Capítulo 9 - Mentes semejantes
De nuevo, Nakai se encontró observando las luces de la ciudad a medida que se apagaban mientras el sol salía, asimilando lo que acababa de suceder, lo que le habían contado y todo lo que eso implicaba.
"No me creo que sea mi tío".
"Aunque su conocimiento de la familia concuerda, al menos lo poco que sé".
"Si lo que dice es verdad, Dakota está en peligro inminente".
"Lo que describió sonaba a basura de película de terror barata".
"¿Por qué demonios no puedo hablar con sání?"
"Imposible que tanto mi madre como sání tuvieran cientos de años".
Miles de pensamientos invadían la mente de Nakai a la vez, justo cuando creía que podía tener respuestas del pasado de su familia, surgieron muchas más preguntas.
Un escalofrió corrió su espalda, junto con la pesadez del aire a su alrededor, ya se estaba acostumbrando.
—Ya era hora de que entendieras qué pasa chico —escuchó Nakai a su derecha, miro de reojo la presencia apenas visible del líder de los 60-3, Mac Davis estaba erguido, con una rigidez casi militar y brazos cruzados, Nakai maldijo entre dientas.
—De todos los malditos fantasmas en esta ciudad y tú ya me has molestado dos veces —escupió él sin dirigir la mirada al espíritu.
—¿Y a quién debo agradecer que este en este limbo? —acusó Davis —. ¿Sabes la porquería que es tener una cerveza al alcance de tu mano y no poder si quiera tocarla?
—Si hay algo que estoy aprendiendo de esta cuestión de hablar con los muertos, es que ustedes mismos sujetan las cadenas que los amarran aquí y tú entre muchos te mereces la pena eterna —le replicó.
—Grandes palabras del mismo idiota que me asesinó.
—Agradece que fue rápido, por más que quiera dejar de matar criminales, imbéciles como tú me lo ponen difícil —respondió Nakai.
—Y aun así mi gente fue asesinada... al menos ellos no están atrapados aquí... —aclaró Davis pensativo —. Quizá debas tomar un curso extra de cómo ser superhéroe, porque por ahora vas en un muy mal camino —comentaba Davis.
—Espera... —interrumpió Nakai —. Tu gente fue asesinada sí, pero yo no lo hice, tu moriste antes de que eso sucediera, ¿viste lo que pasó? —le preguntó Nakai a Davis, el afroamericano sonrió como si hubiera logrado una meta.
—Por fin usas la cabeza —comentó —. Si, vi todo, no me preguntes como pero aun estando muerto sentí escalofríos —dijo él, Nakai hizo las suposiciones en su cabeza.
—Lo que Naz dijo... ¿Fue eso? —preguntó el héroe, el espíritu asintió.
»Era tal y como lo dijo ese viejo, alta y delgada, con garras como garfios y un cráneo con astas con ojos rojos, apareció después de que te largaste con mi auto, olfateaba el lugar cual perro policía, buscando algo, ahora me doy cuenta que te buscaba a ti...
—Y al encontrar a los pandilleros vivos... —agregó Nakai, incapaz de terminar la oración.
—No tuvieron oportunidad... Y eso no es lo peor —dijo Davis observando el horizonte, Nakai por fin volteó a verlo, esperando el resto de la historia —. No puedo explicarlo bien, pero una vez que termino con ellos, la sangre en todas partes y ese engendro saboreando sus entrañas... yo estaba de pie ahí, bueno, no de pie, solo estaba ahí, no entendía que sucedía, me decía a mí mismo que ese era el infierno y que era lo que me merecía, pero de un momento a otro, esa cosa estaba... mirándome, con esos ojos rojos y huecos, eran como agujas en mi alma, simplemente me observaba, sabía que estaba ahí.
—También puede ver espíritus...
