Capítulo 15: Franquezas Furtivas

15 de Junio de 2021 2:11 am, Madrid España.

Maya Gómez.

La escena que relataron los primeros oficiales estaba lejos de la impresionante realidad que encontraron- Las fotos fueron el mejor recurso a su disposición que tenían para observar la escena sin alterarla. Cada pedazo de cristal, joya y cubierto de plata servían de evidencia, un rompecabezas que contaba la historia de Rodrigo Delgado y la última gran fiesta de su vida.

Los testimonios relataban caos por todas partes, alcohol caro regado por el suelo y unos cuantos disparos provenientes tanto del interior como el exterior. No hubo muchos detenidos, pero los que tuvieron la mala suerte de terminar en la sala de interrogatorios hablaron sobre un espectáculo, una subasta y una noche que se esperaba iba a ser de placer y complacencias, no de muerte y caos.

El anfitrión, quien se supone que debía de estar en su habitación, previamente preparada para su seguridad, murió desangrado tras recibir un disparo en una arteria importante. Todo apuntaba que se trataba de un crimen pasional o incluso un frío ajuste de cuentas, donde la mujer que escogió para pasar la noche y dar inicio con una de sus acostumbradas orgías, fue la causante de su deceso.

—Vaya, tío. Sí que planeaba pasarla bien en lugar de quedar muerto —comentó Navarra uniéndose a ella para admirar todas las fotos y expedientes distribuidos en la mesa sobre la que trabajaban.

—Lo del crimen pasional me parece una tontería —objetó Maya—. ¿Un traficante terminó muerto a manos de una ex dolida? No lo creo.

—¿Qué más crees que haya sido? Delgado tenía lazos con Velazco, pero no creo que ella lo matara si planeaba utilizarlo como aliado —argumentó Cristina.

—No sabemos con exactitud lo que pasó esa noche —respondió.

—Pero podemos darnos una idea con esto, señorita Gómez —un hombre de casi 50 años, alto, delgado, calvo y con una barba tupida, abrió la puerta de la oficina privada sosteniendo en su diestra lo que parecía ser una USB.

—Señor Bonnet, creí que estaría de vacaciones —comentó Cristina poniendo recta, ya que ese hombre era su jefe directo.

—No se pueden tomar vacaciones cuando personas tan peligrosas están sueltas —respondió—, además, soy de ayuda aquí en el caso que de vacaciones en el sur de Francia.

Conectó por sí mismo la USB a la laptop de la sala y posteriormente al proyector que mostró un archivo de video a punto de ser reproducido.

—Un amigo de otra agencia me hizo saber sobre la presencia de unos de sus agentes encubiertos en la escena. Ese agente llevaba una cámara oculta entre su ropa. Por desgracia la calidad no es muy buena por la distancia a la que se encontraba y las luces del lugar, pero él nos compartió esto.

Bonnet comenzó a reproducir el video que mostraba a la distancia y en una muy mala calidad a una silueta semidesnuda ofreciendo un verdadero espectáculo a los que estaban presentes, aumentando el entusiasmo del público y del mismo Rodrigo que hasta entonces estaba vivo. Aquella desconocida de pelo oscuro y piel ligeramente bronceada le parecía extrañamente familiar a Maya.

Sin embargo, no era la única que disimulaba conocerla, pues Bonnet hizo la misma expresión en cuanto la vio. Navarra era la única desconcertada de los dos que no entendía del todo el propósito de ese video, pero su jefe no se quedó a dar más explicaciones ni a apoyar más en el caso que era complementario al suyo, porque inmediatamente salió de la oficina para hacer una llamada que se veía urgente.

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15 de Junio de 2021 8:04 am, Palermo Sicilia.

Aysel Ferrara Ávila.

Solo bastaron un par de horas para que Lilith tomara su lugar en el espacio que hasta ahora Aysel había ocupado por sí sola. El closet estaba lleno de las prendas de Lilith y el pequeño tocador junto a la puerta estaba ocupado por los perfumes y cremas hidratantes variadas que usaba su novia para cuidar su piel. Ciertamente, extrañaba sentirse invadida de esa forma en que indirectamente hacía notar su presencia, desde las manchas de su labial en sus cigarrillos hasta el olor de su perfume en sus chaquetas que permanecía por mucho tiempo.

Valentino, su media hermana y todos sus problemas habían quedado en segundo plano para darle su merecido protagonismo a Lilith, a su respiración tranquila y caricias suaves en la parte baja de su espalda, debajo de la camiseta que usaba como pijama. Romanov estaba despierta, pero se sentía demasiado perezosa para levantarse de la cama, prefería disfrutar de tener a Ferrara solo para ella por lo menos unas cuantas horas más.

¿Recuerdas cuando vinimos por primera vez? —habló Lilith en voz baja—. Nuestras actitudes y acciones al mantener cierta distancia entre nosotros que en realidad nunca existió.

—Para mí fue una magnífica excusa para viajar a solas contigo —contestó Aysel con una sonrisa.

—A Elena no creo que le haya gustado mucho si alguna vez se enteró —soltó Lilith.

—¿Elena? —repitió Aysel confundida.

—Sí, tu exnovia —se limitó a decir Lilith y posteriormente retomó su entusiasmo inicial—. Cuando la mencionaste estaba deseando internamente que no fueran nada formal, que solo estuvieras saliendo con ella de forma casual, pero cuando la presentaste ante tu madre el mismo día en que yo la conocí, fue como un balde de agua fría. Porque yo quería ser esa primera y última mujer a la que presentaras ante tus padres.

—Técnicamente, fuiste la primera —contestó Aysel—. Llegaste antes y mi mamá deseaba que tú fueras mi novia, pero ella no lo deseaba más que yo.

