Capítulo 15 - Perro viejo

Cortez quedó helado, se encontraba en la cabina de comando justo a la izquierda del capitán del barco, no tenía idea como Renegado los había encontrado, pero era un hecho que estaba acabando con sus hombres aun estando armados con la mercancía de Nour.

—Son las primeras en abandonar —contestó su enemigo al otro lado de la radio —. Veamos si eres una rata —declaró antes de que se perdiera la comunicación, Cortez maldijo entre dientes mientras golpeaba el timón del carguero.

—No te atrevas a mover este barco —ordenó Cortez —. No podemos llevar a ese maldito a los compradores —declaró antes de salir de la sala, sacó su teléfono de su chaqueta y presionó el discado rápido.

—¿Listo para zarpar capitán? —dijo Nour al contestar con cierto tono alegre.

—No tengo tiempo para tu mierda —lo calló —. El Renegado está en el carguero ¡Va a arruinar todo! —exclamó Cortez, Nour quedó en silencio unos segundos.

—¿Tienes toda la mercancía?

—Poco más de la mitad, aún faltan varios cargamentos —contestó Cortez mientras entraba en la sala de seguridad, a pocos metros de la cabina de control, observaba como el malnacido con la siniestra mascara avanzaba sin problemas, siempre dando una mirada retadora a cada cámara por la que pasaba.

—No valdría la pena perder tanto material, ordena que regresen la mayor cantidad que puedan, te diré a donde enviar todo en unos momentos, por ahora intenten mantenerlo a raya, enviaré refuerzos —explicó Nour con una frialdad abrumadora.

—¿Algo que pueda matar a este malnacido de una ves? —preguntó Cortez.

—Para eso fue hecho —contestó Nour justo antes de colgar.

Renegado cruzó una última puerta cuya ventanilla entraba luz solar, estaba en la cubierta principal, el piso de acero del enorme carguero resonaba con cada paso suyo, pudo visualizar el helipuerto casi al final de la proa y en popa se alzaban todas las instalaciones de la nave y arriba se veía la cabina de control.

—Ahí estas... —susurró Renegado, el ruido de unos pasos detrás de él lo incitó a voltearse rápidamente, uno de los pandilleros estaba a punto de atacarlo con un arma de cuerpo a cuerpo, estuvo a punto de dejarse golpear cuando vio la extraña arma, parecía una piqueta de montañismo, pero la punta brillaba de un tono rojo parecido al vino.

Renegado de inmediato sostuvo el brazo del sujeto justo debajo de la muñeca y apretó hasta que soltó el arma, el hombre gritaba y se retorcía de dolor, el justiciero los dejó en el momento que escuchó su radio y cubito quebrarse, cayó al suelo en agonía.

Renegado tomó el arma del suelo, se notaba que era una amalgama de tecnología Corvyniana y Humana, a primera vista notó que la hoja se activaba al presionar con suficiente fuerza el mango, el héroe apretó con tal fuerza que el arma se quebró como un lápiz.

Nakai fijó su vista en el objetivo, exhibir lo que sucedía ahí era necesario para que Nour no usara su influencia para evitar que las autoridades hagan algo, el tiempo se le agotaba para que Cortez escapara y movieran la mercancía.

—Muy bien... —dijo Renegado mientras tronaba los huesos de su cuello, pudo ver a varios hombres de Cortez corriendo con armas de todos los tipos, armados y listos para pelear.

Varios comenzaron a disparar desde pisos superiores, Renegado corrió y se deslizo por el suelo para cubrirse detrás de un montacargas, la idea de arrojar la maquina completa, aunque tentadora era demasiado arriesgada, una explosión demasiado grande quizá hundiría el barco, así que se decidió por arrancar uno de los neumáticos del aparato y arrojarlo como disco, este golpeo a varios enemigos rebotando de un lado a otro, un disparo impacto el borde de su casco obligándolo a volver a cubierto, cuando palpó el área, se notaba la hendidura que dejo el rayo, quizá su nuevo traje lo protegiera pero no era impenetrable.

Renegado comenzó a empujar su cobertura, avanzando lo más que podía mientras era el epicentro de una lluvia de fuego, los disparos poco a poco reducían el montacargas a pedazos de metal sin forma, mientras avanzaba diviso una rejilla que lo llevaría bajo cubierta, prefería no volver ahí abajo, pero estaba en desventaja, con un último empujón llegó junto a la entrada y rompió el candado que la sujetaba de un tirón para luego saltar.

