Capítulo 8 - Verdaderos monstruos

Liaying Lau, fría matriarca de los Leones Blancos, se encontraba de pie ante un enorme cuadro dentro de la antigua oficina de Mac Davis, su "colega" de negocios, en el cuadro estaba la imagen de un hombre negro, con cadenas aseguradas a su cabeza con un gran candado de acero y el hombre intentaba romperlas.

—Es demasiado... —escupió Lau, las guerras raciales nunca fueron de su interés, al ser traída a los Estados Unidos en un barco de traficantes de personas aprendió que todas las personas sin importar su color de piel eran capaces de toda clase de atrocidades, con una seña de su mentón dos de sus hombres retiraron el cuadro, tomó asiento frente a un escritorio lleno de agujeros de bala y fragmentos carbonizados, con su mano empujo el cadáver de uno de los policías que se encargaba de la escena del crimen cuyo cuerpo se desplomó en el escritorio, sus hombres arreglaban el lugar para la jefa.

Nour había sugerido varios lugares para llevar la operación de forma discreta, pero ella y Cortez sabían que debían mandar un mensaje, que ahora ni la policía ni El Renegado eran capaces de detenerlos, la gente de San Francisco no sabía que la ciudad les pertenecía a ellos, su teléfono desechable sonó.

—¿Ya te sientes cómoda en tu nueva oficina? —le preguntó Nour apenas contesto.

—Necesitaremos más espacio para todo lo que planeas —afirmó ella.

—Pueden derribar los muros que quieran tienen la zona para ustedes, tu gente solo debe encargarse de que el lugar este listo para mi equipo técnico, después de eso solo serán seguridad y cobertura —explicó Nour.

—Muy bien... —dijo ella antes de colgar, ese hombre le daba una mala espina descomunal, el dinero es algo que ciega a las personas y para ella Nour era el más ciego de todos, nadie con acceso a esos recursos es confiable, pero después de demostrar las armas que podía conseguir, era mejor estar de su lado.

Ahora con el estado de su hijo, Cortez parecía estar a merced de Nour y sus promesas de curar al chico, ahora ese hombre tenía al perro amarrado, pero ella no sería tan fácil de someter, esta era su ciudad desde antes y seguiría siéndola, no había trabajado tantos años para terminar en manos de un narcisista con cola de caballo.

Reposando al lado del escritorio estaba la espada alienígena que Nour le mostró, después de lo sucedido con El Renegado hace varios días, se la obsequió, diciendo que "El destino debió juntarlas" esa clase de tonterías hacía que le dieran nauseas, pero no podía negar que esa arma poseía un gran atractivo, sin mencionar que logró atravesar el abdomen de el justiciero que le había causado tantos problemas durante años.

La sostuvo del mango, de color tan blanco como la nieve a diferencia de la hoja la cual brillaba de un color vino casi igual a la sangre, para sus estándares era demasiado corta para ser de dos manos, pero el peso era demasiado para ser de una sola mano, imagino que los invasores poseían la fuerza suficiente para manejarlas sin problema.

—Jefa —escuchó Lau, en la puerta de la oficina estaba uno de sus hombres, ella no dijo nada, solo esperó a que él hablara —. El grupo de Nour llegó, las instalaciones no están listas.

—Yo me encargaré —dijo ella sin más, dejó la espada en el escritorio y se dirigió al ascensor, desde hace mucho que lidiar con estupideces de negocios se había convertido en rutina, convencer a las personas de hacer su voluntad y en caso de fallar, ahora tenía gente bajo sus órdenes para arreglar eso, llegó al piso inferior, donde un grupo de gente esperaba frente a la entrada principal, jóvenes universitarios conformaban la mayor parte del grupo mientras el resto variaba de adultos a mayores de edad, principalmente un hombre que parecía tener unos setenta años era el que parecía causar problemas, dándole una reprimenda a uno de sus hombres.

—¡¿Creen que esta es una buena locación para nuestro trabajo?! ¡Tienen suerte de que el jefe no está aquí o les juro que habría muchos despidos por aquí! —exclamaba el anciano, el cual estaba dándole la espalda a Liaying, los demás miembros de su equipo al verla quedaron en silencio y unos pocos tratando de advertir al viejo —. ¡Quiero hablar con su jefe en este instante! —exigió el hombre.