Ferrara había omitido el tema de Elena por completo por una sola razón. No la recordaba, ni cómo era físicamente, y apenas si lograba identificar su nombre con los datos que reveló Lilith en la conversación. Elena podía ser un recuerdo bloqueado que Ferrara prefería mantener así, al menos por un instante.

—Y mira lo lejos que hemos llegado —Aysel se expresó orgullosa—. Estamos organizando nuestra boda y vamos a tener un futuro juntas.

Lilith asintió feliz, aunque su reacción no duró mucho, ya que un pensamiento inmediato cruzó su mente borrando su sonrisa de su rostro.

—Aysel —la rubia pronunció su nombre cargando la atmósfera de tensión—. Tengo que contarte algo.

—Te escucho, corazón —respondió la pelinegra enfocando el 100% de su atención en lo que iba a decirle.

—Mi padre quiere que tenga hijos —soltó.

—Como todos los padres, supongo —dijo Aysel sin entender al notar que Lilith no continuaba hablando.

—Mi padre no es como todos —comentó Romanov—. Dudo que todos los padres hagan carpetas de candidatos para engendrar hijos para sus hijas y luego las hagan elegir bajo las amenazas de que es un deber y de que pueden quitarles lo que les pertenece solo por no cumplirlo.

Aysel se levantó abruptamente por la sorpresa que conllevaba su revelación. Miró a su prometida y ella se escondió frustrada debajo de las sábanas.

—¿Tu papá...?

—Sí —confirmó antes de que terminara la pregunta—. Me hizo elegir entre tener hijos de la forma tradicional, acostándome con hombres o por inseminación artificial con esperma de alguno de sus estúpidos candidatos. Todo por la "preservación" del linaje. Cuando vio que no cedía, amenazó con quitarme el derecho y las obligaciones de ser una Romanov.

Lilith se notaba deprimida por lo que representaba su familia y el papel que intentaban cumplir ante la sociedad y la clase alta rusa. En su caso era más difícil, era la hija única de una familia descendiente de la línea de sangre imperial y heredera de una fortuna y poder inmensos.

—¿Me amarías si no fuera una Romanov? —preguntó con los ojos cristalinos—. Si fuera una persona común.

—Te amaría de cualquier forma —se apresuró a responder antes de que Lilith comenzara a sobre pensar—. No me importa que seas una Romanov o no, para mí solo eres Lilith, la mujer que amo y que amaré el resto de mi vida.

Romanov extendió sus brazos hacia ella pidiéndole silenciosamente un abrazo que Aysel no le negó. La envolvió entre sus brazos y la apegó a su cuerpo antes de acariciar sus rizos rubios.

—¿Puedo convertirme en la señora Ferrara? Mi vida sería más fácil —comentó Lilith.

—Claro —contestó Aysel. Respiró hondo y continuó con las caricias ahora complementadas con cortos besos distribuidos por todo su rostro—. Si necesitas comenzar otra vez, yo voy a estar ahí. En tus comienzos, viajes y finales, acompañándote hasta el fin de mi vida e incluso más allá.

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15 de Junio de 2021 10:23 am, Palermo Sicilia.

Lilith Romanov.

La piel de la pelinegra se veía suave e hidratada debajo de la luz solar que se adentraba por el balcón de la habitación. Sus manos movían la toalla blanca sobre su pecho para sacarlo. Sin saberlo, Aysel estaba siendo observada por la delgada línea de la puerta entreabierta por Valentino. Rizzo no había hecho ningún ruido y mucho menos movimientos que pudieran delatarlo y privarlo de la privilegiada vista que hasta entonces estaba teniendo del cuerpo de Ferrara. Su entrepierna iba despertando al mismo tiempo que sus ganas de auto complacerse.

Sin embargo, una fría mano tocó su hombro haciendo que diera un salto por la sorpresa y volteara aterrorizado. Romanov rodeó su cuello aplicándole una llave que podría fácilmente romper su cuello en un simple instante.

Los pasos de Aysel se escucharon cerca de la puerta alertando su próxima salida. Lilith soltó a Valentino controlando sus impulsos frenéticos por golpearlo. No quería que su prometida la viera de esa forma y tenía un compromiso personal con mantener bajo control esa parte suya.

Escucha atentamente —susurró Lilith a su oído con una voz que heló el cuerpo de Rizzo de pies a cabeza—. Si vuelves a espiarla o incluso te atreves a tocarla, voy a matarte de la forma más dolorosa y lenta posible. ¿Entendiste?

¿Me perdí de algo? —preguntó Ferrara dirigiéndose a ambos cuando salió de la habitación completamente vestida y lista para irse.

La próxima vez asegúrate de cerrar bien la puerta, ¿De acuerdo? —Romanov suavizó su mirada y su voz al dirigirse a su prometida, quien asintió—. ¿Nos vamos?

Lilith marcó una notoria distancia entre Aysel y Valentino, no dejó que Rizzo se acercara a menos de dos metros de su prometida y constantemente se ponía entre ella y él, evitando todo contacto intencional de Valentino. Si Lilith hubiese podido hacerlo, hubiera impedido que respiraran el mismo aire. Aysel los dejó a solas unos minutos con la excusa de que tenía que ir al baño, por lo que se vieron obligados a hacerse forzada compañía.

(Conversación en italiano)

Últimamente, a Aysel y a mí nos confunden mucho con una pareja —comentó Rizzo rompiendo el silencio que Lilith pretendía mantener.

Hay gente muy estúpida que se confunde —objetó Lilith—. Estoy segura de que Aysel no tiene malos gustos.

