Capítulo 17: Verdades Silenciosas

21 de Junio de 2021 10:14 am, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

La rubia estaba más concentrada en la forma en que la falda de cuero entallada se ajustaba al cuerpo de su novia que a la película, que se supone estaba viendo en la televisión de su habitación. La camisa blanca que Aysel usaba, mostraba sus hombros, clavículas y poseía un escote discreto que distrajo a Lilith cuando Ferrara se dio la vuelta para admirar el conjunto en el espejo.

Al parecer, Aysel le estaba diciendo algo sobre la junta que tendría esa misma mañana con los accionistas mayoritarios del negocio familiar, que eran sus otros dos tíos, hermanos de su padre, sin embargo, Romanov no estaba poniéndole mucha atención a lo que sus labios decían.

—Lilith, mis ojos están arriba —pronunció Aysel sacando de su trance a Romanov.

—Ahora entiendo por qué siempre usabas traje en la oficina —comentó Lilith—. Hubieras tenido problemas para negociar correctamente por... unas muy buenas razones.

Ferrara en lugar de molestarse, soltó una pequeña risa y se aproximó a su novia, inclinándose sobre la cama para darle un beso que amenazó con retardar su partida cuando Lilith aprovechó la oportunidad para recostarla sobre la cama.

—Nos vendría bien hacer algo de cardio, ¿no lo crees? —susurró Lilith sugiriendo otra cosa—. Es bueno para el estrés y para la salud.

Las manos de Lilith se posaron en su cintura con intenciones de desfajar su camisa y posteriormente levantar la falda para que su tacto tuviera libertad debajo de esta. En un inicio, Aysel dejó que hiciera lo que quisiera, se deshizo de la camisa y la falda iba subiendo por sus muslos cada vez más con el paso de los minutos en los que Romanov daba casi por sentado que Aysel no se iría.

Cuando la rubia estaba por desabrochar el sostén de Aysel, Ferrara la tomó de las manos y las aprisionó contra la cama. Sus labios besaron desde su cuello hasta su oído dónde se detuvo a susurrar.

—Me encantaría quedarme, pero tengo compromisos con los que cumplir y odio ser impuntual —susurro con la voz agitada, deseosa de continuar.

—Dios, ¿Te gusta jugar con mi cordura y luego irte? —habló Lilith con frustración.

Aysel río, le dio un pico en los labios que Romanov recibió indignada y se levantó liberándola para volver a vestirse y finalmente marcharse. Sin embargo, cuando se sentó en el borde de la cama para colocarse los zapatos, Lilith se arrodilló ante ella para abrocharlos con delicadeza.

—¿Vas a tardar mucho? —cuestionó Romanov aparentemente tranquila cuando Aysel se levantó y ella todavía se quedó en su posición.

—Espero que no —respondió Ferrara sonriendo—. Porque pienso hacer algo de ejercicio y voy a usarte para la parte del cardio.

Aysel acarició su mejilla y levantó su mentón para que la viera a los ojos.

—Pórtate bien, linda —comentó Aysel—. Y seré tu puta cuando quieras.

Lilith se quedó inmóvil durante varios minutos en los que la impresión, la excitación nublaron su mente casi por completo. Ferrara se despidió y se marchó como si nada, dejando a Romanov llena de emociones.

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21 de Junio de 2021 1:00 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

La junta de negocios, con tinte de reunión familiar paterna, terminó convirtiéndose en una discusión que se enfocaba en el despido de Valentino en lugar de un análisis a conciencia de las pérdidas y estrategias de venta que estaba desarrollando la corporación en la antigua administración. Sabrina, Carlo, Franco y otros accionistas estaban distribuidos en la sala de juntas. Sabrina, su tía, expresaba sus puntos de vista directamente, pero con prudencia, sin embargo, Carlo, su tío que era tanto emocional como físicamente más parecido a su padre, alzaba la voz y se expresaba sin ningún tipo de límite.

Él había sido un militar formado desde su juventud, acostumbrado a que su voluntad fuese obedecida por todos sin cuestionamientos. Una diversidad de opiniones era difícil de manejar con un hombre tan rígido como él.

(Conversación en italiano)

No puedes venir, cambiar todo bajo la excusa de que es por un beneficio mayor sin tener ni la más mínima idea de como se hacen las cosas aquí —dijo Carlo en voz alta—. Despediste a nuestro abogado familiar sin consultarlo.