—Aquí me tiene... —dijo Lau con una voz calmada a menos de medio metro del anciano, él casi da un salto del susto —. ¿Hay algún inconveniente? —preguntó ella, el anciano bajo la guardia ante la mujer, era más baja que él, pero su presencia era intimidante.

—Eh... si, este lugar es un basurero, no es posible que trabajemos aquí —aclaró el hombre —. El material con el que trabajamos requiere un ambiente esterilizado y si piensa que...

En ese momento Lau tomó un arma del pandillero a su derecha y coloco el cañón entre las cejas del anciano, el cual quedó petrificado al instante.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó la mujer sin expresión facial alguna.

—Sy...Sylvester Stokes —tartamudeó el viejo.

—Un placer, señor Stokes perdone, pero ¿A qué vino usted aquí? —preguntó la que mantenía la pistola en su frente.

—Soy... el director del departamento de tecnología y Hardware —respondió a duras penas ya que se sentía al borde de un paro cardíaco, lo cual aumento cuando Lau retrajo el martillo del revólver, solo faltaba tirar del gatillo.

—¿Acaso pregunté a qué se dedica? —preguntó la mujer a sus subordinados, todos negaron entre risas —. Pregunté a que vino...

—¡Vine a evaluar y supervisar la ubicación de las instalaciones! —exclamó el anciano al borde del pánico.

—Entonces hágalo sabiendo que usted no está al mando y que si vuelve a dirigirse así a mi gente le pondré una bala entre las cejas —dijo, el hombre asintió y Lau le devolvió el revólver a su dueño —. No se encuentra entre científicos ni doctores, recuérdelo —aclaró ella mientras subía las escaleras.

Pasó el tiempo y varias personas de la nómina de Nour comenzaron a llegar, con cualquier clase de aparatos, equipo tecnológico y objetos que sin duda provenían de la invasión, en pocas horas lo que antes era una guarida de gánster ahora parecía un hospital sin pacientes, hombres y mujeres con batas de laboratorio y lentes de protección caminaban de un lado a otro mientras miembros de su organización vigilaban a toda hora.

—Es demasiada gente, será muy difícil mantener todo esto en secreto sobre todo después del alboroto que causamos para recuperar el lugar —le dijo Liaying Lau a Nour por teléfono desde su oficina.

—No le pago a nadie para hacer trabajos fáciles, no te preocupes la policía no hará nada, para ellos fue solo una pelea de territorio, estoy seguro que entre los agentes que trabajan para ti y los que trabajan para Cortez lograrán mantenerlos al margen —explicó Nour, el tono condescendiente del hombre hacía hervir la sangre de Lau —. Por cierto, hay que despejar una habitación más para un elemento especial.

—¿De qué hablas?

—El hijo de Cortez, no aceptó que estuviera en algún lugar donde no pudiera verlo, supuse que bajo tu custodia era un lugar aceptable y estuvo de acuerdo conmigo, ya que tienen una tregua y los avances que haremos podrían ser usados para ayudar al chico —explicó Nour —. Nos esperan grandes cosas Lau, solo debes confiar un poco.

Nour terminó la llamada y Lau se dejó caer en su suya con frustración, cada palabra que salía de la boca de ese hombre le daba escalofríos.

—Créeme, no confío en él más que tu —escuchó desde la puerta, ante la sorpresa la mujer acercó la mano a la pistola que descansaba en su cinturón, pero la retiró al ver a Cortez, con un cigarrillo entre los dedos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó la mujer.

—Acaban de traer a Marco, no dejaré que lo aparte de mi vista —contestó Cortez.

—Pero aun así te tiene sujeto de las pelotas —acusó Lau.

—Mi hijo está en estado crítico y no puedo arriesgarme a dejarlo afuera en un hospital donde algún enemigo pueda encontrarlo —se defendió Cortez justo antes de dar una bocanada al cigarrillo y escupiendo el humo.

