Capítulo 1: La Restauración de la Existencia

Encuentro

Tres tatuajes se tardó en invitarla a salir. Lilith sospechaba que la chica frente a ella, que llamó su atención desde que la vio llegar al estudio, solo quería hacerse uno, pero se hizo los otros dos solo para convivir más con ella hasta reunir el valor que le faltaba. La valentía de la que careció Aysel inicialmente, no le faltó aquella tarde después de que la hermosa tatuadora dueña del local terminara su turno.

Lo cierto era que Romanov se divirtió bastante digiriendo coqueteos sutiles en todas las sesiones de tatuajes que tuvo con la chica, los cuales fueron bien recibidos y correspondidos. No tuvo que hacer mayor esfuerzo para conseguir su atención, aunque tomó un poco de tiempo conseguir una primera salida que ahora se estaba dando entre ambas en un bar no muy lejos del lugar de trabajo de Lilith.

En ese primer encuentro, Lilith aprendió varias cosas de su conquista de la semana. La más importante de ellas era que Ferrara no parecía estar buscando una relación formal, algo concordante con el estilo de vida de Romanov, pues lo que menos quería en ese momento era tener que lidiar con sentimientos, personas y compromisos que frenaran su libertad, ya bastante había aprendido de su última relación y lo que menos quería de la chica frente a ella, era que estuviera persiguiéndola profesando amor y promesas que para Lilith no tenían sentido.

Como era su costumbre, Romanov no reveló mucho de sí misma, únicamente lo necesario para continuar con su larga conversación evitando tocar aquellos temas que revelaran demasiado de ella. A pesar de que llevaba unos meses en la Ciudad de México, su estancia en el país había sido más larga que eso, por lo que el idioma no fue un gran problema, aunque su acento ruso siguiera bastante marcado.

—Me gusta tu acento —confesó la chica relajada—. Es...

—¿Lindo? —intentó completar Lilith tratando de leer su mente.

—Atractivo, era la palabra que estaba buscando —contestó.

—¿Te dejo sin palabras o te está costando pensar con alguien como yo frente a ti? —le dirigió una sonrisa coqueta.

—En realidad —Aysel se acercó a ella—. Me gustaría que me dejaras sin algo más que palabras.

La tensión fue palpable para ambas. Era de esperarse que alguien como Ferrara tuviera sus trucos, después de todo, era unos años más grande que ella, pero Romanov no pensaba quedarse atrás.

—¿Te gusta jugar con fuego, Ferrara? —habló Lilith.

—Es divertido sentir la adrenalina al hacerlo —respondió encogiéndose de hombros—. ¿Quieres jugar?

—¿Contigo? Depende de qué tan lejos me dejes llegar —dijo Lilith—. Honestamente, no creí que fueras de ese tipo cuando te vi cruzar la puerta de mi estudio.

—¿Y soy tu tipo? —Ferrara mantuvo el contacto visual.

Lilith le sonrió. Le gustaba que fuera directa y hubiera llegado más lejos con ella en ese momento si no hubiera sido porque su teléfono sonó con una notificación que le indicaba que tenía que irse por trabajo y no precisamente el relacionado con los tatuajes.

—Tengo que irme —dijo Lilith tomando una servilleta en la que anotó su número con una pluma que llevaba dentro de sus cosas. Cuando terminó, la dejó junto a Aysel—. Pero llama si quieres la respuesta de tu pregunta.

Romanov estaba a centímetros de su rostro, en una oportunidad perfecta para robarle un beso, pero no iba a dar el primer paso.

—O podría darte más que una respuesta —susurró haciendo que su aliento chocara contra sus labios—. Tú decides.

Ferrara parecía querer acercarse, pero no lo hizo.

—De acuerdo —contestó Aysel—. Lo haré.

Lilith rompió la tensión existente entre las dos para posteriormente irse del bar sintiendo su mirada sobre ella hasta que dejó de estar dentro de su campo visual. Aysel Ferrara Ávila no iba a ser diferente a otras personas, Romanov no tenía planeado que fuera especial. ¿Qué era diferente en esa chica?

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Desnudez

Ella era diferente. Esa fue la respuesta a la pregunta hecha desde la cómoda ingenuidad inicial de Lilith. Aysel resultó ser una mujer que podía acostarse con ella las veces que quisiera con la única excepción de que no podía besarla en los labios durante sus encuentros. Ferrara explicó su limitación con dificultad y timidez en una de las tantas ocasiones en las que existió la tensión de besarse.

Esa conversación fue extraña e incómoda, pero de alguna u otra manera terminó en un resultado medianamente esperado, no sucedió de la forma en que Romanov pensó, pero fue satisfactorio. Esa noche descubrió que todo lo que Aysel no podía manifestar con un beso, lo hacía de otras maneras.

Tras ese primer encuentro, le siguieron muchos otros caracterizados por la desnudez de sus cuerpos. Ni un solo beso en los labios, pero sí muchas otras sensaciones placenteras que la chica podía clasificar como bastante buenas. Era como si todas las emociones contenidas en Ferrara se liberaran en ese momento dejando de lado su rigidez, calma y control.

Lilith no podía pensar en los pros y en los contras de tener sexo con ella cuando su lengua estaba llevándola al cielo y sus manos sostenían con fuerza sus muslos dejando marcas que aparecerían después. La cordura de Romanov estaba balanceándose entre el placer y la adrenalina de disfrutar de sus atenciones contra la puerta de la bodega de su estudio.

La castaña bajó el ritmo y se puso de pie haciendo contacto visual con una mirada lasciva y profunda que transmitía deseo y una chispa de algo más que Lilith no estaba segura de si quería descubrir o no. Su palma izquierda cubrió su boca para acallar los sonidos que ella misma había provocado.

Sus dedos húmedos por sus propios fluidos acariciaron sus labios hasta encontrar el punto que hizo temblar sus piernas e hizo que su cuerpo tuviera un espasmo por la sensibilización de sus sentidos. Cada uno de sus movimientos fue para complacerla mientras acallaba sus jadeos que tal vez ya las habían delatado desde momentos antes y lo hicieron aún más cuando Lilith fue incapaz de reprimir un gemido agudo al terminar.

Sus dedos se apartaron de su intimidad con sus húmedos fluidos todavía en ellos. Sin dudarlo ni un segundo, lamió con la punta de su lengua probando el sabor presente en ellos. Sonrió mirándola a los ojos. La imagen frente a ella le permitió observar las marcas en su cuello que Lilith dejó antes de que llegaran hasta ese punto. Aysel no se veía molesta por ello y al parecer no tenía que preocuparse porque no tenía que darle explicaciones a nadie.

—Deja de hacer eso, vas a ponerme caliente otra vez —habló Lilith con la respiración agitada.

—Ese es el punto —contestó sin timidez alguna—. Aunque me gustaría quedarme un rato más contigo, debo irme.

—¿Y no vas a despedirte bien? —dijo Lilith en un tono coqueto.

—Eso dijiste hace 20 minutos y terminamos aquí —contestó Aysel en busca de los anillos que se quitó de su diestra mientras Lilith subía su ropa interior y su pantalón.

—Puedes llegar tarde otros veinte a lo que sea que tengas que hacer —sugirió Lilith—. Todavía tengo que devolverte el favor.

—Devuélvemelo otro día, hoy lamentablemente tengo que irme —dijo Aysel acercándose a ella con una sonrisa ladina.

—Parece una excusa para que nos veamos otro día —comentó Romanov acomodando su pelo castaño sin restricciones para tocarla.

—Lo es —confirmó Aysel—. Un motivo más para verte.

—¿Existen otros? —cuestionó Lilith por impulso y no porque quisiera recibir una respuesta.

Ferrara meditó su respuesta pocos segundos, apartó la mirada y luego retornó a la seguridad que manifestaba.

—Quizá —se limitó a responder—. Te llamaré.

—Si vas a dejarme con las piernas temblando cómo hoy, llama las veces que quieras —habló Romanov con una sonrisa coqueta.

Aysel soltó una corta risa, orgullosa de no haber decepcionado. Lilith se apartó de la puerta para permitirle salir, pero antes de irse, inesperadamente, Ferrara dejó un corto beso sobre su mejilla que la tomó por sorpresa.

—Te veo luego —esas fueron sus últimas palabras que salieron como un anhelo de sus labios antes de irse por el pasillo, cruzar la recepción e irse.

Romanov no se arrepentía en lo absoluto de haber comenzado a acostarse con ella, pero sí temía las consecuencias de tenerla cerca.

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Atención

Tenerla muy cerca era riesgoso. Ese fue su pensamiento inmediato cuando experimentó la calidez abrasadora de su atención más allá de la que contemplaba su desnudez. No hacía demasiadas preguntas, especialmente las que Lilith no podía responder. Las dos se resguardaban en la comodidad de conocerse mutuamente, pero sin llegar a profundizar en temas cuya conversación no sería agradable para ninguna de las dos.

