Capítulo 7: Estirpes Vanidosas

07 de Mayo de 2021 9:02 am, Florencia Italia.

Lilith Romanov Verro.

El aire fresco y la luminosa mañana la hicieron levantarse de la comodidad de su cama para ver por las amplias ventanas cubiertas por cortinas ligeras el exterior, los jardines bien cuidados y una ciudad no tan lejana brillando con la luz dorada que bañaba los techos de los edificios más destacados de la ciudad. Vivir en una zona ligeramente elevada tenía sus privilegios. Sin embargo, ella no era la única disfrutando de la vista, ya que Aysel la miraba desde la cama con una expresión somnolienta en su rostro que dejó ver una amplia sonrisa en su rostro. Ferrara no estaba viendo la ciudad, la estaba viendo a ella, a su rostro sin una gota de maquillaje, su pelo rubio alborotado y a la soltura que desprendía, vistiendo únicamente con una camiseta amplia y ropa interior debajo.

—¿Disfrutas la vista, Ferrara? —alzó una ceja mientras la miraba de manera coqueta.

—Es un privilegio tenerla —respondió la nombrada acomodándose en la cama para verla mejor—. Pero preferiría tenerte más cerca.

Lilith lo comprendió a la primera, así que no tardó en unírsele nuevamente en la cama, acurrucándose sobre su cuerpo cálido cuando Aysel apartó el edredón para poder abrazar. La cercanía de sus cuerpos le permitió a Romanov apreciar la fragancia presente en la ropa de su novia. Ferrara olía a ella, a esa característica fragancia a vainilla que se había quedado impregnada en su ropa e incluso, en su propia piel.

—Tuve un sueño —habló su pareja dándole caricias lentas en la espalda y el pelo.

—¿Me veía bien en tu sueño? —preguntó Lilith a manera de broma, asumiendo que ella era la protagonista del sueño de su novia.

—Siempre te ves bien desnuda —Aysel respondió provocando que Lilith abriera los ojos al instante y se enderezara para mirarla a los ojos sentada sobre su pelvis—. Y te veías mejor con las mejillas sonrojadas, las pupilas dilatadas y el sudor aperlado en tu cuerpo.

Las manos de Ferrara bajaron de su cintura hasta su trasero y después tocaron sus muslos, los cuales apretó, dejando las marcas de sus manos durante unos instantes en su piel blanquecina. El solo contacto sin inhibición provocó que la excitación comenzara a invadir su cuerpo, efecto que Romanov asoció a la abstinencia o incluso a la sensibilidad de su cuerpo que estaba receptivo a todo movimiento. De un momento a otro, Aysel la hizo quedar debajo de ella, apresada entre su cuerpo y la cama, recibiendo roces, besos y caricias que aumentaban el calor entre sus piernas, nublando sus sentidos.

—No estoy segura de si podemos hacer esto —susurró Lilith junto con un jadeo—. Apenas te recuperaste.

Aysel no respondió inmediatamente, ya que su boca estaba ocupada lamiendo uno de los pezones de Lilith mientras estimulaba con sus dedos el otro. La cordura de Romanov se estaba yendo al infierno, pero aun así se esforzaba por mantenerse tranquila.

—Por eso hay que recuperar el tiempo perdido —Ferrara no se detuvo y su mano tocó por encima de la ropa interior su entrepierna—. Sé que tú también quieres, lo caliente y lo mojada que estás me lo confirma.

Aysel levantó su rostro y Lilith apreció en la profundidad de sus ojos claros el deseo rebosante en su interior. Cuando la miraba así, Romanov podía ponerse de rodillas. Iniciaron un beso apasionado que atrapó los primeros jadeos y aumentó la tensión ya existente.

Sin embargo, antes de que pudieran siquiera terminar de desnudarse, escucharon a alguien al otro lado de la puerta tocando.

(Conversación en italiano).

Señoritas —escucharon con claridad la voz de Carmina, el ama de llaves al otro lado—. Disculpen que las moleste, pero el señor Franco Ferrara está aquí.

Dígale que estamos indispuestas —dijo Aysel frustrada porque las interrumpieron.

Carmina pareció irse un par de minutos y luego regresar cuando estaban a punto de retomar lo que hacían.

—El señor Franco insistió con que era urgente hablar con usted, señorita —habló Carmina—. Con ambas.

La pelinegra soltó un suspiro cansado y se recargó sobre el pecho de Lilith un momento, lamentando por completo la llegada de su tío a esa hora de la mañana.

Está bien, dígale que iremos enseguida —pidió.

¿Quién rayos es Franco Ferrara? —preguntó Lilith confundida cuando Carmina se alejó de la puerta

Mi tío —respondió Aysel—. Al que casualmente se le ocurrió llegar sin avisar.

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07 de Mayo de 2021 9:54 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Hubiera recibido a su tío con una sonrisa más grande si no hubiera sido porque interrumpió sus planes con Lilith, quién en ese momento estaba tomando un baño de agua fría para bajar más rápido la calentura que Ferrara provocó. Aysel fue más rápida al darse una ducha y cambiarse para bajar y saludar a su tío al que no veía desde el funeral de su padre. No hablaron mucho en esa ocasión, por lo que este nuevo encuentro podía resultar caótico o, en el mejor de los casos, calmado.

