Capítulo 10: Despuntes de Inclemencia
18 de Mayo de 2021 5:16 pm, Florencia Italia.
Lilith Romanov.
Encontraba algo entretenido el ver a su prometida de un lado para otro, acomodando las últimas cajas de sus pertenencias mientras relataba a grandes rasgos la visita que le hizo a su tío. Al principio solo eran asuntos del negocio familiar y otras cuestiones personales que salieron a flote durante su paseo por el viñedo, sin embargo, el tono de voz de Aysel cambió en cuanto repitió las palabras que el mismo Franco dijo y que removieron algo en su interior.
—¿Demanda de paternidad? —cuestionó Lilith para constatar que lo que había escuchado no estaba mal. No le parecía extraño que Leonardo tuviera hijos no reconocidos, pero no quería hacer un comentario al respecto debido a que temía que se repitiera lo de la otra noche.
—Jamás había pensado en la posibilidad de tener un medio hermano o hermana —habló Ferrara cambiándose mientras su novia la observaba recargada en la cabecera de la cama—. Digo, no es como si fuera tan impensable, ni siquiera quiero indagar a profundidad en las infidelidades de mi padre. Pero, me siento extraña con esto, hasta hace unas horas creía que solo tenía un hermano y ahora resulta que puede que haya más.
—¿Te gustaría conocer a esa persona si pudieras hacerlo? —Romanov hizo una pregunta arriesgada por la cual se reprimió al instante, ya que no quería generar más tensiones con Aysel.
—No lo sé —su respuesta fue rápida, acompañada con un suspiro cargado de cansancio, un agotamiento fusionado a sus pensamientos recientes que no la dejaba desconectarse del mundo ni por un momento—. Valentino sigue investigando, pero es algo complicado considerando la confidencialidad de los asuntos legales.
—¿Quién es Valentino? —la rubia estaba confundida, no recordaba que Aysel mencionara a alguien llamado así durante todo su relato y además, le parecía divertido el nombre, podría hacer pequeñas bromas con él, pero se abstendría de hacerlo en un intento para controlarse.
—Ah, Valentino Rizzo —contestó Ferrara—. Es un viejo amigo de mi adolescencia. Lo conocí hace varios años, su familia es cercana a la mía, así que pasábamos tiempo juntos cuando mi padre nos traía a Italia para visitar a mis tíos y abuelos. Nunca entendí por qué, pero a mi papá le parecía un gran partido para mí, aunque a mi mamá nunca le agradó y a mí jamás me pareció atractivo, supongo que era indicio de que era lesbiana.
—Bueno, ya sabemos que Leonardo no tomaba muy buenas decisiones y en cuanto a gustos, exceptuando mi querida suegra, no era muy bueno eligiendo —soltó Romanov sin cohibirse como lo había estado haciendo.
No se dio cuenta de ello hasta que Aysel la miró fijamente con una expresión seria durante unos segundos. Tal vez su comentario le había molestado o incluso estaba por decirle que no volviera a hablar de esa manera de su familia, pero en lugar de todos los escenarios que Lilith creó en su mente, Ferrara empezó a reír.
Dejó lo que hacía y se acercó cómodamente hacia ella. Su tacto suave y cálido le brindó una caricia en la mejilla y sus labios besaron su frente con cariño.
—Tienes razón, no era capaz de ver lo que estaba delante de sus narices —comentó la pelinegra—. Por eso jamás entendió que yo te amaba más que nadie y que, incluso si él no estaba de acuerdo, yo no iba a dejar de amarte.
Alzó la mirada para contemplar sus ojos claros, aquellos que destinaban miradas amorosas a ella, pero que también podían reflejar la muerte y la ira de maneras no previstas. A Lilith le gustaba observarse en su mirada, porque en ella se percibía más auténtica, más perfecta y feliz. Fundirse con esos tonos claros de café y tintes de miel, era tener la certeza de que alguien la amaba. Desde ese momento hasta el final del beso en los labios que le dio, las inseguridades de Romanov se hicieron polvo, dejando espacio a su vulnerabilidad.
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19 de Mayo de 2021 7:08 pm, Florencia Italia.
Aysel Ferrara Ávila.
Ambas ya podían tachar casi todos los pendientes de la lista para la organización de su boda. La reunión de más de dos horas para coordinar todo con los floristas, decoradores y otras personas encargadas de la recepción y ceremonia, finalmente había concluido tras fijar una fecha para el día de su boda, las invitaciones estaban casi listas y en definitiva el día se sentía cada vez más cercano.
El gran reto de un evento así era combinar sus culturas, dejar impregnado el orgullo de sus orígenes en cada una de las tradiciones, sin dejar de lado la boda civil y una simbólica. El menú del banquete estaba organizado entre platillos rusos, italianos y mexicanos a fin de equilibrar a la perfección los sabores para los paladares más exigentes, por lo que este último honor había quedado a cargo de Ana María, la madre de Aysel que quería aportar de esa manera tan significativa a la felicidad de la pareja.
La pelinegra volteó a ver a una entusiasmada Lilith quién sonreía ampliamente tratando de contener su emoción para no salir corriendo de ahí para gritarle al mundo entero que estaban muy cerca de un día tan especial. Aysel no dejaba de pensar en los besos robados del principio, en las tensiones interminables y en las noches donde solo se tenían la una a la otra para hacerse compañía en un mundo que solía ser muy difícil de vez en cuando.