Ferrara estaba demasiado ocupada preparando uno de los platillos que atrapó la atención de Lilith por el buen olor, en lugar de ser consciente de los constantes pensamientos de Romanov que surgían cada vez que se ponía a observarla. Con el transcurso de las semanas y los primeros meses, la chica descubrió más de ella de lo que podía imaginar. Era divertida, agradable, un poco ingenua, pero inteligente la mayoría del tiempo, tenía una mente abierta y aparentaba no preocuparse por ella aunque en realidad sí lo hacía.

—Este es mi mejor trabajo hasta ahora, cuide la textura, el olor, el sabor y la presentación porque sé que eres algo especial con eso —dijo poniendo el platillo frente a ella con una presentación impecable.

—Especial es una buena palabra para sustituir que soy caprichosa —Lilith le dio una sonrisa—. Aprecio que pusieras atención a detalles como esos.

Romanov se dispuso a probar la comida frente a ella que tenía un buen aspecto y por su olor prometía bastante en sabor. Y no la decepcionó en lo absoluto, al contrario, superó por completo sus expectativas. La impresión de Romanov se manifestó en su rostro iluminado por la buena comida que estaba probando, por su parte, Aysel se sentó frente a ella contemplando cada mínima reacción que tuviera.

—¿Y bien? —preguntó expectante.

—Voy a invitarte más seguido a mi casa para que me cocines —respondió Lilith probando otro bocado mientras su acompañante soltaba una pequeña risa.

—Supongo que estuvo bien —comentó con un tono aliviado.

—Considerando que yo soy incapaz de cocinar sin causar un incendio en mi casa, esto es más que perfecto —halagó Lilith.

—No creo que seas tan mala en la cocina.

—Créeme que no quieres descubrirlo —contestó Romanov.

—Tal vez sí. Así como he descubierto muchas otras cosas de ti —Ferrara se recargó sobre la mesa con ese pequeño brillo en sus ojos que Lilith había comenzado a notar.

—¿Cómo qué cosas? —cuestionó con curiosidad.

Aysel se enderezó en su asiento, apartó su mirada y meditó un par de segundos haciendo una pequeña lista mental para dar respuesta a su interrogante.

—Si hablamos de comida... Sé que adoras la comida que se ve roja, en especial si es picante, no entiendo por qué, pero te gusta sufrir —Lilith rio al escuchar lo último—. También te gustan las mezclas dulces y saladas. Aunque en el caso de las cosas que son dulces, no te agrada que te empalaguen. Prefieres tomar té, pero no tan caliente y las bebidas de cereza o vainilla. Ah, y no te gusta ensuciarte las manos, usualmente usas cubiertos para comer todo.

Ella tenía razón en lo que dijo aunque Lilith no lo expresara en voz alta. Ferrara prestaba atención a los detalles y más que eso, los recordaba.

—Okay, en comida sacas 10, Ferrara. Pero qué tal en... —Lilith pensó en su siguiente pregunta—. ¿Música?

—Definitivamente, uno de los favoritos es Blackbear —su primera afirmación era correcta—. Tienes gustos tan variados que no encuentro las palabras para definirlos en concreto. Aparte de eso, a veces escuchas música experimental bastante buena. Te gustan los instrumentales porque te relajan.

Lilith tenía que reconocer que su respuesta fue sencilla y cierta. Era normal que una persona como Ferrara fuera atenta y analítica en todos los sentidos de su vida pues, su sola profesión lo requería y era algo muy arraigado en su personalidad. El tiempo que no pasaba con ella, estaba trabajando o estudiando su maestría en la universidad. A Romanov le gustaba considerarse su distracción, la única que tenía o más bien, que parecía tener.

—Supongo que tienes mucho que memorizar cuando sales con otras chicas —Lilith soltó su impulsivo comentario al aire con una intención genuina de averiguar al respecto—. ¿Haces anotaciones?

—No salgo con nadie, estoy demasiado ocupada como para hacerlo —respondió con sinceridad—. El tiempo que tengo libre te lo dedico a ti.

Una de las formas en las que se sentía apreciada era que le hicieran sentir especial. Ferrara la hacía sentir de esa manera aunque no fueran sus intenciones abiertamente dichas en voz alta. Aquello era un arma de doble filo, podía permitírselo, pero solo hasta cierto punto, había muchas razones por las que confiar y enamorarse otra vez no era ni remotamente factible, tenía un estilo de vida, una faceta oculta y heridas del pasado que proteger, por lo que tener sentimientos no era una opción. ¿Ser su novia? Parecía una idea sin sentido.

—El día en que tú tengas novia, eso cambiará. Alguien más necesitará de tus atenciones —comentó Lilith disimulando su pizca de tristeza en aquella frase—. Lo lamento mucho por la valiente que decida llegar a ti.

—No creo que eso pase —su respuesta le dio tranquilidad y también una leve sensación de alegría—. Es un poco difícil considerando... ya sabes.

—Si bueno, dejando eso de lado, eres muy funcional en todo tipo de aspectos... —habló sugerente—. Diferente, pero placentero.

—Haces que la idea de tener una relación no suene tan complicado —confesó Aysel.

Más que convencerla a ella, Lilith buscaba inconscientemente convencerse a sí misma.

—Por ahora, prefiero que las cosas se queden así —dijo con sinceridad que fue seguida por impulsividad—. Prefiero enfocarme en ti.

Se estaban acercando a límites que no sabían si podían manejar, pero no había mucho frenándolas. Romanov temía y quería ser especial para ella, pero ese hecho conllevaba situaciones que prefería evitar o por lo menos manejar la situación lo mejor que considerara y, tal vez, dejar que sus deseos la guiaran un poco.

—Tú me eliges a mí —susurró en su mente.

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Cuidado

Cuidado. Una palabra que podía interpretarse de dos maneras. La primera de ellas, como el conjunto de acciones basadas en la atención, protección y el cariño de una persona hacia otra. Y la segunda, una advertencia ante un riesgo inminente. Lo curioso de esto, es que la primera interpretación desencadenó la segunda en Lilith. El miedo provocó una respuesta de su parte, alejarse para aclarar su mente confundiéndose aún más en el proceso de hacer lo contrario.

Con ese par de semanas lejos, sin compartir llamadas o mensajes, buscaba demostrarse a sí misma que la presencia de Ferrara no era tan importante, que no cambiaría nada si dejaba de buscarla unos días. Falló, una y otra vez en cada ocasión en que los pensamientos sobre ella venían a su cabeza en las situaciones más cotidianas que compartían.

¿Qué era lo que tenía esa joven que hacía que la idea de enamorarse no fuera tan aterradora? No había una respuesta fija para esa pregunta. Lilith quería creer que el brillo en sus ojos ocultaba mucho más de lo que Aysel quería mostrar y que, de ser así, no era la única afectada por la situación. Ella podía estar igual de perdida y pensativa.

Por esa razón, salió corriendo para verla después de haberse involucrado en una pelea contra cinco personas de la que no supo cómo salió victoriosa pero lo hizo. Probablemente, al tener la cabeza llena de pensamientos, desquitó su frustración con cada uno de los golpes que les propinó a pesar de que no pudo salir ilesa, ya que inicialmente la tomaron desprevenida, lo que resultó en su labio herido y sus nudillos lastimados tras la pelea, lesiones de las que se encargaría después.

La escena que encontró al llegar a la universidad justo a su hora de salida, no le gustó para nada. De su brazo, una empalagosa chica iba muy apegada a Aysel con una sonrisa de oreja a oreja y unos coqueteos sutiles a los que Aysel no parecía corresponder pero tampoco parar. Por supuesto, Ferrara era una chica guapa sin compromisos que llamaría la atención de quien se fijara en ella, como la chica que iba muy feliz de su brazo desprendiendo un aura que a Lilith no le gustó. Romanov tampoco se quedaba atrás cuando se hablaba de personas a las que les gustaba, sin embargo, todos aquellos no pasaban más allá de entretenimiento temporal que por lo regular no duraba más allá de una o dos semanas.

Aysel podía hacerla sentir especial, al igual que a ella y quién sabe cuántas mujeres más. No había nada que las relacionara más allá de encuentros casuales y una amistad, pero incluso así, Lilith se sentía molesta aunque no tuviera la capacidad de reclamar nada. Decidida a no verla ni hacerle saber que estuvo ahí, se dio la vuelta disponiéndose a irse en la motocicleta en la que llegó, sin embargo, antes de que siquiera pudiera dar un paso más, el agarre firme en su brazo se lo impidió.

—Lilith —pronunció la castaña con la respiración ligeramente agitada y una media sonrisa en sus labios—. ¿Qué haces aquí?

Viéndote seducir a la próxima mujer que terminará en tu cama, pensó, pero no lo dijo.