—Si lo que dice el anciano es verdad y esa cosa vino a mi ciudad porque quiere devorarte a ti y a tu familia, solo tengo dos opciones chico. Uno, te conviertes en aperitivo, es probable que esta ciudad este mejor sin ti. Dos, acaba con ese engendro —dijo Davis con seguridad en su voz.
—Luché contra una invasión, creo que puedo con esto —dijo Nakai.
—¿Con un maldito monstruo y con las pandillas uniéndose? —preguntó el espíritu con sarcasmo —. Sin mencionar que las armas alienígenas en las calles, esas cosas pueden eliminar tu trasero fácilmente.
Nakai palpó las vendas, tenía razón en algo, podría morir de no ser cauteloso, no tenía idea de lo que ese supuesto monstruo era capaz y había demasiado riesgo de daño colateral si dejaba que ambos problemas chocaran por si solos.
—Entonces atacamos un frente a la vez... —susurró.
—Lo que tú digas, chico, no es como si yo tuviera muchas opciones —comentó el espíritu con sarcasmo, antes de que Nakai pudiera decir algo este se desvaneció, Nakai maldijo entre dientes antes de soltar todo el aire de sus pulmones en señal de frustración, no parecían haber señales de que su vida dejara de ser una maldita locura en el futuro próximo.
Rowina, sentada frente a todos sus monitores, indagaba acerca de posibles paraderos del Wendigo, investigando desde la masacre de los 60-3 hasta cualquier clase de acontecimiento más extraño de lo que esa ciudad estaba acostumbrada, los medios apuntaban la culpa de todos estos sucesos al Renegado, obviamente sin pruebas, pero tampoco dudas.
—¿Cómo es posible que un monstruo de tres metros pase desapercibido en una ciudad? —se preguntó ella misma —. ¡Este país se alimenta de conspiraciones maldita sea!
—A lo largo de los años aprendió a evadir a los humanos, se mueve en las sombras desapercibido —contestó Naz aún en la mesa de trabajo.
Rowina no estaba cien por ciento segura de confiar en ese hombre, ni siquiera estaba completamente segura de confiar en el Renegado, pero como siempre ella solía esperar lo mejor de las personas a su alrededor usualmente con un final decepcionante, pero hasta ahora todo parecía estar bien encaminado. Se distrajo al escuchar el ruido del ascensor y al ver a Nakai bajar en él, como siempre con una expresión seria en su rostro.
—¿Ya te calmaste? —preguntó ella, Nakai asintió, aunque su expresión era seria podía sentir que estaba más calmado, se dirigió a Naz.
—¿Cómo lidiamos con ese monstruo? —preguntó, Naz sonrió ligeramente, se notaba que tener la ayuda de su sobrino le emocionaba.
—Ha huido de mi desde nuestro último encuentro y estoy seguro que seguirá haciéndolo con nosotros dos juntos, su única opción será buscar a la presa más fácil —dedujo Naz, eso golpeó a Nakai de inmediato.
—Dakota... —dijo Nakai con miedo en su rostro.
—¿Tu hermana? —preguntó Rowina, Nakai la observó con duda de cómo lo sabía —. La mencionaste mil veces hace veinte minutos, no soy estúpida, además Naz me puso al corriente —aclaró ella.
—Debemos encontrarla, está en grave peligro, el Wendigo debe de estar rastreándola mientras hablamos —dijo el viejo.
—No, no quiero involucrarla en todo este caos —replicó Nakai —. Además ¿No crees que ya la hubiera encontrado?
—Ella no ha despertado los poderes de su linaje, si es que los tiene, además ha estado rodeada de humanos normales toda su vida, su olor será más difícil de captar, pero eso no la mantendrá a salvo siempre —aclaró Naz, Nakai bufó ante eso.
—La voy a mantener vigilada, lo último que debería hacer es involucrarla en medio de tantos problemas —declaró Nakai, aún con las palabras de James Jerom resonando en su cabeza, por más que quisiera recuperar a su hermana, hacerlo en ese momento implicaba tenerla en fuego cruzado, Naz asintió cabizbajo y tomo asiento de nuevo —. Row ¿Alguna novedad con los Leones Blancos o Nahuales? —
—Nada público desde el día de la explosión, pero indagaré más a fondo —respondió ella sin separar la vista de sus monitores.
