Capítulo 14 - Siniestra verdad

Nakai azotó la puerta de Forajida después de que Naz y él entraron, retiró su nuevo casco y lo dejó en el asiento trasero.

—Nos fuimos antes de saber cómo se llamaba el buque —comentó Naz —. ¿Cómo lo encontraremos?

—Nosotros, no encontraremos nada —dijo Nakai mientras aceleraba a fondo —. Te dije que no te movieras del auto —reclamó con frialdad.

—Escuché los disparos, pensé que necesitabas ayuda —se defendió.

—No me importa lo que pienses, entraste por la ventana como un maniático con un hacha en mano —le reclamó.

—Tenía un arma, no un arma humana normal, podía matarte

—Y déjame recordarte que Elena tenía una pistola también, pudo haberte disparado o perder el control por el susto y haber matado a Ángel, para después perder la única pista que teníamos —le explicó al viejo —. Tuvimos suerte.

Naz quedó en silencio, su sobrino tenía razón, él no había sido capaz de pensar en todas esas posibilidades y mucho menos buscar la forma de evitarlas, no tendría idea de cómo mantener a los demás alejados del peligro.

—Por eso dejas que te ataquen, mantienes la atención y la agresión enfocada en ti para que nadie más salga herido, sabes que a ti no te podrán herir y mantienes su vista en ti mientras los inocentes escapan... —infirió el hombre, Nakai lo observó por un segundo, delatando que había dado en el clavo.

—No puedo salir herido, los demás si —dijo —. O al menos así ha sido por años —confesó.

—Tienes razón, lamento haber puesto en peligro todo —se disculpó, Nakai asintió y piso con fuerza el acelerador.

Row mantenía su investigación sobre las pandillas a la vez que se mantenía al tanto de cualquier avistamiento de criaturas extrañas en la ciudad, para cualquiera sería abrumador, pero seis latas de bebida energética la mantenían cuerda, había recopilado la poca información de los líderes Los Nahuales y Leones Blancos.

Javier Cortez y Ángel Guerrero, ambos nacidos en Juárez y llevados a los Estados Unidos apenas niños, crecieron en los barrios Latinos de Oakland, fueron mulas desde pequeños hasta que los padres de Cortez fallecieron, justo después se unieron al ejército, diez años de servicio y recibieron baja deshonrosa, volvieron a San Francisco sin nada y agruparon a los criminales de baja monta para formar Los Nahuales hace siete años.

Liaying Lau era más difícil, no existía antes de los once años, ya más de treinta años atrás, estaba el rumor de que nació en una red de tráfico de personas y fue vendida a la Triada, dicen que asesinó a todos los cabecillas de Los Leones Blancos y tomo su lugar, investigaciones federales fueron detenidas después de la desaparición de siete agentes y un senador cuya campaña se basaba en la lucha contra el crimen organizado.

Row se sentía como pez fuera del agua, sus estudios en seguridad cibernética e ingeniería no estaban orientados en encontrar criminales peligrosos, pero fue orillada a ello y ya no había vuelta atrás, todos ellos pagarían por sus crímenes, ahora tenía ayuda de un Neo-Humano y nada más y nada menos que uno de los que ayudo a salvar el mundo, aunque su vida normal parecía estar a años luz de distancia.

El sonido de su teléfono celular la espabiló, era Nakai.

—Dime que no lastimaste a nadie —suplicó ella.

—Ni mujeres ni niños si eso preguntas —respondió a secas.

—Algo sexista de tu parte, pero está bien —comentó con cierto alivio —. ¿Conseguiste algo bueno?

—Solo que mueven las armas a un buque de carga al sur cerca de Sillicon Valley y en el momento que tengan suficientes, ira a aguas internacionales a entregarlas al mejor postor y luego volverán con más materia prima —explicó Nakai.

—Ósea que debemos buscar un buque de carga en todo el Sur de la Bahía de San Francisco, vaya que eso reduce la búsqueda —comentó Row con sarcasmo mientras comenzaba a acceder a la base de datos de los muelles.