La mujer, que creyó ingenuamente que jamás se casaría, acaba de firmar un futuro a su lado, confiando plenamente en que su destino era estar ahí, con ella, sosteniendo su mano por encima de la mesa, mientras terminaban de hablar los últimos detalles.
(Conversación en italiano).
—Entonces la fecha queda fijada para el... —la coordinadora revisó las notas de la libreta que llevaba consigo a todas partes—. 21 de septiembre.
Las dos asintieron sonriendo al mismo tiempo, mientras que el resto de los presentes manifestaron estar de acuerdo. Se levantaron de la mesa y se despidieron para retirarse mientras ellas se quedaron un rato más a esperar a sus amigos. En la intimidad que una sala privada de un restaurante les podía brindar, Lilith la miró, sintiéndose la mujer más afortunada del mundo.
—Si alguien me hubiera dicho hace siete años que el día de hoy estaríamos haciendo los preparativos de nuestra boda, probablemente le hubiera dicho que era una tontería total —comentó Lilith—. Y mírame ahora, quiero que mis hijos te tengan como su otra madre y lleven tu apellido.
El rubor que coloreó sus mejillas tras su confesión, la hizo lucir más bonita de lo que ya era. Sus rizos rubios lucían perfectos en combinación con sus labios rojos y ojos oscuros que se apreciaban más vivos que nunca. Su corazón fue atraído hacia ella, encadenado a sus encantos, volviéndola esclava de la mujer que tenía delante.
—Yo supe desde el inicio que eras tú —habló calmadamente disfrutando las palabras que salían de sus labios—. Por ingenuo que pueda sonar, cuando me enamoré de ti, estaba lista para hacer lo que me pidieras e ir a dónde tú fueras.
Aysel se acercó hasta que sus alientos se encontraron a una distancia mínima. Viendo a Lilith fijamente a los ojos, continuó hablando.
—¿Qué me has hecho, Lilith? —pronunció con ansias—. Porque no puedo dejar de adorarte, y aunque quisiera, jamás lo conseguiría.
La mano de Romanov se hundió en el pelo de la nuca de Aysel, la tomó con fuerza y dando un pequeño tirón, la jaló para besarla intensamente, olvidando por completo que dentro de pocos minutos sus amigos llegarían a recogerlas.
(Conversación en inglés).
—Perdón por la interrupción, chicas —se disculpó Dmitry con Carina y sus amigos a sus espaldas cuando entraron a la sala sin que ellas los escucharan—. ¿Quieren unos minutos más?
El tono y la expresión pervertida de Dmitry sugirieron otra cosa mientras la pareja los volvía a ver.
—O quizás un par de horas —añadió Carina sonriendo.
—Nos ocuparemos de eso más tarde —respondió Lilith guiñándole un ojo a su prometida—. Por ahora, nos complace decirles que ya tenemos fecha para nuestra boda.
Romanov se puso de pie de la emoción, mientras que Aysel seguía embelesada por el beso y su actitud. Así que, a los pocos segundos, cuando regresó a la realidad, se paró junto a ella.
—¿Qué fecha eligieron? —Darcel cuestionó buscando acabar con la atmósfera expectante.
—21 de septiembre —contestó Aysel orgullosa.
Todos emocionados la felicitaron, pero había alguien entre ellos que no estaba para nada feliz con la noticia y con el entusiasmo que compartía el resto del grupo. Dasha forzó una sonrisa mientras miraba con desprecio a Ferrara, quien en ese momento ni siquiera le prestó atención.
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19 de Mayo de 2021 8:38 pm, Florencia Italia.
Lilith Romanov.
La propuesta de Dmitry de festejar que los preparativos iban bien, fue una excusa para llevar a todos de fiesta, aunque inicialmente no lo tenían contemplado. Darcel argumentaba que su atuendo no era el mejor para una noche de antro, sin embargo, Kozlov lo convenció de que no debía de preocuparse por ello. Por otro lado, Aysel nos tenía problema alguno y Lilith tampoco, Ferrara iba arreglada a todas partes y, ante los ojos de Lilith, se veía preciosa, dejando sus muslos al descubierto con una falda y usando una blusa transparente que dejaba a la vista su sostén negro.
Comenzaba a disfrutar del hecho de que algunas miradas se posaran sobre ella a medida que se abrían paso por el mar de gente en camino a la mesa que había conseguido Dmitry. Carina les seguía el paso, sintiéndose un poco extraña en un ambiente como ese después de haber pasado un tiempo alejada de las fiestas, el alcohol y la música de todos los estilos que retumbaba fuerte por las bocinas del lugar.
Sintió un tirón en su mano cuando Aysel se alejó del grupo, llevándola con ella hacia una esquina de la barra, dónde las observaba un tipo delgado, de pelo y barba castaña, que más que sonreírles a las dos, le sonreía muy ampliamente a Ferrara. El hombre no era precisamente atractivo, pero de lejos se notaba que su lenguaje corporal había cambiado por completo en cuanto visualizó a la pelinegra entre la multitud. Él se acercó a saludar a Aysel con un beso en la mejilla, pero ella lo evitó retrocediendo un par de pasos.
(Conversación en italiano).
—Qué sorpresa encontrarte por aquí, linda —él se dirigió a Aysel.
—Vine con mi prometida y unos amigos a celebrar —contestó Aysel—. Por cierto, ella es Lilith, el amor de mi vida y la mujer con la que voy a casarme.