Pues deberías cuestionártelo, princesita —comentó Rizzo—. Porque antes de conocerte salió conmigo. Su familia me amaba e íbamos muy en serio.

Romanov se quedó inerte, dudando en creer en las palabras de Valentino. Ferrara jamás había mencionado a un exnovio cuando hablaba sobre su vida sentimental. Hasta donde Lilith sabía, Aysel únicamente había salido con chicas y solo fue una con la que tuvo una relación seria, misma que repercutió severamente en su salud mental.

—Volví —antes de que Lilith pudiera responder las palabras de Valentino, Ferrara se reincorporó y se sentó a la mesa, más cerca de su prometida que de Valentino.

Nerea, el rostro que buscaban entre todos los presentes, tomó su orden con normalidad, no sin antes dirigir una mirada hacia Aysel y a la mujer que la acompañaba. La pierna de Romanov rozaba levemente con su cuerpo en un esfuerzo de sentirla cerca sin ser tan invasiva. Lilith se preguntaba internamente cómo fue que una mujer como ella pudo haber tenido una relación con Valentino, claro, si es que había sido cierto. Y si había sido así, ¿Qué tan lejos habían llegado?

Su mirada pasaba de Aysel a Valentino, los dos parecían ser absolutamente diferentes, para empezar, Ferrara era atractiva y Rizzo no. Aysel era educada, formal y tranquila, mientras que Valentino era un insolente mal educado hipócrita ante los ojos de Lilith. Nuevas interrogantes surgían a cada minuto, pero al no poder externarlas, se levantó y se alejó de la mesa hacia el callejón con la excusa de ir a fumar.

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15 de Junio de 2021 12:13 pm, Palermo Sicilia.

Lilith Romanov.

Se apartó del campo visual de su prometida y su molesto acompañante, cuyas palabras habían hecho trabajar a su mente formulando cientos de preguntas cuya respuesta era desconocida. Las colillas de los cigarros se siguieron acumulando en el bote de basura donde las depositaba tras asegurarse de que estaban bien apagadas. Lilith se admiraba a sí misma por haberse resistido de golpear a Valentino en la cara en tantas ocasiones, dudaba por cuánto tiempo más podría ser paciente y sus comentarios no ayudaban mucho a mantener la calma.

Romanov debió tardar bastante, ya que su prometida salió en su búsqueda para unírsele en el callejón. La expresión de Aysel hablaba por sí sola, huía de lo que la hacía sentir incómoda y solo podía haber dos causas, Valentino o su media hermana, que daba señales confusas.

—¿Puedo acompañarte? —habló en espera de su respuesta.

La rubia asintió mientras seguía fumando tranquilamente, con la vista fija en la calle y las personas que pasaban por ella despreocupadas en comparación con ellas.

—¿Me das un poco? —preguntó su novia refiriéndose al cigarrillo en sus labios.

Lilith sacó su cajetilla de su bolso para darle uno, sin embargo, Aysel tomó el que tenía en sus labios y le dio una calada para posteriormente regresárselo con toda naturalidad.

—Eso fue inesperado —comentó Romanov desconcertada.

—Como todo lo que ha pasado en nuestras vidas últimamente —dijo Ferrara con un tono cansado.

—En mi caso, hay cosas que me sorprenden más que otras —Lilith tomó el mando de la conversación para enviarla hacia la dirección que quería.

—¿Cómo cuáles? —cuestionó Aysel.

—Como Valentino alardeando sobre que salió contigo y que tenía la aprobación de todos —soltó Lilith a la espera de una negativa de Aysel.

—Mierda —pronunció frustrada con la molestia, reflejándose en su ceño fruncido y expresión de repulsión—. Creí que ya lo había superado.

—Espera, en verdad ¿saliste con él? —esta vez fue Lilith quien preguntó.

Ferrara volteó a verla sin saber cómo explicar ese hecho. Ferrara estaba apenada, prefería esconderse debajo del concreto de la calle angosta antes que aceptar que salió con Rizzo.

—Sí. Unos meses, cuando tenía como 16 o 17 años —admitió incómoda.

—Jamás lo mencionaste cuando hablabas de tus parejas sentimentales, creí que nunca habías salido con un hombre —dijo Lilith receptiva a las reacciones de su prometida.

—No lo hice porque es algo que me da vergüenza. No salí con él porque me gustara, tampoco estaba experimentando, solo estaba intentando complacer las expectativas que mi familia, especialmente mi padre, tenía de mí. Me forcé a ser hetero cuando en realidad siempre supe que era lesbiana —Ferrara se veía realmente frustrada con el tema—. No tomé buenas decisiones en ese momento y no me gusta considerar a Valentino mi ex porque, aunque suene cruel de mi parte, para mí solo fue una pantalla.

La pelinegra se desahogó sin limitaciones y en el fondo, Lilith se sentía aliviada de que Rizzo no fuera tan importante en la vida de su prometida. Romanov se contuvo de tratar a Valentino como se merecía porque creía que era alguien importante para Aysel, pero su revelación estaba alejándola cada vez más de esa conclusión.

—¿Ustedes dos llegaron a...? —Lilith quería librar sus dos principales dudas antes de cualquier cosa.

—No —declaró Aysel segura y firme—. Lilith, te acabo de decir que ni siquiera me gustó, creí que lo dejé bien claro.

—Era para descartar —Romanov se excusó más relajada.

La rubia apagó el cigarrillo que todavía estaba fumando y lo tiró al bote de basura mientras su prometida tomaba un respiro para relajarse. La sostuvo por los hombros captando su atención y la hizo mirarla a los ojos.