—Pasaba por aquí y quería saludarte —respondió—. Ahora que ya te vi, tengo que irme.

—Espera —Ferrara no la dejó alejarse tan fácil—. ¿Estás bien? Te ves lastimada.

—Sí, estoy bien —habló en un tono frío—. Gracias.

Ferrara tomó su mano y apreció las heridas en sus nudillos, se acercó a su rostro para mirar más de cerca la herida de su labio. Era obvio que le preocupaba y que se estaba llenando de preguntas las cuales no iba a cuestionar a menos que Lilith le diera la oportunidad de hacerlo.

—Aún no has atendido tus heridas —habló concentrada en su rostro—. Dame un momento e iré por un botiquín a una farmacia que está por aquí cerca y volveré rápidamente para ayudarte.

Ahora fue Lilith quien la detuvo.

—Disculpa, no quiero interrumpir nada entre tú y tu... —no sabía cómo llamarla.

—Amiga —completó Ferrara—. No interrumpes nada, de hecho estaba por despedirme de ella cuando te vi y decidí salir corriendo antes de que te fueras.

Romanov comprobó lo que dijo cuando miró a la chica de antes mirarla con recelo. Apostaba a que no le había gustado para nada la forma en que Aysel prácticamente la apartó para ir tras ella. Fuera intencional o no, Lilith siempre llevaría la ventaja y Aysel siempre se preocuparía por ella, porque la priorizaba. Eso redujo un poco su molestia aunque no la hizo desaparecer.

Ferrara la tomó del rostro con ambas manos, sentir su tacto cálido y familiar fue suficiente para que Romanov olvidara por un breve instante que estaba molesta con ella. Su pulgar acarició suavemente su mejilla y ese brillo en sus ojos volvió a aparecer. La chica estaba concentrada en su rostro lastimado mientras que ella solo pensaba en una cosa, besarla.

—Espera aquí, volveré en un momento —dijo en voz baja lo que la sacó de su ensoñación un momento.

Tras decir aquello, la castaña salió corriendo y desapareció de su vista unos minutos para posteriormente regresar de la misma forma en la que se fue con todo lo necesario para atender sus heridas. Bajo la luz de la farola de la calle, junto a la moto de Lilith, Aysel limpió cuidadosamente sus heridas para luego aplicar un poco de pomada y luego poner una protección en aquellas que lo necesitaban.

Ferrara se quedó mirándola a los ojos un par de minutos y luego se aproximó demasiado tomándola del mentón.

—Tienes una pequeña herida en el pómulo —dijo prosiguiendo a atenderla delicadamente.

Lilith estaba disfrutando de tener por completo su atención. Nada más existía para Aysel que Lilith en ese momento. Sus cuidados eran tan delicados y cálidos como ella, mismas sensaciones que extrañó durante esas dos semanas sin contacto. Ferrara tenía la capacidad y el equilibrio suficiente para ser brusca, en el sexo y en la vida diaria, pero también podía ser atenta y suave, como si temiera lastimarla. Sus ojos eran preciosos y sus labios demasiado atractivos como para simplemente ignorarlos.

—¿Pasa algo? —cuestionó al verla tan perdida.

—No. Solo pensaba en que no creo que a tu amiga le haya agradado que una desconocida llegara y le quitara tu atención por completo —dijo lo primero que se le vino a la mente—. Después de todo, me preferiste a mí.

—La verdad es que tu presencia me salvó de una situación incómoda —contestó—. No me gusta mucho convivir con ella, pero es la hermana de mi compañero y me pidió que la conociera por lo menos, ya que la chica está interesada en mí. Todo esto surgió porque me vio algo desanimada los últimos días, así que me hizo prometer que le daría una oportunidad pero francamente... No me interesa y no sé cómo rechazarla.

Obtuvo una explicación que no pidió, pero que necesitaba escuchar. Eso la tranquilizó, al menos lo suficiente para reducir con su molestia restante. Aysel era libre, no era suya pero tampoco de alguien más.

—Si quieres te ayudo. Me hago pasar por tu novia y listo, problema arreglado —la sola idea de su propuesta le resultaba atractiva pero arriesgada.

—No creo que sea buena idea —respondió Ferrara terminado de curar su herida pero sin apartar su tacto de su rostro.

—¿Por qué no? —preguntó Lilith.

—Porque voy a querer que lo seas —susurró tan cerca de sus labios que se sintió como una tímida confesión.

Lilith esperaba que dijera algún comentario diciendo que era broma o algo por lo parecido, pero no llegó, en cambio, una mirada intensa tomó su lugar. Fundidas en sus ojos estaban sus intenciones calladas y ese brillo intensificándose mucho más. Era especial para ella, tanto que le aterraba saber hasta dónde podían llegar.

Esa fue una de las primeras veces en las que lo hizo, en las que Aysel cruzó su propio límite para llegar a ella, a alguien a quien quería aunque no lo dijera en voz alta. Rompió la tensión existente entre ambas y la besó. Fue un contacto apasionado y necesitado que denotaba todas sus emociones contenidas. Les robó la respiración y también rompió con esa barrera entre ambas.

—No fue así como imaginé que pasaría —dijo Lilith en voz baja—. Involucrarme en una pelea y luego venir a besarte no fue el mejor plan de todos.

—Podemos repetirlo en otra ocasión —sugirió Ferrara en su pequeño momento en las nubes, ebria con la sensación de haber besado a alguien nuevamente sin tener una crisis de ansiedad de por medio y que la persona que besó fuera Lilith.

—No voy a presionarte —habló Romanov.

—Y yo tampoco a ti —dijo en respuesta sin especificar a qué se refería.

Para ser alguien que no besaba a las personas en los labios constantemente, Aysel besaba bastante bien. Por primera vez, Lilith agradecía que no cualquiera pudiera obtener eso de Ferrara y se sentía especial por haberlo conseguido. Aunque quería recuperar todos los besos que no pudo darle desde que se conocieron, sabía que debía ser paciente con Aysel así como lo era con ella.

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Conflicto

De tener a decenas de personas tras de ella, su atención se redujo a una sola. Era extraño para ella nuevamente sentirse así, amada y cuidada de una forma tan diferente a las que había experimentado en su vida. Pocas habían sido las experiencias sinceras y la de Aysel estaba en camino a convertirse en una de ellas. ¿Cómo fue que Ferrara desplazó al resto de la competencia? Sí, las tuvo difíciles desde el principio, pero de otra forma logró ganar el corazón de Lilith.

Ahora estaban en ese punto de su relación dónde no eran nada y a la vez todo. La fidelidad y el cariño eran parte de su nueva etapa que no podía ser etiquetada como un noviazgo, pero tampoco soltería, simplemente, eran ellas conociéndose y aprendiendo a quererse.

Ella era la persona que abrazaba al dormir las noches que se quedaba en su casa, la que le compraba cualquier detalle que le recordara a ella o le sacara una sonrisa todos los días que se veían, que ahora habían aumentado mucho más, pero aun así, no era su novia, al menos no formalmente.

La misma Lilith hubiera tomado la iniciativa de dar inicio a su relación si no fuera por un detalle que no habían tocado todavía, la vida que Romanov se esforzaba en ocultar. Si Aysel iba a ser parte de su mundo desde ahora, tarde o temprano tendría que conocer esa faceta suya, no podía tener una relación con una parte de ella y vivir desconociendo a la otra. Con el tiempo, las heridas, los viajes al extranjero y los períodos de tiempo lejos serían difíciles de explicar, por lo que prefería que lo supiera. Sin embargo, Lilith no sabía cómo explicárselo, no era tan fácil como llegar y decir su nombre seguido por la frase "Soy una asesina profesional entrenada por una organización criminal internacional".

La mujer que ahora reposaba junto a ella en un tranquilo y profundo sueño, podía ser comprensiva y cariñosa, pero tampoco hacía milagros. Su perspectiva y sus sentimientos podrían cambiar en cuanto supiera uno de sus grandes secretos y era mejor que Lilith no se encariñara más de lo que ya había hecho cuando Aysel fácilmente podría salir por la puerta de su casa y no volver a verla.

Llena de dudas, acarició con la punta de su dedo medio el contorno del rostro de la castaña. Se veía tan despreocupada así, en su día de descanso, sin tener que ir a trabajar, a la universidad y con tareas pendientes. Además, disfrutaba de la ignorancia de no saber quién era Lilith y lo que hacía. ¿Se asustaría? ¿Se alejaría? ¿Qué sería lo que Ferrara haría si supiera?

Buscó respuestas a en el único y fiel confidente que había tenido desde su adolescencia, Dmitry, su mejor amigo, con quien compartía la propiedad de los estudios de tatuajes en Rusia y en México. Kozlov la escuchó tan atentamente como siempre, animándola a hablar sin juzgarla. Él era como un hermano mayor para ella, uno al que recurría cuando sus conflictos eran difíciles de sobrellevar.