Fue entonces que Valentino realmente le prestó atención a la rubia alta a su lado. La forma en que Ferrara la había presentado no pareció agradarle para nada y su ceño se frunció un poco, lo que disimuló con una sonrisa falsa mientras extendía su mano en dirección a Lilith.
—Un gusto, soy Valentino Rizzo —se presentó amablemente bajo la mirada de Ferrara—. Un viejo amigo.
—Lilith Romanov, la futura esposa de Aysel —declaró atenta a su reacción.
Romanov estrechó su mano y él se acercó a darle un beso en la mejilla. Su perfume no era agradable y tampoco la áspera piel de sus manos. Lilith no lo empujó por educación, pero eso no significaba que no quisiera hacerlo.
—Finalmente te conozco, Aysel me ha hablado mucho de ti —comentó en un intento de parecer agradable.
Se ahorró el comentario que dejaba en claro que Aysel no hablaba para nada de él, simplemente sonrió por compromiso, ya que de cualquier otra forma no lo haría. Afortunadamente para ella, Rizzo no se quedó más tiempo, por lo que Aysel se despidió evitando el beso en la mejilla que él le quería dar y únicamente palmeó su espalda amistosamente.
Volvieron a unirse al grupo que ya estaba cómodamente sentado en el sofá del fondo, ordenando sus bebidas, cócteles que en su mayoría tenían alcohol, exceptuando los de Carina. Lilith se adelantó a tomar asiento y fue seguida por Ferrara quien, en lugar de sentarse a su lado, la miró desde su posición de forma coqueta.
—¿Puedo? —su mirada se fijó en los muslos de Lilith. Aunque parecía estar pidiendo permiso, en realidad sonaba como un aviso.
—Claro —contestó al instante palmeando uno de sus muslos. Aysel se sentó sobre sus piernas y los brazos de Romanov fueron por instinto a rodear su cintura.
Tal vez el destino quería que Valentino las viera desde la entrada antes de irse, o simplemente fue una coincidencia, de cualquier forma, Lilith lo miró directamente a los ojos con una sonrisa orgullosa, mientras que él no se molestó ni un poco en ocultar su mueca de disgusto.
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19 de Mayo de 2021 11:32 pm, Florencia Italia.
Darcel Blinov.
El sabor del vodka en su paladar se volvía mucho más intenso con cada trago que ingería para poder soportar los alardes de Dasha que comenzaron justo cuando todos en la mesa se habían levantado a bailar. Blinov se veía entretenido observando lo tiesos que parecían la mayoría de sus amigos al intentar moverse con ritmos latinos. No entendía absolutamente nada de la letra de las canciones pegajosas y atrayentes, pero intuía que la melodía debía de tratar de algo sensual debido a los movimientos lentos y tentadores que algunos en la multitud hacían.
(Conversación en ruso).
—Lo único que sabe hacer bien esa mujer es mover el trasero, fuera de eso no es nada impresionante —declaró Volkov con una burlona.
Darcel casi escupe su bebida tras escucharla, la miró divertido alzando una de sus cejas. La chica cambió su expresión a una de confusión ante su reacción tan ajena a lo que esperaba.
—Pues tú eres una tabla y nadie te dice nada —contestó.
—Yo no necesito esas cosas, Darcel —pronunció su nombre con molestia—. No hay punto de comparación entre ella y yo.
El chico bebió el último trago de su bebida y colocó el vaso sobre la mesa junto a varias botellas, copas y otros vasos. La miró fijamente, dudando de si su comentario debía de salir a la luz.
—Por supuesto que no lo hay, no sé si no lo has notado, pero por esa misma razón no le gustas ni un poco a Lilith. Dasha, ¿Eres realmente consciente de lo que estás diciendo? —pronunció de forma seria—. Lilith va a casarse en unos cuantos meses, con la mujer de la que ha estado enamorada desde que tenía 19 años. Lilith escogió a Aysel por encima de todas las cosas. ¿En serio crees que tienes oportunidad? ¿Te parece siquiera remotamente lógico?
Dasha permaneció en silencio, escogiendo cuidadosamente cada una de sus palabras mientras le sostenía la mirada a Blinov.
—Olvidé que aún eres demasiado imbécil para darte cuenta y que todavía crees en las tonterías del amor eterno y demás estupideces —habló altanera—. Si dejaras de ser tan "niño bueno", Dmitry ya estaría en tu cama y hubiera dejado a esa vaca que tiene como prometida.
Ella lo abrazó por los hombros para hablarle al oído, como si estuviera por contarle el más grande de sus secretos.
—Puedes tener todo lo que quieras si dejas de ser el niño bueno que no rompe ni un plato, Darcel —su voz fue un veneno peligroso—. Dmitry solo para ti. ¿Aún no te has cansado de ser la segunda opción? O más bien, ¿De no ser ni siquiera una opción?
Sus palabras retumbaron fuerte en su conciencia, sacudiendo todas las emociones reprimidas en su interior, inquietas por salir a demostrar que existían y que merecían ser correspondidas por lo puras que eran. Podía imaginarse cientos de escenarios en fracciones de segundos, cada uno más feliz que el anterior. Una fantasía perfecta, pero no real.
—¿Estás listo para crecer y dejar de ser un niño ingenuo? —el cuestionamiento de la pelirroja parecía ser una oferta de alianza.
—La diferencia entre tú y yo, Dasha —aclaró su voz—. Es que yo no necesito arruinar la felicidad de otros para encontrar la mía. No soy tan mediocre e infeliz para dañar a la persona que amo.
