Capítulo 16: Aflictivos Hallazgos

Actualización cortesía de mi editora. Agradezcan a Honey por meter presión.

17 de Junio de 2021 9:15 pm, Palermo Sicilia.

Maya Gómez.

Las continuas insistencias de su compañera para que varios especialistas evaluaran su estado de salud tras las leves lesiones sufridas como producto del altercado causado por la gente que perseguía a lo que ella creyó un fantasma hasta ese día. El reporte que llegó a Madrid antes de su viaje a Palermo, fue claro. La gente de Velazco estaba en busca de una jovencita italiana que podía ser testigo clave para la investigación y que tenía una relación de sangre con Leonardo, sin embargo, esos hechos no llevaron a pensar a la detective que se encontraría con Ferrara en persona.

No podía olvidar su mirada de pánico y sorpresa, pero ella no se quedó a saludar ni a dar explicaciones de por qué estaba ahí y no tres metros bajo tierra como todos suponían. Maya tenía varias teorías al respecto, algunas inclinadas hacia una planeación previa por sus antiguas aliadas y otras iban dirigidas hacia aspectos milagrosos porque no parecía real que ella o ellas estuvieran con vida después de un evento así.

Cuando los médicos y enfermeras terminaron de revisarla y dar un dictamen de que todo estaba en orden ante su compañera, Maya finalmente obtuvo su libertad para regresar al hotel donde se estaban quedando para dar rienda suelta a sus teorías.

—¿Te duele algo? Te veo muy pensativa —preguntó Navarra frente al volante—. Podemos regresar al hospital si te sientes mal.

—No. Estoy bien. No quiero regresar de nuevo ahí —sonó cansada—. Solo necesito descansar.

Maya le restó importancia a las heridas superficiales sufridas, ya que el auto era blindado, sin embargo, tenía una aflicción mucho mayor ocupando su mente.

—¿Crees en los fantasmas? —soltó con la vista fija en el exterior y los edificios que iban pasando.

—¿Fantasmas? —repitió Cristina sin comprender—. ¿A qué te refieres con eso?

Gómez giró su cabeza para observarla. Navarra no comprendía la complejidad de la investigación en la que se había involucrado. No solo se trataba de atrapar a los malos y premiar a los héroes, era mucho más complicado porque había personas que jugaron el papel del villano y del héroe al mismo tiempo.

—Olvídalo, no es importante —contestó.

El silencio tomó lugar entre ambas, un incómodo acompañante que no sabían cómo lidiar con él la mayor parte del tiempo, por lo que evitaban a toda costa compartir el mismo espacio cuando estuviera presente, pero esta vez no podían huir.

—Fue una locura lo de hoy, ¿no lo crees? —habló Cristina—. Las personas que iban tras esa adolescente y se encontraron contigo, se mataron entre sí para no tener testigos.

—Es su nivel de lealtad. Prefieren morir a hablar y se quitan la vida por su propia mano —explicó Gómez—. Es algo usual en las prácticas de Velazco con su gente. Se les enseña una lealtad ciega, probablemente obligada por el miedo. Ella no es una simple criminal.

—Hablas de ella como si la conocieras —comentó Cristina.

—Lo hice. La visité en las oficinas principales de su corporativo. Recuerdo que en ese momento pensé que era una persona que lo tenía todo, pero por alguna razón añoraba más de lo que podía controlar —relató Maya rememorando su único encuentro con Velazco.

—Seamos sinceras, todos los que se involucran en ese negocio regularmente lo hacen por dinero, lujos y otras cosas que no pueden conseguir fácilmente —habló Navarra.

—O tal vez tienen historias que no conocemos sobre sus vidas —dijo convenciéndose a sí misma en lugar de prestarle atención a su compañera.

Una idea detonó en su mente. Si sus aliadas seguían con vida, tenían un motivo para seguir en el negocio en lugar de retirarse a un lugar oculto del mundo a vivir el resto de sus vidas tranquilas.

—No seas sentimental, Gómez —dijo en un tono serio—. No podemos serlo en este trabajo.

Sus palabras evidenciaban lo despegada que estaba de su empatía. Aunque su intuición y su análisis eran bastante agudos, la empatía era su punto débil, uno que la descartaba de conocer la verdad que Maya guardaba celosamente dentro de sí. Cristina no podía comprender lo que a ella sí, por lo que era mejor ocultar su secreto a toda costa.

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18 de Junio de 2021 10:53 am, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Constantes habían sido las quejas de Nerea después de que su equipaje y todas las cosas significativas para ella se perdieran en su encuentro con sus captores. Aysel fue la presa de sus reclamos para nada amables que la llevaron a hartarse hasta el punto de tomar su tarjeta de crédito, las llaves de su auto y todo lo necesario para llevar a la chica de compras.

(Conversación en italiano).

Su acto heroico me costaron todas las pertenencias que tanto trabajo me llevó comprar —reclamó Nerea—. ¿Tu novia y tú se creen superhéroes o qué? No deberían de portar armas y actuar de esa manera, es peligroso.

Sabemos lo que hacemos, nuestra prioridad era ponerte a salvo. Es lo único que tienes que saber —contestó Aysel apelando a su paciencia todo lo que podía.