(Conversación en ruso).

Tienes que decírselo antes de que alguna de las dos avance más en su relación —habló Kozlov después de escucharla.

No quiero que se vaya, Dmitry —expuso su temor ante él—. Sé que me quiere, sí. Pero no sé si eso sea suficiente para que pueda manejarlo, ya tiene demasiados problemas con los que lidiar y yo no quiero ser uno de ellos.

No puedes retenerla, Lilith. Si ella decide cruzar la puerta de tu casa y nunca volver, entonces tendrás que aceptar su decisión. En el mejor de los casos, si decide continuar contigo aceptando las implicaciones, entonces no habrás perdido el tiempo —la voz de Kozlov sonó certera y cargada de razón—. De verdad te gusta, ¿No es así?. Si no, no estarías tan preocupada por su reacción.

La quiero —respondió—. No es una fijación momentánea o un capricho que me quiera permitir. Aysel es la persona con la que me gustaría intentarlo de nuevo. La pregunta aquí es, ¿Ella quiere intentarlo conmigo?

Dentro de sus últimas oraciones salieron a relucir sus inseguridades.

Habla con ella antes de cualquier otra cosa. Si termina siendo tu novia, entonces el consejo que le di valió la pena.

¿Le diste un consejo? —cuestionó Lilith con curiosidad.

No le dije nada de lo que debas preocuparte, hermanita —dijo Dmitry despreocupado—. Si resulta bien, espero que podamos vernos en Moscú pronto.

Eso espero —esas fueron sus últimas palabras antes de despedirse de su mejor amigo y terminar con la llamada. Tenía mucho que pensar, pero por ahora disfrutaría un poco de cariño, el cuidado y la atención de la persona que podría convertirse en su novia o en otra decepción de la que no hablaría en bastante tiempo.

El tiempo siguió pasando, un par de días transcurrieron hasta que tuviera el valor suficiente y encontrara las palabras correctas para plantear el asunto. La citó en un lugar al aire libre, repleto de árboles y con poca afluencia de personas. Si alguna de las dos tenía que huir, podía hacerlo. Aunque esperaba que Ferrara se quedara al menos hasta que terminara de hablar.

Aysel llegó despreocupada después de terminar con su jornada laboral habitual, su trabajo parecía gustarle, pero no se veía del todo feliz haciéndolo. La saludó con un beso en la mejilla y una sonrisa que Lilith aseguraba que pronto desaparecería. Tal vez ese beso y esa sonrisa sería lo último que tendría de ella.

Le contó una historia sin mencionar que era su historia. Comenzó desde su nacimiento en Rusia dentro de una de las familias con mayor estatus y riqueza del país. Los primeros años de su relato fueron caracterizados por los lujos que suplían a la soledad, ser hija única de padres que siempre tenían algo que hacer, tuvo su costo. Prosiguió con su adolescencia, rebelde, llena de nuevas experiencias y también malas decisiones, entre ellas la de dejarse engatusar por un tipo mucho más grande con ella que con engaños logró sacarla de Rusia e involucrarla en las operaciones de una organización criminal de talla internacional.

La siguiente parte fue la más difícil. No dijo mucho, pero su voz y su rostro lo manifestaron. Un par de años de entrenamiento, el comienzo de una vida lejos de casa, solitaria y difícil. Cuatro años de misiones continuas en las que sus manos terminaron llenas de sangre y ella cambió por completo.

—Ese es el final de la historia —concluyó con temor en su voz para posteriormente mirarla a los ojos, Aysel estaba confundida y temerosa—. La mujer de la que te hablé, es la misma con la que te acostaste, la misma a la que besaste y la misma a la que estás viendo ahora.

Silencio. Ferrara no fue capaz de articular una respuesta y el temor de Lilith aumentó con el paso de cada minuto que parecía eterno. Suspiró, liberando la tensión que se formó durante toda la historia, apartó la mirada como si observar a su alrededor le ayudara a encontrar una respuesta.

—Aysel —pronunció su nombre, la chica volteó a verla—. Ahora que sabes esto y aun así me eliges, entonces yo estaré feliz de estar contigo, pero si decides no volver a verme, yo lo entenderé.

Sus palabras formaron un nudo en la garganta que disimuló bastante bien aunque por dentro estaba al borde del llanto. Ferrara necesitaría tiempo para digerir algo así y sobre todo para tomar una decisión, así que Lilith quiso irse para dejarla sola y abstenerse a ver cualquier expresión de decepción en ella. Huir para protegerse era mejor que quedarse para torturarse.

Con todas las intenciones de irse, se dio la vuelta y comenzó a avanzar un par de pasos, pero no logró avanzar mucho cuando Ferrara la detuvo, con un agarre suave sobre su hombro que retiró en cuanto paró de caminar.

—¿A dónde vas? —preguntó con una mirada diferente en sus ojos, pero prevalecía su brillo especial cuando la miraba—. Aún no he respondido.

—Tienes que pensarlo bien, Ferrara. Para eso necesitarás tiempo, mismo que tendrás que pasar sola —explicó con pesar—. Te doy tu espacio.

Antes de irse, se permitió un último capricho con temor a que fuera rechazada. Se acercó temerosamente a su rostro y le dio un beso en la mejilla, como si le devolviera el que le dio a su llegada. Aysel no la apartó, solo se quedó congelada ahí sin saber exactamente qué hacer o qué decir. Romanov se marchó, ahora Ferrara ya sabía sobre esa parte de ella, en sus manos estaba la decisión que podría herir su corazón o llenarlo de felicidad.

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Elección

Las horas se transformaron en días, mismos en los que no tuvo contacto con ella ni ningún indicio que delatara su elección. Comprendía que lo que reveló no era algo sencillo de manejar, sin embargo, la demora de Ferrara hizo que Lilith comenzara a aceptar la idea de que esa era su decisión, no volver a verla. Era algo difícil después de ilusionarse y acostumbrarse a ella, sin embargo, supuso que con el tiempo lo aceptaría y seguiría normal con su vida como estaba acostumbrada a hacer cada vez que una complicación aparecía.

La perdió, lo aceptaba después de haber sido completamente sincera. La honestidad fue recíproca, desde el inicio, no podía asegurar que la conocía completamente, pero sí podía asegurar que llegó a conocer gran parte de ella, misma que provocó sentimientos en ella que creyó no sentir en mucho tiempo. Si se iba o no, estaba medianamente satisfecha con lo que hasta el momento tuvo, sin embargo, siempre existía ese deseo de querer mucho más, de vivir más y descubrir en el proceso nuevas facetas de sí misma.

El timbre de su puerta la sacó de sus pensamientos. Miró por la cámara de la entrada y ahí estaba, dando vueltas inquieta sin alejarse de la casa, era gracioso como alguien un poco más mayor, estaba más ansiosa que ella. Aysel probablemente estaba buscando las palabras para iniciar una conversación y el valor para mirarla a los ojos tras un par de días de no haber dicho absolutamente nada. Le divirtió un poco verla tan inquieta, sin embargo, recordó que era el momento de conocer su elección y la sonrisa se le borró del rostro.

Con un ligero temblor en sus manos, fue a abrir la puerta. Dudó un momento antes de jalar la manija de la puerta y permitirle el paso, pero ya nada podía empeorar o mejorar, ya no tenía mucho que perder. Respiró hondo y lo hizo, abrió encontrándose la imagen íntegra de Ferrara. Le permitió la entrada después de que ambas se saludaran ligeramente incómodas.

—Iré directo al punto y dejaré las conversaciones triviales para después —habló de forma seria frente a ella. Respiró profundo y posteriormente hizo contacto visual—. Estuve pensando bastante en lo que me dijiste, tu historia y los riesgos que conlleva el estar contigo. Tuve muchos sentimientos encontrados.

Realizó una pequeña pausa en la que Lilith sintió sus nervios a flor de piel.

—Pero ninguno de ellos me hizo querer alejarme de ti —afirmó con seguridad—. Tomé mi decisión y estoy dispuesta a afrontar todas las consecuencias relacionadas con ella, sin importar que estas sean buenas o malas.

Romanov percibió la agitación de su corazón dentro de su pecho y sus esperanzas apareciendo nuevamente cuando encontró su mirada cargada de seguridad y cariño.

—Te quiero, Lilith, más de lo que podría querer a alguien. Por eso elijo estar contigo con todos los riesgos que eso conlleva —pronunció aquellas palabras con sinceridad—. Te quiero y deseo descubrir todas las formas en las que puedo quererte, cuidarte y adorarte. He callado mis sentimientos porque temía no ser correspondida, pero ahora que tengo la certeza de que tú también los compartes, solo me queda pedirte una cosa.

Se aproximó mucho más a ella envolviendo sus manos con las suyas, como si fuera a declararle su absoluta adoración.