La sonrisa victoriosa que Volkov mantenía, fue desapareciendo con cada una de las palabras que escuchaba.
—Lo lamento, querida, pero no creo que puedas ganar contra eso —Darcel hizo que la chica girara su rostro en la dirección donde una rubia y una pelinegra se encontraban muy alegres bailando.
Las caderas de Aysel se movían lento al ritmo de Salió el Sol de Don Omar. Colocó la mano en el centro de su pecho y sin romper el contacto visual, siguió bailando mientras bajaba lentamente hasta llegar al vientre de Lilith y luego volvió a subir de esa forma tortuosa para tomar a su novia del cuello y tentarla a un beso, pero negándolo para aumentar la tensión.
Sus movimientos provocaban roces completamente intencionales que buscaban provocar a Lilith, seducir cada uno de sus instintos hasta llevarla al límite, sin embargo, más allá de la tensión, el deseo y la pasión que desprendían, las sonrisas cómplices y las miradas afines demostraban una conexión que se entendía con tan solo verla. Romanov la atrajo hacia ella, haciendo que Aysel rodeara con sus brazos su cuello y sus rostros quedaran centímetros, con sus respiraciones chocando y sus labios a punto de fundirse en uno de sus usuales y apasionados besos que no tenían fin.
—Ni en un millón de años, lograrás algo como eso, Dasha. Lilith jamás te mirará como la mira a ella, porque a ella sí la ama.
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19 de Mayo de 2021 11:57 pm, Florencia Italia.
Aysel Ferrara Ávila.
El alcohol comenzaba a hacer sus efectos, ya ni siquiera Dasha y sus comentarios le resultaban tan molestos, únicamente la veía como una persona frustrada y la entendía porque si ella estuviera en su lugar también estaría frustrada de no estar con una mujer como Lilith.
Su ruso mejoró al hablar con el resto de sus amigos, quienes querían hacer de Aysel una experta hablante en una noche donde el alcohol abundaba y la música casi ensordecía. Carina y Darcel se habían retirado antes, la primera porque estaba bastante cansada y el segundo porque quería acompañarla en un gesto de gentileza.
Dmitry, Ekaterina, Elina, Alexei y Dasha seguían enfiestados disfrutando del buen ambiente del que Lilith y Aysel también formaban parte, pero a su manera. Bailaban, bebían y cantaban canciones en idiomas que apenas conocían, pero que tenían un ritmo genial como para divertirse. No faltaban los coqueteos directos y los roces nada sutiles de ambas partes que buscaban llegar a más sin decirlo en voz alta.
(Conversación en ruso).
—Oye, Lilith. Las chicas y yo te tenemos un reto —Dmitry apareció en compañía de las gemelas mientras que Alexei y Dasha estaban a unos metros alejados conversando.
—Los escucho —el instinto competitivo de Romanov despertó al instante.
—El reto es que bebas con Aysel —explicó Dmitry.
—Qué tontería, eso es muy fácil —respondió Lilith con su prometida sentada al lado consternada.
—Lo que Dmitry quiso decir es que bebas con ella, pero de forma diferente —intervino Ekaterina—. En honor de nuestra anfitriona y su hermoso país, será tequila, limón y sal.
Elina se sentó al lado de Aysel y pasó su brazo por sus hombros de forma amistosa.
—¿Te importaría llevar un shot en las tetas? —habló de forma seria olvidando por completo que Aysel no hablaba ruso como ellos.
—A mí no me importaría que lo llevara —bromeó Lilith con una sonrisa coqueta.
—El reto es que lo hagas sin calentarte, linda —Kozlov se dirigió a Lilith—. Y para saber que no te estás emocionando de más, tienes que ponerte esto.
El rubio mostró lo que sostenía en su mano, un SmartWatch que había conseguido en una apuesta 30 minutos atrás, cuando la suerte estuvo de su lado y le ganó a un tipo de la barra en diez rondas de fuercitas. Lilith tenía frente a ella la oportunidad perfecta para coquetear de manera más intensa, compensando la tensión que le había hecho sentir durante toda la noche. Para Lilith iba a ser muy fácil.
—Hay que hacerlo, será divertido —animó la misma Aysel cuando por fin le agarró el hilo a la conversación.
En sus ojos se reflejó una mirada coqueta que solo podía asociarse con su determinación, curiosidad y deseo, qué juntos hacían una combinación tortuosamente provocativa para Lilith. En menos de 5 minutos, Elina le estaba dando instrucciones para que humedeciera un poco su cuello, pusiera algo de sal y sostuviera un limón en su boca mientras sus senos y sostén sostenían un shot de tequila. Cuando vio a su prometida acercarse, esta tenía puesto el reloj y Dmitry la veía como un negocio ya ganado. Romanov se veía tranquila, sin ningún tipo de nerviosismo, mientras que Aysel la esperaba sentada sobre una mesa, a la altura suficiente para que no tuviera problemas con cumplir el reto.
Ni siquiera esperó que la cuenta llegara a 3, inmediatamente se dirigió a ella, su lengua húmeda pasó por la zona dónde estaba la sal causándole A Ferrara una descarga eléctrica que la obligó a apretar las piernas. Romanov tomó el shot de su pecho con sus labios y lo bebió de una para finalmente culminar mordiendo el limón en sus labios.