—No precisamente, Los Nahuales solo mueven mercancía por la frontera y dentro del país, los únicos con ese tipo de alcance internacional son Los Leones Blancos, redúcelo a buques desde Hong Kong, Taiwán, Macao, cualquiera que apunte a cualquier compañía que pueda apuntar a ellos —dijo Nakai, a medida que hablaba la chica buscaba toda la información de los barcos provenientes de China o que hayan hecho escala ahí antes de llegar a San Francisco, cruzando referencias con el nombre "Liaying Lau" o cualquier nombre que esté relacionado con los Leones Blancos.

—No es una búsqueda fácil —dijo Row con cierta frustración —. Ni siquiera sé por dónde empezar, hay miles de nombres a... —se interrumpió a sí misma, tardó unos segundos en procesar lo que acababa de aparecer en su cabeza.

—¿Row? —la llamó Nakai a través del teléfono.

—¿Recuerdas la caja que debíamos entregar a Cortez y los suyos? Justo antes de la explosión —preguntó ella.

—Cómo olvidarlo...

—La caja debía ser entregada a nombre de Wong ¿verdad? —preguntó mientras comenzaba a buscar.

—Sí, ese era el nombre

—Que coincidencia que existe una compañía al nombre de un tal Yuhon Wong aquí en San Francisco y que tenga un buque atracado en el muelle justo ahora, el Wúmíng, muelle siete —dijo Row.

—Sin nombre —agregó Nakai.

—No, te acabo de decir el nombre, Wúmíng —corrigió ella.

—Lo cual se traduce a "Sin Nombre"

—¿Hablas chino?

—Buen trabajo Row, vamos en camino —dijo Nakai antes de colgar.

—... ¡No lo habría logrado sin ti Row! ¡Eres una heroína Row! —exclamó ella con sarcasmo, ocultando verdadera frustración mientras giraba en su silla.

—Yo creo que fue un gran trabajo —escuchó a su izquierda, a poca distancia estaba Dakota, la cual acababa de despertar de su casi estado de coma.

—¿Cuánto llevas ahí? —

—¿Van a allanar un buque de carga? —preguntó Dakota.

—Allanar es una palabra fuerte, pero precisa —contestó Row —. Tenemos una pista sólida, hará falta que Nakai encuentre algo en ese barco y habrá que entregar todo a las autoridades —explicó.

—Y si no encuentra nada entonces vuelven al primer espacio —asumió Dakota mientras se sentaba junto a Row, la chica de pelo enrulado suspiró con fuerza.

—Crucemos los dedos para que no sea así —suplicó Row —. Y... ¿Te sientes mejor? —le preguntó a Dakota, ella asintió.

—Ya todo volvió a la normalidad, mis ojos y oídos ya no duelen y... —se detuvo un segundo mientras observaba sus dedos —. Las garras desaparecieron —dijo con alivio.

—Sabes que no se fueron para siempre ¿Verdad? —comentó Row —. No debo tener súper poderes para saber que una vez que aparecen, no se irán —le dijo, el rostro de alivió de Dakota desapareció, dejo caer sus manos.

—No pedí nada de esto —declaró con ojos llorosos, Row colocó su mano en la rodilla de la chica.

—Ninguno de ustedes lo pidió, pero a diferencia de tu hermano, puedes evitar que tus poderes acaben con la vida como la conoces, aún puedes ser normal, relativamente hablando —la consoló —. No tienes que abandonar nada.

Dakota suspiró, no estaba segura que tanta verdad había en sus palabras, pero se sentía bien tener alguien apoyándola, un nudo se había formado en su estómago mientras el peso de sus pensamientos se distribuía en su cuerpo.

—Cuando Nakai y tu tío vuelvan podrás hacer todas las preguntas que quieras, debes tener demasiadas —comentó Row.

—¿Confías en él? —preguntó Dakota a secas.

—¿En Naz? Aún no, pero...