Era una decisión correspondiente a mi puesto, él admitió haber hecho trampa demostrando valores que no van de la mano con los nuestros y los de la empresa —argumentó.

No puedes despedir a alguien solo porque molestó a tu querida noviecita —se quejó él.

Carlo, para —intervino Sabrina, la mayor de los hermanos Ferrara.

No lo despedí por eso —contestó Aysel—. Lo despedí por incompetente y deshonesto.

Rizzo ha desempeñado siempre sus labores excelentemente —dijo Carlo indignado—. Yo he sido testigo de eso.

Sí claro. Lo dice la persona que solo viene a una junta bimestral y cree saberlo todo —dijo la joven confrontando a su tío.

Aysel, Carlo. Ya paren —Sabrina se opuso con firmeza—. Entiendo que están en desacuerdo, pero discutir no es la forma de llegar a una solución.

Franco observaba la escena desde su lugar sin participar en ninguna de las partes involucradas a pesar de ser testigo de los hechos. Sabrina, su hermana mayor, puso orden en la sala calmando tanto a su sobrina como a su hermano. Los diversos accionistas estaban en facciones con lealtades claras por sus favoritos.

La solución es clara, restitúyelo —demandó Carlo.

No, sería una completa mala decisión apoyada por sentimentalismos en lugar de hechos objetivos —respondió.

Igual que su despido estuvo motivado por tus emociones y no por tu buen juicio, Aysel —contraatacó.

Valentino Rizzo estará en un periodo de prueba de 30 días en los que se determinará su restitución definitiva. Por el momento será temporal, ¿Quién apoya la moción? —Sabrina dejó caer su fuerte mirada sobre todos los presentes.

La mayoría de accionistas minoritarios se manifestaron a favor de la emoción, reiterando su apoyo a la mayor de los Ferrara, quien ahora se había involucrado en un duelo de miradas con Aysel quien la observaba con recelo.

—Franco, aún no has votado —habló su hermana mayor ejerciendo algo de presión sobre él.

Es porque no estoy de acuerdo contigo, Sabrina —se acomodó en el asiento para hacer contacto visual con su sobrina—. Estoy del lado de Aysel. Sus razones son válidas para mí y sé mejor que nadie que sus decisiones no están motivadas por sus emociones.

Aysel recibió en su totalidad el apoyo de su tío, sin embargo, no fue suficiente para cambiar la opinión de los directivos y de sus otros tíos. La elección estaba tomada y sabía que no iba a ser la única afectada por ella.

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21 de Junio de 2021 2:12 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

La reunión con sus tíos y el forzoso acuerdo al que llegaron, resultó en una carga de estrés inmensa que pesaba sobre sus hombros y con la que creyó poder lidiar visitando a su madre, tía y hermano en la propiedad donde se estaban hospedando en la misma finca de Franco. Este último había sido renuente a acompañarla, pero lo rechazó con la excusa de que tenía que tratar asuntos en privado con ellos.

—Estoy dudosa de dejarte pasar desde tu última visita y lo que le sucedió a tu madre —habló Patricia.

—Yo no decidí tener una media hermana perdida por ahí —argumentó Aysel.

—Pero sí pudiste tener un poco de más tacto con el asunto, Aysel —respondió en forma de regaño.

—Estoy bien, Patricia. Déjala entrar —ordenó Ana María.

Patricia se apartó de su camino, permitiéndole el paso a la colorida y rústica estancia adornada por pinturas paisajistas de los alrededores y un par de fotografías familiares de los Ferrara en los que se excluía a Leonardo.

—No vengo a molestar a mi madre ni a ti, tía —dijo Aysel mirándolas cuando las mencionó para posteriormente dirigir su campo visual hacia Marco—. Quiero hablar con Marco, a solas.

—¿Se puede saber por qué? —el nombrado habló sospechando de sus intenciones—. No creo que sea algo que no puedan escuchar, todos somos adultos.

—Sí, pero al parecer no contamos con la misma madurez en nuestras decisiones —soltó Aysel—. ¿Qué haces en Florencia? Tengo entendido que mamá no te llamó y tampoco ninguno de mis tíos, así que no creo que estés por una visita familiar o un viaje de placer.

El mayor entendió perfectamente a lo que se refería y entendió su insistencia de que los dejaran a solas, así que él fue quién lo pidió, logrando que los dejaran a solas en la estancia.

—Tengo mis motivos para estar aquí y tomar una licencia de vacaciones —explicó—. Y ninguno de ellos te afecta, así que no debes preocuparte por eso.