—Sé que no he sido la primera persona en tu vida que has amado y que ha tenido el privilegio de estar contigo como yo lo tengo ahora —alzó su mentón con la punta de sus dedos—. Pero aunque no haya sido tu primer amor, voy a ser el último, el más significativo de todos y el que durará incondicionalmente.

Fue hermoso ver de cerca las pupilas de Aysel expandiéndose en cuestión de segundos. Su pulso se aceleró y en su garganta se quedaron todas las palabras que podía haber dicho en ese momento. Lilith tomó sus mejillas entre sus manos y depositó un suave beso en sus labios con sabor a clavo, uno de los sabores favoritos de tabaco.

—Volvamos a la mesa —dijo Lilith más tranquila, tomando de la mano a su novia para dirigirse hacia el lugar que estaban ocupando.

Sin embargo, al mirar a su alrededor, notó que un hombre miraba fijamente a Nerea, la observaba, evaluando sus movimientos y planeando silenciosamente cómo acercarse. Ese hombre, robusto, de bigote y calvo, intentó cruzar la calle a la carrera, evitando el tránsito de las personas y de los autos, pero se detuvo en seco en cuanto la reconoció.

El ruido de los coches, deteniéndose y de algunos locales insultándolo por casi provocar un accidente, la sacó de su shock inicial, de manera que reaccionó de inmediato. Jaló la mano de su novia y sin perder la vista de aquel chico, le habló a Aysel.

—Lleva a Nerea a un lugar seguro y escóndanse —pronunció mientras su objetivo comenzaba a redireccionar sus pasos para huir.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Ferrara alarmada y confundida.

—Porque no somos los únicos buscando a Nerea.

Romanov soltó la mano de su prometida para cruzar la calle disimulando que seguía a aquella persona. Él aumentó sus pasos al notar su presencia y comenzó a correr después de un par de metros. Lilith hizo lo mismo, sin importarle que chocara con otras personas en su camino. Sus piernas hacían un esfuerzo por alcanzarlo mientras sus pasos se escuchaban firmes sobre el asfalto de las calles angostas y llenas de callejones que dificultaban su labor de seguirlo.

Por un instante lo perdió. Paró de correr y miró en todas las direcciones tratando de ubicarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, él la atacó por la espalda con una navaja. Lilith evitó a toda costa que la punta llegara siquiera a tocarla. Con toda la fuerza de su cuerpo, le aplicó una llave en el brazo y lo obligó a soltar la navaja para posteriormente acorralarlo contra la pared, amenazándolo con su propia arma.

¿Quién te envió? —preguntó Lilith liberando un poco su cuello para que pudiera hablar—. ¡¿Quién mierda te envió?!

Silencio, eso es lo que hubo de su parte, así que Romanov le pegó un puñetazo al rostro que le rompió la nariz y lo hizo sangrar, pero él seguía sin cooperar. La rubia lo golpeó un par de veces en una combinación de golpes a puño limpio y patadas que terminaron dejándolo en el suelo el callejón, escupiendo sangre.

Voy a preguntarlo una vez más. ¿Quién te envió?

—Control de daños —habló por primera vez y luego procedió a sonreír antes de que una bala proveniente de un tejado cercano le atravesara la cabeza.

Lilith se cubrió rápidamente y observó cada tejado a la vista solo para ver alejándose al tirador, subir a una camioneta y desaparecer entre las calles de Palermo. Romanov suspiró profundamente y miró el cadáver sin vida a unos cuantos metros de ella, la respuesta había muerto con él, pero las intrigas apenas comenzaban acompañadas de una serie de problemas de los cuales no podría encargarse por sí sola, así que tomó su teléfono e hizo un par de llamadas, la primera para asegurarse de que su prometida estuviera bien y la segunda para comunicarse lo más pronto con Matías, Lorena, Mads, Inés, y Jonathan para que las sacaran lo más pronto posible de Sicilia y rastrearan todo lo que pudieran al hombre en el piso y a su acompañante que se había deshecho de él con tanta facilidad.

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15 de Junio de 2021 1:47 pm, Palermo Sicilia.

Lilith Romanov.

Tras asegurarse de que no hubiese testigos y nadie la siguiera, regresó al hotel, el punto de protección que tenían en Palermo, cuya seguridad no les tranquilizaba del todo. La más alterada entre los cuatro era Nerea, que insultaba en italiano con decenas de palabras después de que Ferrara prácticamente la raptara de su trabajo para ponerla a salvo por la situación de riesgo.

(Conversación en italiano).

—¡Todo esto es tu maldita culpa! —responsabilizó a Aysel por lo que estaba pasando—. ¡Él tenía razón cuando habló de ti!

¿Él? —repitió consternada por la furia y las palabras de Nerea, quien se resistía a tranquilizarse y a quedarse quieta sentada en el sofá—. ¿Sabes quien soy?

La culpable de que mi padre haya muerto —respondió con un hilo de voz al final de sus palabras.

Ferrara se quedó inerte, golpeada por la acusación de su media hermana y por algo más que Lilith no lograba distinguir. Nerea reflejaba en sus ojos lágrimas de ira, de absoluto desprecio hacia la mujer que buscaba protegerla a pesar de que apenas sabía de su existencia.

No fue mi culpa —habló Aysel al salir de su estado de shock—. No tienes idea de lo que estás hablando.

Su novia estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no gritarle y alterar más a la joven de lo que se veía. La vena de su cuello se marcaba por la tensión que había en su cuerpo y aumentaba con cada una de las ofensas de Nerea.

Tú me quitaste todo —la ira de su mirada fue directamente disparada hacia Aysel.