—Bien —dijo mientras se acercaba a ella —. Si notas que tiene alguna mala intensión...
—Le disparo entre las cejas —le interrumpió la chica sacando una pistola debajo del escritorio.
—¿Siempre tuviste eso ahí?
—Con lo que una chica puede sufrir hoy en día nunca se sabe que puede pasar.
—No puedo contradecir eso —agregó Nakai antes de tomar las llaves de Forajida y una camisa manga corta —. Daré unas vueltas en los territorios del cartel y la mafia china, también por Hillside, te mantendré al tanto —dijo mientras se dirigía al elevador.
—¿Seguro que estas en condiciones para patrullar? —preguntó ella con genuina preocupación —. Ni siquiera tienes tu mascara.
—Haré lo posible para no enfrentarme a nadie, solo haré reconocimiento, también me aseguraré que Dakota esté bien —prometió justo antes de comenzar a subir, Rowina soltó un pesado suspiro antes de volver a trabajar.
La mente de Nakai divagaba a medida que conducía, demasiadas cosas con las que lidiar se seguían acumulando una encima de la otra, pero en vez de mortificarse al respecto debía lidiar con lo que le hacía frente, como siempre lo había hecho.
Primero decidió pasar por el Barrio Chino, junto a las propiedades de los Leones Blancos, no había vehículos ni personas en los alrededores, parecía que tomaron sus cosas y se largaron tan rápido como pudieron.
—Los Leones Blancos evacuaron, no hay nada aquí —le envió a Rowina por mensaje, a lo que solo respondió con una cara triste.
Lo mismo aplicaba para los Nahuales, el barrio del cartel al este de la ciudad rebozaba de familias caminando por la calle, pero ninguna señal de la pandilla, las sospechas de Nakai fueron confirmadas cuando se acercó a Hillside, antiguamente propiedad de los 60-3, parecía una fortaleza, miembros de la mafia china y del cartel se paseaban por los alrededores con ametralladoras comunes, armados hasta los dientes.
Nakai no logró ver algún arma alienígena, asumió que las mantenían dentro del complejo, según lo que le dijo Row, habían tomado el lugar por la fuerza, pero la influencia del tal Nour debió ser suficiente para silenciar a las autoridades, dándole libertad a las pandillas para operar sin molestias mayores.
—Sencillamente perfecto —habló solo con sarcasmo, en cualquier otra situación habría asaltado el lugar de frente, pero con el armamento que poseían eso era una muerte segura, un pensamiento que le causaba un nudo en el estómago.
Pudo imaginar lo que sucedía adentro, docenas de armas extraterrestres listas para salir al mercado negro y causar estragos, modificadas para la comodidad humana y aumentar los cadáveres, por más que sus instintos le ordenaban acabar con todo lo que se moviera dentro de ese lugar, piso el acelerador y se alejó mientras golpeaba el volante una y otra vez, antes de quedar convencido, pero no podía mentirse a sí mismo, no era precisamente por precaución o sano juicio, era mayormente por miedo.
Mientras tanto al otro lado de la ciudad, Dakota esperaba en la entrada de la Academia de Artes y Ciencias, a pesar del incesante ataque a la ciudad los directores insistían que los estudiantes y profesores siguieran con sus rutinas cotidianas, una guerra de pandillas no parecía ser mucho después de una invasión alienígena.
Dakota divagaba las redes sociales en su celular sin prestar especial atención a nada mientras escuchaba música, aislándose del mundo de vez en cuando era algo que ella misma consideraba necesario.
—Tierra a Dakota —escuchó por encima de la música, se quitó los audífonos para saludar a su amiga Carly, la cual pudo identificar de inmediato por su cabello corto y multicolor —. No entiendo cómo es que nos obligan a asistir a clases cuando hace menos de una semana hubo un ataque terrorista —comentó ella mientras entraban a la academia.
