Capítulo 9: Neblina de Confusión

16 de Mayo de 2021 10:49 am, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

La llegada de su nuevo auto exportado, se sumó a la lista de buenas noticias de la semana. Un Porsche GT3 RS de color negro y con modificaciones, la esperaba aparcado afuera. El esperado automóvil había arribado a la ciudad italiana después de pasar algunas complicaciones en su traslado, pero cada minuto invertido en la coordinación había valido por completo la pena. Ella no fue la única que salió a admirar el vehículo, también estaba Dmitry ahí, participando activamente en una conversación sobre las modificaciones y especificaciones que el auto tenía.

—¿Van a venir a desayunar? —cuestionó Carina con los brazos cruzados al lado de Aysel desde la puerta principal de la casa.

Robbins miraba a su novio con una mirada seria que Dmitry interpretó al instante y caminó en su dirección. Los dos no tardaron en dirigirse al comedor dónde el resto de los residentes tomaba asiento alrededor de la alargada mesa.

—Valió la pena discutir con medio mundo para traerlo aquí —comentó Lilith caminando hacia Aysel sin dejar de ver el auto.

—Pensé que le arrancarías la cabeza al encargado de transportarlo si no llegaba a tiempo.

—Y lo hubiera hecho si no me hubieras mantenido distraída estos días —una mirada coqueta se posó en sus pupilas mientras sus manos iban directo a la cintura de su novia—. No me molestaría tener distracciones así más seguido.

—Tal vez lo haga —Aysel sonrió de forma ladina.

Sus rostros estaban a centímetros de tocarse cuando el ímpetu de un beso apareció con toda naturalidad y sincronía entre ellas. Era curioso pensar que en el pasado una acción así suponía un esfuerzo inmenso y ahora se ha convertido en algo constante sin dejar de ser especial. Y ese beso hubiera sido igual de especial si no hubiera sido por la interrupción que causó Dasha.

(Conversación en inglés).

¿Van a venir a desayunar con nosotros? —habló sonoramente—. Las estamos esperando.

Sí, en un momento vamos —contestó Romanov con naturalidad.

En realidad, yo tengo que hacer unas compras, pero regresaré en unas horas —contestó Aysel—. No creo tardar mucho.

¿No vas a quedarte a desayunar? —cuestionó Lilith mirándola.

No tengo mucho apetito en este momento y me vendría bien ir conociendo la ciudad. Así que probaré el transporte de aquí o tomaré un taxi —contestó, ignorando por completo que Dasha seguía ahí.

¿Por qué no te llevas mi auto? —ofreció Lilith—. Sirve que le das una vuelta y llegas más rápido.

Yo podría acompañarte —añadió Dasha antes de que Ferrara respondiera—. Supongo que vas a necesitar ayuda y yo tampoco tengo mucho apetito, además, nos vendría bien convivir a solas, no nos conocemos mucho.

Ferrara reprimió una expresión de disgusto con tal velocidad, que Lilith ni siquiera se dio cuenta de ella, pero era evidente que estaba incómoda con la idea de que Volkov la acompañara.

Creo que Aysel puede ir sola —habló Romanov en su favor, notando algo raro en la situación. Volteó a ver a su novia que tenía una expresión dudosa en su rostro—. ¿Cierto?

Ferrara dudó sobre su respuesta, fácilmente podría confirmar lo que dijo su prometida e irse sola, pero aún se sentía culpable por los motivos de su hospitalidad, por lo que no fue capaz de negarse.

Me vendría bien un poco de compañía —dijo tratando de mostrarse segura ante su comentario.

¿Segura? —Lilith dudó.

—Sí, claro —confirmó con un asentimiento. Dasha rápidamente se retiró al interior de la casa para ir en busca de su celular y las pertenencias que llevaría consigo.

Lilith aprovechó la ausencia de su amiga para explicarle a Aysel algunas de las especificaciones del vehículo y botones del turbo que por nada del mundo debía tocar si no se encontraba en una vía libre y amplia para que el funcionamiento fuera el óptimo.

—Sé que eres una conductora responsable por no decir que eres lenta, pero aun así, recuerda no tocar el botón junto a la palanca que tiene luces de colores —explicó—. Tiene seguro, pero una advertencia no está de más.

—Estoy dudando sobre que el conducir un auto de medio millón de euros sea una buena idea —comentó Aysel con los brazos cruzados.

—No creo que te pase nada —aseguró Lilith—. Solo maneja con cuidado.

La rubia no se veía para nada preocupada, mientras Aysel se veía indecisa y mordía ligeramente su labio de preocupación. Lilith avanzó hacia ella y abrió la puerta del conductor indicándole con un gesto de mano que subiera, encendió el auto y cerró la puerta recargándose en ella un momento. Aysel se veía nerviosa sosteniendo el volante y admirando los detalles interiores.

—Llama si necesitas algo o si se te olvida cómo manejar un deportivo —bromeó Lilith.

—Muy graciosa —Ferrara entrecerró sus ojos al hacer contacto visual.

—Hablo en serio —repitió Romanov con un tono más serio—. Llama si necesitas algo.

Aysel se despidió de ella con un corto beso antes de que Dasha volviera a aparecer para interrumpirlas. Desde el momento en que Volkov subió al auto, supo que iba a hacer el viaje más largo de toda su vida. Lilith las observó desde la puerta principal de la casa, Aysel arrancó y dejó atrás a su prometida mientras pensaba en toda la paciencia que necesitaría para soportar a Dasha.

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16 de Mayo de 2021 11:17 am, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

No se equivocaba cuando afirmó en su mente que Volkov iba a ser una molestia. Los últimos 20 minutos se la había pasado reprendiéndola cada vez que tocaba algún botón del auto o agarraba alguno de los objetos personales de Lilith que, aunque no eran muchos los que estaban en el auto, sí eran importantes para su prometida a la que no le gustaba en lo absoluto que movieran las cosas de su lugar o las usaran sin su permiso.