Quieres formar parte de mi vida y me ocultas cosas que debería de saber —comentó—. Qué congruente eres.

Te diré todo a su tiempo, ¿de acuerdo? —habló Aysel harta con la situación—. Primero, voy a pagar mi deuda contigo.

Ambas chicas salieron del auto para dirigirse al interior del centro comercial. Tiendas de todo tipo se encontraban a su alrededor, algunas cuantas marcas de lujo que Nerea no había podido permitirse por su nivel de ingresos.

Voy a comprarte todo lo que elijas, sin importar la marca o el precio —especificó.

Nerea observó fijamente a Aysel para asegurarse de que no era una broma de mal gusto, pero en el rostro de Ferrara sólo había seguridad. La misma Aysel sacó su tarjeta de crédito sin límite de su cartera y la extendió en su dirección.

El código de seguridad es 1101 —Ferrara dijo en voz baja.

¿En serio me la estás dando? —Nerea la miró con desconfianza.

No mentía cuando dije que me encargaría de tus gastos sin importar que tan grandes o pequeños sean —respondió Aysel.

—¿No te preocupa que la tome, huya del país y de ti? —cuestionó la más joven.

Ya te encontré una vez, será fácil hacerlo una segunda —respondió despreocupada—. Además, tengo los medios necesarios para hacerlo, así que no, no me preocupa.

Miró con desconfianza a Aysel antes de finalmente aceptar su ofrecimiento de ir a visitar cada una de las tiendas comerciales, saliendo con bolsas de compras de cada tienda que con el paso del tiempo iban aumentando. Ferrara mantenía su distancia con ella, no estaba detrás de Nerea, pero tampoco se alejaba mucho de ella por si tenía algún problema con su tarjeta. Al cabo de un par de horas, los cargos de su tarjeta sumaban unos cuantos miles de euros que se veían en la voluminosidad de las bolsas que cargaba Nerea con dificultad.

Si vas a hacer esto lo usual, voy a dejar que seas parte de mi vida sin ningún problema —bromeó mientras guardaba la inmensidad de sus compras en la cajuela del auto y los asientos traseros.

Dije que me encargaría de tus gastos, pero tampoco voy a dejar que gastes dinero sin control. Debes de ser responsable —explicó Aysel.

Sí, sí. Como sea. Ahora entiendo por qué tu novia está contigo, es fácil hacerla feliz de esta forma —comentó Nerea sin pensar.

Prometida —corrigió Aysel—. Y aunque te sorprenda, a ella no le importan mucho esas cosas. De hecho, es ella quien podría mantenerme el resto de mi vida sin ningún tipo de esfuerzo.

—¿Y por qué no dejas que lo haga? —cuestionó la menor desconcertada.

Me gusta trabajar —respondió alzando sus hombros restándole importancia.

Eres la primera persona que conozco que está feliz por trabajar.

El silencio tomó su lugar entre ambas. Un par de minutos dónde solo se escucharon los ruidos del auto y del exterior, tuvieron su protagonismo hasta que la joven decidió retomar su conversación que extrañamente era la primera no tan hostil que tenían.

Entonces... ¿Ella es mafiosa o algo así?

La mayor reflexionó su respuesta un instante, no podía confirmarle aquello, así que optó por la explicación más lógica a su disposición. Nerea no tenía que saber, al menos por el momento, que Romanov y ella se dedicaron a algo ilegal durante muchos años.

No. Es descendiente de la casa imperial rusa. Su familia aún se considera pretendiente al trono, aunque la monarquía esté abolida en ese país —explicó—. Aparte de eso es empresaria y una tatuadora muy talentosa.

Es una princesa entonces —Nerea solo puso atención a la primera parte—. ¿Te vas a casar con una princesa?

Teóricamente, sí. Su título real es de gran duquesa, pero no es algo que utilice, de hecho, nunca lo hace —habló Aysel.

La menor de las Ferrara no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. Su charla fue tranquila, alejada de los conflictos y roces que previamente tuvieron. El tema central fue Lilith, la interesante prometida que parecía haber salido de una película. Nerea no sabía de qué más hablar y a su hermana le encantaba hablar sobre Romanov, así que sus historias cortas le vendrían bien a su largo viaje.

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18 de Junio de 2021 1:21 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Pasos interminables hacían eco en la oscuridad confusa y las vistas borrosas que comenzaban a marearla con el paso de los minutos. Gritos, disparos, sangre y crueldad se manifestaron a su alrededor en las expresiones más grotescas de la ira que su mente guardaba en recuerdos desagradables que evitaba a toda costa revivir.

Escenas de sus misiones, de la primera hasta la última, comenzaron a proyectarse una tras otra con velocidad. Eran pocas las imágenes que podía distinguir con claridad, pero las que lograba identificar, pertenecían a los momentos en los que creyó que morir era mejor que otra cosa.

Al final del pasillo oscuro de sus recuerdos tormentosos, se encontraba una delgada y maltratada joven, con los brazos y piernas llenos de moretones y heridas, mirándola con los ojos cristalizados y los rizos rubios, hechos un desastre. Su respiración subía y bajaba a un ritmo alarmante mientras una delgada línea de sangre escurría por su muslo izquierdo hasta el suelo.