(Conversación en italiano).

—Disculpa por llegar sin avisar, espero no haberte causado molestias —habló Franco.

No, para nada —respondió Aysel sonriendo pensando en la sesión de sexo que pudo haber tenido si no hubiera sido por la visita de Franco—. Estábamos por tomar el desayuno. Mi prometida bajará en cualquier momento.

Aysel había mencionado a Lilith en el funeral de su padre, su familia sabía que era su prometida, pero no habían tenido la oportunidad de conocerla personalmente, por lo que no fue extraña la reacción de Franco al ver entrar al recibidor a una rubia tatuada preciosa cuyo encanto era simplemente atrapante.

—Tío Franco, ella es Lilith Romanov, mi prometida. Amor, él es mi tío, hermano menor de mi padre —Aysel los presentó.

Es un gusto, señor Ferrara —sonrió cortésmente Lilith cuando estrechó su mano.

Igualmente, señorita Romanov —dijo el hombre quien reconocía por completo que Aysel tenía un buen gusto en mujeres.

Tras las presentaciones, se dirigieron al comedor donde tomaron asiento mientras el personal les servía el desayuno caliente. Una convivencia familiar no estaba en los planes de la pareja para esa mañana, pero por la apertura de Franco se estaba llevando muy bien.

No tuve la oportunidad de felicitarlas antes por su compromiso, pero me alegro de que hayan decidido tener un futuro juntas —mencionó su tío con sinceridad—. Hacen una linda pareja.

Gracias —respondió Lilith—. Es una decisión que nos enorgullece haber tomado, aunque para muchos puede parecer algo precipitada.

Siempre he creído que si encuentras a la persona con quien quieres pasar el resto de tu vida, no hay un tiempo fijo para comprometerte —habló Franco expresando una opinión concordante con las ideas de las dos—. Francamente, me sorprendió saber de qué estaban vivas y de que llegaron a Florencia cuando Lorenzo me llamó. Por eso vine a comprobar por mí mismo si eso era cierto.

Lamento no haberles notificado con anterioridad, tío. Pero aún seguimos en una situación complicada que conlleva discreción —explicó Aysel temiendo dar una explicación que no quería dar.

Entiendo que su vida es difícil después de haber formado parte de una organización criminal —dijo Franco haciendo que Lilith y Aysel lo miraran fijamente al darse cuenta de que él tenía conocimiento sobre ese aspecto de sus vidas—. Mi hermano me lo dijo, no se preocupen, su secreto está a salvo conmigo.

¿Usted sabe que nosotras...? —pronunció Lilith.

Sí. Lo sé —confirmó—. No estoy en posición de juzgarlas y mucho menos emitir una opinión al respecto, son parte de la familia y como tal, mi labor es estar de su lado sin importar las circunstancias.

Franco mostraba empatía y comprensión, mismas que su hermano mayor jamás había mostrado. A Aysel le costaba creer en que sus intenciones fueran sinceras, ya que el apellido Ferrara para ella estaba marcado por la deshonestidad. Pero quería confiar en que no toda su familia paterna actuaría de la misma forma en que su padre lo hizo durante toda su vida. Los conocía sí, pero no había tenido la oportunidad de convivir con ellos a un nivel tan profundo, sobre todo porque vivían en partes distintas de Italia con sus familias.

Lilith los dejó a solas después de terminar el desayuno, Romanov podía notar que el asunto que Franco quería tratar era únicamente con su prometida y prefería darles privacidad. A solas, su tío y Aysel recorrieron el jardín caminando tranquilos mientras conversaban de los sucesos de los últimos meses. Franco condujo la charla hacia dónde quería y ella no lo detuvo porque quería terminar lo antes posible con cualquier asunto inherente a su familia paterna.

¿Por qué estás aquí, tío? —preguntó Aysel con un tono más hostil del que hubiese deseado.

Mi motivo principal era comprobar que estaban bien —Franco habló serio—. Y el segundo tiene que ver contigo específicamente.

—¿Conmigo? —repitió sin comprender a qué se refería.

Sí. Con tu lugar en la familia, la herencia que por derecho te corresponde y la encomienda que tu padre dejó para ti en mis manos —explicó Franco.

He tenido suficiente de asuntos sin arreglar, encomiendas e intereses que no me han dejado enfocarme en mí misma y en mi felicidad —fue clara con sus intenciones—. No quiero nada que me obligue a hacer sacrificios que pongan en peligro lo que ahora tengo y a los que amo.

Al decir lo último, los rostros de su prometida, familia y amigos vinieron a su mente. No quería tomar responsabilidades que no le pertenecían, sobre todo cuando tenía como prioridad a la persona que amaba profundamente, Lilith.

No te estoy pidiendo que los hagas, solo que no nos alejes. Escucha, quiero estar cerca de ustedes, quiero que seamos cercanos en su estadía aquí y sigamos en contacto aun cuando se marchen —Franco fue sincero y detuvo sus pasos para mirar a su sobrina a los ojos—. No les pido que hagan algo por nosotros, al contrario, nosotros queremos ayudarlas.

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07 de Mayo de 2021 8:51 pm, Ciudad de México.

Carina Robbins.

