentos sobrenaturales.

—¿Quién dice que no?

Se ríe y yo también.

—Por el momento seguirá siendo un misterio.

Nos quedamos en silencio apreciando el muro, hasta que su mirada voltea a la mía.

—¿Qué? —Una sonrisa curva mis labios.

—¿Cómo lo haces?

—¿Hacer qué?

—Cada vez que te veo me resultas más deslumbrante que la última vez.

—¿Esas frases les funcionan a los príncipes?

—A veces.

—Con razón.

Me observa confuso.

—Tendrás que usar otro método conmigo, aplicar halagos no funcionan..

—¿Y ser directo?

La pregunta queda atorada sobre mi boca cuando sus labios tocan los míos.

Me toma del rostro y sella nuestros besos, su boca me devora y mi respiración se vuelve agitada.

—Ya lo hiciste antes, no era necesario...el cumplido.—Digo agitada.

—Quería decirlo... porque lo eres. —Me promete sobre los labios y sus ojos me miran con ilusión. —Grace, eres deslumbrante.

Le tomo el rostro y soy yo quien da ese paso.

Lo beso con anhelo y no encuentro el momento exacto cuando ya está sobre mí con las manos nada quietas, su tacto es firme, como si deseara que no solo me perdiera en su boca, sino que sintiera esas manos tocándome con muchas ganas, despego la boca de la suya cuando esos dedos me rozan los pechos y lo miro a los ojos.

Me desea...

Y yo lo deseo también.

—¿Qué quieres de mí?

—Ahora mismo quiero cumplir una de mis fantasías contigo. —Introduce la mano dentro de mi falda y me toca la entrepierna. —¿Me dejas cumplirla, Grace?

—Gael...

Recibo su beso y sus manos proceden a desvestirme, mi interior se moja y las prendas quedan medio abiertas, liberando lo necesario para él, Gael se coloca entre mis piernas y su boca me besa los muslos, los nervios se apoderan de mi estómago y miro a ambos lados temerosa de ser la exhibición de alguien.

Pero no hay nadie cerca y empiezo a relajarme a menudo de que comprendo que estamos solos y por los movimientos que ejerce, no solo de su boca comiendo mi centro, sino sus manos jugueteando con mis pechos erectos.

—Dios mío...

Me retuerzo deseando más de esa sensación deliciosa y calurosa ... deseando más de el. 

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