—Me refiero al Renegado... a Nakai —aclaró ella —. Dice que es mi hermano, pero también es el hombre que ha asesinado criminales en esta ciudad por años —las palabras de Dakota sonaban como si vinieran de su propia conciencia —. ¿Confías en él?

Después de ocultar a Forajida entre algunos contenedores industriales, Nakai se dispuso a subir a una de las grúas que se encargaban de mover toda la carga a los barcos para obtener una mejor vista del Wúmíng, el barco parecía tener más de treinta metros de largo y varios niveles bajo cubierta.

Ángel no mentía, la cubierta estaba bien resguardada, contó una docena de guardias patrullando los niveles superiores, esta vez armados con armas Corvynianas, si no las tuviera no pensaría dos veces su estrategia de ataque, quizá esperar a que anochezca y pasar lo más desapercibido posible era su mejor jugada, pero aún no veía una manera concreta de detener la operación, nada le aseguraba que ese buque fuera el único, ni que todas las armas estuvieran ahí.

Odiaba admitir que la policía parecía ser su opción más viable, pero no era estúpido, sabía que Nour tendría la mitad de los oficiales bajo su nómina, alertarían a Cortez y zarparían de inmediato, escapando a aguas internacionales.

—Excepto si el barco no puede zarpar... —susurró mientras orientaba su vista a la cabina de mando, si destruía los controles e inutilizaba el barco, no tendrían a donde escapar y ni porque tuvieran a toda la ciudad en su bolsillo, esa cantidad de armamento alienígena sería expuesto ante todo el país, para eso necesitaba evidencia que no puede ser borrada, en eso llamó a Row —. Row ¿Puedes acceder a las cámaras de seguridad del buque? —preguntó.

—Pues... no desde aquí, la nave debe tener su propia red cerrada sin conexiones externas, necesitaría conectarme desde adentro —contestó de inmediato.

—Difícil cuando ni siquiera estas aquí —se quejó Nakai.

—Revisa el bolsillo izquierdo de tu chaqueta/traje —dijo ella, Nakai obedeció y escudriño en el bolsillo interno de su nueva prenda, de ahí sintió un pequeño objeto rectangular, una memoria USB —. Conéctala a cualquier dispositivo que esté conectado a la red de la nave y tendré el equivalente de Big Brother para este barco

—Pensaste en todo ¿no?

—Mujer precavida vale por dos, yo valgo mínimo seis —presumió ella.

—Cuando te diga, avisa a las autoridades de la ubicación del buque, al mismo tiempo envía las imágenes de las cámaras de seguridad, esparce por el internet cualquier prueba en contra de ellos, así podremos saltarnos la burocracia —explicó Nakai.

—Muy bien, nada que un par de posteos en Reddit no resuelvan —agregó ella —. Ten cuidado y mantén un ojo en el anciano ¿Ok? —pidió ella.

—Ok —respondió Renegado justo al colgar y colocarse su casco.

Naz esperaba a su lado, con la capucha de piel de lobo puesta y su tomahawk en mano, tenerlo de apoyo no era su primera opción, pero Row tenía razón, no podía tenerlo fuera de vista.

—Entramos, inutilizamos el barco, conectamos a Row y nos vamos, ¿entendido?

—Con tanta seguridad ¿Cómo planeas llegar sin ser vistos? —preguntó su tío.

—No lo hago, tratemos de mantener la confrontación al mínimo, pero no esperan que yo llame a las autoridades, si nos ven nos intentaran matar al momento, no dejaran que me acerque a sus compradores —aclaró Renegado.

—¿Alguna preferencia de entrada?

—No queremos llamar la atención tan pronto... —susurró Renegado mientras buscaba un punto de entrada, llamó su atención una pequeña puerta casi a la altura del agua en la popa, de seguro una compuerta por la cual los técnicos podían salir y hacer reparaciones en las hélices cuando sea necesario, Renegado señaló a la puerta y Naz asintió.