No estaba en el plan, pero, Lilith volvió a acercarse decidida, La tomó del pelo y le dio un beso brusco y hambriento que terminó por aumentar su pulso haciendo que perdiera el reto, pero aun así estuviera más que feliz besándola de manera intensa. El aparato en su muñeca indicaba sus alterados latidos mientras seguía besándola y sus manos sostenían su cintura con fuerza, dejando marcas de sus manos.
—Consigan un hotel —escuchó a Dmitry decir mientras el resto reía.
Lilith no dijo nada, únicamente sacó su Blackcard para que compraran lo que quisieran y siguió apegada a Aysel, abrazando su cuerpo con la piel húmeda y algo fría.
—Tal vez no sea el mejor momento para decírtelo, pero tengo que hacerlo —habló fuerte.
—¿Decirme qué? —cuestionó Aysel con curiosidad.
—Cuando volvimos a encontrarnos, no te trataba mal porque te odiara o no quisiera verte —explicó mirándola a los ojos—. Solo me sentía muy frustrada con la situación y conmigo misma.
—¿Por qué? —la curiosidad de Ferrara aumentó al igual que su libido.
—Porque tenía muchas ganas de comerte de boca y no podía hacerlo —admitió dejando a la pelinegra impresionada por su confesión, una impresión que no duró mucho, ya que respondió inmediatamente.
—Podemos ir a casa ahora para que yo te coma algo más que la boca.
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20 de Mayo de 2021 1:03 am, Florencia Italia.
Lilith Romanov.
La noche había comenzado con un faje en el interior de su deportivo corriendo el riesgo de que alguien las descubriera. Amaba el sonido de sus reparaciones inquietas, la humedad de sus cuerpos incontrolables y el empañamiento en las ventanas. El calor del aliento de su pareja se sentía muy bien cerca de su cuello. Descendiendo por su pecho hasta llegar a chocar con las perforaciones de sus pezones, las cuales jaló levemente con su boca cuando lamió y succionó deliciosamente, sacando algunos sonidos de satisfacción de la boca de Lilith.
Le gustaba la sensación de las manos frías de Aysel recorriendo su cuerpo caliente, creando descargas eléctricas excitantes que aumentaban las ganas y la tensión en su cuerpo, sobre todo la humedad de su entrepierna que la hacía pensar en una sola cosa. No tenía la menor idea de cómo habían conducido tan responsablemente de regreso a casa a pesar de querer aprovechar cada semáforo para poder llegar más allá de donde la ropa permitía.
Afortunadamente para ambas, su habitación era la principal y tan solo quedaba a unos metros de las escaleras, por lo que obtener un poco de privacidad no fue un problema, llegar a la cama sí. Apenas habían cruzado el umbral de la puerta cuando Aysel ya la tenía empotrada contra la madera mientras se dedicaba a desnudarla, sin importarle en lo absoluto perturbar el sueño de sus invitados.
—Me encantaría follarte contra la puerta, pero tengo otros planes para tu lindo trasero esta noche —su voz estaba cargada de deseo, de ansias de hacer todo lo que estaba pasando por su mente y que Lilith no sabía o prefería fingir que no.
Y ella no mentía, sus planes eran buenos, tan buenos que la rubia tenía que sostenerse con fuerza de la cabecera de la cama mientras movía sus caderas a su propio ritmo dejando que la boca de su novia hiciera el resto del trabajo. Sus manos sostenían con fuerza su cadera y de vez en cuando recorrían su espalda y su trasero, golpeándolo y apretándolo cada vez que quería.
Romanov sentía sus muslos tensos por el esfuerzo y probablemente dolerían al día siguiente, pero eso no importaba, considerando que llevaba más de 20 minutos sintiendo que tocaba el paraíso y arqueaba su cuerpo de la excitación mientras su prometida estaba comprometida con su placer.
Su pelvis se balanceó más rápido en busca de aumentar las sensaciones que su cuerpo estaba recibiendo. Un grito agudo salió de su garganta acompañado de maldiciones en todos los idiomas que conocía. Le importaba un carajo despertar a media ciudad, así que no iba a reprimirse en lo absoluto. Cuando el orgasmo finalmente llegó, perdió la fuerza en las piernas y la ola de calor se sintió como nunca antes. Ferrara la sostuvo y la ayudó a acomodarse en la cama mientras ella también se reponía después de haber llegado sin siquiera tocarse.
—Dios, siento que me sacaste el alma un instante —habló la rubia recuperando el aliento.
—¿Eso es bueno o malo? —preguntó la pelinegra con una sonrisa satisfecha mientras las cubría a ambas con una sábana.
—Si volvemos a hacerlo, te lo diré —contestó Lilith con una mirada pícara.
—A tus órdenes, cielo —dijo Aysel para después besar a su novia y abrazarla.
Las puntas de sus dedos hacían garabatos en su espalda y jugaban con su cabello, mientras que Lilith se acurrucaba en su pecho a la altura correcta para escuchar los latidos de su corazón. Podría jurar que por un momento la escuchó tararear una canción y sintió la vibración del sonido en su pecho, adormeciéndola.
—Amo las noches así —confesó sin contenerse—. Risas, besos, hacer el amor y dormir junto a ti. Amo las noches así y te amo a ti también.
—El sentimiento es mutuo, cariño. No cambiaría nada en el mundo por esto —habló emocional y felizmente.
—Y pensar que vamos a tener todo esto el resto de nuestras vidas —habló Romanov sin culpa de que sus palabras salieran sin filtro—. Me hace feliz.