—Después de semanas refugiados de un ataque alienígena deben demostrar que podemos volver a la normalidad —comentó Dakota.
—Cualquier excusa para faltar a clases la tomaré —dijo Carly —. Sobre todo, después de lo que paso en la fiesta de la semana pasada, pareciera que aceptan a cualquiera en el Escuadrón de Héroes.
—Por favor sabes muy bien que no tienen pruebas del Renegado siendo un terrorista, la ciudad ha estado muy tensa desde la invasión —defendió Dakota.
—Por favor, se la pasa vestido de negro y con una máscara de pandillero, sin mencionar la gente que ha asesinado, en mis ojos era un supervillano desde el inicio —acusó su amiga.
—Entonces ¿Por qué se juntaría con otros superhéroes para salvar la tierra de alienígenas?
—Es su planeta también ¿no? No creo que haya sido conveniente si era destruido —respondió Carly con un tono triunfante antes de que entraran a su clase respectiva.
Dakota últimamente no podía concentrarse en sus estudios, después de la invasión, muchas ideas corrían por su cabeza, la mayor parte del tiempo dibujaba en su libreta, en ese momento dibujaba una nave invasora que sobrevoló la ciudad por un tiempo, la idea de otros seres era emocionante y terrorífica a la vez.
En la página siguiente tenía bosquejos de los héroes que habían salvado al mundo, o al menos lo que la gente que los vio de cerca podía describir junto con datos y teorías que consiguió en internet, un hombre con capa azul capaz de hacer miles de cosas solo con unas palabras y un movimiento de manos, fue el primero en decir públicamente que todos eran El Escuadrón de Héroes.
Una mujer de negro con melena castaña y una espada, de esta solo se sabían rumores, se movía entre las sombras y muchas personas sentían escalofríos al verla, algunos dicen que sus ojos eran como la sangre.
El siguiente ya era conocido, Vigilante, héroe de una ciudad del Reino Unido, un bromista que se convirtió en la peor pesadilla del bajo mundo de su hogar, antes de él esa ciudad ya tenía un protector, supuso que Vigilante le seguía el manto al anterior.
Después estaba un muchacho joven con un extraño traje de apariencia antigua, no se sabe si tiene poderes especiales pero sus habilidades físicas para el combate y las acrobacias para muchos eran súper humanas.
También estaba la chica brillante, se podía decir que era la favorita de la prensa, volando cual estrella fugaz y disparando rayos a los malos, pero había algo en ella que podría asustar a cualquiera, no había que ser un genio para notar el poder que tenía.
Y por último el propio héroe de su ciudad, el Renegado, según sus amigos el sujeto llego a San Francisco casi al mismo tiempo que ella, lo han visto levantar autos, resistir balas, explosiones y miles de cosas que un humano cualquiera solo haría en sueños.
Sin embargo, él tenía un historial que todos conocían, no tiene miedo de tomar la vida de los criminales, en la ciudad ya había asesinado a varios violadores seriales y psicópatas, personas que cualquiera diría que están más allá de la salvación, aun así, muchos no piensan que él sea el apropiado para dictar esa sentencia.
Ahora después de que murió lo llaman terrorista, lunático, por más que la gente quiera darle la culpa de lo que sucede, Dakota sabía que debía haber algo más a fondo de todo eso.
¿Quién haría tanto esfuerzo por su mundo si en realidad solo buscara destruir?
La vibración de su teléfono la distrajo, un mensaje de su amigo Mason.
—Veámonos después de clases, debo mostrarles algo genial —decía su mensaje, la última vez que dijo algo así les mostró una especie de injerto de hierba, el chico había terminado vomitando por dos días seguidos después de fumar dos gramos, ella no disfrutaba eso, pero no le hacían presión para unirse así que no tenía problema.