Nerea avanzó un par de pasos hacia ella con intenciones de abalanzarse hacia ella para golpearla, sin embargo, Lilith la detuvo al no ver intenciones de su pareja de hacerlo.

Ni siquiera lo pienses, niña —sentenció con firmeza.

Nerea se zafó de su agarre de mala gana y se marchó a la habitación de al lado para tranquilizarse. Con la joven fuera del recibidor, Lilith volteó a mirar a su prometida, quien tenía la mirada perdida y se negaba a defenderse, pero antes de que pudiera acercarse a ella para asegurarse de que se encontraba bien, Valentino la jaló del brazo con brusquedad.

¿Se puede saber qué carajo haces? —Rizzo se dirigió a la rubia—. Se supone que debes ayudarla, no alterarla más. Nerea es sensible y está reaccionando así por todas las emociones que no puede controlar.

—Eso no le da el derecho de agredir a Aysel —objetó Lilith mientras la nombrada permanecía en silencio—. Si tanto conoces a Nerea, ¿Entonces porque no mencionaste que la estaban vigilando? Nos pusiste en peligro, grandísimo, imbécil.

Romanov lo tomó del borde de la camisa atrayéndolo hacia ella para golpearlo.

¿Qué? ¿Qué me vas a hacer, princesita? —sonrió de forma burlona—. ¿Rasguñarme?

No tienes ni puta idea de quién soy y de lo que soy capaz —dijo con la vista fija en él, como la de un depredador a punto de acabar con su presa.

Adelante, dímelo. Me meo en los pantalones de emoción —Rizzo continuó burlándose.

—Te vas a mear aún más cuando lo sepas —amenazó la rubia.

—Lilith —Aysel llamó su nombre con un tono serio y se acercó a ella para interponerse entre ambos para separarlos—. Basta, suéltalo.

Romanov miró a su prometida con desconcierto y al ver la seguridad en su mirada, terminó soltando a Valentino en contra de sus propios deseos que incluían romperle la nariz de un puñetazo. Desde la perspectiva de Lilith, Aysel se estaba poniendo del lado de Valentino al interponerse entre ella y él, evitando que el conflicto escalara a una eventual pelea dónde Lilith claramente llevaba la ventaja.

No perdamos el tiempo buscando culpables, no tiene caso que los hagamos cuando estamos metidos en este lío —objetó Aysel—. Tenemos que dejar de pelear entre nosotros y buscar soluciones. ¿Entendieron?

Rizzo asintió ante la propuesta de Aysel, pero Lilith se rehusaba a aceptarla por la inmensa molestia que estaba sintiendo.

—Lilith —dijo su nombre esperando una afirmativa de su parte.

—Sí, lo entendí —respondió mordiéndose la lengua.

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15 de Junio de 2021 2:26 pm, Palermo Sicilia.

Aysel Ferrara Ávila.

Regresó a la habitación que compartía con su prometida después de arreglar una reservación para Nerea y otra para Valentino en cuartos separados, medidas que tuvo que tomar para mantener todo bajo control. Nerea seguía rehusándose a hablar con ella y Aysel entendía aquello, aunque no estaba muy feliz con su reacción, pues no esperaba tanta hostilidad de su parte, deseaba un poco más de apertura, pero sus planes estaban echados a perder por una perspectiva suya que Leonardo le había dado a Nerea cuando la conoció.

Al entrar a la habitación, se deshizo de sus preocupaciones y se quitó la chaqueta para acomodarla en el armario mientras su novia estaba distraída en su celular recostada sobre la cama sin prestarle la más mínima atención.

—Lilith —la llamó Aysel, pero ella hizo oídos sordos—. Lilith.

Ninguna respuesta de su parte se presentó, por lo que Ferrara se vio obligada a alzar la voz obligando a Romanov a ponerle atención.

—¿Qué? ¿Por fin calmaste a esos dos o voy a tener que evitar que tu hermana te golpee y luego pelearme con Valentino el resto de la semana? —preguntó su novia sin despegar su vista de la pantalla—. Ah, disculpa, olvidé que desde hoy eres su defensora oficial.

—No lo defendí —objetó Aysel.

—Haces que parezca que es así, yo lo creo y te apuesto a que él también —Lilith se levantó de su lugar para acercarse a ella y confrontarla mirándola a los ojos—. Claramente, fue su responsabilidad que estuviéramos muy expuestas hoy.

—Lilith, por favor —Aysel intentaba permanecer calmada a toda costa, ya no tenía ánimos para discutir—. Ahora no, estoy muy cansada como para continuar con esto.

—Hace rato no estabas cansada de ponerte de su lado —soltó Lilith haciendo ademanes obviando la posición de Ferrara.

—No lo hice por él —Ferrara elevó un poco su tono de voz—. Quería evitar un conflicto.

—Claro, ahora eres mediadora de la paz —comentó con sarcasmo y clara molestia en su expresión—. Tranquila, no le haré nada a tu querido amiguito.

Aysel miró a su novia a los ojos. Lilith permanecía exasperada, transpirando por cada poro de su cuerpo disgusto.

—Me importa una mierda Valentino, me importas tú y lo que menos quiero es que te metas en problemas con ese imbécil.

La expresión de Lilith cambió durante unos segundos, el silencio predominó entre ambas y ese interminable duelo de miradas en el que buscaban predominar una sobre la otra, aumentó la tensión en la habitación. Aysel esperaba de todo, que Lilith se molestara más o incluso la dejara sola un par de horas para tranquilizarse, pero no pensó que Romanov caminaría rápidamente en su dirección solo para tomarla del cuello y besarla con tanta intensidad que le costó seguir su ritmo. La rubia mordió su labio y no le dio ni un solo respiro cuando el aire estaba comenzando a acabarse.