Desde que Carina mencionó el asunto de destinar una habitación de la casa para el bebé, Dmitry se comprometió por completo con la misión de encontrar el tapiz correcto para la habitación, muebles y todo lo que pudiera necesitar su futuro hijo o hija en su habitación. Kozlov daba vueltas como loco por toda la habitación, imaginando en su mente la distribución de cada espacio, el guardarropa, la cuna, el área de juegos y los espacios de almacenamiento donde el próximo integrante de la familia guardaría cada uno de los tantos juguetes con los que sus padres planeaban consentirlo.

Para Carina era atractivo verlo tan concentrado, discutiendo con los decoradores y el personal de la casa, dirigiendo cada mínimo detalle, aspirando por completo a la perfección. Tan solo unos días habían transcurrido y Dmitry ya tenía lista la cuna para armarla ahí mismo, un privilegio que se reservó para sí mismo, al igual que la decoración de esta misma.

El hombre alto y de cuerpo fornido, parecía un niño pequeño, sentado sobre el suelo con pinturas de distintos colores a su alrededor, decorando con un delgado pincel la madera. Su pulso era firme y su concentración completa, estaba tan inmerso en su mundo, que no notó los pasos de su prometida acercándose. Robbins sonreía de oreja a oreja, admirando el brillo permanente en los ojos azulados del hombre que amaba y las pequeñas manchas de pintura que su rostro tenía.

La cabellera rubia de su novio estaba desordenada, pero aun así se veía atractivo, como la primera vez que lo vio. Ella no iba a admitirlo en voz alta, pero en esa ocasión había sentido un flechazo que fue opacado por su temor a que Dmitry fuera un criminal, cosa que no podía estar más alejada de la realidad, ya que el joven era incapaz de hacer algo ilegal, probablemente sus crímenes no pasaban de infracciones de tránsito.

Carina tenía planeado sentarse a su lado en el suelo, pero su vientre abultado y la rápida reacción de Dmitry se lo impidieron. Kozlov se levantó y fue por un banco para que ella tomara asiento, posteriormente retomó su lugar en el suelo a tan solo unos centímetros de ella.

—¿Se puede saber qué haces, guapo? —preguntó Carina.

—Decorar, no quería comprar algo prefabricado con una decoración ya puesta, quería hacerlo yo mismo para que fuera auténtico —contestó emocionado—. ¿Te gusta?

La mirada ilusionada que le dirigió podía compararse a la de un cachorro alegre. Una ternura inmensa llenó el pecho de Carina y se quedó admirándolo unos minutos antes de analizar el trabajo que hasta entonces había hecho Dmitry con la cuna. A primera vista, el esfuerzo y la dedicación eran destacables, Kozlov era un tatuador profesional y su precisión no había quedado exenta de su labor. Nubes, aves y animales de todo tipo podían apreciarse en la madera clara, pintadas con tanta precisión que Carina no entendía cómo pudo hacer todo eso en tan poco tiempo.

—Es precioso —dijo la chica mientras su novio se recargaba sus muslos. Acarició su pelo rubio y se acomodó un poco—. Tanto como tú.

—Agradezco que mi madre me educara en estos temas, casi me siento listo para ser padre —respondió DM en voz baja—. Un buen padre.

Sus últimas palabras se sintieron como eco para Carina, uno que venía de una experiencia poco grata para Kozlov.

—Lo serás, mi amor —confirmó Carina tratando de darle seguridad y en busca de apartar sus recuerdos amargos—. Me gustaría que tu mamá estuviera en el parto, sé que ya está retirada, pero, me sentiría un poco más segura con ella.

La energía volvió a invadir el cuerpo de Dmitry quien se levantó rápidamente bastante emocionado.

—Se lo diré la próxima vez hable con ella —dijo—. Estoy seguro de que aceptará.

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08 de Mayo de 2021 1:29 pm, Ciudad de México.

Julio San Agustín.

Las cámaras se esforzaban por captar cada centímetro de ese nuevo atractivo que deslumbraba el set. La ropa que llevaba puesta había quedado en segundo plano cuando apareció con el pelo teñido de morado, un color atractivo que lo hacía captar más miradas de las que su propia belleza le proporcionaba. Su rostro, aparentemente perfecto, prevalecía serio mientras cambiaba de pose y de prendas, tratando de lucir lo más atractivo posible.

Pero no todo era glamour. Julio estaba comenzando a cansarse de las botas de cuero incómodas y lo apretado que estaba el pantalón de cuero que estaba usando, además de que la tela de la camisa que modelaba había causado una leve irritación en su piel. No estaba disfrutando para nada su trabajo de ese día y contaba los minutos para que la sesión finalmente terminara.

Si él pudiera contar las anécdotas de su portafolio como modelo, tendría una serie de relatos divertidos, incómodos y fascinantes que podrían entretener a cualquier persona, pero que solo Marco tenía el privilegio de escuchar, cada noche durante la cena, sentados a solas en la mesa con un poco de música de fondo que generalmente era Jazz, el favorito del modelo.

A veces su novio llegaba demasiado cansado de las guardias del hospital, por lo que la cena era sustituida por la bañera con agua tibia y velas aromáticas para relajar la tensión. Julio estaba preparado para todo tipo de situación, desde las más románticas hasta aquellas que terminaban en una discusión y luego una rápida disculpa. Todo iba mejorando para ellos, llegaron a un consenso en donde arreglaban las cosas antes de ir a dormir y en las mañanas, con el panorama más claro, las conversaban de forma neutral.