—Permíteme estar contigo, déjame demostrarte cuanto puedo llegar a quererte, cuidarte y procurarte. ¿Puedo ser tu novia? —su interrogante salió tímida de sus labios aunque el resto de sus palabras fueron fluidas.

Al igual que Aysel momentos antes, ella también tenía su elección tomada. Sin poder pronunciar palabras, asintió con la sonrisa más auténtica en su rostro. Ferrara imitó su sonrisa y sostuvo su rostro con sus manos para fundirse con ella en un beso que alborotó las mariposas de su interior y dejó fluir al mar de emociones que llegó con fuerza una vez liberado. Accidentalmente, colocó una de sus manos en el pecho de Ferrara, pudo percibir sus latidos inquietos dentro de la calmada imagen que pretendía mostrar. Sus frentes se juntaron recuperando la respiración perdida durante el beso intenso. Sin abrir sus ojos, Lilith habló.

—Yo también te elijo a ti —pronunció.

Su palma extendida sobre su pecho se convirtió en un agarre firme en su ropa que utilizó para volver a acercarla y besarla de nuevo. Afortunadamente, Ferrara no tuvo una reacción negativa, al contrario, fue más que positiva.

—Podemos considerar este como nuestro primer beso. El otro no estuvo nada mal, pero, este es especial —dijo en voz baja cerca de sus labios.

—Estoy de acuerdo contigo, mientras me dejes besarte más seguido —contestó.

—Las veces que tú quieras. Contigo no quiero que haya barreras —habló Ferrara.

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Confianza

Los meses pasaron tan rápido que apenas si pudieron darse cuenta de que la proximidad de un año era inminente. Novia, una palabra que le seguía sonando extraña a Lilith, no porque fuera incapaz de comprometerse, más bien, porque jamás había tenido una relación tan larga y estable con alguien. Era como redescubrir su mundo a través de los ojos y las acciones de otra persona.

Segura de que era tiempo de involucrar a su novia en su vida, optó por llevarla a Rusia un país que albergaba su pasado y que también era parte de su presente de una forma diferente. En él había personas importantes para ella con las que no tenía tanto contacto, pero que podía considerar sus amigos, entre ellos, el mejor de sus amigos al que consideraba un hermano, Dmitry Kozlov. DM felicitó a Ferrara desde su llegada, estaba convencido de que su éxito con ella se debía al consejo que le dio. Aysel agradeció por la ayuda contagiada del entusiasmo del hombre que ahora la abrazaba con fuerza haciéndola lucir muy pequeña por su estatura y complexión.

Lo siguiente en su visita era conocer al resto de sus amigos, aquellos que Lilith conoció en el colegio y con los que aún tenía un vago contacto. El lugar de encuentro iba a ser un Rave. Por definición, se trataba de una fiesta en un sitio ilegal y clandestino, uno de los principales atractivos de estos eventos. Lilith disfrutaba bastante de los Raves Urbanos, realizados en lugares cercanos de la ciudad, fábricas, aparcamientos o túneles abandonados dónde prevalecía una estética oscura y urbana, con grafitis, faros, láser e incluso máquinas de humo. La música en estas fiestas era, por lo regular, música electrónica de baile, tanto techno como acid house.

Definitivamente, un sitio nuevo para su novia y más regular para ella. Romanov encontró su oportunidad para influir un poco en el outfit de esa noche de su novia, Ferrara era bastante atractiva por sí sola, pero después de que interviniera en su aspecto, su atractivo se potenció mucho más y conoció una faceta de ella que desde el primer momento le gustó, la versatilidad. Aparte de ayudarle con su estética para esa noche, Lilith combinó su propio aspecto con el de ella encontrando bastante satisfacción en ello. Antes de salir, tomó una rápida foto de ambas frente al espejo y se marcharon.

Elina, Ekaterina, Dasha, Alexei, Darcel y Dmitry las recibieron de buena manera, felices de verla a ella después de tanto tiempo y de conocer por primera vez una pareja formal. Ferrara era mayor que todos ellos, pero aun así logró relacionarse bien con cada uno, exceptuando Dasha, con quién había una tensión bastante marcada a la que Romanov no le prestó tanta atención. Las miradas de Dasha se intercalaban de ella a su novia como si estuviera analizando cada parte de su comportamiento.

Las luces y el ambiente eran bastante agradables así que no hubo problema para Ferrara adaptarse, sobre todo cuando conectó de la buena manera con Darcel, los dos eran personas introvertidas con rasgos extrovertidos que resultaron tener mucho más en común cuando conversaron. Romanov se alertó cuando vio a su novia a punto de beber el contenido de dudosa procedencia de un vaso que terminó en sus manos, rápidamente se lo quitó obteniendo de su parte una expresión de confusión.

—No bebas eso —gritó para que pudiera escucharla.

—¿Por qué? —cuestionó confundida.

—Porque estoy segura de que los efectos de lo que tenga van a ser un poco fuertes y tú nunca has consumido ningún tipo de droga —afirmó Romanov apartando el vaso de ella—. ¿Quién te lo dio?

Su pregunta hizo desaparecer a Dasha de su campo visual con notoria culpabilidad. Lilith la tomó del mentón y se acercó a ella.

—Ten cuidado, ¿Vale? —pronunció antes de darle un corto beso en los labios que Aysel no rechazó para nada porque estaba completamente acostumbrada a ellos, ya no había limitaciones entre ambas.

Lilith se alejó un momento junto con Dmitry para hablar dejando a su novia bien acompañada por Ekaterina y Elina. Kozlov la llevó a un lugar más privado en el túnel dónde se encontraban para poder escucharla sin el ruido de la música ensordecedor.

(Conversación en ruso).

Me gusta verte feliz —sonrió Dmitry al hablar—. Quien diría que desplazar a otro tatuador solo para conocer a esa chica resultaría en todo esto.

Bueno, era mi oportunidad, la vi y la tomé —admitió Lilith sinceramente—. Pensé que me arrepentiría, pero todo parece ir mejorando.

Su relación va por buen camino, ¿No es así? Jamás te vi tan comprometida con alguien —contestó Kozlov.

Sí. Todo va bien, no es como que me vaya a casar con ella, pero, si estoy segura de que será duradero —dijo Lilith sonriendo.

No descartes la posibilidad, tal vez en unos años Ferrara te lo propone y terminan casándose —comentó Dmitry divertido con la posibilidad en mente—. Pido ser el padrino de su boda.

Serás el padrino cuando me case, sea con ella o no. La verdad es que somos demasiado jóvenes para algo así y no sé si lleguemos a esa etapa —Romanov se sinceró.

Hay algo de lo que estoy seguro, tal vez suene muy idealista de mi parte, pero, sé que las personas que nacieron para estar juntas siempre terminarán haciéndolo sin importar los obstáculos y el tiempo que se les atraviese.

Las palabras de su amigo retumbaron en su cabeza durante los siguientes minutos, más allá del sonido de la música y el efecto de las luces con el humo. Cuando regresaron a donde anteriormente se encontraban, Dasha era la única que estaba cerca de Aysel teniendo una conversación con ella, o al menos eso parecía, porque la chica rusa era la única que hablaba animadamente mientras Ferrara tenía una expresión seria y una evidente tensión en su cuerpo que se hizo bastante notoria por la vena marcada de su cuello.

Su rostro manifestó alivio cuando vio a Dmitry y a ella acercarse, sin embargo, en lugar de ir hacia ellos o esperar hasta que llegaran a dónde estaba, simplemente se alejó de la chica y se fue pasando a su lado. Lilith sintió una vibra distinta en ella, pero no tuvo la oportunidad de averiguarlo porque Dasha tomó su mano y la llevó a bailar.

(Conversación en inglés).

No le prestes tanta atención a lo que te dijo Dasha, le gusta molestar a las personas y luego inventa cosas —dijo Darcel uniéndose a Ferrara—. Estoy seguro de que si le preguntas a Lilith desmentirá muchas cosas de las que te dijo.

Prefiero no mencionarlo para no recordarlo —contestó en un tono frío con la vista fija en Romanov y Dasha.

Darcel supo que no debía decir nada más cuando sintió la tensión en Aysel. Esos eran celos, nada podía ocultarlos y esperaba que Ferrara no actuara impulsivamente de forma en que causara un conflicto. Romanov regresó en compañía de Volkov quien no parecía querer despegarse de ella, en ese momento, Aysel dejó de estar quieta y se dirigió directamente a su novia. Ni siquiera la misma Lilith pudo predecir su acción hasta que ocurrió. Separó a ambas chicas abruptamente besando a Lilith de forma posesiva, sosteniendo su cintura con fuerza mientras Dasha era testigo de aquello.

Aysel evidentemente quería demostrar que no importaba el pasado que compartían, ella era el presente. Lilith notó en ese beso sus celos y su desenfreno. Cuando se separaron la miró muy confundida sin entender del todo lo que acababa de pasar. Ferrara la tomó de la mano y la llevó a un lugar mucho más privado sin tanta gente dónde pudieran hablar. Miró sobre su hombro a la chica que la miraba con recelo y sonrió.

