Capítulo 17 - Fuerza y voluntad

—¿Quieres decirme que no tenemos nada? —preguntó Nakai apoyando ambas manos en la mesa de trabajo de Row, se había quitado la máscara y la parte superior de su nuevo traje y hablaba con su compañera de cabello rulo sobre su siguiente estrategia mientras Dakota le hacía un torniquete en el torso, cubriendo su reciente herida.

—He revisado tres veces los videos de vigilancia, no tengo la más mínima idea de cómo exploto el buque, no veo a ninguno de sus hombres plantando explosivos ni ingresando secuencias de autodestrucción ni nada —explicó Row —. La buena noticia es que tengo dichos videos de vigilancia, probando toda la operación y relacionándola con Cortez.

—Algo es algo —murmuro Nakai —. Si su operación se expone así ni siquiera los agentes del gobierno que estén en los bolsillos de Nour podrán hacer algo.

—Justo ahora estoy preparando un video que engloba lo más importante, lo liberaré en internet apenas esté listo —dijo Row.

Por más que todo pareciera una victoria, con las armas destruidas y la evidencia en sus manos, Nakai no podía evitar sentir el peso de la derrota en sus hombros, después de haber peleado contra Marco Cortez o N.O.S como se hacía llamar ahora, sus palabras estaban grabadas en su cabeza con hierro ardiente.

Dakota podía sentir la frustración de Nakai, su mirada se veía inexpresiva, pero ella de alguna manera sabía que no estaba bien, ella tampoco se sentía satisfecha con los resultados, algo faltaba.

—Eso quiere decir que todo termino ¿Verdad? —se escuchó la voz de Naz alzándose en la guarida —. Tienen sus evidencias de las armas alienígenas, entonces deberíamos concentrarnos en lidiar con el Wendigo —dijo, Nakai y Row cruzaron miradas un segundo.

—Aún no termina, la idea no era solamente obtener evidencia, era acabar con la red de tráfico —aclaró Nakai.

—Pues las armas fueron destruidas —comentó Naz.

—No todas, hasta donde sabemos tienen más dentro de Hillside—corrigió Row —. Lo que hicimos fue perder evidencias.

—¡Este asunto será solo una comezón en la espalda comparado con lo que Wendigo puede causar si no lo acabamos! —declaró Naz, tanto Nakai como Dakota tuvieron una reacción instintiva de querer correr, podían oler su hostilidad y enojo, Dakota se sintió cuando un perro le ladraba por sorpresa —. Creo... que es necesaria una conversación familiar —dijo, Nakai observó a Row, después de un profundo respiro asintió.

—Vamos afuera —dijo Nakai, entonces los tres familiares perdidos se acercaron al ascensor donde Forajida estaba estacionada.

—Yo parcheare el agujero que le hiciste a mi traje —dijo Row.

Afuera de la guarida, Naz se recostó en el árbol más cercano y dejo que su peso lo llevara al suelo, se le notaba cansado, con sudor en su frente y la respiración pesada.

—¿Estas bien? —preguntó Dakota.

—Este viejo ya no está calificado para pelear —contestó.

—¿De qué quieres hablar? —preguntó Nakai en seco, Naz suspiró.

—Primero que nada ¿A qué tribu creen que pertenecemos? —preguntó Naz.

—Pues... —ambos quedaron en silencio, por más que conocieran sus tradiciones, ninguno pudo recordar que les hayan enseñado el nombre de su clan.

—Muy bien... para empezar, nuestra tribu no se encuentra en ningún libro de historia —dijo Naz —. Nuestro clan, son los Wanikiy, estábamos ocultos del mundo, pocas personas sabían de nosotros y la mayoría de esos pensaban que éramos un mito, nuestro nombre significaba "Salvadores" para algunos —explicó, por alguna razón Dakota sintió una cierta alegría al escuchar esa parte —. Éramos la barrera entre la avaricia del hombre y todo lo místico, los protectores de las fuerzas de la naturaleza.

Nakai unía los puntos en su mente, las palabras provenientes de Naz eran confusas, pero a la vez tenían sentido con lo que decía junto con las palabras de su abuela.

—¿Qué fuerzas de la naturaleza? —preguntó Dakota, Naz entonces dirigió la mirada a uno de los tatuajes de Nakai, más precisamente a uno en el brazo en el cual aún quedaban tatuajes, la silueta de un águila azul.

—¿El ave trueno? —preguntó Nakai —. ¿Existe?

—Nuestro clan la protegía a ella y a otros seres antiguos aquí en Norteamérica, lo más probable es que sin nosotros, hayan desaparecido —respondió Naz con una voz lúgubre, se podía ver la tristeza en sus ojos.