La razón por la que lo amaba no era solo por su atractivo, sino también por su sencillez, calidez y personalidad detallista. Las pequeñas cosas importaban mucho para San Agustín y las acciones demostraban más que las palabras que solían esfumarse con el viento. Por eso no fue extraño cuando lo vio llegar al estudio con dos vasos de café y un paquete de sus galletas favoritas.

—Descafeinado con leche light para la estrella del set —pronunció su novio entregándole el suyo para posteriormente sostener el empaque de galletas de avena—. Toma, tus favoritas.

El modelo las recibió antes de saludarlo con un beso y un abrazo que captó algunas miradas curiosas de los presentes. Ferrara era guapo, no al nivel de un modelo profesional, pero sí atractivo a los ojos de cualquier persona.

—No tienes idea de cuánto necesitaba esto —dijo Julio probando el café y abriendo las galletas—. Las botas me están matando y no estoy seguro de que pueda quitarme el pantalón después de la sesión sin romperlo.

Marco analizó la ropa de Julio y luego lo miró a la cara con una sonrisa.

—Te ves genial, esos pantalones hace lucir bien tu trasero —dijo con un tomo coqueto—. Y el pelo morado te hace lucir como un personaje mítico, hijo de afrodita o de alguna diosa de la belleza.

—¿Hijo de afrodita? —Julio alzó una ceja divertido—. Eso es nuevo.

—Es el término correcto para describir una belleza como la tuya, cariño —señaló Marco—. Estoy seguro de que no soy el único que piensa eso.

Pasaron los siguientes minutos del receso del modelo hablando sobre sus días, Marco le contó sobre su guardia y las dificultades que tuvieron con algunos pacientes en su ingreso. Su novio lo escuchó atentamente, aunque se le dificultara entender los tecnicismos médicos que usaba para explicar.

—Tendré que viajar al extranjero en unos días —soltó la noticia atrayendo la atención de Ferrara—. Iré a un evento de la compañía con mis otros compañeros. Carina recibió la invitación también, pero se negó por lo de su embarazo, además de que ha estado ocupada con chequeos y esas cosas.

—¿Entonces irás solo? —cuestionó medianamente preocupado.

—Sí. No es como si jamás hubiera ido solo a un evento así, pero extraño a Carina, ella ha sido mi única amiga en este negocio —confesó Julio—. Recuerdo la vez que viajó de Madrid a Nueva York porque tuve una crisis antes del fashion week, ella vino y se quedó conmigo hasta que me sentí mejor, por poco y se pierde su propia agenda en España.

—¿A dónde irás esta vez? —Marco parecía más preocupado por el viaje que ignoró su relato por completo.

—Puerto Rico, la tierra de hombres atractivos con acento lindo —intentó bromear al respecto, pero a su novio no le hizo ni pizca de gracia.

—Ah, que bien —dijo notoriamente molesto—. Espero que no te olvides de que tienes novio cuando uno de esos hombres atractivos te hable con su acento lindo.

—Hey, era broma —lo abrazó por la espalda intentando calmarlo.

—Qué buen sentido del humor tienes, eh —habló sarcástico—. Divertidísimo.

—No te comportes como un niño, Marco. Solo era una broma —respondió el modelo.

Antes de que pudiera dar inicio su discusión, el receso finalizó y Julio se vio obligado a regresar frente a los lentes de las cámaras para lucir un nuevo atuendo que ya se había puesto.

—Seguiremos con esta conversación más tarde, ¿de acuerdo?

Pero él no contestó, solo asintió con la mandíbula tensa y se alejó de él. Desde ese momento, sus esperanzas de tener una tarde tranquila, se esfumaron.

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08 de Mayo de 2021 4:15 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov Verro.

El lugar elegido en Florencia para la boda era un castillo medieval ubicado en colinas rocosas en la región italiana de Toscana, la construcción del siglo XIX era utilizada como el lugar de recepción de muchos eventos, entre ellos bodas como la suya que tendría lugar en unos meses. Alejado de la ciudad, el Castello Di Vincigliata dotaba de un encanto increíble a los campos que le rodeaban, ofreciendo la privacidad y la fantasía.

La planeadora que contactaron y contrataron para llevar a cabo la coordinación del evento les dio un recorrido completo por los espacios disponibles, desde el patio interno central de la edificación hasta la terraza, desde donde se podría realizar una sesión de fotos con el atardecer de fondo. A medida que avanzaban por los pasillos y escaleras, iban dándose una idea de la decoración que podrían poner en cada rincón.

Para entonces, ya tenían una idea del número de invitados dentro de los que se encontraban sus familiares y amigos más cercanos. Lilith se inclinaba por un evento ostentoso, mientras que su prometida prefería algo más íntimo. Después de una conservación, acordaron invitar a los amigos más importantes en sus vidas y a los familiares de ambas que aceptaran ir. Romanov no contemplaba demasiados familiares de su parte por la ideología tan cerrada que compartían y su evidente desaprobación a su matrimonio con una mujer.