—¿Puedo saber que acaba de pasar? —preguntó Romanov.

—Solo quería demostrar algo —se limitó a responder.

—¿Algo como qué? —Lilith habló en tono serio, pero su novia no respondió—. Aysel.

La nombrada soltó un suspiro, acomodó su pelo y desvió su mirada. Posteriormente, confrontó a Lilith.

—Demostrarle a tu amiguita que yo soy tu novia sin importar lo que ella y tú hayan vivido en el pasado —contestó.

—¿Qué fue lo que te dijo? —Lilith se acercó a ella mientras Aysel apartaba la mirada.

—Prefiero no mencionarlo para no acordarme —contestó.

Sí. Aysel estaba celosa. Se notaba en la tensión de su cuerpo y su forma posesiva e impulsiva de actuar. Aunque a Lilith le gustó la forma en que la besó y la atrajo hacia ella, los motivos que originaron esa acción no le agradaron. Romanov se relajó antes de tomar el rostro de su novia y obligarla a mirarla.

—Mírame —habló en un tono serio—. ¿Confías en mí?

Esa pregunta sonó fría en sus labios aunque no pretendía que sonara así.

—Sí —confirmó Aysel.

—Si elegí estar contigo es por algo. Ten por seguro que respeto nuestra relación y ser infiel no está ni remotamente en mis planes —habló—. No importa el pasado, tú eres el presente. ¿Confías en mí?

Esta vez su interrogante sonó mucho más comprensiva y suave buscando la confirmación de que había entendido el punto que pretendía explicar.

—Sí, confío en ti —respondió la castaña mucho más tranquila.

—Bien —Romanov sonrió—. Entonces, ¿Quieres que hable con ella para que no vuelva a molestarte?

—No —negó más calmada—. Todo está bien. Confío en ti, es suficiente para mí.

La confianza era la base de todo. Junto con la comunicación, lealtad y compromiso forjaban una fuerte base para el sentimiento más intenso de todos, el amor.

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Amor

Amor, un sentimiento tan complejo que nadie puede describirlo en su totalidad por lo diverso y complicado que llega a ser. Capaz de iniciar guerras o terminarlas. Uno de los motivadores de los soñadores enamorados que anhelan encontrar a su persona predestinada sin importar que ese pensamiento carezca de sentido. Por su parte, Lilith descubrió lo que era cuando ver a su novia todos los días dejó de ser suficiente para ella, quería despertar con ella, iniciar y terminar cada día sabiendo que estaba junto a ella.

Su primer aniversario se estaba acercando por lo que no fue extraña la propuesta de Romanov de irse a vivir juntas, sobre todo porque quería complacer ese capricho interno de tener a Ferrara a su lado el mayor tiempo que pudiera y también disfrutar de buenas comidas caseras. La soledad había sido dejada de lado con su presencia, a la que se acostumbró tanto que le sería extraña la ocasión en la que Aysel no estuviera ahí.

La cercanía trajo muchas cosas con ella, entre ellas, conflictos que terminaban en leves discusiones y Aysel durmiendo en el sofá para después recibir a Lilith a mitad de la noche porque la chica extrañaba ser abrazada por ella mientras dormía. Ninguna podía estar demasiado molesta con la otra durante mucho tiempo, sobre todo Ferrara que parecía tener una evidente debilidad por Lilith en todos los sentidos.

Aysel podía mandar todo lo que quisiera en la cama, pero fuera de la habitación Lilith asumía el mando. Era curioso cómo una persona tan altanera como ella podía asumir un papel sumiso en las manos correctas. Por su parte, el papel de Ferrara era dominante en ciertos ambientes aunque la mayoría del tiempo era dejado de lado por una faceta más suave, protectora y comprensiva que podía ser percibida como sumisa.

Las emociones que sentía como producto de las pequeñas o grandes acciones de su novia por ella, se volvieron más profundas e intensas, a tal grado en que Lilith se preguntó porque no había sentido algo así antes. Ahora adoraba despertar teniendo la seguridad que le brindaban sus abrazos, disfrutar de cualquier comida preparada con sumo cuidado teniendo en cuenta sus preferencias personales y de regresar a casa sabiendo que había alguien esperándola dispuesta a consolar sus días malos y hacerla feliz a cada momento de su compañía.

Una nueva energía se les sumó a ambas. Una cachorra Rottweiler que iba de un lado a otro inquieta y traviesa pero demasiado tierna y linda. Honey, ese fue el nombre que Lilith le puso desde el momento en que la vio en los brazos de Ferrara inquieta y necesitada por descubrir el mundo que le rodeaba. Ahora tenían una razón para levantarse temprano en la mañana y salir al exterior a dar un paseo. Romanov y Ferrara tenían a una linda perrita que consentir y querer hasta que se les fuera la vida en ello.

—Te adora demasiado —comentó Aysel sentándose a su lado en el suelo mientras Lilith acariciaba a Honey.

—¿Y quién no? —contestó sonriendo—. Hasta tú lo haces. ¿O me equivoco?

—En mi defensa, tienes un encanto irresistible —confesó recargándose sobre su hombro.

—Afortunadamente, funcionó contigo, así puedo disfrutar de buena comida y atenciones cuando quiera —respondió.

—Lo dices como si me utilizaras —Aysel fingió estar ofendida con su comentario.

—Broma. Sabes que te amo por mucho más que eso —esa palabra salió de sus labios sin que Lilith lo planeara.

La primera vez que lo dijo. Te amo, dos palabras que bastaron para dejar a Aysel en shock y a Lilith con una sensación dulce en la boca. Sí, querer ya no era suficiente, amar era necesario.

—Yo también te amo —pronunció Ferrara cuando recordó cómo hablar su propio idioma—. Te amo, Lilith.

Aquel había sido el mejor de los accidentes que tuvo en su vida. Dos palabras que lo eran todo, salieron de sus labios con tal ligereza que solo podía ser comparada con la naturalidad de su existencia. Recibir una contestación de su parte mucho más emotiva que su descuidada confesión, le tocó el corazón, como pocas veces le sucedió durante su vida.

Tenía el amor de una persona, su amor, el único que le importaba en ese momento, mismo que inicialmente pensó que nunca recibiría. Ingenuas las dos al creer que no llegarían a nada más cuando se conocieron, tonta una por creer que solo sería una noche e ilusa la otra por confiar en que nadie podría apreciar cada una de sus virtudes y defectos. Es curioso hacia dónde llevan los caminos de la vida, ¿Hacia dónde iba el suyo?.

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Felicidad

Hacia la felicidad, de eso no había duda alguna. Los meses finalmente se convirtieron en años, para ser exactos, en el primero de los muchos que esperaba pasar junto a ella. Un año, dentro del que no contaban el par de meses que se la pasaron tonteando y jugando para ver quien se enamoraba primero.

Más que una costumbre o un hábito, su presencia se volvió un gusto, uno de los que Lilith gozaba tener en su vida. Los detalles eran frecuentes, al igual que los besos y las palabras cariñosas. A veces las misiones la obligaban a separarse de Ferrara, pero permanecían en contacto de la mejor forma en que pudieran, sin importar la hora o lo que estuviera haciendo, Aysel siempre tenía tiempo para ella.

Por la naturaleza de su trabajo, las dos tuvieron que ser discretas con su relación. Lo que Lilith menos quería era ponerla en riesgo y eso limitaba un poco que Aysel hablara abiertamente de ella, pero si alguien le preguntaba si era su novia, orgullosamente lo afirmaba. Para ella también era su relación más larga y estable, claro que había discusiones, pero lograban arreglarlas de una u otra forma. Eran jóvenes, Lilith más que Aysel, pero la edad no importaba para saber lo que era la felicidad.

Ese día comenzó como todos a pesar de sentirse extraordinario. Despertó con suaves caricias en la cara su rostro y posteriormente recibió un par de besos. Sí, definitivamente quería pasar muchos más años así con esa mujer y, quizás, algún día casarse con ella. Aunque la sola idea todavía se sentía distante, Lilith tenía la certeza de que podía ser posible, de que Ferrara era una de las pocas personas con las que en realidad se planteó tener un futuro tan largo. No compartió su vaga idea con ella y mucho menos sus planes de tener una hija cuando fuera más grande, planeaba que, cuando llegara el momento, lo hablarían.

Aysel declinó sus responsabilidades del día para dedicarse a los placeres, específicamente, a ella, el mayor de todos ellos. Tal vez ninguna había sido el primer amor de la otra, pero si deseaban ser el último, un deseo que no declaraban en voz alta por lo prematuro e idealista que podía sonar.