—Te voy a quitar las ganas de defenderlo a cogidas —pronunció aquellas palabras que sonaban como una tentadora amenaza a la que Aysel estaba dispuesta a someterse—. Y no voy a dejarte salir de esta habitación hasta que tengas muy en claro que me perteneces.

Romanov no esperó ni un segundo más para cargarla sobre su hombro sin esfuerzo y tirarla a la cama sin una pizca de delicadeza. Ferrara sintió el golpe de su cuerpo contra el colchón, pero no tuvo oportunidad de quejarse del dolor porque una ola de besos, caricias bruscas y mordidas en su cuello le impidieron concentrarse.

Lilith aprisionó sus muñecas encima de su cabeza haciendo uso del agarre de sus manos mientras una de sus rodillas se colocaba entre sus piernas y comenzaba a moverse lentamente mientras seguía besándola. En cuestión de segundos, las manos de Lilith pasaron de sostener las suyas a tirar con fuerza de los bordes de su camisa, dejando su pecho al descubierto. La rubia no perdió el tiempo, llenó su piel de besos y marcas, algunas que renovaban marcas previas y otras que eran nuevas.

Antes de continuar, se enderezó para deshacerse de su propia ropa, pero cuando Aysel intentó tocarla, Lilith la empujó contra la cama nuevamente, dejándole muy en claro que ella tenía el control. Su lengua marcó un sendero de su vientre hasta el interior de sus muslos, los cuales apretó, rasguñó y marcó con sus manos para dejar evidencia de que ella y solo ella tenía el privilegio de hacer eso. Pero cuando estaba por llegar al punto que Aysel quería y prácticamente suplicaba con la mirada, Romanov se detuvo sonriendo como una completa desgraciada que le negaba lo que tanto quería.

Sus ojos oscuros evidenciaban su diversión al notar la frustración que le estaba provocando. Soltó una corta risa que Ferrara amó y odió al mismo tiempo. Se aproximó a su rostro, más específicamente a su oído, para hablarle en voz baja mientras su tacto se paseaba libremente por su cuerpo jugando con su cordura.

—Podría irme en este momento, dejarte mojada y necesitada el resto de la noche —habló con su acento ruso, marcándose por las emociones presentes en ella—. Pero prefiero que seas mi pequeña puta el resto de la noche y voy a darte una buena mamada.

Aysel no supo si le calentó más la forma en que la llamó o lo que dijo que iba a hacer. Ni siquiera entendió cómo no se vino en ese preciso instante. En cuestión de minutos, Ferrara se volvió una masa jadeante y húmeda que se dejaba hacer poniéndose en completa disposición de Lilith, declarando silenciosa e íntimamente que le pertenecía.

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16 de Junio de 2021 9:10 am, Palermo Sicilia.

Lilith Romanov.

Al abrir los ojos lo primero que se encontró fue la imagen de Aysel moviéndose de un lado para otro en la habitación. Su pelo estaba húmedo y ella usaba tan solo la bata de baño mientras acomodaba algunas cosas y hacía otras de forma silenciosa para no despertarla. En las zonas de su piel que eran visibles, se distinguían distintas marcas causadas de distintas formas, pero cada una de ellas tenía que ver con Lilith.

—¿Cómo puedes tener tanta energía después de lo de anoche? —pronunció con la voz ronca y somnolienta.

Romanov sentía su cuerpo entumecido, pero placenteramente libre de estrés.

—En realidad yo no tuve que hacer mucho ayer —pronunció Aysel sentándose en el borde de la cama para estar más cerca de ella—. Solo tuve que ponerme a tu disposición y tomar el rol de... ¿Cómo me llamaste?

Ferrara pareció pensar un instante mirando hacia arriba como si eso le ayudara a acordarse mejor.

—Ah, sí. Tu puta —pronunció con simpleza.

Todo rastro de sueño desapareció en Lilith y se ruborizó al instante. Analizó cada facción de su prometida para detectar molestia o alguna otra emoción.

—Perdón. No debí llamarte así, fueron las emociones del momento y el calentón que me nubló la mente —Romanov habló apenada por su comportamiento la noche anterior—. En serio lo siento. No quería ofenderte ni nada de eso.

—Tranquila —Aysel sonrió divertida con la forma en la que estaba hablando su novia—. No me molestó para nada, de hecho me gustó.

Ferrara se aproximó a ella para darle un corto beso en la mejilla, muy cerca de sus labios.

—Hasta estoy dispuesta a repetirlo —dijo de forma coqueta.

Lilith compartió esa mirada cómplice con su pareja que desencadenó una sesión de besos que fácilmente podrían convertirse en algo más, pero no lo hicieron. Si Aysel quería regresar caminando a Florencia, era preferible que se detuvieran un momento.

—Entonces... ¿Si te quite las ganas de defender al imbécil, ese a cogidas o tengo que darte más duro? —bromeó Lilith mientras su novia estaba recostada junto a ella.

—Ya no tienes que preocuparte por eso —respondió Aysel—. Ayer arreglé con Lorena que él regresaría a primera hora de la mañana a Florencia. Su vuelo salió hace un par de horas.

—¿Y tu hermana? —cuestionó Lilith para no parecer desinteresada en el tema.

—¿La que casi me golpea solo porque me odia a causa de mi padre? —habló Ferrara—. Está más tranquila y para mi sorpresa, aceptó regresar a Florencia con nosotras, pero primero tenemos que acompañarla a recoger sus pertenencias.

—No entiendo cómo puedes tratarla tan normal, ignorando el hecho de que tiene un resentimiento muy grande hacia ti —comentó Lilith.