—Todo por culpa del Wendigo... —dijo Dakota, Nakai la vio incrédulo —. Rowina me contó esa parte —aclaró.

—Nuestro clan poseía poderes que muchos solo pueden soñar y no pudieron con esa bestia, imagina lo que les haría a simples humanos —dijo Naz, Nakai quedó pensativo, el Wendigo quizá era una amenaza mayor a las armas Corvynianas, pero sin saber dónde se encontraba ni de que haría ahora.

—Pero eso era en su estado más fuerte —aclaró Nakai, Naz y Dakota lo miraron con duda —. Dijiste que mi abuelo fue el último que perdió ante esa cosa y que no se ha sentido satisfecho desde entonces —explicaba —. Eso quiere decir que justo ahora, no tiene la fuerza que alguna vez tuvo.

—Pues cuando nos atacó no parecía ser invencible —agregó Dakota observando de reojo sus manos —. Pude cortarlo...

—Tenemos oportunidad —dijo Nakai con seguridad y entonces una duda vino a su mente —. Por cierto... ¿Qué poder tienes tú? —preguntó a Naz, el entonces suspiró.

—Yo... fui ignorado por la naturaleza —respondió con cierta tristeza —. A diferencia de nuestro clan, yo nací sin ninguna habilidad especial, quizá sea mejor que un humano normal, pero no por mucho.

—¿De verdad? —preguntó Dakota agachándose junto a él —. ¿Cómo? Nuestros abuelos eran ambos Wanikiy ¿verdad? —

—Sí, nunca hubo explicación alguna de porque nací así, uno en un millón —respondió, Nakai vio la tristeza en los ojos de su tío.

—Estaban decepcionados... sání y azhé —dijo Nakai.

—Si... lo estaban, pero no pienses que me marginaron, todo lo contrario, ellos me hicieron fuerte presionándome cada día para poder compensar lo que me faltaba —dijo Naz golpeando su pecho en donde estaba su corazón, Nakai asintió con una sonrisa.

—Por cierto, esa pañoleta que usabas como mascara ¿Te la dio mi madre? —preguntó Naz con melancolía.

—Sí, cuando comencé a trabajar en un taller antes de que mis poderes aparecieran, la hizo a mano —respondió Nakai.

—Lo imagine, la garra de oso era el símbolo de tu abuelo, Hanakai —dijo, un escalofrío recorrió la columna de Nakai —. Y también fuiste nombrado en su honor, la garra de oso representa la fuerza del guerrero y su voluntad, supongo que mi madre vio eso en ti, también mi hermana.

Nakai por alguna razón y al mismo tiempo sin razón alguna no pudo evitar sonreír, sintió la mano de su hermana en su hombro, ella lo veía con la misma sonrisa.

—Si te pareces a él —dijo Naz —. Y tú a tu madre —se dirigió a Dakota.

—Ojalá la hubiera conocido... —dijo ella.

—Lo harás —la corrigió Nakai —. Quizás no de la manera que crees, pero lo harás —le aseguró, Dakota no logró contener las lágrimas en sus ojos, pero no había tristeza en ellas.

—Poco a poco tus poderes se harán más fuertes —agregó Naz —. Poder hablar con los espíritus es solo una fracción de lo que nuestro clan es capaz de hacer.

—¿Espíritus? —preguntó Dakota sorprendida.

—Te explicaré luego.

—¡Chicos! —escucharon a Row, había subido y se veía nerviosa, incluso perturbada —. Deben ver esto...

Todos quedaron en silencio mientras observaban las noticias que Row reproducía en las diferentes pantallas, daban la advertencia de imágenes perturbadoras, pero ninguno predijo lo que les mostrarían.

La policía sacaba una bolsa de basura dentro de una van blanca y la abrían, habían recibido una pista anónima de un asesinato y había varias unidades en el área, uno de ellos metió su brazo en la bolsa, para sacar la cabeza decapitada de Javier Cortez con un agujero de bala en la frente, Nakai abrazó a Dakota para evitar que lo viera.

—No es lo peor... —dijo Row, entonces los oficiales vaciaron el resto de la bolsa, las partes cercenadas de Javier Cortez caían al suelo una tras otra hasta que cayó su torso, ahí se mostraba la razón por la que todo estaba siendo televisado, su espalda había sido marcada, piel arrancada de su espalda mostraba una sangrienta garra de oso, muy parecida a la de Nakai.

—Cómo sospechábamos, el Renegado ha aumentado su juego, después de que esta ciudad haya hecho la vista gorda, claramente este individuo ha aumentado su apetito de violencia y sadismo —explicaba el capitán de la policía de San Francisco en una entrevista mostrada en vivo —. No importa que Javier Cortez fuera un conocido criminal en esta ciudad ni que los cadáveres encontrados la última vez que atacó fueran también criminales, el Renegado ha ignorado la ley por última vez, de aquí en adelante es declarado como el hombre más buscado de esta ciudad —declaró.