—Quiero presentarte a mi madre y a mi hermano algún día —soltó despreocupadamente a mitad de la cena—. Estoy segura de que mi madre te adorará.

—¿No crees que me vea como una delincuente en potencia? —cuestionó con una sonrisa.

—No, no. Mi mamá tiene la mente muy abierta, estoy segura de que no te juzgará por la primera impresión —aseguró—. Además, con toda honestidad, sé que le parecerás absolutamente preciosa.

—Entonces tu mamá sabe apreciar la belleza —admitió orgullosa—. Cuando la conozca, le agradeceré por enseñarte a cocinar como un chef.

—Tener una mamá chef tiene sus ventajas —respondió Aysel—. Ventajas que se pueden aprovechar cuando tienes una novia hermosa y caprichosa que complacer.

Lilith nunca olvidaba las fechas especiales y Aysel era quien las hacía mucho más especiales. Un buen equilibrio dentro de su dinámica de pareja. Eran diferentes, pero se complementaban, Romanov podía ser impulsiva y Ferrara calmada, o invertir sus papeles de vez en cuando. La versatilidad era por excelencia la definición de ellas juntas. Una interrogante cruzó la mente de la chica rusa que con toda seguridad y esperanza habló.

—¿Me visualizas en tu futuro? —dijo haciendo contacto visual directo.

—Sí —la respuesta de Aysel fue inmediata—. Mi mayor deseo en este momento es que este sea el primero de muchos aniversarios. Sería más que afortunada por pasar los años de mi vida junto a ti.

No importaba cómo habían llegado hasta ese punto, lo importante es que estaban ahí, juntas, mirándose con una adoración absolutamente profunda, creyendo que el destino las guio para conocerse. Para Aysel, tatuarse por primera vez fue la mejor decisión de su vida y para Lilith, desplazar a uno de sus colegas también lo era.

¿La felicidad podría ser eterna? ¿Podía seguir enamorada de la misma persona el resto de sus días? ¿Ella permanecería ahí siempre?

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Ausencia

No. La felicidad no era eterna y ella no permanecería ahí siempre. Su partida dejó una amarga y cruel ausencia, el vacío de un amor que la elevó a las nubes y que la hizo caer para impactarse con la realidad. La desconfianza y el temor terminó por romper su lazo que creyó inquebrantable. La noche se llevó sus ilusiones de forma en que el amanecer llegó con sabor a la acostumbrada soledad.

Al abrir los ojos, no había nadie allí a su lado y su lugar en la cama se sentía frío y vacío. No había ruido por ninguna parte de la casa que ahora se sentía mucho más grande de lo que era. Abrió el armario en busca de alguna pista de su regreso, un indicio que la dejara conservar la esperanza de que volvería, pero, solo estaba su ropa, ni rastro de la de ella cuyo olor permanecía presente en su almohada, como el débil recuerdo de que alguna vez estuvo ahí.

Lilith se recostó nuevamente en la cama con pesar en los ojos producto del cansancio y de haber llorado un par de horas. Buscó por instinto un calor que estaba ausente y que sustituyó por el olor de su almohada, la cual abrazo con fuerza temiendo perder la fragancia presente en ella. La extrañaba, todavía no asociaba la idea de que todo acabó. Quería que todo fuera una pesadilla y que al despertar ahí estuviera Ferrara, con el brillo enamorado de sus ojos y una sonrisa comprensiva, dispuesta a recibirla y consolarla con un abrazo.

La primera mañana sola después de haber pasado muchas de ellas con compañía. Le era imposible no recordar los pequeños hábitos que observó en ella desde que la conoció. La primera taza de café que bebía tenía que estar caliente, la segunda tibia, pero, cuando tenía prisa el café lo tomaba frío. Por más ocupada que estuviera, siempre dejaba algo preparado para ella y para Honey, así que cuando Lilith despertaba solo tenía que gozar de un buen desayuno y de la enérgica perrita que estaba impaciente para salir a dar su paseo matutino.

Por las tardes, cuando salía temprano del trabajo, pasaba a su estudio y la sorprendía con un pequeño detalle o simplemente su presencia, pasaba un rato ahí hasta que terminara su turno e iban a casa juntas o se daban prisa si tenían planeado salir. Ella era la primera en despertar y la última en dormirse, constantemente brindándole caricias y susurros cariñosos que la hacían sentir a salvo y amada.

Lo más triste de todo, era que no era la única sufriendo su ausencia. Honey se paraba cada tarde cerca de la puerta esperando que Aysel llegara, la perrita memorizó su horario y de vez en cuando lloraba recostada cerca de la puerta al no verla llegar. Lilith se levantó del sofá tras terminar su quinto cigarro para ir a acariciarla y animarla un poco.

—No va a volver —dijo con un nudo en la garganta por sus propias palabras—. Será mejor que dejes de esperarla.

Honey no comprendía por qué una de las personas que solía mimarla, cuidarla y sacarla a pasear, simplemente desapareció de su vida y la de su dueña, como si se hubiera esfumado por completo dejando detrás una inmensa soledad a la que ninguna de las dos conseguía acostumbrarse. Junto con su mascota, Romanov fue a recostarse en la cama todavía desanimada por sus últimas palabras. ¿La seguía esperando? Sí, su estúpido corazón quería verla regresar, quería dormir sobre su pecho otra vez, recibir uno de sus abrazos cálidos y uno de esos besos que la dejaban sin aliento.

En los siguientes días, visitó la universidad esperando que el destino conspirara en su favor y se encontrara con Aysel. A pesar de que Ferrara ya había concluido con su maestría, aún tenía papeleo pendiente en la institución por lo que la idea de encontrársela por ahí "casualmente" fue el motivante principal de sus visitas que no tuvieron ningún éxito. Tampoco notó que alguien pasaba cerca de su estudio cada cierto tiempo con la misma intención de encontrársela "casualmente". A pesar de que trabajaban para la misma organización, no se cruzó con ella en lo absoluto. El destino parecía alejarlas mucho más y ellas no tenían el valor suficiente para hacerle frente a esa cruel decisión.

Cuando llegó el momento de que Lilith dejara el país para ir a trabajar en el extranjero, se encargó de que los rumores de su traslado llegaran a ella. Su última esperanza iba a vivir o morir en ese momento, en el preciso instante en que la viera llegar al aeropuerto para verla. Pero Aysel jamás llegó y Lilith se cansó de esperar. Al darse la vuelta decidida a renunciar a cualquier recuerdo y esperanza todavía presente dentro de ella, no pudo percatarse de que Ferrara si fue a buscarla, pero unos cuantos minutos y metros las volvieron a separar.

No, no era su momento. Todavía no lo era...

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Reencuentro

La misión era simple, proteger a la persona que en algún momento fue todo para ella. Maldijo su trabajo y que no fuera la única involucrada en el. Era de esperarse que una persona tan hábil como ella se convirtiera en la sucesora del negociador principal de la organización después de años de trabajo continuo dónde el éxito era la constante. Pero fue su mismo éxito quien la puso en peligro y obligó a Victoria a ordenar su protección por la importancia que tomó. Lilith fue quien recibió esas órdenes, pero evitó hacerse cargo personalmente y mandó a un par de elementos para protegerla, lo que menos quería era verla tras seis largos años sin contacto. Su última interacción no fue del todo agradable y la primera después de ese largo tiempo no iba a ser para nada cómoda.

Lamentó su decisión cuando recibió la notificación de que Aysel fue raptada por aquellas personas de las que se supone tenía que protegerla. Frustrada y molesta por la demora de su propio equipo, decidió hacerse cargo ella misma afrontando, no solo la labor de rescatarla sino también los sentimientos encontrados que surgieron con la noticia. ¿Ella estaba bien? No podía saberlo con certeza hasta que llegara al lugar donde la tenían cautiva.

Cuando la vio tras dejar una masacre a su paso, se congeló. Ahí estaba, no exactamente como la recordaba, pero ahí estaba, viva aunque lastimada. Pasó tanto tiempo evitando cruzarse con ella que no fue consciente de las emociones que tendría si en algún momento volvía a verla. Para su fortuna, Aysel no estaba en condiciones ni mucho menos tenía la consciencia suficiente para decirle algo, únicamente la vio y posteriormente se desmayó.

A pesar de que llamó al equipo médico con anterioridad, fue Romanov la primera en acercarse a Ferrara para comprobar que se encontraba bien. Su mano se estiró a punto de tocarla, pero se detuvo en seco a centímetros de hacerlo, como si se prohibiera hacerlo. Despejó su mente y permitió que su tacto llegara hasta ella, la tomó del rostro delicadamente y comprobó su débil pulso en su cuello.