—Tú me haces feliz a mí, Lilith. Con cada gran o mínima parte de ti me hace feliz —su corazón se estremeció al escucharla hablar de esa forma—. Eres el amor de mi vida.
Aysel no solía decir aquello con tanta frecuencia, aunque se lo demostrara de otras formas, pero cuando lo decía, las inquietudes se hacían polvo, el miedo desaparecía y sus ojos volvían a brillar de manera intensa acompañando a sus pupilas dilatadas. Romanov desde hacía mucho no tenía dudas, Aysel era el amor de su vida.
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20 de Mayo de 2021 7:50 am, Ciudad de México.
Maya Gómez.
El ambiente a su alrededor era típico, las llamadas telefónicas por todas partes, el sonido de las teclas de la computadora, las tazas de café humeante y la escala de colores oscuros y grises que se podía apreciar en las paredes, en los trajes, vestidos y corbatas de sus compañeros que disponían de un pequeño espacio dentro de todo el piso.
Dos tantos de documentos apilados aguardaban en su escritorio, la primera de ellas, reportes atrasados con los que tenía que ponerse al día obligatoriamente, la segunda, una serie de informes y pistas que deseaba analizar lo antes posible, pero que no tocaría hasta terminar cada uno de sus reportes.
Todo parecía normal, a excepción de la media docena de personas que entró a la sala de juntas con identificaciones de visitantes. Su plan de encargarse de los reportes cambió por completo cuando su propio jefe fue por ella a su lugar y ambas se dirigieron a la sala de juntas que minutos antes había llamado su atención.
Presionó nerviosamente el botón del bolígrafo en sus manos mientras tomaba asiento cerca de la cabecera de la alargada mesa donde se encontraban agentes internacionales y altos mandos policiacos que se presentaron cortésmente y rápidamente antes de enfocar su atención por completo en la presentación que se estaba proyectando al otro extremo.
Una joven castaña, de piel pálida y ojos cafés, vestida formalmente con un traje sastre color negro y una blusa azul cielo, se levantó a explicar las imágenes que se ponían al juicio de todos. En su voz era notable su acento español y su lenguaje corporal mostraba seguridad y compromiso con lo que estaba haciendo. Maya conocía todos los detalles del caso y hasta los nombres de las siluetas borrosas en la fotografía que se había comprometido a no revelar.
—La mejor forma de tratar este asunto, es una investigación conjunta entre la agente Gómez y la agente Navarra, perteneciente a la interpol —declaró el jefe de Maya—. La interpol tiene recursos que podrían ayudarnos a avanzar más de lo que estamos haciendo y encontrar a Velazco y a su gente antes de que más vidas se vean comprometidas.
—Con todo respeto señor, estamos llevando la investigación muy bien y una investigación conjunta no es necesaria —objetó, pero su respuesta no complació a los presentes.
—Sé que es su caso agente Gómez, no pretendo quitárselo, al contrario, quiero ayudarla a llegar al fondo de esto —Navarra se dirigió a ella respetuosamente.
—No necesito su ayuda, gracias —contestó directamente—. Los resultados de mi equipo han sido buenos y agregar una fuerza conjunta podría atrasarnos.
—No le pregunte si la quería, Gómez. Está obligada a aceptarla. Es una orden —declaró su jefe con un tono autoritario marcando las líneas en su frente que solo aparecían cuando buscaba intimidar a alguien—. A partir de ahora compartirá toda la información y resultados con la agente Navarra, trabajarán juntas en este caso.
Tenía muchas razones para oponerse a aquello, dentro de las cuales se encontraba el respeto que tenía por la memoria de sus informantes y el sacrificio que habían hecho. A Navarra probablemente no le importarían en lo absoluto asuntos como esos, por lo que tendría que lidiar con ella hasta que resolvieran el caso, ya que seguir negándose no tendría éxito alguno.
A regañadientes, aceptó y la junta terminó con un acuerdo de informes semanales que serían enviados a su jefe y al de Navarra. La sala de juntas se vació por completo y ella estaba por irse también para evitar la incómoda interacción que podía darse con su nueva compañera, pero no fue posible.
—Será un gusto trabajar contigo —Navarra trató de ser amable.
—No puedo decir lo mismo. No lo tomes a mal, no es personal. Es solo que no me gusta que se metan en mis asuntos a menos que yo lo permita.
—Temo que tendrás que acostumbrarte, porque meterme en tus asuntos va a ser mi trabajo desde el día de hoy —contestó de la misma forma hostil—. Hagamos las cosas fáciles para ambas y todo estará bien, ¿de acuerdo?
Maya analizó su expresión seria, su cuerpo rígido y su mirada dura que esperaba una respuesta de su parte.
—De acuerdo —aceptó antes de retirarse definitivamente de la habitación.
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20 de Mayo de 2021 2:40 pm, Madrid España.
Victoria Velazco Dávila.
La rojiza marca recorría su rostro de forma poco estética y grotesca. Una marca permanente de una batalla corta donde saboreaba su victoria, acompañada por la esencia y adrenalina que solo la muerte podría provocar. La cicatriz era una marca permanente, la razón por la que las personas volteaban a verla con repulsión hacia su aspecto que alguna vez había sido jovial y atractivo, pero que se había deteriorado con el paso de los años.
La miseria la había acechado desde ese día y maldecía infinitamente que sus planes iniciales hubieran fallado de tal forma en que ahora se encontraba recluida en una habitación de una casa a las afueras de la ciudad. A veces le gustaba recordar los últimos momentos de Aysel y el dolor de Lilith para encontrar un poco de consuelo en el sufrimiento que había provocado.
