## extra 04
"Creo que quiero terminar".
Bueno. Mierda.
Jeongguk no pensó que su relación duraría tan poco y tampoco estaba muy al día en cuanto a por qué estaba sucediendo. Esto. Su ruptura.
Pero los ojos de Jimin lo decían todo, incluso cuando las palabras fueron difíciles de pronunciar.
Demasiadas heridas del pasado, demasiado que faltaba por sanar y que requería tiempo para ello. Jeongguk debió haber previsto aquel desenlace, tras la decisión de Jimin de buscar ayuda profesional, asistir a terapia, confirmar su primera sesión.
No había querido verlo como lo que realmente era. Jeongguk simplemente necesitaba creer que ellos podían superarlo todo, aunque fuese casi imposible de lograr. Finalmente lo que habían construido, se estaba lentamente desmoronando, como una torre de naipes.
Mentiría al fingir que estaba bien con ello, que no le dolía muy adentro. Ellos habían pasado por mucho para llegar aquí. Jeongguk había tenido que desprenderse de un amor arraigado por tantos años y Jimin había tenido que confiar en él, pese al gran secreto que había estado escondiendo. ¿Había sido ingenuo pensar que desde aquel momento todo estaría bien? Que ellos podrían manejarlo, para que todo estuviese bien.
Los dedos de Jimin se entrelazaron con los de Jeongguk sobre la superficie de la mesa, como un cariño, un recuerdo, de lo que habían sido y podrían ser.
Pero Jeongguk estaba lejos de permitir que lo suyo se rompiera, no estaba en sus planes, él simplemente... no podía dejar que acabara de esta manera, no tan abruptamente. Ellos se querían ¿no? Eso era suficiente para tratar.
Podían tomarse un tiempo, un break, para despejarse la mente y el corazón, con tal de saber que estarían juntos al final del camino.
Mas la sonrisa de Jimin fue dolorosa de ver, a la vez que le explicaba en susurros, que aquello no era lo que ambos necesitaban.
"¿Y si me toma toda la vida?"
"Te voy a esperar toda la vida" respondió Jeongguk, sin perderse un latido. Jimin rió bajo, afianzando su agarre en la mano del pelinegro, como si a él también le costase trabajo dejarlo ir.
"¿Y si no quiero recuperar lo nuestro?"
Las lágrimas le ardían los ojos, y ni siquiera se había percatado del momento exacto en el que comenzaron a brotar. Jeongguk apartó la mano de la de Jimin para limpiarse los ojos, sintiéndose muy torpe y patético.
¿Es que ellos no lo valían? ¿Es que lo de ellos nunca fue algo... que Jimin considerase perduradero? Entendía que eran jóvenes, pero Jeongguk jamás se había sentido así antes, ni siquiera con Taehyung. ¿Volver era acaso un pensamiento tan... absurdo?
Apenas podía recordar sus últimas palabras antes de levantarse con la poca dignidad que le quedaba y retirarse del local. "Sí. Bueno. Que te vaya bien". Jeongguk no podía recordar si su voz había salido tan inestable como él se sentía, esperaba que no.
Él de verdad había tenido la intención de apoyarle, de felicitarlo por ser tan valiente y comenzar terapia. Pero...
Pero... Joder. Odiaba esto.
Si fuese una persona racional sería mucho más sencillo. Jeongguk no estaría en su habitación, mirando el techo, por tres horas seguidas, preguntándose si estaba siendo muy egoísta por sentirse herido.
"¿Y si no quiero recuperar lo nuestro?"
Vete a la mierda, pensó, cerrando los ojos y aguantando el maldito nudo en su garganta. Si no quería recuperar lo suyo, entonces a la mierda todo. ¿No?
Porque al final eso le dejaba en claro a Jeongguk que no estaba terminando esto por su terapia. Si fuera por eso, él no estaría diciéndole que no deseaba tener nada con él nunca más. Jeongguk no estaba siendo egoísta. Jimin lo era, por no importarle su relación, por usar una excusa de mierda para justificar su ruptura.