—El desprecio que siente no es por decisión propia, es por influencia de mi padre. Supongo que me pintó como la mala en su cuento y aunque tengo parte de la responsabilidad, no soy culpable —explicó Aysel—. Es cuestión de tiempo y de que me conozca para que pueda separar las verdades de las mentiras.

Lilith ponía en duda su buena voluntad que en ocasiones la volvía ilusa. Su corazón podía más que su razón cuando quería ayudar a alguien y eso usualmente terminaba en una serie de problemas que luego no sabía cómo manejar, sin embargo, Romanov apreciaba sus intenciones y estaba dispuesta a apoyarla.

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16 de Junio de 2021 2:07 pm, Palermo Sicilia.

Aysel Ferrara Ávila.

El espacio era considerablemente reducido a comparación de todos los lugares que había habitado ella cuando era estudiante, vivía con sus padres o empezó a vivir sola haciéndose cargo de sus propios gastos. Aunque Ferrara no estaba acostumbrada a las grandes casas con decenas de habitaciones y estancias como lo estaba su prometida, sabía reconocer que el departamento de Nerea era austero, contaba con lo necesario para habitarlo y estaba medianamente desordenado.

Las superficies acumulaban un poco de polvo, dejando en claro que ese pequeño espacio no era habitado la mayor parte del día. Los papeles, libros y cuadernos arrumbados estaban por completo abandonados, Nerea estaba demasiado ocupada trabajando para sobrevivir que muy probablemente había dejado la escuela.

Lo que extrañó por completo a la pareja, fue la ausencia de fotografías o algún objeto perteneciente a la madre de Nerea, de quien la chica se negó a hablar cuando Aysel le preguntó. Su molestia seguía latente contra Ferrara aunque la paciencia de esta última no parecía tener límites.

Lilith vagó por el departamento sin mucho interés, mientras Nerea guardaba sus pertenencias más valiosas dentro de las maletas que recién habían comprado. La pelinegra le ofreció a su media hermana la posibilidad de llevar todo lo que fuera difícil de transportar a Florencia por medio de un servicio de mudanzas, sin embargo, ella no quiso que fuera así, parecía estar lista para deshacerse de esa vida.

(Conversación en italiano)

—Esto me recuerda a cuando comencé a vivir sola y pagar mis cuentas —Aysel se recargó en el marco de la puerta de su habitación—. Solo vivía con lo necesario, al igual que tú.

Supongo que ahora ya no te preocupas, por eso —contestó ella sin muchos ánimos—. Lo tienes todo. Por desgracia, las personas comunes como yo, no tenemos la fortuna de heredar de nuestros padres una villa lujosa.

Me desheredó antes de que eso pasara. Sigo preguntándome por qué cambió de opinión al final —contestó Aysel tratando de ignorar la tensión que creaba la joven—. De ahora en adelante, tú no tendrás que preocuparte por el dinero ni por dónde vas a vivir, yo me haré cargo de tus gastos y de darte todas las oportunidades que estén a mi alcance.

No necesito una niñera, gracias —contestó guardando sus últimas pertenencias para posteriormente poner la maleta sobre el suelo.

Nerea. No lo hagas más difícil, por favor —pidió Ferrara—. Yo quiero ayudarte.

No quiero ser uno de tus proyectos de caridad. Ni el tuyo ni el de tu novia que claramente me quiere lejos de ti.

—Intentaste agredirme —objetó Ferrara—. Definitivamente esa no fue una buena primera impresión.

Las emociones comenzaron a aumentar las probabilidades de dar inicio con una discusión que Aysel intentaba ocultar a toda costa. Mientras un duelo de miradas se llevaba a cabo entre ambas hermanas, Lilith interrumpió en su atmósfera.

No quiero interrumpir su amorosa conversación fraternal, pero tenemos compañía y nuestros inesperados visitantes vienen con armas de asalto —reveló Lilith.

Dejaron de lado sus desacuerdos para concentrarse en un único objetivo, escapar del edificio habitacional sin ser descubiertas por aquellos hombres que iban a buscar a Nerea. No había que ser un genio para saber que había asuntos pendientes desde su último intento y, aunque Lorena había rastreado todo lo que pudo de los involucrados, fue relativamente poco lo que encontró.

Salieron del apartamento a toda prisa, escuchando las pisadas pesadas de varias personas subiendo las escaleras principales. Romanov divisó la puerta de las escaleras de emergencia y la abrió de una patada cuando esta se trabó. Prosiguieron a bajar rápidamente por esa ruta, escuchando los gritos de sus perseguidores, quienes cambiaban sus planes para seguirlas. Lilith tomó la delantera, iba armada y sin seguro en su arma, lista para matar a cualquiera que se cruzara en su camino.

—Llévala a un lugar seguro, yo los distraeré —indicó en voz baja.

—¿Quieres morir? No puedo dejar que hagas eso —contestó Lilith.

—Hazme caso, sé lo que hago —aseguró Aysel.

La rubia meditó su propuesta, pero terminó aceptando. Dejaron las maletas como señuelo y Aysel comenzó a dejar algunas pistas para guiar a quienes la seguían por el camino equivocado. Comenzó a correr cuando sus pasos apresurados no fueron suficientes para mantener una discreta distancia. Las calles vacías y angostas eran el escenario de una persecución que ponía en peligro su vida, mientras una sinfonía de pisadas y el sonido del armamento pesado acompañaban los sonidos naturales de la calle, entre los que destacaban las sirenas de los autos de policía que cada vez se escuchaban más cercanos.

Aysel sintió su corazón subir y bajar al cielo en el momento en que se atravesó en el camino de una camioneta que frenó al instante para evitar atropellarla. Su mirada se encontró con un rostro conocido que poseía la máxima expresión de sorpresa que vio en su vida.