Sumado a esto, Dasha no se callaba ni un minuto. Alardeaba continuamente acerca de las anécdotas que Lilith y ella compartían desde su juventud en Rusia. La veracidad de los relatos que la chica contaba como hechos, era dudosa, por ello Ferrara trataba de no ponerle tanta atención y simplemente ignorarla manteniendo su vista en el camino, siendo consciente del tipo de auto que estaba manejando.

Tal vez Aysel estaba pagando con ese viaje en auto todos los pecados de su vida, porque no encontraba otra explicación para el nivel de fastidio que estaba experimentando al lado de la persona que más le desagradaba de todo el mundo.

(Conversación en inglés).

Las cosas hubieran sido diferentes si Lilith se hubiera quedado en Rusia —comentó.

No lo son. Guarda silencio, por favor —pidió de forma cortés, pero siguió hablando.

Yo hubiera tomado tu lugar, Ferrara —el veneno salió de su boca—. A diferencia de ti, yo le agrado a los padres de Lilith y ellos hubieran estado felices de verla con alguien como yo.

Respeto mucho a sus padres, pero no me importa lo que ellos piensen de nuestra relación. Me voy a casar con su hija, no con ellos —contestó tratando de sonar neutral a pesar de que en su interior se estaba gestando una bomba de tiempo que podría explotar en cualquier momento.

¿Estás segura de que Lilith quiere casarse con alguien como tú? —preguntó Dasha mirándola de arriba abajo con cierto desprecio—. Hasta yo podría ser un mejor partido que tú.

—Deja de hacerte fantasías sin sentido en tu cabeza, no te llevarán a ningún lugar —es la primera vez que hablaban tanto y Volkov resultaba ser más fastidiosa con el paso de cada minuto.

Pareció guardar silencio un momento. Aysel agradeció infinitamente esos minutos de paz en los que se concentró en el camino y las estrechas calles que ponían en riesgo la integridad del auto deportivo de lujo de Lilith.

Ya deberías de saberlo, Aysel —la voz de la chica a su lado sonó suave mientras veía los múltiples botones ubicados en la zona de la palanca de velocidades—. Tú mejor que nadie.

Dasha volteó a verla, pero Ferrara solo la miró de reojo.

Un anillo únicamente es un objeto, no representa la fidelidad pura —habló tranquila—. Tu padre es el mejor ejemplo de ello.

Esas palabras afectaron su memoria. Una ola de recuerdos golpearon su mente. Volvió a sentir la decepción de su madre, su enojo y la tristeza de saber que su familia estaba destruida, al igual que la imperfecta ilusión que creó Leonardo. Fragmentos de imágenes borrosas y ruidos difusos la atormentaron. Su mente quedó tan nublada que no notó el impulso inconsciente de su cuerpo por apretar el volante para no explotar en ese momento, pero su descuido produjo más que eso. Volkov se dejó llevar por su curiosidad y lo llamativo que era el botón de colores cubierto con una protección plástica, lo presionó para ver qué función tenía y cuando lo hizo, el auto alcanzó una velocidad mayor en cuestión de segundos.

Ferrara salió obligatoriamente de su shock para centrarse en el control del auto y desviar su curso hacia la izquierda cuando este estaba por estamparse junto con otro. El impacto las sacudió unos segundos, su cuerpo se heló y una descarga eléctrica recorrió su columna vertebral mientras su pulso aumentaba hasta el punto que podía sentir sus latidos en su pecho por la ansiedad que la invadió. Fue entonces que se dio cuenta de que había chocado.

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16 de Mayo de 2021 11:27 am, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Todo a su alrededor se sentía irreal, desde las personas observando la escena hasta Dasha alterada a su lado insultándola con palabras que no conocía y que no entendía. Por inercia, abrió la puerta del auto y bajó de él sin tambalearse, como si no hubiera terminado de asociar lo que acaba de pasar. A sus espaldas escuchaba los murmullos de la gente y otros curiosos que evaluaban desde su posición el daño que un auto deportivo como ese podría tener.

Oh dios, acaba de chocar un auto de miles de euros —escuchó un murmullo en italiano a sus espaldas. El comentario la mortificó.

—Lilith va a matarte —habló Dasha bajando del auto en el momento en que ella se acercó a la parte delantera para observar más de cerca como una protección metálica de la calle rompió la luz delantera de su lado y causó otros daños en el cofre—. Ya no querrá casarse contigo por tu estupidez.

—¡¿Te puedes callar por un puto momento?! —Ferrara no era de las personas que acostumbraba a gritar, pero en ese momento tenía demasiado en la cabeza como para seguir soportando a Dasha.

Volkov la miró con temor. Dio un pequeño salto cuando la vio tan exaltada y simplemente regresó al interior del auto para tomar su teléfono y llamar a Lilith. Aysel no sabía cómo iba a explicarle que chocó el auto recién llegado por el que Romanov había esperado tanto. Un nudo se formó en su garganta y los comentarios de Volkov comenzaron a volverse sus pesadillas.

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El trayecto de regreso no fue mejor. La pelinegra estaba completamente mortificada en el asiento junto a Dasha mientras el auto estaba enganchado a una grúa que fue llamada por uno de los locales quien vio el accidente. Aysel no quería volver a manejar el auto y Volkov solo se limitaba a soltar más comentarios mal intencionados que no ayudaban en lo absoluto mientras usaba un collarín y se quejaba de un dolor que era probable que no tenía.

Sus manos estaban heladas y su vista perdida en algún punto del suelo del auto. A cada metro que avanzaban, ella sentía la presión por llegar a casa y poner al tanto a Lilith de lo que había pasado, a pesar de que escuchó a Dasha hablarle por teléfono y explicarle todo entre sollozos que no tuvo oportunidad de detener.