El teléfono sonó sobre su mesita de noche, y reconocía a la perfección la melodía, porque era específicamente para esa persona que no se sentía de ánimos para mencionar. Se la había configurado a su contacto, para reconocer sus llamadas incluso a la distancia, y al castaño le había agradado la idea.
Ahora Jeongguk solamente quería poner el jodido teléfono en mute y luego hundirse en montañas de papas fritas y cerveza.
—¿Qué? —respondió, tajante y frotándose los ojos por las lágrimas. Él no se consideraba llorón, en realidad. Estaba seguro de que no había llorado así en muchos años, desde la muerte de su hermana, o desde que enfrentó a su madre.
—Lo siento.
—Ya, te perdono. Adiós.
—Jeongguk...
—Si no querías continuar con esto, pudiste haberlo dicho antes, ¿sabías? Sé que metí la pata en el pasado, pero yo de verdad te quiero y tú- Mierda —se quejó, notando que las lágrimas amenazaban otra vez—. No soporto esto.
—¿Podemos... hablar?
—Ya hablamos y te expresaste muy bien. Ahora si no te importa, tengo que hacer una tarea.
—Sé que dije cosas... dolorosas. Pero yo... no lo dije bien.
—No, fuiste muy claro. A la mierda lo nuestro ¿no?
No le dio tiempo de responder. Jeongguk colgó la llamada, tirando el teléfono a quién-sabe-dónde, mientras recogía el control remoto de su velador. La tele estaba dando programas que en otros momentos le hubiesen resultado divertidos. Ahora su mente estaba en blanco, incapaz de enfocarse en otra cosa que no fuese...
El timbre.
Jeongguk frunció el ceño, girándose rápidamente hacia la entrada. No había manera de que... ¿Por qué Jimin habría ido hasta allá? Era ridículo. Jeongguk se levantó de su cama, caminando descalzo hasta la puerta, aún sin creer que fuese realmente el castaño. Pero las sospechas se difuminaron cuando la abrió y unos ojitos almendra le saludaron desde el otro extremo.
—¿Qué demonios?
—¡De verdad lo siento! —lloriqueó Jimin abalanzándose sobre Jeongguk. Sus brazos rodearon su cuello—. Perdón, perdón, perdón. No quería herirte. Lo último que quería hacer era herirte...
—Jimin...
—¡Déjame explicar!
—¿Me llamaste desde aquí?
—Sí. Por favor, escuchame... por favor.
Jeongguk suspiró hondo, alejándose de Jimin y doliéndole el hacerlo. Cuando enfocó su mirada en el castaño, él le observaba pendiente e impaciente, como un cachorro. Jeongguk jamás podía resistir esos ojos de cachorrito. Maldito seas.
—Está bien.
Tomaron asiento en el sofá de su sala de estar, con un espacio muy respetuoso entre ambos.
—¿Y bien?
—Te quiero —soltó Jimin de golpe. El corazón de Jeongguk hizo cosas raras en su pecho, porque al parecer, su cuerpo reaccionaba a cualquier palabra que Jimin dijera.
—Yo también te quiero —dijo en respuesta. Joder. ¿No que habían terminado? Bueno. Daba igual. Jeongguk estaría mintiendo si decía lo contrario. Jimin inhaló hondo, como si estuviese asimilando lo que estaba a punto de decir.
—Ese es... parte del problema.
Jeongguk arqueó una ceja. —¿El problema es que te quiero?
—N-No, el problema es que... y-yo no siento que es real —El aludido abrió la boca y Jimin sacudió la cabeza para indicarle que guardara silencio—. Es complicado. Y es mi problema, uno que quiero arreglar. Quiero terminar contigo porque... tengo tantos malditos problemas que, no puedo tener una relación normal —la voz de Jimin se rompió un poco y a Jeongguk le dolió escucharlo—. Necesito terapia para sanar, Jeongguk.
—Entiendo, en serio, pero... ¿Por qué dijiste que no querías recuperar lo nuestro? Me quieres, ¿o no?