La mujer que sería su esposa no paraba de admirar el lugar, dando ideas con lo que ya habían definido, como la decoración del mobiliario, los arreglos florales y la distribución del espacio. Desde su conversación con Franco, su interés se enfocó única y exclusivamente en la planeación de la boda, olvidando por completo lo demás. Aysel le contó sobre su charla con su tío y, aunque reconocía que las intenciones de Franco eran extrañas dadas las circunstancias, también creía que Ferrara podría estar tomando una decisión precipitada.

—Nunca imaginé que terminaría casándome en un castillo —habló Aysel cuando la planeadora las dejó a solas unos minutos.

—Tenía que ser algo fuera de lo común para que fuera más memorable —respondió Lilith acercándose a ella y abrazándola por la espalda, rodeando con sus brazos su cintura.

—Considerando tus orígenes imperiales rusos —habló la pelinegra—. Puedo decir que me casaré en un castillo con una princesa.

Romanov se petrificó al escuchar el apodo con que la llamó. Su cuerpo se tensó al mismo tiempo de que una ola de recuerdos la golpearon, aturdiendo su razón y provocando que se apartara de Aysel de forma brusca. Esa voz mentirosa volvió a escucharse en su interior y Lilith sintió ira y temor, los sentimientos que la acompañaron en su vida durante muchos años después del trauma. Cuando miró a su prometida, esta la miraba preocupada sin comprender por qué su alejamiento repentino.

—No me vuelvas a llamar así —dijo de forma hostil, sin intenciones de sonar de esa manera.

—Perdón —se disculpó Aysel actuando cautelosamente—. No era mi intención incomodarte.

Lilith no respondió, simplemente se alejó en busca de aire fresco, uno que necesitaba con urgencia debido a las consecuencias que una sola palabra provocaron. Romanov no quería admitirlo en voz alta, pero aún había cicatrices que seguían abiertas y de vez en cuando sangraban. A pesar de que ella con sus propias manos había terminado con la persona que arruinó su vida, el dolor y el miedo seguían presentes.

Aysel le dio su tiempo a solas, unos 15 minutos en los que pudo tranquilizarse antes de volver a hablar con la organizadora. Pero antes de que entrara nuevamente al castillo, Ferrara se le unió en el jardín, completamente sola.

—Perdón por lo de hace rato... —pronunció Lilith con la mirada baja—. Fui muy brusca contigo.

—Descuida, lo entiendo. Yo no debí haberte llamado así —respondió su novia de forma comprensiva.

Las dos callaron un instante sin saber qué más decir, con el sonido de las hojas de los árboles, agitándose por el viento y las aves silvestres que volaban cerca de ellas. Ferrara tenía la vista perdida en el atardecer, en los colores dorados y anaranjados que teñían el cielo, no estaba pidiéndole una explicación, pero Lilith quería dársela.

—Aysel —la nombrada la miró expectante—. Hay cosas que aún no he resuelto y, aunque no quiera, me afectan de maneras que no puedo controlar. Te amo y no quiero lastimarte, porque si lo hago sería algo que no me perdonaría nunca.

Ferrara la escuchó con atención y no dijo nada, en cambio, abrió sus brazos en su dirección. Lilith lo entendió y no tardó en acortar la distancia entre ellas y refugiarse en su abrazo, en el consuelo de estar con alguien que no la juzgaba, que se esforzaba en comprenderla y era paciente con ella.

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09 de Mayo de 2021 11:12 am, Ciudad de México.

Dmitry Kozlov.

Florencia se convirtió en un destino turístico mucho más atractivo debido a que ahora tenían más motivaciones para ir. Carina amaba Italia desde su juventud y no era de extrañarse que adorara la región toscana del país. Entre todos los viajes que había hecho Dmitry durante su vida, ninguno había sido a Florencia, la ciudad donde se originó el renacimiento, expandiéndose por toda Italia y posteriormente a todo el mundo.

Mientras buscaba lugares interesantes que visitar en pareja, una llamada directa entró a su teléfono enfocando en la pantalla el número sin registrar que era bastante conocido por la clave de área rusa y los dígitos siguientes. No era su madre, porque ella no usaría ese teléfono para comunicarse con él. Las únicas opciones disponibles eran dos, su hermano o, en el peor de los casos, su padre.

Dejó pasar diez largos segundos antes de finalmente presionar el icono verde en la pantalla y acercar el teléfono a su oído para escuchar la voz grave y el tono arrogante de su hermano mayor. Dmitry lo escuchó con atención y no dijo nada los primeros minutos para evitar fricciones que derivaran en discusiones, sin embargo, Vladímir se comportó cordial a la hora de invitarlo a regresar a casa para celebrar en familia una cena en honor a su compromiso y el embarazo de su prometida.

Kozlov aceptó y colgó lo más rápido posible al darse cuenta de todas las implicaciones que esa cena obligada conllevaban. Sus planes de ir con Carina a Florencia estaban fuera de discusión, por el momento, y ahora temía que la reunión con su hermano, su cuñada y muy probablemente su padre, pudieran complicar su relación.

—¿Por qué parece que viste un fantasma? —preguntó Robbins comiendo zanahoria con mostaza, uno de los inusuales antojos que tenía.

—Mi hermano llamó —pronunció abatido.