—Sé que fuiste a ver a Julio y que tuvieron una discusión en la cual él tuvo que irse —relató su hermana.

—Se fue con ese tipo. Claro, ahora entiendo por qué la urgencia de deshacerse de mí —dijo rencoroso—. Como no querías que discutiera con él al ver eso. No todos tenemos la suerte de tener parejas que nos valoren por lo que somos.

—¿Valorar qué? ¿Las inseguridades que le provocabas, las peleas que comenzabas y la manera en que tus celos lo afectaban? —reclamó Aysel—. No tienes derecho a enojarte con él y tratarlo mal por conocer a personas nuevas porque lo suyo no funcionó. Él necesita espacio, no que estés respirando detrás de él.

—Aysel, no te interesa que haga yo o deje de hacer, es mi vida.

—Puedes hacer con tu vida lo que quieras, pero no lastimes a las personas que quiero. Tienes razón, no debería de importarme, pero Julio es mi mejor amigo y sé que él daría todo por mí como yo por él —Ferrara lo confrontó.

—¿Entonces yo estoy pintado? Aysel, soy tu hermano, ¿Julio importa más que tu propio hermano? —dijo indignado.

—Los chantajes no funcionan conmigo, Marco —respondió irritada—. También te quiero y me preocupo por ti. Por eso mismo quiero evitar que hagas más estupideces, así que te lo digo ahora, déjalo en paz.

Marco tensó su mandíbula molesto por la petición de su hermana menor, se dio la vuelta con intenciones de marcharse a su cuarto para despejarse en lugar de extender una discusión que no llevaría a ningún lado, sin embargo, antes de que desapareciera de su vista, Aysel reveló algo que no se esperaba.

—Estás comportándote como un niño, Marco. Cuando dejes de actuar de esa manera, tal vez te gustaría conocer a nuestra media hermana —alzó la voz—. Llámame cuando eso ocurra.

Aysel soltó un largo suspiro al no recibir respuesta y se marchó del lugar con la certeza de que el día no podría ir peor.

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21 de Junio de 2021 7:51 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Sus asuntos personales y laborales habían tomado más tiempo del que esperaba, su reloj casi marcaba las 8 de la noche y la hora de la cena se acercaba. Había intercambiado con Lilith un par de mensajes para avisar que demoraría más de lo esperado.

Cuando Ferrara cruzó la puerta principal, los pasitos apresurados y el sonido del collar de Honey se oyeron próximos a su ubicación. La perrita ladró y colocó sus patas delanteras sobre sus muslos mientras movía la cola emocionada por verla de nuevo. Honey al igual que Lilith le habían perdonado su larga ausencia de años y tenerla cerca se volvió una constante. A veces la perrita se dormía sobre sus muslos o insistía continuamente por recibir mimos de su parte.

Era adorable recordar a la que alguna vez fue una cachorra que apenas podía caminar derecha y se tropezaba con sus propias patas de forma tierna. Su corazón se derretía al recordar cuando la adoptaron, desde el primer instante tuvo una inmensa conexión con Lilith que ni el tiempo ni la distancia pudieron cortar.

Su única prioridad para el resto del día era pasar tiempo con su prometida y con Honey hasta que se quedaran dormidas vencidas por el cansancio, sin embargo, cuando cruzó el umbral del recibidor, Carmina le puso al tanto de una inesperada visita. Aysel pensó que se trataban de Alejandra y Jonathan, pero era peor, mucho peor.

Sentada en uno de los muebles cómodos de la salida al jardín, se encontraba la pelirroja de tez clara, con sonrisa amplia y gestos coquetos que eran completamente ignorados por Lilith con quien conversaba alegremente ya con unas copas encima. Ferrara no entendía su tema de conversación porque hablaban muy fluidamente en ruso.

(Conversación en inglés)

Mira quien llegó, justo estábamos hablando de ti —comentó Volkov.

Romanov se levantó enseguida a saludarla con un corto abrazo y un beso en los labios que no duró mucho y que dejó en ellos los rastros de lo que parecía ser una bebida alcohólica muy fuerte.

Espero que no sean difamaciones —declaró Ferrara mirando directamente a la pelirroja.

No, le estaba contando cómo fue que me pediste matrimonio —las copas se le habían subido un poco a Lilith. Sus mejillas estaban rojas y su hablar era más ligero—. Las rosas, velas, el hotel y las vistas. ¿Lo recuerdas?