Cruzaron la puerta de la entrada para acercarse hacia la propiedad. Junto a la puerta principal estaban parados Lilith y Dmitry, ambos con expresiones que Aysel no supo descifrar. Respiró profundo y bajó del auto cuando la grúa lo dejó justo en la entrada, pagó el servicio y luego se dio la vuelta para caminar hacia Lilith quien prácticamente corrió hacia ella. En esos instantes esperaba todo, un regaño, gritos, una discusión o algo peor, pero nada de eso llegó.

Romanov la abrazó fuerte dejando de lado a Dasha dramatizando los daños físicos sufridos. Su novia la tomó del rostro y la miró con preocupación, escaneándola de pies a cabeza para comprobar que estaba bien. Ferrara la escuchó hablar, pero no supo lo que dijo hasta que lo repitió.

—Aysel, ¿Estás bien? —su voz estaba cargada de angustia.

—El auto... —las palabras salieron inestables de su boca.

—No importa el auto —contestó—. ¿Tú estás bien?

Probablemente debió confirmar que sí, que ella estaba bien y que lo único dañado era el coche, sin embargo, lo único que hizo fue romper en llanto por la tensión y la ansiedad acumulada en todo su cuerpo. Su novia se preocupó mucho más y volvió a abrazarla, consolándola con suaves caricias en su espalda y bajos murmullos que aseguraban que todo estaba bien y que no tenía por qué preocuparse.

Volkov y sus inseguridades quedaron de lado, al igual que el auto y Dmitry diciendo que solo era un daño no tan significativo. Lo único que Aysel podía sentir, oír y ver era a Lilith llevándola al interior de la casa, ignorando a sus amigos preocupados y al personal que apareció para ayudarla.

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16 de Mayo de 2021 12:03 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Imaginó todo tipo de escenarios cuando recibió la llamada de Dasha para informarle que habían chocado. Volkov sonaba tan alterada llorando que Lilith temió que fuera algo muy grave y que Aysel hubiera resultado severamente lastimada. Tuvo un mal sabor de boca cuando recordó lo que pasó meses antes, no quería ver a su novia de nuevo en una cama de hospital mientras su vida tenía un futuro incierto, no quería volver a suplicar al cielo y a todas las deidades existentes por su vida, simplemente, no quería perderla de nuevo.

Su alma dio un respiro cuando le vio bajar del vehículo aparentemente bien, no se veía lastimada, aunque la expresión de su rostro era de angustia. Ferrara se veía pálida y desconectada de su realidad, tal vez como resultado de la impresión de chocar. A Romanov no le importó escuchar y ver a Dasha sollozando con intenciones de acercarse a ella, lo único que quería y necesitaba saber era si Aysel estaba bien.

El llanto de su prometida y su incapacidad para comunicarse correctamente, la asustaron mucho más. Dmitry se quedó a observar el auto mientras que ellas se dirigieron a su habitación por iniciativa de Lilith, ya que quería que Aysel estuviera más tranquila antes de lidiar con las múltiples preguntas que todos le harían en cuanto tuvieran oportunidad.

Ferrara paró de llorar después de casi una hora, por lo que Romanov dejó de abrazarla para bajar a la cocina por un vaso de agua y un pan. Vagamente, recordaba las palabras de Carina de que eso último era bueno para los sustos, no entendía por qué, pero confiaba en sus conocimientos.

—¿Aysel está bien? —Darcel preguntó cuando se encontraron en el pasillo.

—Al parecer sí —aseguró Lilith—. Está un poco más tranquila, pero aún sigue nerviosa.

—¿Te dijo algo sobre por qué chocó?

—No, apenas puede hablar sin llorar. No voy a presionarla —explicó—. Por ahora, es mejor que descanse y se relaje. Por favor, excúsame con los demás y diles que los veré mañana.

Su amigo asintió y Lilith subió de nuevo a la habitación dónde encontró a su novia recostada sobre la cama, con su antebrazo cubriendo sus ojos. La removió ligeramente para despertarla, le entregó el vaso de agua junto con el pan.

—En realidad no tengo idea de por qué Carina me dijo que te diera un pan, pero aquí está —trató de sonar calmada.

Una débil sonrisa apareció en el rostro de Aysel. Su comentario para animarla tuvo un mínimo efecto que aligeró el ambiente.

—Es para el susto —explicó en voz baja y ronca—. En México decimos "Un bolillo para el susto". Cada vez que alguien vive una experiencia muy fuerte, le damos un bolillo para que la miga del pan absorba los ácidos estomacales producidos por los nervios. Parece que no tiene sentido, pero es más común de lo que crees.

—Ahhh —su tono fue de genuina sorpresa—. Qué raros son los mexicanos. ¿Quieres que te traiga más pan?

—No es necesario. Estoy bien —afirmó aclarando su voz.

—¿Segura? —Romanov acarició su mejilla—. No te ves como si lo estuvieras.

—Solo estoy... —Aysel titubeó sobre su respuesta—. Preocupada por el auto.

—El auto no importa —Lilith habló en un tono serio—. Importas tú. Yo podría quedarme sin nada, pero si te tengo a ti lo tengo todo.

El silencio se robó todas las palabras que Aysel pudo decir en ese momento. Lilith y su instinto protector salieron a flote para cuidar de ella, para asegurar su bienestar al costo que fuera. No dijeron nada más, Lilith la abrazó y las dos se quedaron así hasta que Ferrara comenzó a quedarse dormida.

—Te amo —susurró.

—También te amo —respondió la rubia besando su frente—. Como no tienes idea.

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16 de Mayo de 2021 6:00 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

El dolor de cabeza que experimentó desde el primer instante en que abrió los ojos después de haber llorado como lo hizo, de alguna manera fue el más tranquilizador de todos, principalmente porque había silencio en toda la habitación y solo estaba Lilith junto a ella, con la mirada en su celular utilizando audífonos para no despertarla. En cuanto percibió que Ferrara se movió, la volteó a ver y dejó de lado su móvil para prestarle atención. Un suspiro profundo salió de los labios de Aysel antes de que dijera algo.

—¿Cómo te sientes? —Lilith se dirigió a ella.