La superficie se tornó carmesí en un instante. Ríos de sangre corrían de un lado a otro. La habitación se iluminó por completo, dejando al descubierto paredes blancas y lisas que comenzaban a teñirse de rojo por el líquido que inundaba la habitación y le llegaba hasta las rodillas a Lilith.

Aquella joven, que no se había movido hasta entonces, corrió hasta ella gritando y llorando para empujarla hacia el suelo e intentar ahogarla en el carmesí de la culpa que las rodeaba a ambas. Su rostro se transformó en el de todas las personas que mató, viejos, jóvenes e inocentes que carecían de culpa pero tenían enemigos.

Y entonces, ese rostro cambiante se detuvo en uno solo, el de Antonio, el hombre que le había robado todo; Su inocencia, su esperanza y su paz las arrebató el hombre que presionaba violentamente su cuello mientras ella intentaba liberarse de sus aprensivos métodos que antes había usado con ella, una de las tantas veces que intentó matarla.

Dejó de escuchar los gritos, el llanto y las amenazas para sumirse en un profundo silencio que resultaba más aterrador que calmante. La oscuridad regresó brevemente y la presión sobre su cuello dejó de sentirse. Sin embargo, cuando Lilith creía recuperar su tranquilidad, una explosión de ruidos, imágenes y destellos la golpeó.

La rubia despertó exaltada, con la respiración agitada y su corazón latiendo como si fuera a salirse de su pecho. No había sangre a su alrededor y Antonio tampoco estaba cerca, solo estaba ella sentada en la cama con la puerta entreabierta.

Antes de que pudiera recomponerse, la puerta del estudio privado, con conexión a la habitación principal, se abrió dando paso a Aysel que se veía entre desconcertada y preocupada por su estado.

—Perdón, ¿Te desperté? —habló Ferrara acercándose a ella—. ¿Estás bien? Te ves agitada.

—Sí, sí. Estoy bien —respondió convenciéndose a sí misma de eso—. Solo necesito un poco de aire fresco.

Lilith se levantó de la cama y evitó a toda costa a su prometida para que no notara el temblor de sus manos y el ataque de pánico que estaba por tener. Abrió las puertas del balcón y se encerró ahí sin que nadie más pudiera molestarla. No quería hablarlo, no estaba en posición de dar explicaciones de qué había sido lo que tanta aflicción le causó.

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18 de Junio de 2021 6:35 pm, Florencia Italia.

Ana María Ávila.

El lenguaje corporal de sus hijos se había vuelto fácil de leer con los años, era detectable ante sus ojos cuando escondían algo o cuando estaban demasiado emocionados a punto de hacer una revelación que se abstuvieron de hacer con anterioridad. Sin embargo, aparte de la apreciable emoción en Aysel, había una segunda emoción predominante que Ferrara se esforzaba en ocultar.

—Te ves como la vez que me dijiste que ibas a casarte con Lilith —comentó Ana María mientras ambas paseaban por los jardines de la finca de Franco—. Deben de ser buenas noticias si viniste personalmente a hablar conmigo.

—Lo son —Aysel sonrió—. Y también tienen que ver con Lilith.

—No me sorprende en lo absoluto que todo lo bueno que suceda en tu vida tenga que ver con ella, eres diferente desde que volviste a verla. Más feliz, más... viva —comentó Ana María—. Adelante, dime. ¿De qué se trata?

—Lilith y yo hablamos sobre tener hijos —anunció finalmente—. No vamos a hacerlo justo ahora, claro, pero si lo consideramos dentro de nuestros planes posteriores a la boda. Las dos queremos participar en la maternidad y encontramos un método que podría servirnos.

La mirada de Ana María se iluminó ante la posibilidad de tener nietos, ya podía imaginarse detrás de los pequeños pasos de una pequeña o pequeño que se pareciera a Aysel, Lilith o a una combinación de ambas. La emoción también se apoderó de ella de pies a cabeza y cientos de preguntas se quedaron atoradas en su garganta.

—Recuérdame hacerle un pastel a Lilith la próxima vez que les visite, se lo merece completamente después de convencerte de eso —habló Ana María sonriendo—. Por fin voy a ser abuela gracias a ella y vaya hazaña la suya, creí que no querías tener hijos.

—En realidad... —titubeó—. Quiero formar una familia con la persona correcta y ella es la indicada. De alguna manera, Lilith me hace sentir segura de que puedo asumir mi maternidad de forma responsable y me hace desear con intensidad ser una buena esposa y madre en un futuro.

Su madre se alegró genuinamente al escuchar esas palabras. Su hija tenía un agudo sentido de la responsabilidad y un amor profundo por su prometida, quien era una mujer cariñosa y atenta aparte de ser hermosa.

—Hablando de maternidad —la expresión tranquila que Aysel cambió a una angustiada—. Hay algo que tengo que decirte.

Las dos dejaron de caminar y se quedaron apartadas en un espacio alejado de las edificaciones de la propiedad. Solo las acompañaba el viento vespertino, algunos rayos de luz solar y los sonidos lejanos de caballos recorriendo los viñedos de la cercanía.

—No debería de ser yo quien te dijera esto, pero no puedo ocultártelo.

—Aysel, me estás asustando —declaró la mujer mayor con su pulso acelerándose.