En cuanto la rubia se dio la vuelta, Dasha hizo una mueca de disgusto total. Aysel observó a su prometida sonriendo como una adolescente emocionada. Su mirada se llenó de ternura, devoción y amor, más de lo que Dasha quería ver.

Lo recuerdo todo de esa noche. Los besos entre susurros y las promesas de eternidad —contó Aysel—. Es la noche favorita de mi vida.

Creo que eso va a cambiar —comentó Dasha—. Ya saben, cuando se casen el día de su compromiso será una pequeñez. Y claro, si algún día se divorcian, no querrán recordar para nada el día en que se casaron.

Su intento de broma sonó hostil para Aysel, pero antes de que pudiera responderle, Romanov lo hizo.

No. Con ella no —alzó la voz—. Con ella todo menos el divorcio. Aysel es el amor de mi vida, será mi esposa y la madre de mis hijos.

Te ves muy segura, Lilith —Volkov frunció ligeramente el ceño haciendo contacto visual con la rubia—. Si fuera tú, yo tendría mis dudas.

Bueno, no todas las personas, especialmente tú —Ferrara atacó—, tienen la fortuna de dar amor y sentirse amadas de igual forma. Así que no espero que lo comprendas. Ahora, si me disculpas, tengo que llevar a MI prometida a dormir. No necesitas que te acompañe, conoces la salida.

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21 de Junio de 2021 8:20 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Avanzó a pasos cortos detrás de Aysel. Su cuerpo se tambaleaba, pero su mano la guiaba escaleras arriba y dentro de la habitación, casi a oscuras. El sonido de sus zapatos marcaba el ritmo que seguir, el camino que seguiría a donde fuera si era con ella. Deseaba reflejarse en sus ojos por siempre y dormir entre sus brazos el resto de su vida solo para despertar en las mañanas con su olor impregnado en su ropa y su amor tatuado en su corazón.

El toque de sus manos era suave, delicado en toda la extensión de la palabra y Romanov no pudo sentirse más afortunada al recordar que le pertenecían a ella las caricias tiernas, eróticas, intencionales y accidentales.

Siguió navegando entre nubes y sueños cuando su prometida la dejó sentada en la cama y prosiguió a cambiarse de ropa a unos metros cerca suyo para prepararse para dormir. En cuestión de un instante, Ferrara ya estaba en pijama mientras le contaba sobre su día en el trabajo, los comentarios de sus tíos y el estrés que su hermano le provocó con su corta discusión.

—Van a restituir a Valentino —esas palabras sacaron de su ensoñación a Lilith.

—¿Qué? —pronunció la chica dudando de la veracidad de lo que acababa de escuchar.

La embriaguez se le bajó en cuestión de segundos, se puso de pie firmemente para acercarse a su prometida y pedirle de nuevo que repitiera su comentario.

—Sabrina y Carlo creen que los motivos de su despido no fueron objetivos y estará en un periodo de prueba que definirá su permanencia temporal o permanente —explicó Aysel pensativa.

—Que se jodan. Es un imbécil aparte de ser un tramposo. No debería de trabajar para tu familia y tampoco estar cerca de ti —declaró sin limitarse.

La rubia se tiró a la cama y cubrió su rostro con una almohada frustrada por la noticia que había roto con la atmósfera y la certeza de que Rizzo no estaría cerca de Aysel. Sabía qué Valentino buscaría cualquier excusa para estar a su alrededor. Maldijo en voz baja en ruso durante un par de minutos hasta que Aysel se acercó a ella.

—No va a estar más cerca de mí de lo necesario, me desagrada tener que estar con él y espero que las situaciones laborales y el contacto que derive de ellas, sea el mínimo posible —Ferrara le quitó la almohada de la cara—. Para soportar la desagradable interacción, estaré pensando en algo que me haga feliz.

Lilith la miró confundida y Aysel solo sonrió levemente sentándose en el borde de la cama. Sin palabras le pidió que se sentara a su lado. Sus manos sostuvieron su rostro con delicadeza y sus pulgares acariciaron sus mejillas.

—Tú. Te adoro en cuerpo y alma —se acercó a su rostro para besar su frente—. Te amo a ti en todas tus facetas, con todos los defectos que parecen no tener y todas las virtudes que muchas veces no sabes apreciar.

Siguió besando cada parte de su rostro. Sus labios dejaron muestras de afecto por cada centímetro de piel, reforzando lo que sus palabras decían. La única limitación que Aysel tenía, quedó de lado para entregársela a Lilith. La imposibilidad inicial de un solo beso se convirtió en un extraordinario contacto que nadie más podía recibir con tal autenticidad.