—Claro que te quiero, te quiero muchísimo, y es por eso que no puedo atarte a mí. Yo no sé cómo será la terapia, no sé qué tan jodido voy a estar por un tiempo, no sé qué va a pasar luego. S-Si no soy capaz de arreglar mi mierda emocional, no quiero regresar, porque... porque te quiero y quiero una relación sana contigo. No algo destructivo que arruinará todo entre nosotros. ¿Entiendes?
—Jimin...
—Necesito liberarte porque no puedes esperar por mí. No quiero que esperes por algo que tal vez nunca tendrás. Quiero que avances, Jeongguk... No quiero que t-te estanques conmigo.
—Jimin —las manos de Jeongguk afirmaron su rostro, obligándole a verle de frente. Sus miradas se encontraron, por primera vez desde que entró a su departamento—. Vas a estar bien. Tu terapia va a salir bien. Lo sé, porque eres fuerte, valiente y la mejor persona que conozco en todo el asqueroso planeta. Si quieres liberarme realmente, entonces déjame esperar por ti. Porque te quiero y sé, Jimin, sé que todo va a estar bien.
Los ojos almendra buscaron en los suyos, por el indicio de alguna mentira, quizá por seguridad para borrar el temor. Sus pupilas temblaron, al igual que su cuerpo, mientras que finalmente sus lágrimas cedían, derramándose sobre sus mejillas en cascadas. Jimin se hizo hacia adelante, acortando la distancia entre ambos, y finalmente aterrizando en el hombro cálido de Jeongguk, con sus dedos frágiles aferrándose a él.
Jeongguk acarició la espalda temblorosa y el cabello sedoso, llenando de besitos pequeños la sien del castaño. Con Jimin deshaciéndose en lágrimas en sus brazos, el corazón de Jeongguk dolía, pero también se sentía irracionalmente completo.
Vas a estar bien, Jimin.
Vamos a estarlo.
Esa noche se había reunido con sus amigos de la universidad en un puesto de ramen, en el este de Seúl.
A Jeongguk siempre le venía bien, un poco de comida y compañía para partirse en risas, al finalizar el periodo de exámenes. Hablar de los profesores a quienes no les tocó anoche porque la segunda pregunta de ese examen fue simplemente imposible de responder.
—¿Sabían que es honor del mayor ranking invitar la ronda de cervezas? —vociferó Jaehyung. Jeongguk reprimió una sonrisa ante los "uhh" del resto, recibiendo un par de palmadas por parte de Baekhyun y Seojoon.
Los chicos guardaron silencio, mirándole a la espera de que finalmente cediera a su burdo intento de convencerlo. Jeongguk se encogió de hombros, una pizca de diversión brillante en sus ojos.
—Yo invito la próxima ronda.
Ellos gritaron, dándole más palmadas y probablemente dejándole un par de moretones en los brazos y en la espalda. Jeongguk rió, bebiendo un sorbo de su cerveza, mientras más botellas venían en su camino.
El ruidoso puesto de ramen se tornó silencioso cuando Jae golpeó repetidas veces la mesa, para llamar la atención del resto.
—Basta, basta. Antes de que sigamos necesito saber algo —Jeongguk frunció el ceño al percatarse de que Jae le estaba mirando específicamente a él—. ¿Qué te traes con Yongsun?
Nuevamente, el local se llenó de "oh"s y "uhh"s como si hubiese un dato revelador, por algún motivo. Seojoon le dio un codazo en las costillas y Baekhyun le alzó las cejas de forma sugerente.
Jeongguk sacudió la cabeza, llevándose la cerveza otra vez a los labios. —Sólo soy su tutor.
—¡Ah! ¡Enséñame tus técnicas, tutor! —se burló Jae en un tono provocativo, que hizo reír al resto. Jeongguk volcó los ojos, esperando que la panda de ridículos se tranquilizara, pero aparentemente Jeongguk era el payaso en el circo esa noche, fuente de entretenimiento. ¿Debería comenzar a cobrar?
—Hey —le llamó Seojoon en voz baja. Jeongguk se inclinó hacia él—. Yongsun me dijo que le interesas. ¿De verdad no quieres intentar con ella? Una cita, no sé.