—Mi papá tuvo más de una aventura durante su matrimonio —la primera puñalada fue directa a su corazón—. Tuvo una hija como resultado de una de esas relaciones extramaritales y esa chica acaba de ser reconocida legalmente como mi hermanastra.

Ana María se mareó al recibir el golpe de información de esa forma. En su interior, deseaba que todo fuera un mal sueño y al despertar todo sería normal, su familia estaría completa y todo el daño causado por meses no existiría. Pero las cicatrices y la verdad, no podían ocultarse por mucho tiempo.

Para Ana María, Aysel se transformó en una imagen enmudecida que no paraba de hablar, pero no se escuchaba nada. La preocupación en el rostro de Ferrara aumentó cuando la mayor retrocedió un par de pasos, alejándose de lo inevitable, de los hechos que ya eran imborrables en las hojas del destino.

—¿Mamá? ¿Te sientes mal? —preguntó alarmada.

—¿Cuál es su nombre? —fue la única respuesta que salió de sus labios.

—Mamá, te ves pálida, volvamos a la villa —la joven la tomó del brazo para guiarla, pero ella la apartó bruscamente.

—Aysel, dime cuál es su nombre —alzó la voz reflejando en su expresión un mar de emociones incomprensibles.

—Nerea —pronunció la nombrada—. Su nombre es Nerea.

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18 de Junio de 2021 6:50 pm, Florencia Italia.

Franco Ferrara.

Las luces de las estrellas brillaban sobre aquella solitaria figura en la banca de madera junto al manzano del jardín. Su cabello azabache con hilos de plata caía sobre su rostro cubriendo las lágrimas y los sollozos que reducía todo lo posible a sonidos casi inaudibles. Aysel se había ido unos minutos atrás y Ana María se aisló de todo y de todos para sentarse a llorar sin ningún impedimento.

Intencionalmente, escuchó parte de su conversación que no había sido precisamente tranquila para Ana María, pues le noticia sobre Nerea no fue del todo de su agrado, principalmente por lo que representaba en su vida, décadas de matrimonio y traición. Las sonrisas, los te amo y la felicidad eran puestas en duda, se volvían cuestionantes que se tambaleaban entre las apariencias y las experiencias, inclinándose más hacia las primeras.

(Conversación en italiano)

Sé que estás ahí, Franco —pronunció ella—. No quiero que me veas así.

No quería espiarte, perdón —se disculpó sinceramente—. Solo pasaba por aquí y...

Quédate —pronunció con los labios temblando sin voltear a verlo.

¿Qué? —cuestionó Franco perplejo por su respuesta.

Ana María no respondió, liberó un poco de espacio para él en la banca y palmeó la superficie delicadamente.

Estar sola y guardar mis pensamientos no es la mejor solución ahora —habló ligeramente más calmada—. Y tampoco lo fue en el pasado.

Franco guardó absoluto silencio para dejarle el protagonismo a sus palabras, a su voz temblorosa y segura a la vez.

Es raro cómo es que de una u otra manera siempre lo sabes. Presientes que está pasando, que ese comportamiento suyo no es usual, pero decides ignorarlo, cerrar los ojos y abrazar la idea de que solo son pensamientos tuyos, porque al final de cuentas él te eligió a ti —habló sin tartamudear—. Pero ahí está y no va a desaparecer solo porque lo ignores.

Respiró profundamente conteniendo sus lágrimas para evitar que estas impidieran su habla.

Creí que era yo, que tal vez lo aburrí o dejé de ser la mujer que él necesitaba en su vida. Me resigné a la idea de que así debía ser, de que las ilusiones y el amor morían en cierta parte de la relación y solo quedaban la costumbre y nuestros hijos —aclaró su garganta.

Tú no fuiste el problema, Ana María —dejó de lado el apodo con el que solía llamarla para tomar la conversación con seriedad—. Ni tú, ni tus hijos a los que tanto adoras y por los que darías hasta la vida. El problema fue él y su apatía a lo que eres, su incapacidad de darse cuenta de que lo tenía todo, pero lo desperdició. Y sé que aunque te lo diga miles de veces te va a ser difícil aceptarlo, pero es la verdad.

Sus ojos llorosos reflejaron a Franco a quien ella le estaba poniendo completa atención.

Pasé décadas casada con alguien que yo creí que era mi persona, el único con el que compartiría mi vida, felicidad y amor. Lo único que me hace darme cuenta de que no fue en vano, son mis hijos. No quiero que ninguno de ellos pase por esto, ni siquiera sé lo deseo a aquella chica. No es su culpa.

Franco entendió a quien se refería en cuanto la mencionó. Incluso en el peor de sus momentos, la mujer frente a él mostraba sus nobles intenciones y se preocupaba por otros, apartando el egoísmo que debía de manifestar, que merecía hacerlo después de una vida altruista que poco le había dado de vuelta. Los labios de Franco temblaron cuando cientos de oraciones se atoraron en ellos.

Las manos de Ana María cubrieron su rostro para limpiar sus lágrimas, esas manos crearon, amaron y destruyeron a la vez, le dieron vida al deleite culinario que maravillaba a miles de personas y también cuidaron de su familia durante tanto tiempo. Ella cuidó de todos, pero casi nadie se ocupó de ella. Inseguro, tomó sus manos y las retiró de su rostro descubriendo esa mirada herida, el calor de sus palmas envolvió la frialdad de ella mientras sus pupilas se encontraban directamente.