El día paso tan monótono como siempre, clase tras otra y un montón de información acumulada en su cerebro que sería borrada tan pronto como hiciera el siguiente examen. Se encontró con sus amigos en la salida, esperando a que Mason apareciera y les mostrara lo que sea que iba a enseñarles, por un segundo volvió a ver al Charger negro con líneas blancas que aparecía cada tanto, aunque no era raro ver esa calidad de autos en la academia. Segundos después Mason apareció con su camioneta, el grupo de cuatro chicos en total se subió en el vehículo.
—¿Ahora que estupidez tienes en mente Mason? —preguntó Carly mientras encendía un cigarrillo junto a la ventanilla del auto.
—Lo verán cuando lleguemos —respondió el chico con una sonrisa mientras conducía —. Y no fumes en mi auto, mi mamá me matara si dejas esto oliendo a humo —
Después de varios minutos en el auto entre risas y chismes Mason se detuvo en una pequeña carretera a los pies del Golden Gate, a pocos minutos del mar, justo al lado de lo que parecía un centro de unidades de almacenaje.
—Mason te juro que si resultas ser un asesino serial no te dejare fumar de mi cultivo —se burló uno de los chicos que los acompañaba.
—Descuiden esto será genial —afirmó Mason al bajarse de la camioneta —. El otro día encontré un manifiesto entre las cosas de mi papá, no creerán lo que decía —comentó el chico mientras caminaba a la entrada del lugar.
—Oye, no estoy de humor para registrar cosas viejas —se quejó Carly, Dakota miró alrededor, no había nadie cerca, apenas se escuchaban los autos que cruzaban el puente varios metros sobre ellos.
—Créeme que no veremos cosas viejas acá —dijo Mason, la entrada era una enorme reja corrediza, no había nadie y no tenía seguro, la espalda de Dakota se erizo.
—¿Seguro de que podemos hacer esto? —preguntó.
—No seas aguafiestas Dakota, será genial lo prometo —dijo Mason mientras abría la reja.
Todos entraron al lugar, no había techo y solo había varios cobertizos de almacenaje, por cada paso que daba, Dakota se sentía más incómoda.
—Ok, pues mi papá me pidió que actualizara el software de su computadora y cuando estaba en eso, un correo le llego sobre una entrega realizada con éxito justo aquí —comenzó a explicar.
—¿Entrega de qué? Ya me estas asustando —preguntó Carly, justo después Mason se acercó a uno de los cobertizos y lo abrió sin ninguna intención de ser cuidadoso.
Todos entraron al depósito de dos metros por dos metros, había un montón de cajas negras sin ningún tipo de marca, Mason se acercó a una y la abrió. Todos quedaron boquiabiertos cuando del compartimiento saco una especie de casco de colores blanco y vino, con la nariz alargada hacia abajo recordándoles a un animal, vidrios negros cubriendo las cuencas oculares y agujeros en el área de la boca.
—¿No que tu papá es dueño de una constructora? —preguntó uno de los chicos con intensas ganas de tocar el artefacto.
—Parece que le ofrecieron mucho dinero por limpiar destrozos de la invasión, chicos este lugar está lleno de cosas extraterrestres —exclamó Mason con una sonrisa de oreja a oreja, los rostros de sus amigos se iluminaron y todos se separaron y comenzaron a abrir cajas a diestra y siniestra.
Todos menos Dakota, la cual aún estaba al borde de la entrada, no se sentía cómoda, sentía la necesidad de salir corriendo de ahí y no ver atrás, los escalofríos en su espalda no se detenían y casi podía escuchar a alguien ordenándole que saliera de ahí.
—Espera, dijiste entrega ¿cierto? —preguntó Dakota, en eso Mason solo asintió sin prestarle mucha atención a ella —. ¡Maldición chicos significa que alguien vendrá a buscar estas cosas! ¡Debemos irnos! —exclamó ella con un tono más autoritario.
