Capítulo Tres



Al parecer, el día de hoy, resulto ser de que soy el único que saber nadar en mi salón, así que la profesora me pidió de que la ayudase enseñándole a los demás, de inmediato accedí a ayudarla, ya que podría tomar ventaja de ello e ir acercándome a alguien para poder tener una amistad.

Pero no fue así.

Al terminar la clase de natación, no parecía que nadie quería ser mi amigo, es más, todos creían que andaba presumiendo algo que los demás no podían y que ya andaba de sobón con la profesora, no me gusto para nada que creyeran eso, pero no podía hacer nada al respecto.

Hoy, todo el camino a casa me siguió un perrito, era muy bonito para ser de la calle, capaz a alguien se le perdió. Al llegar, tuve que cerrarle la puerta y dejarlo afuera, no podía hacerlo pasar, si estuviera en mi anterior casa, tal vez me lo hubiese quedado, pero vivo en un apartamento muy chico como para quedármelo, además, a mi tía no le hubiese gustado la idea.

Lo siento, adiós perrito.

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