—Mi mujer —pronunció en un susurro—. Mi Lilith.

Los sentimientos agitaron su corazón e hicieron de su estómago un desastre lleno de mariposas que creía que solo era un mito, pero que ahora se sentían tan reales como la mujer que la envolvía en su abrazo para repetir cientos de veces que la amaba.

—Mi paraíso —dijo finalmente Aysel tomándola del mentón para besarla, con la pasión de la primera vez y la experiencia de la última.

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22 de Junio de 2021 8:00 am, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

La perfección existía, en las doradas mañanas que las descubrían juntas, los latidos del corazón de Aysel y sus ojos brillando, convirtiéndose en la primera imagen que vio al despertar. Su anilló brilló bajo la luz solar que se colaba por la ventana cuando acarició su pelo oscuro con cariño. La noche podía definirse en susurros melosos de promesas románticas, besos lentos y apasionados y afinidad absoluta.

La rubia se quedó dormida sobre su pecho después de escuchar cientos de veces cuanto la amaba y las razones por las que la eligió como su única compañera de vida, la persona a la que le daría todo de sí y hasta lo que no podía darle.

—Buenos días, futura señora Romanov —dijo Lilith con la voz ronca.

Aysel sonrió por sus palabras y su mirada se iluminó tanto como los rayos solares.

—No me molestaría en lo absoluto que me llamen así a partir de ahora —respondió su prometida—. Aunque suena muy maduro.

—Le diré al personal de la casa que te llamen así desde el día de hoy —habló la rubia—. Ya puedo imaginar a nuestros hijos corriendo de un lado a otro haciendo más ruidosa esta silenciosa casa y cualquier otra propiedad que habitemos. Van a sacarnos canas verdes, como diría tu madre, pero al mismo tiempo nos harán muy felices. ¿No lo crees?

—Podríamos saltarnos la parte de la boda, la fiesta y eso para pasar a los hijos —Aysel se aproximó a ella de forma coqueta—. Aunque no serían buenos valores cristianos.

—Bueno, pero al parecer eso no entra en conflicto con tu religión por ponerte de rodillas ante mí y hacer algo que no es precisamente rezar —Lilith le siguió el juego.

—Esa es mi parte favorita de ser religiosa, complacer a mi diosa.

Aysel se acomodó sobre su novia con sus muslos a cada lado de sus caderas. Beso tras beso, la ropa comenzaba a estorbarle y el calor exigía contacto piel con piel, la cercanía de la desnudez a centímetros de distancia que se acortaba cada vez más.

—Hoy no quiero que seas quien admira y adora —pronunció Lilith—. Quiero que te vuelvas mi lindo y demandante ángel al que voy a mostrarle el infierno y el paraíso.

—Será un placer —pronunció Ferrara terminando de desnudarse frente a Lilith.

Romanov no tenía idea de si era ella quien la complacía o si Aysel la usaba para complacerse, pero alguna de las dos estaba marcando el ritmo y mutuamente se dejaban sin aliento, aumentando sus ganas y de más contacto, de llegar a tocar el cielo y luego bajar de un tirón al infierno con el calor de sus cuerpos.

Adoraba los sonidos que salían de sus labios húmedos, las gotas de sudor que caían por su pecho entre sus senos y los mechones oscuros de su pelo pegados a su frente húmeda. Romanov permanecía atenta a la tensión de los músculos de su pareja que se tensaron. Sus pieles chocaban al hacer contacto mientras sus fluidos se mezclaban entre sí.

—Dios, moriría por hacerte un hijo —dijo Lilith con un tono ligeramente más grueso del usual, afectado por la excitación y las emociones del momento.

La expresión de su prometida fue indescifrable y Lilith no tuvo tiempo para pensar en ella cuando el ritmo aumentó por insistencia de Ferrara y las dos se acercaron peligrosamente al clímax.

—Hazlo —respondió su novia con un hilo de voz que resultó inaudible para Romanov.

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22 de Junio de 2021 11:28 am, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Quiso borrar con un puñetazo limpio y sencillo la sonrisa estúpida de Valentino frente a su puerta cuando tuvo la desgracia de toparse con él justo cuando se disponía a sacar a pasear a Honey. Soltó la correa de la perrita para dejarla correr libremente por el jardín o molestar a los jardineros que creían que era un perro peligroso.

(Conversación en italiano).