—¿Qué quería? —habló Robbins comiendo mientras se sentaba a su lado—. ¿Quieres?

—No, gracias —Kozlov se negó cuando su novia le ofreció probar y retomó el tema de la llamada—. Él dijo que quiere que asistamos a una cena en la mansión para celebrar nuestro compromiso y el embarazo.

—No suena tan mal —dijo la chica totalmente relajada disfrutando de su zanahoria con mostaza.

—En realidad, tenía planes para nosotros. Tenía planeado que fuéramos a visitar a Lilith y Aysel en Florencia, pero el viaje a Rusia tendrá que ser primero —Dmitry se veía seriamente preocupado y era curioso cómo por primera vez se invertían los papeles, él era el preocupado y Carina la relajada que lo escuchaba atentamente mientras comía.

Robbins dejó su tarro de mostaza en la mesa de café frente a ellos y limpió sus manos y sus labios antes de darle un abrazo a su novio para reconfortarlo, dejando en el proceso su olor a fresas impregnado en su ropa.

—Tranquilo, guapo. Todo saldrá bien —susurró Carina acariciando su espalda—. Iremos rápido y después tomaremos un vuelo a Florencia, a muchos kilómetros lejos de Moscú, tu padre y tu hermano mayor.

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10 de Mayo de 2021 10:50 am, Moscú Rusia.

Carina Robbins.

La vanidad de un distinguido linaje era la conexión entre todas las pinturas de los antepasados de la familia Kozlov. Entre la decoración clásica y el exquisito gusto que podría observarse en cualquier esquina de la propiedad, los miembros más destacados de la familia estaban inmortalizados en las paredes, posando con la barbilla alta y una pose impecable. Algunos lucían uniformes militares y otros finos trajes, rodeados por lujos y joyas, eran glorificados como los pilares de todo lo que fue y era la familia Kozlov, una de las más importantes de Rusia.

La familia Kozlov era de aquellas que organizaban una cena de gala por cualquier gran o mínimo motivo que consideraran importante. Vestían esmoquin y vestidos de noche para ocupar tan solo 5 lugares de las tres decenas existentes en la alargada mesa rectangular. La superficie estaba decorada por un impecable mantel, cubiertos y candelabros de plata, sin olvidar la blanquecina y fina vajilla de porcelana disponible en la casa.

Carina y Dmitry estaban a punto de cenar rodeados por pinturas de antepasados, trofeos de caza, jarrones de miles de dólares, tapices caros y alfombras costosas. Robbins estaba acostumbrada a las reuniones de esa índole, sin embargo, saber que se encontraba con su familia política y estaba bajo la mirada de su cuñado y su esposa, no hacía posible que se relajara.

Alexandra, la glamurosa esposa de su cuñado, era una mujer rubia de ojos azules que transpiraba egocentrismo y se veía demasiado encapsulada en su mundo de ser la esposa de un heredero ruso multimillonario, encargado del negocio familiar. Robbins intentó acercarse amistosamente al matrimonio en el tiempo que compartieron en el antecomedor, sin embargo, Alexandra y Vladímir eran absolutamente apáticos y solo se limitaron a juzgarla con la mirada.

Por su parte, Galina y Dmitry mantenían viva la conversación, impidiendo el silencio incómodo que indudablemente se formaría si dejaban de hablar. A primera vista, su novio y suegra eran los más alegres de toda la familia, ya que hasta Alexandra daba la vibra de ser como su marido. Kozlov le contó durante el viaje sobre ellos, su matrimonio de varios años en los que no habían tenido descendientes, lo cual había irritado ligeramente a Rustam, el padre de Dmitry.

Para ellos, la continuidad de su apellido era fundamental, principalmente por el lugar que ocupaban en la política y economía rusa. A Dmitry no le importaba en lo más mínimo el estatus ni el dinero, a pesar de haber sido criado en el ambiente donde un apellido y su reconocimiento tenía más peso que el hecho de ser una persona.

(Conversación en ruso e inglés).

—Felicitaciones por su compromiso y su embarazo —Alexandra alentó a su marido a hablar, pero este estaba ocupado mirando con recelo a Dmitry.

Aunque ese no es el orden en que debieron ocurrir las cosas —pronunció Vladímir de forma maliciosa.

Es lindo saber que pronto seré abuela —habló Galina en inglés reduciendo la tensión existente en la mesa—. Estoy segura de que a su padre lo hará feliz saber que será abuelo.

No creo que se alegre tanto de que mi hermano se case con una mujer como ella —Vladímir habló en ruso, por lo que Carina no lo entendió, pero el resto de los presentes sí.

—Cuida tus palabras —amenazó Dmitry con la mandíbula tensa y una vena marcada en su frente.

Tengo derecho a expresar mi opinión —habló su hermano mayor con una mirada severa—. Sobre todo cuando mi hermano menor comete errores como este.

La paciencia de Dmitry se terminó, por lo que se levantó de la silla dispuesto a romperle en la cabeza a su hermano una de las copas en la mesa, pero antes de que pudiera hacer algo, Galina intervino.

Vladímir, Dmitry. Compórtense como los adultos que son —los reprendió su madre, o eso es lo que intuyó Carina por el tono que su suegra usó para dirigirse a ellos.

