Dolor inolvidable,

recuerdos grabados,

aquellos días juntos

a fuego inapacible

en mi mente y

mi corazón y

el día de la pérdida

más triste y deprimida.

Primero aquella gata

que recordé de mayor,

luego el perro que ata

su pérdida al miedo

hacía los caninos a mi corazón.

A los seis la gata que leche

siempre bebía se fue, aún puedo

su voz escuchar en mis recuerdos.

Y cuando pensé que había acabado

mi dolor aumentó, más lágrimas habían llegado,

se había ido aquel que tanto quería

yo, aún pequeña, a mi lado lo quería.

Ni un año pasó y a mi abuela perdí,

si a penas la veía y él me la arrebató,

luego vino una calma, con dolor decidí

que seguiría con ellos, en mi corazón, se ató

un dolor mayor al ver que sólo yo sufría.

Tres años para sentir las lágrimas

volver, quería pasar más

tiempo a su lado, aquel sentimiento

de dolor por mi tío que aún siento,

que conmigo lo llevo y sus días, que aún ahora con ellos

muertos recuerdo y cuido en mi alma dolida.