—Menudo aspecto te han dejado, Victoria —habló la mujer canosa y delgada atravesando la habitación mientras fumaba un cigarrillo—. Si querías un arreglo estético, solo debías de pedirlo en lugar de dejar que la hija de mi querido Leonardo lo hiciera.
—Eso es algo que no debía de pasar —alegó con un tono frío y la vista fija en su aspecto con la luz del día iluminando el cuarto.
—Tampoco lo que hubo entre esa chica Lilith y Aysel, pero se te salió de las manos —la mujer se paró junto a ella y cruzó sus brazos.
—No lo sabía, Borgia —respondió irritada, tensando su tacto—. Tenía otros planes para ellas, las moldeé a mi conveniencia a fin de que me sirvieran para mis intereses.
—Entonces cometiste un error de diseño querida, porque ninguna de las dos resultó como querías —contestó despectivamente.
Victoria tensó su mandíbula, contrajo su rostro y la cicatriz resaltó en él. Miró a su acompañante por el reflejo del espejo y tomó un respiro antes de que la ira tomara el control de sus acciones. Borgia tomó asiento en el sofá del fondo y la observó con detenimiento.
—Tenían algo que perder al principio, por eso fue tan fácil. Lilith, la hija caprichosa de una familia millonaria, lo perdió todo de un momento a otro. Aysel, una joven que formaba parte de una familia respetable y unida, también lo perdió todo por ser quien era. Curioso que ambas hayan perdido lo que amaban por amor y acabaran destruidas —relató con una sonrisa de descaro—. ¿Qué es lo que tienen en común estas dos? Sencillo, ambas tocaron fondo, vivieron un infierno y luego salieron de él. Pero no tenían que conocerse y mucho menos tener estúpidos sentimientos.
—¿Por qué no? —preguntó Borgia con curiosidad—. Adelante, continúa, quiero saber que todo esto no fue producto de solo un calentón.
—Tal vez Aysel no me parecía una buena inversión al principio, pero su potencial no estaba solo en lo inteligente y estratégica que era, más bien en lo dañada que estaba. Adicta al control, la perfección y temerosa de su propia ira. Por otro lado, Lilith, una mujer impulsiva, agresiva y rencorosa que mataría a quien fuera para su propio beneficio. Yo no jodí Ferrara, pero sí me encargué de joder a Romanov, la obligué a conocer la carencia, el miedo y la pena para convertirla en una arma, una herramienta que pudiera usar —explicó con las memorias vividas en su mente—. Una mujer como Aysel jamás se hubiera relacionado con alguien como Lilith y puedo asegurarte que eso es la única coincidencia en sus vidas.
—¿No también lo era lo de la chica diseñadora? —preguntó Borgia—. Recuerdo que se llama, ¿Elena Morel?
Velazco se dio la vuelta para encararla, hizo contacto visual directo y una sonrisa se enmarcó en sus labios. Sus hombros se alzaron de orgullo y disfrutó de las palabras que estaba por decir.
—Francesca, todavía tienes mucho que aprender —contestó de forma inocente.
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21 de Mayo de 2021 12:29 pm, Florencia Italia.
Aysel Ferrara Ávila.
Sostenía el celular con su hombro en una posición incómoda que le costaría un dolor en aquella zona, pero que en ese preciso instante no le importaba demasiado, ya que estaba más preocupada porque las bolsas de las compras no se le cayeran mientras seguía hablando con su madre del menú del banquete para la recepción de su matrimonio y los bocadillos que servirían.
Terminó la llamada antes de cruzar la calle en dirección a su auto, sin embargo, apenas pudo guardar el celular dentro de la bolsa de su chamarra cuando un desconocido rodeó con su brazo su cuello y la jaló al interior de un callejón.
(Conversación en italiano).
—Shhh, preciosa. Coopera y no te haré nada —susurró a su oído mientras hacía presión en su garganta con su brazo.
Una descarga de adrenalina recorrió de arriba a abajo su cuerpo, imágenes y ruidos confusos saturaron su mente, dejándola aturdida e indefensa por un par de segundos en los que el hombre intentó quitarle sus pertenencias. Memorias perdidas arribaron a su mente mostrando escenas violentas, dolorosas y desesperadas que se remontaban al día en que se habían infiltrado a la casa de seguridad de Velazco.
El brillo del puñal en las manos del sujeto, la sacó de su confusión mental para sumirla en una alucinación que era mucho peor. Sintió el arma blanca atravesando su cuerpo y un intenso dolor que la hizo retorcerse y al mismo tiempo, librarse de su captor. Su racionalidad se apagó y prosiguió a golpearlo en el rostro, directo en la nariz, haciendo que este quedara aturdido y sangrara.
Lo empujó, pateó y golpeó un par de veces más antes de tomarlo de la ropa y mirarlo directamente a los ojos.
Lo tomó de la ropa y lo obligó a mirarla mientras desplegaba por instinto la navaja de su anillo, que tenía un solo objetivo, su cuello. Sus ojos reflejaban pánico, sangraba del rostro y su pulso temblaba en un débil intento de seguir peleando. Se miró a sí misma, sus manos lastimadas, su respiración agitada y la fuerza con la que sostenía las desgastadas ropas del desconocido que había tenido la audacia de atacarla. ¿Qué era lo que estaba haciendo? Se preguntó mientras una sensación de miedo la invadía al darse cuenta de que no estaba pensando, únicamente se dejaba llevar por sus impulsos, por ese deseo instantáneamente maníaco que la dominó al tener recuerdos horribles.