—¿Te podrías calmar? No hay nadie en kilómetros a la redonda, y podremos escuchar cualquier auto que se acerque, diviértete por una maldita vez —dijo uno de sus amigos.
—¿Y quién carajo te crees para hablarle así? —preguntó Carly subiendo el tono de voz defendiendo a Dakota.
Entre todos comenzaron a discutir, era usual entre ellos, ninguno soportaba a ninguno por demasiado tiempo, a veces no entendía siquiera porque eran amigos.
Entre todo el alboroto, la piel de Dakota se erizo, a su nariz llegó un ligero olor a humo mezclado con gasolina, a la vez que escuchaba las vibraciones de motores encendidos junto con el ruido de la tierra siendo movida, todo proveniente de la entrada del centro.
Dakota por puro instinto empujo a todos dentro del pequeño almacén y cerró la puerta tras de ellos quedando a oscuras, nadie tuvo tiempo de abrir la boca antes de obligarlos a todos a callarse, entonces claramente se escuchó como la entrada era abierta, varios pares de pasos se escucharon entrando al complejo.
—Muy bien, rápido y sencillo, entramos nos llevamos todo y nos largamos sin que nadie note nada —se escuchó detrás de la puerta.
Dakota pudo escuchar los sollozos ahogados de Carly, cuya boca era sostenida por Mason, todos tenían terror en sus caras, por como hablaban se notaba que no eran policías y de seguro no querían a un montón de chicos husmeando con sus cosas.
Miró a todos lados buscando una manera de librarse de esa, estaba rodeada de artefactos extraterrestres, algo debía ser capaz de hacer, estaba a punto de acercarse a una de las cajas más grandes, pero el ruido del portón abriéndose y la luz que entró de golpe la paralizó del miedo, ahí terminaría todo.
O así pensó, antes que de repente el rugido de un motor inundara el lugar, lo suficiente para que el hombre que estaba abriendo el portón se detuviera, dejando a la vista los pies de todos los que estaban afuera.
—¿Qué demonios? —exclamó uno de los hombres.
Acto seguido se escuchó el rechinar de los neumáticos sobre el asfalto, el motor volvió a rugir con fuerza y después un horrendo ruido que solo se podía identificar como destrucción, Dakota vio nubes de polvo levantándose.
—¡Maldición! —gritó alguien afuera, todos comenzaron a disparar en dirección al estruendo.
Dakota insistió a los demás que guardaran silencio, se acercó a Carly y sostuvo su mano mientras ella se ahogaba en lágrimas, indicándole que ella estaba ahí y que todo iba a salir bien, o eso esperaba.
Desde su posición solo podía ver los pies de los que estaban afuera, junto con los destellos de los disparos, todos los que podía ver veían en una dirección, excepto por un par de botas que estaban en sentido contrario a los demás, lejos de ellos, pero inmóvil, hasta que de repente caminó a los criminales, junto a los disparos emergieron gritos de dolor, crujidos y golpes, varios de los hombres armados cayeron al suelo, otros simplemente desaparecieron a la vista y por último la puerta recibió un golpe por algo que de seguro era una persona, ya que dejo una abolladura del mismo tamaño.
El silencio dominó el lugar y solo se escuchaban quejidos detrás de la puerta, Dakota podía ver los cuerpos inconscientes que rodeaban a la única persona aún de pie, la cual comenzó a caminar hacía la puerta, Dakota se apresuró a abrir la caja que se había dispuesto a abrir antes, dentro estaba lo que ella identifico como una lanza con una punta extraña, no lo pensó dos veces y la tomó, pesaba mucho, pero logró moverla para apuntar a la puerta.
En cuanto la puerta se abrió por completo, la luz que entró cegó a Dakota, pero ella igual embistió al frente a la vez que soltaba un grito de guerra, el cual se vio interrumpido cuando Nakai esquivo la estocada y atrapó el mango de la lanza en medio camino, la fuerza con la que frenó provocó que Dakota cayera al suelo, observando con miedo al que desconocía que era su hermano.
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