—Como si me fuera a explotar la cabeza —respondió Aysel sentándose sobre la cama mientras masajeaba sus sienes con sus manos.

—Toma —Romanov se estiró para darle la pastilla que previamente ya tenía preparada junto con un vaso de agua—. Te ayudará con el dolor de cabeza.

Recibió de sus manos el medicamento y rápidamente ingirió la píldora junto con el contenido del vaso que se sintió refrescante en su garganta. Las luces de la habitación estaban al mínimo y la calefacción en el punto perfecto, ni muy frío ni muy caliente. Las cortinas impedían el paso de la luz intensa y cada sonido estaba moderado.

—Tienes que comer algo, te saltaste el desayuno y no quise despertarte para la comida —habló Lilith.

—¿Tú ya comiste? —Ferrara cuestionó.

—No tenía apetito, así que preferí esperarte para cenar juntas —respondió levantándose de la cama—. Carmina vino hace un rato para avisar que dejó todo preparado para que comamos algo.

—¿Y los demás? —preguntó Aysel.

—Salieron. Dmitry y Darcel los llevaron a visitar algunos museos en la ciudad —contestó—. Les pedí que lo hicieran porque supuse que era mejor que tuvieras tu espacio para calmarte.

—Gracias —contestó Aysel recordando el golpe emocional que tuvo horas antes. La culpa la volvió a invadir y bajó la mirada—. Lamento lo de tu auto.

—Descuida, no fue nada —Lilith le restó importancia—. Aunque parecías bastante asustada. Hemos estado entre situaciones peores y aun así permaneces estable, ¿Qué fue lo que te alteró tanto? Dasha me llamó alarmada y pensé lo peor.

Su interrogante removió aquello que Aysel se esforzaba en callar. Trataba de convencerse a sí misma de que los comentarios de Volkov no le habían afectado en lo absoluto, trataba de lidiar con la situación ella sola, pero esta vez la estaba superando.

—Tenía miedo a que te enojaras conmigo —confesó.

—¿Por qué lo haría? Fue un accidente —Romanov obvió aquello—. Solo me preocupas tú. Apoco creías que iba a pedirte el divorcio antes de casarnos por algo así.

El último comentario de Romanov era una broma para relajar la tensión, pero a Aysel no le hizo nada de gracia. Ferrara guardó silencio como una niña regañada. Carcomida por las inseguridades que tomaron el control de ella y la mortificaron por los comentarios de Dasha.

—¿Lo pensaste? —su tono de voz sonó confundido y sorprendido.

Aysel la miró, sus ojos asomaban una duda que podría sustituir su pregunta inicial, pero que no se atrevía a cuestionar por miedo a la respuesta. Las palabras estaban ahí, en el aire, junto con todas las posibles interpretaciones que podían desembocar en caminos equivocados y la neblina de confusión era uno de ellos. Aysel ya no pudo contestar, porque justo en ese momento, Carina tocó la puerta para ver a su mejor amiga después de llegar con el resto de sus amigos a la casa.

—Lilith —pronunció Ferrara con intenciones de hablar con ella.

—Está bien, hablemos después —forzó una sonrisa tranquilizadora—. Ahora no es el mejor momento.

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17 de Mayo de 2021 9:16 pm, Florencia Italia.

Darcel Blinov.

Podía haber varias causas para el estado decaído de Lilith, desde el estado alterado de su novia hasta el daño sufrido en un auto en el que Lilith había invertido mucho tiempo y dinero haciendo modificaciones. Darcel sabía que Lilith había dejado de darle importancia a las cosas materiales en los últimos años, así que se inclinaba por la primera opción, la preocupación que sentía por el estado de su pareja.

Al verla salir tan decaída de su habitación en camino al jardín para tomar aire fresco, Blinov se ajustó a sus pasos y le hizo compañía. El tiempo pasó y aunque no hablaran del tema en concreto, Darcel buscaba la oportunidad para hablar sobre ello sin presionar a Lilith. Alexei los observó desde el interior de la casa y se acercó a ellos.

(Conversación en ruso).

Hey chicos, ¿Van a venir con nosotros? Vamos a ir a un pub a beber unos tragos —habló animado, justo como acostumbraba ser.

Alexei sabía que era probable que se negaran, ya que Lilith y Darcel eran dos de los miembros más tranquilos del grupo, pero conservó sus esperanzas cuando Ekaterina confirmó su asistencia y Blinov no se veía en desacuerdo con la idea.

No me siento muy bien para salir, Alex —contestó la rubia.

Anímate, linda —la abrazó por los hombros—. Te servirá para distraerte un poco.

¿Vas a ir? —Romanov se dirigió a Darcel.

Si tú vas, yo voy —respondió.

La rubia miró la hora en su celular y luego sus pupilas se dirigieron hacia el balcón de la habitación principal. Las luces encendidas indicaban que Aysel se encontraba ahí. El pecho de Lilith subió y bajó en un largo y profundo suspiro que decretó su resignación y confirmó su asistencia.

Iré —habló calmada—. Necesito despejar mi mente.

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Se estaba cansando de las incongruencias de Dasha que tenían su origen el día anterior, después del choque. Volkov relataba cómo fue que Aysel perdió el control, pero el reporte de la policía de tránsito y de aquellos que vieron el choque informaba una versión diferente de las cosas. El auto aumentó su velocidad en cuestión de segundos, pero en todo momento se veía estable, lo que llevaba a concluir que el turbo había sido activado accidentalmente por el conductor o el copiloto. Sin embargo, Dasha no dejó que hicieran más preguntas y se enfocó en dramatizar su estado usando un collarín durante algunas horas.

Era algo raro que ella fuera la más afectada cuando el golpe ni siquiera había sido de su lado y ella tampoco estaba conduciendo. Lilith lo dejó pasar cuando se les unió al plan de salir y solamente fue a su habitación a cambiarse rápidamente y despedirse de su prometida.

¿Qué fue lo que hiciste? —Darcel confrontó a la chica mientras esperaban que Dmitry sacara del estacionamiento la camioneta que usarían.