Escúchame, por favor. Tú no eres la culpable, esa niña tampoco, nadie que amara con tanta intensidad y lealtad lo es —declaró con un tono suave y comprensivo—. Has sido por mucho tiempo una persona fuerte, Mary, la más extraordinaria que conozco. Quiero abrazar tu tristeza y asegurarme de que nunca te vuelvas a sentir así.

Si esto es por lo de tu propuesta yo... —Ana María estaba por apartarse de él.

No. Lo hago porque me importas —aclaró—. Me importa lo que pienses, sientas, digas o hagas. Simple y llanamente, tú me importas.

La respuesta no llegó en forma de asentimiento o de un monosílabo sencillo. Llegó en la forma de un abrazo que su cuerpo había anhelado y que conseguía por fin después de tanto tiempo. Pero no se trataba de una expresión motivada por el cariño, la verdadera causa era el consuelo, mismo que estaba dispuesto a darle.

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19 de Junio de 2021 12:09 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Las reuniones a puertas cerradas en el comedor se volvieron comunes desde la llegada de los hermanos chilenos y Jonathan. Bernal no podía formar parte de ellas por la complejidad y la privacidad que requerían. Aysel se negaba a dejarla formar parte y Lilith apoyaba esa idea después de las continuas tensiones que tenía con ella y sus sospechas acerca de las intenciones todavía románticas por parte de Alejandra con Aysel.

Jonathan parecía no notarlo o Bernal no lo manifestaba frente a él, pero para Lilith estaba claro, esa chica no estaba siendo completamente honesta al respecto.

—La detective ha estado intentando acceder a su información desde bases de datos de agencias de inteligencia. No solo busca los detalles de sus aparentes muertes, también su ubicación o cualquier otra pista que la lleve a ustedes —comunicó Lorena.

—¿Eso no es preocupante? Podrían encontrarlas con más facilidad si pueden rastrearlas con esos medios.

—Steven se encargó de eso. Nuestros archivos y ubicación están bloqueados por un supuesto candado de agencias de inteligencia, ya sea la interpol, el FBI o la CIA, a todos les aparecerán que están bloqueados —explicó Aysel—. No pueden saber dónde estamos y qué hacemos.

—Pienso que es mejor que hagamos contacto y lleguemos a un acuerdo con ella antes de que su curiosidad y nuestra apatía lo complique —sugirió Lilith.

—Me temo que eso no es tan sencillo como parece —Inés habló—. La detective Gómez ya no está sola. Según los informes de sus jefes directos, se volvió una agente de enlace entre las autoridades mexicanas y la interpol. Trabaja en conjunto con la agente española Cristina Navarra, quien ha estado detrás de los pasos de Velazco en el país europeo.

—Recuerdo haberla visto cuando me asignaron una temporada en España —comentó Lilith—. Era nueva recluta en ese entonces, pero Velazco insistió en que la mantuviéramos vigilada. Al final concluimos que no era nuestra prioridad y nos alejamos de ella.

—¿Cómo llegaron a esa conclusión? —cuestionó Aysel.

—Porque mi entonces jefa consiguió un contacto dentro de la agencia —declaró Lilith—. Nos mantuvo al tanto de lo que pasaba dentro de ella. Fue así como evitamos varios operativos de captura.

—La señorita Romanov era de las más buscadas en Madrid y sus alrededores, pero jamás pudieron dar con ella —explicó Mads—. Espero que si van a hacerle una pequeña visita a Maya, no reconozcan a Lilith en los filtros de seguridad.

La rubia reflexionó seriamente sobre eso. No podía ser en España por los riesgos que acarreaba, así que tenían que pensar en un plan que las mantuviera a salvo cerca y lejos de su verdadera ubicación.

—De acuerdo, traigamos a Maya a suelo italiano, yo me ocuparé de reunirme con ella —intervino Aysel—. Preferiblemente que venga a Roma, plantemos pistas falsas o algo que la acerque a nosotros a una distancia prudente y cuando nos aseguramos de que está sola, hacemos contacto.

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19 de Junio de 2021 3:28 pm, Florencia Italia.

Julio San Agustín.

Verde, el color que predominaba en las hojas de los árboles que se movían con el viento, la hierba bajo sus pies y la profundidad de los ojos del pelinegro que sonreía ligeramente. Su tez pálida tenía un brillo natural hermoso cuando la luz solar iluminaba cada centímetro de ella. Su risa era melodiosa y muy contagiosa para Julio quien también reía con él sin saber exactamente por qué lo hacían.

El sabor del vino rosado con frutas, acompañado con una tabla de quesos y postres dulces, prevalecía en su paladar, al igual que las ganas de acercarse más a Blinov cuando ambos se recostaron en el pasto a imaginar que las nubes formaban figuras cuando en realidad tenían formas aleatorias.

El delicado roce de sus manos, cuando se acomodaron, desencadenó una descarga eléctrica que recorrió el cuerpo de Julio de pies a cabeza, erizó su piel e instauró un estado receptivo en cada centímetro de su cuerpo. El viento era fresco y el calor de la luz solar creaba un equilibrio perfecto en un clima templado que permitía su pequeño y medianamente improvisado almuerzo en el jardín de la propiedad.