—¿Y prefieres dejárselo a ese imbécil? —preguntó la mujer justo antes de soltar algunas palabras en mandarín las cuales obviamente eran maldiciones.

—Tú lo dijiste, me tiene de las pelotas —contestó él.

—Quien más que por tu culpa, si no lo hubieras enviado tras El Renegado no estarías en este problema —agregó ella a la vez que hacía un ademan invitándolo a sentarse.

—Intenté sacarlo de esta vida desde hace años, ese niño es un dolor de cabeza, no importaba lo que hiciera siempre lograba meter sus narices en mis asuntos —explicó él con la vista perdida, recordando cuando Marco era un niño y de alguna forma siempre lograba encontrar las armas y drogas ocultas en su casa o en el vecindario —. Incluso yo debía reconocer que era listo, se escapaba de la escuela y no estudiaba, pero me ayudaba a reparar el auto y siempre encontraba la causa de que esta chatarra no encendiera —seguía hablando con nostalgia y soltando humo al aire.

—No pedí la historia de su vida Cortez —lo interrumpió Lau, en ese momento el líder del cartel volvió al presente y palpó la cicatriz de su cabeza.

—Ese maldito, primero me deja hospitalizado por meses y ahora a mi hijo —escupió con rencor refiriéndose al justiciero a prueba de balas.

—Según Nour, él no será un problema —agregó Lau.

—Sé que no crees esa mierda —replicó Cortez, el silencio de la mujer asiática confirmó su acusación —. Ese malnacido ha sido demasiado difícil de matar como para que me crea que se vaporizó.

—Entonces es nuestro trabajo estar listos en caso de que aparezca —dijo ella.

—Cuando aparezca —corrigió Cortez.

En el escondite de Row y Nakai, ambos observaban sentados en el capo de Forajida como el vagabundo devoraba su segunda hamburguesa extra grande, los dos asumieron que el sujeto no había comido en algunos días, semanas quizá, le habían quitado el intento de vestimenta que tenía, un montón de pedazos de diferentes prendas que le daban varias capas de cobijo, su complexión delgada se orillaba a lo famélico y los diferentes tatuajes de su cuerpo con gran parecido a los de Nakai, se deformaban a lo largo de su piel.

—¿Debo pretender que esto es normal? —rompió el silencio la chica de pelo enrulado —. No sé qué clase de Juego de Tronos es este dónde llega un sujeto solo diciendo que es tu pariente y tú le crees —se quejó ella.

—Oye, a mí no me agrada más que a ti, pero sabía mi nombre y he sido muy cuidadoso con eso durante todos estos años —dijo Nakai mientras observaba como el hombre devoraba —. Quizá no sea todo mentira —soltó con cierto tono esperanzado.

—...Muy bien, le haremos preguntas, pero aún estoy molesta por mis hamburguesas y deberás limpiar mi mesa de trabajo —soltó ella, ambos caminaron a la vez, acercándose a la mesa donde el supuesto tío de Nakai comía, se sentaron frente a él.

Nalzheehí levantó la mirada a los dos jóvenes frente a él, limpió vagamente los restos de comida de su barba y por unos segundos detalló los rasgos de Nakai.

—Eres idéntico a mi padre, solo que él tenía el cabello largo —comentó, Rowina contuvo la risa al imaginarse a Nakai con ese peinado.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó Nakai sin rodeos, al notar la seriedad de su tono de voz Nalzheehí se irguió en la silla y aclaró su garganta.

—La... conexión espiritual que comparte toda nuestra familia, nos permite saber dónde estamos cuando lo necesitamos, aquí como en el más allá —explicó el hombre.

—¿Conexión qué? —preguntó Rowina y después miro a Nakai —. ¿Hablas con fantasmas?

—¿Eso es lo que te importa ahora? —respondió Nakai.

—Es solo que esto explica esos lapsos en los que hablabas solo —aclaró ella.

—¡Genial! Ya empezaste a hablar con espíritus, buena señal —exclamó el presunto pariente de Nakai con una sonrisa sincera, pero la frialdad del chico la borró de inmediato.