Resignado a no poder tocarle ni un solo pelo a su hermano mayor, el menor de los Kozlov tomó asiento sin quitarle los ojos de encima a Vladímir, quien sonreía por su victoria. Robbins no había entendido lo que pasó, pero por la cara de superioridad de Alexandra, concluyó que no fue nada bueno.

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11 de Mayo de 2021 6:25 pm, Florencia Italia.

Carina Robbins.

Su novio no mencionó nada sobre la conversación que tuvo con su hermano después de aquella cena, pero por el tono de voz que utilizó y su rostro cargado de ira, era notable que no había sido para nada agradable. En contra de las expectativas de Galina, se marcharon lo antes posible de Rusia y tomaron un vuelo hacia Florencia, el lugar donde originalmente tenían planeado ir.

Cuando arribaron a la ciudad, una camioneta ya esperaba por ellos para llevarlos a la villa en la que se estaban quedando Aysel y Lilith. El trayecto fue silencioso, pero cómodo, no dijeron nada de lo sucedido en Rusia y solo esperaron pacientemente uno al lado del otro a que el auto llegara a la ubicación de la residencia. Tal y como su mejor amiga la había descrito, la villa era preciosa y espaciosa, con vistas privilegiadas y jardines bien cuidados, pero lo que más les alegró, fue verlas en la entrada principal para recibirlos y hospedarlos en una de las habitaciones disponibles.

Después de llevarlos a su habitación y darles un pequeño descanso, bajaron al comedor para cenar junto a Lilith y Aysel. El personal sirvió los platillos, cada uno preparado por Ferrara, quien rechazó que Carmina cocinara para esa noche, pues consideraba su llegada como un hecho importante que lo ameritaba. Rápidamente, los preparativos de la boda se volvieron el tema de relevancia en la mesa.

—¿Un castillo? —preguntó Carina alzando una ceja—. ¿La tacaña de Aysel aceptó pagar un castillo?

—Hey, no soy tacaña —la nombrada frunció el ceño mirando a la modelo.

—Lo estamos pagando entre las dos, no es un gasto tan significativo en nuestra situación económica actual, así que no vamos a preocuparnos por costos y vamos a hacer nuestras fantasías realidad —explicó Lilith sonriente—. Además, solo tuve que endulzarle el oído un rato para que aceptara.

—Me están dejando muy mal parada aquí —se quejó Aysel.

—Bueno, también te dejan sin poder pararte, vale la pena —añadió Dmitry.

Todos entendieron el doble sentido de su comentario, por lo que sonrieron cómplices.

—¿Qué más han decidido en estos días? —Robbins retomó el tema llevando otro bocado a su boca.

—Aspectos generales, decoración, banquete, horarios e invitaciones —contestó Aysel—. El pastel va a ser de almendras y las invitaciones serán de cristal grabado.

Carina miró a su amiga fijamente como si esta fuera un bicho raro.

—¿Qué?

—Quién eres y qué le hiciste a la Aysel que tenía un estilo de vida austero y era tacaña —respondió Carina.

—Solo quiero que el día de nuestra boda sea espectacular, sería lindo tener fotos y videos de un acontecimiento así para enseñárselos a nuestros hijos, claro, cuando los adoptemos —dijo Ferrara.

—Además de que, con una esposa millonaria como yo, Aysel no volverá a preocuparse por el dinero el resto de su vida —comentó Lilith victoriosa recargándose en su silla.

—Con todo respeto, Aysel —comentó Dmitry—. Eres la lesbiana más jodidamente afortunada del planeta.

Nadie en la mesa estuvo en desacuerdo con esa última afirmación, hasta la misma Aysel lo reconocía abiertamente.

—Por cierto, Dmitry. Iba a aprovechar que estabas en Rusia para que hablaras con nuestros amigos sobre la boda —dijo Lilith—. Me encantaría tenerlos como padrinos.

—¿De quiénes estamos hablando? —cuestionó Carina.

—Nuestros amigos de la adolescencia. Elina, Ekaterina, Alexei, Darcel y Dasha.

En cuanto Romanov mencionó a Dasha, Aysel se tensó y suprimió una mueca de disgusto que solo notó Robbins. Ella conocía perfectamente a su amiga y esa mueca solo aparecía con las personas que no toleraba Ferrara.

—Creo que están libres en esta temporada del año, probablemente hasta quieran venir a visitarte si les hablas —la sola posibilidad distrajo más a Ferrara.

—Entonces los llamaré, tal vez podamos acordar un viaje juntos antes de la boda —Lilith sonó realmente entusiasmada, aunque su prometida era todo lo contrario.

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11 de Mayo de 2021 7:47 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Ferrara no entendió por qué Carina se le pegó como chicle tras la cena, la modelo se veía muy impaciente por tener algo de privacidad, por lo que aprovechó su oportunidad cuando Dmitry y Lilith salieron a fumar a la terraza en compañía de Honey, que había estado cerca de Dmitry durante casi toda la velada. Apartadas de sus parejas, en la comodidad de la pequeña sala de lectura, Carina rompió el silencio.

—¿Quién es Dasha y por qué la odias? —Robbins no perdió el tiempo y fue directa.

—¿Qué? —Aysel no pudo procesar lo que escuchó—. ¿A qué viene esa pregunta?