Si tan solo Julio hubiera conocido a ese hombre antes, las cosas hubieran sido diferentes e incluso se habría dado la oportunidad de amarlo.

(Conversación en inglés)

Esto es algo que siempre quise —comentó Darcel mordiendo una fresa cuyo jugo humedeció sus labios.

—¿Comer fruta fresca en el jardín de una villa toscana mientras esperas el amanecer? —preguntó Julio.

—No. Es decir, sí, es maravilloso y todo —Blinov se trabó con sus oraciones—. Me refería a compartir esto con alguien que lo aprecie tanto como yo. De verdad, eres increíble, Julio.

Los dos se sentaron con las piernas cruzadas con sus brazos ligeramente flexionados para darles soporte. El día era lindo, pensó San Agustín, pero no tanto como su compañía.

Estamos de acuerdo en eso, porque yo también te encuentro hermosamente extraordinario —soltó la respuesta.

Sin percatarse de la proximidad de sus cuerpos, sus rostros se inclinaron muy cerca un del otro, las respiraciones apenas si chocaban y el calor que emanaban sus mejillas podía ser producto del sol o de algo más que ninguno se atrevía a hablar. Las sonrisas, bromas y coqueteos disimulados eran juegos que practicaban fingiendo no darse cuenta de que estaban pasando y que podían llevar a algo más.

Tal vez que los dos seamos extraordinarios es una señal —dijo Julio en voz baja.

¿Qué tipo de señal? —preguntó Darcel perdido en los ojos del modelo.

No lo sé, pero podemos descubrirlo.

Las ansias aumentaban con cada paso de las manecillas del reloj y las pupilas gritaban confesiones sin palabras que suplicaban el contacto de sus labios y la prueba honesta de que era posible, sin embargo, una presencia lejana clamó el nombre de Julio rompiendo con la atmósfera y evitando a toda costa el primer beso que ambos estaban dispuestos a regalarse.

Cerca de la entrada, a menos de 15 metros de ellos, el hombre pelinegro, de barba y ojos claros los observaba con recelo. Marco estaba justo ahí, convirtiendo en pesadilla el mejor de los sueños que San Agustín pudo haber tenido.

—Es bueno volver a verte, Julio —pronunció—. Está claro que no me extrañaste.

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19 de Junio de 2021 6:41 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Mentiría si no admitiera que le gustaba la sensación de logro después de conseguir algo, por lo que había discutido las últimas dos horas con los profesionales más insistentes de toda la ciudad. El bombardeo de preguntas, el foco de atención y sus continuas objeciones la llevaron al límite en que sí pasaba un minuto más caería desplomada al piso, sin embargo, el reloj y la opinión se inclinaron en su favor y lo que parecía estar en su contra ahora estaba en sus manos.

No hicieron falta más acuerdos, negociaciones o charlas para que la tinta formara parte del contrato y los extraños de la tarde se volvieran sus socios. Cuando salió de la sala de juntas y el edificio, ya no había preocupaciones sobre sus hombros, únicamente la pura y bien merecida victoria.

¿Viste al motociclista que trajo a la CEO? —escuchó murmullos cerca de la recepción que llamaron su atención—. Ese hombre debe de ser lo más sexy del mundo. Parece salido de un libro, apuesto a que debajo del casco es guapísimo y seguramente igual de rico que ella.

Escuché que está comprometida —comentó otra chica—. Si ese es su prometido, de verdad supo como amarrarlo. No me sorprendería que pronto se sepa que tomara una licencia de maternidad.

Hasta yo aceptaría casarme si me dan un anillo como el de ella, ¿lo viste? Debió costarle una fortuna a su prometido.

Así fue, hecho a la medida y a juego con el que yo le di a Ella —Aysel dejó de espiar para formar parte de la conversación.

Señorita Ferrara —pronunciaron ambas cosas unísono petrificadas al notar que las escuchó.

Discúlpenos, no debimos hablar sobre...

Descuiden chicas —reacciono calmada—. A mí también me gusta hablar de mi prometida.

Aysel miró el anillo en su mano y se los mostró.

Tenían razón en dos cosas. En primer lugar, la persona bajo el casco es muy atractiva —respondió disfrutando de ser una presumida por un instante—. En segundo lugar, no estaría mal tomar un permiso por maternidad, yo también creo que es una buena manera de... ¿Cómo dijeron? Ah sí, amarrarla. Gracias por la idea, lindo día.

Bastaron solo un par de minutos para que el motor de la moto de carreras perturbara el sonido, anunciando la llegada de la mujer que tanto revuelo había causado dentro y fuera de las oficinas. Algunos curiosos se asomaron y otros cuantos simplemente esperaron que contaran sobre ella.

Romanov se quitó el casco dejando al descubierto sus rizos rubios, tez clara y algunos de los tatuajes que podían apreciarse en su cuello. Se quitó los guantes y descendió de la moto con la mirada fija en la chica que la esperaba en la entrada con una sonrisa coqueta. Pudo haber sido un beso corto en los labios, pero Aysel lo convirtió en uno intenso que captó varias miradas y envidias a su alrededor.