Bajó la guardia y no se dio cuenta de que el hombre había tomado nuevamente el puñal y estaba dispuesto a clavárselo, pero el arma no llegó más que a rozar con su muslo izquierdo cuando lo desarmó y presionó su muñeca contra el suelo con la suela de su zapato. Antes de que pudiera hacer algo más, lo noqueó con un golpe.
Su pulso temblaba incontrolablemente y su pierna ardía, llevó su tacto hacia la zona y encontró una herida sangrante de poca profundidad que le dificultaba un poco caminar. Su mirada buscó una solución en la humedad del suelo y sus pertenencias regadas, entre ellas su teléfono con la pantalla estrellada.
Sostuvo el aparato y milagrosamente encendió, por lo que digitó en la pantalla el único número que podía recordar, el de Lilith.
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21 de Mayo de 2021 1:06 pm, Florencia Italia.
Lilith Romanov.
Su alma abandonó su cuerpo cuando escuchó la voz temblorosa y asustada de su prometida. Ferrara podía hablar bien a pesar de que se trababa al hablar y le constaba decir oraciones completas sin dejar una larga pausa en silencio en la que se reprimía para guardar la compostura. Le dio la dirección y le contó brevemente lo que había pasado, mencionando también las pequeñas heridas que había tenido durante el enfrentamiento.
Romanov pisó el acelerador de su auto y se dirigió a su ubicación olvidando los semáforos rojos y las diez mil infracciones que tendría después de cruzar media Florencia como toda una maníaca. El estado de su novia le preocupaba en extremo, principalmente por el miedo que tenía de perderla otra vez, de verla morir entre sus brazos y aceptar la idea de que no tendrían el futuro que tanto se esforzaban en conseguir.
Cuando llegó a la escena, un par de patrullas y una ambulancia ya estaban ahí, rodeadas de muchos curiosos que discutían lo ocurrido en voz baja, revelando pequeños detalles de la historia que Lilith no conocía, como el asunto del arma blanca y el grito que soltó su prometida y alertó a un par de personas que llamaron inmediatamente a la policía.
Esperaba encontrar a Aysel dentro de la ambulancia, siendo atendida por los paramédicos, pero lo único que encontró fue a un hombre de mediana edad con el rostro lastimado, quejándose de un dolor punzante en la muñeca mientras el paramédico intentaba calmarlo para revisar su brazo y sus heridas.
(Conversación en italiano).
—Disculpe, ¿dónde está Aysel Ferrara? —preguntó alarmada al paramédico, quien únicamente hizo contacto visual con ella y luego señaló con su mano hacia la acera derecha.
El paciente se alteró al escuchar el solo nombre y quienes lo atendían tuvieron que inyectarle un tranquilizante para que se quedara quieto, dejara de hacer escándalo y pudieran atender sus múltiples heridas. Romanov miró hacia donde le habían señalado y la vio, sentada en la acera con la mirada baja y su mano temblando ligeramente mientras sostenía una botella de agua. Caminó en su dirección, admirando cada vez más cerca los vendajes de sus manos y el que estaba en su pierna, fuera de lo obvio, parecía no tener más heridas de gravedad.
Se detuvo justo frente a ella y la observó detenidamente hasta tomar la decisión de sentarse a su lado para hacerle compañía. Eran presas de las miradas curiosas de los testigos, pero lo único que le importaba a Lilith era Aysel.
—¿Estás bien? —habló en un tono dulce y comprensivo para no asustarla, pero ella no respondió—. Aysel, ¿Estás bien?
La nombrada dio un ligero salto al escuchar su nombre, lo que significaba que se encontraba fuera de su trance, por lo que volteó a verla con la mirada cristalina y la inquietud tatuada en sus pupilas.
—Eso creo —respondió antes de beber un trago de agua de la botella plástica que sostenía.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Lilith cautelosamente, pero Aysel guardó silencio y miró el suelo pensativa.
—Algo que no debía pasar, no así —sus palabras sonaban como un regaño para sí misma—. Recordé algunas cosas, Lilith. Me sentí morir otra vez, pero...
Tocó su abdomen, el sitio donde la cicatriz de una herida mortal se encontraba.
—Solo fue un delirio que se sintió cruelmente real —balbuceó—. Fue como vivir ese momento de nuevo, mi cuerpo actuó solo y cuando pude darme cuenta, estaba por asesinar a ese hombre.
—Él te intentó asaltar, Aysel. Tú únicamente te defendiste —argumentó Lilith tratando de hacerla entrar en razón.
—Debía desarmarlo, no herirlo hasta que no pudiera moverse —explicó—. No sé qué me pasó y tengo miedo de averiguarlo.
—No tienes que hacerlo si no quieres, no importa lo que decidas o lo que hagas, yo voy a cuidar de ti —la rubia la abrazó por los hombros y la apegó a ella de forma en que su cabeza se apoyó sobre su hombro.
Escuchó su llanto débil, su respiración agitada y sus susurros acallados que no se detuvieron hasta que se fueron del lugar, dejando atrás los indicios de una inclemencia arraigada en la profundidad de la bondad.
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Nuevo Capítulo. ¿Les gusta el drama? c: Porque van a tener bastante proximamente. Los leo en comentarios :3
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