Al momento que llegó al piso inferior escuchó a los pandilleros ordenar que lo persiguieran, ya pasar desapercibido no era una opción, debía dejar de ser un bisturí y comenzar a ser un ariete, lo cual era su estilo.

Escuchó como los lacayos de Cortez bajaban las escaleras, podía oírlos venir de todas las direcciones, formulaba un plan mientras avanzaba por los pasillos de luces rojas parpadeantes, al pasar por la puerta de un camarote, noto que era de metal, unos cinco centímetros de grosor, era mejor que nada, sujeto la puerta y la arrancó de sus bisagras, un escudo improvisado.

—¡Ahí está! —escuchó tras de él, varios pandilleros comenzaron a disparar, dos impactaron en su espalda, aparte del ardor intenso sintió como el impacto lo fortalecía, apretó la puerta metálica con tal fuerza que el metal se dobló entre sus dedos, colocó la barrera frente a él y corrió cada vez más rápido, sus enemigos disparaban sin detenerse, pero la placa metálica soportó lo suficiente para que Renegado lograra embestirlos, aplastándolos contra la pared que tenían tras ellos.

Un impacto en su casco le hizo notar más enemigos a su derecha, pero los que tenía acorralados ahí seguían consientes, divisó una granada aturdidora en el chaleco de uno de ellos, se la quitó y removió el seguro sin dejar de presionarlos, arrojó la granada con tal fuerza que antes de explotar golpeó a uno de los pandilleros en la cabeza, la explosión causó un caos entre ellos, un último empujón dejo inconscientes a los que estaban atrapados entre la puerta y la pared.

Varios metros lo separaban de los que acababan de recibir la explosión de la granada de luz, tomó un arma de los hombres ya noqueados, un rifle extrañamente ligero, comenzó a disparar a la altura de sus pies, la intención era hacerlos retroceder, pero cuando algunos disparos impactaban un pie u otro no se quejaba.

Cuando estuvo suficientemente cerca Renegado arrojó el arma hacía uno de ellos para luego asestar una patada espartana en su estómago con tal fuerza que el hombre voló varios metros golpeando varios otros pandilleros a la vez, Renegado avanzó cual maquina demoledora acabando con varios a la vez.

El justiciero se abrió paso hasta las escaleras más cercanas, subió rápidamente, podía escuchar más enemigos en la cubierta.

—¿Cuántos idiotas tienen en la nómina? —se preguntó mientras subía, al llegar al piso superior solo una puerta estaba entre él y la cubierta, pudo escuchar a alguien detrás de ella así que con un brazo atravesó el metal y sujeto al que estaba detrás desde el cuello y jalándolo para noquearlo, acto seguido pateo la puerta arrancándola de su lugar, la luz exterior entró de golpe a los pasillos y Renegado volvió a la cubierta, ahora se encontraba junto a la torre de popa, unos pisos más arriba se encontraba la cabina de control.

Estaba cerca y no podía desperdiciar más tiempo, corrió a las escaleras más cercanas, cuando estuvo a punto de llegar al siguiente piso un disparo le hizo bajar la cabeza.

—¡Esta aquí! ¡Esta...! —la alerta fue interrumpida por un potente grito de dolor, Renegado subió al instante, para ver al pandillero retorciéndose de dolor en el suelo sobre un charco de sangre y una mano faltante, de pie junto a él se encontraba una piel de lobo con forma humana.

—¿Qué hiciste? —preguntó Renegado.

—No querías que los mataras —contestó Naz.

—¿Y amputación era la respuesta inmediata? —preguntó con sarcasmo mientras se agachaba junto al hombre y tomaba su arma a la vez que sujetaba su brazo recién amputado y apretaba con tanta fuerza como un torniquete —. No hará falta decir que esto dolerá —dijo al colocar el cañón al ras de su herida apuntando al suelo, Renegado tiro del gatillo y el alarido de dolor del hombre ahogo el sonido del disparo mientras cauterizaba la herida.

—Pensaba que no te importaba si morían —comentó Naz, Renegado se tomó un segundo antes de levantarse.