—¿Y eso por qué fue? No me quejo, pero necesito conocer las causas para repetirlas más seguido —comentó Lilith sonriendo pícara.

—Solo fue porque me gustas —respondió Aysel y se acercó a su prometida nuevamente para susurrarle—. Y porque verte de esa manera me calienta. Sé que no podemos tener hijos como otras parejas, pero tengo ganas de regresar a casa e intentarlo hasta quedar exhaustas.

—Estás jugando con el diablo, Ferrara.

—¿No vas a demostrarme que tan caliente me puedes poner?

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19 de Junio de 2021 7:33 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Romanov dejó su moto en el garaje de la casa y se adentró a la propiedad con todas las intenciones de seguir a Aysel escaleras arriba hacia su habitación, pero sus planes se vieron arruinados cuando el personal de la casa les informó sobre la inesperada visita de Alejandra y Jonathan que aguardaban por ellas en el recibidor. Ferrara quería declinar y excusarse para enfocarse en los planes que tenían previamente, sin embargo, la insistencia de sus invitados cambió su decisión.

—No te ves muy feliz, Ferrara —Alejandra se sentó en el mismo sofá que ella, a una distancia medianamente prudente.

—Normalmente, soy hospitalaria y una buena anfitriona, pero esta vez sí quería estar a solas con Lilith —se quejó en voz baja mientras Jonathan y Romanov conversaban muy animados.

—Lo que sea que tengan que hacer, pueden hacerlo después —comentó Bernal—. No está de más compartir algo de su tiempo con nosotros, somos sus viejos amigos. Y también fuimos algo más.

Aysel no quería darle la razón, pero tampoco podía negar que en algún punto Bernal fue importante en su vida, al igual que lo fue Jonathan en la de Lilith.

—Hablando de eso... —pronunció señalando con la mirada al par del otro lado del recibidor.

Ferrara no había prestado en lo absoluto atención a lo que conversaban ávidamente entre ellos. Lilith estaba usando una sudadera que reconocía haberla visto varias veces antes, pero lo que escuchó hizo que ese hecho cobrara importancia.

—Pensé que ya no la usabas —habló Jonathan.

—Duermo casi todas las noches con ella, es una de mis favoritas. Fue una buena decisión robártela —dijo Lilith sonriendo.

—¿No te preocupa aburrirla con el matrimonio, la fidelidad y eso? —preguntó Alejandra en voz baja—. El compromiso permanente ya no es muy común y esa sudadera puede ser una señal.

—Solo es un pedazo de tela, no importa —respondió Aysel—. Además, ¿No eras tú quien quería casarse conmigo? Es decepcionante que pienses así del matrimonio.

—Seamos realistas, Aysel. Tarde o temprano nos hubiéramos dado cuenta de que estábamos aburriéndonos y buscaríamos a nuevas personas, nuevas emociones que nos dieran vida, pero hubiéramos seguido juntas —explicó despreocupada—. Lilith es bonita, muy atractiva para cualquiera y también parece ser un alma libre, no me sería extraño que buscara a alguien más... Nuevo de paquete.

—No es correcto que hagas suposiciones de personas que no conoces —Aysel habló irritada por el juicio y los comentarios de Alejandra—. Yo no me aburriría de ella nunca.

—¿Y crees que ella no se aburrirá de ti? —Bernal lanzó su último golpe.

Aysel no respondió, se levantó del sofá y se retiró silenciosamente para evitar explotar con Alejandra y sus palabras que habían acabado por completo con su paciencia. Ni Lilith ni Jonathan habían escuchado nada de lo que conversaron, pero no hizo falta para que Lilith se diera cuenta de que algo le había pasado.

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19 de Junio de 2021 10:55 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

La ausencia de su novia prevaleció incluso durante la pequeña cena en la que Carina y Dmitry habían participado. Romanov miró intrigada una y otra vez el lugar a su diestra, que se encontraba vacío y luego enfocaba su mirada en Bernal, quien podía haber tenido algo que ver con la reacción de Aysel, pues esta última se marchó después de tener una conversación con la artista.

Romanov fue en busca de su prometida a media cena, sin importarle su papel como anfitriona y que tanto Jonathan como Alejandra intentaran tener una conversación con ella. El primero quería hablar sobre las anécdotas del pasado y la segunda impedir que se fuera, como si quisiera evitar que se encontrara con Ferrara.

—¿Te vas tan pronto, Lilith? —la voz de la mujer se escuchó con claridad y las conversaciones mixtas en el comedor pararon.

—Tengo algo importante que hacer —se excusó dándole la espalda.

—Tranquila, puede sobrevivir un par de horas sin ti —soltó ella obteniendo las miradas de sorpresa por parte de todos.

Lilith paró en seco y se dio la vuelta para encararla.

—No sabía que te disgustara tanto que no le agrade tu compañía —dijo en respuesta con una leve sonrisa, cambiando la expresión de Bernal de inmediato—. Tranquila, puedes sobrevivir sin abrir la boca un instante.

Sin esperar su respuesta o su reacción, Lilith continuó con su camino hacia el primer piso. Se adentró a la habitación principal silenciosamente y encontró a su novia recostada sobre la cama mirando hacia el ventanal. Romanov cerró delicadamente la puerta y avanzó lentamente hacia ella, recostándose junto a ella.