¿De qué hablas? —la pelirroja volteó a verlo con el ceño fruncido.

Sobre el accidente. Estoy seguro de que tuviste algo que ver.

No, querido. No tuve nada que ver —contestó—. Yo no tengo la culpa de que esa mujer no sepa manejar un auto deportivo.

Escucha —se puso serio tensando su mandíbula—. Deja de interferir en su relación. Tienes que aceptar que Lilith jamás estará contigo.

¿Tú ya aceptaste que Dmitry va a casarse y tener un hijo o sigues perdidamente enamorado de él como en el pasado? —dijo de forma burlona.

—Dasha... —la nombrada lo estaba llevando hasta el límite de su paciencia y estaba a punto de explotar cuando tocó un tema tan sensible para él.

—¿Nos vamos? —Lilith apareció interrumpiendo su conversación.

Volkov intentó pegarse a ella desde que subieron al auto, pero Darcel la desplazó de manera sutil con la excusa de querer charlar con ella. Cuando llegaron al Pub en una zona cerca del centro de la ciudad, se dirigieron hacia la mesa que reservaron. Blinov encontró la oportunidad para hablar con Lilith después de que ella se levantó y se fue a la terraza para fumar un cigarrillo, apartándose del bullicio que el lugar lleno tenía.

¿Tienes fuego? —él puso un cigarrillo en sus labios para fumar con ella. Romanov sacó su encendedor y prendió el cigarro rápidamente—. Gracias.

Los ruidos de la música de fondo se combinaban con el humo y el olor a tabaco en el ambiente, creando una sensación melancólica que hacía lucir cada luz de las aceras más brillante de lo que en realidad era.

¿Todo bien entre tu novia y tú? —cuestionó.

Me gustaría pensar que sí —respondió decaída.

—¿Discutieron por lo del auto?

—¿Por qué todo el mundo piensa eso? Hasta Aysel creyó que me enojaría con ella por el accidente —su voz fue una mezcla entre enojo y tristeza. Enojo al principio y tristeza en cuanto mencionó el nombre de Aysel—. Dime la verdad, ¿Me veo como el tipo de persona que se molestaría por algo así? Porque Aysel ni siquiera ha podido responder esa pregunta.

Él no dijo nada, era mejor escuchando que hablando, así que la dejaría desahogarse.

Cuando me miró ayer fue como si me temiera, como si pensara que iba a hacerle algo malo en lugar de preocuparme por ella —relató—. Ella me ha visto hacer cosas horribles múltiples veces, pero solo en una ocasión me ha visto como si yo fuera una amenaza mortal para ella. Ese fue el día en que terminamos. ¿Realmente parezco una persona mala?

No lo eres y Aysel lo sabe —respondió.

¿Entonces por qué me sentí como un peligro para ella? ¿Qué fue lo que hice mal? —Lilith sonó realmente dolida—. No quiero que nos alejemos otra vez, no quiero que la historia se repita y pase los siguientes años de mi vida añorando algo que nunca pasó. No lo soportaría otra vez, así como tampoco podría soportar perderla.

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18 de Mayo de 2021 3:56 am, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

El insomnio había tomado lugar después de dar cientos de vueltas en la cama sin sentirse lo suficientemente cómoda para conciliar el sueño de manera adecuada. El reloj siguió avanzando sin tomar en cuenta las súplicas de que se detuviera el tiempo y le diera un respiro a la tortura que la cruda moral causaba en ella. Recordaba su distracción y el descuido que Dasha aprovechó para tocar el botón del auto que no debía tocar. Se preguntaba cómo era que Volkov sabía sobre su familia y la disolución del matrimonio de sus padres, pero se cuestionaba mucho más acerca de las imágenes y sonidos que su mente trajo en cuanto escuchó esas palabras que lo detonaron todo.

Al pensar en sus padres y en los últimos meses, había huecos en el tiempo, en los recuerdos que no podían considerarse completos por más que intentara. Solo era capaz de recordar instantes en concreto donde su padre estaba y luego no. Era consciente de que había muerto, pero no sabía por qué e intentar averiguarlo generaba un dolor de cabeza severo que aliviaba con medicamentos.

Aysel dejó de lado sus problemas individuales al escuchar el motor de la camioneta apagándose al mismo tiempo en que las llantas paraban en la grava de la entrada. Las puertas del vehículo se abrieron y de él bajaron sus invitados, la mayoría sonrojados y alegres por el alcohol que ingirieron y otros sobrios. Robbins no había sido partícipe de la salida por sentirse demasiado cansada, por lo que Dmitry fue el conductor designado de esa noche.

Elina, Ekaterina, Dmitry y Alexei, fueron los primeros en retirarse a sus habitaciones. Dasha entró caminando tranquila, con la vista en su celular, a pesar de verse lúcida, su aliento apestaba a alcohol, a una combinación extraña que Ferrara pudo notar cuando se detuvo junto a ella mirándola con superioridad.

Oye, Ferrara —alardeó—. El lipstick de tu novia es delicioso. Tiene sabor a cereza.

Una sonrisa apareció en el rostro de la pelirroja. Aysel frunció el ceño confundida y avanzó un par de pasos en su dirección con intenciones de averiguar la razón de su comentario.

¿Cómo es que tú sabes...? —Dasha se fue antes de que Aysel siquiera pudiera terminar su pregunta.

La persona que podía responder sus preguntas, entró por la puerta principal con un brazo sobre los hombros de Darcel, quien le ayudaba a caminar porque Lilith estaba evidentemente muy ebria. Romanov avanzó hacia ella tambaleándose en cuanto la vio, dejando a su amigo atrás. Su inestable andar terminó cuando se recargó sobre sus hombros, rodeando con sus brazos el cuello de Aysel. Ferrara la sostuvo de la cintura por inercia como usualmente lo hacía.