La cercanía la dejó apreciar las heridas en su rostro y en sus nudillos lo que derivó en un recuerdo del entrenamiento inicial que ella misma le enseñó a Ferrara durante sus primeros meses trabajando para la organización. Lilith le dijo en ese entonces que no se dejara vencer sin pelear y justamente eso hizo Aysel, pues las huellas de pelea en su cuerpo eran bastante notorias. Sin saber exactamente por qué, Romanov sonrió. Al cabo de pocos minutos, el equipo médico llegó desplazándola y atendiendo inmediatamente a Ferrara.

Permaneció al pendiente de su estado mientras la atendían y curaban sus heridas. No eran graves, pero si la dejaron con un mal aspecto que duraría varios días. Con la excusa de estar trabajando, se aseguró de que su bienestar fuera la prioridad de los que fueron asignados a cuidarla y a atenderla dentro del hospital. Tras dar sus órdenes, entró a su habitación con la seguridad de que disponía de unos minutos en los que no despertaría.

El rostro de Aysel estaba libre y en él se podían apreciar los moretones y pequeñas cortadas resultado de su encuentro con sus captores. Lilith la miró detenidamente, su pelo estaba ligeramente más corto, tenía más perforaciones en la oreja y debajo de sus ojos se marcaron más sus ojeras, probablemente ahora dormía menos que antes. ¿Qué había sido de su vida? ¿Estaría con alguien o retornó a su etapa sin compromisos? Esas eran las interrogantes que la chica se hacía al tener enfrente a la mujer que lo fue todo para ella años atrás.

Seguía siendo atractiva, pensó Lilith y luego se regañó por eso. La emoción se mezcló con la melancolía dejándole una extraña sensación en el pecho. No tenía la certeza de estar feliz de verla, pero tampoco le resultaba algo molesto en su totalidad. A su mente volvieron aquellas palabras que Ferrara le dijo cuando estaban drogadas. "Siempre retornaré a ti", una afirmación que hizo cierta pues, ahí estaba, de nuevo en su vida aunque fuera por un breve instante. Romanov ya no podía considerarse su hogar, ni mucho menos el único y el más fuerte de sus amores, tal vez otras personas en otros tiempos le quitaron ese título, tal vez alguien más esperaba a Aysel en casa y recibía a sus atenciones como ella alguna vez lo hizo. No lo sabía y tampoco quería saberlo.

—Una vez más, tú y yo estamos aquí —pronunció con un tono melancólico—. Ha pasado un tiempo, eh.

Suspiró liberando la tensión existente en su interior. Su mano sintió un cosquilleo al ver que podía apartar el pelo de su rostro, pero se contuvo, no quería hacer o decir nada de lo que pudiera arrepentirse después. Únicamente era la melancolía del reencuentro lo que la inquietaba, ¿No es así?. Trató de convencerse a sí misma con ese pensamiento.

—¿Me sigues recordando? —habló impulsivamente.

Se asustó cuando notó que Aysel comenzó a removerse en la cama a punto de despertar. En pánico, Lilith corrió hacia la puerta y salió del cuarto antes de que la viera. Cerró la puerta y se recargó contra ella con su corazón agitado. Las personas que pasaron cerca de ella la miraron de forma extraña por su comportamiento. Lilith optó por asumir un trato indiferente y serio con ella, profesional sin profundizar en lo personal.

Cuando estuvo más tranquila, tomó aire y entró nuevamente a la habitación como si nada hubiera pasado. La conversación que tuvieron después de eso fue directo al punto, la razón por la que fue secuestrada y el nuevo puesto que Ferrara asumiría en cuánto se recuperara. Romanov le dio la espalda porque no quería descubrir en sus ojos si ese brillo enamorado seguía en ellos, sin embargo, la tarea no le fue para nada fácil. Justo cuando estaba por marcharse, Aysel habló en un tono distinto al que se dirigió a ella en todo el rato.

—Lilith —su nombre saliendo de sus labios sonó exactamente igual, como si disfrutara decirlo—. Me alegro de verte.

Yo también, quiso responder, pero simplemente ignoró sus palabras y salió de la habitación huyendo de ella y de lo que significaba. No había razones por las que sentirse nerviosa, el tiempo la ayudó a superarla y a enterrar el pasado que compartían, no tenía por qué preocuparse... ¿O sí?

El momento correcto llegó para ambas sin que ninguna lo esperara y ahora recaía en ellas la decisión de comenzar un nuevo ciclo o jamás hacerlo. Después de sufrir tanto, ¿Estaban listas para renacer?

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12 de Abril de 2021 10:20 pm, Chicago, Estados Unidos.

Muchas cosas cambiaron desde la muerte de Aysel Ferrara Ávila y Lilith Romanov Verro. Su partida del mundo conocido dejó detrás el inicio de una guerra de donde los actos ilícitos de muchos personajes de la vida pública internacional quedaron al descubierto a los ojos público. Los juicios comenzaron y las aprensiones también, ahora era Velazco quien huía de la justicia de la que se burló en numerosas ocasiones. Los rostros de Victoria Velazco Dávila y Hugo Estrada Silva eran los más buscados por las agencias internacionales.

El mundo juzgó duramente a los involucrados desde la comodidad de la ignorancia o del privilegio. Todas las historias que salían a la luz, mismas que darían trabajo a las autoridades por los siguientes diez años, costaron la vida de muchas personas, algunos inocentes y otros culpables que con su sangre hicieron notoria las fallas en los sistemas, el gobierno y las élites que ahora se tambaleaban inestables en busca de culpables y chivos expiatorios.

Inocentes o culpables, ¿Cómo el mundo las jugaría a ellas si llegaban a saber quienes eran y lo que hicieron?. Lo cierto era que tenían algo de ambos, un inocente amor y un sacrificio culpable motivado por el amor a lo que conocían y a ellas mismas.

Los delgados dedos de la chica ahora rubia se paseaban por la frase grabada en letras doradas en el collar de oro blanco que decía Mitztemoa noyollo, te busca mi corazón, una forma muy romántica de decir que se extraña a alguien en Nahualt. No se separó del collar ni de su anillo de compromiso desde que sobrevivió al que se supone sería su última misión al lado de la persona que más amaba. Lilith todavía recordaba su llanto desconsolado sobre el pecho de Aysel y la forma en que se quedó junto a ella a esperar que su muerte llegara al detonar el resto de las bombas.

Ahora solo era un triste y trágico recuerdo que venía a su mente cada vez que intentaba conciliar el sueño, recostada en la cama sintiendo la ausencia de su calor y el reflejo de una promesa no cumplida brillando en la oscuridad como el anillo que aún portaba en su mano. Su corazón seguía buscándola dentro de su pasado, en el presente y soñando un futuro con ella. Lilith sabía que el peso de sus acciones desencadenó una tristeza profunda en aquellos que no sabían que estaba con vida, pero la situación no podía cambiar por el momento, todos sus débiles o fuertes esfuerzos estaban enfocados en mantenerlos a salvo aunque eso significara fingir su propia muerte.

Alguien a sus espaldas tocó la puerta de madera clara un par de veces antes de que Lilith reaccionara. Con un tono neutral, después de despejar sus melancólicos pensamientos, le permitió el paso. Inés la miró desde el marco de la puerta con una expresión difícil de leer.

—Despertó —pronunció agitada.

Una sola palabra bastó para que Lilith prácticamente corriera hasta dónde se encontraba ella para desplazarse a la habitación contigua. Entre las batas blancas y las enfermeras, visualizó a la mujer que era la fuente de su amor y su tristeza, despertando débilmente mientras sus labios pronunciaban algo que desde su posición le era inaudible. Romanov se aproximó a ella, con la necesidad de reencontrarse con esa mirada que vio apagarse y ahora volvía a iluminarse.

—Lilith —escuchó su nombre saliendo de sus labios en un susurro.

Su rostro seguía teniendo las marcas de su enfrentamiento y su cuerpo las heridas derivadas de este, pero vivía, el corazón de Aysel latía fuerte y sus ojos volvían a abrirse para contemplar la imagen del amor de su vida, la última que vio al sentirse morir y la primera que vería al renacer. Los ojos de Romanov se llenaron de lágrimas y su interior de alegría.

—Regresaste a mí, como lo prometiste —pronunció con la voz inestable recordando sus últimas palabras—. Pero lo hiciste en esta vida y sé que lo harás en las siguientes, mi preciosa Luna.

La tragedia dejaba, tras arrasar con crueldad, la oportunidad de renacer, de iniciar una nueva vida que tenía sus bases en lo que fue y miraba hacia lo que podía ser. Después del sufrimiento venía el renacimiento.

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Justo como lo prometí. Esta nueva etapa comienza y aunque todavía faltan unos meses para el inico de la publicación en tiempo real, me complace brindarles este primer capítulo revelando detalles nunca vistos de la relación de nuestras protagonistas y de la perspectiva de Lilith. Dmitry lo dijo, las personas que están destinadas a estar juntas, lo harán sin importar los obstaculos que se les atraviesen c:

Por ahora, lo único que me falta por decir es... Nos vemos el 6 de Diciembre <3

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