Ferrara estaba en una posición sugerente usando ropa interior y una camiseta amplia que venía del guardarropa de Romanov y tenía impregnado uno de sus tantos perfumes. Lilith sonrió cuando una idea cruzó su mente y sus dedos recorrieron desde el muslo de su novia hasta su cintura como si se tratara de un camino trazado.

—Creo que tenemos algo pendiente desde la tarde —habló en voz baja cerca de su oído.

La pelinegra se removió, dándose la vuelta en su dirección aparentemente dormida. Por inercia, la rodeó con sus brazos y se apegó a su cuerpo.

—Tendrá que ser en otra ocasión —susurró para sí misma y procedió a depositar un beso sobre su frente.

Lilith correspondió a su abrazo, preparándose para dormir profundamente el resto de la noche, sin embargo, Ferrara volvió a moverse acomodándose en la curvatura de su cuello mientras su pierna quedaba entre las suyas. Su respiración cálida chocaba contra su piel y sus pestañas le daban cosquillas en el cuello, pero al parecer su novia no tenía planes de quedarse quieta, pues sus labios rozaron una zona sensible mientras su rodilla se posicionaba entre sus piernas muy cerca de la entrepierna de Lilith.

Romanov maldijo por lo bajo en su idioma natal cuando su novia se acomodó nuevamente, provocando el roce de su pierna con su intimidad.

—Tiene que ser una broma —habló Romanov retrocediendo un poco para darle espacio, sin embargo, Aysel la siguió.

—Lilith —Ferrara pronunció su nombre con un tono ronco y airoso que trajo consigo un suspiro profundo.

Las manos de Ferrara se colaron por debajo de su ropa y se quedaron inmóviles en su espalda baja, muy cerca de su trasero. Los susurros inaudibles que su pareja pronunciaba provocaba que sus labios tocaran la piel de su cuello, causando algo más que escalofríos.

—Debes de estar soñando increíble para hacerme esto —dijo la rubia con su temperatura corporal aumentando.

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20 de Junio de 2021 2:04 pm, Florencia Italia.

Lilith Romanov.

Romanov no había conciliado el sueño en gran parte de la noche, ya que Aysel no había dejado de moverse en varias horas, provocando sonidos y pensamientos que no abandonaron la cabeza de la rubia hasta llegada la madrugada, cuando se levantó a tomar una ducha fría y a autocomplacerse a sí misma.

—Te ves exhausta, ¿No dormiste bien? —preguntó la causante de su cansancio.

—Tal vez lo hubiera hecho si alguien no se hubiera movido toda la noche —se quejó Lilith con su cuarta taza de café del día en su mano.

—¿Me moví mucho? —cuestionó Ferrara con inocencia en su mirada—. Perdón, no sabía que estuve inquieta toda la noche.

—Sí claro.

Romanov se alejó de ella antes de que los pensamientos eróticos volvieran a su cabeza. Por primera vez en su vida, deseó con todo su ser que fuera una broma y Aysel despertara para darle algo más que insomnio, sin embargo, sus aspiraciones solo se quedaron en roces "accidentales" y provocaciones que no podía responder porque no creía correcto aprovecharse de su novia así. Ferrara la abrazó por la espalda, besó su nuca, cuello y mejillas antes de salir al jardín a conversar con Julio y Carina mientras Honey jugaba con Dmitry y Jonathan.

Aysel lanzaba desde su posición sutiles coqueteos y sonrisas que Lilith notaba inmediatamente.

—Parece que alguien quiere tener toda tu atención nuevamente —Bernal apareció de la nada.

—¿No te habías ido ya?

—Regresamos hoy por la mañana, cuándo todavía estabas dormida. Aysel dijo que no pudiste conciliar el sueño y necesitabas descansar —respondió Alejandra derrumbando la falsa inocencia de Ferrara—. Debió dejarte realmente cansada anoche.

—No te interesa —contestó tajante.

—Vamos, no seas tan fría, Romanov. Yo también le conozco más que el rostro, sé como actúa y lo que puede hacer —dijo—. Y déjame decirte que está buscando tu atención a toda costa. Probablemente notes que actúa raro y que parece ser sutilmente más provocativa contigo. Tiene una necesidad por tener tu atención y hacer que te obsesiones con ella de todas las formas, le gusta tener el control y jugar con él a su gusto. Pero no tienes que darle mucha atención o se aburrirá. Ese fue mi único error, le di mucha importancia.

—Se aburrió de ti, no de mí —habló Lilith—. Y no hay que ser un genio para saber por qué fue, o más bien, por quién fue. Descuida, no te sientas mal, no fuiste la única, también le pasó a Elena. De hecho, ahora que lo pienso, ella tuvo la desgracia de acostarse con Aysel sin saber qué pensaba en alguien más cuando estaba con ella. Sería una verdadera pena que eso mismo haya pasado contigo, ¿No crees?

El ceño de Bernal se frunció con cada una de sus palabras. Cuando Lilith terminó, Alejandra se dio la vuelta en absoluto silencio y se marchó dejándola a solas en el interior del recibidor con conexión al jardín de la villa.

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