—Buenas noches, linda —saludó de forma muy amigable arrastrando las palabras. Su aliento olía a Vodka y jugo de arándano, pero la cercanía de su rostro la dejó apreciar su labial corrido—. Extrañaba ver tu bonita cara frente a mí.

Se le subieron demasiado las copas y perdimos la cuenta después de un rato —explicó Darcel.

Casi no me doy cuenta —dijo sarcásticamente Aysel admirando las mejillas sonrojadas de su novia y la sonrisa juguetona con la que la veía.

Estuvo intentando llamarte la última hora, pero le quitamos el teléfono, ya que ni siquiera podía presionar tu contacto en la pantalla.

Darcel exagera —habló con dificultad amenazando a Blinov con la mirada—. Estoy de maravilla y tú estás muy buena.

Ferrara alzó una ceja extrañada por el comportamiento de Lilith. Su amigo se veía un poco incómodo y a la vez divertido con lo que estaba pasando. Las manos de Lilith que acariciaban su espalda bajaron un poco más.

Ve a dormir, Darcel. Te agradezco por cuidarla, yo me haré cargo a partir de ahora —habló segura de sí misma. Blinov se alejó de ellas al momento y las dejó a solas.

—Bien, señorita —se dirigió a Lilith—. Vamos arriba para que duermas un poco más y se te baje lo borracha.

—Podemos hacer algo más divertido que dormir —propuso Lilith con una sonrisa coqueta.

Aysel ignoró su comentario para ayudarla a subir. Se sintió como un déjà vu cargarla en su espalda y subir las escaleras mientras ella le decía cosas coquetas y agradables al oído tratando de seducirla. Recordó su viaje a Japón y la forma en cómo este terminó, había algunos paralelismos entre el ayer y el ahora, pero Aysel estaba demasiado ocupada recostando a Lilith como para pensar profundamente en ellos.

—Desvístete, iré por tu pijama —habló Ferrara dirigiéndose al armario.

—Usualmente, me desvistes tú y no me pides permisosoltó Lilith. Se apoyó sobre su codo en el colchón y la miró desde su posición semidesnuda—. ¿Por qué no vienes y lo haces?

—No. Estás ebria y no voy a aprovecharme de eso —respondió Aysel entregándole su pijama y dándose la vuelta para ir a acomodar las prendas que previamente se quitó Lilith.

—¿Es porque estoy ebria o porque te parezco un peligro y ya no te soy atractiva? —el tono de su voz cambió al igual que su actitud. Aysel paró en seco al escucharla.

—¿Qué? —salió de sus labios con confusión. Volteó a verla y la encontró con una expresión seria recargada sobre un costado de su cuerpo para mantener el equilibrio.

—Ya no me miras como alguien a quien puedas amar porque soy una amenaza para ti —Romanov sonó dolida y se mostró vulnerable.

Ferrara dejó la prenda sobre la silla frente al tocador y se sentó en la cama junto a ella. Sus ojos se veían rojos, tal vez por sus ganas de llorar o por el alcohol que había bebido.

—No eres una amenaza para mí —Aysel se atrevió a decir.

—Me miraste así otra vez. De la misma forma en que lo hiciste cuando dejaste de confiar en mí y me viste como un peligro —su voz tembló. La tomó por los hombros y se acercó a ella con la mirada herida protagonizando su rostro—. ¿Por qué siento que me estás dejando de amar otra vez? ¿Vas a irte de nuevo?

—No —contestó Aysel al instante—. No voy a irme. No estoy dejando de amarte.

Su tacto se acercó cautelosamente a su rostro. Lo acunó entre sus manos y Romanov bajó la guardia, quitó sus manos de sus hombros y se dejó hacer. Romanov sollozó mirándola a los ojos.

—No me dejes de amar —suplicó con la voz rota—. Prometo portarme bien, ya no pelearé ni me enojaré, no te haré daño. Lo juro. Por piedad, Aysel, no dejes de amarme.

Ferrara sintió su presión bajar. Un nudo se formó en su garganta y se odió a sí misma por haber sido la causante del estado de Lilith. Romanov se veía tan vulnerable y suplicante, que Aysel quería guardarla en su corazón y no dejar que nada ni nadie la volviera a lastimar, ni siquiera ella misma.

—No pude dejar de amarte cuando creí que jamás regresarías y mucho menos lo haré cuando no quiero dejarte ir —dejó su lugar junto a su lado y se arrodilló frente a ella cuando Lilith bajo la mirada al suelo—. Perdóname. No debí de hacerte daño, no lo mereces, jamás lo mereciste.

Romanov no dijo nada. Su llanto fue más intenso pero silencioso, intentando contener su agonía. Lilith apretó las sábanas bajo su cuerpo, reprendiéndose por mostrarse así, tan vulnerable sin la capacidad para controlarlo.

—No te vayas, por favor —susurró Lilith entre sollozos. El pecho de Aysel se oprimió de pesar y la culpa la golpeó mucho más fuerte—. Ámame y no te vayas.

Ferrara se rindió ante ella, ante sus encantos y dolencias. Todo en el mundo era ella y hacerle daño a su todo significaba correr el riesgo de terminar sin nada. Se levantó para abrazarla buscando consolar su llanto que solo iba en aumento.

—Te amo, Lilith —Aysel estaba dispuesta a arrancarse el corazón del pecho para demostrarlo si era necesario—. Perdóname por hacerte daño.

El resto de la noche pasó entre palabras de afirmación y confesiones que no revelaban mucho, pero sí lo suficiente para darle calma a su habitación, al ímpetu de buscar una respuesta más alegre y menos dolorosa que la que sus pensamientos creaban para su tortura propia. Aysel guardó para sí misma el sentimiento de culpa que terminó por robarle la última pizca de sueño y se prometió a sí misma, no dejar que las acciones de otras personas influenciaran su relación, sin embargo, el daño ya estaba hecho y debía encontrar una forma de solucionarlo.