Todos en la guarida miraron a Nakai, los únicos en la ciudad que sabían que era inocente, incapaces de probar su inocencia sin ponerse en peligro a ellos mismos y sus familias, la sangre de Nakai hervía sin control, se aferró al borde de la mesa central hasta el punto que la fuerza de su agarré rompió el concreto y pulverizó ese segmento.

—De seguro Nour lo hizo, después del fracaso del buque de carga ellos...

—Mandaron un mensaje —interrumpió Nakai a Row —. Y aprovecharon para poner una diana en mi maldita espalda.

—Si alguien te ve afuera van a llamar a la policía —dijo Dakota, Nakai suspiró, Nour quería que le diera miedo dar la cara y que la policía terminara lastimando inocentes en el fuego cruzado.

—¡Maldita sea! —gritó Nakai golpeando de lleno la pared detrás de él enterrando su puño a medio camino y causando un temblor en el lugar.

—Kai...

—No soy un asesino... —repetía Nakai con su frente pegada al muro.

—Nakai... si lo eres —lo contradijo Dakota, todas las miradas fueron directamente a la joven de quince años, incluyendo la de Nakai con sus ojos hinchados de la ira y su expresión inundada con auto desprecio —. Es una parte de lo que eres... no podrás evitarlo.

Por un segundo Row se quiso acercar y detener a Dakota, pero Naz con una mirada y negando con la cabeza la detuvo, era algo que Nakai debía escuchar.

—Y, aun así, quieres ayudar a esta ciudad y a sus habitantes, quieres protegerlos de lo que esta gente es capaz de hacer —dijo ella —. Te volví a conocer hace muy poco, pero sé que eres una buena persona que cometió errores y que vive cada día de su vida para redimirlos... eres un héroe Nakai, eres mi hermano.

Por alguna razón la respiración de Nakai se calmó, su hermana sonreía y entonces ella lo abrazó con fuerza, como alguien que acababa de reunirse con su familia después de mucho tiempo, así era como ambos se sentían después de vivir la soledad después de tantos años.

—Sé que al conocerte dije que de otra forma jamás te habría pedido ayuda —escucharon a Row —. Pero después de todo esto, no puedo imaginar contar con alguien más... Renegado —Nakai sonrió a la chica de ojos verdes y cabello rulo, para después observar a su tío, el cual golpeó su pecho con orgullo.

Nakai respiró profundamente, calmándose a sí mismo, ahora pensando en cómo debía acabar con todo esto de una vez por todas y así poder eliminar un objetivo de su lista.

—Creo que tengo un plan...

Las alcantarillas comenzaban a inundarse del olor a sangre y carne quemada en conjuntos con los rugidos de una enorme bestia, N.O.S se defendía del monstruo que lo había interceptado, sus armas le hacían daño, pero la sed de sangre de esa cosa era insaciable.

Marco Cortez se aferraba del lomo de la bestia con un agarre firme de su mano robótica en su osamenta y golpeando una y otra vez su cráneo, por un segundo se distrajo para ver el medidor de su brazo biónico, 83% y subiendo lentamente, los pulmones del chico se empezaron a sentir atrapados en sus costillas mientras intentaban con desesperación obtener más aire.

En ese segundo de distracción Wendigo aprovechó para erguirse en sus patas traseras y cargó contra la pared más cercana, usando todo su peso corporal para aplastar al parasito de su espalda varias veces hasta que este cedió, rápidamente giró arrojando un feroz zarpazo, N.O.S logró bloquearlo con su prótesis, pero no sin sufrir severos daños en esta, las chispas volaron en el momento que las garras tocaron el metal, pero las garras no perdieron su filo.

N.O.S desenfundó su arma de fuego, vaciando su último cartucho en el rostro de ese maldito monstruo, cada disparo se hacía sentir en su organismo quemando sus venas, podía verlas a través de su piel, ahora con un ligero brillo rojo, Wendigo retrocedió ante la ráfaga de fuego, pero solo eran un par de quemaduras, sacudió su pelaje para deshacerse de todo el pelo chamuscado y volvió su atención a su presa, ahora con deseos de empalarla en sus astas y lamer la sangre que goteara de ellas.

—¿Qué mierda eres? —preguntó Marco mientras desenfundaba su espada, pero esta no se ilumino, fue entonces cuando el chico volvió a ver el panel, ahora con la pantalla rota, indicaba 80%, el calor de sus venas fue sustituido por frio, la sobrecarga había acabado, acto seguido escuchó una risa, lenta, victoriosa, aterradora, Marco vio al frente, observando la bestia, la cual se acercaba lentamente, la mandíbula de su cráneo no se movía, pero la risa provenía de él.