—Sabes que estoy ocupado.
—Dices ocupado —objetó Seojoon, con desconcierto—. Pero no tienes novia ¿o sí? ¿Tiene esto que ver con tu ex?
Suspiró hondo. —Supongo que sí.
—No digo que lo superes de la noche a la mañana, pero ¿seis meses? Vamos —sonrió Seojoon comprensivo, acariciando fraternalmente la espalda de su amigo—. Una cita no le hace daño a nadie.
—¿Por qué mejor tú no te consigues una cita? —le molestó, en voz lo suficientemente alta como para atraer a Jae a la conversación.
—¿Alguien ha dicho que nuestro Joonie tiene novia? —canturreó sonsacando un par de risas. Seojoon hizo un mohín, insistiendo en que no tenía tiempo para salir, que debía cuidar a su abuela y atender la florería los fines de semanas.
Otra porción de ramen y los chismes de Jae sobre la profesora de derecho tributario, fue la despedida antes de partir cada uno por su respectivo camino. Seojoon le acompañó por un par de estaciones, pero bifurcaron eventualmente.
Se adentró a su departamento y tiró su mochila al suelo, con la decisión de preocuparse de eso por la mañana. Se sentía muy mareado todavía. Cuando iba atravesando la cocina, su teléfono vibró en su bolsillo, una sonrisa apareciendo en su rostro al saber automáticamente de quién se trataba.
Jimin:
Hoy día comí ramen con SeokJin
y estaba riquísimo. Creo que estoy
muerto y este es el cielo.
Tucáncito:
Bobo... Yo comí ramen también.
Jimin:
Awww estamos conectados.
Tucáncito:
Por supuesto, practiqué mi
telepatía últimamente.
Jimin:
Será por eso que siempre estás
en mi cabeza???
Jungkook tragó saliva, sonrojado ridículamente.
Tucáncito:
Anda a dormir
Jimin:
Buuu
Bloqueó el teléfono y se dejó caer sobre la cama. La memoria de Jimin danzando en su mente, como todas las noches, más en las que no podía conciliar el sueño.
No se habían visto mucho últimamente. Habían acordado ser amigos, o algo así, si es que amigos significaba que su corazón latiese como loco cada vez que se veían. Jimin no hablaba mucho sobre su terapia, pero le comentaba de tanto, que iba bien, que no eran tan desastroso como había pensado, que él sentía que a veces avanzaba y a veces retrocedía, pero que al final de eso se trataba sanar.
Le cambió el nombre de contacto por la salud de su propio corazón, porque leer su mote romántico le hacía recordar mucho el pasado. Además Jae era un metiche, leer "bebé" en su teléfono a pesar de que había dicho que acababa de pasar por una ruptura, definitivamente le haría flipar.
Un par de horas más tarde, Jeongguk se sentó en su ventana, observando la luna llena y sintiéndose bobo por estar viéndola. Jimin no era de sentarse a observar la luna; quizá trataría de alcanzarla.
Lo extrañaba. Un poco demasiado. A veces se tornaba insoportable, pero no había mucho que hacer al respecto, excepto esperar.
Aunque en este caso realmente estaba odiando lo de esperar. ¿Desde cuándo ser amigos significaba que no se podían dar besitos? Qué falta de respeto.
Jimin:
Podemos vernos mañana?
Tucáncito:
Estoy libre
La mañana siguiente llegó despacio y Jimin planteó la idea de reunirse a la hora de almuerzo, en su departamento.
No se quería ilusionar. Jimin no le había invitado a su departamento desde que terminaron, siempre encontrándose en espacios públicos, como cafeterías, tiendas o parques cerca de la facultad. Su departamento se había convertido en algo demasiado íntimo, durante esos seis meses separados.
Jeongguk compró una tarta para ser cortés. Se vistió con una camisa blanca y pantalones negros; como si estuviera intentando verse guapo pero no demasiado. Un look fresco —según wikihow—. Lustró sus zapatos, incluso. Joder. ¿Estaba de verdad tan nervioso?