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18 de Mayo de 2021 8:02 am, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

La mañana llegó horas después, un día más nublado que los anteriores y más frío. Las sábanas claras y el edredón las cubrían dándoles la calidez necesaria para compartir un rato más en la cama, sin decir nada, sin hacer nada, simplemente existiendo en el privado espacio. Una idea afloró en su mente cuando la mujer que amaba despertó lentamente, tomando su tiempo para bostezar y que sus ojos se acostumbraran al bajo nivel de luminosidad que Aysel había priorizado. Lilith recordaba la noche anterior, pero por su parte no quedaba nada que decir tras haberlo dicho todo.

—Buenos días —saludó Aysel con un tono suave, prudente, considerando lo sensible que podría estar su novia—. ¿Cómo te sientes?

—Horrible —contestó su pareja con la voz ronca y aún somnolienta. Se acurrucó en la almohada y su cuello para evitar hacer contacto visual.

—Sobre lo de anoche... —pronunció tratando de traer a flote el tema.

—Dejemos el tema —pidió Lilith—. No quiero hablar de eso.

—De acuerdo —aceptó Aysel sin hacer más preguntas—. ¿Quieres que te traiga algo para el dolor?

—Por favor —respondió Lilith alejándose de ella. Aysel sintió su distanciamiento al instante.

Aysel se levantó y bajó a la cocina con la mano en su pecho, pensando en cómo quitarse esa amarga y profunda sensación en aquella zona. Cuando regresó a la habitación con una aspirina y agua para su novia, Lilith ni siquiera la miró directamente como habitualmente lo hacía, simplemente la recibió y agradeció. El silencio se volvió incómodo durante un par de minutos en los que Ferrara se armó de valor para confrontar la culpa que le robó el sueño.

—Lilith, tengo algo que decirte.

—¿Podrías hacerlo más tarde? Me duele mucho la cabeza —sonó extrañamente tranquila y se levantó de la cama comenzando a avanzar hacia el baño—. No estoy en condiciones ahora, pero hablemos después.

Justo cuando Romanov la dejó a solas en el cuarto, su teléfono tomó protagonismo junto con las múltiples llamadas perdidas de su tío, quien insistía continuamente en reunirse con ella lo más pronto posible.

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Tras tomar una ducha, arreglarse y vestirse con un conjunto casual y fresco, Aysel dejó un beso en los labios de su prometida y se dirigió hacia la planta baja de la villa. Bebió una taza de café lo más rápido que pudo y terminó de alistarse para irse con su tío. Ferrara esperó pacientemente hasta que escuchó el auto cruzar la entrada a la residencia y luego se detuvo frente a la puerta de la casa.

Dejó el libro que leyó para matar el tiempo en el sillón a su lado, se levantó y tomó su abrigo para dirigirse hacia la entrada, pero en el camino, se topó con una cabellera rojiza.

¿Te vas? —preguntó Dasha.

No es de tu incumbencia —contestó de forma fría.

—No, no lo es. Diviértete, Ferrara —su amabilidad fingida era distinguible—. Yo cuidaré bien a Lilith por ti. Tal vez vuelva a probar su labial con sabor a cereza.

Aysel se estaba quedando sin paciencia y obtenía ganas de acabar con ella de todas las formas posibles. Había olvidado el asunto del labial por la discusión que tuvo con Lilith, pero quien no parecía olvidarlo era Volkov. Tenía ganas de pelear con Dasha, pero el sonido del timbre lo impidió. La mágica campana le daba un round más de vida a Dasha mientras que obligaba a Ferrara a contener su ira durante más tiempo. Quería lidiar sola con Dasha y eso es lo que haría en cuanto tuviera la oportunidad de hacerlo, y si no la tenía, la crearía.

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18 de Mayo de 2021 11:20 am, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Creyó ilusamente que irían al grano del tema dejando de lado las banalidades, pero su tío supo matar el tiempo y extender su reunión más de lo que tenía planeado. Franco aprovechó para mostrarle todo el rancho, desde las residencias donde podía hospedarse cuando quisiera, hasta la amplia extensión del viñedo que era el negocio familiar por excelencia.

Las etiquetas de las botellas finalmente elaboradas, llevaban el escudo de la familia en color azul y amarillo, con símbolos que representaban la lealtad, nobleza y el coraje de la dinastía a la que pertenecía, aunque no con tanto orgullo y entusiasmo como su padre o su tío.

Los caballos avanzaban al mismo ritmo por el camino de terracería. No sentía tanto calor, ya que era un día nublado, pero aun así se sentía sofocada por los asuntos que quedaron sin resolver en su propia casa. Pensaba en su prometida, en lo dolida que la vio la noche anterior y en el conflicto con Dasha que cada vez escalaba a un nivel mayor.

(Conversación en italiano).

Te traje aquí para enseñarte esto y también para informarte sobre información que llegó a mí a través de un viejo amigo tuyo —explicó Franco.

—¿Viejo amigo mío? —preguntó.

Sí. El joven Valentino Rizzo. Ha permanecido cercano a nuestra familia a pesar de los años, aunque lo he visto decepcionado por perderte la pista desde que eras joven —contó el hombre mayor—. Estoy seguro de que le alegrará verte después de todo este tiempo.

No me acordaba de él, tiene más de una década que no lo veo —respondió Aysel.

Dijo que vendría hoy a medio día, así que es probable que podamos hablar con él antes de que te vayas —Franco acomodó su barba pensativo—. Pero antes, quisiera que lo supieras por mí antes que cualquier otra persona.

Aysel lo miró fijamente desviando su vista del camino que avanzaba el caballo tranquilamente, Franco aclaró su garganta y bajó la mirada en el momento en que por fin reveló lo que guardaba, el motivo de su reunión urgente.

Valentino es abogado, le pedí que investigara un poco sobre las últimas acciones legales de tu padre en suelo italiano y lo que descubrió, francamente me dejó perplejo —declaró—. Recibió una demanda de paternidad por parte de una joven chica. No es seguro que ella sea su hija, pero con la muerte de tu padre el proceso se quedó estancado.