—Las cosas cambian —dijo —. Rápido, debemos evitar que el barco se... —se interrumpió a si mismo al levantar la vista y al otro lado de la estructura, veía a Cortez apoyado en el barandal con el ceño fruncido, un segundo después, el motor de un helicóptero se escuchó a la distancia.

—Hijo de perra... —maldijo Renegado entre dientes mientras veía a Cortez y un puñado de hombres correr en dirección al helipuerto al otro lado del buque, la indecisión invadió a Nakai, perseguir a Cortez podía permitirle vaciar más el barco y perder armas que podrían causar caos en la ciudad, en medio de sus turbios pensamientos, sintió un peso en su hombro.

—Atrápalo, yo me encargaré de que esta cosa no zarpe y haré que tu amiga lo vea todo —dijo Naz con cierta confianza, de alguna manera Nakai sintió un peso caer de sus hombros, tomó la memoria USB del bolsillo de su traje y se lo entregó.

—Ten cuidado —dijo Nakai antes de tomar impulso y saltar sobre el barandal para volver a caer en la cubierta del enorme buque de carga, a la distancia Cortez se proponía a huir con sus secuaces, mientras bajaba las escaleras de la parte superior, Renegado comenzaba a cubrir terreno para alcanzarlo, un par de matones se quedaron atrás y comenzaron a disparar ráfagas con sus armas.

Mientras corría, Renegado soportó algunos disparos antes de que caer, aunque sentía como los láseres quemaban, también lo hacían más fuerte, los pandilleros nunca dejaron de disparar, el héroe uso suficiente fuerza para enterrar sus dedos en la superficie metálica debajo de él y levantar una placa de acero para usarla como escudo.

Mientras se resguardaba tras su barricada improvisada, el sonido del motor del helicóptero se hizo más y más cercano, una vista rápida mostró la aeronave acercándose desde la proa del buque, se notaba que provenía desde el interior de la ciudad, Renegado visualizó el montacargas al que le había arrancado un neumático, arriesgándose a recibir una herida grave abandonó su cobertura y rápidamente se dirigió a la máquina y la levantó sobre sus hombros, giró sobre su eje para poder arrojarla con mayor fuerza hacía el helicóptero.

El armatoste de metal se dirigió a la aeronave como si hubiera sido lanzada de una catapulta, con una maniobra evasiva el helicóptero logró que el montacargas solo golpeara uno de los trenes de aterrizaje, no lo derribó, pero así no podría aterrizar, Renegado se apresuró para alcanzar a Cortez y evitar que escapara.

—¿¡Qué mierda hacen!? ¡Disparen! —ordenó Cortez a los pocos hombres que quedaban a su lado, estos de voltearon para encarar al Renegado y apretaron los gatillos sin intención de soltarlos, Nakai no tenía opción si buscaba cubierta otra vez perdería la oportunidad, cruzó los brazos frente a sus ojos y corrió sin detenerse, cada uno de los disparos causaba que las fibras de su traje ardiesen como metal fundido mientras su piel se quemaba por debajo de este, pero eso era lo que menos le importaba.

Logró acercarse a uno de los lacayos de Cortez para embestirlo con su antebrazo noqueándolo al instante, al presenciar esto el único que quedaba comenzó a correr en dirección al helicóptero el cual ya se encontraba sobre el helipuerto, suspendido en el aire lo más cercano al suelo ya que había perdido uno de los trenes de aterrizaje.

Cortez dio un salto hacia arriba para poder sujetarse del borde del vehículo, estuvo a punto de resbalarse cuando algo lo sujeto, al fijarse pudo ver una mano mecánica, sosteniéndolo con firmeza, podía sentir que, si se soltara, esa persona podría sostenerlo fácilmente con una mano. Después de que lo ayudaran a subir al helicóptero, Cortez pudo ver la silueta del que lo había ayudado.

—Se tomaron su maldito tiempo —reclamó Cortez al levantarse, entonces su rostro entró en shock, frente a él, el rostro de Marco de mantenía frio e inexpresivo

—Tardé en prepararme —contestó su hijo a la defensiva.