—A la cara de desprecio total que hiciste cuando tu novia la mencionó —respondió Carina—. Te conozco, mujer. Y sé que puedes ser la persona más amable del mundo, pero cuando alguien no te agrada, tienes tus razones.

Ferrara se levantó de su asiento y caminó hacia la cómoda dónde se encontraban varias bebidas alcohólicas, entre ellas una botella de vodka que combinó con un poco de jugo de arándano.

—Digamos que ella es... —hizo un ademán con la mano mientras buscaba la expresión correcta.

—¿Un dolor de ovarios? —intuyó Carina.

—No —Aysel bebió un trago de su vaso—. Es peor.

La pelinegra volvió a sentarse y Carina se acomodó en su lugar para escuchar atentamente la historia de trasfondo detrás de su comentario, pero Aysel únicamente la miró expectante.

—Vamos, querida. Habla ya, que yo no me iré a dormir sin ese chisme —alentó Carina.

—De acuerdo —Aysel soltó un suspiro y buscó las palabras para comenzar—. Esto pasó hace varios años, cuando Lilith me llevó por primera vez a Rusia.

—Uy, qué rencorosa eres —comentó la modelo, pero al ver la cara de pocos amigos de su acompañante, dejó de sonreír—. Okay continúa, por favor.

—En ese entonces, Lilith me llevó a un Rave, fue ahí dónde conocí a todos sus amigos más cercanos, todos con el mismo estilo de vida que tenía ella antes de que se fuera de Rusia —explicó—. En realidad, me llevo bien con todos, excepto con Dasha. Al principio, no me parecía molesta, pero en el transcurso de la noche me di cuenta de que muchos de sus comentarios eran malintencionados.

—¿Qué tipo de comentarios? —Robbins quería saber más.

—¿En serio quieres que los repita?

—Si vas a contar el chisme, cuéntalo bien, Ferrara —respondió Carina.

—Bien —Aysel volvió a beber—. Cuando Lilith se alejó un momento de mí, Dasha comenzó a alardear sobre qué ella fue la primera chica con la que Lilith experimentó. No es algo que me moleste, porque al fin y al cabo, las dos estuvimos con otras personas antes de conocernos, pero lo que sí me molestó fue que dejó en claro sus intenciones de querer acercarse a Lilith como más que una amiga y, como ella lo dijo, "sin importar que yo estuviera con ella".

—Oh god —a Carina se le olvidó como hablar en español cuando escuchó eso. Ahora entendía por qué a Ferrara no le agradaba ni un poco—. ¿Lilith sabe que te dijo eso?

—No. No se lo dije en ese entonces y no tiene importancia que se lo diga ahora, después de todo yo soy quien va a casarse con ella y Dasha no tiene ni la mínima oportunidad.

—¿Entonces porque luces tan preocupada de que esté cerca de tu novia?

—Porque va a ser un dolor de cabeza tener a Dasha cerca —señaló Aysel.

—Tal vez cambió y dejó de ser así —Robbins intentó ser positiva.

—No, no creo que eso haya pasado —Ferrara terminó el contenido de su vaso de un solo trago—. Solo espero que no me dé problemas, porque no estoy en condiciones de soportarlos.

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12 de Mayo de 2021 8:19 am, Ciudad de México.

Marco Ferrara Ávila.

La despedida de su novio en el aeropuerto fue larga, Julio ya no estaba acostumbrado a dormir miles de kilómetros lejos de Marco y este último ya era ajeno a la soledad que implicaba tener a Julio lejos de él. Sus presencias en la vida del otro se habían vuelto fundamentales, tanto que supieron desde los primeros minutos lejos que se iban a extrañar bastante.

Su día continuó después de esa despedida temporal. Hizo ejercicio en el gimnasio y desayunó tranquilo en el interior de su departamento después de tomar una ducha y arreglarse para ir el trabajo. Cuando la hora llegó, tomó sus llaves, su mochila y su bata para dirigirse al estacionamiento y abordar su camioneta con destino al hospital, dónde sus los primeros pacientes del turno ya lo esperaban.

Atendió algunas fracturas, cortadas y lesiones de menor riesgo y pudo tomar un descanso llegado al medio día, sentado en la sala de espera, bebiendo un jugo natural de naranja dulce. Para distraerse, habló con algunos de sus colegas mientras esperaban más personas que atender.

—Julio se veía espectacular en esas fotos —comentó uno de ellos—. Aunque el chico que tenía detrás parecía estar interesado en él desde que lo vio.

—¿De qué hablas? —preguntó Marco confundido.

—¿No has visto las fotos de Instagram de tu novio? —preguntó su compañera a lo que él negó con la cabeza.

—No, ¿A qué te refieres?

Sus colegas se miraron entre sí hasta que uno de ellos tomó la decisión de sacar su teléfono y que Marco viera por sí mismo las historias y las fotos en los perfiles de compañeros del modelo que lo mostraban atento a un chico en particular. Bailaban y bebían juntos, incluso el chico abrazó a Julio y lo apartó de la fiesta y el ojo de la cámara durante un momento que fácilmente podría interpretarse.

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Actualización (1/2)

Tenía planeado actualizar antes pero Wattpad  me odia :) y no se publica bien o cambia los guiones.

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