Es un placer verte de nuevo, Lilith —pronunció él con fingida amabilidad—. Parece que nos estaremos viendo más seguido a partir de ahora.

Espero que no, si no quieres que te arrolle con uno de mis autos —amenazó Lilith.

Rizzo no iba a arruinar la linda mañana que había tenido en compañía de Aysel, así que no iba a dejar que sus comentarios la afectaran.

Oh, vamos. No creo que seas capaz de hacerlo —comentó él.

Yo no la retaría de esa forma —Aysel intervino bajando las escaleras para unirse a ellos—. Lilith es muy capaz de cualquier cosa.

Aysel, linda. Me alegro de verte —Valentino pasó de Romanov para acercarse a la nombrada para saludarla con un beso en la mejilla, pero Aysel lo paró en seco poniendo su mano en su pecho para que no se acercara.

Sin ese tipo de saludo, por favor —demandó de manera fría y luego señaló la puerta—. Los autos que nos llevarán estarán listos en cinco minutos, espera afuera.

Aysel prácticamente lo empujó hasta la salida y cerró la puerta en su cara para tener un poco de privacidad sin que Rizzo se interpusiera.

—¿Autos? —repitió Lilith sin comprender—. Creí que irían en la misma camioneta.

Iremos en autos separados. Prefiero gastar dinero en chóferes y gasolina que compartir auto con él —declaró Ferrara.

Lilith se sintió satisfecha al saber que Ferrara tenía intenciones de mantener su distancia con Valentino, sin embargo, el timbre de la puerta sonó insistentemente interrumpiendo su conversación. Romanov se estaba alistando para gritarle en la cara, pero se contuvo al darse cuenta de que no era él quien estaba tocando, sino Jonathan en compañía de Alejandra.

Aysel recibió a Jonathan y Alejandra amablemente, ya que esta vez si habían llegado por invitación y no sin ser previsto. El asunto con Valentino no debía de tomar más tiempo que un par de horas en las que planeaba regresar a casa para convivir con Dmitry, Carina, Julio, Jonathan y Alejandra el resto del día, y por supuesto, con su prometida.

Bernal y Romanov fueron testigos del andar de Aysel de arriba para abajo, reuniendo las cosas que necesitaría mientras sus choferes se estacionaban en la entrada de la imponente residencia frente a la que estaba Valentino. La mirada y la atracción de Rizzo por Ferrara cuando la vio salir de la casa fue evidente para la artista y la tatuadora que casualmente compartieron su expresión de molestia.

—Parece que tenemos competencia, Romanov —comentó con los brazos cruzados.

—¿Competencia? —repitió Lilith mirándola fijamente—. Debes de dejar de considerarte una opción, porque jamás contaste como una.

La rubia se dio la vuelta dejando a una iracunda artista en la puerta de la villa. En su perspectiva, el mundo le recordaba constantemente a Bernal su lugar, pero ella se aferraba a una perspectiva e ilusión errónea que solo la llevaría a un dolor mucho mayor, así que prefería apagar sus ilusiones antes de que se esparcieran más de lo que ya lo habían hecho.

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23 de Junio de 2021 2:17 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Después de la tercera llamada en lo que iba del día de Valentino con la excusa de los "asuntos legales" a tratar con respecto a Nerea, Ferrara tomó la decisión de silenciar su teléfono y dejarlo en la mesa del estudio para bajar a la planta baja y unirse a Carina quien estaba muy concentrada en los catálogos de ropa para bebé. Muy pocas veces la vio tan concentrada en una lectura que no tuviera que ver con sus preferencias personales en géneros literarios, pero ciertamente, era entretenido verla sumergida en el catálogo frente a sus ojos cuando estaba completamente sola.

Lilith y Dmitry dejaron la casa para examinar a fondo la restauración del estado del auto que Aysel había chocado semanas antes. Él más preocupado por el vehículo era Dmitry, aunque Romanov seguía viendo el accidente como algo inusual, no hacía preguntas al respecto.

La pelinegra se sentó al lado de su amiga para apreciar con más detalle las imágenes que observaba con tanta concentración, tratando de discernir qué colores y modelos comprar.

—¿Es complicado? —preguntó sin especificar a qué se refería.

—¿Encontrar la combinación perfecta? Por supuesto que sí —respondió inmediatamente Carina—. Estoy pensando en todo mi guardarropa que podría combinar con algunos de estos conjuntos. Mi bebé y yo nos veremos fabulosos juntos o juntas, de eso estoy muy segura.