Cortez no pudo pronunciar palabra, apenas podía reconocer a su hijo, su cabeza estaba rapada y aún podía ver las quemaduras de su cuero cabelludo en su lado izquierdo y su ojo izquierdo era de un color amarillo intenso, su boca y nariz estaban cubiertas por una máscara que asemejaba a la mandíbula de una calavera, pero eso era lo de menos, ya que el chico llevaba puesto una especie de traje militar, su brazo izquierdo había sido sustituido por uno mecánico y ambas piernas ahora estaban hechas de metal y en su espalda parecía cargar una especie de mochila, pero de ella emergían tubos de color rojo que se introducían en su columna y volvían a aparecer en su brazo derecho, el muchacho cargaba una pistolera con un arma en cada lado y a su espalda se veía lo que parecía ser el mango de un machete.

—Marco... ¿Qué te han?... —intentó hablar Cortez, pero el muchacho de un ligero empujón con su mano robótica lo obligo a sentarse, Marco rápidamente lo aseguró al helicóptero.

—¡Señor! —escucharon ambos un grito al borde del helicóptero, el único de sus hombres que quedaba intentaba subir desesperadamente, en un abrir y cerrar de ojos, Marco uso su pierna mejorada para patear el rostro del sujeto, una explosión de sangre emergió de su rostro y cayó a la cubierta del buque.

—Vámonos —ordenó Marco al piloto y justo cuando comenzaron a elevarse la nave se sacudió violentamente, casi provocando que Marco perdiera el equilibrio.

Renegado sostenía el helicóptero desde su único tren de aterrizaje, tenía los pies clavados en el acero de la cubierta del barco, aún le quedaba suficiente fuerza para poder evitar que el helicóptero se fuera volando, el suelo bajo sus pies se abollaba a medida que el helicóptero intentaba arrastrarlo, Nakai se aferraba a la aeronave mientras poco a poco se acercaban al borde del barco a medida que el piloto exigía más del motor.

—¡No soportara mucho! —gritó el piloto mientras se escuchaba el motor ahogándose de la potencia con la que operaba. Marco Cortez observó al Renegado y al instante su sangre comenzó a hervir, al fin tenía al frente al desgraciado que lo había lisiado y orillado a someterse a tal sufrimiento, tenía la orden directa de que solo ayudaría a su padre a escapar y solo entrar en combate de ser necesario, así lo sentía él.

—Me encargaré —dijo Marco mientras subía su mano robótica y una pequeña pantalla se desplegaba en su antebrazo, Cortez solo pudo ver una especie de grafica que para él carecía completamente de sentido, después de manipular la pantalla unos segundos, un botón con la opción "N.O.S" apareció en ella, Marco lo presiono y de inmediato su mochila soltó un extraño sonido y músculos se tensaron, sus venas se dilataron de un color rojizo a la vez que gruñía soportando el dolor de lo que acababa de hacer, el proceso duro poco segundos, su respiración se alteró y su corazón estaba tan acelerado que podía sentirlo golpear su pecho, era increíble.

Renegado comenzaba a perder fuerza, sentía como cada vez era más difícil sostener el helicóptero, su única opción era hacerlo caer, si lanzaba algo hacía el rotor entonces podría evitar que Cortez escapara. Sin embargo, tardó demasiado en buscar una solución, ya que de repente una sombra bloqueo el sol sobré él, seguida por el sonido de metal golpeando metal detrás de él, solo pudo echar un vistazo hacía atrás, para ver a una figura delgada sosteniendo un objeto alargado, el cual desprendía un zumbido característico y un brillo color vino.

Renegado se vio entre la espada y el abismo, si soltaba el helicóptero podía enfrentarse a su agresor, pero si no lo soltaba ni siquiera su armadura podría protegerlo de un golpe directo de esa arma y esta vez no contaba con el apoyo para huir de ahí, por más que lo enfureciera dejar ir a Cortez, soltó el tren de aterrizaje del helicóptero justo a tiempo, el enemigo detrás de él estaba a punto de apuñalarlo en la espalda, Renegado giró sobre su eje atrapando la muñeca de su mano derecha la cual empuñaba la espada y a la vez logró sujetarlo del cuello, intentando inmovilizarlo.

Ahí fue cuando Renegado se dio cuenta que ese no era un pandillero cualquiera, cabeza rapada con quemaduras graves, ojos de diferentes colores y la máscara de mandíbula de calavera, el arma parecía ser un machete militar cuyo filo ardía al rojo vivo.

—Por fin podré matarte —dijo el hombre, la máscara distorsionaba ligeramente su voz, sus ojos estaban inyectados de sangre, sus venas hinchadas como si fueran a reventar.