—Si según eres mi tío... ¿Cómo se llamaba tu madre? —preguntó Nakai, en eso Nalzheehí bajo la mirada, una pequeña sonrisa nostálgica se formó en su rostro a la vez que apretaba los puños.

Ajeiwa... —contestó, Rowina miró de reojo a Nakai buscando su reacción en caso de que fuera correcta la respuesta, él asintió —. Ha pasado tanto tiempo, ojalá hubiera estado ahí.

— Lo que lleva a la siguiente pregunta, si eres mi tío, ¿Por qué me enteré de que existes después de veinticinco malditos años? —

—La misma razón por la que jamás supiste que tenías poderes y por lo que Dakota tampoco tiene idea —contestó —. Mi hermana y mi madre querían ocultarlos de esta vida, del sufrimiento de nuestro clan.

—¿Qué sufrimiento? —preguntó Nakai, Nalzheehí reaccionó en sorpresa.

—No... ¿No te dijeron? —preguntó él, Nakai negó con la cabeza —. Pues...somos los últimos de nuestro clan Nakai... Tú, Dakota y yo, nadie más.

Aunque la noticia golpeó a Nakai, por alguna razón sentía que ya lo sabía, que sání le habría dicho en caso contrario, pero ese hombre afirmaba ser su tío y por ahora sus palabras indicaban que decía la verdad y aun así ella jamás le contó sobre él ni en vida ni en muerte y eso le molestaba.

—¿Qué le sucedió a nuestro clan? —preguntó Nakai.

—Fue hace tantos años...

—Tenemos tiempo.

—Está bien... Pues, para empezar, nuestro clan, nuestra familia forma parte de una tradición ancestral, protegemos este mundo de males que hoy en día son recordados como mitos y leyendas —en ese momento Nakai levantó la mano deteniéndolo.

—Esa parte la conozco, salta a donde quedamos solo nosotros —dijo Nakai.

—Aw... yo quería escuchar la historia —se quejó Row mientras sostenía un vaso grande de soda y volvió a beber con gusto, el tío de Nakai suspiró.

—Eso fue hace unos cien años atrás, quizá menos... —dijo Nalzheehí, al escuchar eso Rowina escupió la soda en sorpresa, incluso Nakai abrió sus ojos de par en par.

—¿Hace cuánto? —preguntó Nakai incrédulo.

—Maldición Nakai ¿Por qué no me dijiste que eras un anciano? —preguntó Rowina mientras tosía por ahogarse con la soda.

—Yo tengo veinticinco, no tengo idea de que habla Nazle...Nazee —contestó esforzándose por pronunciar el nombre de su supuesto tío.

—Pueden llamarme Naz —simplificó él —. Y si... hace un siglo, nuestro lado de la familia tiende a tener una vida muy longeva, debido a nuestro don para absorber energía vital —explicó.

"Otra cosa que sání olvido mencionar", pensó Nakai.

—Pero Nakai solo tiene el poder de volverse más fuerte mientras más lo golpean —dijo Row mientras se recuperaba, Naz se tornó pensativo.

—Quizá sea el hecho de que eres mestizo, tus poderes se parecen a los nuestros, pero de seguro tu parte humana bloqueo parte de tu linaje —dedujo con cierta decepción en sus ojos.

—¿Algún problema con que mi papá sea un humano normal? —preguntó Nakai en tono amenazante, Naz suspiró.

—No, tu madre siempre sabía lo que era correcto, apuesto que debe ser un hombre bueno —dijo, Nakai relajó su postura.

—Lo era... —corrigió Nakai, Row desvió la mirada a Nakai, con compasión en sus ojos.

—Lo lamento... —dijo ella.

—Bueno, continuando con la historia, en ese entonces vivíamos tranquilos, no habían señales de peligros en varios meses y teníamos señales de un invierno prospero, tu madre y yo estábamos en nuestra primera década, quizás —dudó —. El punto es que éramos jóvenes, pero en el solsticio de invierno, nuestra madre y líder espiritual tuvo una visión, en sus palabras solo podía sentir la sed de sangre, el hambre insaciable de alguna especie de monstruo que se acercaba, por desgracia los recientes años de paz le dieron a nuestra gente la ilusión de seguridad —contaba Naz, Rowina se quedaba al borde de la silla escuchando con atención.