—No hablaba de eso —dijo Aysel—. Me refiero a lo de estar embarazada.

—Si consideras difícil tener náuseas, dolor de espalda, ganas de orinar, incomodidad y antojos muy extraños, entonces sí, lo es —confirmó Carina—. Sé que amaré a los hijos que tenga con Dmitry, pero vaya que voy a tardarme un tiempo en darle hermanitos a mi primer bebé. Nunca pensé que esto sería tan complicado de manejar, pero es una sensación increíble saber que serás madre.

—¿Increíble? —repitió Ferrara alentando a su amiga a ser más explícita con sus palabras.

—Claro. Desde que sabes que lo estás sueñas con cargar a ese pequeñito ser humano entre tus brazos. Imaginas su risa, el color de sus ojos, de su pelo y cada mínimo detalle de su rostro —detalló con cariño Robbins—. Solo esperas el día en que por fin vea la luz del día y sepa que eres su madre y no dejarás que nada le pase.

Una sonrisa dulce y amorosa apareció en los labios de Carina mientras su vista se enfocaba en la nada, imaginándolo absolutamente todo. Sin embargo, Aysel no compartía los mismos pensamientos que ella, estaba perdida imaginando a un pequeño bebé con la genética de Lilith y la suya combinadas. ¿Tendría su pelo? ¿El color de sus ojos? ¿La forma de su sonrisa?

—Quiero tener un bebé —soltó sin restricciones y sin preparar en lo absoluto a Carina para tal declaración—. Quiero tener un bebé con Lilith.

—¿Qué dijiste? —preguntó Carina inerte a pesar de haber escuchado su declaración dos veces—. O sea, ¿Ella va a embarazarse y tú...?

—No. Quiero tener un hijo suyo —reafirmó con la sonrisa más resplandeciente que Carina había visto en ella desde hace mucho tiempo—. Quiero embarazarme yo.

Robbins se quedó en silencio un momento procesando la nueva e impactante información que hacía eco en su mente.

—Espera, espera. ¿Sabes todo lo que implica, verdad? —Robbins creía que Aysel estaba fuera de sus cabales—. Los cambios físicos, hormonales, emocionales e interpersonales. Además, ¿Cómo es que ustedes van a...?

—Estuve investigando. Hay un método que podría permitirnos participar ambas en la maternidad —explicó Aysel.

Robbins escuchó todos los detalles de su investigación que se veía perfectamente planeada y desarrollada evidenciando que podía ser fruto de todo un proceso y no de un impulso aleatorio de un instante.

—¿Ya lo tenías pensado, cierto? —cuestionó Robbins.

—Algo así. Lilith lo mencionó el otro día cuando estábamos... bueno, no importa eso, el punto es que cuando lo mencionó sentí algo diferente, por primera y única vez en mi vida lo consideré una posibilidad —relató la pelinegra.

—No pensé que tuvieras deseos de embarazarte. Digo, no lo veo como algo imposible que no podrías hacer con una mujer, pero... nunca mencionaste ni diste indicios de querer experimentar un proceso de gestación. Es algo nuevo en ti —habló Carina consternada por el repentino interés de su mejor amiga.

—No quería verlo como una posibilidad futura, ya que no tenía una relación estable, pero, ahora que estoy a punto de casarme, en el ascenso económico y en una etapa de mi vida más estable, me gustaría —dio a conocer sus razones.

—Oh dios, solo espero que no hagas una copia de Lilith. El mundo está perfecto con solo una mujer como ella y no sé si soportaría una combinación de ambas. De hecho, no me sorprende que la hayas elegido como candidata a madre y esposa. Es millonaria, cariñosa y muy bonita, cualquier descendiente suyo sería hermoso por sus rasgos, pero si tiene tus ojos y tu personalidad, definitivamente dominará el mundo. ¿Ya hablaste con Lilith al respecto?

Ferrara ya estaba imaginándose toda una película en su mente cuando Carina hizo su última pregunta. No, no había hablado con Lilith sobre el tema y aún existía un poco de incertidumbre acerca de cómo Romanov tomaría la noticia de que Aysel quería tener un hijo suyo. La reacción de Carina demostraba en gran parte como la veían las personas a su alrededor que la conocían y distaba mucho de cómo se sentía ella por dentro. Sin embargo, confiaba en que Romanov lo tomara bien. Una cosa era decir cosas sin pensar en un momento de excitación y otra muy diferente volverlas realidad.