—Muchos como tu tratan cada día —respondió Renegado mientras avanzaba sin soltar su cuello y apretando su mano con fuerza para que soltara el arma, lo cual no sucedió, de repente su enemigo dio a ver su mano izquierda, mecánica y semejante a una garra en ese momento y con ella sujeto a Renegado por la muñeca del brazo que lo ahorcaba, enterrando las puntas afiladas en las fibras de su traje y logrando penetrar su piel.

Nakai gruño de dolor mientras sangre goteaba a través de las fibras, pero eso no fue lo que dejó atónito al justiciero, eso fue cuando entre la lucha de fuerza, tuvo que soltar el cuello de ese sujeto y su contrincante claramente lo superaba logrando poco a poco torcer su brazo, causándole un inmenso dolor.

—No hay nadie como yo —afirmó a la vez que hacía una llave al brazo del justiciero y lo levantaba del suelo para arrojarlo por los aires, Nakai rodó en el suelo metálico, podía sentir cada golpe dándole más fuerza, aprovechó su propia inercia para levantarse, justo detrás del hombre de mascara de calavera pudo ver como el helicóptero se alejaba, Cortez se encontraba en el borde, podía sentir al líder del cartel riéndose en su cara.

Su atención se desvió rápidamente a su problema más cercano, ahí reconoció las piernas robóticas además de su mano izquierda y las pistoleras a cada lado, el sujeto recogía su arma y la giraba entre sus dedos, la hoja volvió a brillar como llama ardiente.

—Te arrepentirás hijo de perra —maldijo el ciborg, Renegado soltó un grito de guerra antes de arremeter contra él, desenfundó su arma a la izquierda con una velocidad sobrehumana, el arma parecía ser Sub-rifle automático, de cañón corto y un cargador que sobresalía debajo del arma, lo que advirtió a Renegado fue el tubo rojo que emergía del mecanismo del arma y se dirigía a la espalda de su enemigo.

Renegado apenas tuvo tiempo de salir de la línea de fuego cuando una ráfaga de disparos dejó una línea de metal carbonizado en el suelo, Nakai pudo notar que esos disparos brillaban con una intensidad mayor a los que ya había visto.

Marco soltó el cargador humeante de su arma y lo sustituyo a la vez que enfundada su espada, podía sentir el poder ardiente corriendo en su sangre, le dio un vistazo a su brazo izquierdo, un medidor debajo de la palabra "N.O. S" indicaba cuarenta por ciento.

—Un poco más —susurró antes de esquivar un golpe dirigido a su cabeza, seguido de un uppercut de Renegado, siguió esquivando golpe tras golpe, a medida que el justiciero seguía intentando, su ojo le indicaba la trayectoria del siguiente golpe y como esquivarlo, en cuestión de milisegundos toda la información que necesitaba era transmitida a su cerebro, en uno de ellos se deslizo por el suelo para esquivar un gancho derecho, su costado estaba desprotegido, de entre los nudillos de su mano robótica emergió una cuchilla recta con tres hojas en forma de remolino y con toda la fuerza de los pistones de su brazo intento apuñalar a Renegado.

La cuchilla logró perforar el traje, Renegado gritó de dolor al mismo tiempo que la sangre comenzó a brotar, Marco intentó retirar su arma, pero se encontró atorada, entonces el héroe giró sobre su eje para sujetar el brazo robótico, de un solo movimiento elevó a su enemigo y lo azotó contra el suelo abollando el metal debajo de ellos.

Nakai observó a su enemigo con detenimiento, algo le resultaba peligrosamente familiar, se agacho para retirarle la máscara de calavera, debajo de esta reveló su mandíbula con heridas de quemadura y una de sus mejillas no estaba, dejando ver claramente sus dientes.

—Es un rostro que solo una madre podría amar —dijo, ahí fue cuando unió los puntos, las heridas y extremidades faltantes —. Marco...

De repente Marco abrió los ojos y arrojó una patada con suficiente fuerza a la cabeza de Renegado como para hacerlo retroceder, en un hábil giro se levantó y le arrebato su máscara al justiciero y después retrocedió varios metros.

—No.... ya no, tú lo asesinaste —. Declaró mientras volvía a colocarse su máscara —. Ahora soy N.O.S

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