¿Me estás diciendo que es probable que tenga una media hermana?

Solo es una posibilidad Aysel. No es la verdad absoluta. De cualquier forma, sugiero que tomemos el asunto con calma y hagamos las averiguaciones pertinentes antes de cualquier otra cosa.

La noticia, que no podía considerarse un hecho, arremetió contra su estado emocional nuevamente. Parecía que todo el mundo le daba sorpresivas noticias en los momentos menos indicados y esta no era la excepción. Era entendible que las infidelidades de su padre resultaran en hijos ilegítimos, pero Aysel no estaba segura de si quería inmiscuirse en esos asuntos.

Cuando llegaron a las caballerizas, el personal de la casa los esperaba para ayudarlos a desmontar después de un largo recorrido por las tierras que rodeaban las propiedades de su familia. En una esquina, acariciando un caballo, un hombre con una camiseta polo, pantalones oscuros, cabello y barba de color castaño, complexión escuálida y piel clara, los esperaba pacientemente.

—Aysel —pronunció su nombre con emoción en cuanto la vio llegar—. Cuánto tiempo sin vernos.

Valentino se acercó a ella con intenciones de saludarla con un beso en la mejilla, pero Ferrara solo lo saludó con un amistoso apretón de manos.

Lo mismo digo —habló de forma cordial.

Mujer, tenía mucho que no venías de visita a Florencia, mi madre ha preguntado mucho por ti en estos años y cuando me topé a tu padre hace unos meses, él me dijo que no estaba en contacto contigo.

—Si bueno —ella se sintió incomoda al recordar a Leonardo—. Tuvimos algunas disputas y nuestra relación no fue la mejor.

Rizzo asintió entendiendo la situación y recordando la presencia de Franco, a quien le cedió la palabra inmediatamente.

Valentino viene a ayudarme en su temporada de descanso, así que no es raro que lo encuentres aquí de vez en cuando.

Cuando te apetezca podemos salir a comer o beber algo por ahí, claro si tienes tiempo libre —ofreció Valentino—. Me encantaría mostrarte todo lo que ha cambiado en Florencia y en mí desde que te fuiste.

Claro. Podríamos cenar en mi casa algún día, me gustaría presentarte a mi prometida —Aysel dijo lo último sonriendo, pero a Rizzo se le borró la emoción en un segundo.

¿Prometido? —repitió sin dar crédito a lo que escuchó.

No. Prometida —corrigió—. Pronto voy a casarme con mi novia, nos comprometimos hace unos meses, pero estuvimos juntas un buen tiempo antes de eso —Ferrara le animaba contar su historia, mientras que Valentino se afligía al escucharla.

Franco los condujo a ambos hacia la cocina de la casa de campo y preparó bebidas para que los tres conversaran y se pusieran al día.

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18 de Mayo de 2021 2:31 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Buscó en el interior del armario alguna de las prendas de Aysel que la hiciera sentir acompañada y en casa cuando la sensación amarga y pesada apareció ella nuevamente. La ausencia de Ferrara había sido uno de los factores que destinaron que volviera a aparecer, junto con los recuerdos de su actitud de la noche anterior.

Aunque podía considerar que todo estaba en orden en su relación después de su conversación, las intenciones de Aysel por hablar con ella en la mañana reavivaron nuevas sospechas y trajeron de vuelta los temores. Romanov se reprochaba continuamente por haberse mostrado tan vulnerable ante Aysel. Ferrara no debió de verla, así como Lilith no debió de comportarse de esa forma.

(Conversación en ruso).

Aquí estás —Dasha la encontró sentada en el recibidor con la vista enfocada en la ventana. La chica masajeaba su cuello con una pomada de fuerte olor a mentol—. Estaba buscándote desde la mañana, pero evadiste a todos.

No me sentía muy bien —se limitó a responder y luego buscó una forma de cambiar el tema. Fue entonces que recordó que Dasha usaba un collarín después del choque y olvidó por completo preguntarle sobre su estado—. ¿Cómo sigue tu cuello? ¿Aún te duele?

—Sí, bastante. El doctor que me revisó dijo que tuve suerte, ya que fue un choque muy aparatoso —exageró los hechos.

Debió de ser muy duro el impacto para ti. Probablemente debería de mejorar el sistema de seguridad, un cinturón para fuerte impacto no parece ser suficiente —respondió Lilith con tal de apagar su acostumbrado dramatismo.

Sí, fue muy duro para mí. Jamás había estado en un accidente así —le restó importancia—. No hablemos tanto de mí. ¿En qué pensabas? Te ves un poco triste.

—En Aysel y la forma en que se ha comportado últimamente —Lilith optó por confiar en Dasha y hablar sobre cómo se sentía con ella.

¿Te ha tratado mal?

No, jamás. Es solo que parece que desconfía de mí o tiene miedo a que reaccione de forma violenta con ella. Por ejemplo, creyó que me enojaría con ella por lo del accidente. No tiene sentido —relató confiada, dejando a su acompañante perpleja con su respuesta, ya que sus intentos por hacerlas pelear no habían dado los mejores resultados.

¿Por qué te preocupa tanto que te tenga miedo? —preguntó con curiosidad.

Aysel eligió casarse conmigo y siempre ha sido un lugar seguro para mí, me da calma y estabilidad de formas en que nadie lo ha hecho —Lilith sonó emotiva, mientras que Volkov hacía su mejor esfuerzo por reprimir su disgusto—. Es la persona que amo y no deseo que se sienta incómoda, insegura o no apreciada a mi lado. Por eso me preocupa tanto el hecho de que me tema, sobre todo porque esa fue una de las razones por las que terminamos la primera vez.

Sin saberlo, Lilith le acababa de entregar en bandeja de plata a Dasha la clave para que interfiera en su relación. Sus planes no estaban resultando como quería, pero al saber sobre el punto débil de Lilith, ya estaba elaborando nuevas estrategias que resultarían mejor para ella.

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¿Listos para el drama? c:

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