—Miedo... —habló el monstruo arrastrando sus palabras.

—Tu... ¿Hablas?

—Hueles... a ellos —dijo, inclinando su cabeza para que sus filosos cuernos apuntaran a N.O.S.

Marco entonces entendió a lo que se refería esa cosa, Renegado era la última persona con la que tuvo contacto, esa bestia buscaba a ese maldito bastardo, el solo tuvo la pésima suerte de encontrarse cara a cara con esa cosa.

—Hey, escúchame... —suplicó Marco mientras retrocedía hasta que su espalda toco el muro —. Por favor, puedo ayudarte

—Alimentarme... —escupió el monstruo acercando cada vez más sus astas hasta que las puntas más grandes tocaron el concreto y fácilmente lo rompía, forzando a las demás para avanzar en dirección al cuello del muchacho.

—¡Puedo ayudarte a matarlo! —gritó N.O.S con los ojos cerrados justo cuando sintió la presión de los cuernos en su cuello, pero se detuvieron al instante y la presión se esfumo, Marco abrió los ojos y observo al monstruo parado en sus patas traseras frente a él, levantándose imponente a más de dos metros.

Wendigo sujeto a su presa del cuello, sus largos dedos rodeándolo hasta que las puntas de sus garras volvían a posicionarse sobre su tráquea y lo levantó a la altura de sus cuencas, podía sentir desde su respiración hasta el ritmo de su corazón.

—Habla... —escupió.

—Déjame ir... te lo entregare en bandeja de plata... —decía N.O.S con dificultad para respirar —. Puedo matarlo por ti

—¡NO! —gritó Wendigo arrojando a Marco, estampándolo contra una pared para después volver a someterlo —. ¡Mis presas! —dijo antes de soltar un rugido ensordecedor en el rostro de N.O.S el olor a muerte y putrefacción que provenía del interior de ese monstruo casi lo hace vomitar.

—¡Ok! —dijo N.O.S —. Entonces puedo atraerlo hacía ti para que tú lo mates, rápido y sencillo —propuso suplicando por su vida.

Wendigo lo soltó, considerando su propuesta, estaba cansado de los juegos, de esperar, no soportaba más el hambre que lo poseía, al ver sus extremidades podía verlo, no había comido en mucho tiempo debía alimentarse y por fin saciar su maldición.

—Esta noche... —aceptó Wendigo, N.O.S abrió sus ojos sorprendido de que funcionara —. O tu... —amenazó el monstruo, el mensaje era claro, Marco se levantó con dificultad, sus piernas comenzaban a fallar, debía pensar en algo rápido.

—Si... Golden Gate, esta noche —dijo antes de correr por el túnel más cercano, Wendigo quedó inmóvil, luchando contra su instinto de perseguirlo y devorarlo, su olfato lo distrajo, aunque se alejaba de él, el olor de su sangre no se hacía más tenue, entonces observó sus propias astas, gotas de sangre se deslizaban por el hueso hasta su cráneo y después sus dientes, saboreo lo poco que tenía, pero algo era diferente con esa sangre, sintió el calor recorrer su cuerpo, tensando sus músculos y aumentando el palpitar de su corazón, podía sentirlo, lo esa poca muestra le había dado fuerza, soltó un rugido que hizo retumbar los túneles bajo la ciudad.

N.O.S corría casi sin rumbo, no iba a arriesgarse que esa cosa tuviera segundas opiniones y lo persiguiera, siguió así hasta encontrar la escalera de servicio más cercana, subió usando solo un brazo y levantó la tapa de alcantarilla, salió sin importarle donde estaba, gritos de asombro lo rodearon cuando emergió bajo un puente a las afueras de la ciudad, una pequeña comunidad de vagabundos lo observaba con miedo y susurrando, desenfundo su arma aunque no tuviera balas, todos corrieron despavoridos.

Marco intentó calmar su respiración, aun considerando si lo que sucedió fue verdad, pero sus heridas lo confirmaban, su comunicador sonó, Nour por fin logró contactarlo.

—Aquí estoy... —fue lo único que dijo N.O.S al contestar.

—¿Te diviertes? —preguntó con sarcasmo —. No creí que fueras de los que corren con la cola entre las patas —comentó subiendo el tono, claramente enojado.

—El barco explotó ¿Qué querías que hiciera?

—Evitar que explotara niño —reclamó severo.

—¡Eso ya no importa! —gritó Marco, cansado de las estupideces de Nour —. Tenemos que hablar... tengo un plan.

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