—Ese invierno fue duro, pero teníamos lo necesario para vivir... o eso creímos —contó con pesar en su voz —. De la nada, una entidad maligna llego a nuestro hogar, una sombra en la nieve, tres metros de altura sin contar con la tétrica cornamenta que crecía del cráneo de animal expuesto al que llamaba cabeza, ojos rojos cual sangre y un cuerpo delgado, pero con una fuerza inhumana y garras capaces de cortar los troncos más gruesos, arrasó con nuestra gente, las devoró cual simples presas y no malgasto nada, consumió todo —Naz mantenía los puños apretados de furia mientras contaba la historia —. Ajei nos tomó a mí y a mi hermana y junto a mi padre fuimos los únicos que huimos, pero pocos años después la bestia nos encontró, después de probar la sangre de nuestra gente fue capaz de olerla, rastrearla —esta vez Nakai podía jurar que una lagrima caería de los ojos de su tío.

>>Esa vez fue mi padre la única víctima, logrando herir al monstruo de gravedad y ahuyentándolo, nuestra madre quería llevarnos aún más lejos, pero yo no podía seguir huyendo, no después de todo lo que pasó, así que juré perseguir a ese monstruo y matarlo para que las almas de nuestro clan pudieran vivir en paz.

—Parece que fallaste en eso —comentó Nakai mientras analizaba cada palabra observando al techo, Rowina lanzó una mirada asesina, Naz asintió en silencio.

—La maldita bestia no ha estado satisfecha desde entonces, la única vez que probo el verdadero poder fue con nuestra familia, pero sabiendo que corría riesgo de perder contra mí siempre me evitó, sin dejar de buscar a mi madre y mi hermana —declaró.

—El tiempo le ganó, mamá murió al dar a luz a Dakota y sání algunos años después de que yo obtuviera mis poderes —cuando Nakai dijo eso, el pecho de Naz se desinfló, como si se diera por vencido.

—Nunca pude despedirme de ellas... —dijo con pesar, en eso susurró una frase que, aunque fue inaudible para Rowina, para Nakai fue clara en el idioma que sání le había enseñado.

"Que los ancestros los guíen"

Esto despertó una calidez en el corazón de Nakai, esa misma frase fue la que había dicho en el funeral de su madre y en el de sání.

—Y como ya no podrá... devorar... a la abuela y madre de Nakai, ¿ahora los busca a él y a su hermana? —preguntó Row, Naz asintió —. Perfecto, más problemas para la lista.

—Además he pasado tanto tiempo persiguiéndola que no creo ser capaz de matarla de una vez por todas yo solo, ya estoy viejo para esto... necesitaré tu ayuda biyé —pidió Naz con ojos esperanzados, Nakai se levantó de la silla y se dirigió a la salida en silencio, presionó el botón para subir y en pocos segundos desapareció.

—Discúlpalo... sus habilidades sociales son... cuestionables —comentó la chica.

El silencio se volvía más incómodo por cada segundo entre Rowina y Nalzheehí, ella en especial aún estaba especialmente sorprendida por la historia, algo apenas creíble, pero algo despertó su curiosidad.

—Disculpe, pero por como describió a esta criatura, alta con un cráneo de animal con cuernos por cabeza, delgada y con garras enormes, me suena mucho a una criatura mitológica conocida... —decía mientras comenzaba a buscar en línea con su teléfono.

—Pues... en realidad a los niños se le contaba esa historia en las noches, para enseñarles una lección sobre la avaricia, como siempre las leyendas solo son advertencias de nuestros ancestros, le conocen como...

—Wendigo... —interrumpió Row, Naz asintió ante el nombre de la criatura, entonces ella detallo las imágenes que aparecían en su búsqueda, exactamente como la describió, pelaje oscuro, delgado, incluso famélico y con garras enormes y un cráneo de ciervo por cabeza, Rowina tragó saliva ante el pensamiento de que esa cosa en realidad existiera.

Sentía que se había involucrado en una verdadera pesadilla.

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