El agua de la bahía estaba congelada como siempre, pero brindo suficiente cobertura para que se acercaran al carguero sin que nadie los viera, Renegado se sostuvo de la escalera bajo la compuerta mientras ayudaba a Naz a subir, el peso de las pieles que lo cubrían se duplicaba mojadas, Renegado dio un vistazo por la escotilla en la puerta, había un guardia justo detrás, le hizo una seña a Naz de que guardara silencio, dio tres ligeros golpes a la puerta, segundos después escuchó los pasos del guardia acercándose para revisar que era, entonces Renegado golpeó la puerta con suficiente fuerza para que se saliera de sus bisagras y cayera encima del guardia, el ruido resonó en los pasillos adyacentes, pero parecía que el sonido del motor del barco cubrió sospechas.

—Si el motor está andando significa que están listos para zarpar en cualquier momento —dijo Naz mientras colocaba la puerta en su lugar lo mejor que podía.

Los pasillos estaban rodeados de paredes y tuberías de acero y una fila de bombillas LED iluminaban el lugar desde el techo, el eco del motor del barco resonaba en todo el lugar.

—Debemos movernos, la cabina de control esta unos pisos arriba, ahí también deberíamos ser capaces de conectar a Row —dijo Renegado, apuntó arriba a una señalización que indicaba las escaleras más cercanas.

Por algunos pisos pudieron avanzar sin problemas, sus sentidos combinados con el eco de las cubiertas inferiores del carguero les permitieron evadir a los guardias y bloqueaban las puertas de cada escalera a medida que subían.

—¿Tienes idea de a dónde vamos? —preguntó Naz mientras colocaba una llave inglesa para bloquear la última puerta por la que cruzaron.

—Vaga, pero mientras sigamos subiendo vamos en buen camino —contestó.

Un ligero zumbido alertó cada fibra de Renegado, sus ojos buscaron el origen tan rápido como pudieron, un ligero brillo al final del pasillo reveló un guardia sosteniendo lo que parecía ser una mezcla entre un rifle de asalto militar y uno Corvyniano, leyó la trayectoria del cañón, apuntaba directamente a Naz.

Renegado reaccionó como pudo, sujeto a Naz de las pieles sobre él y con suficiente fuerza lo arrojó por el pasillo alejándolo de la línea de tiro, pero él quedó justo en la mira, una explosión fue seguida de intenso calor característico que ya lo tenía cansado, la intensidad del disparo lo propulsó hacia adelante, golpeo el techo para volver a caer al suelo, la fuerza de la explosión sacó todo el aire de sus pulmones, pero estaba vivo y eso era lo importante, trató de levantarse, el guardia se acercaba con su arma lista y Naz lo esperaba a la vuelta de la esquina con tomahawk en mano, Nakai le hizo una señal para que se detuviera.

—Evita que el barco zarpe —dijo para sí mismo, pero sabía que Naz podría oírlo, la audición era de familia, el viejo quiso negarse, pero asintió y desapareció en el pasillo, el pandillero se acercó lo suficiente como para que Renegado viera su tatuaje de Los Nahuales en su brazo.

Tengo al maldito en la mira —habló por su radio, Renegado respiró hondo debajo del casco, la pesada respiración puso al pandillero con los nervios de punta era como escuchar un animal apunto de rugir —. No.... te muevas cabrón —le dijo al justiciero mientras seguía en el suelo.

—Una oportunidad... —dijo Renegado aún el suelo.

Cállate ca...—decía el guardia antes de que la bestia se levantara y sujetara su arma desde el cañón, arrancándola de sus manos y arrojándola hacía el foco de luz más cercano, en un segundo el pasillo quedó con una tenue luz parpadeante, el miedo recorrió el cuerpo del pandillero como una toxina casi paralizándolo como si sus hombros estuvieran fijados en el aire, pero no era el miedo lo que sujetaba sus hombros.

De un cabezazo Renegado noqueo al sujeto y cayó cual muñeca de trapo al suelo, los ecos de los pasos de una multitud acercándose, Renegado suspiró, por desgracia mantener a esos imbéciles ocupados y que Naz se encargara de detener el barco era tan buena estrategia como cualquiera, no quería depositar su confianza en él, pero no tenía de otra, movió su cuello para sonar sus vertebras.