—Aysel —Ferrara leyó su nombre en los labios de Maya, la detective que creía que había muerto.

Pero la pelinegra no tuvo tiempo para quedarse a saludar, continuó corriendo antes de que una ráfaga de disparos tratara de alcanzarla en vano.

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17 de Junio de 2021 5:48 pm, Florencia Italia.

Aysel Ferrara Ávila.

Los trazos comenzaban a tomar forma en cada parte del diseño, creando algo nuevo y atractivo que luciría entre los trabajos previos de Lilith y llamaría la atención de varios clientes que visitaran su estudio en cuanto regresara a él. Romanov no tenía un pedido en particular, simplemente las ganas de dibujar en aquella libreta medianamente descuidada cuyas hojas comenzaban a acabarse tras la ráfaga de inspiración que tuvo al llegar a Florencia.

Mientras la música de sus audífonos le impedía escuchar la lluvia intensa del interior, seguía dibujando y fumando al mismo tiempo, expulsando el humo por sus labios de la forma más atractiva que Aysel había visto en su vida. Ferrara tenía algunos otros pendientes, pero estaba en la misma habitación que ella, supervisando el listado del acomodo de las mesas e invitados de su boda en un pequeño esquema que había hecho por sí misma.

Sin embargo, su atención estaba dividida entre la mujer que iba a convertirse en su esposa y los pendientes que requerían de su supervisión. Los boleros del equipo de música, a volumen bajo, terminaban por crear la atmósfera perfecta junto con el sonido de la lluvia y la baja luminosidad que transmitía una sensación de calidez y tranquilidad.

Su oportunidad de acercarse a su prometida llegó cuando Lilith se quitó los audífonos, apartó su libreta y lapicero para tomar un respiro de su trabajo que había durado un par de horas. Romanov se recostó sobre el sofá cómodamente y cubrió sus ojos con su antebrazo para dejarlos descansar un rato.

Ferrara aumentó el volumen del equipo de audio cuando una canción bastante conocida comenzó a reproducirse con ese solo de guitarra que era reconocible desde el primer instante. Sin perder ni un solo minuto, se dirigió a Lilith y se plantó a su lado esperando a que le pusiera atención. La rubia sintió su presencia cercana y la miró de forma expectante que posteriormente se volvió consternada al verla sonreír levemente.

—¿Puedo ayudarte a despejar tu mente? —extendió su mano hacia ella como una invitación.

Lilith la admiró desde su posición. No tenía que dar más explicaciones para saber a qué se refería. Soltó una pequeña risa nasal y se levantó de su posición tomando su mano para dejarse guiar por ella hasta un espacio libre del recibidor donde no chocaran con ningún mueble.

Sus manos sostuvieron con seguridad su cintura para posteriormente adoptar la postura del baile con una clara cercanía entre sus cuerpos que era completamente intencional. El olor de su perfume adormeció a Lilith cuando la chica se recargó sobre su hombro abrazándola mientras comenzaban a bailar de manera lenta al ritmo de la música. Ferrara acarició su espalda suavemente, liberando la tensión en ella al mismo tiempo en que le cantaba en voz baja la letra de Sabor A Mí de Eydie Gormé y Los Panchos.

A los pocos minutos, ya no existía el estrés de los trazos borrados y corregidos decenas de veces, tampoco los defectos, ni los celos, ni nadie más en el planeta que ellas, el sonido de la lluvia, el olor a café proveniente de la cocina y el melodioso sonido de la guitarra. No había tiempo ni lugar, solo existencia, infinita, incierta y anhelante, que se transformaba en un recuerdo eterno con sabor dulce.

—Tendré que contarle esto a nuestros hijos cuando me pregunten qué es el amor —comentó Lilith embelesada—. Voy a contarles cómo su madre me hace sentir cosas que no creí que existían.

—Va a ser una larga historia para contarles antes de que vayan a dormir —habló Aysel.

—Últimamente, pienso mucho en eso —continuó hablando Lilith—. Cuando lo mencionó mi papá y la forma en que lo hizo, me molestó, pero luego de pensarlo profundamente, no me parece tan mala idea.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Aysel confundida.

—Aysel —pronunció su nombre con cariño—. Quiero tener hijos contigo. Quiero que los veamos crecer mientras envejecemos juntas. Puedo imaginarnos llevándolos al colegio, preparándoles el almuerzo, ayudándoles con sus deberes y cuidándolos siempre.

Ferrara se quedó procesando las palabras de su prometida cuando la canción llegaba a su fin. Lilith había hablado claro, Aysel comprendía y compartía su deseo por la maternidad, una con la que ni siquiera se había permitido soñar hasta ahora.

—Quiero que se parezcan a ti —Romanov dejó de abrazarla para verla frente a frente y sostuvo su rostro entre sus suaves manos—. Amaría tener entre mis brazos a un bebé que tenga tus ojos, aquellos con los que me miras con el mismo brillo ilusionado desde el día en que nos conocimos.

Ferrara sonrió, recibió un beso de su prometida en la frente y posteriormente muchos otros en todo su rostro para culminar finalmente con uno más largo en los labios.

—Comenzaremos a buscar tener un bebé después de nuestra boda. ¿Estás de acuerdo?

Lilith asintió enérgicamente confirmando su respuesta para proceder a abrazar a Aysel con fuerza, llena de la euforia de saber que comenzarían a formar su familia.

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Despues de unas merecidas vacaciones en las que lidié con un bloqueo de escritor, les traigo una nueva actualización. ¿Se esperaban que Aysel quisiera ser la madre gestante?

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