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23 de Junio de 2021 4:49 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Después de darle un baño a Honey y limpiar el desastre accidental que habían hecho en el proceso en el cuarto de baño de su habitación, Aysel y Lilith se dispusieron a sacar a la perrita de paseo por los alrededores de la villa, las calles que se conectaban hacia caminos que llevaban a lugares más interesantes. Ferrara olvidó por completo su celular, sus responsabilidades y el estrés que el aislamiento de Nerea le provocaba para enfocarse únicamente en Lilith y la forma en que Honey jugaba y movía la cola emocionada al estar cerca de ella.

La correa era lo suficientemente larga para darle libertad a Honey mientras Ferrara sostenía del brazo a su prometida, dejándose guiar por ella en la ciudad casi desconocida que estaba volviéndose un hogar temporal para ambas. Sin embargo, la pelinegra tenía más en mente que los edificios y esculturas renacentistas distribuidos por toda la urbe, de su mente no podía alejarse la conversación que tuvo con Carina la cual tuvo su origen en las palabras que Lilith pronunció anteriormente.

El tiempo seguía corriendo, pero ella no encontró la voz ni la forma en la cual decirle sutilmente que quería tener hijos con ella. Sin embargo, la oportunidad se presentó cuando un matrimonio pasó cerca de ellas con sus hijos, los infantes voltearon a ver a la perrita, quien incluso se dejó acariciar por ellos antes de regresar a la villa.

—Espero que a nuestros hijos les gusten las mascotas —comentó Ferrara.

—No te sorprendas si algún día llegan con un perrito de la calle que se encontraron por ahí —respondió Lilith—. Desde ahorita declaro que me voy a poner de su lado si eso pasa y estaré dispuesta a recibir un regaño.

—No soy tan estricta como piensas —argumentó Aysel—. Además, no podría enojarme con una mini copia tuya que me llame mamá.

La rubia se detuvo en seco entre confundida y curiosa. Soltó la correa de Honey para que deambulara por la casa con total libertad y luego procedió a mirar a su prometida.

—¿Mini copia mía? —interrogó Lilith acercándose a su prometida—. ¿Qué tratas de decir con eso?

—Supuse qué no lo captarías a la primera —Ferrara sonrió.

—¿Captar qué?

—Que quiero tener hijos tuyos —reveló Aysel siendo completamente directa.

—¿Con tenerlos te refieres a...? —Lilith tropezó con sus propias palabras, olvidando por completo cómo hablar español y todos los idiomas que conocía distintos al ruso.

—A embarazarme —completó Ferrara divertida con la incapacidad de su prometida al buscar la palabra correcta.

Romanov se quedó en silencio unos segundos en los cuales la miró fijamente en busca de algún indicativo de que se trataba de una broma, pero no lo era. Aysel confirmaba que decía la verdad.

—Un bebé tuyo y mío —dijo aquella información como si se tratara de una pregunta—. Quieres tener un hijo mío.

Su voz aumentó su tono en la última parte y sonó muy parecido a un grito de euforia que muy probablemente se había escuchado en toda la casa. Romanov tomó la cara de su prometida entre sus manos y levantó su mentón para que la mirara a los ojos.

—Dime por favor que no estás jugando —pronunció con cada poro de su piel transpirando emoción.

—Lilith Romanov, quiero tener hijos tuyos —declaró fuerte, claro y directo.

Sus palabras retumbaron en la mente de Lilith de arriba abajo y de un lado para otro. En sus labios se dibujó una inmensa sonrisa al mismo tiempo en que sus ojos se cristalizaban por los sentimentalismos del momento. Cuando Romanov salió de su trance inicial, sin pensarlo, se abalanzó sobre la mujer, envolviéndola en un abrazo lleno de alegría que solo podría traducirse en un deseo compartido y en amor puro. El contacto elevó a Aysel unos centímetros por encima del suelo cuando su novia la cargó, besó en labios y tomó sus muslos para darle soporte. Sin esfuerzo, Lilith se dirigió hacia las escaleras entre besos y comentarios cariñosos.

—¿Qué haces? —preguntó Ferrara algo consternada.

—Sé que es complicado tener hijos de la forma tradicional, pero podemos ignorar la biología e... intentarlo —susurró Lilith muy cerca de sus labios—. ¿Quieres practicar?

Compartieron una sonrisa cómplice entre ellas que confirmaba todo, desde lo explícitamente dicho hasta lo implícitamente entendido. Una conexión que no necesitaba palabras, las acciones eran suficientes.

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