Renegado comenzó a correr a través del pasillo de dónde se oía que venían los guardias, a medida que avanzaba destrozaba las bombillas, poco a poco las luces de emergencia se encendieron y el lugar fue inundado por luces rojas parpadeantes.

Mientras se acercaba a una intercepción de pasillos el ruido de enemigos cercanos aumentó, Renegado se detuvo, sus opciones se limitaban a un pasillo recto y las luces parpadeantes brindaban algo de ayuda, pero en un tiroteo no sería suficiente, se acercó a la pared de su derecha donde algunas tuberías subían, tomó una y la arrancó de su lugar, una fuerte ráfaga de vapor se disparó del segmento roto.

—Esperemos que sea suficiente —susurró, esperó unos segundos a que los pasos estuvieran a la vuelta de la esquina, en el momento en el que el primer enemigo asomó su cabeza Renegado arrojó la tubería con tal fuerza que el sujeto quedo noqueado al instante, por suerte al caer apretó el gatillo y su arma comenzó a disparar a diestra y siniestra causando que varios retrocedieran, uno de ellos se llenó de valor para avanzar con cañón arriba, pero se detuvo ante la nube de vapor frente a él.

Una siniestra mascara negra emergió del humo a la vez que el cañón de su arma apuntó hacia arriba contra su voluntad, disparo sin acertar a ningún blanco, un golpe certero en el estómago lo dejo fuera de sí, Renegado lo levantó para arrojarlo en contra de sus compañeros, otros comenzaron a avanzar contra la nube de vapor, el justiciero retrocedió buscando cobertura, los Nahuales comenzaron a disparar ráfagas de energía y balas simultáneamente.

—¡Alto al fuego! —ordenó uno de ellos, entonces comenzaron a avanzar todos a través del vapor.

—Busquen a ese maldito.

—No veo nada.

—No está en el pasi... —algo lo interrumpió de golpe.

Maldita sea...

La mayoría había cruzado al otro lado de la pantalla de vapor, no había señales del Renegado, varios cruzaron miradas confusas y aterradas, las luces de emergencia no se apagaban, ahora todos estaban distribuidos a lo largo del pasillo, sin posición estratégica.

Renegado entonces soltó su agarre de las tuberías en el techo y en medio de la nube se escuchó el estruendo de sus botas al caer al suelo, el que estaba más cerca trató de apuntar su arma en dirección al ruido, pero de inmediato Renegado sujeto su rostro y lo levantó para después estamparlo contra el suelo, el metal a sus pies se abollo, un golpe con el dorso del puño acabo con el siguiente, dos intentaron disparar pero el justiciero se agachó y embistió a ambos golpeándolos en las costillas con sus brazos extendidos.

Los demás se habían abstenido a disparar por la presencia de sus compañeros en la línea de tiro, algo de lo cual se arrepintieron al instante, Renegado corrió hacia adelante sin darles tiempo de siquiera pensar en que hacer después, la mayoría perdía su arma y sus luces se apagaban antes de poder hacer cualquier cosa, un uppercut hizo que uno golpeara su cabeza contra el techo, Renegado tomó su arma y golpeo al siguiente como si fuera una masa, el cuerpo del criminal giró en el aire para luego caer inmóvil.

Renegado se encontró teniendo una pesada respiración cuando el último fue noqueado, podía sentir que se quedaba sin fuerzas, ahora que tenían armas nuevas no perdían el tiempo con las balas y, además, aunque el traje lo protegiera de heridas mortales, no obtenía mucha fuerza de esos disparos.

¿¡Qué mierda está pasando ahí abajo!? —escuchó Renegado desde uno de los radios, reconoció la voz de Cortez como si estuviera frente a él, el héroe tomó el radio del criminal noqueado más cercano.

—¿Sabes que hacen las ratas cuando un barco se hunde, Cortez?

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