Llegó media hora antes y no sabía si entrar o quedarse en la calle hasta que fuese la hora.
Dio un par de vueltas alrededor, sintiéndose extraviado. Es que no quería parecer desesperado... Entonces, ¿qué tal si Jimin se asustaba? Necesitaba darle su espacio, su tiemp-
—¿Te perdiste?
El pelinegro se sobresaltó, reconociendo instantáneamente la voz de Jimin a sus espaldas.
Le veía con una sonrisa divertida desde las escaleras de la entrada del edificio. Muy entretenido, por la imagen de Jeongguk deambulando de un lado a otro.
—Y-Yo no... No, es decir...
Jimin bajó de una a una las escaleras, hasta alcanzar la calle. Jeongguk no pudo evitar detenerse en su sonrisa, que era tan bonita, tan suave, tan besable... No. Jeongguk. Basta.
—¿Qué traes ahí? —dijo el castaño curioso. Se acercó a Jungkook para quitarle la bolsa de las manos y espiar qué llevaba adentro—. ¿Una caja? Ah. ¿Comida? Espero que sea langosta a la mantequilla, mon chéri, o estaré muy decepcionado.
El corazón de Jeongguk se detuvo tras un latido. Demasiados recuerdos, demasiada añoranza y demasiada nostalgia, retumbando en su pecho. Jeongguk notó el suéter café que caía sobre uno de sus hombros; ese que había utilizado para el parque de diversiones, cuando lo besó en la noria.
—Jimin...
—Sé que ha pasado mucho tiempo... y lo siento, de verdad —se disculpó entrelazando su mano con la del pelinegro—. Has sido muy paciente conmigo.
Jeongguk le miró, sin aliento, sin poder aterrizar.
—La terapia no ha finalizado todavía, pero... todo se siente diferente. Y estoy tan feliz, Jeongguk, porque realmente siento que he avanzado, que he sanado.
Jeongguk asintió, con una expresión perpleja adornando su bonita cara. Jimin sintió el cariño desbordante nuevamente embargarlo, todo otra vez cayendo en cascadas desde su interior.
—Te quiero muchísimo y... no sé, m-me preguntaba si te gustaría, ya sabes... salir alguna vez —coqueteó con el rostro ardiendo. El rubor en sus mejillas empeoró cuando no recibió respuesta inmediata de Jeongguk—. Está bien si no es lo que quieres, no voy a-
Unos labios cálidos y familiares se estamparon contra los suyos. Suaves. Tiernos. Que le hacían perder la razón, con un solo toque de ellos. Jimin se fundió contra Jeongguk. Se derritió igual que el caramelo. Disfrutando lo que era recibir nuevamente, tras largos y eternos meses, un beso de esos con sabor a felicidad.
—Te amo —murmuró Jeongguk sobre su boca, sus brazos envolviendo el cuerpo de Jimin, sin planear soltarlo en lo que restaba de su vida.
Jimin parpadeó, una expresión sorprendida, que lentamente se transformó en una de genuina y pura alegría. Una sonrisa deslumbrante tiró de sus labios, con constelaciones brillando en sus ojos y rosas brotando en sus mejillas.
—Yo también te amo —pronunció en un susurro, en un secreto para Jeongguk únicamente. Sintiéndolo muy en serio, adentro y a flor de piel. Por primera vez sin temor de decirlo, de expresar sus propios sentimientos.
Jeongguk suspiró tranquilo, dejándose embriagar por la proximidad de Jimin. —Y te extrañé horrores.
—¡Yo también te extrañé horrores! Huuuh... Además se te quedó tu polera fea, me vi obligado a usarla todas las noches para dormir.
—Aw, eres... ¿Como que fea?
—Mira, te amo y todo, pero mentirte jamás.
—Tal vez deberíamos comprarte una igual...
—Ay, no.
—Y así tenemos poleras de pareja.
—¿Es esa tu horrible forma de pedirme noviazgo? ¿Una camiseta de "wot in tarnation"?
—No me digas que no te enamora.
(☕) nota: ¡muchísimas
gracias a todos por leer!
los amo mucho. ㅠㅠ♡
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